Aprendiendo Inglés XVIII
Alguien iba a aparecer, una cuarta persona que me complicaría aun más las cosas. Ahora ya no seríamos solo un triángulo amoroso.
- Cariño, ¿estás bien? –murmuró Laura al fin dándose la vuelta para verme, dado que la preocupación de Helena le había llamado la atención, pero en aquel momento tenía la vista fija al frente, observando como una chica aparecía de la nada.
- Claudia.. –volvieron a llamarme, esta vez fue Helena.
- Quie.. ¿Quién es? –tartamudeé cuando esa chica en ropa interior entró en el salón.
- Algún pasatiempo de Helena, seguro.. –rio Laura, pero yo no reía, es más deseaba chillar de rabia.
- Perdona, ya se iba. –murmuró Helena incómoda pero relajada.
- Sí chicas, me iré ya. –respondió la chica con una voz muy dulce-. A menos que me digáis lo contrario.. –comentó de manera pícara mirando de reojo a Helena.
- Claro, quédate. –respondió Laura, en ese momento las odiaba a todas, incluida a Laura por hacerme pasar ese mal rato.
- Me voy a fumar un cigarro. –dije tratando de salir de ese lugar.
- Te acompaño. –respondió instantáneamente Laura.
- No, no quédate un rato con ellas, no tardo nada. –quería estar sola.
Me dirige a la puerta agarrando el bolso, y pensé en que hacía nada había entrado por esa puerta pensando que nada podía ser peor, y si..
Pensé: Querida vida, cuando te digo si las cosas podrían ir peor, es una pregunta retórica, NO UN RETO.
Observé a los lados de la entrada principal que había unos sillones en un porche, la pérgola estaba guardada por lo cual observaba las estrellas. Eso me relajó bastante, saqué del bolso el paquete de tabaco y lentamente lo abrí para ponerme un cigarro en la boca, mientras hurgaba en el bolso en busca de un mechero.
Escuché la puerta abrirse, era esa chica.. estaba poniéndose una bata encima de lo poco que vestía, la verdad era bonita, llevaba el cabello suelto, era pelirrojo, se veía muy liso y suave aun sin tocarlo, esa preciosa cara la adornaban muchas pecas, y esos ojos verdes grandes. Sentí fuertes ganas de llorar, era hermosa y eso me dolía aun más, saber que Helena me había reemplazado por alguien con más belleza que yo, con más dulzura, más amabilidad, realmente no sabía nada de esa chica pero se la veía perfecta en todo, su tono de voz daba confianza.
La chica se acercó a mí y me recogió el cigarro que estaba encima de mis piernas, ni cuenta me había dado de que se me había caído.
- Gracias. –respondí aturdida.
- No hay de que. –su voz tan dulce resultaba embelesadora.
- Toma. –me dio un mechero, encendí mi cigarro y se lo devolví.
- Gracias de nuevo. –murmuré extraña mientras ella sacaba un cigarro y se lo encendía.
- Me llamo Annie. –empezaba a dudar de si yo también iba a caer en sus garras, era demasiado dulce y bonita, no podía odiarla.
- Yo Claudia. –le di dos besos y se sentó a mi lado, se la veía muy cariñosa.
- ¿Cuántos años tienes? –preguntó curiosa.
- ¿21 y tu?
- No eres tan vieja como ellas. –se rio de la broma-. Yo tengo 19. –dios santo, era aun más joven que yo.
- Y.. –me costaba hablar-. ¿Cómo conociste a Helena?
- Es mi profesora. –en ese momento me faltó el aire.
- ¿Qué, que? –pregunté furiosa y confundida, ella se asustó un poco.
- Tranquila lo tenemos todo bajo control, estudio en el colegio donde ella trabaja, he repetido por eso soy más mayor que los de mi curso y bueno ella se ofreció a ayudarme. –es decir, las dos estudiábamos en el mismo colegio y por lo que había entendido ella estudiaba en el diurno y yo en el nocturno, por eso no la conocía ni sabía nada de sus clases con Helena.
- A.. muy bien. –no me salían más palabras.
- ¿Vamos dentro? –dijo contenta, parecía no conocer las preocupaciones ni la tristeza.
- Claro. –respondí.
- ¿Estás mejor cariño? –preguntó Laura acercándose a mí al verme entrar.
- Sí, mucho mejor. –fingí, ya que Helena había empezado a hablar con Annie que ya estaba a su lado como una lapa.
- ¿Seguro? –se acercó y me rodeó con los brazos.
- Sí. –sonreí por un momento, estaba tímida y algo incómoda.
- ¿Sabes que te quiero no? –me dio un dulce beso-. Valoro mucho lo que has hecho de venir aquí.. –dijo eso con segundas.
- Eres cruel. –le di un azote.
- Ahh.. –se quejó pero me besó de nuevo.
- Bombones, ¿Vais a querer algo de cena? –comentó Annie.
- Sí por favor, si no acabaré comiéndome otra cosa. –el comentario de Laura hizo que me pusiera como un tomate y sonriera disimuladamente.
Pasamos muy bien la noche, dormimos en su casa, en una habitación de invitados, Helena durmió con Annie evidentemente, también pudimos oír los leves gemidos de Annie. Yo en cambio no pude hacer nada con Laura, cosa que ella estaba excitadísima escuchando la melodía que expresaba Annie. Estuve en vela, abrazada a Laura toda la noche, me dormí a altas horas de la madrugada, cuando yo no se escuchaba nada. Pasamos así la semana, al salir de clases iba a mi casa cogía ropa y me encontraba con Laura en casa de Helena y allí nos hacíamos compañía las cuatro. Mi relación con Helena se relajó, poco a poco nos íbamos acostumbrando, ella a verme de abrazada en el sofá con Laura y yo a escuchar sus gemidos con Annie.
Era viernes, estábamos en casa de Helena y decidimos que sería una noche marchosa. Después de cenar sacamos las botellas de Ron y Whisky para empezar la ‘‘fiesta’’.
Íbamos muy mal todas, Laura estaba medio tirada en el sofá y en el suelo, a ratos se despertaba y reía. Annie parecía estar en sus primeras borracheras, se la veía demasiado buena e inexperimentada, por lo cual vomitaba cada dos por tres. Helena parecía la menos bebida aunque también llevaba una buena turca encima. Yo estaba medio desnuda, sentía mucho calor y me acabé de desnudar metiéndome en una jacuzzi que encontré por la casa.
HELENA
Cuando abrí los ojos, vi que Laura seguía en su sitio durmiendo, Annie al fin estaba en la cama ya había dejado de vomitar, me faltaba encontrar a Claudia, cosa que iba tan bebida que estaba asustada de donde podría estar. Cuando me la encontré en el baño, metida en el jacuzzi, con la cabeza reposando por suerte fuera del agua, faltaría más que se ahogara.
- Claudia.. –susurré suave, no quería sorprenderla, y abrió suavemente los ojos, muy poco-. Ven vamos fuera.
No me había dado cuenta que decir eso era lo peor que tendría que soportar. Para sacarla de allí tuve que sacarme los pantalones ya que metí la mitad del cuerpo dentro para sacarla más fácilmente, pero mi problema fue cuando al salir fuera del agua se apoyó sobre mí. Miré al techo, estaba desnuda, mojada y espumosa del agua. Era una imagen demasiado irresistible, casi se cayó al suelo, por lo cual tuve que poner mis manos por encima de sus glúteos, casi tocándolos con el meñique. Mi respiración era agitada, me faltaba el aire, si respiraba profundamente, podía sentir la felicidad inundando mis pulmones. Intenté relajarme y la llevé como pude a su habitación, ya que la mía estaba ocupada por Annie. Cuando la dejé en la cama, admiré más su cuerpo, ella se acomodó de lado en mi dirección, por lo cual podía recorrer con mis ojos las curvas de su cuerpo, tenía la cintura tan pequeña que podías rodearla completamente con ambas manos, luego más abajo se ensanchaba creando esos sinuosos muslos, musculosos por montar a caballo, haciendo que tuviera un buen trasero, respingón, alto y duro, aunque no lo veía podía imaginarlo a la perfección. Con un inmenso dolor la cubrí hasta la cintura con las sábanas, escondiendo aquella belleza ante mis ojos. Seguí subiendo la sábana lentamente a la vez que mi mano iba rozando su cuerpo, con aun más lentitud cubrí sus pechos, no sin antes ser rozados ‘disimuladamente’ con mi mano.
Por último y lo más importante, admiré su rostro, que descansaba profundo y relajado. Parecía una princesa. Tenía esos labios carnosos, perfectos y muy rosados, con su particular peca en ellos pero se veía poco, estaba en su labio superior en la parte izquierda, si ponía morritos sacando los labios se le veía más claramente. Observé su nariz, fina con algunas pecas. Luego sus ojos cerrados, con esas preciosas pestañas húmedas todavía por el agua que las hacía brillar y ver aun más largas. Por último sus cejas, bastante más gruesas de lo habitual, tampoco mucho, pero le daban el toque perfecto a ese rostro angelical.
Abrió esos ojos, verdes con su particular color, que podía cambiar dependiendo, en ese momento en la oscuridad de la noche con algunas pocas luces, se veían grises con unas pupilas gigantes observándome como si yo fuese su presa, dudé en si iba a abalanzarse sobre mí. Mi corazón latía rápido, empezaba a sudar, prácticamente todo mi alcohol había sido destruido por las endorfinas (hormona de la felicidad) de mi cuerpo, sus labios temblaron, intentó hablar, me moría por besarla, Dios santo, lo deseaba, me podía, esa chica me iba a volver loca, era la debilidad echa en carne y hueso, mi debilidad.
- Claudia –dije consciente de que al día siguiente no recordaría nada-. Se que es egoísta por mi parte, pero necesito decírtelo. –tomé aire y esperé unos segundos a que mi corazón se relajara, pero tan solo se aceleraba más y más, sentía nauseas, mareos-. Te amo. –ciertas lágrimas empezaron a resbalar por mis mejillas sin yo poder controlarlo-. Pero eres feliz con Laura, yo haré todo por que seas feliz con ella, haré que me odies, que te olvides de mí, pero nadie te reemplazará jamás, ni Annie ni nadie, tan solo yo haré que tu creas eso para que te olvides de mi. –lágrimas aun más profundas cayeron con más abundancia-. De verdad Te amo, como nunca he amado a nadie. –y suavemente me despedí de ella, dándole un beso a esos labios tan perfectos, con lo que ella respondió atrapándome por la nuca sin dejarme ir.
Os aseguro que en el próximo capitulo os compensaré por hacer este tan leve.
Aun así espero que os guste y sigo agradeciendo vuestros comentarios siempre.
Saludos desde España.
Lady.