Apostando

Habíamos salido de fiesta con un grupo de amigos, pero al final quedamos ella y yo. Su novio no había venido, y la mía ya se había ido, pero todavía teníamos ganas de una última ronda.

Habíamos salido de fiesta con un grupo de amigos, pero al final quedamos ella y yo. Su novio no había venido, y la mía ya se había ido, pero todavía teníamos ganas de una última ronda. El bar se había quedado casi vacío. “Te voy a enseñar lo que es una cerveza”, la dije. 8.2 grados de alcohol en un líquido rojizo, canela en rama.

“Mejor que el sexo”, la dije al poner la copa sobre la mesa y sentarme frente a ella, una preciosa morena, pequeñita pero con buenas tetas y mejor culo, con un piercing en la nariz.

“Mírame mientras te lo tragas”, bromeé cuando cogió la cerveza. Rió. “Siempre tan salido”, replicó. Pero la gustó. Abrió los ojos como platos cuando el líquido fluyó sobre su lengua hasta su garganta.

  • Muy buena, - dijo - pero me sigo quedando con el sexo.
  • La cerveza tiene muchas ventajas: la tomas siempre que quieres, hay mucha variedad…
  • También follo cuando quiero, y variado.
  • ¡Eh, yo también!
  • Dudo que tanto como yo - dije, sonriendo y jugando con un mechón de pelo, sin dejar de mirarme.

La noche prometía. Dos amigos riendo y pasándoselo bien, parcialmente borrachos… Y, por un instante, su escote atrapó mis ojos, y pude ver que sus pezones se marcaban a través de la camiseta.

  • Te propongo un juego: hacemos preguntas, y quien responda que sí bebe un trago.
  • Vale, - respondió ella - y quien acabe antes la cerveza le mandará una prenda al otro.
  • Hecho.

Seguro que su imaginación voló por un instante, la vi mordiéndose un labio mientras una mano instintivamente se posaba sobre un pecho.

  • He follado en un lugar público - comencé. Los dos bebimos.
  • He salido de fiesta sin ropa interior - siguió. Bebimos.
  • Me gusta el sexo oral - dije. Bebimos.
  • Me gusta follar con porno en la tele - dijo. Bebimos.
  • He hecho sexo anal - dije. Bebimos.
  • He visto gente follando en vivo - dijo. Bebió sólo ella. - Una fiesta loca - explicó. guiñándome un ojo.
  • Me he corrido en la cara de alguien - dije. Bebimos.
  • Me han visto follando - dijo. - Bebió sólo ella. - ¡Fue muy loca! - exclamó, riéndonos.

La imagen de contemplarla a cuatro patas, siendo follada, me causó una erección instantáneamente.

  • He propuesto un trío - dije. Bebí.
  • Ahí te gano seguro: me han propuesto un trío - replicó, bebiendo.
  • Joder… Me he follado a alguien casada - dije. ¡Ella también bebió!
  • Me he grabado masturbándome - dijo. Yo no bebí, ella sí.
  • ¡¿No vas a seguir con lo del trío?! - protesté.
  • No, no… Estrategia, cariño: si quieres saber más, ya sabes…
  • Mierda…

No me podía quedar con la duda.

  • He hecho un trío. - tuve que decir, sin beber. Ella me miró unos segundos, sonriendo, acariciando el vaso de cristal frente a ella, manteniendo la mirada, mientras sus yemas se deslizaban sobre el vidrio. Finalmente… bebió.
  • Joooooder… - dije.
  • Sigamos, que te veo nervioso… - bromeó - Me masturbo con consoladores. - yo no sabía cómo disimular mi erección. Me moví en la silla, colocándomela un poco, mientras ella bebía. Pero necesitaba saber más de ese trío.
  • He follado con personas de diferentes sexos a la vez - dije, suponiendo que se habría follado a su pareja y a otra chica. Ella rió, cogiendo el vaso y bebiendo.
  • Era fácil acertar, ya verás: también he follado con dos tíos a la vez. - me quedé ojiplático mientras ella bebía. Casi se había acabado la cerveza y a mi me quedaba la mitad.
  • Me has hecho trampa con lo del trío, que conste - dije.
  • No, no, no, nadie dijo nada de eso, y quien se acabe primero la cerveza, gana - replicó.
  • ¿Ah, sí? - cogí su vaso con la mano izquierda mientras con la derecha me bebía todo lo que me quedaba de un solo trago.

Ella se rió, pero no se quejó.

Al salir del bar la acompañé hasta su portal. Al darnos el primer beso en la mejilla me pegué a ella y le susurré lo que debía hacer: “mañana estoy solo en casa, trae una de esas películas que te gustan”. Ella rió. Noté el calor de su cuerpo. Al darnos el segundo beso, me dijo al oído “pensaba cederte la prueba, a veces me gusta ser dominada”. Tras eso, sonrió y desapareció en su portal.

Al llegar a casa mi novia estaba dormida boca abajo. Tiré mi ropa al suelo y la arranqué el pantalón del pijama y las bragas, casi sin darle tiempo a despertar. La empalé de una sola vez. La follé rápido y duro, quizá haciéndole algo de daño, pero no podía esperar más. Ella gimió a gritos pero no la di tiempo a correrse, estaba demasiado excitado. La follaba imaginando a mi amiga empalada por dos, y comiendo un coño… demasiado para mi. Me vacié en su interior en pocos minutos. Si dijo algo, no lo recuerdo.

Las horas hasta la visita de mi amiga se hicieron eternas. El timbre de la puerta causó mi primera erección. Al abrir me la encontré tan guapa como siempre, con una blusa blanca que dejaba transparentar un sujetador negro, y una falda corta, y unas medias que dejaban ver parte de sus muslos.

  • Hola, guapa - saludé, al entrar. Tras cerrar la puerta, ella me abrazó al darme los dos besos.
  • Ayer tuve que echar un polvazo según entré en casa, me dejaste a mil - me dijo.
  • Yo también - contesté, besándola junto a la comisura de los labios.

Pasamos al salón. Me senté en la esquina del chaise longue mientras ella ponía su dvd.Tras hacerlo se sentó conmigo, entre mis piernas, apoyada en mi.

  • Ya estás duro, y la película todavía no ha empezado -dijo al notar mi polla en la espalda. Yo me reí y di al play. Dejé el mando y la abracé por la cintura.

En la televisión, una rubia chica de pelo castaño comienza a discutir con su novio y después pasa a tontear con dos negros.

  • ¿Has follado alguna vez con un negro? - la susurré.
  • ¿Qué es esto, más juegos de preguntas?
  • Vale.
  • Sí, una vez. La mayor polla que me ha follado jamás.
  • Yo no he follado con ninguna negra… ¿Te gustó?
  • Mucho… - casi pude escuchar sus pezones endureciéndose contra el sujetador. En la televisión, ella comenzaba a besar a uno mientras el otro la sobaba el culo. Yo la di un beso en el cuello. Ella reaccionó acariciándome el pelo.
  • ¿Alguna vez habías visto porno con una amiga? - preguntó. - Yo sí - dijo anticipándose a mi respuesta.
  • No.

En la televisión ella agarraba sus dos enormes pollas, masturbándoles. Al poco, una de ellas se perdía entre sus labios. Las manos de mi amiga comenzaban a moverse sobre sus muslos.

  • ¿Alguna vez te ha dominado alguien que no sea tu pareja? - pregunté. - Yo no.
  • No.

La seguí besando el cuello mientras la desabrochaba la blusa.

  • ¿Alguna vez te han atado a la cama, vendado los ojos y follado durante horas, sin que pudieses moverte? - preguntó.
  • No.
  • Yo sí - dijo mientras se la quitaba y la dejaba caer a nuestros pies.

En la televisión la chica, arrodillada, intentaba sin éxito tragar la polla al completo.

  • ¿Alguna vez has comido un coño? - pregunté.  Yo sí.

Mis dedos deshicieron su sujetador, y mis manos acariciaron su duro pecho.

  • Sí.

Ella subió su falda. No llevaba bragas, y su pubis estaba totalmente rasurado.

  • Esta vez te he ganado yo - dijo, dando la vuelta con la cabeza para mirarme.

Le besé. Mi mano izquierda la acariciaba un pecho, mientras la derecha bajaba hasta su hinchado clítoris. Gimió en mi oído al rozarla.

  • Me encantaría follarte, pero no puedo - la susurré.

Mis dedos trazaron círculos sobre ella.

  • Me encantaría follarte mientras le comes la polla a tu novio, pero no puedo - seguí.

Gimió cuando la introduje un dedo. En la televisión la chica, a cuatro patas, chupaba una verga mientras era penetrada por la otra.

  • Sigue… - dijo.
  • Me encantaría verte montando a tu novio, y metértela por el culo, pero no puedo.

Estaba cerca del orgasmo, y aceleré mis caricias.

  • Me encanta… Más…
  • Me encantaría correrme en tu cara…

La besé el cuello. La apreté el clítoris y el pezón, y comenzó a gritar.

  • Me corro....

Tembló entre mis brazos como una niña pequeña. No la dejé de masturbar hasta que por fin paró.

En la televisión la chica se acariciaba mientras uno la follaba.

Ella se vistió, mirándome y sonriendo. Mi erección me dolía en los pantalones.

Me dio dos besos.

“Dentro de poco recibirás mis instrucciones”, me susurró, y se fue.

Me desnudé y saqué mi polla. La chica de la televisión seguía follándoselos, pero yo cerré los ojos y la imaginé en alguna de las escenas que me había contado. En pocos segundos el semen salía disparado a mi pecho.

Recibí un mensaje en el móvil: “No podrás decirme ‘no puedo’”.