Apocalítico hero (Parte sexta)
Conocemos a otros personajes en este mundo que ha quedado tras la hecatombe. Ellos también huyen de los Agentes del Nuevo Orden.
I (Gregor)
Se podría decir que aquellos fueron los días más felices desde la hecatombe, o al menos los más apacibles y placenteros, porque hablar de felicidad contemplando muerte y destrucción alrededor era difícil.Viajaba junto a mi esposa y a nuestro bebé, y también venía con nosotros una antigua compañera de trabajo de Dona, que así se llama mi joven esposa. Llevábamos un par de días descansando y descuidados en una cabaña de madera que divisamos desde la carretera en nuestro viaje hacia el sur; el vehículo en el que viajabamos, a pesar de su poco consumo, se quedaba sin combustible y hubimos de detenernos a reponer sus baterías solares, por lo que decidimos pernoctar al menos un par de jornadas; además Farrah, la compañera de trabajo de Dona estaba embarazada de pocas semanas, según un test que se había realizado unos días atrás, y estaba en una fase de gestación que la agotaba bastante. Lo necesitábamos tras más de un mes y medio de huida, aunque bien sabíamos que era un riesgo porque quedaríamos muy expuestos.
II (Dona)
Pedí a Gregor, mi esposo, que fuésemos sensatos y no perdiéramos mucho tiempo en la cabaña, pero he de reconocer que se trataba de un lugar tan cómodo y tan aparentemente seguro que a los tres, junto con el bebé, nos apetecía estar allí. Farrah estaba embarazada, muy probablemente de mi marido, pues manteníamos relaciones sexuales entre los tres. Follar se había convertido en una especie de bálsamo en medio de todo aquel caos, por eso la cabaña se convirtió en el lugar ideal para nuestros juegos y la mayoría de las veces que el bebé se quedaba dormido aprovechábamos para apartarlo a un lado con su cunita y después enrollarnos. En ocasiones éramos tan ruidosos haciéndolo que el pequeño casi no conciliaba el sueño.
Gregor y yo alguna vez habíamos hablado alguna vez en el pasado de planear la experiencia de un trío, pero jamás fuimos capaces. Lo insólito es que cuando Farrah se incorporó a nuestro grupo de viaje no pasaron más de dos o tres días y ya habíamos montado nuestro primer trío.
III (Farrah)
Fui muy afortunada al encontrar a Gregor y a Dona para unirme a ellos y emprender la huída. Los conocía por mi trabajo junto a ella, pero nunca tuvimos mucha cercanía. Yo venía de una ciudad del sur y vivía sola en Ciudad Central, donde tuve destino como funcionaria del gobierno, un gobierno ahora derrocado por los agentes del Nuevo Orden.
Como decía, Gregor y Dona fueron muy amables conmigo en todo momento, y su bebé era encantador. Me gustaban mucho los niños y mi instinto maternal se despertó junto a ellos, hasta el punto de que cuando vi la ocasión de abrirme de piernas para que Gregor me metiese su descomunal polla, no lo dudé ni un momento, a pesar de que primero, yo era virgen, y segundo, no me atraían especialmente los hombres negros.