Aprendiendo Inglés IV
¿Que tu qué? ¿Excitarme? No tan solo has hecho que mi clítoris abulte más que el Everest y chorree más que las Cataratas del Niágara.
Me acerqué a la puerta, al ser ella me atreví a abrir así.
Se quedó Helada. Podía notar como me ojeaba de arriba abajo, como delineaba mis curvas por encima de la toalla y como se quedó observando mis pechos que sobresalían un poco por encima. Tiré de ella y la metí en la habitación conmigo. Cerré la puerta empujándola desde lejos. La escuché cerrarse y miré a Helena con cierta lujuria.
- ¿Estás bien? –me atreví a decir al verla petrificada sin mirarme.
- La verdad, no lo se. –hizo una pausa-. Estoy confusa.
- Si quieres puedes contármelo. –dije acercándome a ella.
- No creo que sea capaz... –dijo muy suave.
Seguían cayendo gotas de agua por mi cuerpo. Que si seguía así desnuda acabaría siendo gotas de sudor dados mis nervios y mi vergüenza al estar desnuda con una toalla pequeña asquerosa de los hoteles que no cubren nada.
Me senté en la cama, cosa que hizo que se me subiera aún más la toalla y prácticamente pudiera verme la ingle.
- Ven. Siéntate. Cuéntamelo con calma. –le dije mientras daba unas suaves palmadas y caricias en la cama para que se sentara allí.
- Mm… –la miraba con dulzura ya que le costaba expresarse-.
Me miraba dudosa, pero acabó sentándose a mi lado.
Yo estaba sentada de espaldas a la gigantesca ventana que daba a ver todas las luces de Londres, por lo cual a ella la veía perfectamente ya que esas hermosas luces le iluminaban esa preciosa cara. Hasta la peca que tenía cerca del labio parecía temblarle. Trataba de hablar pero no lo lograba. Me tocaba ser a mí la valiente…. Con lo que me cuesta eso. Parezco atrevida pero para mí es un logro declararme a alguien y más aun lanzarme a sus labios.
Me preparé, humedeciendo lentamente mis labios. Podía sentir mis propias pupilas dilatarse como observando a su presa con detenimiento. Su respiración sonaba más agitada con tan solo ese acto. pensé en mis adentros.
Yo tampoco era capaz de lanzarme, me había quedado a milímetros de sus labios, pero dar ese último paso me costaba demasiado.
Le miraba los ojos que se veían borrosos dada la cercanía. Deseaba cerrarlos pero necesitaba verla.
PUM Se fue la luz en toda nuestra zona, tanto el hotel como las afueras, en la urbanización. Giré la cabeza observando los alrededores, cuando empecé a sentir como penetraba en mi piel un calor muy fuerte, pero no sentía nada. Hasta que su mano se posó en la cara interna de mi muslo.
Aguanté la respiración varios segundos. Volví a ponerme en dirección a ella. Y entonces sentí el calor que ahora emanaba su cuerpo, sus labios.
Perdí el norte y el sur al notar su respiración en mi rostro. Estaba realmente excitada. Notaba mucha humedad en mi entrepierna.
Sus labios pasaron a rozar los míos.
Con mucha suavidad pase mi lengua por sus labios, ¡que suavidad tan grande!
Y en un movimiento que no pude reaccionar me abrió la toalla, me tumbó y se puso encima mío. Se quedó sentada encima sin hacer nada. Notaba que se movía haciendo algo pero no podía ver qué. Hasta que me juntó las manos y noté como el cuero de algo que me las apretaba, quizá era un cinturón.
Me las puso por encima de mi cabeza sin poder moverlas. Dios… tenía que haber mínimo un charco marcado en la cama de mis flujos.
Volvió a besarme un tal ansia que parecía que fuera a borrarme los labios.
Su mano una se encargaba de aguantarme las manos para que no las moviera. Y la otra inició una ruta hasta mis pechos. Apenas me tocaba, solo con un dedo recibía el cosquilleo del camino que trazaba. Y de golpe con un deseo incontrolable me agarró firmemente un seno.
Prácticamente gemimos a la vez. Como me pone notar a alguien que se excita cogiéndote los pechos. Otra fuerte oleada de flujos salieron de mí. me dije a mi misma.
- ¡Ohhh! –no pude evitar gemir a la vez que cogía aire. Había encontrado de una el punto exacto de mi clítoris. No me había enterado ni que había dejado mis pechos atrás.
Con toda la mano apretaba y empujaba hacia arriba lo cual mis caderas seguían el movimiento de su mano sin yo decírselo.
En cuanto bajo un poco más la mano… y me tocó los labios la escuché jadear. De golpe paró.
- ¿Cómo puedes? –cogió aire-. ¿Cómo es posible que estés tan mojada?
Acto seguido pude escuchar como lamía sus dedos.
- Uffffff… –no pude evitar gemir.
Estaba tan sometida a ella, podía hacerme lo que quisiera. Volví a sentir su mano, lo que esta vez iba directa a mi entrada tan íntima y tan lubricada. Empecé a sentir como se ensanchaban mis paredes.
- Mmmm… –gemí mientras me mordía el labio.
TOC-TOC
- Profeee. –escuché a uno de los niños.
- ¡¡Se ha ido la luz!! –dijo otro.
- ¡No! No jodas, seguro que no se ha dado cuenta. –dijo una chica irónicamente.
- Ignóralos. –escuché su voz cálida en mi oído.
Me penetró de una con varios dedos, creo que fueron dos.
- ¡¡¡¡OHHH!!!! –gemí demasiado fuerte. –
- Sí, chilla, que te oigan esos diablos que están llamando. –dijo muy excitada.
- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? –volvieron a llamar los niños.
- Sí, sí. Me he pinchaa a a a aado. –tembló mi voz y se entrecortó varias veces ya que empezó a mover bruscamente sus dedos de lado a lado dentro de mí.
- ¡Abre profe! –chillaron los niños.
- Quiero que te corras así, en mis dedos mientras esos salidos te oyen y se masturben pensando en ti esta noche. –Dios, me quedé petrificada.
No conocía a esta Helena, es más jamás pensé que fuera tan….. Guarra como a mí me gusta. Pero los golpes de la puerta no dejaban que me concentrara del todo.
- Como sigas escuchando a los niños te castigaré. –me amenazó en un tono sexy y serio.
- SSIII –empezaron a chillar todos, la luz había vuelto.
Me desconcentré al oírlos. Pero volví en mi al sentir 5 dedos metiéndose de una dentro de mí.
- ¡AAAAHH! –ahora si que había chillado MUY fuerte.
- Eso, eso, gime así. Sigue. –deseaba Helena pidiéndome más.
Parecía que se me fuera a salir el corazón del pecho.
Empezaron a picar muy fuerte y sin parar a la puerta. Me ardían las mejillas. Bajé mis manos tratando de separarla. Cosa que me resultó difícil ya que las tenía atadas.
Apenas tenía riego en ellas, había usado tanta fuerza mientras me estaba penetrando con la mano que retorcía mis muñecas haciendo que se me apretara más el cinturón.
- No puedo, acabarán yendo a buscar la llave. –dije jadeando.
- Bueno. –dijo con cara de pocos amigos quitándose de encima-. Como tu quieras.
Que borde. Me levanté y le ofrecí mis manos para que me desatara, y así lo hizo. Iba a disponerme a acercarme a la puerta cuando la vi petrificada de nuevo observando la grandiosa mancha de flujo que había en la cama.
- ¿Te he excitado yo así? –dijo riéndose y feliz.
- ¿Que tu qué? ¿Excitarme? No… tan solo has hecho que mi clítoris abulte más que el Everest y chorree más que las Cataratas del Niágara.
- Jajajajaja –empezó a reírse sin parar-. Pues la próxima vez quiero que esa Catarata sea solo el inicio. –dijo cambiando la sonrisa divertida a una sonrisa malvada.
Me sonrojé y acudí a los golpes de la puerta que no paraban de sonar.
PLAS*
- ¡¡Ahhh!! –dije acariciándome la nalga. ¡Menudo golpe me había dado!
Fui al espejo ignorando los niños que parecían aun mas preocupados.
- ¡Tengo tu mano marcada en mi culo! –dije regañándola.
- Dije que te castigaría… además, les ibas a abrir desnuda. –cambió su cara a enfado al decir esa última palabra.
- Upps… -dije al darme cuenta.
- Yo se y tu también que se masturbaran pensando en ti esta noche, es normal, hasta yo lo haré. –Me quedé boquiabierta-. Pero solo quiero tener yo la imagen de ese cuerpazo desnudo para correrme. ¡ELLOS NO!
Estaba roja como un tomate y manchado de sangre. Me acercó la toalla, me la puse y les abrí la puerta muy poco para que solo saliera mi cabeza.
- Al fin, ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? –dijo Felipe.
- ¿Y esos chillidos? –dijo la chica.
- Que me estaba duchando y al irse la luz me he resbalado varias veces intentando salir. –escuché a Helena reírse de esa mentira.
- ¿Te has hecho algo? ¿Quieres ayuda? –sentí a Helena mete la mano por debajo de mi toalla acariciando mis nalgas hasta llegar a meter suavemente un dedo en mi vagina.
- Noo…. –una mueca acompañada de un extraño sonido salió de mi boca mientras me apoyaba más fuerte en la puerta, no me mantenía en pie.
- No lo parece… -me miró Felipe-. Déjame entrar y te ayudo.
- No… ¡NO! –se me escapó ese último ‘no’ más fuerte ya que Helena me había metido un dedo en el ano…
- Enserio. Entraré. –Felipe cada vez más serio.
- Es queeee.. –estaba moviendo ambas manos, me estaba follando por los dos agujeros, involuntariamente le ofrecí más mi ano, arqueando mi cuerpo.
- Es que, ¿Qué? –parecían impacientes.
- Debo vestirme, mañana nos vemos. –Cerré fuerte la puerta y dejé caer la toalla, mientras separaba más las piernas y pegaba mis pechos a la puerta.
PLAS*
- Ahh.. –gemí suave, otra nalgada en el mismo lado.
- Me encanta que seas así. Pero debo cumplir mi regaño, hoy nos vamos las dos con este calentón. Y mañana ya veremos si sigue mi enfado y como te castigo.
- Mmm.. –no sabía que decir.
- Hasta mañana hermosa. –dijo mientras se separaba de mi y me giraba para acariciarme suavemente el pezón, haciendo que se saliera aun más.
Sin poder responder ahora era yo la petrificada.
PUM*
Se cerró la puerta tras ella y volví a la cama.
Me tumbé desnuda sin deshacerla para meterme dentro, tenía demasiado calor.
En mi mente retumbaban sus palabras… < Yo sé y tú también que se masturbaran pensando en ti esta noche, es normal, hasta yo lo haré>. ¿Se estaría masturbando? Me quedé imaginando como lo haría de bien… que don tenían esas manos para penetrarme en todos los agujeros. ¡Que placer! Agarré el cinturón que se había dejado y me dormí con él en la mano imaginando que la próxima vez me atara de nuevo.
Tan solo ha sido el primer día.
SEGUNDO DÍA
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Espero que os guste todo comentario/email es bienvenido.