Aprendiendo a ser una zorrita (1)

En esta nueva serie de relatos cortos les contaré cómo fueron mis inicios en el mundo del sexo, mi primera vez y mis primeras fantasías.

Hola de nuevo. Para quien no me conozca mi nombre es Julia. Hoy comenzaré una serie de relatos que tenia muchas ganas de publicar: mis primeras experiencias en el sexo. Espero que lo disfruten tanto como yo recordándolo.

Todo comenzó cuando yo tenía 19 años. Vivía en una pequeña ciudad de España y acababa de empezar un grado superior. Hasta ese momento mis únicos contactos con el sexo habian sido mínimos, ya que tuve una relación con un chico bastante paradito durante varios años. A pesar de que lo intentamos, ambos éramos totalmente inexpertos, por lo que no pasamos de preliminares y algún intento de penetración infructuoso.

En mi intimidad sí que habia comenzado a explorarme solita. Había probado a rozarme en la ducha, a jugar con mi cosita por debajo de las bragas y a meterme algún dedito ocasionalmente pero sin llegar al orgasmo pleno. A pesar de tener una tigresa dormida dentro no era capaz de conseguir que mi chico la despertara. Finalmente, después de varios gatillazos por su parte y de ciertos problemas adicionales decidimos finalizar nuestra relación.

A pesar de que lo nuestro duró varios años no me afectó demasiado la ruptura. Quizá porque había comenzado una nueva etapa en mi vida, quizá porque buscaba algo que me hiciera morir de pasión, o quizá porque ya le había echado el ojo a un compañero de mi clase (Rodrigo) y, para mayor suerte, él me lo había echado a mi también.

Poco tiempo después de terminar con mi anterior chico empezamos a hablar más y más. Además de vernos en clase me hablaba por whatsapp a todas horas. Nuestra relación de amistad fue tomando una forma algo calenturienta, los temas de conversación iban aumentando en morbo y acabamos varias noches confesándonos experiencias sexuales propias. Le tuve que confesar que virgen no era, pero casi. Que las pocas veces que lo había hecho me habían dejado con las ganas y el asunto dolorido, nada parecido al placer que buscaba.

Por otra parte, las anécdotas que él me contaba eran una maravilla, todo aquello con lo que yo había imaginado e incluso más. No era ningún experto, o eso me decía él, pero había tenido toda serie de encuentros morbosos: mamadas, sexo en público y toda clase de historias que a mi me mojaban las braguitas cada noche. Por supuesto me tocaba casi siempre que hablábamos de madrugada, llegué a tener algún orgasmo pequeñito pero muy placentero, jugaba con mis labios deseando que fuera su lengua la que se frotaba contra mi sexo.

Una de esas noches calenturientas le confesé que me iba a masturbar, que me estaba mojando mucho y quería que lo supiese. El calentón que llevaba me ayudó con aquellas palabras y, por suerte, fueron bien recibidas por Rodri. Me dijo que no hacía falta que se lo contara, que se imaginaba que llevaba días haciéndolo, del mismo modo que él lo hacía también. Esa fue la gota que colmó el vaso, me apresuré a quitarme el pijama y las bragas dispuesta a tocarme con todas mis ganas, pero antes de nada quería ver hasta donde podía aumentar la intensidad. Puse las bragas sobre el escritorio y les hice una foto, enfocando bien el círculo de humedad que se veía en la zona que contacta con mi sexo; y se la mandé (conservo aún la foto).

R: Guau -me contestó- parece que alguien lleva un rato con la mente muy caliente.

J: No aguanto más Rodrigo, necesito correrme, me has puesto muy cachonda.

R: Espera espera, para empezar quiero que vuelvas a ponerte ese tanguita que te has quitado tan rapido. Hoy te vas a tocar siguiendo mis instrucciones. ¿serás capaz de aguantar hasta que yo te diga?

Me moría de ganas de tocarme pero la idea de que me mandara me ponía más caliente aún, asique no pude negarme.

J: Muy bien, acepto, pero por favor no te portes muy mal.

R: Merecerá la pena, ya verás. Te has puesto ya las braguitas de nuevo?

J: Sí, están puestas.

R: Bien, ahora quiero que te toques por encima de ellas. Quiero que tus fluídos las impregnen enteras.

J: Uf, vale, aunque ya están muy mojadas.

Me toqué por encima de la fina tela del tanguita. Estaba muy cachonda y mi sexo no dejaba de emanar fluídos. A los dos minutos estaba completamente chorreando, mis labios, mi vello púbico y toda la tela por delante.

R: Espero que lo hayas hecho y tengas ahora un tanga muy mojado sobre tu sexo. A continuación, quiero que te lo quites con cuidado y, después, lo vayas introduciendo poquito a poco en tu coño, hasta tenerlo completamente dentro.

J: Vale, voy a probar, aunque no sé si va a entrar, lo tengo muy cerradito...

R: Seguro que sí, y cerradito está de momento...

No pude evitar un pequeño gemido al leer aquello e introducir mis braguitas por mi agujerito. Para mi sorpresa entraron de maravilla, me sentía muy rara al tenerlas en mi interior.

J: Ya están dentro Rodri...

Le mandé una foto para que lo comprobara. (No me gusta subir fotos de mi cuerpo pero la describo: se trataba de un primer plano de mi coño, con los labios un poco abiertos con los dedos y el monte de Venus sin depilar. En la abertura se puede ver una tira azul oscuro saliendo de mi interior) Era la primera vez que le mostraba mi sexo pero con el calentón que tenía no dudé ni un segundo.

R: Uf, precioso coñito Julia. Llevaba tiempo deseando verlo.

J: Muchas gracias - dije avergonzada - cuando quieras te lo enseño en persona...

R: Espero que sea pronto! Pero ahora habrá que hacer algo con ese calentón. Quiero que con las braguitas dentro te vistas, salgas de tu habitación y vayas a la cocina a por un vaso de agua.

J: Pero Rodri, están mis compañeras de piso en el salón. Me van a ver pasar y me da vergüenza...

R: ¿Quieres correrte o no?

Con el tanga metido en el coño me vestí como pude. Traté de ir rápido hasta la cocina - tenía que pasar por el salón donde mis compañeras veían la televisión - y una vez que estuve allí le respondí.

J: Ya estoy en la cocina, puedo volverme a mi cuarto? Para qué necesito un vaso de agua?

R: La verdad es que lo del vaso era una excusa. Lo que realmente quería era que estuvieras en la cocina con el tanga dentro..

J: Para qué?

R: Porque ahora te lo vas a sacar con cuidado y te lo vas a meter en la boquita. Entero. No querrás que lo vean tus compañeras verdad?

J: No no no, me niego. Notarán que llevo algo en la boca Rodri..

R: Venga, no seas tonta. Son solo tus compañeras de piso, muy pronto quiero que lo hagas en la calle... Tómatelo como un entrenamiento.

J: Te voy a matar, no sé por qué te hago caso.

Lo cierto es que lo sabía muy bien. La simple idea de hacerlo me estaba mojando entera, lo cual noté al sacar el tanga disimulamente. Estaba completamente mojado con mis fluídos, nunca me había mojado tanto ni mucho menos había probado cómo sabe. Hasta ese momento, claro. Me lo metí rápido en la boca y la cerré. Sabía extraño, un poco saladito pero nada desagradable. Me gustó la sensación. Pasé rápidamente hacia mi habitación de nuevo y dije buenas noches como pude con la boca llena.

J: Ya estoy en la habitación, ¿puedo sacarlas ya de mi boca?

R: Guau, no pensé que fueras capaz. ¿Parece que he descubierto tu lado más cerdo no Julia?

J: Uf, es una faceta de mí que no conocía pero que me está encantando.

R: Muy bien, puedes tocarte y correrte cuando quieras. Pero el tanga debe estar en tu boca hasta que termines.

J: Me corro Rodri, no aguanto más.

R: Córrete cerdita, que este fin de semana vamos a follar sobre esa misma cama.

Nada mas leer aquella frase me corrí como una loca. Mojé mis dedos y salpiqué todas las sábanas (poco después me contó que eso se llama squirt). Nada mas terminar saqué el tanga de la boca y le hablé de nuevo.

J: Ha sido increíble, me ha encantado, hasta he mojado mis sábanas.

R: Me alegro mucho Julia, yo también me he tocado mientras te imaginaba.

J: Seguro que estabas para comerte.

R: Eso lo decidirás pronto, guapa. Ahora duérmete, que mañana tenemos clase pronto. Ah, y por cierto, mañana ponte el mismo tanga, quiero que vayas completamente mojada por clase.

Me despedí de él y me tumbé en la cama. Tenía el corazón a mil y no dejaba de pensar en el gran orgasmo que acababa de tener. A media noche me desperté con un sueño húmedo y me volví a tocar irremediablemente. Para darle más emoción, al día siguiente no llevé puesto el tanga azul. Ni el azul ni ninguno. Se lo dije al oído mientras se lo daba disimuladamente a Rodrigo. ¿Creeis que me lo devolvió alguna vez?

Hasta aquí el primer relato. La conversación y la foto son totalmente verídicas. Para cualquier opinión o sugerencia no dudeis comentar, así como si quereis más relatos pronto.

Dejo mi correo para cualquier comentario:

juliia232323@gmail.com

Gracias a todos!