Aprendiendo a vivir (X)

ULTIMO CAPITULO: Hoy os contaré como termina mi historia........ pero antes, os refresco la memoria.

Tras mi llegada a la universidad en mi primer año de carrera yo no tenia muy clara mi orientacion sexual, si, me habia acostado con tias pero siempre hubo algo que no terminaba de encajar. Ese primer año y esos primeros dias en la residencia de curas donde vivia cambiaron mi vida. Comencé por observar cada mañana como se duchaba cada mañana uno de mis compañeros, luego empecé a comerle el rabo a Alberto, un compañero de clase, y terminé culminando con el, con mi primera experiencia completa gay.

Cuando Alberto se fue empecé a dar tumbos, estuve liado un tiempo con uno de los curas de la residencia, fui de cruising, disfrute de un novato mio, hasta me folle a mis compñaeros de piso, uno de ellos bisexual... pero toda historia tiene un final, o mejor dicho, tiene un comienzo...


Fui a abrir, la verdad que no esperábamos a nadie y pocos conocían de la dirección de nuestro piso. Abrí la puerta y me quedé paralizado…

-Alberto- dije como si me faltaran fuerzas.

Alberto que venia con su mochila de equipaje la tiró al suelo y se lanzó a besarme. Yo le correspondi, todo mi cuerpo empezó a temblar, por dentro volvi a sentir cosas que solo con Alberto había sentido.

-Pero ¿que haces tu aquí?, y ¿Cómo me has encontrado?-le pregunté emocionado mientras le abrazaba y le besaba. –Pero pasa, pasa.-continué.

-Tranquilizate- me calmó con su voz.- A pesar de haber perdido todo contacto por culpa de mi madre he seguido leyendo tus correos casi diarios.-

-Que ocurrió tras…-lancé

-¿Tras la pillada de mi madre mientras de masturbaba delante de ti en mi cuarto?, pues que mi madre me confiscó el ordenador, cortó el internet de mi casa, se lo contó a mi madre y me llevaron al psicólogo, porque su único hijo no podía haberles salido maricon, como ellos me llamaban.-dijo con resignación.

-Y tu, ¿Qué hiciste?-le pregunté curioso

-Segui la terapia del psicólogo, convenci a mis padres y al medico de que estaba curado y cuando los convenci, volvi a tener internet, volvi a leer tus  emails. Mientras tanto presenté la  solicitud de una beca Seneca en mi universidad… y aquí estoy. Mis padres supongo que ya se habran enterado, les deje una carta contándoles toda la verdad y les pedi que no me buscaran porque me iba a vivir con mi pareja.-me explicó

Su pareja… no daba crédito, yo era su pareja para el, pero no podía ser tan fácil había de contarle todo lo que hice durante ese tiempo que estuvimos separados.

Marco y Hector pululaban por la casa, bueno la verdad que creo que esa mañana y ese rato disfrutaron de su momento a solas en la cama otra vez por los ruidos que oia de vez en cuando.

Le conté todo a Alberto: mi lio con el Padre Jesus, mis salidas de cruissing, y el trio de escasas horas con mis amigos. Alberto dijo que eso no le importaba, que lo nuestro empezaba ahora si yo quería.

-Si.-le dije sin perder un momento mas.-Solo he sido verdaderamente feliz cuando he estado contigo y quiero serlo para el resto de mi vida. Ven que te voy a presentar.-le cogi de la mano y me lo lleve al cuarto.

Abri la puerta, estaban abrazados, y les presente a Alberto como mi novio.

-Joder, que puta estas hecha, que pronto me abandonas.-bromeó Hector.- asi que ya no voy a poder disfrutar mas de ti no?- sonrió pícaramente.

-Lo siento chicos, ahora es mio, y no lo comparto. Sentencio Alberto.-aunque… igual de vez en cuando…-me miró

-Ya veremos… -le dije

-No te hagas ahora el estrecho, Javi.-soltó Marco.

-Jaja tienes razón no me pega nada, pero entiéndelo, le quiero solo para mi, aunque no digo que dentro de unos días cuando ya haya disfrutado de el nos unamos a la fiesta- todos reimos.

Desde ese momento Hector se trasladó al cuarto de Marco y Alberto se quedó en mi habitación. Le ayudé a deshacer el equipaje y entre camisa y camisa me dio un beso muy excitante, su lengua comenzó a apoderarse de mí.

Comenzó a abrazarme fuertemente mientras nos besábamos. Le quité la camisa y al desabrochar los botones puede ver sus pectorales mejor bastante marcados, se notaba que había ido al gimnasio durante ese tiempo.

Él me tomaba de la nuca con sus fuertes manos y me llevaba hacia él para seguir. Su respiración seaceleraba a cada instante y sus manos me recorrían con interés.

Le quité el cinturón y comencé a quitarle el pantalon. En cuanto lo hice puede ver que no llevaba calzoncillos y que su poya estaba ya bastante erecta. El espectáculo visual era fantástico, como había mejorado el cabron, ahora era un tio atlético y con la poya rasuradita.

Comencé a tocársela y sin que pudiera aguantarme más empecé a lamerle el glande con mucha dedicación hasta que comencé a chupársela. Primero me la metí un poco, solo con oírle gemir otra vez ya estaba burrote pero cuando me la meti hasta el fondo y el notó la cabeza de su poya alojada en mi garganta lanzó un gemido que debió de oírse en todo el piso (porque los compañeros golpearon la pared) pero seguí tragando solo para siguiera gonzando mi chico (mi chico, se me hace raro todavía). Tenía mi nariz pegada a su pelvis y me deleitaba con el olor a macho que se desprendía de su cuidado vello púbico. Sacaba esa gran poya de mi boca, la contemplaba y volvía a tragármela. Así seguimos unos minutos sin que ni yo mismo pudiera creerme que me provocase tal estado de excitación.

Con sus manos tomó mi cara y me llevó nuevamente hasta su boca para seguir besándome

Nos tumbamos en la cama ya desnudos y me puso boca abajo. Arrastró su lengua desde la raja de mi culo y subió en línea recta por mi espalda hasta llegar a la nuca. En el recorrido fui notando cómo su pecho rozaba toda mi espalda. Pude sentir sus pectorales frotándome y volví a estremecerme hasta el punto de lanzar un gemido de excitación y sumisión que lo excitó más aún. Sentía su peso sobre mí y la clara situación de inmovilidad en la que me dejaba me encantaba. Él sujetaba mis manos y su polla se presionaba contra la raja de mi culo a modo de anticipo de lo que vendría. Yo estaba ya fuera de mí y solo atinaba a levantar mi cabeza para poner mi cuello a su merced y que me restregara su lengua

Por  unos minutos siguió encima de mi besándome el cuello y dándome mordiscos en la oreja, esto me generaba ráfagas de felicidad que inconscientemente me hacían sonreír de placer. Mientras seguía con este juego, sentí que la punta de su poya se posicionaba en ni ano. Yo ya estaba dilatando y sin pensar le dije:

  • Nene fóllame por favor, necesito todo tu rabo dentro de mí, ya.

Sin responder ni una palabra me dio una embestida tremenda. Sentí que una electricidad infernal atravesaba mi cuerpo y me partía en dos. Tuve una sensación de placer increíblemente fuerte, mi cerebro estaba muy aturdido.

Él se quedó inmóvil por unos segundos, como tomando posesión de mi cuerpo en forma definitiva, quería dejar que mi esfínter se acostumbrara a su poya y cada tanto daba pequeños empujones con su pelvis ensartando aún más su rabo dentro de mí.

Cuando notó que yo estaba ya listo y deseoso comenzó a moverse suavemente y yo a gemir sin darme cuenta.

Aprovechando su largo pene, lo sacaba casi por completo y volvía a meterlo de un solo tirón, provocándome espasmos de excitación. Toda mi piel se erizaba y él aumentaba su fuerza y presionaba con sus manos mi espalda hasta lograr que me arquera de tal forma que dejaba mi culo a su disposición para aumentar sus embestidas de una forma inimaginable. Podía deleitarme sintiendo como mi esfínter era rozado por el tronco de su polla y las hermosas venas que lo rodean. Sus embestidas no eran como las de Jesus (salvajes), eran con pasión y amor, tal como las recordaba de nuestra primera vez. Al cabo de unos minutos mi pene, que había pasado ya por varios estados, volvía a estar tan duro como nunca y comencé a cascarme con desesperación.

Sus embestidas aumentaron de velocidad nuevamente y sus manos se fueron a mi cuello aplicando la presión justa para llevarme a la locura. En ese instante, mientras me follaba frenéticamente y en medio de una asfixia controlada, me corrí con una gran explosión de semen que casi me lleva al desmallo.

Caí rendido con el peso de Alberto  aplastándome sobre la cama. El seguía dentro de mi culo no quería desprenderse de su dueño. Al cabo de unos escasos minutos vi como comenzaba a morderse los labios y escasos segundos después sentí dentro de mi  los abundantes chorros de leche que Alberto había guardado todo ese tiempo para mi. Él, agotado, se acostó en la cama boca arriba. Yo me acomodé entre sus pectorales y así nos quedamos dormidos por un largo rato. Al despertarme noté que él estaba ya despierto y estaba acariciándome.

  • Como he echado de menos esto. Creo que vamos a tener que repetirlo mas a menudo. Por cierto, a tus amigos creo que también les ha gustado porque les he oído “jugar” cuando hemos terminado… - reimos.

Por la tarde fuimos a clase. Todos le recibieron extrañados e ilusionados. Tras las clases fuimos a la cafetería todos juntos y lo celebramos entre cervezas y risas.

---  FIN   ---