Aposté mi sexo en Las Vegas.

La historia de mi amiga Monique de Las Vegas. Como un simple niño se convirtió en toda una profesional en el sexo debido a su mala suerte en las apuestas.

¡Hola! Mi nombre es Monique y soy de la capital mundial del entretenimiento: Las Vegas, Nevada. Mi papá es mexicano y mi mamá panameña, ellos se conocieron aquí en Las Vegas cuando trabajan para mantenimiento y limpieza respectivamente del gran hotel Luxor. Tuve el privilegio de nacer aquí, al igual que muchas otras niñas y niños de immigrantes de todas partes del mundo que vienen a trabajar en la industria turística de la ciudad.

Dios me dio una hermosa piel color caramelo y ojos de color verde, mi cabello es castaño obscuro y muy ondulado, además soy algo alta (1.75mts), creo que parte de esto fue porque mi papá es de las partes del norte de México, donde la gente es rubia, de ojos claros y alta, y mi mamá es afropanameña de la bellísma ciudad de Colón. Crecí como cualquier otro niño en Las Vegas, viendo y admirando a los casinos, hoteles, espectáculos, y todo lo relacionado al "entretenimiento" y "disfrute" para los demás como algo común y corriente. Hay como una cultura muy impregnada en la mentalidad de la gente, de que nosotros tenemos que trabajar duro para que los demás se diviertan mucho, o dicho en otras palabras, nosotros estamos aquí para que la gente disfrute a nuestras expensas y tenemos que esforzarnos al máximo para conseguirlo.

Mis papás no ganaban mucho dinero así que vivíamos en unos modestos apartamentos o pisos, no muy lejos del Strip (principal boulevard de Las Vegas donde estan la mayoría de los casinos ubicados), éstos apartamentos eran parte de un complejo o vecindad de muchos pequeños edificios de viviendas. Allí cientos de familias de immigrantes viven, así como también algunas prostitutas, strippers, y gente dedicada al sex industry (industria del sexo). Como mis papás siempre trabajaban y al no tener familia en la ciudad, algunas veces les pedían a alguna vecina amiga de mi mamá que me cuidara por un rato mientras llegaba de trabajar.

Yo tenía siete años cuando, en una de esas veces que me tenía que cuidar alguien, mi mamá le pidió ayuda a una vecina, ella era nueva en los edificios y se llamaba Rubí. Aunque yo era muy chico, sabía distinguir disntinguir muy bien entre una mujer bella y una no tan bonita, pero en el caso de Rubí, ella era toda una preciosidad, un ángel diría yo. Ella era de Argentina, piel blanca, cabello negro y largo, ojos claros, delgada, y con un bellísimo cuerpo, no era muy alta, quizás media 1.68mts. Rubí tendría apenas unos 19 o 20 años cuando la conocí. Siempre muy linda y tierna, era como dije una hermosura de mujer y de inmediato mi mamá y ella se hicieron amigas. Rubí, era la excepción a muchos otros que vivíamos ahí, pues ella vivía sola en un muy lindo apartamento. La mayoría de las mujeres solas o con hijos que conocía vivían con alguien, por eso se me hizo extraño ver a Rubí viviendo sola. Rubí y yo nos hicimos buenos amigos, ella me cuidaba y me protegía mucho. Jugábamos, cocinábamos y también veíamos las caricaturas juntos siempre que mi mamá me dejaba con ella. Rubí usualmente estaba en su casa, rara vez no se encontraba allí. Así que se convirtió en mi amiga y niñera favorita.

Un día regresé un poco temprano de la escuela, mis papás no estaban en la casa, así que me dispusé a ir a ver a mi mejor amiga Rubí, al llegar a su piso, noté que las cortinas estaban cerradas, se me hizo extraño pero aún así toqué la puerta. No hubo respuesta alguna, así que comencé a gritar: "¡Rubí, Rubí ¿dónde estás?!" aunque aún sin contestación alguna. Me sentí algo desconcertado, ya que ella siempre estaba en su casa. En ese momento pensé: "A lo mejor está haciendo compras o fue a ver a alguien, la voy a esperar aquí hasta que llegue" e inmediatamente recordé que Rubí me había enseñado donde guardaba una llave de repuesto, por si acaso se quedaba afuera. Estaba escondida debajo de unas piedras en el jardín, la tomé y abrí la puerta para esperar a mi amiga dentro de su apartamento.

Estaba todo muy obscuro, no se veía casi nada, lo cual es extraño para el tremendo sol que hay en el desierto de Las Vegas, aún así me metí y me senté en la sala. Estaba a punto de encender el TV cuando escuché algunos ruidos viniendo de la recámara de Rubí, me pregunté si a lo mejor ella estaba dormida y por eso no me escuchaba. Sigilosamente me fui acercando a su cuarto, entré a ver, pero no había nadie. "¡Que raro! juraría que escuché unos ruidos saliendo de aquí," pensé. Luego, escuché la risa de Rubí, ella estaba en el baño, "Por eso no me escuchaba, se estaba bañando..." me dije a mi misma. Entonces se me ocurrió sorprenderla, así que me escondí en el closet entre sus ropas, dejando las puertitas entreabiertas para ver cuando ella entrara y así asustarla de repente (era uno de esos closets con puertas corredizas y rendijas), me escondí muy bien y me ubiqué de tal forma que pudiera ver todo bien.

Sin embargo, la sopresa fue para mí. Primero salió un hombre del baño, estaba completamente desnudo y mojado, él era del mismo color de piel de ella, pero su cabello era rubio, y era algo alto, se veía que había hecho ejercicio porque se veía musculoso, se acostó en la cama y se comenzó a agarrar su pene. Luego, en un instante salió Rubí, usando solamente ropa interior blanca, casi transparente, no me había dado cuenta pero en ese momento vi que ella tenía un cuerpo perfecto. Traía el pelo mojado y suelto, pudé ver sus hermosos pechos redondos y grandes asomándose por ese brassiere blanco de encaje, así como pudé ver su abdomen plano y ligeramente marcado por el ejercicio. Su cinturita delgada y delicada,  sus brazos delgados y bellos cual piel de seda, sus manos bien arregladas y femeninas, sus piernas largas, torneadas y gruesas, usando solamente zapatos de tacón negros muy altos. También pudé ver sus pompitas, paraditas, muy bonitas y redondondas, se podía ver muy bien a través de la tanguita blanca de encaje que traía puesta.

Rubí comenzó a bailarle a ese hombre quien no paraba de agarrarse su pene. Con movimientos muy sensuales, mostrando sus bellas piernas y acariciándose con sus manos, se veía que tenía mucha práctica en eso. En unos instantes después Rubí se quitó el brassiere, dejando desnudos a sus bellos pechos, "¡Wow, son enormes!" pensé yo mientras miraba todo el show de mi amiga. Rubí siguió con su baile, ahora tocándose más los pechos y mojándose con saliva sus pequeños y rozados pezones. El hombre en ese momento estaba ya a mil, cada vez lo veía frotarse su pene, cual ya estaba erecto, más rápido. Por mi parte no tenía ningun tipo de reacción, solo observaba por curiosidad, pero no sentí nada extraño o especial en mi cuerpo. Después de unos minutos, Rubí empezó a juguetar con su tanga, como que se la quitaba, y como que no se la quitaba, todo esto mientras seguía bailando y acariciándose. De repente de un jalón Rubí se quitó su tanga, estaba de espaldas a mí, así que vi sus pompitas completamente desnudas.

En eso se quedó un tiempo de frente al hombre, quien ante el último movimiento de Rubí noté que se excitó más y se agarraba con mas fuerza su pene. Rubí comenzó a ser unos movimientos algo extraños para mí, pero yo no veia bien que es lo que hacía, pues seguía a espaldas de mí, parecía estar tocándose por delante, pero de una forma extraña para una mujer. De repente el hombre gimió y grito, como si le doliera algo (eso fue lo que pensé pero en realidad estaba teniendo una eyaculación). Rubí le preguntó si le había gustado, a lo que el dijo que sí, y se levantó y se metió al baño. Yo miraba todo lo que pasaba atentamente desde el closet al no saber que es lo que estaba pasando. De un momento a otro Rubí volteó con dirección al closet, y mis ojos casi se salieron al ver que la pequeña y bella Rubí tenía un gran pene, no cualquier pene, sino un enorme y gigantesco pene, estaba todo erecto y casi apuntando hacia mí (como si supiera donde estaba yo). Yo estaba aún más confundida y desconcertada, "¿Por qué Rubí siendo mujer tenía un pene? ¿Cómo una mujer tan linda y tierna podía tener una monstruosidad de pene así?" miles de preguntas atiborraron mi mente en un segundo, Rubí se fue acercando cada vez más al closet dándome una mejor vista de todo su cuerpo de mujer y su gran pene. "Claramente me ha visto", pensé yo al momento que estaba a punto de llagar al closet, pero me escondí aún más dentro. Rubí abrió el closet, y yo estaba a punto de salir de mi escondite sabiendo que ella me había descubierto, cuando ella solo agarró una bata larga, la sacó, se la pusó y cerró las puertitas. Cuando me asomé de nuevo me di cuenta que ella se había metido otra vez al baño, así que salí de mi escondite, y de inmediato me dirigí a mi casa con una cabeza llena de confusión.

Claro que no le dije nada a mi mamá, pues creí que me regañaría por meterme en casas ajenas sin permiso. Así que a pesar de estar muy confundido no dije ni pregunté nada de lo sucedido. Yo ya no quería ir con Rubí como antes, ya no me sentía con tanta confianza. Rubí notó que algo extraño pasaba en mí, pero rehusaba hablar con ella o decirle algo. Así fue por un tiempo. Después de unos días, una nueva familia se mudó a los apartamentos. Era una familia de una madre soltera y su hijo. El muchacho, Kevin, era mayor que yo, el tenía diez años, tres años más grande que yo. Pronto él se convirtió en mi mejor amigo, de modo que ya no tenía que ir con Rubí, jugábamos juntos, me quedaba en su casa, y hacíamos travesuras juntos. La mamá de Kevin pocas veces se encontraba en casa porque trabajaba dos turnos en los casinos, mientras que Kevin y yo nos la pasábamos la mayor parte del tiempo solos en su apartamento. Una vecina iba de vez en cuando a ver si estábamos bien.

Un día regresando de la escuela, Kevin me preguntó:

-"¿Quieres ver algo verdaderamente sorprendente?"

-"¿De qué se trata?" le instigué curiosamente.

-"Ven vamos a mi habitación para que lo veas" continuó con una sonrisa malévola.

Y así fuimos a su recámara, donde abriendo su saco de libros de la escuela, fue sacando cosa por cosa, hasta que encontró un libro grueso, lo sujetó con su mano poniéndolo boca abajo y abriendo su páginas rápidamente hasta que de repente cayó una revista de entre las hojas del libro.

-"Me gané esta revista en una apuesta que le hice a chico de la escuela" me contaba Kevin mientras que con morbo y malicia no despega sus ojos de la revista. Me invitó a ponerme a su lado para verla junto con él. Era una revista Playboy . Había muchas mujeres hermosas, con cuerpos maravillosos, caras de ángel, de repente me acordé de Rubí, pues bien parecía como cualquiera de ellas, pensé que a lo mejor en esa revista habría mujeres como ella. Kevin y yo veíamos y estudiábamos esa revista atentamente, viendo aquellos cuerpos de ensueño. Iba a preguntarle de por qué no había mujeres con pene, pero no dije nada. Pensé que a lo mejor era algo común en las mujeres bellas como Rubí y las de la revista. Después entendí que no era así en revistas "normales" como esas.

Después de saciar nuestro morbo de niños, le pregunté a Kevin qué es lo que había apostado y cómo es que había ganado.

-"¿No sabes jugar a las cartas (baraja)?" me dijo el extrañadamente.

-"No, no sé" le contesté.

-"¿Eres de Las Vegas y aún no sabe jugar póker? Eso sí que es extraño" comentó Kevin, pero luego agregó, "No te preocupes yo te enseñaré."

Y en ese momento sacó un juego de póker y comenzó a enseñarme los principios básicos del juego. También me enseñó el blackjack o 21. Éste último me gustó más y lo empezamos a jugar más seguido.

Kevin era un gran jugador. No pasaron ni dos días cuando sugirió que debíamos de empezar a apostar. Al principio apostábamos monedas de "penny" o de 1 centavo, luego fuimos subiedo la cantidad hasta llegar a billetes de 5 y 10 dólares, no tardó mucho tiempo sin que me quedará sin nada de ahorros y del dinero que me daban mis padres. Mi mamá me regaño bastante cuando supó que perdía mi dinero en apostarle a Kevin, sin embargo, no estaba enojada porque aprendiera a jugar al blackjack. Me dijo mi madre: "Deberías de empezar a apostar otra cosa que no sea dinero, así puedes practicar más sin perder tu dinero" Y así fue como al siguiente día le dije a Kevin que no tenía más dinero pero como quería seguir jugando estaría dispuesto a apostar otras cosas. Kevin estuvo de acuerdo y dijo que pensaría en algo. ¡Y vaya que sé le ocurrió algo!

Un día llegado de la escuela Kevin, estando extremadamente emocionado, me pidió algo para seguir jugando con él...

-"Quiero que te metas a casa de Rubí, la vecina amiga tuya, y que me traigas ropa interior de ella, brassiere, pantaleta, ligueros... lo más sexy que encuentres..." me dijo en tono exigente.

-"Ya no es mi amiga" le contesté inmediatamente.

-"No me importa, esa mujer es super sexy y quiero prendas de ella" me siguió insistiendo.

-"Quieres que le robe ropa a Rubí, y quieres que usé las prendas para nuestra apuesta, ¿eso es lo que quieres?" le cuestioné tristemente indignado.

Y después de una acalorada discusión, consentí en ir por la prendas, secretamente entré al piso/departamento de Rubí con la llave escondida que ella tenía, y tomé unas tres o cuatro prendas pues no quería que ella notara la ausencia de éstas. Me fui dejando todo como si nunca hubiera entrado nadie.

Teniendo las prendas en mi poder aposté a Kevin. Creo que eso del blackjack ya se me estaba haciendo una adicción, al principio me estaba yendo muy bien, pero al final perdí como siempre y para desgracia perdí todas las prendas de Rubí. Déjandome ahora sin nada que poder apostar. Yo ya no quizé seguir jugando, esto era demasiado, cómo podría ser posible que perdería todo todo el tiempo. Kevin, al ver mi frustación, sugirió que podríamos jugar apostando otras cosas. Yo le dije que ya no quería jugar que estaba fastidiado de perder todo el tiempo. Así que me fui.

Pasaron algunos días y la adicción al juego me carcomía los huesos. Ya que no podía jugar con nadie más me resultaba muy difícil poder controlarme. Al ser menor de edad nadie quería jugar conmigo. Finalmente,  Kevin y yo nos encontramos caminando hacia los departamentos: "¿Aún no quieres jugar?" me preguntó. Y yo con unas ganas de explotar le dije, "Tú sabes que sí, pero que no tengo más con qué apostar." Kevin replicó diciendo que tendría otras ideas de cómo apostar y que solo fuera a su cuarto en la tarde. Consentí en ir y me dispusé a ir en la tarde.

Llegando a dónde él y sus papás vivían, me invitó a pasar y de inmediato pasamos a su cuarto. Su mamá estaba dormida en el cuarto contiguo ya que había trabajado en el casino desde muy temprano en la madrugada. Nos encerramos en su cuarto y Kevin me contó su nueva brillante idea para que siguiera apostando. "Bien, como ya no tienes dinero, ropa, ni nada más que apostar, por qué no jugamos estilo strip póker" sugirió muy efusivamente Kevin. "¿Qué es eso?" le pregunté inocentemente. "Básicamente, vas perdiendo y te vas quitando la ropa," concluyó Kevin. "Ah, eso es sumamente sencillo," le dije yo, no pensando en nada malo. Pero la apuesta no quedaba allí. Kevin continuó diciendo, "Pero si quieres jugar conmigo vas a tener que quitarte una prenda tuya y ponerte una de Rubí..." dijo Kevin muy convencido de lo que quería. Me quedé pensando por un tiempo tratando de decidir si debería o no aceptar la apuesta. Pensé que eso era solo una forma de ridiculizarme para hacerme ver como niña. "¿Y si tú pierdes tú también te vestirás con la ropa de Rubí?" le inquirí para ver si no se trataba de una trampa o burla. "Claro que sí..." contestó él. "Ok, le dije pero sería mejor que primero perdieras toda tu ropa y luego que te pongas la ropita de Rubí, así hay más oportunidades de apostar" sugerí yo pensando solamente en el vicio del juego. "Me parece perfecto, así lo haremos" Kevin asintió.

El vicio del juego terminó y aquella fue la primera de varias tardes donde perdiendo me desvestía poco a poco por completo frente a Kevin y pieza por pieza me probaba una y otra de las más sexys prendas de Rubí. Los sentía tan suaves en mi piel, el encaje, la tela, los colores, tanguitas, braguitas, bras, todo muy lindo, que poco a poco llegaron a ser parte de mí. Creo que ante la distracción de verme con ropa de Rubí, Kevin se distraía y perdía, pero en lugar de quitarse la ropa, le fui ganando de vuelta la ropa que había perdido de Rubí. Luego, no tuvo más remedio que empezar a desvestirse. Así seguimos por unos días más, luego llegaron las vacaciones de la escuela y no vi a Kevin por unas semanas.

Al término de las vacaciones, Kevin venía más energizado que nunca. Me dijo que quería seguir apostando y adicionar más cosas. Yo estuve de acuerdo, y le pregunté qué cosas quería adicionar. Kevin luego me invitó a pasar a su cuarto, mientras su mamá como la mayoría de las veces estaba fuera trabajando. Me enseñó donde estaba la ropa de su mamá, una colección de ropa interior, faldas, vestidos, pantalones, maquillaje, accesorios y un sinúmero de cosas. La idea era ahora que seguiríamos apostando, pero ahora si yo perdía, Kevin escogería algo que debería de ponerme de todo lo que esta ahí y si él perdía el me regresaría parte del dinero que había perdido al principio. Asentí, seguro de qué él ahora perdería.

En esos días, la mamá de Kevin habló con mi mamá para ver si era posible que Kevin se quedará a dormir conmigo algunas noches. Ella tenía ahora un nuevo horario y tenía que trabajar la mayoría de las noches entre semana. A Kevin y a mí nos gusto la idea porque así nos daría oportunidad de jugar y apostar más. Además que estaríamos en mi cuarto sin que nadie nos molestara. Decidimos poner en práctica lo último que acordamos y empezamos a apostar.Quiero confesar que para este punto ya le había agarrado un aprecio muy especial a la ropa de mujer, a pesar de que al principio lo veía como algo para hacerme burla, ahora lo sentía como parte de algo que me gustaba hacer. Llego el punto en que yo ya estaba todo vestido con sexy ropa interior de encaje, y Kevin todo desnudo. En ese momento, con las últimas cartas en la mano, y en el furor del juego y las apuestas, decidimos hacer un doble o nada. Kevin propusó que si él perdía me regresaría el doble del dinero que había perdido, y me pidió que yo propusiera algo de igual magnitud si yo perdía. Sugerí varias cosas pero ninguna le parecía aceptable. En ese momento, recordé aquel baile sexy que Rubí le hizo a aquél hombre en la cama, de como se movía y como lo hipnotizó con sus movimiento de cadera y curvas fantásicas. Ya que todo este tiempo me había puesto ropa de ella, y ahora tenía aún más, le propusé que si yo perdía le mostraría algo que disfrutaría toda la vida. Mas no le dije todavía que sería.

Como era de esperarse en este tipo de situaciones... perdí y lo perdí todo. Le dije que le pagaría pero no en esa noche, sino al día siguiente. Que yo estaría listo para darle lo que disfrutaría por el resto de su vida. Kevin con ansias de ver que sería, aceptó el trato y espero un día. Le dije que me buscará en la noche en el departamento de Rubí. Al día siguiente fue a ver a mi antigua amiga y vecina Rubí. Ella me recibió con mucho gusto siendo que desde hacia meses que no hablabamos. Le dije que necesitaba su ayuda y le expliqué la situación. Ella se negó rotundamente. Le comencé a rogar, pero seguía sin ceder. Fue hasta que la amencé diciéndole que le contaría a todo el mundo que ella era en realidad hombre y que haría que quedará mal con los vecinos y la gente que vivía ahí, cuando al final cedió en ayudarme.

Fue cuando me enseñó algunas clases de baile erótico, de cómo seducir a un hombre con la mirada, con el cuerpo, con movimiento atrevidos y sexys, y con el simple caminar y hablar. También me enseñó un poco de cómo vestirme. al casi llegar la hora, me arregló un poco mi cabello, me ayudó a conseguir ropita sexy, a usar maquillaje sútil y a estar lista para darle el momento de su vida a Kevin.

Llegada la hora, Kevin tocó la puerta del departamento de Rubí. Yo le grité desde adentro diciendo que pasará. Habiendo el entrado, le dije desde el baño, que se quitara toda la ropa y que se acostara en la cama. Al estar el listo, pusé algo de música suave, y salí del baño usando solo un bikini color azul. Mi cabello parecía de niña con una linda diadema de color azul también, mi carita ligeramente maquillada. Rubí me había ayudado a conseguir unos zapatitos de tacón alto, y me había rellenado un poco el top del bikini. También me oculte mi pequeño pene dentro de la tanga del bikini. Al verme, Kevin se pusó a mil y noté como se excitó de inmediato. Le comencé a bailar sexy al ritmo de la música tal cual Rubí me enseñó. Kevin se comenzó a tocar, cosa que no había visto antes en todas las apuestas que habíamos tenido. Veía como se erectaba, pero nunca había visto que se tocara. Segui bailando mi danza sensual, cuando en unos instantes Kevin explotó al poco de verme bailar dejando parte de la cama manchada de semen. Kevin se levantó y tomando un pañuelo desechable, que estaban en la mesa de a lado, se limpió, me dio las gracias por el show que le había dado y me dio todo el dinero más el doble de lo que había yo perdido. Y se fue.

Yo regresé al baño, me cambié de nuevo a niño, Rubí llegó más tarde y me preguntó que había pasado. Le conté, y me dijo que tenía talento para esto y que debería de dedicarme a esto cuando fuera grande. Rubí, habló como adivina, pues aquel fue el primero de muchos otros bailes que le hice a Kevin, quién ya no quería más apostar sino solo verme bailar. Pasando el tiempo, Kevin empezó a invitar a unos amigos, algunos de su edad, algunos más grandes que él. Yo bailaba para todos ellos, con ayuda de Rubí y sus consejos, quién pensó que como todos éramos menores de edad, ella no tendría problemas con la ley. Comencé a ganar buen dinero, y Rubí me ayudaba a comprar mejor ropa. Luego sugirió que debería de aprender a cantar o a hablar más como mujer, y así lo hice. Pasaron algunos años, Rubí se cambió de donde vivía al igual que Kevin. Nueva gente se mudó a los edificios. Y yo por supuesto seguí practicando y perfeccionando mi arte en secreto.

A mis doce años, yo ya era un experto en el baile erótico, mi voz estaba ya muy feminizada, sabía como caminar sexy y satisfacer a un chico con movimientos sensuales. Fue hasta esa edad que tuve una revelación. Estando en el gym de la escuela estaban unos compañeros más grandes que yo, creo que tendrían entre quince y dieciseis años. Uno de ellos, me habló y me dijo si quería ver algo, me acerqué y me enseñó una revista porno. Como hacía tiempo que yo no bailaba sexy para nadie, le pregunté que si le gustaría ver algo muy sexy y excitante, por algo de dinero. De inmediato respondió que sí. Así que quedamos que al día siguiente en uno de los salones de la escuela después de clase vería algo que le gustaría mucho. Al día siguiente me llevé algo de mi ropita sexy, maquillaje, accesorios, zapatos de tacón y cositas lindas. Entrando el muchacho al salón solo, lo comencé a seducir con la mirada, y con mis movimientos sexys, pero antes de que me pusiera a bailar, se bajó el pantalón dejando ver su gran y erecto pene pidiéndome que se la chupara. "¿Cómo? ¿Por qué hacer esto?" pensé yo en mi inocencia. Aquél chico quién creía que yo era una niña más de la escuela, al no adivinar que era el mismo chico que le propusó el trato, me siguió insistiendo. Yo le dije con mi voz femenina que no sabía hacerlo, puesto que nunca lo había hecho antes. "Sólo híncate y abre tu boquita de niña" me pidió tranquilamente. Y así lo hice, y al momento que su pene toco mi pequeña boquita, algo pasó en mi interior, no solamente me gustó tenerlo ahí, sino que sentí que era algo que debía hacer, sentí como que era mi naturaleza llámandome. El chico se movió rápido en mi boca y terminó rápido haciéndome tragar toda su lechita. Al terminar me dejó algo de dinero y se fue.

"¡Wow!" me dije a mi misma. "Todos estos años vistiéndome de niña, bailando sexy, y hasta ahora me doy cuenta. Yo debo de ser una mujer, sí, eso es lo que debo ser ahora en delante." Ese momento fue un completo abrir de ojos para mí. Lo que hizo el chico fue menos que nada, pero el solo sentir su órgano grande y carnoso, y su líquido caliente y jugoso salir de él me hizo reflexionar en mi vida. Inmediatamente busqué ayuda al respecto. Encontré a otras chicas transexuales en mi edificio quienes me orientaron en mis primeros pasos. Me consiguieron hormonas, y me dijeron que fuera ahorrando dinero para una operación de busto, y que como había comenzado desde chica probablemente en unos años sería ya toda una chica super femenina. Y así fue. Al momento que mis papás se dieron cuenta, cuatros años después, ya era demasiado tarde. Se enojaron mucho conmigo, pero ya no había marcha atrás. Mi cuerpo ya había estado consumiendo hormonas todos esos años, y ya había desarrollado algo de busto, caderas, mi piel estaba suave y tersa. Después de varios meses de shock tuvieron que aceptar mi decisión y seguir con nuestras vidas. En todo ese tiempo daba shows privados a chicos de mi edad y un poco mayores que yo. Me convertí en una experta en sexo oral por lo cual me pagaban muy bien. Conseguía vestidos cada vez más sexys y atrevidos y mis clientes poco a poco pagando más por mis servicios. Al cumplir mis dieciocho años me sentí realmente liberada. Pues ahora si podía tener acceso a gente de mucho más dinero que buscaba jóvenes bellas como yo. Me operé el busto aumentándome varias tallas a mis pequeños y redonditos senos, cuales quedaron grandes y sabrosos, pero no tan gigantes para desproporcionar mi delgado, alto y bien formado cuerpo. Me recomendaron no quitarme el pene, pues no había muchas chicas como yo tan sexys y femeninas con pene. Ese sería uno de mis principales atractivos en la cama. Mientras que mientras haga shows y sexo oral podía pasar por una mujer completa sin necesidad de mostrar mi pequeño amigo. Fue una época de mucha acción, viajes y diversión. Aunque también tuve muchos problemas y decepciones. Trabajé en muchos casinos, hoteles, restaurantes y bares en Las Vegas, haciéndo todo tipo de cosas, desde shows en el Excalibur y el Flamingo, hasta ser mesera VIP en el Casino Hooters.

Hace algunos años conocí a un chico lindo y ahora vivo con él. Ya no sigo haciendo shows como antes, porque mi novio no me deja, pero sigo trabajando en casinos. Actualmente tengo 25 años de edad y trabajo en el Paris Las Vegas. Si alguna vez estás por aquí no dudes en visitarme. Regularme sirvo en las mesas de Blackjack. ¡Y claro! Siempre luciendo mis encantos de mujer.

Kisses y buena suerte. Monique.

Gracias Cary, por tu ayuda en este relato.

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