Aprendiendo con el vecino II
Temeroso metí la mano por la abertura del calzoncillo y tanteé buscando su pene. Cuando lo tuve agarrado lo saqué con esfuerzo. Joder que pedazo de polla tenia el muy cabrón, dormida era como la trompa de un elefante.
Continuación de Aprendiendo con el vecino I
Lo que había sucedido en casa de mi vecino me traía loco. Ese mismo dia, en la noche, puse en práctica lo aprendido y me masturbe repetidas veces. Una vez que eyaculaba me avergonzaba por haberme dejado hacer aquello, pero al rato me volvía a acordar de su mano frotando mi polla y se me ponía tiesa de nuevo.
Pasaron varios días y no me atreví a subir de nuevo a su casa. Mas un dia que volvia de la calle coincidí con él en el ascensor. Le miré de medio lado sin atreverme a dirigirle la palabra. Fue él entonces el que se dirigió a mí.
- ¿Qué pasa que ya no te apetece jugar?
- No. Es que….
Ya, ahora que has aprendido no necesitas que te eche una mano. - sonrió malicioso. De repente me agarró el paquete y prosiguió mientras me magreaba..
Si quieres puedes subir conmigo y te enseño más cosas.
Me azoré notando como mi rabo se empinaba.
- Veo que a tu amiguito le apetece jugar.
De repente el ascensor se detuvo en mi planta y se abrió la puerta.
- ¿Quieres subir o no? - me preguntó mientras pulsaba el botón de cerrar las puertas.
Le miré durante unos segundos dudando. Me daba vergüenza lo que habíamos hecho, pero el morbo me pudo
- Vale
Al llegar a su casa nos dirigimos a la cocina me sonrojé recordando lo que había pasado entre aquellas paredes.
- ¿Qué te ocurre? ¿Acaso te avergüenzas de lo del otro día? - me dijo serio.
- Si.
- No te gusto que te hiciese una paja
- Si pero… Eso es de maricas.
- De maricas, de heteros y de bi. A todos los hombres nos gusta que nos la meneen.
- Osea que a ti también te lo han hecho.
- Claro hombre a mi tambien me aprendió una mano amiga - se rio
- Bueno pero ahora estás casado - le dije
- Si pero si alguien me hace una paja que no sea mi mujer no le hago ascos. ¿Quieres tu hacerme una paja? - me preguntó sonriente.
- Bueno yoooo….
- Venga anímate hombre, favor con favor se paga. Ven
Y cogiéndo me de la mano me arrastró hasta su habitación.
- Voy a ponerme cómodo - me dijo mientras se quitaba camisa y pantalones.
Con solo los calzoncillos puestos se dirigio hacia mi y cogiendome una mano la coloco sobre su sexo.
- Venga es tu turno. Muéstrame lo que has aprendido. - me dijo mientras me alborotaba el pelo.
Temeroso metí la mano por la abertura del calzoncillo y tanteé buscando su pene. Cuando lo tuve agarrado lo saqué con esfuerzo. Joder que pedazo de polla tenia el muy cabron, dormida era como la trompa de un elefante.
Empecé a acariciarla con mis manos. Era la primera vez que tocaba una polla que no era la mía y me sorprendió la suavidad de su piel y su tibieza. La miraba hipnotizado mientras le masturbaba y observé cómo poco a poco se hinchaba mientras se le marcaban las venas de un color azulado.
- Lo haces muy bien. Sigue asi - me dijo
Le miré satisfecho y le descapullé. Se descubrió entonces un glande enorme, gordo y colorado. Una gota apareció en la punta.
- Quitame mejor los calzoncillos ¿no?
Con mis manos tiré de la tela y sentí como su polla saltaba como un resorte y golpeaba su vientre. Al agacharme para acabar de sacarselos mi vista quedó durante unos segundos prendida en aquella maravilla de cipote que le llegaba casi hasta el ombligo
- ¿Te gusta mi polla? - me dijo al observar mi reacción
- Si. Pero es enorme - le dije admirado.
- No te preocupes que a ti también te crecerá - se río.
Cuando lo tuve desnudo comencé a meneársela subiendo y bajando el prepucio como me había enseñando. Con el pulgar le frotaba el frenillo y esparcía el líquido que brotaba sin cesar. Estaba maravillado con aquel esplendoroso cipote entre mis manos que apenas alcanzaban a rodearlo debido a su grosor. Ahora que estaba iniesta se veía gigantesca. Con la otra mano le acariciaba los huevos peludos. No podia apartar la vista de su sexo.
- Desnúdate - me dijo apartándome las manos de mi juguete.
Sin demora él mismo me quitó la camiseta y yo me deshice de pantalones y calzoncillos. Estábamos los dos completamente desnudos el uno frente al otro. Alcé la cabeza para poder observar su rostro, se inclinó sobre mí y me beso en los labios. Luego su manaza se apoderó de mi sexo acariciandolo tiernamente. Yo ya tenía la polla a punto de reventar.
- Vamos a ir con calma. Tienes que aprender a aguantar y no correrte tan rápido como el otro día. Así disfrutarás más. Cogeme la polla y vamos a menearnosla con calma vale.
Durante minutos nos masturbamos con suavidad. Cada vez que intuía que estaba a punto de eyacular soltaba mi rabo y me acariciaba otra parte del cuerpo. Cuando me reponia volvia lentamente a la faena.
Yo estaba extasiado y mis ojos iban de los suyos a su verga poderosa que chorreaba liquido sin cesar.
- ¿Por que te sale tanta baba? - le dije intrigado.
- Bueno es normal es para lubricar bien cuando se la metes a alguien. - me aclaró
- ¿Cuando se la metes?
- Si hombre cuando follas a una tia y se la metes por el coño. Bueno o por otro sitio a cualquiera.
- ¿Que otro sitio?
- En la boca, por el culo. Cualquier agujero vale para darte gusto.
- ¿A si?
- Si vas a ver - me dijo.
De repente se agachó a mis pies y comenzó a lamerme todo el palo de la verga para luego meterse mis huevos lampiños en su boca.
- Aahhhhhhhhhhhhh - Exclamé a punto de venirme
- Espera no vayas a correrte que ahora viene lo mejor.
Me agarró la pirula con la mano y me cubrió completamente el glande, luego puso sus labios sobre la punta y lentamente comenzó a descapullarme con ellos. Cuando se tragó completamente mi capullo empezó a jugar con la lengua. Me rodeaba el sensible borde del glande con ella y jugueteaba con mi frenillo. Nunca pensé que aquello pudiera dar tanto gusto. Era mucho mejor que una paja.
A veces se detenia y me lambeteaba de nuevo todo el sexo suavemente. Yo estaba en las nubes.
- ¿Te gusta?
- Sii, siii - le contesté entre jadeos
- ¿Quieres que siga?
- Sigue, sigue porfa - le rogué completamente transpuesto.
Entonces empezó a follarme literalmente con la boca engullía mi rabo entero y su nariz se pegaba a los cuatro pelillos que lucía en mi pubis. Luego incrementaba el ritmo mientras me tanteaba los huevos. Aquello era increíble, nunca pensé que se podía alcanzar tanto placer con la polla.
En un momento mientras me la mamaba empezo a magrearme el trasero. Un dedo travieso se deslizaba arriba y abajo por mi raja y luego sentí una yema que jugueteaba en mi ojete.
Joder que gustirrinin me daba cuando me lo acariciaba.
Ya era tanto el grado de excitación con la frenética mamada que estaba a punto de venirme. Intenté apartarle temeroso de eyacular en su boca.
- Me corro, me corro - intente avisarle.
Pero él se amorró a mi polla y empezó a succionar como si chupase una teta. Se disparó el primer lechazo y luego uno tras otro inundé su boca. Siguió chupando y chupando ordeñando toda la leche que salía de mi pito mientras yo me abrazaba a su cabeza para no caer al suelo en pleno orgasmo.
Me la estuvo mamando hasta que lentamente se fue desinflando en su boca.
Se alzó y abrazandome me besó en la boca el regusto de mi leche me supo a gloria. Pero yo ya sabía que me gustaba la leche de polla.
- ¿Has gozado? - me preguntó luego risueño
- Si. Ha sido increíble - le contesté agradecido.
- ¿Quieres chuparmela tu ahora? - me dijo guiñandome un ojo.
- Si,si - le respondí sin dudarlo un segundo
Me arrodillé raudo a sus pies y lamí su polla que había puesto morcillona. Pero debido a la altura de aquel macho me resultaba muy incómodo alcanzar su entrepierna. El viendo mi incomodidad me tendió la mano y me ayudó a ponerme en pie.
- Ponte a gatas sobre la cama te resultara mas facil
Me subí veloz sobre la cama de matrimonio y esperé a que se me acercara. Le agarré el rabo y lo atraje hacia mi. Entonces puse en práctica lo aprendido, lamí toda su verga y luego le chupé los huevos peludos. Intenté tragarme uno como él había hecho conmigo pero me resultó imposible. Así que me dirigí a su mota y empecé a chuparle lentamente la punta que no paraba de babear, no era como la leche pero también me gustó su sabor. Luego abrí la boca y empecé a tragar. Que gordo era aquel pedazo de carne casi me desencajaba la mandíbula en mis esfuerzos por engullirla, pero su tacto sedoso en mis labios me encantó.
- Cuidado con los dientes - me advirtió en un momento dado.
Succioné y succioné aquel mamelon como un ternero pero era incapaz de acariciarla con mi lengua ya que su glande colmaba mi boca. Después de mamársela durante minutos me la saqué y con la punta de mi lengua jugué con su glande y el frenillo, cosa que le volvió loco.
- Que boquita tan deliciosa mamoncete. Veo que aprendes rápido. Que gusto me estas dando cabroncete.
Yo estaba encantado porque podía verle la polla mientras se la lamía. Al ver aquella mota coloradota e hinchada como un globo me pareció imposible que aquello cupiera en mi boquita. Pero volví a tragarmela de nuevo.
Mientras Román me acariciaba la espalda para luego descender y apretar fuertemente mis nalgas. Sentí de nuevo un dedo acariciandome el esfínter, se lo llevó a la boca, se lo chupó y empezó penetrarme con él. Al principio me dolió un poco pero pronto me di cuenta que había descubierto un nuevo punto de goce. Cuando comenzó a follarme con el dedo resoplé y resoplé con su polla en la boca. A la vez comenzó a follarme la boca con un ligero mete y saca. Me estaba follando el culo y la boca y yo gozando como un enano con ello.
- Ahora una garganta profunda - me dijo y agarrando mi cabeza con ambas manos me la enterró de un puntazo.
Su glande atravesó la campanilla y se introdujo en mi laringe. Pensé que me asfixiaba con aquel pollon en mi garganta. Por las comisuras de mis labios empezaron a rezumar mis babas mientras aquel rabo me follaba profundamente. A pesar de que lo tenía muy adentro apenas pudo meter media polla. Aquel cipote era demasiado grande y gordo para tragarmelo entero. Después de unos minutos que me parecieron eternos, cuando ya estaba a punto de la asfixia me la sacó.
- ¿Quieres mi leche?
- Si si correte dentro - le rogué.
Quería beber su semen como un lactante hambriento. De eso no tenía la menor duda.
Durante minutos seguí chupando goloso el glande mientras con una mano le frotaba el tronco. Sentía palpitar su carne en mi boca y yo la oprimía buscando su manjar. Empezó a bufar como un toro.
- Buuuuf. Joder que gusto. Chupa mas chupa.
- Te voy a dar de merendar bien cabron, yas lo veras.
- ¡Que bien se te da mamar pollas!
- Ahhhh, ahh, ahh
- Prepara es boquita que te voy a dar mi leche hasta saciarte. .
Él estaba enloquecido pero yo estaba en el nirvana, viendo cómo hacía que aquel macho bravío se derritiera de gusto con mi boca. Me sentía poderoso.
Aquel cipote se hinchaba se hinchaba cada vez más mientras latía desaforadamente. Sabía que estaba alcanzando el orgasmo y esperaba ansioso que se viniese.
- ¡ME CORRO! ¡ME CORRO¡ - aulló mientras me agarraba convulsionandose el pelo.
El primer trallazo de leche se estrelló en el fondo de mi garganta. Después incontables descargas fueron inundando mi boca. Era tanta la leche que de aquel rabo manaba que empezó a desbordarse por la comisura de los labios.
- Tragatela. Tragatela toda no desperdicies ni una gota .
- Mama. Mama cabrón hasta saciarte..
Segui chupando y chupando extrayendo hasta la ultima gota de aquel rabo monstruoso. Después de un rato me la saco aun tiesa de la boca.
- Te gusta le leche de mis huevos, verdad Juanito.
Con cara de vicio le mire mientras paladeaba aquel rico manjar. La caliente sustancia entre dulce y salada y con un fuerte sabor metálico impregnaba mi paladar y mi lengua. Luego saque la lengua y me relamí los restos que quedaban en mis labios.
- Me encanta tu leche Román. Esta deliciosa - le dije entonces seductor.
Le agarré de nuevo la verga y la lamí por doquier dejándola bien limpia.
- Jodeer Juanito te has convertido en una buena puta - me dijo con una sonrisa de medio lado.
Me alcé y me puse de rodillas mientras miraba retador aquel macho poderoso, viendo como su polla exhausta se desinflaba lentamente ante mi. Había descubierto el poder que podía ejercer ante él y ya ansiaba el momento de volver a tenerlo a mi merced.
- Y no hay más leche en esos huevazos para mi - - le dije sonriendo pícaramente.
- Habrá, pero ahora déjame descansar - me respondió mientras me acariciaba la cara.