Aplicando justicia (5)

Por más que uno no quiera las cosas suceden y los dolores afloran. Me escapo a una Isla turística para hacer mis planes y conozco a dos hermanas.

DOLORES PROFUNDOS - ARUBA - LAS HERMANAS.

¡La puta madre! , venía bien, la vida se me presentaba de maravillas, transcurría tranquila, un trabajo en que era más que reconocido, el trabajo con el que siempre había soñado y preparado para llevarlo a cabo, una mujer que me lo brindaba todo y que después de mucho bregar e insistir estaba en condiciones de darme un hijo que los dos esperábamos con ansias, una amante felizmente “destapada” que no se guardaba nada, una casa hermosa, amistades, ¿qué más podía pedir? ...

Quizás tenía para pedir, por ejemplo, que no existieran esos hijos de puta que se cagan en la vida de los demás, que destruyen la vida de cualquiera sin que les importen y sin que sean castigados por ello pues se amparan en Políticos y Jueces corruptos que los apañan.  Malparidos que hacen dinero con la salud de niños y adolescentes sin que el largo “brazo de la Ley” los alcance…

Jajaja, “largo brazo de la Ley” con delincuentes recostados en Leyes acomodaticias que Jueces y Fiscales “comprados” aplican “a conveniencia” .  Leyes que son sancionadas por Políticos corruptos y que sólo sirven para aplicarlas en quienes no tienen dinero para Abogados y apelaciones.

Tenía mucho más para pedir… tanto así que una vez me puse a hacer una lista de los que viven del y con el crimen y la corrupción, resultó tan larga que llegué a la conclusión de que no me alcanzaría el tiempo de vida para castigarlos y tampoco las balas, aunque, mientras tanto, porque me llevaron a eso, quienes se cruzaran en mi camino tendrían un destino imposible de transitar, esto sin contar con los que yo mismo me fijaba para aplicar mi “Justicia particular” .

Todo sucedió un sábado en los primeros días del mes, me tocaba trabajar en la casa del empresario y me despedí temprano de Cristina jugueteando con las “pataditas” de su panza de seis meses y sí, “tanto va el cántaro a la fuente que al final, ¡sorpresa! , estábamos los dos alborotados por la posibilidad de nuestro primogénito.

Ella me comentó que iría con la madre a realizar unas compras casi “religiosas” los días sábados para ellas dos, además encargaría el papel para la habitación del bebé y cuando comenzó a detallar las compras que quería hacer la corté porque saldría tarde para el trabajo, “está bien amor, cuando vuelvas te muestro todo lo que compré” , la besé como siempre, con ganas y con deseos de quedarme a su lado.

A las once de la mañana, frente a las grandes puertas de un supermercado atestado de gente que entraba y salía, cuatro integrantes de una pandilla que disputaban “territorio” con otra pandilla ya asentada en la zona, detuvieron una camioneta frente a las puertas mencionadas y, en base a una lluvia de balas, intentaron y lograron matar a uno de los jefes de la banda local, a la mujer y a uno de los hijos pequeños que salían del lugar.

Los dos que acompañaban al jefe muerto en la refriega respondieron la agresión y se entabló una balacera que dejó un saldo de ocho muertos adultos, dos criaturas de unos siete años, entre ellos Cristina y mi hijo nonato porque una ráfaga de seis disparos la alcanzó en la mitad del cuerpo.  Mi suegra, se salvó de milagro, se había quedado averiguando por las condiciones para sacar una tarjeta de crédito y dejó que se fuera sola diciendo que enseguida la alcanzaría en el auto.  Algo que era propio de mi mujer, le molestaba esperar.

Más no puedo ni quiero explicar, el hecho es que me entero de lo acontecido porque miré la televisión debido a un comentario de la cocinera con una de las chicas del servicio.  La noticia la cubrían todos los medios que se llegaron con urgencia al lugar y, merced a un video tomado con un celular y luego pasado al aire, me tocó ver a mi suegra llorando desconsolada mientras estaba arrodillada frente a un cuerpo tapado con una sábana manchada de sangre.  Me quedé mudo mirando la escena y me senté lívido en una silla cuando una policía de civil la trataba de apartar del cuerpo a pesar de los gritos y los manotazos que Ana daba.

Las mujeres se asustaron al verme tan demacrado y me alcanzaron un vaso con agua, tomé un sorbo tratando de recuperarme y le dije: “Esa es mi suegra que salió de compras con mi mujer, avísenle al jefe que yo me retiro y a Jorge que se haga cargo del servicio” .  Una de las chicas intentó decirme algo relacionado con tranquilizarme o similar y dijeron luego que la mirada helada que le dediqué no daba para ningún tipo de insistencia.  Subí a mi auto y me marché sin más.

Estaba más que seguro que Cristina era una de las víctimas y manejé tratando de calmar todo mi dolor, recordé todos sus mejores momentos y tuve que parar un rato al costado del camino porque las lágrimas acompañadas de gritos de dolor no paraban de surgir, no tenía forma mental de parar nada y dejé que todo se canalizara con los gritos y los llantos.  Mi teléfono sonaba y vi que era mi jefe pero no lo atendí estaba ocupado acordándome de Dios, la Virgen, los Santos, Santas, el Diablo y toda la caterva que rodea a cualquier Religión.

Creo que fue allí cuando mi mente hizo un “click” y la frialdad se apoderó de mí, no pensaba sentarme en la puerta de mi casa para ver pasar el cadáver de mi enemigo, tendría que ser yo quien lo convirtiera en cadáver y a la cabeza me venían montones de enemigos con los que no tendría piedad.  Luego de no sé cuánto tiempo reanudé la marcha y me dirigí al lugar de los hechos.  Allí, aunque ya habían retirado los cuerpos, el alboroto era total, habían cercado el lugar para no permitir el paso de los curiosos pero vi a alguien conocido.

Era el mismo oficial de policía que había actuado en el caso del supuesto secuestro de mi Jefe y lo llamé por su nombre, me reconoció enseguida y le hizo una seña al agente que cuidaba la cinta para que me dejara pasar.  El policía me saludo con cierto afecto, yo todavía recordaba cuando me había felicitado por mi reacción y arrojo contra los secuestradores, “secuestro” en el que él tampoco nunca creyó…

  • ¿Qué lo trae por acá amigo?, no es un lugar muy agradable para estar.
  • Mi esposa con mi suegra iban a venir a comprar en este Súper y creo que ella es una de las víctimas, quisiera que me informara al respecto.
  • Espero que sus dudas no se confirmen, esto fue una masacre, ¿cómo es el nombre de su esposa? , -me preguntó mientras sacaba una libreta-.
  • “Fulana de tal”. -Se fijó en la lista y la cara le cambió, a mí me temblaron las piernas-.
  • Lo siento mucho amigo, a usted no se le puede engañar, fue de las primeras en quedar en medio de la balacera, sus restos se trasladaron a la morgue del hospital central .

En ese momento se acercó un tipo de traje que, ignorándome, le habló al oficial, “usted no me entiende cuando doy una orden, haga retirar a esta persona de aquí, no se le puede dar información a nadie” , el oficial se puso mal e incómodo con la interrupción pero trató de contestar con respeto, “señor Fiscal, lo que sucede es que…” y el tipo siguió con su intransigencia, “me importa un carajo lo que sucede, cumpla con lo que le ordené” .  Hasta ahí me había mantenido más o menos calmado pero hizo que se me cruzaran todos los cables y lo tomé del cuello, apretándole la tráquea…

  • Pedazo de sorete, acabo de perder a mi esposa y a mi hijo y más le vale que no conozca usted a ninguno de los agresores porque le aseguro que el cargo de Fiscal no le va a alcanzar para salvarse, ni encontrará rincón seguro para ocultarse de mi ira.
  • Deténgalo, deténgalo, me está amenazando, -gritaba el idiota tomándose el cuello cuando lo solté-.
  • Deténgalo usted si tiene bolas para hacerlo, Fiscal o no abre su boca de idiota y no sabe con quién se mete, vaya a atender a la Prensa y deje trabajar a los que saben.  Señor, al mismo hospital se la trasladó a su suegra con un ataque de nervios y aunque sé que es mucho pedir, trate de tranquilizarse, después nos pondremos en contacto para aclararle algunos puntos que querrá saber.
  • Le agradezco mucho oficial, no dude que estaremos en contacto y disculpe que lo haya metido en un brete.
  • No es nada, de última le pediré trabajo, vaya tranquilo.

Me acerqué hasta el hospital y allí me mandaron al piso en que estaba internada mi suegra, estaba bien pero totalmente sedada y me encontré con mi suegro que me abrazó llorando a lágrima tendida pero yo no tenía ganas para aguantar lloriqueos ni tampoco estaba para hacer de consuelo de nadie, la pelota que le di fue relativa y fría.  Contesté el teléfono ante una nueva llamada de mi Jefe y lo puse al tanto de lo acontecido…

  • Lo lamento con el alma Carlos , olvídese de mí y del trabajo, ¿qué puedo hacer por usted?…
  • Gracias señor, estoy tratando de ver el cuerpo de mi esposa pero no me dejan acceder…
  • Espere, aguarde en la sala de espera, voy a hablar con el Ministro de Salud y el Ministro de Seguridad para allanarle el problema, déjelo por mi cuenta.

Sabía que se moverían “hilos” que yo no manejaba y unos diez minutos después, el propio Director de hospital junto a un oficial de policía uniformado me acompañaron a la morgue, me hicieron ingresar y haciendo apartar las camillas con los demás cuerpos, me dejaron solo con el cuerpo de Cristina tapado por una sábana ensangrentada.  Estaba tal como la habían traído y destapé sólo la parte de su cara, estuve como veinte minutos tomándola de la mano, acariciando su cabello y “conversando” con ella y mi hijo, de cosas que quedarían sólo en nosotros tres.

Lloré como nunca y fue la última vez que vi a mi esposa, logré que no le hicieran la autopsia, asimismo, en el velatorio, pedido por sus padres, no me acerqué en ningún momento al cajón y tampoco lo hice cuando fue cremada junto con nuestro hijo, los recuerdos que me quedaban y me quedaría de ella, no tenían que ver con ninguno de esos momentos.  La primera noche que pasé solo en nuestra casa fue una tortura que mitigué, de alguna manera, “usando” otra habitación y finalmente convencido de que no podría estar más allí.

Me mudé a un hotel, me aparté de mis suegros porque uno lloraba en los rincones y otra comenzaba con sus desquiciadas “culpas divinas” , al cuarto día cité en la casa a las que conocía como las tres mejores amigas de Cristina y les pedí que se llevaran todas las pertenencias de mi mujer, sólo guardé un par de fotos y les dije que hablaran a posteriori con mi suegra para ver qué es lo que ella se quería llevar para recordar a su hija.  Hablé con mi Jefe para decirle que pondría en venta la casa y que renunciaba al trabajo, lo intentó, intentó convencerme de todas las maneras hasta que se rindió a la evidencia, yo había comenzado una nueva vida alejado de todo lo anterior.

Nobleza obliga, le dejé dicho que cualquier cosa que quisiera “manejar” por fuera de lo que era su Seguridad Privada, quedaba entre los dos y podría contar conmigo sin dudar, por lo demás, no había mayores problemas, la persona que quedó de encargada de su Seguridad era mi segundo al mando y sabía bien cómo funcionaba todo en ese lugar.  Por momentos la depresión me ganaba sus partidas pero me sobreponía como podía para continuar con lo que quería hacer.

Cambié el número de mi celular y sólo mi amigo Patricio y me Jefe supieron el nuevo número, sabía que, llegado el caso, podía contar con ellos.  El oficial conocido me pasó todos los datos de los agresores en la masacre del Supermercado y me hizo llegar los videos de las cámaras de seguridad, “no me cuente ni me diga nada, creo que conozco su modo de pensar, yo no lo vi ni sé nada de usted pero, por favor, trate de que nada lo individualice” , -me dijo y entendí que, de buena gana, como tantos muchos otros, se hubiese salido de las Leyes que lo “apretaban” -.  Le agradecí los datos y le dije que se quedara tranquilo, no había nada más que decir, nos entendimos sin hablar de más.

A Patricio , quien la quería mucho a Cristina y parecía más dolido que yo, le conté parte de mis planes para lanzarme a vagar y las ganas de adquirir una casa rodante en la que me sintiera más que protegido, le di a conocer varias de las especificaciones de lo que quería.  Me pidió tres meses de plazo y que dejara todo por su cuenta, él se ocuparía de adquirir todo lo necesario y dotarlo de lo mejor.

Me dijo claramente que sabía que no me iba a quedar de brazos cruzados y me pidió que contara con él si veía la necesidad de un aliado, teníamos los dos la misma formación y tampoco hubo que aclarar ningún “tanto” .  Le contesté que él era el único en que confiaría, que por ahora me quedaría tranquilo haciendo planes y que lo llamaría sin dudar en caso de necesitar de su ayuda. “te conozco y sé que varios deberían empezar a temblar” , -me dijo abrazándome con afecto-.

Con la casa no tuve que perder tiempo en esperar a posibles compradores, fue la misma empresa por intermedio de mi Jefe quien se ocupó de comprarla, pagando incluso una cantidad superior a la inicialmente tasada y tuve la disponibilidad del dinero en un abrir y cerrar de ojos.  Abrí una cuenta bancaria que Patricio se encargaría de manejar para que no le faltaran fondos y una muy buena cantidad me la quedé yo.

Sin darme cuenta, ya habían pasado doce días del hecho y como buscando de atemperar soledades y ausencias, una noche hice subir a la habitación a un “gato de lujo” que ofrecía sus “servicios carnales” en el bar del hotel, apañada, lógicamente, por la gente del lugar.  La morocha alta, llamativa, de hermosas piernas, tetas “hechas” y culo semi chato “transó” por un “completo” pero creo que terminó con una mezcla rara de satisfacción y arrepentimiento por ello, aunque no me hizo sexo oral.

No hubo besos en la boca pero le gasté las tetas en base a lamidas y chupones que deformaban su estructura redonda de “bol pre armado” , sus gemidos fingidos se convirtieron en gemidos de necesidad cuando sepulté mi boca en su entrepierna y me ensañé con su clítoris erecto y sumamente receptivo.  Se sorprendió con esto porque la gran mayoría de los clientes buscan su intimidad solamente para la penetración y yo estaba recorriendo todos sus lugares más calientes lamiendo y tratando de penetrar con mi lengua en sus oquedades.

Trató de negarse sin ofrecer demasiada resistencia hasta que acabó cediendo a sus propias urgencias de mujer y el orgasmo fue una conjunción de liberación y de sometimiento porque tampoco pudo aguantar las ganas de pedir saliéndose de lo “profesional” , “por favor por lo que más quieras, metela, me estás matando con la lengua” , desde allí a ponerla en cuatro, de rodillas, para tener a mi disposición su agujero empapado y el otro que parecía latir fue apenas de un movimiento.  Pasé el glande en pinceladas y me dijo que fuera despacio porque se había dado cuenta de mi grosor.

Verdaderamente entré despacio, tomándome mi tiempo pero sin detenerme, el hecho de que fuera una mujer “pagada” o “trabajadora sexual” como les gustaba denominarse, no implicaba usar la violencia ni provocar sufrimientos gratuitos.  Sus carnes abriéndose notaron el paso del ariete y sus gemidos de dolor no fueron fingidos pero se la “comió” toda, el problema se presentó porque yo estaba “pasado de rosca” con toda la mierda que cargaba y no pensé ni tuve la urgencia de terminar.

Comencé a sentir como temblaba y se contraía en varias oportunidades, sus secreciones ayudaban al bombeo continuo que le había infringido y no fue hasta que pidió que por favor terminara cuando se me ocurrió cambiar de lugar porque se me dio por imaginar que el palpitar del asterisco me llamaba.

También lo hice despacio pero el grito no fue nada fingido y se mantuvo hasta que me quedé pegado con mi pelvis a sus nalgas, después fue un volver a comenzar en entradas y salidas rítmicas hasta que sentí que se abandonaba y se dejaba caer sobre la cama agotada y rendida por lo experimentado, fue allí donde se me ocurrió terminar, hundido profundamente en su culo de nalgas chatas.  No pudo ni quiso levantarse ni para ir al baño, se quedó tendida y casi como desmayada se durmió.  En la mañana la tuve que despertar para que me ayudara con el desayuno que había mandado a pedir.

Le costó ubicarse en lugar y tiempo hasta que se levantó con agilidad y con una sonrisa fue a bañarse, al rato, ya tranquilos, me dijo que era ella quien tendría que pagarme a mí porque había pasado un momento de placer impensado y hasta se animó a pedirme de repetir pero sin “tarifas” de por medio, no quise decirle que no y le contesté que veríamos si volvíamos a encontrarnos para pasar otra noche placentera porque yo también lo había pasado muy bien.

Jamás pensé en repetir, no tenía un físico de los que me quedaban grabados, sólo había servido como “descarga” , además, eso de dormir a los saltos como me había pasado y haberme encontrado con conocidos al caminar por la ciudad, conocidos que me atosigaron con sus pésames y sus preguntas relacionadas con el hecho luctuoso no me ayudaba y decidí irme afuera para pasar los días alejado de todo y todos.

Me decidí por el clima tropical e hice los trámites para pasar unos días en Aruba , tramité todo directamente en la Embajada de Holanda o Países Bajos porque no quise moverme con Agencias de Turismo, allí me dieron una visa de turista y como no sabía decir cuántos días me quedaría, muy amablemente, la empleada rubia de cabellos casi blancos, eso sí, previo pago del canon correspondiente, me otorgó un permiso de turista por 180 días, podría volverme antes pero no podía pasar de esos días sin hacer nuevas autorizaciones.

Fui directamente a las oficinas de la Compañía aérea Avianca y saqué pasaje en un avión que haría escala en Bogotá porque la Isla de Aruba , sin bien quedaba muy cerca de las costas colombianas y venezolanas pertenecía a la corona de los Países Bajos .

Viaje al día siguiente de tener los papeles y casi con lo puesto, apenas si llevaba una pequeña maleta de viaje, mis cosas, ropa incluida habían quedado en un depósito privado alquilado al efecto.  El viaje salió muy temprano y duraba casi 7 horas pero se hizo un poco más largo por la escala, la diferencia horaria era de una hora menos, no sufriría el jet lag y la comodidad de primera clase me permitió descansar a gusto.

A las tres de la tarde estaba haciendo los trámites en Migraciones y Aduana en el hermoso y tranquilo Aeropuerto “Reina Beatrix” en Oranjestad , la capital de Aruba .  La distancia al centro de la capital era de cuatro kilómetros y aunque venía pensando en tomar un taxi hasta la ciudad, la empleada de Migraciones, al saber que venía como turista para quedarme por casi seis meses me dijo, en un perfecto idioma español que me convenía alquilar un auto pues me saldría más barato que moverme en taxi y podría disfrutar de ir adónde quisiera.

Le agradecí y, en el mismo aeropuerto, alquilé un Hyundai Accent de color celeste que me encantó, en la misma agencia me dieron un mapa de rutas y lugares y me largué para el centro de Oranjestad .  Tampoco quería ir a ningún hotel, encontrarme con bullicio de gente y compartir no me cruzaba por la cabeza por eso busqué una inmobiliaria que alquilara casas.

Llegado el caso podía moverme más o menos bien con el idioma inglés pero ni falta que hizo, la mayoría de las personas habitantes de la isla hablaban cuatro idiomas, entre ellos el español, junto con el inglés, el holandés y el papiamento eran los oficiales.

El sentido del tránsito era por la derecha y no me trajo inconvenientes pero, según me dijeron, eran muy estrictos con el cumplimiento de las Leyes de Tránsito y no daría lugar a problemas.  Estacioné tranquilo en la primera oficina inmobiliaria que encontré y fui atendido por una hermosa y esbelta morocha de ojos claros y con un color de piel dorado expuesto a varias capas de sol.

Lo oscuro de su cabello le quedaba bien pero era muy evidente que su color era un rubio natural, igualmente no importaba tanto, la remera ajustada y el jeans elastizado dejaban entrever un físico espectacular que se hacía notar en un par de tetas duras y altivas y en nalgas paradas y muslos macizos, evidentemente todo “trabajado” en gimnasio.

Me atendió con una amabilidad excelente, la oficina tenía dos dependencias y un salón central, no vi a otras u otros empleados e imaginé que ella era gerente y empleada de su propio negocio.  Cuando le di la mano me di cuenta que andaba en los treinta años y se me presentó como Abigail , yo lo hice como Carlos , efectivamente era la dueña de la inmobiliaria, me senté frente a su escritorio ante su invitación y habló:

  • Bien Carlos , bienvenido a Aruba , se nota por el color de su piel que es recién llegado, usted me dirá que anda buscando.
  • Acabo de bajar del avión y mi interés pasa por alquilar una casa, no me gustan los hoteles ni los edificios de departamentos, prefiero moverme en la tranquilidad de una casa.
  • Estimo que tampoco viene con ningún paquete turístico, propio, propio como si fuera un solitario y por el acento, argentino.  Siendo así, tengo dos propiedades para ofrecerte, -me mostró fotos de las dos casas y el tuteo surgió impensado y natural-.
  • Me gustaría ver las dos porque el entorno también es importante para mí.
  • Desde luego, ¿te interesaría saber los precios y las condiciones antes de verlas?
  • Imagino que las condiciones son las normales y con un depósito determinado, respecto al precio del alquiler, me es indiferente.
  • ¿Cuánto es el tiempo que te quedarías?
  • Te contesto lo mismo que dije en la Embajada cuando me lo preguntaron, no lo sé, quizás por eso me dieron un permiso turístico por 180 días, ya veré cuanto aguanto.
  • 180 días en la isla es toda una vida, ¿te parece si hacemos un contrato renovable cada 30 días, sin que cambie el precio?
  • Me parece bien pero, ya te lo dije, quiero verlas primero.
  • Aquí es cuando te voy a solicitar que me lleves en tu vehículo, yo me muevo en moto, a menos que quieras seguirme.
  • No, mejor te llevo y te traigo pero, tendrás que mostrarme primero esta, que parece ser la mejor de las dos.
  • Elegiste bien, esa está relativamente cerca de las playas pero además tiene piscina en uno de sus costados y está cercada con un muro alto que da mucha privacidad.  Está totalmente amueblada y puedo recomendarte a dos personas muy discretas para que se ocupen de la casa y de la piscina un par de días de la semana o como quieras arreglar con ellos.
  • Me parece fantástico, vine a tratar de dejar recuerdos no gratos de lado y no quiero estar pendiente de la casa.

Sin más, cerró la oficina y me fue guiando hasta la casa que quería ver.  El lugar me encantó, era una casa americana chica y sin dudas que tenía privacidad, además todos los servicios Wifi y cable incluido, la casa vecina quedaba como a unos cincuenta metros y el barrio se veía muy tranquilo, además, ya lo había averiguado, el índice de criminalidad en la isla era de los más bajos del planeta, tenía un hermoso parque y una piscina de 7x3 metros semi arriñonada con un solario en que había cuatro reposeras.  Dos dormitorios, uno en suite, comedor con un pequeño barcito con tres bancos altos, una cocina cómoda y otro baño aparte.

Cuando entramos a la casa, di un vistazo en el interior que me bastó para sentirme cómodo y, sin más, le pedí que me mostrara el dormitorio principal. Abigail me miró poniendo cara de pícara y caminó delante de mí moviendo sutilmente las caderas, tanto como para demostrar que portaba un culo de ensueño.  El dormitorio era muy bonito, bien decorado y tenía una puerta corrediza que comunicaba con el solario de la piscina, la cama era enorme, cuadrada y de más de dos metros por lado, el baño tenía jacuzzi y, estirándose, me demostró que funcionaba perfectamente.

Continuará…

GUILLEOS1agradece sus comentarios.