Apocalipsis IX

Sexo con su tía y su prima

Luego de pasar un día, mimando y amando a su prima, Javier la miraba divertido, dejo que Lucía se saciara de él, no lo dejó salir de la cama hasta el día siguiente. Cuando se levantó, fue a la ducha luego de despedirse con un apasionado beso de Lucía y dejándola descansando en la cama y un sonoro azote, y vio a su tía esperándolo en la puerta del baño.

Javier: ¿Deseas algo?

Isabel: No, amo – dijo bajando la mirada – Solo servirle.

Javier sonrió. Tras unos segundos entró al baño. Isabel tomó su silencio cómo una afirmación y entre al baño con él. Isabel, se acercó a la bañera y se la preparó mientras Javier se afeitaba. Isabel, una vez preparado el baño, se acercó a Javier.

Isabel: ¿Desea el amo orinar?

Javier: Sí.

Isabel: No se preocupe, amo – dijo con una sonrisa dulce.

Isabel, le giró en dirección a la taza del váter y sentándose en ella con la tapa levantada le agarró la polla. Javier la miró atónito, pero Isabel apuntó a su cara y tetas, y Javier involuntariamente comenzó a orinar. Isabel sostuvo la polla de Javier mientras meaba sobre ella, su cara, su boca, sus tetas, su vientre. Cuando terminó, se la sacudió y le soltó haciendo que Javier la mirase sorprendido.

Isabel: ¿No le ha gustado la sorpresa de su puta, amo? – dijo mirándolo con preocupación.

Javier: No me lo esperaba – confesó – No sabía que te gustara esto también – dijo tranquilizándola.

Isabel: Me encanta servirle, amo, incondicionalmente y en lo que sea – dijo llevándolo a la bañera e invitándolo a entrar.

Javier entró a la bañera. Isabel, según se colocó Javier en la bañera, se arrodilló delante de la bañera y con dulzura, Isabel lo aseó. Con destreza, Isabel bañó a su sobrino y le mimó. Isabel le lavó el cuerpo, entero, dejando para el final la polla y los huevos de Javier, que con suma delicadeza los cogió y los limpió con concentración. Luego de asearlo y de que Javier no pudiera reprimir una erección al ver la cara de su tía en su polla, Isabel se echó para atrás dejando un hueco para que Javier saliera. Isabel seguía de rodillas.

Isabel: Ya puede salir, amo – dijo mirando al suelo.

Javier no dijo nada, pero salió de la bañera y se colocó de pie junto a su tía, quién levantó la mirada para buscar una toalla y agarrarla para comenzar a secarlo.

Isabel: No se preocupe, amo, su esclava sabe cuidarle.

Javier: Trágate mi polla, entera - ordenó.

Isabel: Como ordene, amo – dijo engullendo poco a poco su polla mirándole a los ojos con deseo mientras le agarraba los huevos.

Javier: ¡Oh sí, puta, abre la garganta que te la voy a follar!

Javier empezó a sacar y meter su polla en la garganta de Isabel quien aguantaba las acometidas con estoicidad, cachonda y reprimiendo las arcadas. Isabel se dejó follar la garganta cada vez más violentamente, dejándole la polla bien ensalivada a Javier. Luego de unos minutos, Javier le sacó la polla de la garganta.

Javier: Lo haces muy bien, puta traga pollas – dijo escupiéndola en la cara haciéndola gemir - ¿Quieres tu premio, perra?

Isabel: ¡Sí, amo, lo necesito! – gimió descompuesta.

Javier: Muy bien perra, puedes correrte – dijo pellizcando con violencia los pezones de su tía - ¡Me voy a correr en tu cara, perra! – dijo pajeándose - ¡Oh sí, toma leche, guarra, sí, te lleno la cara de viciosa de leche, sí!

Javier se corrió en la cara y boca de Isabel, que recibir la leche de su amo le provocó otro orgasmo simultáneo. Cuando se corrieron, Isabel, rauda, limpió y aseo de nuevo a Javier y este salió sin dedicarle mayor gesto que una caricia en el pelo mientras ella permanecía arrodillada. Se fue a la cocina. Nada más entrar se encontró a su madre que rauda se acercó a servirle. No estaba sola, pues Rosario estaba preparando el desayuno y ambas le sirvieron un desayuno completo con huevos, bacón, salchichas, un café, zumo y leche.

Cinthia: ¿Cómo has dormido, amor?

Javier: Bien, cielo, de un tirón – dijo empezando a comer – Después de mediodía necesito que algunas me ayudéis a colocar más trampas – le informó.

Cinthia: ¿Por qué tan tarde, amor? – dijo curiosa.

Javier: Tengo una fantasía que cumplir antes – dijo divertido – El otro día hice un trío con mis hermanas, ahora quiero hacerlo con la tía y la prima – le informó.

Cinthia: Ya me dijeron las zorras de mis hijas cómo se divirtieron – dijo divertida – Espero lo disfrutes – dijo mitad celosa mitad divertida – Voy a lavar la ropa – dijo intentando salir de la cocina.

Javier: No te preocupes, mamá celosona – dijo tierno – pronto haré un trio contigo y te follaré a solas – dijo besándola tiernamente.

Cinthia salió de la cocina más contenta después de las muestras de cariño de su hijo. Javier desayunó tranquilo en compañía de su abuela. Cuando terminó de desayunar subió las escaleras a su habitación, pero se dio la vuelta cuando iba a abrir la puerta y se fue al cuarto de Lucía. Entró sin llamar y encontró a madre e hija en la habitación. Lucía tumbada en la cama, aún algo débil y su madre cuidándola.

Isabel: ¡Amo! – dijo sorprendida.

Lucía: ¡Amor! ¿Qué haces aquí? – dijo gratamente sorprendida.

Javier: He venido a pasar tiempo con dos de mis mujeres – dijo acercándose - ¿Cómo estás?

Lucía: Muy bien, mi amor, y ahora más que estás aquí – dijo agarrándole de las manos mirándolo embobada.

Javier: Oye, amor, ¿necesitas mimos? – dijo sonriendo pícaro.

Lucía: Siempre recibiré feliz tus mimos – dijo besándolo amorosamente.

Isabel: Amo, cuidado con ella, aún está débil.

Lucía: No te preocupes mami, estoy bien – dijo mirándola – Además, mi hombre sabe cuidarme – le sonrió.

Javier: Tú madre tiene razón, mi rubia, por eso será ella quien te llene de mis mimos.

Isabel: ¿Yo? – dijo sorprendida sabiendo a qué se refería su amo.

Lucía: Pero, ¡yo quiero tus mimos, amor! – se quejó.

Javier: Y yo quiero que tu madre te dé mimos en mi presencia – dijo sonriendo pícaro – Adelante – le señaló.

Lucía no sabía a qué se refería Javier, por eso se sorprendió cuando su madre la destapó, dejándola desnuda delante de ambos. Isabel, entre contrariada por no haber estado nunca con una mujer y por ser su propia hija, no sabía qué hacer, pero le separó las piernas a su hija y se colocó encima suya con cuidado y, para sorpresa de su hija, la besó tiernamente en los labios.

Isabel: Nuestro hombre quiere que te dé cariño – le informó nerviosa.

Lucía: Pues obedece a nuestro amo – le dijo entendiendo su forma de actuar.

Javier: Si os portáis bien, os follaré a ambas – dijo sentándose a disfrutar del espectáculo.

Isabel empezó a besar tiernamente a su hija mientras ella la abrazaba y le correspondía, caliente de dar un espectáculo a su amado. Javier miraba la escena con una sonrisa lujuriosa. Isabel empezó a magrear el cuerpo de su hija con timidez mientras Lucís se arqueaba para dejarla hacer. Aprovechando que su hija estaba algo arqueada, le agarró el culo mientras bajaba besando su cuello a sus tetas.

Isabel: No sé a quién has salido con estas tetas – dijo lamiendo un pezón suavemente.

Lucía: No lo sé, pero a mí me gustan - gimió.

Javier: A mí también me gustan – dijo lujurioso.

Al escuchar la voz de Javier, Isabel dio un respingo, pues había olvidado su presencia, pero en contra de su voluntad, estar en presencia de su amo dando placer a otra mujer, que era a su vez su propia hija, la puso muy cachonda. Isabel le guiñó un ojo a su hija y comenzó a comerle las tetas mientras le agarraba el culo. Isabel, estaba desnuda, se puso a cuatro patas, dándole una visión privilegiada a Javier de sus agujeros.

Lucía: ¡Oh sí, mami, sigue comiéndome las tetas, sí!

Lucía subía sus manos a las tetas de su madre y se las agarraba suavemente, haciéndola gemir y que ella le bajara las manos a su coño y se lo rozara. Lucía miró a Javier a los ojos y le guiñó un ojo para, segundos después, engullir en su boca el pezón de su madre haciéndola gemir suavemente y notando cómo la polla de Javier se ponía algo dura ante esa visión tan sexy.

Isabel: ¡Oh, sigue cariño, dale a nuestro amo lo que quiere!

Lucía: Para ser una vieja, tiene unas buenas tetas, puta – dijo volviéndose a meter el otro pezón en su boca.

Lucía comenzó a alternar ambas tetas de su madre, sensualmente, lamiendo y mordiendo suavemente sus pezones. Isabel, se estaba calentando por la mezcla de sensaciones que le producía tener a su hija comiéndole las tetas delante de su amo mirándola, empezó a tocar con mayor énfasis el coño de su hija, notando rápidamente cómo se empapaba por sus caricias. Luego de unos minutos de juego, Isabel le quitó a su hija sus tetas de la boca y bajó poco a poco con su lengua hasta su vientre bajo. Tras echarle una sonrisa pícara a Javier, abrió de piernas a su hija.

Isabel: Amo, esta putita está caliente – le informó.

Lucía: Usas muy bien la lengua, zorra - gimió.

Isabel: Cariño, no está bien insultar a mamá – dijo traviesa - Amo, ¿me das permiso para torturarla?

Javier: Adelante – dijo divertido.

Isabel con una sonrisa pícara, bajo sensualmente entre las piernas de su hija y se colocó entre sus piernas, con la cara delante de su coño y comenzó a pasar su lengua por su coño, haciéndola gemir. Isabel comenzó a comerle el coño más intensamente a su hija, haciéndola gemir. Javier observaba caliente el espectáculo que ambas le daban. Lucía disfrutaba de la comida de coño de su madre mientras la agarraba del pelo y la hundía aún más en su coño. Isabel le comía con gula el coño, nunca había tenido tendencias homosexuales, y aunque con su difunto marido disfrutó del sexo, debía reconocer que le estaba gustando comerle el coño a su hija y más con su amo mirándola, se sentía sexy y morbosa, como nunca antes, se le humedeció aún más el coño.

Lucía: ¡Oh sí, cómeme el coño, mami, sí, así! ¡Qué bien usas tu lengua, zorra!

Isabel siguió comiéndole el coño a su hija hasta que empezó a correrse salvajemente. Cuando Lucía se corrió, Javier se levantó de la silla y se acercó a ambas para corroborar que Isabel también estaba cachonda. Javier, tras comprobar que el coño de Isabel estaba empapado, se meneó la polla un par de veces y la ensartó de una estocada haciéndola gemir al mismo tiempo que la agarraba fuerte de la nuca hundiendo aún más su boca en el coño de su hija y prolongando el orgasmo de Lucía.

Javier: ¡Oh sí, puta, sigue comiéndole el coño a la putita de tu hija mientras te reviento el tuyo a pollazos, zorra! – gimió azotándola duramente su gran culo.

Lucía: ¡Oh sí, mi amo, folla a la puta de mi madre, sí, dale más fuerte, sí, sí! ¡Esta puta me come el coño mejor cuando la follas, amor, no pares sí! – gimió agarrando la cabeza de su madre.

Isabel: ¡Mmmmmhhhhhggggg! ¡Mmmmmhhhhhggggg! – gemía.

Javier siguió follando el coño de Isabel mientras con una mano azotaba duramente su culo y con la otra pellizcaba los pezones de Lucía, que se había incorporado un poco, facilitándole la maniobra. La calentura de Isabel subió como la espuma al ser consciente lo que estaba pasando y se corrió sin previo aviso salvajemente entre convulsiones.

Isabel: ¡Mmmmmhhhhhggggg! ¡Mmmmmhhhhhggggg! – gemía.

Javier: ¡Esta puta se está corriendo, oh sí! ¡Qué coño más estrecho tiene, sí! – gimió azotándola duramente su gran culo.

Lucía: ¡Oh sí, mi amor, mi madre es una puta, sí, dale más fuerte, sí, sí! ¡Quiero que me folles, amor! – gimió mirando a Javier a los ojos.

Javier no se hizo esperar y le sacó la polla a Isabel mientras Lucía la apartó de su coño, dejando ver a Isabel con los ojos en blanco de placer dando convulsiones aún en mitad del orgasmo. Sin mediar palabra, Javier se colocó entre las piernas de Lucía y la ensartó con su polla por el coño de una estocada dura, gracias a lo mojado que estaba su coño, haciéndola gritar de placer.

Javier: ¡Oh sí, puta, tu coño está encharcado, perra, sí, me encanta follártelo, puta, eres mía, mi rubia, toda mía! – gimió pellizcando duramente sus pezones.

Lucía: ¡Oh sí, amor, folla a tu puta, a tu mujer, soy tuya, solo tuya, sí, me corro, sí, más, no pares, más, sí, así, sí, sí!

Lucía agarró a su amado por el cuello mientras le hacía la pinza con las piernas y le besó, le besó profundamente. Empezaron a jugar con sus lenguas. Isabel reaccionó luego de que se le pasara el efecto de aquel brutal orgasmo y vio la danza amatoria que tenía Javier con su hija. Se acercó a ellos y para sorpresa de Javier. Isabel comenzó a comerle el culo.

Javier: ¡Oh sí, puta, eres una perra! – gimió dejando de besar a Lucía - ¡Cómeme el culo, guarra, sí, me pone mucho, guarra, vas a hacer que me corra!

Lucía: ¡Oh sí, amor, córrete en mi coño mientras la puta de mi madre te come tu culo, amor, sí, quiero que me llenes de leche, quiero que me preñes, sí, quiero un hijo tuyo, amor, dámelo, sí, sí! – gemía.

Javier: ¡Oh sí, puta, voy a correrme en tu coño, puta, te voy a preñar, mi rubia, sí, sí, toma mi leche, sí, te voy a llenar el útero de mi leche, sí, tómala toda, sí, sí, sí, me corro! – gimió.

Lucía: ¡Oh sí, amor, sí, noto como me llenas de leche, sí, de tu leche caliente, sí, sí, me corro, sí, me encanta, sí, dámela toda, lléname con ella! –gimió.

Javier se corrió bestialmente en el coño de Lucía, que recibía entre orgasmos la corrida de su amado. Isabel no dejaba de comerle el culo. Cuando Javier terminó de correrse, se quedó quieto, Lucía relajó sus piernas haciendo que él pudiera salir de ella y tumbarse a su lado mientras Isabel lo miraba expectante. Cuando Javier enfocó sus ojos de nuevo, miró a ambas.

Isabel: ¿Qué le ha parecido, amo? – dijo curiosa.

Javier: ¡Me ha encantado! – dijo sonriente - ¡Ha sido la hostia! – dijo a Isabel – Nunca me habían comido el culo.

Isabel: Nunca lo había hecho antes, pero en cuanto lo vi, supe que debería hacerlo, y me apeteció mucho – dijo sincera – Tienes un buen culo y muy rico, amo.

Lucía: Estoy de acuerdo con mi madre. Me alegro que te haya gustado, amor mío – dijo besándole – Pero esto aún no ha acabado.

Javier: ¿A no?

Lucía: Me temo que no, amor – dijo traviesa – Aún te queda sufrir la mejor mamada a dos bocas de tu vida a manos de tu puta y tu esclava – dijo señalando a su madre y a ella.

Isabel: El amo va a salir de aquí bien descargado – dijo riendo de acuerdo con su hija.

Dejaron descansar a Javier unos minutos, pero tras el transcurso de ese tiempo, Lucía miró pícaramente a su madre, dando el pistoletazo de salida. Javier estaba con los ojos cerrados cuando ambas se abalanzaron contra él. Isabel comenzó a lamerle los huevos mientras Lucía le agarraba la polla con la mano comenzando una suave paja mientras le besaba los pezones y se los mordisqueaba.

Javier: ¡Oh sí, putas, seguid así! – gimió.

Ambas siguieron con su cometido hasta que Lucía bajó lamiendo su musculado torso hasta llegar a su polla morcillona. Lucía engulló su polla, haciéndolo gemir, al mismo tiempo que Isabel se metía sus huevos en la boca, lamiéndolos y chupándolos. Javier gemía y movía las caderas. Lucía empezó a chupar su polla hasta conseguir ponerla muy dura. Cuando estuvo dura, madre e hija se colocaron a cada lado del cuerpo de Javier, que las miraba caliente, y ambas comenzaron a lamerle la polla y los huevos a la vez, subiendo y bajando por toda su extensión y jugando con sus lenguas cuando se juntaban.

Javier: ¡Oh sí, sois unas buenas putas! – gimió.

Sintiendo cómo le gusta el tratamiento que le daban y oyéndolo gemir, ambas se envalentonaron y se peleaban por engullir la polla de Javier. La lucha la ganó Lucía, que engulló entera su polla hasta los huevos, atragantándose y reprimiendo las arcadas, dejando a Isabel con las ganas, ganas que sació engullendo ambos huevos en su boca a la vez y chupándolos. Lucía comenzó una brutal mamada a Javier, dejando incrustada su polla en su garganta unos segundos para volver a sacarla y engullirla de nuevo mirándole a los ojos.

Javier: ¡Oh sí, me encanta, sí, comed, putas! – gimió.

Siguieron así unos minutos, hasta que Isabel obligó a su hija a separarse de la polla de Javier y ella la engulló. Contemplar la pequeña pelea de madre e hija por comerle la polla, le puso aún más cachondo a Javier. Lucía empezó a lamer los huevos de su amado, pero no pudo reprimirse y bajó a comerle el culo.

Javier: ¡Oh sí, putas, comedme entero, sí, vais a vaciar mis huevos! – gimió.

Isabel repetía la acción de su hija con la polla de su amo. Lucía metía la lengua en el ojete de su amado y empezó a juguetear con ella. Javier no aguantaba mucho tras unos minutos de juegos y mamadas, apartó a Isabel de su polla y colocó a ambas de rodillas en la cama mientras él se colocaba de pie frente a ellas y se comenzaba a pajear muy fuerte, hasta que se corrió bestialmente en la cara de sus putas.

Javier: ¡Oh sí, putas, tomar vuestra leche, perras, sí, sí, me corro, putas, sí, sí! – gimió.

Lucía: ¡Oh sí, mi amor, baña mi carita de puta con tu rica leche, sí! – gimió masturbándose salvajemente.

Isabel: ¡Dele su premio a su puta, amo, córrase en mi cara! – gemía pellizcando sus propios pezones violentamente.

Javier se corrió abundantemente en la cara de ambas, mientras que ambas se corrían de placer al sentir la leche de Javier en sus caras y tetas. Cuando terminaron de correrse, Javier se volvió a tumbar en la cama junto con Lucía abrazados, mientras que Isabel se colocaba en el suelo de rodillas con cara de felicidad.

Javier: ¡Ha sido genial, putas! – dijo riendo.

Lucía: Me alegro, mi amor – dijo feliz besándolo.

Isabel: ¿Está satisfecho, amo? – dijo curiosa.

Javier: Mucho – dijo riendo - ¿Cómo os sentís?

Lucía: Muy bien, la verdad. Nunca me imaginé que compartirte con otra mujer fuera tan morboso, ni que tener a mi madre proporcionándome un orgasmo fuera tan placentero – dijo sincera.

Isabel: La verdad yo nunca había tenido relaciones sexuales con una mujer, mi difunto marido nunca me lo propuso. Si presencié cómo se follaba a otras en mi presencia, pero nunca participé – confesó – Me ha gustado, he sentido mucho morbo y placer. Contigo he alcanzado mi plenitud sexual, amo – dijo sincera - Gracias.

Javier: No tienes nada que agradecer, te dije que ambos debemos aprender y eso hacemos – dijo acariciando su cara tiernamente – Me alegro de que os guste porque se repetirá mucho – dijo divertido.

Lucía: Eso esperamos, amor – dijo feliz besándolo.

Isabel: Con ansia, amo – dijo sonriente.

Javier: Bueno, voy a ver cómo va todo por ahí fuera – dijo levantándose de la cama – Tú, descansa, mi rubia – le dijo besando a Lucía – Y tú, cuídala – le dijo acariciando su cabeza a Isabel.

Lucía: No te preocupes, mi amor – dijo besándolo – Ten cuidado – le pidió.

Isabel: Sí, amo.

Javier salió de la habitación rumbo a la suya para vestirse. Cuando estuvo listo, salió raudo a ayudar a su madre y a sus hermanas que estaban preparando las trampas para cazar. Pasó el día trabajando junto a sus mujeres. Aquel mismo día, por la noche, Javier se disponía a irse a dormir, justo cuando su abuela lo paró en la escalera.

Rosario: Hijo, ¿puedo hablar contigo?

Javier: Sí, claro, dime – dijo volviéndose a ella.

Rosario: Verás, cielo, quería saber por qué aún no has tenido sexo conmigo, ¿no te atraigo lo suficiente? – dijo entre preocupada y curiosa.

Javier: Sí me pones, abuela, pero entre tus nietas y tus nueras me tienen entretenido, junto con Olga – dijo divertido – No te preocupes, mañana nos tomamos la tarde para nosotros solos – le prometió.