Aprendiendo en la vida.Cap 2- Sin virginidad
Intentaré contar sin olvidar, mis experiencias sexuales; desde mi adolescencia hasta ahora; a mis 46 años. Soy una mujer de Uruguay, con una sexualidad muy marcada, pero criada con conceptos victorianos en mi casa. Estas son mis historias mientras me liberaba de cadenas mentales, en busca del placer.
Soy Carla, ya les conté sobre mi primera salida a un baile con mi grupo de clase y mi amiga Mariana. Les conté como su hermano Arturo, me llevo a la playa y me hizo tener mis primeros escarceos sexuales.
Cuando llegue a mi casa alrededor de las 6 de la mañana, todos dormían. Con excepción de Enrique, un empleado de la absoluta confianza de mi padre. Enrique es un hombre negro de 1,90 de estatura por lo menos. Enorme, fuerte, con un físico privilegiado, fruto de su trabajo diario; mano derecha de mi padre desde que yo tengo uso de razón. Tenía en ese momento 36 años.
Estaba casado con Ana, una mujer que también trabajaba con mi familia desde siempre. Morocha, alegre con un físico no tan agraciado como el de su esposo. Tanto Ana como Enrique me conocían desde mi nacimiento.
Enrique en cuanto me ve llegar deja su desayuno y se acerca a darme un beso como siempre. Ana aún dormía. Me besa en la mejilla y me olfatea la cara en forma casi simultánea.
-Que es ese olor que tienes, pequeña? Me dice.
-No sé, Quique. Sera humo de cigarrillo?
Me miraba asombrado con la boca abierta. Me dio otro beso y me dijo:
– Ve a bañarte antes que se levante alguien más y te huela como yo.
Se acerco a mí y muy bajito me susurro:-Hueles a sexo; a semen, después hablamos. Anda por favor a la ducha.
No me atreví a decir nada y me fui corriendo a bañarme y lavar mi ropa. Luego a la cama hasta cerca del mediodía. No quería ver la cara de Enrique de nuevo, sentía terror por sus comentarios a mis padres.
Luego del almuerzo, con Enrique siempre alrededor, mi padre le ordeno que fuera al campo. Como muchas veces anteriormente me invito a mi y a Ana para que lo acompañáramos. Allá nos fuimos los tres. Ya sabiendo que como muchas veces Ana quedaría en casa de sus padres en el viaje de ida. A la noche estaba planeado el regreso.
Dejamos a Ana con sus padres y continuamos el viaje solos con Enrique.
Cuando intente hablar de mi salida de la noche anterior me dijo – Cuando estemos tranquilos te escucho que paso ayer.
Alrededor de las 20 horas terminamos las gestiones con Quique. En la casa de campo estábamos los dos solos. Me dijo que me sentara a su lado en un gran sillón y comenzamos a hablar. De pronto toma su móvil y llama a mi padre. Le dijo: -jefe, tengo un problema con la camioneta, acá comenzó a llover mucho. No quisiera salir a estos caminos del campo, sobre todo al estar con Carlita. Le parece bien que nos quedemos hasta la mañana?
Mi padre lo autorizo. Se volteo a verme diciéndome: - tenemos todo el tiempo del mundo para conversar. Venga ese relato de anoche.
Sentado como estaba, me acostó en el sillón con la cabeza en sus piernas. Me acariciaba el pelo y comenzó a hablar – nenita, esta mañana cuando te salude te sentí olor a semen en la cara, que hiciste anoche? Ya se que tienes casi 17 años pero quiero saber que paso para ayudarte. Para que no tengas problemas. Puedes contar como fue Carlita.?
Comencé mi relato mientras Quique me acariciaba protectoramente (eso pensaba yo en ese momento!) la cara y las mejillas. A medida que le contaba mi aventura, sin darle demasiados detalles, él seguía dándome sus caricias. En un momento que me muevo y volteo a ver su cara, siento en mi mejilla su miembro duro, fuerte y sobre todo gigante. Me quede viendo sus ojos. Quique me dice: -Carla, esos abrazos y algún beso no explica que tuvieras olor a hombre en tu cara. Te obligo a chupar su miembro?
-No Quique. No me obligo: Lo saco de su pantalón y cuando lo tuve enfrente a mi boca yo solita lo bese todo.
- Cuando lo viste no pudiste detenerte y lo metiste a tu boca.
-Si Quique, así fue. No está bien pero es más fuerte que mi voluntad. No pude detenerme.
Me acariciaba mi cara, mi cuello y mis hombros.
-Yo te voy ayudar. Te voy a enseñar a controlarte. Arturo es un excelente muchacho pero debes saber hasta dónde ir o solo te transformaras en su hembra. Si tanto te gusta permite que te guie en este camino.
A esa altura mi conchita estaba empapada. Sentía la verga de Quique latir a pesar de la tela de su pantalón.
-Te voy a ayudar y a su vez te voy a dar lo que necesitas para sentirte satisfecha y plena. En secreto, para que entiendas que no es tan malo como te enseñan Al contrario, es placentero y motivo de felicidad. Quieres que te ayude, Carlita?
-Si quiero! Yo ya sabía cual serian sus enseñanzas y una vez más mi sexualidad despertaba apurada y desesperada. Continúo acariciando mi cuello y hombros, desprendiendo mi blusa para dejarme con mis senos al aire. Su verga reventaba el pantalón y se insinuaba enorme. Sus labios tomaron uno de mis pezones y los acaricio con la lengua.
Quique bajo su pantalón, acostada sobre sus piernas quede frente a frente con su miembro. Abrí mi boca con asombro, era gigante, enorme, dude que entrara en mi boca. No me la imaginaba penetrándome, la tome con las dos manos y sobresalía un enorme pedazo. Era gruesa, muy gruesa, con el tiempo la mediría y podría descubrir que media 26 cm de largo y era casi del diámetro de una lata de Coca Cola.
-Es enorme esto Quique!! Me va a matar si me la metes, le dije mientras tenía su verga en mis manos. La acariciaba con devoción, casi como si fuera un pequeño tótem con su único ojo. El siguió acariciando mi cuerpo – No temas, Carla. No te la meteré en mucho tiempo. Voy a entrenarte y mantendré tus deseos lo más bajo posible pero tu virginidad la mantendremos a salvo para tu futuro esposo. Al menos ese es el plan, luego veremos si no lo cambiamos.
-Sígueme dijo Quique y se puso de pie, desnudo imponente. Con su miembro erecto y mojado.
Me puse de pie y lo seguí hasta el dormitorio que compartía con su esposa cuando estaba en el campo. Quede parada al lado de su cama, desnudo parado junto a mi me abrazo y comenzó a besarme en la boca por primera vez. Desesperada y caliente me colgué de su cuello y me ofrecí entera para ese hombre. De pronto ya estaba desnuda y Quique me obligo a sentarme en la cama mientras él se ponía de rodilla entre mis piernas entreabiertas. Su boca seguía comiendo la mía y sus manos amasaban mis tetas. Bajo una de ellas y sus dedos tocaron mi conchita. Un escalofrió me recorrió desde los pies hasta la nuca. –mi niña, te voy a chupar todo tu cuerpo, toda tu conchita Con la otra mano me tiro de espalda sobre la cama y de pronto sentí sus besos en mi ombligo. Siguió besando y bajando hasta que hundió sin compasión su lengua en mi concha. Mi grito de placer nació desde mi entrepierna hasta la garganta. Termine en un sollozo, sintiendo a su boca arrancarme un orgasmo increíble como jamás pude imaginarme que pudiera sentirse. Me volteo en la cama, media desmayada como estaba me puso boca abajo, me tomo de la cintura me hizo levantar la cola hasta dejarme de rodillas. Me abrió las nalgas y sentí nuevamente su lengua besarme. Esta vez besaba desesperado mis nalgas, mi canal, me abrió hasta dejar mi culito a su vista. Sentí la lengua cuando acaricio mi agujerito Me besaba con deseo, yo misma agarre con mis manos cada una de mis nalgas y las abrí para él. Fue como sacarle un freno, me besaba el culo, le metía la lengua y comía a mordiscos suaves toda mi cola. Mi desesperación no tenia limites y le grite –mete esa pija en mi!! Lléname toda de verga por favor. Me hundía la lengua y yo empujaba hacia atrás para que entrara todo lo que pudiera de él por mi trasero.
Sentí llegar otro orgasmo brutal con su lengua en mi cola y sus dedos acariciando mi clítoris.
Se puso de pie con su enorme verga parada y me senté en la cama, asombrada de nuevo por tu tamaño. –Chupa esta pija. Sin pérdida de tiempo la agarre con las dos manos y le di lengüetazos por todos lados La besaba, me la pasaba por la cara, gimiendo de deseo y desesperada por sentirla latir dentro de mi boca, dentro de mi concha.
Sentí su sabor a hombre, a un macho poderoso que me tenia de rodillas chupando su verga gigante. Recorría con mi boca y lengua toda su extensión. –chupa mis huevos, bonita Pasa tu boca. No demore nada en mamar de esa pija, dándole mi boca para que la cogiera. Me tenía tomada de la nuca y empujaba como si estuviera fallándome.
De pronto se detiene y mirándome a los ojos me dijo –Me vengo, me acabo, quiero que tengas mi leche en tu boca. Chupa para que salga por favor, mi niña.
Seguí mamando su verga sintiendo como se ponía cada vez más dura. De pronto, se puso rígido y el semen salía como una cascada de su verga. Tenía la boca llena entre su miembro y el semen, este caía de mi boca. Al fin dejo de salir y yo seguía chupando y limpiando ese hermoso miembro.
Nos metimos juntos a la cama, desnudos, abrazados y besándonos. Me acosto sobre su cuerpo, senti sobre mi vientre su pija morcillona y mojada.
Yo besaba su boca y le decía – Me encantas, muero de placer contigo. Por favor no me dejes nunca. Quique reía –estas caliente, por eso dices eso.
-Si, muy caliente. Y seguía besando su boca, su cuello.
Me dio la vuelta y una vez más me chupo toda desde atrás Pasaba su lengua por mi conchita y mi culo: Me hundía la lengua, sentía que me cogía de esa manera. En un momento un dedo suyo acariciaba mi agujerito en la cola y me lo fue metiendo. Mis gemidos eran casi alaridos de placer. Sentía como entraba cada vez mas. Con la lengua en mi clítoris y el dedo en el culito me sentía su hembra, entregada totalmente a su voluntad. Dos o tres veces sentí venir mis orgasmos y acababa en su boca.
Me deje caer a su lado, chupada y muerta de placer hasta dormirme abrazada a mi verdadero macho.