Aprendiendo a amar
Mi primera vez con un maduro.
Hola soy Susana tengo 19 años y les voy a contar algo que viví hace poco y me tiene extasiada.
Conocí a este hombre, que me lleva por lo menos 20 años, pero que me ha hecho sentir y gozar como nunca lo imagine, después de mi primera vez que fue dolorosa, sangrante, que había sido un suplicio mas que un momento de placer me encontraba hecha un mar de dudas e inquietudes, de anhelos y deseos y temores, de angustias y sentimientos encontrados. Y así fue como afortunadamente encontré a este hombre en forma casual, viajando en autobús de México a Celaya, primero solo charlamos cosas triviales y luego algunos temas un poco mas serios, al llegar allá nos separamos intercambiando números telefónicos.
Poco mas de una semana después de regresar de Celaya, encontré un recado de que me había llamado, le devolví la llamada y estuvimos charlando un buen rato, en mi casa se sorprendieron de mi actitud pero no me dijeron nada, en algún momento hablé con mi hermana (vivo con ella ya que estudio aun, medicina en la universidad), me hizo comentarios por el conflicto de salir con hombres mayores, pero a mi me gustaba y me sentía bien y solo era un amigo alguien con quien charlar, no entendía su rollo.
Lo seguí tratando telefónicamente hablábamos por lo menos una vez a la semana, supe que estaba separado y que tenía una hija, que es abogado y que tiene su despacho. Hasta que un día me comentó que iría a Zihuatanejo por cuestiones de trabajo yo le dije que no conocía y que me gustaría conocer, en forma atenta y gentil me invitó, yo en un principio me rehusé pero después de pensarlo me dije porque no, que puede pasar, que pierda la virginidad no, que hagamos el amor, es algo que he deseado, y así seguí con una serie de preguntas y respuestas que sola me hacía y respondía.
Finalmente accedí a viajar con él con la renuencia de mi hermana pero al fin es mi vida y si no la hacíamos a escondidas pues no podía ser tan malo. Pasó por mi y nos fuimos en su camioneta, fue un paseo grato que a pesar de la distancia se me hizo breve, nos instalamos en su casa, un lugar agradable cercano a la playa, ya me había dicho el motivo de su viaje y yo le dije que atendiera su asunto que permanecería ahí en la playa, se fue y me pasé unas horas muy ricas tomando el sol, cuando regresó ya atardecía, fuimos a comer y luego a caminar por la playa. Yo me encontraba excitada y al mismo tiempo temerosa, recordaba mi primera vez pero sabía que su experiencia y ese trato que me daba podría borrar aquellos recuerdos desagradables, en este conflicto de ideas me encontraba caminando de la mano de este hombre.
Jugando con un perro en la playa acabamos rozando sin querer nuestros brazos y terminamos abrazados. Mientras caminamos comenzamos a besarnos, besos en principio algo tímidos y con el perro saltando, jugando a nuestro alrededor. Después de media hora de paseo, los besos eran profundos, con su lengua buscando la mía, y la mía la suya, con avidez. Nada más llegar a la casa me asió, busco y bajó mis pantalones, y de un golpe me sentó en la barra de la cocina, yo mientras bajaba la cremallera de su pantalón buscando su tesoro. Lo encontré terso, largo y venoso.
Estaba fuera de sí y asiéndome las piernas quiso penetrarme con un dedo, le separé de mí. ¡Dios! ni siquiera me había quitado el tanga y quería penetrarme. ¡Juega conmigo! le dije, mientras besaba sus ricos y carnosos labios y su lengua luchaba con la mía. Me separó un poco sin dejar de acariciar mis piernas. Comenzó a besar mi cuello, su boca rozaba mis pechos por encima de la camiseta notando como mis pezones se endurecían y se marcaban en ella, sentí estremecerme con el paso de su boca por mi cuerpo. Agarró mis nalgas y las deslizó al borde de esa barra, se agachó ante mí y con sus manos comenzó a jugar entre mis piernas, comencé a suspirar sabiendo lo que iba a suceder. Una mano rozaba mi sexo por encima del tanga, mientras la otra acariciaba mi pierna, cada roce era un suplicio, quería más y más. Comprendió mi estado porque unos dedos separaron mi tanga, mientras con la otra mano comenzó a jugar en mi sexo, primero acariciándolo con suaves roces, luego cogiendo mi clítoris y oprimiéndolo dulcemente entre sus dedos, para continuar introduciéndolos en mi sexo, creía morir de placer con cada entrada y salida lenta e intensa, no dejé de gemir mientras le decía que no parara. Separó aún más mis piernas para llegar con su boca, con su lengua a mi sexo. Con sus dedos entrando y saliendo, con esa lengua que cogía mi clítoris y sus labios que lo estiraba suavemente, le tomé la cabeza entre mis piernas para que no saliese. Notaba su lengua recorrer todo mi interior absorbiendo todos mis jugos. Así llegué al primer orgasmo, creía morir y llegar al cielo, comencé a gemir enloquecida, cuando subió a mi boca y su lengua se fundió con la mía, mientras esos dedos no paraban de entrar y salir acelerando cada vez más hasta que el estallido fue completo, y arqueando mi cuerpo llegué al cielo. Mientras entraba en el orgasmo se unió a mi boca y su lengua se fundió con la mía, mientras esos dedos no paraban de entrar y salir, acelerando más y más. Cuando hube acabado nuevamente, cogí sus dedos bañados en mi líquido y los llevé a mi boca, lamiéndolos, limpiándolos, notando su excitación.
Quité su camisa, y sentada comencé a besar su cuerpo, a jugar con sus pezones a mordisquearlos, me deleité en su cuello, con su sabor, sentía en él el latido de su corazón, su excitación en aumento. Bajé de la tarima para poder bajar con mi boca, y terminar de recorrer su abdomen para llegar a su pantalón, desabrochándolo y dejándolo caer, cuando llegué a su slip tiré de el y contemplé extasiada esa enorme verga libre por fin, apuntándome. Le indiqué que se sentara, abrí sus piernas, y mis manos comenzaron a jugar en su entrepierna, cogiendo sus testículos suavemente y note su estremecimiento, cuando mis labios besaron ese pene, cuando mi lengua le rozo. Mordisqueé sus testículos, tirando suavemente con mis labios, mientras mi mano cogía su pene, llegando a esa tersura recorriéndolo con mi lengua, para llegar a su prepucio y retirando su pliegue me hundía en su interior mezclando mi saliva con sus primeros jugos. Me recree limpiándolo, succionando sus jugos con mi lengua, comencé desde su punta recorriéndolo hasta sus testículos con un lametón insalivado profundo, como el que se da cuando comienza un helado, igual de duro pero calientito. Me deleité con sus venas, entre ellas, su respiración agitada, sus ojos brillantes, me estaban poniendo a mil por hora.
Abrí mi boca y con la lengua por base comencé a tragar ese miembro, ¡no me cabía todo!, su cuerpo respondió con un estremecimiento cuando mis labios le oprimieron y mis dientes le recorrieron, sus piernas temblaban cuando comencé a acelerar con mis dientes gemía, con mi lengua suspiraba. A la par que con mi mano movía su pene, mi boca le tragaba, le mordía, hasta que su mano sujeto mi cabeza, para no salir, oprimirlo más y más, por fin, noté ese líquido agridulce, sabroso llenando mi boca, saliéndose. Abandonó mi boca y bajándose de la barra buscó mis labios y mi lengua con su boca, busco sus jugos y se recreo en ellos absorbiendo mi saliva y su semen. Me iba excitando al oler su cuerpo sudado, al saborear sus líquidos, seguimos besándonos hasta llegar al dormitorio, se sentó en su cama sin abandonar mi cuerpo, su boca me recorrió desde la mía hasta mis pechos, sus manos acariciaban mis piernas y mi sexo, sus dedos comprobaron mi humedad y jugaron con mi clítoris buscándolo, cogiéndolo entrando poco a poco en mi interior. Mis manos recorrieron su espalda, su pecho, mis dedos cogían sus pezones. Volví a ver esa verga erecta, y abriendo mis piernas jugué con ella en mi sexo, rozándonos ¡qué placer! el sí y el no, es extasiánte. Con cada roce gemíamos, y nuestra excitación aumentaba. De un golpe cogió mis nalgas y levantándose de la cama hizo que me sentará en su verga. Creía ser taladrada por un momento, en seguida quería moverme, salir y entrar, mi cuerpo lo reclamaba, me desboqué cuando con sus manos agarró mis pechos y abracé con mis piernas su cuerpo, cuando sus dedos jugaban con mis pezones. Abría más y más mis piernas, para que mi clítoris rozara su pelvis, mientras mi coño se movía. Al momento me ví transportada a la cama y con él dentro comenzó a entrar y salir, a moverse en mi interior, ya no éramos dos cuerpos, si no, uno solo luchando por lo mismo.
Mi cuerpo estaba a punto de reventar de gusto, de placer cuando sentí sus espasmos, sus gritos y se corrió, y yo con él, llenándome de su jugo. ¡Dios! qué suplicio, mi cuerpo, mi cerebro mi sexo quería más y él había terminado, sabía que requeriría tiempo para reponerse y yo no quería dárselo. Pero abandonando mi sexo, su boca comenzó a besar mi cuerpo descendiendo a mi sexo, y comenzó a besar mi coño como si fuera mi boca, con una lengua mortífera y sus dedos a entrar y salir. Sus dientes me hacían gritar cuando mordisqueaban mi clítoris, reclamé a esos dedos que acelerará, cuando mi espalda comenzó a notar una corriente, mi cuerpo temblaba cuando agarré su cabeza entre mi sexo, y mi otra mano acariciaba mis pezones hasta que terminé gritando extasiada, depositando mis jugos en sus dedos y en su boca. Así extasiados, acabamos besándonos y lentamente nos quedamos dormidos, recuperando fuerzas para lo que podría seguir, aun teníamos toda la noche y el domingo completo, los recuerdos negros se habían ido, ahora solo sentía que estaba en las nubes y el aroma de nuestros cuerpos y el ritmo de nuestra respiración y nuestros corazones.
Espero que les haya gustado, así lo recuerdo y lo disfruto.