Aposté a mi mujer en la bolera

Nunca imaginé que para salvar una amistad tuviese que llegar a apostar a mi mujer.

APUESTA EN LA BOLERA

Era Martes, y como cada martes nos encontrábamos en la bolera esperando al resto de amigos para cenar cualquier cosa y comenzar nuestra partida de bolos. Esa noche Miguela estaba especialmente guapa, llevaba puesto sus vaqueros ajustados que le marcaba su precioso culo y una camisa muy sexy que apenas podía abrocharse al llegar a la altura de los pechos. Yo sabia de antemano que a uno de los amigos que cada martes juega con nosotros se le iban a salir los ojos de las orbitas cuando viese las tetas de Miguela tan apretadas y asomando por el escote. Al contrario de lo que se pudiese pensar, en vez de molestarme al imaginar semejante situación a me excito sobremanera, no en vano, yo recuerdo que alguna vez insistí para que Miguela se pusiese sexy alguna y asi ponerlo cachondo, recuerdo que le he pasado alguna foto subida de tono de ella por internet y también recuerdo como olió e incluso lamió unas bragas usadas de ella que en unas vacaciones le enseñé para demostrarle lo lubricada que siempre estaba.

Sin embargo, en los últimos tiempos los acontecimientos se habían precipitado y el adorable Fernando había dejado de ser tan adorable debido a la jugada que le había gastado a su novia. En cuestión de una semana había pasado de ser el adorable e indefenso Fernando a ser el cabronazo del ex novio de Laura. Una serie de infidelidades que él nunca le reconoció le llevó a poner fin a su relación por motivo de remordimentos. Desde luego, Fernando no lo pasó tan mal como Laura en dicha ruptura ya que mientras que él buscaba nuevos chochitos en sus conquistas, ella se hacia ilusiones con la posibilidad de que recapacitase y volviese junto a ella. A mí me pareció tremendamente injusta dicha situación y por eso tomé la decisión de contarle a Laura todo lo que Fernando me confesó haber hecho durante la relación y que habia callado para no "humillarla". No sabia que todo eso me fuese a costar un precio tan alto.

En fin, Miguela y yo nos acomodamos sobre un banco de la entrada del recinto dispuestos a esperar al resto de compañeros. Mientras tanto yo bromeaba sobre el botón del escote que parecía estallar y le tocaba disimuladamente las tetas, el culo y su coño por encima del pantalón ella me respondía con rápidos movimientos de brazos amantándome las manos simulando que le molestaba que la sobase en publico. En muchas ocasiones hemos fantaseado con que otro hombre se unía a nosotros para hacer un trío y follarla juntos por todos sus agujeritos. Ni que decir tiene que Fernando había sido elegido alguna vez como protagonista de la fantasía por lo predispuesto que siempre se habia mostrado ante comentarios picantes por nuestra parte y por supuesto, porque a mi me encantaría que quien estuviese con Miguela fuese alguien de confianza y que la idolatre tanto como yo mismo. Para Fernando, Miguela era una diosa erótica. Mediante conversaciones por Internet, donde me abría el corazón, me confesaba que se masturbaba mirando las fotos calientes que le regalé de Miguela, incluso me animé a hacer una web personal donde exhibirnos "http:/swinger.es.kz" y que le volvían loco su culo y sus tetas e incluso que muchas veces, sobre todo al final de su relación con Laura, cuando tenia sexo con su novia se imaginaba que era a la mía a la que se estaba follando. Yo jamás le conté que él formase parte de nuestros juegos de cama y me excitó saber que mi novia había formado parte de sus fantasías secretas, ya no me extrañaba nada de lo que me contase tras haberme confesado que había sido un golfo y un cabronazo mientras salía con Laura .

Poco a poco iban llegando nuestros amigos dispuestos a cenar en el restaurante kebap. Para entonces, ya Miguela me había dicho un par de veces al oído que se sentía muy cachonda y me culpaba de ello por no haberla follado en lo que llevábamos de semana. También me comentó que esperaba no desaprovechar el tiempo durante estos cuatro días en los que se quedaba sola en casa debido a que su madre se marchaba de viaje y yo, en consecuencia, me quedaba a dormir con ella en su casa. Imaginar su rajita húmeda dentro de los pantalones y saber que aquella noche dormiría junto a ella me la puso semidura.

Sólo faltaba Fernando por llegar y no tardó demasiado en hacerlo. Tomamos asiento en el restaurante y charlamos todos durante un rato, mientras cenábamos, de diversos temas. Durante la cena pude ver como los ojos de Fernando se clavaban en el escote de Miguela y le hacia bromas que le sirviesen de excusa para  agarrarla de un brazo o tocarle la barriga. Por su parte, mi novia también le hablaba como en ella era costumbre, le llamaba guapo de vez en cuando, se reía con sus comentarios o le daba un golpe en su pierna cuando fingía que algún comentario le había molestado. A mi no me pareció nada extraño ya que desde siempre habíamos tenido esa confianza e incluso con Laura delante solíamos hacer bromas sobre temas picantes y aprovechar el momento para abrazar, sujetar, tocar a la pareja del otro/a en la calle, en la piscina. Por supuesto yo no le conté nunca a Miguela, y supongo que el tampoco a Laura, que aquellos juegos de piscina nos habían calentado sobremanera más de una vez y que tras el baño, él se masturbaba al recordar el tacto del culo de Miguela sobre sus hombros o el bamboleo de sus pechos mientras forcejeaba con Laura jugando a los caballitos.  Por razones obvias Laura no estaba con nosotros pero eso no pareció motivo suficiente para que ellos dejasen de jugar.

De camino para la bolera hubo tres palabras de Fernando que me aceleraron el corazón, Tenemos que hablar. Y asi fue, en la primera tirada me lo preguntó de manera discreta apartados del grupo, ¿Le has contado a Laura lo que te confesé?. No tuve más remedio que afirmarlo, e intenté dar toda clase de explicaciones de porqué lo había hecho, sin embargo ninguna pareció convencerle. Él me dijo que eso no se hacia a un amigo y menos aún cuando le prometí que jamás lo contaría, me dijo que no iba a poder confiar nunca más en mi, que al igual que le conté a Laura su secreto se lo habría contado a todo el mundo e incluso habría contado intimidades, confesiones o fantasías a quien no debía. En ese momento la mirada se dirigió claramente  a mi novia. Le llegó el turno de tirada y me dejó sentado aparte pensando en todo lo que me había dicho. A partir de ese momento mi cabeza no estaba en los bolos y por ello mi puntuación iba cada vez peor siendo a mitad de la partida el último clasificado. Entonces ocurrió lo que nunca me hubiese esperado. Miguela se acercó a mi, se agachó y me preguntó que qué era lo que me pasaba, que porqué jugaba tan mal hoy. Le respondí que no lo sabía, que simplemente me sentía mal. Cuando le tocó el turno de tirar logró un strike, hecho del que todo el mundo se alegró ya que por ahora iba primera en la partida y la animaban para que ganase al líder que no tenia buen día. Como iba diciendo, tras el strike todos se alegraron y especialmente Fernando aprovechó la ocasión para abrir los brazos y abrazarla en muestra de alegría y entusiasmo como si fuesen del mismo equipo y acabase de meter un gol. Vi como la apretaba contra él para sentir como le clavaba las tetas casi a la altura de su cuello.

Tio, la Miguela está riquísima, mejor que en cualquier foto de vuestra web "swinger.es.kz", menudo escote trae hoy y, como huele. Y los vaqueros, madre mía, en un par de veces que le ha tocado tirar me he levantado para ver como lo hacia y casi me desmayo al ver el precioso culo moviéndose y la tira del tanga asomando por arriba. Te hago una apuesta. Esas palabras eran habituales en Fernando, es el único tipo que conozco capaz de perder doscientos euros en un dia apostando por Internet.

Si me ganas la partida te perdono lo de Laura, pero si te la gano yo, debes facilitarme las cosas para que me folle a la Miguela, Dios, nunca la vi tan voluptuosa. Me quedé helado, mi reacción fue mirar el marcador y ver que perdía claramente.  Después mire a Miguela que nos dedicó una sonrisa. Me tocaba mi turno, tirada numero siete y último clasificado, me levanté sin responder a su propuesta. Su amistad me importaba muchísimo, no quería perderla pero lo que me proponía eran palabras mayores. Lancé y bingo, un strike. Cuando me acerqué a la mesa junto a Fernando le di la mano, Trato hecho.

Las tiradas pasaban rapido y milagrosamente iba recuperando posiciones, Miguela era ganadora virtual de la partida ya que tenia una puntuación muy elevada pero nadie sabia lo que se cocía entre Fernando y yo. Jamás tuvo tanto interés una lucha por quedar segundo. Y a todo esto, me sentía bien. Una semi erección se asomaba a mi pantalón y era visible que Fernando también la tenia.

Ultima tirada, Fernando terminó su partida y obtuvo una puntuación digna pero me aventajaba solo por cinco bolos y me tocaba tirar. Cuando me levanté me dijo, No seas cabrón, llevo veinte dias sin follar no me hagas la putada de ganar en la ultima tirada. Yo fingí no tener piedad y me dirigí hacia la pista, pero… maldición, los bolos no bajaban ni la maquina devolvía las bolas que habían lanzado mis amigos. Entonces aproveché para agacharme y apretarme los zapatos cuando pude ver el escote de Miguela sentada frente a mi. Se levantó y me dio un beso deseando que ganase que hiciese buena tirada y al menos quedase segundo. Había sido testigo de la mala racha de que había tenido y quería que no me fuese triste por haber perdido demasiados puestos, Animo cariño. Miré de nuevo hacia la pista y vi que los bolos seguian sin bajar. Entonces le conté lo de la apuesta de Fernando. Su cara de asombro me llegó a asustar pero enseguida reflejó una mueca con la que dejaba claro que empezaba  a comprender el porqué de mi actuación de esta noche. Se sentó sin comentar nada y yo me preparé para lanzar la bola y … maldición solo cuatro bolos, Fernando me seguia ganando por uno. Me volví hacia Miguela y la descubrí mirando hacia atrás a Fernando que tenia cara ilusionada. Me acerque de nuevo a las bolas y cogi otra dispuesto a lanzarla, sabia que seria capaz de tirar un par de ellos sin demasiado esfuerzo y de nuevo dirigí mi atención hacia Miguela que esta vez me miraba con una  sonrisa pícara. Le devolví la sonrisa y un rayo de luz me pasó por la mente. Ese rayo me aclaró que ahora o nunca, por eso hice algo que jamás imaginaba llegaría a hacer… le pregunte a Miguela,

¿Qué hago?

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