Aprendiendo en la Universidad (5)
No todo son canalladas en la vida de Julito...
Capítulo 5 Una nueva utilidad
-No de verdad tío no puedo le dije.
-¡Venga hombre!, hace ya tiempo que no sales de fiesta, tendrás que descansar ¿no? me insistió Raúl.
Raúl era uno de los amigos con los que normalmente salía de fiesta, pero aquel día no podía.
-En serio no puedo.
-¿Pero por qué? me preguntó con cierto tono de perder la paciencia.
-Joe porque no, quiero estudiar mañana por la mañana y si salimos nos vamos a mamar y ni me levanto ni nada dije improvisando una excusa.
-¿Estudiar? Pero si mañana es sábado hombre dijo tratando de desmontarme el argumento.
-Ya pero tenemos los exámenes ahí mismo y quiero centrarme, ya mañana por la tarde miramos ¿vale? le dije con la esperanza de que me dejase de insistir.
-Está bien me dijo rindiéndose por fin mañana te llamo a ver si el señor no tiene que estudiar dijo con cierto sarcasmo.
-Jeejeje, ya veremos, venga tío hasta mañana dije despidiéndome de él en su portal.
Habíamos estado tomándonos un café y charlando, su casa quedaba de camino a la mía y al despedirnos pretendía que saliésemos por la noche. El plan era excelente, me apetecía un montón, no tenía ganas de hacer otra cosa, salvo una, ir a casa de Víctor, Sergio y Samuel.
Con extraña prontitud, al terminar de comer recibí un mensaje al móvil. Ese día no esperaba nada, tras el gran atracón que Samuel se pegó conmigo petándome el culo atado a su cama, sin embargo mi previsión de dejar la noche libre había sido todo un éxito. El mensaje me ilusionó porque no era de Samuel, sino de Víctor, con lo que tenía la esperanza de poder servir a Víctor aquel día, al menos no era tan cabrón como Samuel, aunque tampoco me importaba demasiado. También me sorprendió que me citase en su casa a las 10.30 de la noche, ya que tenía constancia de que cenaban más pronto, luego no querían que fuese a hacerles la cena.
Tras estudiar un poco, cené muy ligero, cada vez que iba a servir como esclavo solía coincidir que me iba sin cenar, y casi se estaba convirtiendo en una tradición. Con bastante tiempo de antelación salí de casa aquella tarde noche. Me apetecía estar a solas con mis pensamientos, durante la mañana en clase, la tarde con mi amigo Raúl y en casa con mis ruidosos compañeros de piso, no había tenido un solo minuto para reflexionar en lo que me había pasado la noche anterior.
Al aceptar las condiciones de Samuel de que no me negaría a nada ya había dado por supuesto de que sería atado y follado. Lo que no me había podido imaginar era la enorme carga de morbo que supondría. Estar atado de pies y manos a la cama de Samuel me habría provocado una enorme erección de no ser por el dolor que me estaba infligiendo en el culo. Probablemente de no haber sido obligado de algún modo a ser atado, pese a haberme podido marchar antes, jamás habría probado algo así. En una sola noche Samuel me había hecho su puta, ahora era mi Señor como él quería que le llamase y debía respetarle, aunque ello implicase ser atado y sodomizado. Fantasee una vez me metí en la cama hasta dormirme, me pajee hasta en tres ocasiones recordando su polla en mi culo y su posterior corrida. Me había convertido en su esclavo sexual con alarmante facilidad, era quizás por ello, que había intentado evitar por todos los medios que se produjese una situación así, pero ya no había vuelta atrás.
-¿Vas a entrar? me dijo una señora de mediana edad justo cuando llegué al portal donde vivían los chicos.
-Eh, sí, sí dije saliendo de mi ensimismamiento gracias.
Entre y subí las escaleras. Frente a la puerta "A" del tercer piso toqué el timbre. Esta vez oí pasos, sea quien fuese iba calzado.
-Hola me dijo Víctor, quien me había abierto la puerta acabamos de llegar de cenar, pasa.
-¿De cenar? dije extrañado.
-Sí, hemos ido al turco de la estación, por variar, tienes aquí la mochila con la ropa me dijo señalando con el dedo.
-Ah, vale, enseguida me cambio.
De reojo miré sus pies, esta vez no llevaba las zapatillas de estar en casas si no unas zapatillas vans negras con una franja blanca. Procedí a desatarme las mías, quitarme la camiseta, pantalones, calzoncillos y calcetines y ponerme el uniforme que me habían asignado, la llamativa camiseta de Víctor, el mutilado bóxer de Sergio y los repugnantes y apestosos calcetines de Samuel. Caminé hasta el salón donde ya se encontraba Víctor viendo la tele, estaba solo.
-¿Y Sergio y Samuel? dije mirando alrededor, y fijándome que las puertas de las habitaciones estaban todas abiertas y estas vacías.
-Sergio está en el baño, y Samuel este fin de semana se ha vuelto a casa de sus padres, normalmente se queda uno si y uno no, pero este se ha marchado, no sé porqué, pero me da igual dijo con cierto tono de indiferencia.
Yo tampoco sabía por qué y tampoco me importaba, por un lado me apetecía verle aunque sabía de sobra que iba a darme caña y por el otro agradecía estar a solas con Víctor y Sergio, al menos sería una noche tranquila, o eso pensé en aquel momento.
-Bueno, ¿qué puedo hacer por vosotros hoy? dije sumisamente.
-Ah sí, bueno queríamos descansar un poco, pero mientras tanto recógeme el cuarto, que lo tengo un poco tirado.
-¿Ese es el tuyo? dije señalando la habitación contigua a la de Samuel.
-Sí, sí esa es me confirmó.
Entré sin más dilación. Desde luego no era la idea que tenía de un cuarto desordenado, también es cierto que comprado con el de Samuel, cualquier otra cosa parecería un nido de pulcritud. Apenas había ropa en el suelo, entre otra los calcetines amarillos y naranjas que tenía Víctor el día anterior, lo que agradecí, ya que al menos uno en aquella casa cuidaba mínimamente de su higiene. Recogí la ropa sucia y la llevé en un montón a la cocina con la intención de meterla en la lavadora. Por el camino me encontré con Sergio, que salía del baño.
-Ah, hola me dijo sin más - ¿estás con el cuarto de Víctor no?
-Sí, sí, en cuanto acabe puedo hacer el tuyo si lo deseas.
-¡Vale! dijo sin más, y se fue al salón.
Recogí, barrí, y e hice la cama de Víctor, que me sorprendió, ya que reparé que era más grande que la de Samuel, la habitación en general lo era, parecía el típico dormitorio de matrimonio, y no entendía cómo Samuel, con lo dominante que era había quedado relegado a la habitación que tenía.
En cuanto terminé entré en la de Sergio. Por estar las habitaciones directamente conectadas al salón tenía la impresión de que estaba siendo observado en todo momento, aunque no me decían nada, Víctor y Sergio no me quitaban ojo. Al entrar otra sorpresa y también en forma de calcetines, ya que los horribles calcetines verdes de Sergio yacían en el suelo arrugados y dados la vuelta. Por fin se había decidido a cambiárselos. Recogí la poca ropa sucia que había y salí camino de la cocina, un olor a sudor muy peculiar hizo que mi polla entablase una dura pelea por el poco espacio que había dentro de mi agujereado bóxer. Ya frente a la lavadora y lejos de miradas, quise saber de dónde venía aquel olor. Me fui primero a un bóxer fucsia, pero no, una camiseta, un short de deporte, y resultó proceder de los calcetines que tanta manía les tenía aunque fueran por el olor. Apestaban pero me encantaban no eran como los de Samuel ni mucho menos. Metí toda la ropa en la lavadora salvo ese par de calcetines, tuve la necesidad imperiosa de meterme mano en el bóxer y pajearme, pero me reprimí y finalmente puse la lavadora en marcha con ellos dentro.
Algo contrariado por la revelación que acababa de tener sobre los calcetines de Sergio, volví en dirección al salón tratando de ocultar mi erección como buenamente pude. Terminé de ordenar, hacer la cama, que era como la de Samuel barrer el cuarto y salí al salón.
-Ya está chicos, listo.
Se miraron entre ellos. Me dio la impresión de que estaban tramando algo.
-Genial, pues recoge el salón un poco anda dijo Sergio, que parecía que le costase darme órdenes, no así a Samuel, quien era bastante más despótico en su trato hacia mí.
Sin decir nada me puse de inmediato a recoger la mesa, limpiar el polvo, ordenar estantes
-¿Te gustó mi juguete? oí de pronto de voz de Víctor
Me hice el sordo, no pensé que fuese dirigida a mí la pregunta.
-Julio, ¿te gustó? repitió.
Esta vez no había duda, solo había un Julio en aquella habitación. Me giré y le miré a la cara.
-¿Juguete? dije un poco cortado.
-Si hombre, el consolador. Samuel nos contó ayer por la noche lo bien que os lo pasasteis con él, ¿te gustó entonces?.
-Pues
Estaba rojo como un tomate, notaba la sangre peleando por subir desde mis pies hasta la cabeza.
- no demasiado dije finalmente.
-Vaya, no es lo que nos dijo Samuel dijo Víctor.
-Era la primera vez y me dolió.
-Ya se lo dije a este dijo señalando con el dedo a Sergio que era muy grande cuando me lo regaló, pero bueno te acabas acostumbrando jajaajaaj.
-¿Y te moló? se decidió a hablar Sergio.
-Quizás un poco al final
No sabía por qué, pero me sentía como en la obligación de contarles toda la verdad sobre la experiencia así como responder sus preguntas.
-Si bueno, al principio duele, luego ya no dijo Víctor, que sin duda tenía experiencia en el tema y más siendo el dueño del consolador.
-¿Puedo hacerte una pregunta? me dijo Samuel.
-Por supuesto, lo que sea le dije.
-¿Realmente te gustó más la polla de Samuel que las nuestras?
La sangre que parecía haberme dado un respiro en los últimos segundos volvía a subirme a toda prisa a la cabeza. Y seguía dispuesto a decir la verdad.
-Realmente no dije tratando de ser escueto.
-¿Y bien? insistió Sergio.
-La de Víctor dije mirándole fue la que más me gustó, pero la tuya más que la de Samuel.
-Jaajajaaja rio Víctor.
-No hace falta que nos hagas la pelota tío me dijo Sergio con tono relajado.
Aquellos dos chicos conseguían que hubiese otra atmósfera en la casa completamente distinta a la que había cuando estaba Samuel. No había tensión, había buen rollo, incluso diría que me sentía a gusto, pese al ajustado y usado uniforme que me obligaban a llevar. De pronto Víctor le puso la mano sobre la pierna a Sergio, igual que lo hiciese conmigo días atrás, ambos se miraron con una pícara sonrisa.
-¿Jugamos un rato? le preguntó este a Sergio.
-¡Vamos! dijo Sergio cogiéndole de la mano y llevándoselo al dormitorio de la cama grande, el de Víctor.
Ambos se tiraron boca arriba sobre la cama recién hecha y comenzaron a comerse el morro el uno al otro con gran dedicación. Me quedé un poco sorprendido por la naturaleza con la que lo hacían delante de mí. Víctor comenzó a desabrocharse el ajustado vaquero. Con los pies se sacó una de sus vans dejando al descubierto esta vez un calcetín de rayas a cada cual de un color. Empezaba a pensar que Samuel tenía razón en aquello de que Víctor se ponía los calcetines de su hermana, si es que tenía hermana.
-¿Nos ayudas con los pantalones? dijo Víctor peleándose con su segunda zapatilla y su pantalón.
-Eeeh bueno dije un poco sorprendido por el ofrecimiento.
Realmente pensé que sería amablemente o no, invitado a marcharme, pero a lo que me estaban invitando realmente era a la fiesta. Terminé de sacarle la zapatilla restante, asomaba ya el talón, con lo que no tuve que esforzarme demasiado. Mientras los dos se seguían morreando, me incorporé y le fui bajando poco a poco los vaqueros. El color de bóxer elegido aquel día era el verde y estaba muy abultado. En cuando los pantalones tocaron el suelo me fui a por los llamativos bóxer. Al principio se engancharon en el rabo de Víctor pero finalmente salieron. Me quedé parado por un momento mirándolos, sin embargo Sergio me dio un leve toque con su pie en mi brazo, para que continuase con él.
-Si ya voy dije dándome por aludido.
Me incliné sobre las converse de Sergio. Rápidamente y mientras le desataba los cordones vi cuáles eran los nuevos calcetines que había elegido para sustituir a sus adorados y horrendos calcetines verdes de días atrás, amarillo chillón como mi camiseta, nada menos. Al sacarle las zapatillas otra vez ese olor que hizo que mi polla reaccionase. Las dejé en el suelo y continué con los pantalones que estaban tremendamente caídos, casi no me dieron problemas. El bóxer, era negro, lo cual me decepcionó profundamente, no esperaba tal ordinariez de Sergio. Tras sacarlo comprobé que Sergio estaba más empalmado aún que Víctor, incluso tenía la polla babeante. Mientras tanto Víctor había empezado a masturbarse lentamente.
-¿Me ayudas también con esto? dijo Víctor mirándose la polla.
-Por supuesto dije sin más.
Me subí a la cama entre las piernas de ambos y me incliné sobre la polla de Víctor. Me la metí en la boca y empecé a lamérsela poco a poco. No pude sin embargo pasarme a la de Sergio y lametearle las primeras babas que tenía desde hacía rato. Continué con la mano izquierda pajeando a Víctor mientras me trabajaba la polla de Sergio. Ambos se morreaban y gemían a la vez. Tras un rato cambié de polla, con la mano derecha pajeaba a Sergio y con la izquierda me tocaba, al tiempo que se la mamaba de nuevo a Víctor. Era consciente de que Samuel no me permitía tocarme pero no estaba ahí para decirme que no. De pronto Sergio se incorporó. Se bajó de la cama y se puso frente a ella.
-Ven, ponte a cuatro patas delante de mí me dijo Sergio agarrándose la polla y pajeándose.
-Pero
-¿Le dejas petarte a Samuel y a mí no? dijo algo sorprendido.
-No, no está bien.
Me coloqué tal cómo me pidió. Noté sus manos agarrándome las caderas y acercándolas a él. Mis rodillas estaban a escasos centímetros del borde de la cama.
-Pero ten cuidado ¿vale?, esta será la segunda vez dije algo avergonzado.
-No te preocupes me dijo con tono tranquilizador.
Aunque esta vez parecía que no habría consolador al menos la polla de Sergio era ligeramente más pequeña que la de Samuel.
-¿Continúas con esto? me dijo Víctor, que seguía sobre la cama.
-Claro si te acercas.
Separó las piernas y fue arrastrando el culo hasta ponerme la polla bajo la boca. Justo cuando me la iba a meter de nuevo noté un empapado dedo queriendo entrar no sin cierta dificultad en mi culo.
-Ufff dije de pronto.
-No te irás a poner a chillar dijo Sergio.
-Pues no sé tío la última vez tenía un calcetín metido en la boca.
-Jajajaaja puto Samuel y sus calcetines rió Víctor.
Parecía que no era el único al que le había follado Samuel con un calcetín suyo en la boca.
-Bueno ahora tendrás la polla de Víctor dijo Sergio mientras seguía presionando.
No me había dolido. Me relajé y me metí la polla de Víctor en la boca. Continué la mamada que le había empezado rato atrás mientras Sergio comenzaba a meterme un dedo más, también empapado, supuse en saliva.
-MMMM gemí con mi boca llena de polla.
Con los dos dedos inició un mete saca para dilatarme el culo que por alguna razón me estaba gustando. Se lo recompensé a Víctor apurando la mamada. De pronto los dos dedos salieron y algo redondo y suave empezó a penetrarme. Sin duda era la polla de Sergio. No tenía nada que ver el método utilizado por Samuel y el utilizado por Sergio, pero si tenía que elegir me quedaba con este último. Centímetro a centímetro me la fue metiendo. Algo de dolor hacia el final me hizo detenerme en la mamada a Víctor, que parecía entenderlo acariciándome la cabeza. Cuando estuvo dentro del todo paró.
-¿Te ha dolido? me preguntó interesado Sergio.
-Un poco, pero estoy bien, sigue si quieres dije sabiendo lo que vendría.
El bombeo fue de menos a más. No me estaba doliendo, y aunque no entendí ni cómo ni por qué, me estaba gustando. Víctor se movió. Sacó su polla de mi boca y se dio la vuelta hasta tumbarse boca arriba con su cabeza frente a la mía. Me sonrió.
-Te ayudaré a relajarte me dijo.
Se arrastro entre mis brazos y me agarró la polla que estaba completamente presionada por el reducido espacio que tenía.
-Vaya estás cachondo ¿eh? me preguntó desde ahí abajo.
-Sí, un poco jeejej.
Sergio continuaba aumentando lentamente su follada. Mientras tanto Víctor se había colocado bajo mi polla, y curiosamente yo estaba sobre la suya. Me la sacó con cierta dificultad y se la llevó a la boca.
-MMMM gemí cerrando los ojos.
En ese momento Sergio aumentó un poco más la intensidad. Me encontraba en la gloria recibiendo placer por la polla y por el culo. Tenía la sensación de que le debía algo a Víctor y me metí su polla de nuevo en mi boca. Era el primer 69 que hacía en mi vida con un tío, y me estaba encantando. Seguimos así durante largo rato, tenía la impresión de que los tres deseábamos que aquello no terminase nunca, pero el incremento en la velocidad de las embestidas de Sergio unido a la espectacular mamada que me estaba haciendo Víctor, hicieron que no pudiera aguantar más.
-Ooooooooooooooh - dije parando de chuparle la polla a Víctor, aunque con ella babeante aún en la boca.
La corrida había sido espectacular, y Víctor no dejó que se escapase ni una sola gota. Me dispuse a continuarle la mamada, y en cuanto mi lengua rozó la punta de su capullo, dos grandes chorros me impactaron en la boca. Me pilló algo desprevenido y parte se derramó sobre sus huevos. En cuanto terminé de limpiarle la polla desplacé la lengua hasta sus huevos y continué trabajando.
-Mmm así así dijo Víctor por fin, que había bastante callado.
Cuando terminé salió de debajo de mí. Se colocó en el cabecero se sentó a contemplar la escena. Incesante seguía mientras tanto el amigo Sergio follándome el culo. Miré a Víctor que se magreaba la polla, que había perdido gran parte de su tamaño. Estiró las piernas y me acarició la cara con un pie. Esperaba que me oliese a sudor, pero nada más lejos. La higiene de Víctor no era la de sus compañeros y aquel calcetín que me rozaba la cara olía más bien a detergente.
De pronto Sergio se tensó, agarró con fuerza mis caderas y empezó a descargar al tiempo que reducía la velocidad de las embestidas.
-AAAAaaaah si sii ufffff.
Por segunda vez en dos días noté aquella sensación de cálido líquido en mi culo. Alargó el mete saca durante unos instantes y finalmente la sacó. Caminó delante de mí, esperaba que me diese a chupar pero ese honor se lo concedió a Víctor, que gustoso le limpió los restos. Cuando terminó de chupársela me miró.
-Ha estado genial ¿no? me preguntó Víctor con una sonrisa.
Sergio también me miraba, visiblemente cansado.
-Sí, ha sido espectacular jejeje.
-Pues desde hoy tienes una nueva utilidad para nosotros dijo de pronto Sergio.
-¿Cuál? dije frunciendo el ceño.
-Serás nuestro nuevo juguete, ¿te gustaría?
-¡Sería fantástico! saltó de pronto Víctor visiblemente entusiasmado- ¿aceptas? me preguntó con una gran sonrisa.
-Eh bueno dije un poco cortado y sin pensarlo demasiado.
Me había encantado, no podía negarlo, aunque tenía la impresión de que una enorme y pesada puerta se acababa de abrir en mi cabeza y de que no tardaría demasiado en saber que había al otro lado.
-Bueno pues vete ya si quieres, es bastante tarde me dijo Víctor mirando un reloj despertador que había sobre una de las mesitas de noche, y el cual marcaba casi las 2 de la noche.
-Sí, vale dije poniéndome en pie me vestiré y me marcho entonces.
-Vale adiós dijo Sergio.
-Ya te avisaremos dijo Víctor.
-Hasta luego chicos dije sin más.
Me vestí con mi ropa, que descansaba arrugada en el interior de la mochila de Samuel en el pasillo, dejé mi uniforme dentro y me marché. Por la calle no encontré un alma, había refrescado algo y tenía frio, la camiseta de manga corta que llevaba puesta no parecía para nada suficiente, el culo me molestaba, aunque menos que el día anterior, y no paraba de darle vueltas a lo que acababa de aceptar, ser un juguete sexual de dos chicos de menos de 20 años, parecía de todo menos aburrido.