Aprendiendo a follar - Lección 3

Este relato es una fantasía salida unicamente de mi pervertida mente. Trata sobre un chico que se convierte en el profesor sexual de su prima de 18 años. Mucho sexo y mucho morbo y habrá 6 capítulos en total. Que lo disfrutéis

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De nuevo me despertó esa sensación en el paquete. No podía creer que mi prima me estuviera despertando igual que el día anterior. Esta vez la sensación era más intensa, estaba ya a punto de correrme. Enseguida solté mi primera descarga acompañada de mis gemidos y seguida por otras 3 descargas más. Esa chica era una diosa de las felaciones, quería tenerla para siempre conmigo y que me despertara siempre así. Cuando terminé de correrme y tenía ya la verga limpia de nuevo, se tumbó al lado mío y me dijo.

  • No te imaginas cuanto me gusta chupártela.

Me reí y le dije.

  • Pues por mí, puedes despertarme así cada día.

Me levanté a abrir la persiana y estaba lloviendo, no mucho, pero lo suficiente como para preferir quedarse en casa. Fue a ducharse y cuando salió me duché yo también. Al salir de la ducha, Claudia estaba en la cocina preparando el desayuno.

  • ¿Qué te parece si hoy nos quedamos aquí viendo pelis?- Le dije.

  • Genial.

Tampoco hacía falta que le preguntara eso, ya que ella se había puesto su camiseta y sus bragas de estar por casa, cosa que demostraba que ya tenía esa intención. Yo me quedé con mi pijama corto de verano que lo deja todo suelto. Después de desayunar, elegimos una película de mi extensa videoteca y nos tumbamos uno al lado del otro en el sofá viendo la peli. Yo la abrazaba desde atrás y podía sentir su culo apretado contra mi paquete, que volvió a la vida en poco tiempo. Llevábamos ya media peli cuando mi tranca ya estaba perfectamente encajada entre sus nalgas. Entonces mi mano, que hasta ahora estaba en su barriga empezó a acariciarla por debajo de la camiseta en dirección a sus pechos, que no llevaban sujetador. Al llegar ahí rodeé una de esas increíbles tetas con mi mano, era firme y me llenaba la mano por completo. Mi paquete se apretó más contra su culo sin que yo tuviera que moverme.

  • ¿Es que no quieres ver la peli?- Me dijo.

  • Yo la peli la estoy viendo.

Al mismo tiempo, mi mano comenzaba a desplazarse por su pecho propinándole unas suaves caricias que hacían que sus pezones se endurecieran por momentos.

  • Pero no me dejas verla a mí.

  • No te tapo la vista ni nada parecido.

Y me reía sin dejar de amasarle los pechos con suavidad.

  • Está bien.

Después de esto no dijo nada más, pero su respiración se hacía entrecortada. Estuve sobando sus pechos por lo menos un cuarto de hora. Entonces bajé mi mano y descaradamente me abrí paso con los dedos entre sus piernas.

  • ¿Pero cómo quieres que acabe de ver la peli así?

  • Si quieres paro ¿eh? solo tienes que decirlo.- Y aparté mi mano de su coño, pero no mucho.

  • No no, no quiero que pares, si eso ya veré la peli otro día.

Seguí paseando mis dedos por toda su raja, primero le estimulaba el clítoris, luego se los metía en el agujero, para volver al cabo de un rato al clítoris de nuevo. Ella cada vez jadeaba más fuerte y yo cada vez aceleraba más el ritmo de mis dedos. Otros quince minutos pasaron hasta que mi prima ya no pudo más y explotó en un sonoro orgasmo, llenándose la entrepierna y mi mano de sus flujos vaginales. Mi polla seguía encajada perfectamente entre sus nalgas a través del pijama. Cuando terminó de correrse le puse la mano en frente de su boca.

  • ¿Quieres probar?

Sin decir nada más comenzó a chuparme los dedos, saboreando el dulce néctar que había salido de su interior. Cuando estuvieron limpios, volví a meter los dedos en su coño para empapármelos de nuevo y se los volví a meter en la boca. Ella seguía chupando golosa. Me di cuenta de que la peli ya se acababa.

  • ¿Quieres poner otra peli?

  • ¿Esta vez me dejarás terminar de verla?- Me decía sonriendo y con la respiración aún entrecortada.

  • ¿Es que la otra no la has visto? Yo la he visto sin problemas.

  • ¿Si? Está bien, pon otra, pero esta vez cambiamos de posición a ver si eres capaz de verla.

Una vez puesta la peli, me hizo tumbarme boca arriba en el sofá y ella se acomodó de lado entre el respaldo y yo. Sus caricias en el pecho no se hicieron esperar y el bulto de mi pantalón crecía por momentos. Poco después bajó su mano hasta mi polla que ya estaba completamente dura y luchaba por librarse del escaso pantalón. Se puso a masturbarme suavemente un momento. Había conseguido su objetivo, yo ya no veía la peli.

  • ¿Qué me dices ahora?- Me preguntó.

  • Que esta peli es muy interesante.- Le contesté riendo.

Entonces, ni corta ni perezosa la sacó del pantalón. Se acomodó encima de mí y apartándose las bragas a un lado se la clavó sin miramientos en el conejo. Ambos soltamos un sonoro gemido al sentir cómo mi polla se metía por completo en su cueva. Y sin más preámbulos se puso a cabalgarme. Primero se movía lentamente, pero pronto comenzó un movimiento frenético a lo largo de mi polla.

  • ¿Qué me dices ahora? ¿Ves la peli o no?- Me dijo entre gemidos.

  • Tú tampoco la estás viendo.

Estaba sorprendido de lo rápido que era capaz de mover sus caderas y no tardé demasiado en llenarle la almeja de leche. Eso hizo que se corriera también. Cuando su orgasmo remitió, se salió de encima de mí y volvió a usar su boca para limpiar toda mi entrepierna de los jugos de los dos.

  • No sabes cómo me encanta que hagas eso.- Le dije acariciándole el pelo.

Cuando terminó nos tumbamos otra vez como al principio y pusimos la peli de nuevo ya que ninguno de los dos había visto casi nada. Cuando acabó, preparé la comida y comimos. Estuvimos un buen rato con la tele puesta haciendo sobremesa hasta que se me ocurrió que podría darle a mi prima su tercera lección.

  • ¿Quieres que te dé tu tercera lección?

  • ¿Es que aún faltan más cosas por aprender?

  • Si quieres saber realmente todo lo relacionado con el sexo, te faltan algunas lecciones aún.

Mi prima se quedó un momento pensativa.

  • Bien, ¿y que toca ahora?

  • El sexo anal, será como si te volviera a desvirgar.

  • Está bien, pero primero me voy a tomar un baño, que aún estoy con lo de esta mañana.

La dejé que se bañara tranquilamente mientras yo recogía la cocina, luego me di yo una ducha rápida. Al salir de la ducha escuché su voz que venía des del salón.

  • Ponte lo que hay en la cama y luego ven, que te estoy esperando.

Sonaba dulce y divertida a la vez. Cuando llegué a la habitación, me había preparado una de mis camisetas negras ajustadas y un pantalón negro también, al lado había unos bóxer del mismo color y un antifaz. Sorprendido por el antifaz me vestí.

  • ¿Esto también me lo pongo?

  • Absolutamente todo.

  • Está bien.- dije para mí.

Me sentía contento e intrigado por saber qué clase de juego se le había ocurrido a la pequeña pervertida que tenía por prima, así que me puse el antifaz y salí al salón. Al llegar me quedé petrificado ante la visión que allí tenía. Claudia estaba de pié en medio del salón, llevaba un vestidito rosa de florecillas con falda de volantes, unos zapatos de charol y unos calcetines blancos que le llegaban por encima de las rodillas. Se había hecho dos coletas con el pelo y se había exagerado los mofletes con maquillaje para que fueran más colorados. Parecía una niña de doce años atrapada en un cuerpo de mujer. De repente un grito suyo me sacó de mi parálisis.

  • ¿Quien es usted? no me haga daño por favor.

Entonces comprendí el juego, quería que fingiera una violación. La mente de esa preciosidad que tenía por prima era cada vez más cachonda, y eso a mí me encantaba, así que le seguí el juego. Me acerqué a ella y agarrándola del brazo le dije.

-Tranquila muñeca que no te haré daño si te portas bien.

Entonces la empujé por el brazo al sofá, dejándola sentada en el.

  • Me portaré bien, seré buena niña, se lo prometo, pero no me haga daño.- Actuaba muy bien, casi parecía que se iba a poner a llorar.

  • Ahora quítate el vestido.- Le dije en tono imperativo.

  • ¡No!

  • Como no te lo quites te lo arrancaré yo mismo.

  • Pues tendrás que arrancármelo.

Esa contestación me dio a entender que no le importaba si lo rompía y el hecho de hacerlo era algo que me daba mucho morbo. Así que puse las manos en su escote de pico, aprovechando para tocarle las tetas, agarré el vestido con ambas manos y tiré hacia los lados rasgando el vestido por la parte delantera hasta la cintura y dejando ver el sujetador blanco de corazones que llevaba debajo. A mi prima le entró la risa tonta. Volví a coger el vestido por donde se había roto y volví a tirar, esta vez se rasgó hasta media falda y dejaba ver las braguitas que llevaba a juego con el sujetador. Un último tirón hizo que la parte delantera del vestido terminara de separarse, quedándole sujeto sólo por los tirantes. Mi prima se reía aún cuando cogió las dos partes del vestido y se tapó nuevamente. Siguiendo con la actuación le levanté la mano y le dije con voz de enfadado.

  • ¿Quién te ha dicho que te tapes?

Por un momento mi prima se encogió asustada pensando que iba a pegarle. Al ver que la bofetada no llegaba, una sonrisa se dibujó en su cara y siguió con la actuación.

  • Está bien señor, perdóneme, no volveré a hacer nada que usted no me haya pedido.

Y lentamente se abrió el vestido de nuevo.

  • Así me gusta, sé obediente y no te pasará nada. Ahora no te muevas.

Fui a la habitación a buscar el lubricante que tengo para mis momentos de soledad, no lo había usado des del día que llegó mi prima. Cuando volvía al salón, Claudia estaba levantada y se dirigía lentamente a la puerta de salida. En la cara tenía una expresión de travesura y miraba hacia donde yo estaba esperando a que la persiguiera. Eché el bote de lubricante al sofá y ella echó a correr hacia la puerta riéndose. La alcancé cuando fingía que intentaba abrir la puerta sin éxito y la agarré de la nuca. Controlaba mi fuerza para que no pudiera escaparse sin hacerle daño. La llevé hasta delante del sofá y la solté ahí de pié, mirándome. Entonces hice volar mi mano abierta por delante de su cara sin tocarla y dando una palmada lo más cerca posible de ella para que pareciera una bofetada real. Del propio susto que se dio, pegó un grito, cayó en el sofá hecha un ovillo y se llevó la mano a la mejilla. Yo me quedé quieto esperando su reacción. Cuando se dio cuenta de que la cara no le dolía se quedó pasmada.

  • Que cabrón el susto que me ha dado.- Dijo para sí.

No pude evitar que se me escapara una carcajada.

  • ¿Has visto lo que pasa por desobedecerme? Ahora tendré que atarte ¡Levántate!

Una vez se había levantado, la llevé por el brazo a la cocina, cogí un cuchillo y unas tijeras y le di las tijeras a ella.

  • Este cuchillo es más largo que las tijeras que tú tienes, así que si intentas clavármelas, llegaré yo antes. Quítate el vestido y haz cuatro tiras a lo largo.

Ella todo el rato estaba fingiendo que lloraba. Se quitó el vestido y lo cortó tal y como yo le había ordenado. Le ordené que se pusiera de rodillas en frente de la mesita auxiliar del salón y que se recostara en ella. Cuando estaba en posición pude comprobar que era la medida perfecta para lo que iba a hacerle, quedaba con el culo algo más alto que el resto del cuerpo y la cabeza le quedaba colgando por el otro lado de la mesa. Con una de las tiras le ate las manos a la espalda, con otras dos, le até las rodillas a las patas de la mesa dejándolas separadas, y con la tercera le até la cintura a la mesa para que no pudiera levantarse. Me puse a dar vueltas a su alrededor para poder contemplarla bien.

  • Así estás preciosa niñita.- Le dije- ¿Tienes hambre?

Y mientras le decía esto último me puse de rodillas delante de ella y me abría la bragueta.

  • No tengo hambre.- Me dijo girando la cara al ver mi polla salir del pantalón.

  • ¿Es que quieres otra bofetada?

Dicho esto abrió la boca sin hacer ningún otro gesto, tampoco podía moverse demasiado. Fui yo quien le clavó el nabo en la boca y comencé a follármela sujetándola por la frente. En esa posición su garganta era más profunda y me emocioné comenzando a clavársela entera. Ella hizo una arcada y me detuve.

  • Lo siento.- Le dije.

  • No pasa nada, pero no seas tan bestia.

Repetí la acción, esta vez más moderadamente durante un rato más y me detuve. Di la vuelta alrededor de la mesa y me agaché detrás de ella. Al notar que mi mano apartaba sus braguitas hacia un lado, Claudia continuó con su actuación en tono de súplica.

  • ¿Qué va a hacer señor? suélteme por favor no me haga daño.

  • Tranquila nenita que esto te va a gustar.

Al abrirme paso entre sus labios vaginales me di cuenta de que eso ya estaba totalmente empapado y le clavé dos dedos en su agujero sin más miramientos. Ella dio un respingo y soltó un gemido.

  • No por favor, me duele, me duele de verdad.- Hubiera parecido real si no hubiera sido porque no tuve que realizar ningún tipo de esfuerzo para abrirme paso en sus entrañas.

  • ¿Pero qué dices zorra? Si estás tan empapada que podría llenar un vaso.

Al escuchar eso, a mi prima le entró la risa de nuevo. Yo, ignorándola, comencé a masturbarla con dos dedos y sus risas se convirtieron en gemidos de placer. Saqué los dedos y metí mi lengua haciendo que tuviera su primer orgasmo casi de inmediato. Una vez terminé de saborear sus flujos, cogí las tijeras y le corté las braguitas por los lados. Ahora mi prima sólo llevaba el sujetador, los calcetines y los zapatos, yo lo llevaba todo puesto pero con mi nabo saliendo por la bragueta, así que me quité toda la ropa menos el antifaz y me arrodillé detrás de ella. Empecé a acariciarle el clítoris con mi capullo y mi prima seguía fingiendo llorar.

  • No haga eso por favor, no me viole señor, haré lo que me pida, pero eso no, se lo suplico.

Le di una palmada suave en el culo.

  • Cállate de una vez zorra, si estás deseando que te la clave entera.

  • No por favor, no lo estoy deseando, se lo...

Su frase quedó cortada por un gemido provocado por mi polla que ya se abría paso en su interior.

  • ¿Ves como te gusta? Gimes como una gata en celo.

Dicho esto comencé a moverme dentro de su coño pero no demasiado rápido para no excitarme más de la cuenta y que durara más. Cuando vi que mi prima empezaba a gemir más fuerte y se acercaba ya a su segundo orgasmo, cogí el bote de lubricante y le embadurné todo el agujero del culo, hice lo mismo con mi dedo corazón. Sus gemidos seguían aumentando, así que comencé a meterle el dedo en el culo muy lentamente sin dejar de clavarle la polla por el coño. Parecía que el lubricante, ayudado por la calentura de mi prima, evitaba que Claudia sintiera ningún dolor en el culo. Cuando tuve mi dedo completamente dentro, comencé a moverlo follándole el culo con él, mientras mi polla seguía moviéndose dentro de su coño. Al ver los pocos problemas que tenía, no tardé en meterle un segundo dedo. Esta vez sí que se quejó por el dolor, aunque no mucho rato. Tardé un rato más en poder mover los dos dedos con tranquilidad dentro de su ano. Cuando lo conseguí, saqué la polla de su coño y me la embadurné de lubricante, también puse más líquido en su ano, pero esta vez metiéndolo para dentro también.

  • No, por favor, soy virgen del culo, no me haga eso.- Dijo mi prima al notar la punta de mi polla posándose en su agujero trasero.

  • Voy a hacer lo que me venga en gana.- Le dije siguiéndole el juego.- Colabora y te dolerá lo menos posible.

Entonces empecé a empujar con mi polla en el estrecho agujero, y mi prima se quejaba del dolor. Yo iba dando suaves empujoncitos haciendo que la punta de mi capullo fuera enterrándose poco a poco en ese culo redondo y prieto, con las manos le separaba las nalgas. Conseguí meterle el capullo entero y me detuve un momento para que mi prima se relajara. Pronto comencé a notar cómo ese agujerito se dilataba y hacía menos fuerza sobre mi capullo. Esa fue la señal para seguir mi tarea. Seguí dando pequeños empujones hasta que ya la tenía hasta la mitad. Entonces comencé un movimiento suave de vaivén. A cada embestida conseguía que mi polla entrara unos milímetros más. Mi prima seguía quejándose por el dolor, pero en ningún momento me pedía que parara. Hasta que cuando ya tenía tres cuartos metido dentro me emocioné de nuevo y se la clavé entera de una embestida. En ese momento mi prima pegó un grito de verdad. Me quedé un momento con toda mi barra de carne encajada en el dolorido ano de mi prima hasta que esta se relajó. Un minuto o dos pasaron cuando mi prima ya respiraba con normalidad. Saqué mi polla y la embadurné de nuevo con lubricante, metí la boca del bote en su culo y le llené todo el agujero de lubricante. Entonces volví a meter mi polla, esta vez sin demasiados problemas. Mi prima cada vez se iba quejando menos por el dolor y pronto sus gemidos eran de placer. Yo por mi parte notaba mi polla apretada dentro de ese culo virgen y me moría de gusto. Estaba deseando que mi prima se empezara a correr de una vez para poder hacerlo yo también, pero no podía esperar.

  • No te corras aún, espérate un poco más.- Me dijo al oír que mis gemidos se hacían más fuertes.

  • No creo que pueda esperar.

  • Sólo un poco más por favor.

  • ¿Ves como eres una zorra niñita?- Le dije entre risas y jadeos.

Esa pequeña broma consiguió que me distrajera un poco para conseguir retrasar un poco más la corrida. Pronto volvía a sentir ese cosquilleo que precede al orgasmo cuando vi que mi prima también aumentaba sus gemidos. Una primera descarga consiguió elevar los gritos de mi prima a la altura de los míos, se estaba corriendo también. De mi polla no paraba de salir leche descontroladamente hasta llegar a rebosar y caérsele por las piernas, pero yo no dejaba de embestirla frenéticamente animado por los gemidos de mi prima. Seguí follándomela hasta que sus gemidos se normalizaron y la saqué de su culo quedándome sentado en el suelo, estaba exhausto. Desaté a mi prima como pude y nos sentamos los dos en el sofá. Nos quedamos un par de minutos sentados recuperando el aliento.

  • Quiero más.- Dijo mi prima acercando su cabeza a mi flácida pija.

Se la metió en la boca y comenzó a usar sus dones con la lengua hasta conseguir que mi polla estuviera dura de nuevo además de limpia. Esa chica era una máquina de follar. Sin ni siquiera pedir permiso se puso encima de mí y se la clavó en el coño entera. Estuvo cabalgándome unos minutos sin que yo tuviera fuerzas para hacer nada, tampoco hacía falta, ella me estaba usando de consolador. Se incorporó y se dio la vuelta poniéndose de espaldas a mí. Volvió a agacharse para clavársela por el culo esta vez, parecía que le había gustado la experiencia. Unos minutos más tarde se la sacó del culo y se la volvió a meter en el coño, esta vez sin darse la vuelta. Estuvo un buen rato alternando entre su coño y su culo mientras yo me deleitaba la vista con esas nalgas que no paraban de moverse encima de mí. Entonces se volvió a dar la vuelta poniéndose otra vez de frente, se la clavó de nuevo en la almeja y comenzó a saltar a un ritmo totalmente frenético. A cada momento que pasaba sus gemidos aumentaban de volumen y de velocidad. Hasta que llegó de nuevo al orgasmo dejándome toda la entrepierna empapada de flujos. Al terminar, se incorporó de nuevo y se quedó un momento mirándome sentado en el sofá con la polla totalmente tiesa.

  • No voy a dejar que esta cosita se quede así ¿no?

Y sin darme tiempo a responder, se arrodilló delante de mí y comenzó a comérmela de forma magistral. Por lo menos estuvo 10 minutos trabajándomela hasta que me corrí de nuevo. Esta vez salió poca cantidad debido a la tremenda corrida que había soltado en su culo. Siguió chupándomela hasta que quedó limpia de nuevo y se sentó otra vez a mi lado. Yo me sentía totalmente agotado y ella parecía que estaba cómo al principio. Esa noche pedimos pizza y nos fuimos a dormir pronto. Yo casi no podía ni moverme.

CONTINUARÁ