Aprender a aprender

Gabriela lleva un encargo a una amiga de su familia para terminar follando con esa amiga y con su socia

APRENDER A APRENDER

Gabriela era una muchacha recién entrada en la veintena era una novata en muchas cosas, pero sexualmente era algo descarada, pero ante personas con una personalidad muy marcada o mucho carácter se mostraba tímida y cohibida. Eso sí, le gustaba exhibirse.

Un día de primavera en que la temperatura estaba por encima de lo normal. Le encargó su madre ir a casa de una amiga de la familia para entregarle una documentación para que le realizara una serie de inversiones. Cuando llegó a su casa allí la indicaron que estaba en su despacho en unos edificios de oficinas a las afueras de la ciudad. Cogió un autobús hasta llegar allí.

Traspasó la puerta del edificio. Preguntó por el despacho de Claudia. La indicaron que era el último piso. Ocupaba toda la planta. Llegó y en el antedespacho estaba la secretaría de Claudia y de su socia. El antedespacho estaba al comienzo de la planta. La secretaria la hizo pasar. Claudia estaba de espaldas a la puerta. La hizo sentarse en el sofá, en la zona que solía emplear para las visitas. Claudia recogió la documentación y fue a dejarla a la mesa de su despacho.

Gabriela, mientras tanto observó la mesa. Una pequeña estatua llamó su atención. Una figura animal de cintura para arriba y persona hacia abajo con dos grandes cuernos apoyado en una especie de trono y con un símbolo que reconocía. Se sobresaltó porque lo había visto antes pero no sabía situarlo. De repente se dio cuenta. Lo había visto hacía tiempo navegando por Internet.

Eso quería decir que Claudia estaba en ese mundo. Que le gustaba o algo similar. Claudia era de una edad entre su madre y su abuela. Lo que no se dio cuenta era que Claudia había observado su reacción y comentó.

¿Seguro que lo que estás pensando se aproxima en algo a la realidad y también se aleja mucho de esa misma realidad y para tu información sí, estoy en ese mundo y soy una de las que manda, te queda claro?

Sí, perdona. Solo admiraba la belleza de la estatua. Pero a ese comentario que, aunque creo que desafortunado, desde hace poco si que siento curiosidad por ese mundo. ---- respondió Gabriela.

No pretendí ser desagradable ni cortante, pero teniendo en cuenta lo cercana que soy a tu familia y lo que significa ese mundo te lo he hecho para que no pretendas ir más allá.

Pues por la confianza que precisamente esos lazos nos unen me encantaría que me iniciara y me ayudara a adentrarme en ese mundo---- respondió Gabriela.

¿Estás completa y absolutamente segura de lo que haces? De todas formas, no sabes el rol que tengo ni sé el tuyo. Siempre podrás echarte para atrás de todos modos.

Yo de iniciarme tiene que ser como sumisa porque es como me siento. Viendo la estatua interpreto que Usted es Ama.

Pues sí, soy Ama. De acuerdo, descubrirás este mundo conmigo. Descubrirás tus limites conmigo, pero, ante todo, de esto ni una palabra a nadie. Absolutamente a nadie o desapareceré para ti para siempre.

Claudia observaba a Gabriela ahora apoyando su culo en la mesa de su despacho. Cogió el teléfono y dio el día libre a su secretaria y llamó a su socia que estaba en el despacho contiguo.

Hay sorpresa, la hija de unos amigos ha sabido interpretar la estatua de la mesa y, por sorpresa, se ha entregado a mí para iniciarla como sumisa. Ven aquí, para que la conozcas.

No había pasado ni un minuto y tocaron en la puerta. Claudia dio permiso parar entrar y entró Elena. Claudia le indicó quien era. Elena obedecía a Claudia, pero era también Dominante. Las dos eran solteras. Elena tomó la palabra.

Bueno, entonces, al final parece que la chica quiere obedecer. Pues lo primero que debes hacer pequeña es quitarte la ropa para que veamos cómo eres.

Elena se acercó donde Claudia y se arrodilló al lado de sus pies.

Gabriela dudó, pero empezó a moverse. Soltó el cinturón del pantalón, luego el botón superior de dicho pantalón. Claudia la mandó parar, se acercó y mirándola a los ojos bajó la cremallera de sus pantalones. Seguidamente los abrió de golpe y de un tirón los bajó hasta medio muslo. Miró la expresión de Elena. Esta tenía la boca entreabierta, síntoma de su excitación. Claudia se retiró donde Elena y acarició su cabello. Gabriela se despojó de los pantalones. Luego de la blusa y el sujetador. Tenía dos pechos pequeños pero que desafiaban la ley de la gravedad rematados en dos pezones marrón oscuros. Luego se bajó el tanga y se quedó completamente desnuda. El pubis con un pequeño mechón oscuro en la parte de arriba del pubis.

Claudia no dijo nada solo con un movimiento firme levantó a Elena del suelo agarrándola del pelo hasta quedar de pies, Elena sabía lo que debía hacer. Vestía una blusa azul ceñida y que moldeaba su figura. Unos pantalones que sin ser ceñidos dibujaban unos muslos firmes y duros. Se despojó de toda la ropa. Era de tez algo morena. Ojos negros y labios carnosos. Tenía unos movimientos algo masculinos, pero era muy sexy. Claudia hizo ponerse a las dos chicas frente a frente separadas escasamente por un centímetro. La tensión sexual se palpaba en el ambiente. Las dos chicas estaban excitadas. Claudia tomó la palabra.

Ves lo sexy que es Elena, pues, aunque también Domina es mi sumisa. Cuando yo mando vosotras obedecéis, pero si alguna vez no queréis hacer algo os negáis y en paz, pero ese día igual cortamos la relación. Ahora tú que conoces donde vivo vete, te abrirá mi asistenta. Toma éste libro y déjalo en el hueco que hay en la biblioteca.

Gabriela se vistió. Bajó en el ascensor y se dirigió hacia la casa de Claudia. Le abrió la puerta la asistenta. Una mujer de rasgos duros y ademanes autoritarios. Caminó delante de ella hasta la biblioteca. Llevaba el libro en la mano. Allí la dejó la asistenta. Ella buscó con la mirada el hueco para el libro, por fin, lo vió. Colocó el libro en su sitio y empujó. De repente, oyó un clic y el armario se abrió ligeramente. Empujó y la biblioteca dio paso a otra habitación, oscura pero enorme. Entró y de repente, la luz se encendió. Al de unos segundos, un móvil que había en una de las mesas sonó. Gabriela lo vió y cogió la llamada.

¿Quién es?  ---- preguntó.

Soy tu Ama, soy Claudia. Si has cogido el teléfono es que estás en la entrada de mi mazmorra. Debajo de la mesa donde has cogido el teléfono hay una nevera con una botella de litro y medio de agua. Vete bebiendo de ella sorbo a sorbo, pero antes desnúdate. Vendrá la asistenta ahora y le darás la ropa a ella. Ella te dará una instrucción y deberás cumplirla.

Gabriela colgó la llamada y se quitó toda la ropa. Estaba doblándola cuando llegó la asistenta. Esta ordenó:

Dame la botella de agua y pon las manos en la mesa dándome la espalda--- ordenó.

Sin que se diera cuenta echó un poco de laxante en la botella. Luego se puso un guante de látex haciendo que la chica escuchase el sonido. Gabriela sintió como la asistenta la penetraba con el dedo enguantado. Luego la hizo darse la vuelta y que se sentase en una silla y echara la cabeza hacia atrás abriendo la boca. La asistenta echó el litro y medio de agua en su boca con total rapidez. Cuando el agua se terminó cerró su boca. Desde su despacho Claudia observaba la escena mientras Elena de rodillas lamía su sexo.

Zorra, vístete que tenemos que llegar a tiempo--- Ordenó Claudia.

Elena se vistió con rapidez, bajaron y se montaron en el coche de Claudia. Condujo hasta su casa. Allí bajaron las dos mujeres y caminaron hasta la biblioteca. Cuando llegaron todavía su asistenta estaba con la chica sentada con la boca cerrada. De repente, la chica sintió los primeros retortijones. La dejaron ir a los vestuarios y ordenaron que fuera a uno de los baños en que para evacuar tuvo que ponerse en cuclillas sobre un agujero abierto en el suelo. Allí tuvo que vaciarse entera mientras la asistenta y las otras dos mujeres observaban.

Ella se moría de vergüenza. Luego la asistenta le hizo ducharse con agua helada. Cuando terminó hizo que repitiera, pero con agua templada. Los pinchazos que empezó a sentir se extendieron por todo su cuerpo, pero a la vez le embargó una sensación de placer. Luego Elena que se había vuelto a desnudar le colocó un cubo sujeto a su coño con unas pinzas.

Volvieron a darla de beber. Sorbo a sorbo, poco a poco. Cuando se terminó la botella, Claudia que había cogido una barra que daba descargas al contacto iba aplicando pequeñas descargas que hacían que Gabriela se moviera. Tocó los dos pezones, su ano, su sexo. Con cada contacto, a Gabriela le costaba mantener sus músculos tensos y no orinarse encima después de otro litro y medio. El primero ya lo había expulsado. De repente, cuando le tocó con la barra en el ombligo no pudo contenerse y a un chorro de orina siguieron varios más y orinó en el cubo. ¿Consecuencias? El cubo lleno, más peso y por tanto le costaba aguantar. Elena que observaba desnuda y divertida le quitó el cubo y lo dejó a un lado. Claudia hizo una señal. La asistenta se retiró y Elena se acercó y besó en la boca a Gabriela y la condujo a las duchas donde se arrodilló con ella besándose apasionadamente. Claudia se acercó con el cubo lleno de orina y lo vertió sobre la cabeza de las dos sumisas. Las dos mujeres sorprendidas, luego rieron divertidas.

Elena levantó a Gabriela y se ducharon juntas. Cuando terminaron observaron como en una butaca con el respaldo reclinado esperaba Claudia con un strapon colocado y Elena hizo que Gabriela se sentara encima y se penetrara con él. Luego cuando Gabriela comenzaba a cabalgarlo Elena se acercó por detrás con otro strapon y la sodomizó. Gabriela estaba disfrutando. La asistenta se acercó por detrás de Elena y fue azotándola haciendo que esta adecuase el ritmo de sus embestidas al culo de Gabriela con los azotes. Los strapones tenían un doble dildo que penetraba en las vaginas de las poseedoras de semejante artilugio.  Gabriela no pudo contenerse y tuvo un gran orgasmo emitiendo un gran chillido. Luego Elena que entre los azotes y las embestidas estaba a mil se corrió cogiendo de los pechos a Gabriela y clavando los dedos casi como garras. Por último, Claudia tuvo el suyo de manera relajada.

Luego las tres mujeres mientras la asistenta se retiraba, se ducharon y se prepararon para un fin de semana de BDSM y lujuria.

Este relato es imaginario, pero me encantaría leer vuestras opiniones. Podéis hacerlo a:

Picante100@hotmail.com