Aprendiendo la lección

El joven Brian vive como quiere, sin obedecer a nadie. Pero le esenyaran una lección inolvidable. Este es un relato de Spanking (azotaina) Hard.

El relato que sigue a continuación es una ficción que no tiene referencias en el mundo real. los personajes son inventados, creados a partir de los arquetipos clasicos en este tipo de historias. Espero que sea de vuestro agrado. He intentado que parezca realista, porque es algo que siempre me parece importante en este tipo de relatos.

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El joven Brian vivia con su familia en una bonita casa con jardín, enmedio del campo, donde todo era paz y harmonia. El chaval no tenia mas de 16 años, y era verdaderamente atractivo, en opinión de todas sus compañeras de clase; su pelo rubio, largo hasta las espaldas, sus ojos azules tan profundos, su piel blanca y perfecta y sobretodo aquella sonrisa franca y simpatica que con tanta facilidad le iluminaba el rostro. Su padre, John, era un hombre de firmes convicciones, amante de lo tradicional, y no le hacia mucha gracia que el chico tuviera tanta libertad para salir cuando quisiera y con quien le apeteciera; pero en estos asuntos, era la madre quien decidia. Habia sido así des de siempre. Y para ella, todo era poco para su niño a quien mimaba en exceso.

El destino quiso que un dia, John fuera despedido del trabajo. Por suerte, la madre ganaba lo suficiente para los dos, pero no estaban para muchos gastos. John se sumió en el malhumor, puesto que a su edad no le resultaria facil volver a encontrar trabajo y le molestaba tener que depender de su mujer. Cuando ella le anunció que tenia que asistir a un congreso que duraria varias semanas, durante las que se alojaria en un hotel, no se alegró especialmente, pero tuvo que aguantarse. De este modo, Brian y su padre se quedaron solos en la gran casa. Des del primer dia, John se decidió a aprovechar aquella oportunidad para arreglar ciertos asuntos con su hijo. Era un malcriado, esto saltaba a la vista. Estaba acostumbrado a que todo el mundo hiciera lo que el queria, usando como arma de presión su belleza, simpatia y carisma. Por eso, le advirtio; si no se comportaba con corrección, si se pasaba ni que fuera un poco de la raya mientras estuvieran solos, lo pagaria caro. Nunca le habia pegado ni castigado de ningun modo, pero podria llegar a pasar.

Brian no dio ninguna importancia a aquella advertencia. Nunca prestaba atencion a lo que le decian sus padres. Pese a ello, casi sin darse cuenta, actuó con mayor prudencia a partir de entonces.

Pasaron los dias, y la advertencia quedó olvidada. Hasta que llegó la tarde fatidica. Hasta aquella tarde donde Brian descubrió el verdadero significado de las promesas paternas. Hasta aquella tarde...

Él jugaba al balón en el patio delantero. Vestia, por el intenso calor, solo una camiseta, pantalones cortos y zapatos deportivos. John tomaba una cerveza comodamente sentado en el salón. Todo marchaba sobre ruedas. Los pajaros cantaban, el olor a hierba fresca, el cielo azul y el sol radiante; nada podia estropearlo. Nada... salvo que Brian chutava contra la pared de la casa. Se lo habian prohibido miles de veces, pero ¿quien podia darle ordenes a él? Si, chutava cada vez con mayor fuerza, animado por el clima benigno y la excitación del ejercicio fisico. Hasta que la golpeó demasiado fuerte y demasiado alto. La pelota trazó un veloz recorrido a través del aire estival... e impactó en el cristal del comedor. El enorme cristal del comedor. El cristal tremendamente caro del comedor. Y lo rompió en miles de pedazos, añicos de cristal se desparramaron por el suelo enmoquetado, sobre la mesa, sobre las sillas. La pelota rebotó en un jarrón de ceramica, que se partió en dos al caer al suelo; la pelota chocó contra una planta de interior, la chafó, y se quedó atrapada entre sus ramas. Ahora, solo reinaba el silencio. El silencio incredulo del padre observando el estropicio con la boca abierta. El silencio del hijo enmedio del jardín, sin saber qué hacer. La tensión se podia palpar con la mano. Entonces, aquel lapso se rompió con el rugido animal de John.

  • TE LO DIJE!!!!! TE LO DIJE UNA Y OTRA VEZ!!!! TE DIJE QUE NO TE PASARAS NI UN PELO!!!!!!!

Estaba enfadado. Mas de lo que lo habia estado nunca. Era un desafio a su autoridad paterna, era un insulto a sus advertencias, era, sencillamente, la gota que colmaba el vaso. Brian aún no lo habia comprendido. Esperaba en el jardín, pensando que tal vez le dejarian sin tele o sin salir una temporada. Aún lo pensaba cuando su padre salió a buscarle... pero canvió de idea al ver su cara congestionada y sus pasos energicos. Entonces, trató de apartarse. Era demasiado tarde. Su padre le agarró el cuello de la camiseta, sacudiendole, gritandole en la cara.

  • TE LO DIJE! QUE TE HAS CREIDO, MALCRIADO!!!! AHORA VAS A VER QUIEN ES TU PADRE, TE JURO QUE TE ACORDARÁS DE ESTA!! TE VOY A PONER UN CULO COMO UN TOMATE!!!!!

Como? un culo como?? que estaba diciendo? que estaba diciendo??? a que podia referirse? no pretenderia pegarle? a él? imposible!

  • A TU HABITACIÓN!! A TU HABITACIÓN AHORA MISMO! ESPERAME ALLÍ!!

Brian corrió hasta su cuarto - en aquellos momentos, la desobediencia sencillamente no era una opción - y se sentó sobre la cama. Que pretendia su padre? demasiado nervioso, se levantó, paseando arriba y abajo de la habitación, mirando por la ventana. Se sentó otra vez, como si inconscientemente sintiera que en un futuro terriblemente proximo no le seria tan facil sentarse. Que le pasaria? que le harian??? La respuesta, detras de la puerta. Y la puerta se abrió con violencia; detras de ella, John. Aún enfadado. Entró, cerró con llave. Y dejó sobre la cama tres objetos siniestros. Al verlos, sin saber porqué, el corazón de Brian empezó a latir con mas fuerza, y las mariposas anidaron en su estomago. Un cepillo de madera, para el pelo. Un cinturón, de cuero negro. Y un bastón delgado que quizás habian cogido del jardín hacia poco. Un estremecimiento de terror le recorrió todo el cuerpo. Cuando le habló, su padre usó un tono de voz mas moderado. Peligrosamente tranquilo.

  • Ya te habia advertido. Te lo habia dicho no una sinó miles de veces. Y tu me hiciste caso? no. Tu eres demasiado bueno para obedecer, no es así? pues ahora vas a descubrir que les pasa a los chicos desobedientes. Vas a comprobarlo en propia piel...

  • Que... que quieres decir? que...

  • Que quiero decir? pues que te voy a azotar. Que te voy a dar la paliza de tu vida. Puedes estar seguro de ello. Cuando termine contigo, no podras sentarte en una semana.

  • Azotarme???? quieres decir pegarme?? No puedes!!

  • QUE NO PUEDO?! QUE NO PUEDO!?? VERAS SI PUEDO O NO!!

  • Se lo diré a...

  • A QUIEN SE LO VAS A DECIR?! A MAMÀ? PUES ANDA, VE A DECIRSELO. OH, OLVIDABA QUE NO ESTA. SOLO ESTAMOS TU, Y YO. CREES QUE PUEDES CONMIGO?

Brian repasó a su padre. De 45 años, pero musculoso, fuerte por su antiguo trabajo. Cerca del metro ochenta de altura. De ninguna manera podia con él. Su padre observó que se habia dado cuenta, al ver la desesperación en su cara.

  • Bajate los pantalones.

Las piernas casi le fallaron a Brian. Bajarse los pantalones. Hiba en serio. Nunca, nunca le habian pegado. De hecho, casi desconocia el dolor. Temblaba y estaba cubierto de sudor frio. Pero aún pudo articular algunas palabras.

  • N... no...

PLAF! La bofetada resonó por todo el cuarto. La mejilla le ardia. Los ojos, anegados en lagrimas. Entonces, le invadió la ira. Como podia querer hacerle esto? no le veria suplicar. Con un gesto arrogante, se los desabrochó y bajó hasta las rodillas. Era lo que John estaba esperando.

  • Ahora, los calzoncillos.

Aquello ya era demasiado. El temor volvió, junto con la verguenza. No queria que su padre le viera desnudo. Solo lo habian visto así sus compañeros, en las duchas después de la clase de gimnasia, cuando jugaban a comparar el tamaño de su polla. No tuvo elección; John se los bajó de un tirón, revelandola, semierecta, antes de que él la tapara con las manos rapidamente.

  • Que, te da verguenza? pues yo de ti, me preocuparia por otras cosas... A mis rodillas!

  • Co... como?

  • Que te tumbes sobre mis rodillas! AHORA!

Casi con timidez, siempre tapandose con la mano, Brian se tumbó donde le indicaban. John lo colocó en una posición comoda para ambos; pasarian un buen rato en aquella postura. El chico forcejeaba, pero la presa del padre era irrompible. Con una mano, lo mantuvo bien sujeto. Con la otra, apartó la camiseta para tener una buena visión del trasero que castigaria, la esfera tersa y palida que estaba a su absoluta disposición; la voluntad de Brian ya no importaba. Le gustara o no, le darian una paliza. Una azotaina. Y no podia hacer nada para impedirlo. Estaba a su disposición para lo que quisiera hacer con él. Con una mano grande y callosa amasó la carne blanda, como probando el terreno, y sonrió. Pensó en todas las chicas que querrian estar ahora en su lugar. En todos los chicos que pagarian para ver a su rival en todo, el señor perfecto, humillado de aquel modo. La piel aún era blanca; pronto cambiaria de color. Cogió el cepillo con fuerza, y probó su dureza, su peso. Se amoldaba agradablemente en la mano. Si, era un instrumento temible. Lo levantó bien arriba... y lo descargó con fuerza.

SPANK!!

Brian respondió con un gemido entrecortado, sorprendido; era peor de lo que esperaba. Su trasero presentaba ahora una marca rosada.

  • Eso porque sepas lo que te espera. Te daré 40 azotes con el cepillo.

  • Papá por favor, por favor, no! duele!

  • Claro que duele, idiota. Esa es la idea. Y no he terminado. Te daré 40 con el cepillo. Te daré 20 con el cinturón. Y te daré 6 con el bastón. Puedes gritar tanto como quieras, pero no te servira de nada. procura no moverte demasiado.

SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK!

Cayeron como una lluvia de fuego sobre el trasero del chico, y dejaron su marca. Brian intentaba contener los sollozos; las lagrimas, no podia. Y le corrian por la cara libremente, dejandole un sabor salado en los labios cerrados fuertemente. Jhon dejaba un cierto tiempo entre cada azote, para que el chico tuviera tiempo de ser consciente del impacto. El sonido de la madera contra la carne era sublime.

  • Que? duele? SPANK! duele? SPANK! SPANK! Te lo vas a pensar mejor SPANK! antes de desobedecerme? SPANK!

  • Si!!! Si!! lo haré! por favor, para!

SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK!

  • Que pare? SPANK! SPANK! apenas he empezado!

Brian se retorcia y pataleaba; en sus convulsiones, mandó el pantalón corto a la otra punta de la habitación, y poco mas tarde, los calzoncillos.

SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK!

Los descargaba con toda su fuerza, que no era poca. Sentia placer al hacerlo. Si, placer, puesto que era lo que el malcriado se merecia. Lo de tomarle el pelo se habia terminado. Veía como los azotes mutaban el color del trasero, que ahora ya era de un rojo considerable. Detuvo unos momentos la azotaina; Brian pensó que habia terminado, con alivio, e intentó levantarse, sin exito. Suplicó de nuevo, pero John no lo escuchaba. Con el cepillo, le acarició los gluteos, le recorrió la piel castigada. Se lo metió, impertinente, entre las dos mejillas. Jugaba con él, le gustaba tenerlo a su disposición, le gustaba darle falsas esperanzas. Sin previo aviso, volvió a empezar.

SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK! SPANK!

Ahora Brian se retorcia, y lloraba abiertamente, abandonada toda pretensión de resistencia. El sonido de sus llantos se mezclaba con el del impacto del cepillo, y era una musica peculiar. Brian intentó protegerse con las manos; no le dejaron. La verdad era que le habia dado algunos mas de los prometidos, pero era igual; se los merecia. Ahora era el turno del cinturón. Liberó a Brian, que, incorporandose, se frotó energicamente el culo, antes de correr hacia la puerta.

  • Donde crees que vas?! Aún no hemos terminado!

  • NO! no quiero! Dejame! DEJAME!!!

John le cogió por un brazó, lanzandolo sobre la cama, bocabajo, y le mantuvo en aquella posición con una mano fuerte.

  • Ahora voy a azotarte con el cinturón. Y tu vas a quedarte donde estas cuando quite la mano, o te juro que vuelvo a ponerte sobre mis rodillas y te doy 100 con el cepillo. te ha quedado claro?

Brian solo asintió, enterrando la cabeza en el cojín. Sudaba abundantemente, y el pelo rubio apelmazado se le pegaba a la cabeza.

  • Te prometí un culo rojo como un tomate, y te lo voy a dar. Si pensabas que el cepillo era malo, espera ahora.

dobló en cinto, lo cogió con fuerza, y lo descargó contra la carne desprotegida.

ZASHH!

Era malo. Era muy malo. Era peor que lo anterior. Era como si le habieran mordido el trasero; Brian retorció la ropa de la cama con sus manos sudorosas.

ZASHH!

No pudo evitarlo; el chillido salió de su garganta con vida propia.

YAAAAAAHHHGG!!!

acto seguidó, los sollozos. Y aún le esperaban 18??? No podria soportarlo!

ZASHH! ZASHH! ZASHH!

  • Crees que no puedes sentir mas dolor, verdad hijo? pues tendras que empezar a creerlo!

ZASHH! ZASHH! ZASHH! ZASHH! ZASHH! ZASHH!

  • Te arrepientes? te arrepientes de haber desobedecido? de haberme hecho perder la paciencia?

  • Siiiiii Ahahahahahaha

ZASHH! ZASHH! ZASHH!

YEOOOOOWWWWW!!! AAAAAAHHHHHH!!!

ZASHH! ZASHH! ZASHH!

El cuero negro mordia la piel, implacable. A veces, John la acariciaba con el cinturón, para que el cuero, de agradable tacto, le pusiera aún mas nervioso. Brian se mantuvo en su sitio, a pesar de que se revolvia tanto como podia. A cada azote, sacudia las largas y blancas piernas como si tuviera un calambre, agarrandose con mas fuerza a las ropas del lecho.

ZASHH! ZASHH! ZASHH!

  • Bien! ya falta poco. Pero lo que falta es bueno. Ponte de cuatro patas. Sobre la cama.

Brian ya no pensaba en desobedecer. Solo en terminar lo antes posible. Se puso como le pedian.

  • Tapate los huevos con una mano, no querriamos impactar donde no toca, no crees?

Brian obedeció.

John cogió el bastón. Lo provó una vez en el aire. Otra. El sonido cortante hizo que el chico estallara en llantos otra vez.

  • Noooo papa el bastón no por favor... no no no por favor

John observó el horno al rojo vivo que era el trasero de su hijo, allí dispuesto con las piernas un poco separadas y la mano protegiendose entremedio. Y empezó una vez mas.

Ziiish!

Aúllido de Brian.

Ziiish!

Otro.

Ziiish!

Ziiish!

Ziiish!

Ziiish!

Y todo habia terminado. Olvidado todo pudor, Brian saltaba de un lado para otro frotandose el culo, la polla erecta bamboleandose sin control.

  • Y que no se te olvide! que no se te olvide, porque a partir de ahora, esto es lo que te va a pasar cada vez que te pases ni que sea un poco.

Y John salió cerrando de un portazo. Misteriosamente, durante los dias siguientes, Brian comió de pie, lo que causaba la risa sarcastica de su padre, y dormia sin pijama y bocabajo. Pasados unos dias, ya podia sentarse, con la ayuda de un mullido cojín. Y al final, ya no quedó ninguna marca; el lienzo estaba otra vez preparado por si hacia falta trabajar en él.

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