Aprendiendo a Amar Cap. 30

Porque quería que te enamores vos también y des el primer paso – sentí un poco de miedo al tenerla tan cerca – Dejame enamorarte, quiero que sientas lo mismo que yo siento por vos – no supe que responder - ¿Puedo besarte?

Perdon por no subir este fin de semana, este capitulo me llevo mas tiempo del pensado.... Se que me vana odiar un poquito pero necesitaba hacer un capitulo como este para que puedan entender muchas cosas que pasaron y cosas que siguen... el 31 mañana lo subo y continua normalmente...

Capítulo 30

10 años atrás

Sami<<

Faltaba poco para empezar la secundaria, estaba entusiasmada ya que hoy mis padres me inscribirían y estoy segura que lo van a hacer en el mejor colegio de paga. Me levante de la cama y mi madre me había preparado el desayuno

-      Tu padre no va a poder llevarnos así que vamos a ir solas a inscribirte – tomo su café – Ya hable con la madre de Jenny y ambas van a empezar la secundaria en la escuela que está a cinco cuadras de casa

-      Mi cara de espanto hizo reír a mi madre - ¿Qué? No mamá, es una escuela publica

-      Exactamente – me miro seria – Tenes que dejar de ser una nena consentida

Enojada me fui a mi cuarto, mi madre ya había tomado la decisión y no iba a poder hacerla cambiar de parecer.

En la tarde fuimos hacia mi futura nueva escuela y me inscribió, volví cruzada de brazos a mi casa y espere a que llegue mi padre para poder reclamarle pero de nada sirvió porque él me dio la misma respuesta que mi madre.

Faltando una semana para que empiecen las clases mi papá se tenía que ir de viaje a Cancún, nos iríamos todos, me alegre muchísimo, le pedí que me deje llevar a Jenny, él accedió, mi mamá hablo con la de mi amiga y la dejaron venir con nosotros.

Mientras mi padre trabajaba mi madre, mi amiga y yo disfrutábamos del sol y el mar, note que Jenny estaba muy distinta a cuando íbamos a la primaria, las vacaciones de verano hicieron un buen efecto en ella estaba más alta y delgada pero con bonito cuerpo, cabello castaño, un poco ondulado muy cuidado y sus ojos color café oscuro, los cuales resaltaban con un poco de maquillaje.

Nos quedamos más tiempo del pensado y cuando regresamos a Argentina ya había pasado la primera semana de clases por lo cual empezaríamos a cursar la próxima semana.

El lunes siguiente mi madre me llevo a la escuela, le explico a la directora los motivos del porque inicie más tarde y obviamente con unos billetes que dejo en su escritorio la directora lo comprendió muy bien.

Cuando entre al aula todos me miraban como si fuera un bicho raro, observe a todos con mala cara y me senté en el banco en el que estaba sentada mi mejor amiga

-      Odio estar con toda esta gente – Jenny me miro con mala cara - ¿Qué?

-      ¿Por qué hablas así? – me pregunto molesta

-      Porque esta gente no tiene dinero – mire a una chica que me llamo la atención – Observa, no tienen nuestra clase – señale a esa misma chica y Jenny la miro – Son humildes

-      Mejor callate – poso su vista en el profesor que empezó a dar la clase

Seguí observando a la misma chica, se veía tranquila, tenía el cabello castaño claro, ojos color café, era de estatura promedio, piel pálida, tenía un cuerpo bien desarrollado, prestaba mucha atención a la profesora, no saque la mirada de ella en toda la clase. Al sonar la campana del recreo ella se levantó y se fue junto con dos chicas más.

El día se me hizo eterno, quería hablar con esa chica, conocerla pero a la vez pensaba que no podía ser amiga de una chica como ella.

Tami<<

Me levante y recordé que ya empezaban las clases, estaba entusiasmada, mi mamá me había anotado en una escuela que era un poco lejana por lo que me iba a tener que levantar demasiado temprano, era mi única molestia

-      Hija, hoy vamos a ir a comprar tus útiles – me sirvió una taza de leche chocolatada

-      Mama, solo necesito algunas libretas, un bolígrafo y un lápiz – mi hermana menor Natalia se rio – Vos no te metas

-      No empiecen con sus peleas – mi papá nos miró serio y ambas nos callamos – Natalia, vos también necesitas útiles así que no entiendo tu risa

-      Pero yo voy a primaria – me saco la lengua

-      Ya basta – mi madre nos hizo callar – Apúrense que después tengo que irme a trabajar

Después de desayunar nos cambiamos, nos fuimos al supermercado y nos compraron todo lo que necesitábamos, más tarde regresamos a la casa.

Mi madre se fue a trabajar, mi hermana y yo ayudamos a mi padre a limpiar la casa y a cocinar.

El fin de semana se pasó rapidísimo y por fin iniciaron las clases. Al llegar a la escuela me aburrió el acto de inicio de ciclo lectivo pero dos chicas que estaban a cada lado mío me empezaron a hacer reír

-      Que vieja aburrida – murmuro la de la derecha

-      Aburrida e insoportable – replico la de la derecha

-      ¿Cómo se llaman? – pregunte entre risas

-      Yo soy Mariela – era un poco más baja que yo, un poquito gordita, muy simpática, cabello largo, castaño claro y recogido, sus ojos eran una mezcla entre café muy clarito y verdes, le sonreí – Y ¿Vos?

-      Tamara, pero decime Tami – mire a la otra chica, era más alta que yo, cabello muy largo, rubio y ojos café clarito, tenía muy bonito cuerpo

-      Soy Lety – la directora termino su discurso – Espero nos toque juntas

-      Espero que si – salimos al patio donde iban a hacer la división de los alumnos

Por suerte nos tocó juntas, fuimos al aula, ellas se sentaron juntas y a mí me toco quedarme sola. Las clases estuvieron entretenidas y los recreos juntos con mis nuevas amigas mucho más.

La segunda semana de clases empezó y llegaron dos chicas nuevas, la primera que ingreso al aula se veía muy buena onda pero la segunda nos miraba a todos con mala cara, la observe de arriba abajo, era muy bonita, aproximadamente tiene la misma estatura que yo, note que su cuerpo lo cuida mucho, su cabello es castaño muy claro casi rubio, no pude ver bien sus ojos, sé que son café pero no les preste mucha atención, en seguida me cayó mal, trate de no pensar mucho en ella aunque de vez en cuando volteaba a verla y al cruzar nuestras miradas ella miraba hacia otro lado.

Sami<<

Los meses pasaron, no me quedo otra opción que acostumbrarme y aceptar convivir con gente que no es de mi clase social.

El día de mi cumpleaños pensé en faltar a clases ya que no hablaba con nadie más que con Jenny pero mi mamá me obligo a ir.

Cuando sonó la campana del primer recreo la chica que tanto me llamaba la atención salió y cuando yo estaba por salir hacia el patio se regresó, chocamos en la puerta del aula

-      Perdón – no le respondí y antes de poder salir volvió a hablarme – Feliz cumpleaños – se fue y no me dio tiempo de responderle

-      Jenny – mi amiga volteo a verme – ¿Sabes cómo se llama esa chica?

-      Creo que se llama Tami – sonreí - ¿Por qué?

-      Me saludo por mi cumpleaños – empezamos a caminar hacia el patio

-      Viste que no son tan malas como decís – se burló de mí y nos sentamos en unos escalones a seguir conversando

Las clases seguían pasando pero no tuve oportunidad de agradecerle por saludarme, estuve mirándola y ella no me miraba como otras veces.

Cuando la campana que anuncia la hora de salida sonó me apure en alcanzarla, cuando estuve a su lado toque su hombro con mi dedo índice, ella se frenó y me miro

-      Gracias por saludarme por mi cumple – sonrió e iba a seguir caminando – ¿Tu nombre es Tami?

-      Si – dijo un poco tímida - ¿El tuyo?

-      Samanta pero podes decirme Sami – estiro su mano y yo la tome – ¿Te gustaría venir a la fiesta que voy a hacer en mi casa?

-      No sé – miro el piso – Tengo que preguntarle a mis papas

-      Entiendo – agarre un pedazo de papel de una de mis libretas y anote el número de teléfono de mi casa y se lo di – Si te dejan ir llamame así te voy a buscar

-      Mi mejor amiga llego hasta nosotras – Hola, soy Jenny – le dio un beso en la mejilla

-      Soy Tami – guardo el papel que le di en su bolsillo – Te llamo en la tarde – se dio vuelta y siguió caminando hacia la salida

Fui con Jenny a mi casa y mi madre nos llevó a un centro comercial para que elija algo de ropa y al regresar ya estaban las personas que contrato mi madre acomodando todo para la fiesta.

Cerca de las 5 de la tarde mi madre me dijo que alguien me hablaba en el teléfono

-      Hola – hable entusiasmada pensando que podía ser Tami

-      Hola Sami – era mi abuela – Feliz cumpleaños mi niña

-      Gracias abue – le hice el gesto con el pulgar hacia abajo a Jenny - ¿Vas a venir?

-      No mi hija, estoy con mucho dolor en mi cadera – me dio un poco de tristeza – Pero a ver si el sábado voy para llevarte tu regalo

-      No te preocupes abu, cuidate y espero poder verte el sábado – le mande muchos besos – Te quiero mucho

-      Y yo a vos Samita – colgó

-      Ni bien deje el teléfono volvió a sonar y atendí – Hola

-      ¿Sami? – era su voz – Soy Tami

-      Si, reconocí tu voz – Jenny me vio y sonrió al darse cuenta que era ella - ¿Vas a venir?

-      Si, mis papas me dejaron ir un rato – mi sonrisa se agrando – No sé dónde está tu casa

-      No te preocupes, decime la dirección de tu casa y vamos por vos – busque un bolígrafo, un papel y la anote – En un rato llego

Fui hasta donde estaba Jenny y le conté, ambas estábamos muy contentas, nos cae bien esa chica aunque antes yo no decía lo mismo, corrimos hacia mi madre y le pedimos que nos llevara a la casa de Tami a buscarla, acepto y manejo hasta su casa que era un poco retirada, estaciono en la puerta y bajamos las tres, era una casa bonita pero humilde, estaba un poco descuidada, color marfil, toque el timbre y salió un mujer muy bonita, de cabello rizado y color rojo

-      ¿Usted es la mamá de Tami? – dije sonriendo

-      Esa misma – abrió la puerta de reja - ¿Sami? – asentí – Feliz cumpleaños

-      Gracias Señora – me sonrió y vi que salió Tami, estaba vestida con un pantalón de jean ajustado color azul, una remera roja, unos Converse blancos y su cabello suelto – Hola – le di un beso en la mejilla - ¿Vamos?

-      Si – le dio un beso a su madre - ¿A qué hora regreso?

-      Mi mamá miro a la suya - Soy Nelly – estiro su mano y la estrecharon

-      Silvia – respondió sonriendo – ¿Si podrás traerla a las 9 pm?

-      Claro, a esa hora estamos de regreso – mi madre le regalo una sonrisa a la bella mujer

Subimos en el Jeep de mi madre y volvimos a mi casa. Al llegar note que ya estaban llegando todos mis amigos de la primaria y familiares. En lo que me fueron saludando note que Tami se quedó en un costado sola, fui hacia ella, tome su mano y la presente a mis amigas que la miraban un poco mal, me disguste con ellas y me arrepentí de haberlo hecho eso mismo todo estos meses.

Jenny puso un poco de música y empezamos a bailar, Tami se quedó sentada en uno de los sillones, estaba muy reservada y no insistí mucho ya que cada vez que lo hacía se ponía un poco más incómoda, Fanny se acercó a mi

-      ¿Quién es esa? – la miro con desprecio - ¿Por qué esta en tu casa?

-      Es mi amiga – le respondí molesta y ella empezó a reírse - ¿De qué te reis?

-      Es pobre, no puede ser tu amiga – me miro con asco y luego se volvió a reír – Vos odias a las personas como ella

-      Eso era antes – me puse muy seria – No le faltes el respeto

-      Fanny frunció su ceño y molesta me dijo – Decidí, es ella o nosotras – las demás chicas se pusieron detrás de Fanny

-      Ahí está la puerta – la señale y me miraron asombrada – Váyanse de mi casa

-      Jenny se acercó a mí y las miro con mala cara – Ya escucharon a la cumpleañera – se empezaron a ir - ¿Estas bien?

-      Si – mire hacia donde estaba Tami que me miraba un poco asustada – Ahora vengo – camine hacia ella

-      Puedo llamar a mi papá para que me venga a buscar si queres – agarro su bolsito y se levantó del sillón

-      Puse mi mano en su hombro, la hice sentar y me senté a su lado – Ellas son las que se tenían que ir, no vos – le sonreí

-      Abrió su bolso y saco un paquetito que tenía un moño y me lo dio – Feliz cumpleaños

-      Lo agarre y lo abrí – Un perfume – sonreí y me puse un poco, se sentía un aroma muy fresco – Es muy rico, gracias

-      No sabía si te iba a gustar – se sonrojo y sentí algo extraño dentro mío

-      Me encanta – la abrace por un ratito y por primera vez olí su cabello, era un aroma muy rico – Vamos hacia dónde está mi familia para que me den mis regalos

Sonrió, nos unimos a Jenny y las tres fuimos hacia donde estaban mis padres. Mi madre me entrego una caja grande con un moño gigante, lo abrí emocionada, era un oso de peluche que tenía casi mi tamaño y en sus manos tenía una pequeña cajita color roja, la agarre y la abrí, era una hermosa pulserita de oro blanco con una plaquita que tenía grabado mi nombre, abrace a mi mamá muy contenta

-      Gracias – bese su mejilla

-      Dame tu mano para colocártela – la estire y ella abrocho la pulsera – Que rico perfume

-      Me lo regalo Tami – sonreí y voltee a ver a mi nueva amiga – Me queda muy bonita – mire el regalo de mi mama – Te amo

-      A ver qué te parece mi regalo – mi padre me dio una caja rectangular

-      Rompí la envoltura y era la laptop Sony que tanto le pedí – Si – grite – La compa que tanto quería – lo abrace – Sos un genio

-      Es para tu tareas – sonrió – Aunque sé que la vas a usar para más que eso

-      Mire a Jenny que tenía un sobre en la mano - ¿Ese es tu regalo? – pregunte desilusionada, asintió y me lo dio – A ver – lo abrí con cuidado y cuando lo saque eran las entradas para el concierto de Madonna – Sos la mejor – la abrace muy feliz

-      Sabía que te volverías loca – sonreí

-      Gracias hermana – la volví a abrazar

Seguimos divirtiéndonos y cuando menos nos dimos cuenta ya eran las 9 pm, mi madre me dijo que tenía que llevar a Tami pero aun no había cortado el pastel, llame a su mama para pedirle que la deje un rato más y le dio permiso.

Mis papas trajeron un pastel, era grande porque contemplaron a mis amigas de la primaria pero ya no estaban. Pusieron catorce velas, las prendieron y me cantaron el feliz cumpleaños y cuando toco el momento de pedir mis tres deseos mis ojos se clavaron en esa tímida chica que acabo de conocer y sin dudarlo mi primer deseo fue que siempre este en mi vida, luego mire a mi mejor amiga y le sonreí, el segundo sin dudar fue que Jenny nunca me falte y por ultimo ser feliz, sople las velas y todos vinieron a saludarme, mis padres, mis tíos, mis primos, Jenny y por ultimo Tami

-      Feliz cumple Sami – me abrazo y otra vez esa revolución dentro mío – Que se cumplan todos tus deseos

-      Ruego que si – beso mi mejilla

-      Ya me tengo que ir – sentí un poco de tristeza – Mañana te veo en la escuela

-      Sí, claro – sonreí – Que pases bonita noche

-      Igualmente – camino hacia mi mamá y fueron hacia el garaje

La noche termino mejor de lo que esperaba pero me llego una duda que no esperaba ¿Por qué protejo tanto a esta bonita chica de cabello castaño?

Ya era viernes, me levante muy entusiasmada, me bañe, me cambie y me puse el perfume que me regalo, mi madre paso a buscar a Jenny y luego nos llevó a las dos a clases. Al llegar vi que Tami aún no había llegado, se me hizo raro ya que siempre llega temprano, fuimos al aula y tomaron lista y no hubo noticias, me entristecí sabiendo que no la vería hasta el lunes.

Paso todo el fin de semana, por suerte tuve muchos deberes por hacer y el domingo me lo pase con Jenny en un centro comercial comprándonos mucha ropa.

El lunes se repitió la rutina de todas las mañanas, arreglarme y pasar a buscar a mi mejor amiga para irnos a clases. Cuando llegue una sonrisa se dibujó en mi cara, ahí estaba ella, tenía un bonito pantalón de jean azul claro, su delantal blanco y debajo de este tenía una remera color negra al igual que sus Converse y el cabello recogido. Tami no me había visto, estaba con sus amigas, me acerque y la salude

-      Hola – me miro y sonrió

-      Hola Sami – puso sus manos en los bolsillos del delantal

-      Hola – me saludo una de sus amigas, la más gordita

-      Solo la mire de mala manera y volví mi vista a Tami que me miraba feo - ¿Qué pasa?

-      Te saludo Mariela – no dije nada – Son mis amigas y si queres ser mi amiga tenes que respetarlas a ellas

-      Está bien – voltee y mire a la chica que me había saludado – Hola Mariela – estire mi mano y ella la tomo – Soy Sami

-      Me gusta mucho tu ropa – sonreí

-      Mire a la otra chica – ¿Cómo te llamas?

-      Leticia pero decime Lety – ella me saludo con un beso en la mejilla

-      Yo soy Jenny – saludo a las amables chicas con un beso en la mejilla - ¿Podemos sentarnos con ustedes?

-      Si, seria genial – respondió muy alegre Mariela

Fuimos al aula, acomodamos los bancos uno al lado del otro para que quedemos las cinco juntas y para mi suerte quede entre Jenny y Tami.

Todo el primer año se pasó entre conocernos, salir a pasear y divertirnos.

El segundo año empezó, en las vacaciones no había visto mucho a Tami ya que mis padres me llevaron de vacaciones a Italia y cuando regrese las veces que la llame no la dejaban salir porque tenía que estudiar unas materias que había reprobado en el primer año.

El nuevo ciclo escolar empezó, Tami se veía más bonita, su cuerpo estaba más desarrollado, sus pechos habían crecido, estaba más alta, el cabello lo traía suelto y lucia muy suave y brilloso, note que había una chica nueva en nuestra clase y para mi sorpresa no nos dejaron elegir con quien sentarnos si no que nos designó nuestro compañero de clases la preceptora, con la mala suerte de que no me toco con ninguna de las que me quería sentar, a Jenny le toco con Mariela, a Tami con la nueva que su nombre es Micaela, es demasiado alta, tiene pechos muy grandes, ojos color caramelo, el cabello lacio y recogido en una cola alta y una bonita sonrisa, y a mí con una de las nerd del aula llamada Jessica.

Toda la clase me la pase mirando a Tami, no dejaba de hablar y reír con su nueva compañera de banco, me dio un poco de celos pero no podía evitar que estuvieran juntas.

En el primer recreo Jenny se quedó hablando con uno de nuestros compañeros, Leonardo, desde el año anterior le gusta y por fin se decidió a hablarle y yo antes de que alguien me robe a Tami la tome de la mano y la lleve hacia una de las partes de la escuela donde no hay nadie

-      ¿Por qué me traes acá? – pregunto sorprendida

-      Quería tenerte un rato para mi sola – sonrió – Te extrañe todas las vacaciones

-      Yo también te extrañe – nos sentamos en un escalón - ¿Es bonito Italia?

-      Muy hermoso – recosté mi cabeza en su hombro

-      Algún día me gustaría ir a ese precioso país – suspiro

-      Te prometo que vamos a ir juntas – se puso de pie – Estas más bonita este año – me acerque un poco a ella, mire sus labios y note que estaba nerviosa

-      Deberíamos volver, no se escucha la campana desde acá – empezó a caminar

Volvimos y ya habían entrado todos al aula, la profesora de Contabilidad se estaba presentando y nos llamó la atención por llegar tarde, nos sentamos en nuestros lugares y preste atención a la clase.

Los días siguieron pasando, Tami solo estaba conmigo en los recreos ya que en las clases se la pasaba con Micaela.

A mitad de año empecé a salir con un chico llamado Rodrigo, era alto, de ojos azules y tenía una bonita sonrisa, nuestra relación duro unos meses ya que un día iba a su casa para visitarlo de sorpresa y lo vi besándose con una de sus vecinas. Me fui a mi casa llorando y decidí no verlo más, aunque me dolía mucho lo mal que se había comportado conmigo.

Unas semanas después Jenny organizo una fiesta en su casa, nos invitó solo a las chicas de nuestro grupo, compramos cervezas ya que sus padres no estaban y estuvimos en el patio de su casa bebiendo, hasta el punto de que por primera vez me emborrache, hacia muchas payasadas, las chicas se reían y Tami se acercó a quitarme la cerveza que tenía en mi mano, la mire y le di un beso de piquito, ella no se quitó pero cuando le quise dar otro mas no me dejo, me llevo a la cama de mi amiga y me acostó, cuando se estaba por ir le pedí que se acueste conmigo, dudo un poco pero lo hizo y yo empecé a llorar, recordé a mi ex novio besándose con esa chica

-      Rodrigo no me ama – las lágrimas caían por mi mejilla

-      Si te ama, solo fue un tonto – puse mi cabeza en su pecho y seguí llorando – Ya no llores Sami – acaricio mi cabello

-      ¿Vos si me amas? – voltee a verla y ella me dijo que si con su cabeza – Decímelo, por favor

-      Te amo Sami – sonreí, volví a la posición que estaba y me quede dormida

Tami<<

Ya estamos en tercer año, Sami está saliendo mucho con un amigo de ella el cual a mí no me cae para nada bien así que por eso no pasamos mucho tiempo juntas, ella siempre quiere que hagamos algo pero siempre está su amigo y por eso muchas veces le cancelo.  Eso me acerco más a Mica, hablamos mucho y estoy empezando a sentir cosas que nunca antes había sentido y mucho menos por una mujer.

Un día Mica me invito a comer a su casa, la comida se le quemo pero yo me la comí igual, ella me pregunto qué porque me lo había comido y se me escapo que ella me gustaba lo trate de corregir pero no tenía caso, iba a empeorar la situación, las dos nos quedamos en silencio y sentí muchas ganas de besarla aunque el miedo de que me rechace me detuvo y un rato más tarde me fui a mi casa.

La relación con Mica no cambio en nada, seguimos siendo muy amigas aunque estaba esa tensión de que ahora ya sabía que sentía algo por ella.

Una semana después decidí contarle lo que me pasaba a Sami, estábamos en clase de Biología y le escribí una nota, le dije a Jessica que se sentaba detrás de ella que se la pasara y lo hizo, Sami me miro, sonrió y luego desdoblo el papel “Tengo que contarte algo importante”, ella escribió algo, lo doblo y me lo envió de nuevo con Jessi, lo abrí “Nos vemos en el recreo en nuestro lugar secreto”, le sonreí y espere con ansias la campana. Cuando sonó fui rápido hacia nuestro lugar y un minuto después llego ella

-      ¿Qué es tan importante? – me miraba con intriga

-      Me gusta alguien – abrió su boca sorprendida – Micaela – baje mi mirada y ella no hablo – No sé cómo llego a pasar – levante la vista y tenía cara de molestia - ¿Estas enojada?

-      ¿Por qué ella? – pregunto desilusionada

-      No sé, es bonita y pasamos mucho tiempo juntas – me encogí de hombros

-      Yo quiero que pases más tiempo conmigo – me sorprendió que dijera eso - ¿No crees que soy bonita? – se escuchó muy coqueta

-      Si, lo sos – sonrió

-      Vos también sos muy bonita – dio un paso hacia mí – A mí también me pasa algo con alguien – dio otro paso y quedamos a escasos centímetros y no dejaba de mirar mis labios – Me gustas desde primer año

-      Abrí mis ojos y sentí mis piernas temblar - ¿Por qué nunca dijiste nada?

-      Porque quería que te enamores vos también y des el primer paso – sentí un poco de miedo al tenerla tan cerca – Dejame enamorarte, quiero que sientas lo mismo que yo siento por vos – no supe que responder - ¿Puedo besarte?

-      No sé, nunca bese a nadie – estaba muy nerviosa – Mejor volvamos al aula – me fui corriendo sin mirar atrás

Me senté en mi banco, no había nadie, aún seguían todos en el patio y rogaba que llegue alguien antes que Sami y para mi suerte Micaela entro y se sentó a mi lado

-      ¿Por qué tenes esa cara de susto? – se rio - ¿Viste un fantasma?

-      Samanta se me declaro – mi voz era temblorosa y la cara de mi mejor amiga era de sorpresa

-      ¿Qué hiciste? – pregunto curiosa

-      Nada, corrí – ella se rio y justo entro Sami – No me dejes sola con ella – agarre su mano

-      Tranquila, no te va a comer – volteo a verla y luego me miro – Por ahora – se rio de nuevo

-      Que ya llegue el profesor – mire hacia la puerta y de a poco empezaron a llegar los demás

La mañana se me hizo eterna, al salir trate de irme rápido para evitar que Sami vuelva a hablarme.

Sami<<

Cuando Tami me dijo que le gustaba Micaela sentí muchísimos celos y no dude en decirle que sentía algo por ella desde el primer año que compartimos, en ese mismo momento le pedí que me deje enamorarla, no respondió pero precisamente porque ella no se negó lo voy a hacer, sé que muchas veces en broma nos dimos algunos besitos pero quiero besarla, quiero sentirla, quiero que sea mía.

De a poco empecé a descuidar mis estudios, buscaba cualquier oportunidad para salir con Tami o ir a alguna fiesta con las chicas a la que ella fuera para tenerla cerca y demostrarle lo mucho que me gusta, mis calificaciones eran cada vez más bajas pero cada vez estaba más cerca de la chica que tanto me gusta, solo que varias veces se interponía Cristian, el chico que estaba detrás mío rogándome que le diera una oportunidad de estar con él, a Tami no le caía bien y eso me ayudaba a darle un poco de celos y poder darme cuenta si empezaba a sentir algo por mí.

Había mucho coqueteo pero no pasaba más que eso, necesitaba avanzar un poco más para por fin poder besarla.

Ya solo faltaban quince días para que terminen las clases, por lo cual me tenía que apurar ya que me había propuesto probar sus labios antes de terminar las clases, la invite a mi casa después de la escuela, almorzamos y luego subimos a mi cuarto. Ella caminaba por mi cuarto viendo las fotos que tengo pegadas en las paredes

-      Hay muchas fotos nuestras – ella asintió sin mirarme – Son mis favoritas

-      Esta es muy graciosa – se rio y señalo una en la que estábamos haciendo caras raras – Creí que esa foto se había perdido

-      Ninguna foto en la que salgas se me va a perder – me puse de pie la abrace por detrás y ella se puso un poco tensa – Tranquila, no voy a hacer nada que vos no quieras

-      Lo sé – se dio vuelta – Solo me pongo un poco nerviosa – se sonrojo

-      Realmente me gustas Tami – mire sus ojos

-      Y vos me gustas a mí – bajo su mirada – Pero tengo miedo, mis padres no lo saben

-      Sentí mucha felicidad, ella me correspondía ahora solo debía quitar el miedo – Mis padres tampoco lo saben – agarre su cara con mis manos - ¿Si te pido que me dejes besarte saldrás corriendo?

Ella acerco sus labios a los míos pero se detuvo antes de tocarlos, sentía su respiración chocar contra mi boca y no dude en terminar esa distancia, mis labios rozaron los de ella, mi corazón latía a mil por hora y sentí un cosquilleo en mi sexo, fue raro, nunca había tenido esa sensación ahí abajo, quise hacer el beso más intenso, mi lengua empujaba contra sus labios para que los abriera pero nos distanciamos al escuchar que mi madre había llegado a la casa

-      Mejor me voy a mi casa – agarro su mochila y la colgó de sus hombros – Te veo mañana en la escuela

-      Tami – se frenó antes de abrir la puerta – ¿Para mañana cambiaras de parecer?

-      No – sonreímos, se regresó y me dio un pequeño beso en los labios, salió por la puerta y yo me deje caer en la cama

Ella siente lo mismo, mi corazón latía con intensidad, sé que tengo la posibilidad de estar con ella. Unos minutos después de que Tami se había ido se abrió la puerta de mi cuarto

-      Samanta – me senté en mi cama al escuchar la voz seria de mi madre - ¿Qué son estas calificaciones? – me mostro la libreta

-      Son bajas pero están aprobadas las materias – sonreí y ella siguió igual de seria - ¿Qué?

-      Esto no es aceptable – se cruzó de brazos – Los años anteriores no bajabas de nueve puntos y ahora el más alto es siete

-      Mamá, el año que viene te prometo que voy a tener calificaciones más altas – me levante de mi cama

-      Eso dalo por seguro – se acercó a mí – Voy a cambiarte de escuela

-      ¿Estás hablando en serio? – asintió – Vos me anotaste en esta escuela y ¿Ahora me queres cambiar?

-      No me das otra opción – empecé a llorar – Vas a muchas fiestas, todos los días llegas tarde a casa, ya no puedo dejarte ni salir con Jennifer

-      No mamá – mi llanto empeoro – No me separes de mis amigas

-      Lo siento Samanta – Se dio vuelta y fue hacia la puerta – Ya no vas a ver a esas chicas

Se fue y yo no podía contener mis lágrimas.

Tami<<

Sami y yo nos besamos pero su mamá llego y tuvimos que detenernos, me gustó mucho besarla, sé que no fue un gran beso pero tendremos mucho tiempo para poder mejorarlo. Me había dicho que me enamoraría y lo consiguió y ahora que sé que estoy enamorada de Sami me doy cuenta que lo que me pasaba con Mica no tiene nada que ver con amor, si no que atracción. La presumida chica que conocí en el primer año cambio muchísimo y ahora es una muy linda persona por dentro y por fuera, es más me acabo de dar cuenta que sus ojos tienen un color especial, no son unos simples ojos color café, son color miel, que cuando está contenta se hacen mucho más claros.

Me fui a mi casa, solo estaba mi hermana, mis padres estaban trabajando, me fui a mi cuarto y lo limpie un poco ya que estaba la cama deshecha y ropa por todos lados.

Cuando mis padres regresaron del trabajo cenamos todos juntos y me felicitaron por mis notas y haber pasado de año sin reprobar ninguna materia.

Me fui a dormir contenta, sabía que mañana vería a mi chica de ojos color miel.

Mi madre me despertó para que me fuera a bañar, luego me cambie y me fui hacia el colegio. Al llegar me forme con las chicas y cuando la bandera estuvo en lo más alto del mástil nos dejaron entrar a nuestras aulas. Espere pacientemente que llegue Sami pero no lo hizo. En el recreo me acerque a Jenny que se veía muy triste

-      ¿Estás bien? – una lágrima rodo por su mejilla y me abrazo - ¿Qué pasa?

-      Ya no la voy a ver – su llanto se hizo más intenso

-      ¿A quién? – pregunte un poco asustada

-      A Sami – se aferró más a mí – Su mamá la va a cambiar de escuela y le prohibió vernos

-      Sentí un dolor en la boca del estómago, mi alma se me había salido del cuerpo - ¿Por qué? – un nudo me impidió seguir hablando

-      No sé, es todo lo que pudo decirme – no pude contenerlo más y comencé a llorar – Me llamo en la madrugada, ya no vendrá a la escuela

-      Marie y Lety se acercaron y la primera hablo - ¿Es cierto lo de Sami?

Me aleje, no quería volver a escucharlo, corrí hacia nuestro lugar secreto y mi llanto creció, me dolía el pecho, me tuve que sentar porque mis piernas temblaban y tenía miedo de caerme, abrace mis rodillas y me quede el resto de la mañana pensando en las veces que nos habíamos escondido en este sitio, cuando me confeso su amor y el beso de ayer, ya no iba a poder besarla, abrazarla, acariciarla, ya no iba a tenerla conmigo.

Al salir de clases fui hasta su casa, sabía que su madre estaría trabajando y que iba a tener oportunidad de verla aunque sea solo para despedirnos, toque el timbre y me sorprendió que abriera su mamá

-      Sabría que tratarían de buscarla – dijo seria y mirándome fijamente – No esta

-      Dejeme aunque sea solo despedirme de ella – respondí con lágrimas en mis ojos

-      Lo siento – cerro lentamente pero se detuvo antes de que termine de cerrarla y la volvió a abrir – Ya no la busques, la envié esta mañana a la casa de su abuela, en Rosario – ahora si cerró la puerta

Me quede sentada en su puerta, llorando desconsoladamente hasta que llego un señor y me di cuenta que estaba oscureciendo

-      Hey – se sentó a mi lado – Le voy a decir que viniste

-      Seque mis lágrimas y sonreí – Dígale que la voy a seguir buscando

-      Acaricio mi cabeza – Ella seguro lo sabe – me levante y puse mi mochila en mis hombros – A parte de Jenny siempre fuiste su favorita

-      Y ella la mía – me despedí con la mano y camine hacia la calle

No quería volver a mi casa, se darían cuenta que estaba mal, llame a mi casa y me atendió mi hermana

-      Naty – hice silencio -  Pásame a mamá

-      Están súper molestos por la hora que es – respondió molesta - ¿Dónde estás?

-      Pasame a mamá – insistí fastidiada

-      ¿Dónde estás Tamara? – la voz de mi madre enojada se escucho

-      Sabes que no me gusta que me digas mi nombre completo – resople – Me voy a quedar a dormir en la casa de Jenny – era la idea aunque aún no le había preguntado a mi amiga

-      Podrías haberme avisado antes para no preocuparnos – dijo más calmada – Pasame con su madre para hablarle

-      Pense unos segundos – Fue a comprar unas pizzas para cenar, le digo que te llame cuando llegue

-      Está bien – suspire aliviada – Mañana después de clases derechito para casa

-      Si mamá – sonreí al escuchar su regaño – Te quiero mucho

-      Y yo a vos mi vida – colgué la llamada

Busque el número de Jenny, la llame y no hubo problemas por suerte de que me quede, fui a su casa y al llegar le pedí a su madre que le marque a la mía, lo hizo y mi mamá se quedó más tranquila, cenamos y luego nos fuimos a su cuarto

-      La envió a Rosario, con su abuela – sus ojos se veían muy rojos de tanto llorar – Pero su papá me dijo que le dirá que la buscamos

-      No lo comprendo – froto sus ojos – Espero que cambie de parecer

-      Se veía muy firme pero no tenemos que dejar de insistir – nos sentamos en su cama

-      Su mamá llamo a la mía y le dijo que no me diera permiso para ir a su casa – nuevamente empezó a llorar – Es como mi hermana, desde los cuatro años estamos juntas, hoy cuando regrese de clases le dije a mi mamá que me lleve a verla, mi mama me conto del llamado y dijo que no iba a dejarme ir a su casa

-      Se me hace raro que no quiera que te vea, comprendo que le prohíba verme a mi o a cualquiera de las otras chicas pero vos sos su mejor amiga – se encogió de hombros

-      Sabes – sonrió y recordó unos segundos – Cuando tenía seis años le pregunte a mi madre si Sami no era mi hermana y ella se la había regalado a Nelly – me reí – Nunca sentí una conexión tan grande con nadie, es especial Sami para mí – acaricie su espalda – Si alguien se animara a hacerle daño no me controlaría y lastimaría a esa persona – me miro a los ojos – Esta muy enamorada de vos y sufrió mucho cuando le dijiste que te gustaba Mica – sonrió – Casi contrato matones para golpearte

-      Que extrema – nos reímos – Sé que pronto la vamos a volver a ver

Nos acostamos y seguimos hablando un rato más sobre anécdotas de cuando eran chicas, hasta que nuestros ojos cansados no resistieron más.

Ya paso una semana, mi tristeza crecía al no haber tenido noticias de Sami. En mi cabeza decidí creer que el último día que la tuve frente a mí fue nuestra despedida, si no me dolería mucho más de lo que ya me duele. Estaba en mi cuarto, sentada en mi cama y agarre mi libreta y le escribí una carta, le expresé mi sentimiento aunque lo que quería es que supiera que la estaba buscando y que la estaría esperando el tiempo que sea, al terminar de escribir la doble y la puse dentro de un sobre blanco, camine hasta el correo y la envié a su casa.

Las semanas pasaron, no tuve respuesta pero no me resignaba aun, tenía la ilusión de volver a verla.

Un nuevo año empezó y me trajo más tristeza de la que ya tenía, el dolor que sentía comenzó a convertirse en coraje y enojo, ya no era la misma chica risueña, divertida y con buenas notas, en los recreos me iba a nuestro lugar secreto para no conversar con nadie, me quedaba sentada apenas probando de mi lunch recordando su voz, su risa, rocé mis labios con mis dedos recordando cuando sentía sus labios rosaditos, lagrimas recorrieron mis mejillas, escuché una voz que decía mi nombre y sequé rápidamente mis lágrimas con la manga de mi suéter

-      Tami, ¿estás bien? – se sentó a mi lado

-      Si, solo que me cayó algo en los ojos – mentí tratando de ocultar mi llanto, levanté mi mirada y vi que era la chica que habían cambiado de aula a la mía – ¿Luciana, qué haces por acá? – dije sorprendida de verla

-      Te quería preguntar sobre el examen que tenemos regresando del recreo, pero saliste muy apurada y te vine siguiendo – sacó unas notas que tenía guardadas en su manga izquierda – Toma, son las respuestas – las tomé y ella no quitaba su vista de mis ojos – Últimamente te he visto muy triste

-      Gracias – las guarde en mi bolsillo – No es nada, dicen que la adolescencia es el peor momento para nosotros – sonreí y ella también – Vámonos de acá

Fuimos de regreso al aula, todavía era recreo pero no quería que alguien más estuviera en el único lugar donde puedo refugiarme.

Los días se me hacían eternos, me dolía juntarme con las chicas así que me apegue mucho a Luciana, varias veces mis amigas me reclamaban que ya nos les prestaba atención pero seguía en mi misma postura.

Ya estoy en el último año, Mica dejo de cursar, no supe el motivo y tampoco pude despedirme, eso aumento mi tristeza pensé que lo mejor era hablar con mis padres, contarles mi dudas con respecto a mi sexualidad, tal vez eso me ayudaría a estar mejor pero tengo miedo. Natalia me molesta mucho, siempre me trata de emo y se burla de mi tristeza aunque no sabe porque lo estoy, cree que es divertido y no se da cuenta que me está lastimando.

Faltaba poco para terminar las clases, ese día me propuse hablar con mi papas, volví de la escuela temprano, sabía que ellos no trabajaban ese día, entre a mi casa, mi madre estaba cocinando y mi padre mirando un partido de futbol, ayude con la comida, cerca de las dos de la tarde nos sentamos a la mesa

-      Chicas, después de comer su padre y yo vamos a salir – mi madre metió un bocado de comida en su boca – Volvemos tarde

-      Está bien mamá – Natalia sonrió

-      Tengo que hablar con ustedes antes de que se vayan – mis padres me miraron

-      Decinos ahora, porque después se nos va a hacer tarde – mi padre hablo muy calmado

-      Deje mis cubiertos en la mesa – Hace un tiempo quiero decirles esto pero no sabía cómo decírselos

-      Ya decilo – mi hermana interrumpió – Lo haces muy largo

-      Dejala hablar Natalia – la regaño mi madre

-      Creo que me gustan las mujeres – lo solté sin mas

-      Todos hicieron silencio hasta que mi hermana empezó a reírse – Que chiste malo

-      Natalia cerra tu puta boca – grite enojada

-      ¿Qué me estás diciendo Tamara? – mi papá me observaba serio

-      Lo que escuchaste – baje mi mirada – Me gustan las mujeres

-      No es para hablarlo así como un tema más – mi madre se levantó de la mesa – Mañana lo hablaremos

-      Pero decime algo – me levante y me puse frente a ella

-      No creo que quieras escucharme decirte algo – me respondió molesta

Mis padres se fueron a su cuarto y media hora más tarde salieron bien vestidos, ya no me dijeron más nada ninguno de los dos, se despidieron de Natalia y se fueron. Me sentí mal, sabía que era posible que se enojaran pero no creí que llegaran a ignorarme, me fui a mi cuarto a llorar.

No salí de mi cuarto hasta la noche, mi hermana miraba televisión

-      ¿Preparo algo de comer? – no me respondió – Te estoy hablando

-      Si, cocina algo – hablo sin dejar de mirar la novela, fui a la cocina y justo sonó el teléfono – Atende, no me pienso levantar

-      Fastidiada fui a responder – Hola

-      ¿Es la casa de la familia Martínez? – un hombre de voz gruesa hablaba del otro lado

-      Si, aquí es – me puse un poco nerviosa - ¿Quién es?

-      ¿Hay algún adulto con el que pueda hablar? – hablaba cuidando sus palabras

-      Mis padres salieron pero yo tengo 18 años – Natalia volteo a verme y vino a mi lado

-      Lamento informarle que sus padres tuvieron un accidente de tránsito – mi corazón latía muy rápido – Fallecieron

-      No es posible – las lágrimas salían sin control de mis ojos

-      ¿Qué paso? – Naty me miraba y esperaba que le explique pero no podía, me saco el teléfono - ¿Qué fue lo que dijo? – el hombre seguramente repitió esas espantosas palabras y mi hermana empezó a gritar y llorar desconsoladamente

-      Trate de recomponerme para pedir más información - ¿Dónde están?

-      En la morgue, tiene que venir a reconocer los cuerpos – caí de rodillas al piso y el teléfono cayo a mi lado

-      Es tu culpa – mi hermana me miraba con odio – Si vos no les hubieras dicho nada ellos no se hubieran ido mal y ahora estarían acá con nosotras

-      Sus palabras eran cuchillos clavándose por mi cuerpo – Lo siento – abrace sus piernas y ella me quito

-      Jamás voy a perdonarte esto – se fue corriendo a su cuarto

Me cambie, fui al cuarto de mis padres, mire su cama y mi llanto se salió de control, pensé que en ya no los vería acostados, ni podría abrazarlos mucho menos besarlos, me sentía culpable, agarre dinero de una cajita que ellos tenían y golpee la puerta del cuarto de mi hermana, solo grito que me fuera, que no quería verme nunca más, salí de mi casa y pare un taxi, le indique que me lleve a la morgue, el viaje se me hizo eterno, rogaba que al llegar me dijeran que era un error o que al ver los cuerpos no sean ellos, el conductor freno en la puerta de un edificio antiguo, me dijo que eran $80, le pague y entre con mucho miedo, había unas ventanillas en las que sola había una señora mayor con mala cara, me acerque a ella y le hable

-      Buenas noches – levanto la vista de unas hojas que leía – Me llamaron para decirme que tenía que reconocer los cuerpos de mis padres

-      Por el pasillo la última puerta a la derecha – respondió de mala gana, sin compadecerse de que era una adolescente la que le hablaba

Camine el largo pasillo, se sentía muy frio el lugar, al estar frente a la puerta golpee y un hombre de unos 50 años con un delantal de doctor abrió la puerta

-      ¿Apellido? – pregunto sin ni siquiera mirarme

-      Martínez – mis ojos se llenaron de lagrimas

-      Por aquí – me hizo pasar, el cuarto era más frio que el pasillo, una luz blanca muy fuerte alumbraba, había muchas camillas con cuerpos cubiertos con sábanas, se detuvo frente a unas camillas que estaban juntas - ¿Lista?

-      Asentí y el descubrió la cara de uno de los cuerpos, al verlo sentí mucho dolor en mi pecho – Es mi padre – destapo el cuerpo de al lado – Y mi madre – acaricie la cara fría y pálida de mi mamá

-      Lo siento mucho – tapo ambos cuerpos – En unos minutos le doy las pertenecías de los fallecidos

Salí de la habitación y me senté en unos bancos que había afuera, el hombre unos cinco minutos después me dio una bolsa negra, que contenía la ropa y artículos personales

-      La señora de la ventanilla le va hacer firmar unos papeles y el día de mañana pasara la funeraria a recoger los cuerpos – trato de ser suave pero sus palabras igualmente dolían

-      Entiendo – me puse de pie

Camine de nuevo hacia la ventanilla, me hicieron firmar varios papeles y luego regrese a mi casa, mi hermana seguía en su cuarto, no la escuchaba llorar, seguramente se había quedado dormida, agarre el teléfono y pensé en llamar a su casa, quería que estuviera conmigo pero sabía que su madre no la dejaría, llame a Luciana, le conté lo que había pasado, me dijo que al día siguiente iría al velatorio. Me fui a mi cama, sabía que no iba a poder dormir pero mi cuerpo necesitaba descansar.

Al día siguiente me levante temprano, mi hermana había llamado a unas tías y estaban en mi casa, me abrazaron y me consolaban, seguramente Natalia no les conto sobre lo que paso el día de ayer, pensé que ya había dejado de lado el enojo y fui a hablarle

-      Naty – me miro con asco – No me mires así, por favor

-      Alejate de mí vista – baje mi mirada – Cuando entierren a mamá y papá me voy a ir con las tías

-      ¿Me vas a dejar sola? – el corazón se me partió en dos

-      Sí, no puedo verte sin pensar que están muertos por tu culpa – me dijo sola ahí sentada

Vino el auto que nos llevaría al velorio, nos subimos y mis tías me preguntaban sobre como había sido el accidente, realmente no lo sabía, solo me dijeron que habían chocado contra un árbol. Cuando llegamos habían varios amigos de mis padres y en una esquina estaban Luciana, Mariela, Leticia y Jennifer, baje rápido del auto y me abrace a Jenny, era los más cerca a Sami que podía estar. Estuvieron conmigo todo el tiempo, no se fueron hasta al otro día en que los enterraron.

Al volver a casa trate de convencer a Natalia de que se quedara, que no me dejara sola pero sentía demasiado odio hacia mí, armo una valija con toda la ropa que le cabía y se fue junto con mis tías.

Al cerrar la puerta caí en la realidad, estaba sola, sin padres, sin hermana y muchos menos tenía a la chica que tanto amo.

Tuve que buscar un trabajo por las tardes, necesitaba dinero para poder mantenerme. Después de la escuela empecé a caminar por los locales que están cerca de mi casa y vi que en una librería solicitaban empleada, lo único que malo es que era para tiempo completo pero tenía que intentarlo, entre y un hombre de 60 años estaba parado frente al mostrador

-      Buenas tardes señor – el sonrió – Vengo por el empleo

-      ¿Tenes curriculum? – asentí y se lo entregue – Estas estudiando todavía por lo que veo

-      Sí, estoy cursando el último año – lo volvió a poner en el folder – Le voy a ser sincera – clavo sus ojos en mi – Acabo de perder a mis padres y necesito el empleo para poder vivir – un nudo se me hizo en la garganta y los ojos se me llenaron de lagrimas

-      Me miro apenado - ¿A qué hora salís de la escuela?

-      A las 2 pm podría estar aquí – por dentro rogué que aceptara

-      Está bien – sonreí – Entenderás que no puedo darte un sueldo como de jornada completa – asentí - $600 semanales

-      Si, está muy bien esa cantidad – el agarro la carpeta y la dejo bajo el mostrador - ¿Cuándo puedo empezar?

-      Mañana te espero a las 2 de la tarde

Me fui a mi casa, me quede un poco más tranquila, me senté a comer y tocaron el timbre, al abrir era el cartero, me entrego un sobre y se fue, me senté en el sillón, lo abrí y era una carta de mi hermana, al leerlo me dio más angustia de la que ya tenía, me decía que me fuera de la casa, que quería venderla y dividiríamos el monto que nos den, me sentía cada vez peor ¿Dónde me iría a vivir? Agarre el teléfono y la llame, le pedí que me dieran unas semanas en lo que buscaba un lugar donde quedarme, ella vivía con mis tías pero yo estaba sola, acepto solo darme diez días, no quise perder tiempo y ese mismo día empecé a buscar pensiones, todas eran muy caras, cobraban $500 a la semana, era muchísimo dinero contemplando que yo ganaría $600, seguí buscando, tenía que encontrar alguna pero no lo conseguí. Volví a mi casa, al otro día tenia clases y luego tenía que irme al trabajo.

El resto de la semana fue difícil, no tenía mucho tiempo y terminaba siempre durmiéndome tarde, por suerte el trabajo iba bien, no fue difícil adaptarme lo que me ayudo a estar más tranquila.

El domingo me levante y limpie la casa, tuve que guardar las cosas de mis padres en bolsas, desarme la cama y no pude evitar llorar, cuando termine comí una ensalada y luego fui a buscar un lugar donde quedarme, llegue hasta una pensión que quedaba lejos del trabajo y de la escuela pero cobraban poco, $200 semanales, entre y un muchacho alto, piel clara, el cabello muy corto un poco ondulado y rubio, ojos verdes, muy cuidado y bien vestido estaba en la recepción

-      Buenas tardes – lo mire y él no dejaba de sonreír - ¿Cómo tengo que hacer para que me den una habitación?

-      Hola – estiro la mano y la tome – Soy Pablo – salió de atrás del mostrador – sos muy jovencita para estar buscando un cuarto

-      Me encogí de hombros – A veces la vida es dura

-      ¿Qué pudo ser tan duro para mandarte a buscar un lugar como este? – pregunto curioso

-      No iba a responderle, se me hizo muy entrometido pero necesitaba un lugar en el único lugar barato que encontré – Murieron mis padres – abrió grandes sus ojos – Y mi hermana no quiere que viva más en la casa porque la va a vender

-      Lo siento mucho – me observaba con tristeza - ¿Tenes trabajo?

-      Sí, es de medio tiempo ya que estoy terminando la secundaria – negó con su cabeza – Si me ajusto puedo pagar un cuarto aquí

-      ¿Cuánto ganas? – pregunto apenado

-      $600 semanales – él se quedó pensativo - ¿Tenes cuartos disponibles?

-      Sí, claro – miro su celular y escribió algo – Te dejo un cuarto en $100

-      ¿En serio? – lo mire incrédula

-      Por supuesto – sonrió - ¿Cómo es tu nombre?

-      Tami

-      ¿Cuándo te mudas? Tengo una camioneta con la que puedo ayudarte – sin que se diera cuenta me pellizque, creía que estaba en un sueño

-      Necesito que sea hoy, se me cumple el plazo que me dio a mitad de semana pero se me complica por el trabajo

Llamo por teléfono a un tal Carlos, que luego me dijo que era su hermano, cuando llego nos subimos a su camioneta y fuimos por mis cosas, el me ayuda a subir mis pertenencias a su camioneta y en mi mochila guarde las fotos y unas prendas de mis papas para tenerlos siempre conmigo. Volvimos a la pensión, el cuarto que me dio era uno cercano a la recepción, me dijo que era uno de los más grandes, me ayudo a acomodarme y seguimos hablando sobre todo lo que me estaba pasando estos últimos años.

Los siguientes días fueron más tranquilos, ya tenía un lugar donde quedarme, un trabajo que en pocos meses seria de tiempo completo por lo cual ganaría más dinero y la escuela no iba excelente pero tenía todas las materia aprobadas, Pablo me ayudaba mucho y note que trataba de conquistarme, lo cual me daba un poco de risa y decidí contarle que me gustan las mujeres, él se desilusiono pero se rio de lo tonto que seguramente se había visto todos estos días, terminamos haciéndonos muy amigos y con el tiempo era como mi hermano.

Pasaron varios años, cuando termine la secundaria empecé a estudiar abogacía, pero tuve que abandonar mi carrera, tenía muy buenas notas y me faltaban pocas materias para recibirme pero no me alcanzaba el tiempo para estudiar. No supe más nada de Natalia y mis tías ya no me llamaban así que supuse que se enteraron de los que paso ese fatal día. Decidí rehacer mi vida, me saque de la cabeza a Samanta, ya no vi más a ninguna de las chicas, solo a Luciana que venía los fines de semana y a veces se quedaba a dormir. Le conté sobre mi sexualidad y ella empezó a ser un poco más coqueta, muchas veces me pedía que le hiciera masajes quedándose semidesnuda, un cuerpo precioso, ejercitado, su cabello es ondulado castaño claro pero siempre se lo plancha y lo mantiene lacio, piel pálida, ojos color café, de a poco empecé a sentir cosas por ella, no sé qué era, no se comparaba ni de cerca con lo que sentí por Sami pero causaba una revolución en mi cuerpo.

Un día me canse de su jueguito y pensé que lo mejor era decirle lo que me pasaba

-      Me gustas Luciana – ella se rio - ¿Por qué te reis?

-      ¿Es una broma? – negué – Que asco Tamara, me gustan los hombres, nunca jamás me acostaría con una mujer y mucho menos con vos – eso fue una puñalada en mi pecho – No quiero que te vuelvas a acercar a mí, no quiero volver a verte – se puso su abrigo y se fue

Me sentí muy mal, jamás me habían despreciado de esa manera, esto fue mucho para mí, aun no superaba lo de mis padres y esto me llevo directo a una horrible depresión.

Sami<<

Después de que mi madre me dio la noticia de que me cambiaria de escuela también me envió con mi abuelita a Rosario, contrato una profesora particular para que me empezara a dar clases antes de empezar el siguiente año. A finales de febrero volví a Buenos Aires, faltaba una semana para que iniciaran las clases en la nueva escuela.

Llego el día, una escuela de paga me esperaba, entre al aula y note que todas mis compañeras eran nenas de papá, recordé que yo al iniciar la secundaria era así y me deteste y automáticamente las odie a ellas también. Mire por toda el aula y agradecí de ver un banco solo, deje mi mochila en el asiento de al lado del que me senté como para que entiendan que no quiero que nadie lo ocupe. Trate de prestar atención pero no podía, recordaba cómo me divertía bromeando en el medio de las clases con mis amigas.

Fueron pasando los meses, decidí hacerle la vida imposible a mi madre y no darle el gusto de tener buenas calificación, aunque no soportaba a ninguna de mis compañeras empecé a ir a fiestas, llegaba tarde a mi casa y muchas veces llegaba hasta borracha, mi madre se ponía cada vez más dura conmigo pero no se salió con la suya.

Antes de mitad de año deje de cursar, le dije que no quería estudiar, ella me obligaba a ir pero yo no entraba a clases y terminaron expulsándome.

Cuando mis padres se enteraron se enojaron muchísimo y mi papá me obligo a trabajar un tiempo en su empresa, como recepcionista, me decía que quería que aprenda a ganarme el dinero y que ahí entendería que debía terminar a escuela.

Cuando cumplí 18 años había ahorrado tanto dinero que pude sacar a pagar mi primer auto, era un Chevrolet Aveo rojo, no era el que siempre quise pero por lo menos ya tenía un coche.

Una de las primeras cosas que hice al ser mayor de edad fue buscar a mi mejor amiga, un sábado después de salir de la empresa de mi papá maneje hasta su casa, estacione en la vereda del frente, me baje de mi auto, camine nerviosa hasta estar frente a su puerta y toque el timbre, un minuto después se abrió la puerta, era su mamá

-      ¿Samanta? – sonrió - ¿Cómo estas hermosa? – me hizo entrar y me abrazo – Te ves mucho más grande

-      Que gusto volver a verte Clau – ahora era yo quien la abrazaba

-      Mamá ¿Dónde están mis zapatos negros nuevos? – escuche la voz de Jenny y lentamente me di vuelta – Sami – se quedó parada al pie de la escalera y empezó a llorar

-      Te extrañe mucho hermanita – corrí a abrazarla

-      No sabes lo mucho que te necesite – me dio un beso en la mejilla - ¿Cómo te dejaron venir?

-      Ya soy mayor de edad, no puede prohibírmelo mi madre – sonio – Deje la escuela a mitad de cuarto año – me miro sorprendida – Tenemos mucho que hablar

-      Vayamos a almorzar, yo invito – me volvió a abrazar

Fuimos hasta el garaje, subimos a un Mini Cooper verde y ella manejo hasta un bonito restaurant, íbamos en silencio, creo que las dos estábamos muy emocionadas por reencontrarnos, al llegar nos sentamos en una de las mesas que estaban a un lado del ventanal y pedimos milanesa a la napolitana con papas fritas y cerveza

-      ¿Es tuyo el auto? – puse mi mano sobre la suya

-      Si, regalo de 18 años – sonreí – Me lo regalo mi papá, quería un Mercedes Benz pero para empezar está bien este

-      Yo me compre un Aveo, el que estaba frente a tu casa, el enganche me costó un año y medio de trabajo – nos reímos - ¿Cómo estuviste estos años?

-      Bien pero te necesite demasiado – respondió con tristeza – Tuve mi primera vez con un chico que ni siquiera me gustaba – se puso a llorar – Si hubieras estado eso no hubiera pasado porque antes me hubieras golpeado

-      Me reí – Yo todavía sigo siendo una niña inocente – ahora ella se reía - ¿Ves a las chicas?

-      Sigo viendo a Marie y Lety – se quedó en silencio y yo mire hacia el piso –Desde que terminaron las clases no la he vuelto a ver – la mire triste – Sus padres murieron – abrí grandes mis ojos – La paso muy mal, se quedó sola, su hermana la culpo por el accidente que tuvieron y no quiso saber más de ella

-      ¿Por qué la culpo? – no entendía nada de lo que me decía

-      Les conto sobre su sexualidad el mismo día en que chocaron, se fueron molestos y tuvieron el accidente – mi corazón latía fuertemente – Ella también te necesito muchísimo

-      ¿Sigue viviendo en el mismo lugar? - me puse de pie queriendo ir a buscarla pero Jenny me detuvo

-      Sentate Sami – lo hice – Se mudó, no sé a dónde, ni siquiera sé si está en la ciudad

-      Empecé a llorar – No trato de contactarme

-      Tu madre le dijo que no lo hiciera, el mismo día que tu mamá te saco de la escuela ella fue a tu casa – sentí mucho enojo hacia mi mamá

Almorzamos, seguimos poniéndome al tanto sobre nuestras vidas, luego volvimos a su casa por mi auto y yo volví a la mía. Al entrar cerré la puerta con fuerza, mi madre estaba sentada en la sala

-      ¿Te fue bien? – me pregunto sonriendo

-      Borra esa sonrisa falsa, me arruinaste la vida – la mire con mucho enojo y subí corriendo a mi cuarto

Los meses fueron pasando, empecé a salir de nuevo con mis antiguas amigas, las había extrañado demasiado pero me seguía faltando ella.

Cuando cumplí 20 años volví a ver a Cristian, me decía que nunca dejo de pensar en mí, que sabe que siempre voy a amar a Tami pero que le diera una oportunidad de hacerme feliz, dude muchísimo antes de decirle que sí, lo hice sufrir varios días.

Unos meses después de comenzar la relación fuimos al cine y luego me invito a su casa, empezó a ponerse cariñoso, más que de costumbre, me besaba y acariciaba, me llevo a su cama, me acostó y él se puso sobre mí, sentí su pene erecto y me puse un poco nerviosa pero a la vez subió el calor en mi cuerpo, lentamente y con suavidad me fue desnudando y también se quitó su ropa, beso mi cuello y al llegar a mis pechos se detuvo, me miro y dije que si con mi cabeza, con delicadeza lamio mis pezones, me dio un poco de cosquillas su barba que estaba creciendo, sentí como mi sexo latía y cada vez estaba más mojado, agarro un preservativo de su mesita de noche, se lo puso y lentamente me penetro, me dolía pero él fue muy cuidadoso y se detenía cada vez que me quejaba, una vez que ese dolor se transformó en placer empezó a moverse, lo sacaba un poco y volvía hacia adentro, no tarde mucho en alcanzar mi primer orgasmo, tuve tres antes de que el acabara, sacara su pene de mi interior, retiro el condón, lo tiro en un cesto de basura que hay a un lado de su cama y muy agitado se quedó acostado boca arriba, me abrace a él y en pocos minutos nos quedamos dormidos.

A mitad del siguiente año, justo dos meses después de mi cumpleaños retome mis estudios, deje el trabajo en la empresa de mi padre, él estaba muy feliz porque iba a terminar la escuela y me regalo un auto, no cualquiera, era un Audi nuevo del año color negro realmente hermoso.

Al empezar a cursar el último año de estudio me puse muy contenta de coincidir con Mica, nos hicimos muy amigas aunque siempre tuve la duda de si algo sentía por Tami.

Ya estábamos en diciembre, la escuela nos dio ese mes y el siguiente de vacaciones, ya que para julio del siguiente año por fin iba a tener mi título. Una noche Cristian me invito a cenar, era un restaurant muy hermoso pero ya no podía seguir con la relación, él me miraba con mucha ternura y no quise seguir con la mentira

-      Cris – me observo – Ya no puedo seguir saliendo con vos

-      Quedo impactado, quería hablar pero los nervios no lo dejaban, hasta que casi un minuto después lo logro - ¿Qué?

-      No te amo, no puedo seguir una relación sin amor – empezó a llorar – Sos un muy buen chico pero no es bueno tener una relación sin sentimientos

-      Yo si te amo – sentí tristeza - ¿Es por Tami?

-      Nunca la pude olvidar – sonrió sinceramente

-      Entiendo – metió su mano en el bolsillo de su saco – Voy a tener que vender este anillo – lo mire sorprendida – Quería que te cases conmigo

-      Cristian – agarre su mano – Mereces ser feliz y yo no puedo darte eso

-      Vos también lo mereces – me miro a los ojos – Deberías buscarla

-      No sé – suspire - ¿Puedo pedirte que me lleves a mi casa?

-      Asintió y pago la cuenta – Vamos

Manejo en silencio, al llegar a mi casa, volteo a verme

-      ¿Puedo darte un último beso? – asentí y me beso con mucha dulzura, fue un beso cortito – Sé muy feliz Sami

-      Vos también Cris – lo abrace y luego baje del auto

Me quede parada frente a su auto, me saludo con su mano y luego se fue.

Ya van tres meses desde que estoy sola, Jenny y las chicas me dijeron de ir a un bar, le comente que había ido con Cristian a uno muy bonito y dijeron que querían conocerlo, nos juntamos un rato en casa, cenamos y luego nos fuimos en el nuevo Mercedes que tanto quería mi amiga, regalo por recibirse de contadora.

Al llegar pedimos una mesa, pasaban muy buena música y a la tercer cerveza que nos trajeron vi a una chica que me parecía conocida, estaba sentada sola a cuatro mesas de distancia, me puse de pie, mi corazón latía muy rápido, mire a Jenny y le dije que volvía en un rato, camine a paso firme, cada paso confirmaba más mis dudas, cuando estuve a su lado su aroma invadió mi ser, la felicidad llego a mi cuerpo, acerque mi boca a su oído y le hable

-      Te veía de lejos y no sabía si eras o no vos así que decidí acercarme para confirmarlo – espere que voltee pero no lo hizo - Hola Tami…