Aprendiz
Solía vestir unos holgados pantalones azules, viejos y manchados, y una apretada camiseta de tirantes que había sido blanca, pero que el sudor y el polvo de la obra había amarilleado hasta tomar un tono casi ocre. Por donde la tela no le cubría se podía ver lo poderoso de su musculatura y la profusión de pelo que crecía en sus brazos, su pecho, su espalda y sus peludos sobacos.
Pues si, fue un año Glorioso. El temido curso de final del bachillerato no había sido tan duro como temía. Bueno de hecho lo pase estupendamente. Tan estupendamente que suspendí 6 asignaturas.
- Toda la culpa la tienes tú - le decía mi padre a mi madre.
Gracias a Dios habían empezado a discutir entre ellos y yo asistía calladito a la refriega. Sonreía con mi barbilla descansando sobre la mano mientras recordaba las aventuras de aquel maravilloso curso. Las juergas con los amigos, las interminables sesiones jugando con el ordenador, las miles de películas porno que me había visto y mil y una cosas más, entre las cuales evidentemente no se encontraba el estudiar. Estaba absorto en mi pequeño mundo cuando de repente unas palabras me pincharon el globo.
- Pues este verano va a trabajar - dijo mi padre furioso.
Yo miré a mi madre, mi madre me miró a mí y ambos miramos a mi padre.
- Pero tiene que estudiar para Septiembre - arguyó mi madre intentando librarme del castigo
- Primero veremos si sigue estudiando. Eso lo decidiré si veo que cambia de actitud. Segundo si lo hace va a repetir curso, puesto que con las “notazas” que trajo en dos meses no va a recuperar el tiempo que perdió todo el año, tocandose los huevos a dos manos. Y tercero este pipiolo va a saber lo duro que es la vida. Trabajar le va a venir de perlas.
Mire a mi madre aterrorizado. Por la expresión de su cara vi que todo estaba perdido no obstante intente defenderme.
- Pero,pero…. Como voy a encontrar trabajo. Hay mucho paro y yo no sé hacer nada
Mi padre me miró con una sonrisa diabólica.
- No te preocupes. Ya esta todo solucionado. Vas a trabajar en una obra. Un cliente te va a meter de aprendiz. Así que si no sabes nada ya te lo enseñaran. Y que conste que depende de tu comportamiento en Septiembre vuelvas a los estudios o te quedes a trabajar.
Mi padre era arquitecto y evidentemente tenía muchas amistades en el sector de la construcción para que fuese un farol. Empecé a lloriquear a ver si lo ablandaba como de costumbre. Hasta el momento siempre me había salido con la mía. Ser hijo único con padres maduritos tenía esa ventaja.
- No serás capaz ¿Verdad? Te juro que estudiare, he aprendido la lección - le dije moqueando.
- La lección empieza mañana cuando tu te vayas a la obra y tu madre y yo de vacaciones a Málaga.
- Pero papá…
- Ni papá ni ostias. Ya sabes lo que hay.
Y sin decir más salió de la sala dando el gran portazo.
Miraba a mi madre intentando que interviniera en mi ayuda. Pero su expresión y sus palabras me confirmaron que en esta ocasión mi fiel aliada me abandonaba a mi suerte.
- Lo siento Borja pero tu padre tiene razón. No obstante veras como no es tan duro. Tu portate bien a ver si consigo que a mitad de verano te levante el castigo.
Los meses de verano todos los años nos trasladabamos a nuestras casa de Málaga, y desde allí mi progenitor compaginaba su trabajo con el descanso. Era la ventaja de ser un reputado arquitecto. Y yo que pensaba seguir la juerga con mi pandilla de la playa. Todos mis planes se habían ido al traste. Además en la ciudad en verano no quedaba ninguno de mis amigos con lo cual ni los fines de semana podría divertirme. Joder que mierda pensé.
Por la noche en la cama todavia tenia la vaga esperanza que mi madre consiguiera hacer cambiar de opinión a mi padre. Y me dormí con un rescoldo de ilusión.
El topetar de la persiana y la luz del dia lo apagaron.
- Venga levántate y vístete que te voy a acercar al trabajo - dijo cortante mi padre.
Mire el despertador. Las seis y media de la mañana.
- Dios nunca me he levantado tan temprano - pensé
Y era verdad. No obstante alguna vez me había acostado a esa hora. Pero evidentemente era distinto acabar una juerga al amanecer que ir a trabajar con el sol naciente. Intenté remolonear en la cama pero mi padre furioso cogió el edredón y lo retiró con violencia.
- Ya te he dicho que te levantes. Espero que cumplas con las horas. Si no ya he dado instrucciones para que te den caña. Ya lo sabes.
En el coche no cruzamos una palabra. Yo iba acojonado por lo que me podía encontrar. Pensaba desesperado si alguno de mis amigos me viera trabajando de albañil. Con lo pijos que eran ,si se enteraban, mi entorno social se podía literalmente ir a tomar por el culo.
Por la puerta de la obra entraban algunos hombres charlando y riendo. Ninguno tenía la apariencia de codearse con personas de mi condición. Cuando mi padre y yo entramos en el recinto vallado y nos dirigimos a la caseta de obra todos me miraron socarronamente cuchicheando entre sí.
- Buenos días Don Luis - dijo un corpulento individuo que estaba sentado detrás de una mesa metálica.
- Buenos días Revilla. Aquí te traigo al muchacho. Espero que se porte bien. Si no ya sabes que tienes mi beneplácito para meterlo en cintura.
- No se preocupe que haremos de él un hombre cabal.
- Bueno pues lo dejo en sus manos.
Tras darse un apretón de manos mi padre se dio media vuelta y sin siquiera mirarme se largó con viento fresco.
- ¿Cómo te llamas muchacho? - me dijo el gigantón barrigudo
- Borja - le contesté tímidamente
Me miró de arriba abajo se rascó la barbilla peluda y tras sopesarme me dijo
- Creo que será mejor para ti que te llame por tu apellido. ¿De acuerdo Valdes?
- Como Vd quiera.
- Pues hala vamos que te presento a la cuadrilla y luego vienes a firmar los papeles.
Salimos de la casucha metálica y nos dirigimos al grupo que esperaba expectante. Se movían inquietos como una jauría de podencos a la espera de iniciar la cacería. Y sin lugar a dudas allí yo era la pieza.
- Este es Valdés. Va a trabajar de aprendiz. Espero que le enseñéis el oficio. Si no cumple como es debido quiero que me informeis. Aquí no hay privilegios, asi que hacerle trabajar que para eso está aquí.
Se oyeron varios vale patrón en las caras de capciosa sonrisa.
El primer dia fue un auténtico infierno. Comprendí que nadie iba a dar cuartelillo a aquel estudiante hijo de papa. Cuando llegué a mi solitaria casa me desplomé desfallecido en el lujoso sofá de piel del salón.
Aunque no se podía decir que fuese un enclenque, de hecho era un buen jugador de fútbol, en comparacion de mis compañeros de trabajo era una auténtica piltrafilla de tio. Me dolía todo el cuerpo del intenso trabajo que había realizado durante toda la jornada. Y cuando me mire las destrozadas y ampolladas manos, rompí a llorar desconsoladamente. Rendido me dormí en el sofa.
El teléfono sonaba sin cesar cuando abrí los ojos. Corrí a cogerlo.
- Hola Borja. ¿Ya te has levantado? - oí decir a mi madre
- Si,si por supuesto - mentí
- Como no me respondias
- Estaba en la ducha - volví a mentir
- ¿Que tal el primer dia de trabajo?
No pude evitar comenzar a relatarle entre sollozos todas mis desventuras del dia anterior. Tras los consabidos consejos de madre, de como cuidarme las manos, calmar mi cuerpo dolorido y toda clase de indicaciones para el cuidado de mi salud física y mental, al fin se despidió mi.
- Bueno cariño cuidate. Ya verás cómo a partir de hoy te ira mejor
Cuán confundida estaba.
Ese día y los siguientes fueron un auténtico escarnio. A la dureza del trabajo, las riñas por mi ineptitud y mis continuos errores, se le unió algo aun mas humillante; el trato vejatorio de mis compañeros. Las chanzas, bromas pesadas y chirigotas fueron continuas. Y lo peor de todo fue que no se como se enteraron de mi nombre y empezaron a llamarme Borjita que pronunciado por sus labios estallaba en mis oídos como auténticos zurriagazos.
Si todos me zaherían divertidos, uno entre ellos lo hacía con especial saña. Era un hombre de proporciones ciclópeas. Pasaba de largo la cuarentena como atestiguaban sus canas. Tenía el pelo crespo y de un negro azabachado allí donde no se plateaba. Sus ojos oscuros de mirada penetrante. En su cara afeitada, a lo largo de la jornada,crecían unas crines como púas, de forma que al final del día su rostro tomaba un tono negro azulado.
Solía vestir unos holgados pantalones azules, viejos y manchados, y una apretada camiseta de tirantes que había sido blanca, pero que el sudor y el polvo de la obra había amarilleado hasta tomar un tono casi ocre. Por donde la tela no le cubría se podía ver lo poderoso de su musculatura y la profusión de pelo que crecía en sus brazos, su pecho, su espalda y sus peludos sobacos.
Gilipollas, Nenaza, mariconazo, hijito de papa y mil hirientes epítetos era la manera de dirigirme a mi en una constante y vejatoria bronca.
Un dia estaba sentado apartado de todos comiendome mi bocadillo, cuando se acercó uno de mis compañeros. Era el más viejo de todos a punto del retiro , tal vez por ello todos le llamaban el Abuelo.
- ¿Que tal muchacho? Te vas haciendo al curro.
- Bueno lo intento - le contesté quedamente
- Este es un ambiente jodido y brutal. Ya lo se. Tienes que disculparnos por meternos tanto contigo, pero es lo habitual con los novatos. No son mala gente pero este trabajo les hace duros.
- Lo comprendo y no me importa aguantar bromas y chanzas. Pero lo de ese es otra cosa. Me insulta y me monta la bronca por nada. - le dije mirando al hombretón.
- ¿Quien es ese? - me pregunto mirando al grupo donde estaba el que le indicaba.
- El grandote, ese animal peludo - le contesté con rabia
- ¿El Burro? - me pregunto señalandole con la cara.
- Si ¿Le llaman el Burro? - le pregunté divertido
- Si pero nadie a la cara. Ni se te ocurra porque te muele a ostias. - me advirtió.
- Le llamaran así por lo animal que es. - dijé
- Bueno, no precisamente por eso. Pero tu manten la boca cerrada.
Tras guardar unos minutos de silencio , me palmeó un hombro y me dijo
- Bueno chaval no te preocupes. Yo hablaré con él para que te deje en paz.
La charla que el Abuelo tuvo con el Burro surtió su efecto porque los días siguientes dejó de insultarme y zaherirme, paso a hablar conmigo lo mínimo imprescindible. Esa charla debió de tenerla también con otros compañeros porque aunque siguieron con sus burlas y bromas, estas se hicieron menos frecuentes y menos hirientes.
Ya habían pasado veinte días cuando Julio atacó con fuerza. El calor apretó durante unos días de forma inmisericorde. Aunque ya estábamos levantando los tabiques y no a pleno sol, el bochorno en la edificación era insoportable. Sudamos todos como marranos y el jefe decidió poner una ducha improvisada adosada a la caseta de obra.
Cuando alguno no soportaba más la calorina se despelotaba y se daba una refrescante ducha para luego retornar al tajo.
Yo estaba en la primera planta tabicando el exterior y podía ver a mis compañeros refrescarse. Algunos solo se mojaban el pecho , otros en pelota picada se metían bajo el refrescante chorro. Pude observar el cuerpo de todos ellos. Los había flacos y enjutos, altos y bajos, fuertes y panzones, pero en general todos ellos estaban fibrados por el duro trabajo. También pude ver sus sexos, de todos los tamaños y grosores. Pequeñas vergas , algunas más largas, huevos pequeños como canicas o colmados como melocotones, peludos o barbilampiños. Le fui poniendo mote acorde con su polla, El Cacahuete, Albondiguilla, Pocapicha, Rabaco etc.
Todos pasaban con frecuencia por la ducha pero al Burro nunca tuve la oportunidad de verlo a calzón quitado. Se mojaba la cabeza y el tronco resoplando ruidosamente y volvía a la tarea sin secarse siquiera.
Un dia de mucho calor vi como se dirigía a la improvisada ducha. Tras quitarse la camiseta y el casco como era su costumbre,se desabrochó los pantalones y los quitó. Me daba la espalda y pude ver un peludo culo que se prolongaba en dos piernas como dos columnas. La verdad es que era un cacho de tio enorme.
Fue cuando se dio la vuelta cuando me quede impresionado. Entre las piernas un cipote que casi le llegaba a las rodillas, ancho y oscuro como…
- Joder como la de un burro - exclamé descubriendo la razón de su apodo.
Me quedé mirando eclipsado por tal portento. Los cojones que iban en el paquete eran como dos botas de vino negras y peludas. Nunca había visto una polla como aquella y mira que durante aquel año me había tragado porno a punta de pala. El Burro debió presentir que le observaban porque levantó la cabeza dirigiendo la vista hacia donde yo estaba con la boca abierta y los ojos como platos. Rápidamente me retiré abandonando el lugar.
La imagen de aquel hombretón en la ducha me quedó grabado en la cabeza y, a pesar que nunca me había fijado en los tíos hasta la fecha, comencé rememorar de forma obsesiva la escena observada. No me podía librar de ella ni en sueños y despertaba bañado de sudor tras eróticas ensoñaciones.
Verlo de nuevo desnudo se convirtió en un obsesión para mi. Incluso cuando estaba vestido le miraba el paquete intentando intuir su sexo a través de la ropa. Como el calor no cesaba no pasaron muchos días hasta que el Burro se volvió a dirigir a las duchas. Me oculté en la oscuridad para poder observarle a mis anchas. Se desvistió como el día anterior, miró hacia donde me había descubierto la otra vez y con una sonrisa de medio lado empezó a ducharse.
Más esta vez prolongó el baño. Y no fue solo eso. Empezó a tocarse la verga y los huevos de forma tan insinuante y erótica que sentí como en mis pantalones algo se enderezaba. Bajo el agua él proseguía con sus caricias , mirando de vez en cuando hacia donde yo me encontraba. Me puso tan caliente que al meter la mano para colocar mi retorcida verga, esta sintiendo el tacto de mis dedos en su piel, explotó de forma inmediata corriendome abundantemente en los pantalones. Jadeante me deje caer sentandome sobre el polvoriento suelo.
Permanecí en esa posición durante unos minutos. De repente se oyó una voz próxima
- ¿Que haces ahi sentado?
Era el Burro.
- Estoy descansando. Hace mucho calor. - le dije azorado
Me miró con una sonrisa pérfida y continuó.
- Me pareció que me espiabas mientras me duchaba
- Que va...aa. Ni sabia que te tee estabas duchando - le contesté medio tartamudeando mientras me sonrojaba levemente
Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo y se quedaron clavados en mi bragueta. Bajé la vista al mismo lugar y descubrí la oscura humedad que en ella se veía. Ahora si que me puse como un tomate.
El Burro me miró divertido y dándose la vuelta se marchó.
A partir de ese día su actitud hacia mí cambió. Empezó a mirarme de forma descarada y a veces socarrón me guiñaba un ojo, lo que causaba en mí tal desazón que me sonrojaba hasta las orejas. Avergonzado, procuraba apartarme de él. Cuando se dirigía a la ducha yo huía como alma que lleva el diablo. No obstante la visión de su sexo seguía grabado a fuego en mi mente.
Pasaron los dias y Julio dio paso a Agosto, las obsesivas visiones se fueron apagando lentamente tranquilizandome. Después de un largo fin de semana al ir a mi zona de trabajo pasé por delante de unos de los cuartos ya completamente tabicados y para mi sorpresa oscuridad encontré un colchón.
- Joder un vagabundo que se refugiado aquí - pensé
Tras sopesar la situación y temiendo que hubieses robado en la empresa bajé las escaleras para informar al patrón. En el descenso tropecé con el Abuelo que subía al tajo. Con mi topetazo a punto estuvimos los dos de caer rodando escaleras abajo.
- ¡Cuidado muchacho! ¿Dónde vas con tantas prisas?
- Voy a hablar con el patrón. Creo que tenemos ocupas. Voy a decírselo para que compruebe que no hayan robado nada.
- ¿Y de donde sacas tu eso? - me preguntó
- En el primero hay un colchón en el suelo y bolsas con cosas.
- Bueno no te preocupes. Son del Burro. El patrón ya está informado.
- ¿Entonces qué pasa?
- La zorra de su mujer que le ha echado de casa.
- ¿Por qué?
- Por sus putos líos de faldas, como de costumbre.
- ¿No pensará vivir aquí, Verdad?
- Pues si
¿Y porque no se va a una pensión?
La muy hija de puta le ha dejado la cuenta seca. Así que ya ves qué plan tiene. Los compañeros insistimos de prestarle dinero pero se ha negado en redondo. De forma que ha acordado con el patrón el dormir aquí y de paso vigilar la obra por la noche. Vete tranquilo.
Subimos la escalera y cada uno nos dirigimos a nuestra planta. Trabajé hasta lo hora del bocadillo y cuando bajaba a descansar con los compañero pasé de nuevo por el improvisado cobijo del Burro. La curiosidad me pudo y entre a fisgonear sus cosas. Revolví entre las bolsas encontrando abundante cantidad de revistas porno. Las empecé a ojear comprobando que algunas de las páginas estaban pegadas entre sí. Ya me imaginaba que actuaba como cola. Con las imágenes se me empezó a poner tieso el rabo. Había para todos los gustos: Orgías, dobles penetraciones, anales, felaciones, y para mi sorpresa hasta dos tios follando. Uno hombretón le daba por el culo a un jovencito que con los ojos desorbitados y la boca desencajada recibía polla.
En otras de las bolsas tenía su ropa y entre ella saque unos calzoncillo s blancos, de esos clásicos de toda la vida. En la parte delantera se veía una mancha amarillenta. No se que coño me pasó por la cabeza que acerque la nariz y empecé a olfatearlos.
Olían a sudor y a sexo. Un olor fuerte y almizclado que aspiré con fuerza. Era el aroma de un macho en celo.Estaba tan absorto que no me enteré de su presencia hasta que una voz a mi espalda dijo.
- ¿Que te gusta como huelen?
Me di la vuelta azorado. Allí estaba el Burro, con los brazos en jarras, retador. Me quedé mirándole asustados. Al ser consciente que todavía tenía la prenda en la mano, nervioso la arrojé sobre el colchón. Intenté escabullirme pero dio un paso hacia atrás y con su corpachón me cerró el paso bloqueando el hueco donde más adelante habría una puerta.
- ¿No te gustaría ahora probar su sabor? - me preguntó con una sonrisa de medio lado.
- No,no - le respondí raudo meneando repetidamente la cabeza.
- ¿Estás seguro?
Y sin darme tiempo a responderle oí un zas y en un segundo se sacó el cipote. Miré entre sus piernas donde colgaba, como una trompa, la portentosa polla del Burro. Me quedé hipnotizado mirándola.
- Anda una mamada Borjita. Que ya se que te gusta mi rabo. O crees que no te he visto espiándome mientras me duchaba.
- No, no. Yo no te la chupo. Ni lo sueñes Burro.
Cuando me oí pronunciar la palabra Burro casi me caigo al suelo. Pero no fue así. La tremenda bofetada que me arreó el animal me aventó sobre el sucio colchón.
- Como te atreves a llamarme Burro - me dijo furioso
- Lo siento fue sin querer.
- Vas a chuparme la polla como esta mandado. ¿O prefieres que les cuente a la cuadrilla que te pillé oliendo mis calzoncillos?
- No,no No lo hagas por favor. - le rogué espantado.
- Pues ven aqui hazme una mamada.
Sin saber cómo zafarme de la encerrona. Mire la habitación profusamente iluminada por el sol que entraba por el hueco de la ventana.
- Pero es que aquí nos va a ver todo el mundo- intente convencerle.
- Así que la putica quiere intimidad.
Se acercó a mí, me cogió con su zarpa por el brazo y me dijo
- Ven vamos a lo oscuro.
En el centro de la planta estaba un pequeño cuarto donde se pondría un baño de servicio. Me empujó al interior y entró detrás. El espacio era tan reducido que apenas cabíamos los dos. Estaba tan próximo a mí que sentí en mis fosas nasales el fuerte olor de su cuerpo. Feromonas y sudor inundaron el oscuro cuartucho.
- Venga que no tenemos todo el dia. - me dijo mientras con su manaza en el hombro me obligaba a agacharme a sus pies.
Cuando su polla quedó a la altura de mis ojos abrí la boca, pero no para comenzar la mamada sino de asombro. Tan próxima verdaderamente se la veía enorme, increíblemente grande, casi rayando lo monstruoso.
¡Joder que grande!- exclamé
Como la de un burro ¿Verdad? - dijo riendose
- ¡Si!
- Pues déjame que te enseñe las pelotas.
Y dicho y hecho, metió la mano por la bragueta y sacó dos cojones como dos bolsas de la compra. Aquello era un fenómeno de la naturaleza. Algo que rayaba en lo grotesco.
- Anda cojelos ya veras como pesan
Puse mi mano debajo de las bolas y sopesé el material. Cada una debía de pesar medio kilo. No sabía cómo continuar. El Burro me cogió la otra mano y la puso en su polla. Ayudándome con la suya empezó a moverla de arriba abajo descapullando lentamente el cipote. Aquello no creció mucho, era de esperar, pero se comenzó a colmarse de sangre caliente que la hinchó y la empinó hasta quedar tiesa frente a mi boca. Jalé por última vez y al fin le descubrí el capullo. Era como una manzana sonrosada que brillaba en la penumbra.
- Abre la boca Borjita - Me dijo en un susurro
- Es muy grande no va a caber - le respondí titubeante
- Verás como si - me apremió
Abrí la boca y tímidamente lamí el glande. Con la lengua pude apreciar el tacto sedoso de su piel y cuando llegue al ojito del pequeño cíclope, recogí la lágrima que de él manaba. Saboreé su esencia. Fue más agradable de lo que me había imaginado, de gustor ligeramente azucarado y con la suave consistencia de un jarabe aguado.
Me entretuve lambeteando por todas partes. Bajaba por el palo hasta llegar a sus testículos que mordisqueaba suavemente con mis labios Luego subía y jugaba con el frenillo.
- Borjita estas echo un buen mamoncete. Venga trágatela.
Tras coger aire, abrí la boca de par en par y con gran dificultad engullí el glande. Era como alojar un melocotón entero. Empecé a mamar estrujando su carne incapaz de mover la lengua en tan colmado espacio. Durante minutos chupé aquel enorme mamelón del que no cesaba de brotar el dulce jarabe.
El Burro empezó a culear mientras me sujetaba la cabeza follandome los morros. Cuando intentaba traspasar la campanilla me sobrevenía una arcada y se retiraba levemente. En uno de los embates su glande traspasó la estrechez penetrando en lo más hondo de mi garganta. Intente retirar aquella enormidad de mi interior tras comprobar que no me había tragado ni tan siquiera la mitad de la tranca.
Al fin me pude librar de aquel monstruo que hollaba mis entrañas. Traté de recuperar la respiración mientras las babas se desprendían abundantes de mi boca. En ese momento entre las piernas del Burro me pareció que algo se movía a lo lejos.
- He visto algo moverse - le dije asustado
- Será una paloma. Tu sigue con lo tuyo que me estas dando mucho gusto- me dijo palmeandome la cara
Volví a meterme el rabo en la boca y con ahinco empece a follarmelo. El Burro cada vez jadeaba más ruidosamente y dejaba que yo dirigiese la mamada.
- Dios que gusto, Cabrón
- Eres el rey de los chupapollas Borjita.
- Vas a quedar bien amamantado te lo juro. - rugía entre bufidos
Empezó entonces a mover sus caderas con frenesí y sentí como el cipote se hinchaba aún más dentro de mi. Tenía la piel de mis labios a punto de rasgarse, tal era la dimensión de la tranca alojada. Su polla comenzó a convulsionarse mientras el Burro gritaba como poseso
- ME CORRO, MECOOOORROOOOO.
La primera descarga, como un disparo, se estrelló en el fondo de mi garganta. Yo me aparté levemente y con mi boca empecé a atesorar los incontables salvas de su caliente leche que colmaron su interior, hasta que incapaz de retener más, manó por las comisuras de mis labios, deslizándose por mi barbilla.
Segui chupando, estrujando su rabo hasta desecarlo, mientras este se desinchaba y perdiendo su rigidez fue poco a poco abandonado mi interior. Entonces goloso saboreé la deliciosa y untuosa crema del Burro. Sabía que había gente que bebía leche de burra,decían que era sabrosa, sana y nutritiva, pero puedo asegurar que la de burro es aún mejor.
- Bueno Borjita te has portado - me dijo dándome unas palmaditas en las mofletes
- Ya repetiremos, te lo prometo
Se metió la goteante herramienta en los pantalones, se subió la cremallera y dándose la vuelta abandonó el oscuro cuartucho.
Allí arrodillado, deleitandome aun con el sabor de aquel macho, con su leche que deslizándose por mi mentón mojaba mi camiseta. Recordé sus últimas palabras.
- Ojala cumpla su palabra y sea pronto. - dije en un murmullo