Aprendiendo con maduros (3)
Nuria prueba por primera vez el sexo anal y el sabor del semen.
Los dias pasaban y Carlos y yo cada vez nos encontrábamos mas a gusto el uno con el otro. El estaba deseoso por seguir enseñándome los placeres del sexo y yo por recibirlos. Una tarde en un rincón apartado en el monte donde soliamos ir a menudo a estar solos con el coche y donde casi siempre terminábamos besándonos, acariciándonos y haciendo sexo oral, Carlos me pregunto si habia algo en especial que me apeteciera probar. A mi edad me faltaban todavía muchas cosas por experimentar pero lo conteste que habia un par de cosas de las que todo el mundo hablaba y que yo no habia experimentado. Una era el sexo anal y otra el sabor del semen. A mis casi 23 años habia fantaseado con ambas cosas y de las dos la que menos miedo me daba era el sabor del semen. Del sexo anal habia oido que era doloroso y mucho mas teniendo en cuenta el grosor de la verga de Carlos. Me dijo que estuviera tranquila y que no ibamos a hacer nada que yo no quisiera, que si no estaba preparada todavía esperaria el tiempo que hiciera falta. Esas palabras hicieron que me enfadara conmigo misma. Desde que empece mi relacion con Carlos habia crecido en madurez y consideraba que mi etapa adolescente ya habia pasado. Pero por lo visto Carlos no pensaba asi por lo que me arme de valor y le dije que estaba perfectamente preparada para probarlo. Le dije que organizara un fin de semana en algun sitio tranquilo para los dos y que alli dariamos el siguiente paso.
El fin de semana llego y Carlos me llevo a una casa rural situada en un pequeño pueblo del monte. El sitio era precioso y las vistas me ayudaron a olvidarme de aquello que tanto me aterraba como eral el sexo anal. Salimos a pasear y como nadie nos conocia nos comportamos como cualquier pareja de novios adolescentes. Nos besábamos en cualquier rincón, paseábamos con la mano de Carlos sobandome el culo... todo hasta la hora de la cena, tras la cual y teniendo en cuenta que en el pueblo no habia ni discoteca ni nada que se le pareciera decidimos ir a la habitación. Carlos se quito la ropa y se quedo solo con los boxers (era como mas le gustaba estar) y yo fui al baño a ducharme y ponerme algo sexy. Me puse un sujetador negro, unas braguitas estrechas de raso de color negro, medias de rejilla y zapatos de tacon de aguja. Me maquille, me puse un poco de perfume y sali a la habitación.
"Mmmmmm, pareces toda una putita" me dijo Carlos. "Tengo que parecerlo" le dije yo... "las niñas inocentes no dejan que los maduros les desvirguen el culo". Mis palabras hicieron que el bulto de Carlos empezara a crecer dentro del boxer. Se acerco a mi y me beso en la boca mientras sus manos amasaban dulcemente mi culo. Mis manos tambien respondieron, se perdieron dentro de su boxer y comenzaron a masajear su polla hasta que adquirio la dureza de una roca. Carlos me tumbo en la cama y alli comenzo su maravilloso juego de caricias, besos, azotitos, pellizcos... un juego que hacia que perdiera el control en mi misma y me entregara a el por completo. Me quito el sujetador para entretenerse un buen rato con mis pechos, y luego las bragas para comerme el coño de una manera deliciosa.
Cuando ya me tenia a punto Carlos paro y me dijo que me pusiera a cuatro patas y sacó un tarro de lubricante que tenia en la mesilla. "Ya no hay marcha atrás" pense para mi misma. Carlos empezo a lamerme el ano, algo que que me resulto bastante asqueroso al principio pero que provoco en mi una sensación muy placentera. Unto mi agujero con lubricante y volvio a comerme el coño con una precision solo al alcance de los maduros. Me estaba volviendo loca de gusto, necesitaba correrme pero justo cuando pensaba en eso uno de los dedos de Carlos se abrio paso por mi ano. Lance un pequeño grito por la impresión ya que no me provoco ningun dolor. Su dedo comenzo a hacer movientos circulares mientras me comia el coño. Subio la intensidad de su lamida y en ese momento aprovecho para meterme el segundo dedo, con el que describio la misma operación y luego el tercero. Mientras tanto mi coño ya no aguantaba mas y de el comenzaron a emanar fluidos que eran la mejor prueba de que estaba llegando al orgasmo.
Carlos me dejo descansar unos segundos y se puso detrás mio. Seguia a cuatro patas, con el coño mojado, mi ano dilatado y la polla de Carlos apuntando directamente a mi agujero. "Bien nena, ahora vas a saber lo que siente una putita cuando la enculan". Apoyo la cabeza de su verga en mi ano, me agarro con fuerza de las caderas y empezo a empujar lentamente. Cuando senti aquella verga abriendose paso en mi estrecho culito grite de dolor, me entraron muchas ganas de llorar pero no lo hice por orgullo, queria demostrar a Carlos que estaba preparada para eso y mucho mas asi que me mordi el labio con fuerza mientras notaba como su polla iba destrozando y abriendo mi ano a cada embestida que daba. Me tuvo ensartada unos segundo para que mi ano se acostumbrara al grosor de su verga y pasado ese tiempo comenzo a bombear con un mete saca al que mi culo se fue acostumbrando mientras notaba como sus huevos chocaban contra mis nalgas en cada una de sus embestidas. Mi ano finalmente se acostumbro a la verga, no voy a decir que me resultara placentero pero si que la sensación de dolor habia desaparecido, y cuando Carlos percibio que ya no me dolia fue cuando empezo a embestirme con la fuerza de un toro. No tardo mucho en correrse llenado por completo mi culo de semen, una sensación que tengo que reconocer me gusto mucho. Me limpie en el baño nos abrazamos y nos dormimos. Desde entonces he probado el sexo anal unas cuantas veces y sin ser algo que me vuelva loca tengo que reconocer que es algo que no me importa practicarlo.
A la mañana siguiente desperte a Carlos de la manera que mas le gusta. Me meti debajo de las sabanas y comence a chuparsela lo que hizo que Carlos se despertara entre quejidos y gemidos de placer. Lo unico malo es que se corrio casi al instante algo que me fastidio porque me hubiera gustado estar jugando con el un buen rato en la cama. Nos duchamos juntos y bajamos a desayunar. Pedimos a la dueña que nos prepara unos bocadillos para poder pasar el dia paseando por el monte y comer en cualquier merendero que encontraramos por el camino. A eso de las 11 salimos a pasear con nuestras mochilas. El con una camiseta y un pantalón corto y yo con la parte de arriba del bikini y la parte de abajo cubierta por una falda cortita. Después de un buen rato paseando nos sentamos a comer y nos echamos la siesta a la sombra de unos arboles donde habia muy poco transito.
Para variar me desperte yo antes que Carlos. Alli estaba él, recostado en un arbol recibiendo alguno de los pocos rayos de sol que dejaban pasar la frondosidad del bosque. Estaba muy sexy ademas de empalmado. Siempre me he preguntado con que soñaran los hombres para estar empalmados mientras duermen. Evidentemente era una situación que no iba a desaprovechar. Por un lado porque me quedaba una cosa por probar durante ese fin de semana y por otro porque volveria a despertarle de la manera que mas le gustaba. Asi que me dedique a la atrea. Le baje el pantalón corto, el slip y me la meti enterita a la boca. Estaba deliciosa. Dura y con un olor a macho que hacia que me excitara. Me entretuve mucho en la punta... envolviéndola con mi lengua, besándola, mordiéndola mientras una de mis manos le pajeaba y la otra masajeaba sus huevos. Carlos se desperto con un "veo que mi nenita sabe lo que tiene que hacer para que me despierte feliz y contento" y agarrandome de la cabeza comenzo a acelerar el ritmo de mi mamada. La mamada duro bastante tiempo y el momento de la corrida iba a llegar. Carlos quiso sacar su verga de mi boca pero no le deje. La empecé a pajear con mayor velocidad sin sacarme en ningun momento la punta de la boca. Queria demostrarle a Carlos que su nenita estaba preparada para ser su putita, su zorrita o lo que el quisiera.
El cuerpo de Carlos comenzo a temblar. El ansiado momento habia llegado. Su polla empezo a soltar abundantes chorros de leche que se depositaron en mi garganta y en la paredes de mi boca. Segui mamandosela hasta que solto la ultima gota. Buena parte del semen habia llegado ya a mi estomago y con lo que me quedaba en la boca Carlos me pidio que me lo tragara mientras le miraba a los ojos. Lo cierto es que el sabor del semen me resulto agradable. Una mezcla entre salado y algo amargo que no era ni mucho menos aquella cosa asquerosa que decian algunas chicas. Estaba feliz porque habia demostrado a Carlos que ya era una mujercita. Volvimos al hotel casi al anochecer. Nos duchamos, cenamos y ya en lo habitación Carlos y yo follamos dos veces. Ni que decir tiene que Carlos se corrio las dos veces en mi boca. Mi culito lo dejo tranquilo salvo unos pequeños azotes mientras me la metia a cuatro patas. Claro que esa tranquilidad no duraria mucho tiempo.
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