Aplicando justicia (4)

Nos sacamos las ganas con mi suegra y fue fantástico.

MI SUEGRA. (4).

Ni problemas que hubo con mi mujer, ella sabía que trabajando no tenía horarios, además nunca preguntó que hacía o dejaba de hacer yo, era algo que habíamos consensuado y todo se basaba en la confianza mutua que yo, lo admito, utilizaba a mi favor.  Si yo quería podía seguir durmiendo un rato más pero… si ella se despertaba antes, la mamada se imponía, siempre fue igual y jamás pude negarme a esto.  Ese día no fue distinto, abrí los ojos apenas la sentí humedeciendo al “aparatito” con su boca y me acomodé encimando las almohadas para poderla mirar mejor.

Me encantaba y me enloquecía de placer verla en esa posición, algo que se multiplicaba cuando levantaba la cara para mirarme con el brillo del placer reflejado en sus hermosos ojos claros.  Algunas veces, todo lo que comenzaba suave, silencioso y tranquilo se comenzaba a transformar en un entrar y salir casi desaforado, chocaba en repetidas oportunidades su nariz en mi pelvis y la habitación se llenaba de sonidos guturales y gemidos.  Aceptaba pero no le gustaba que le presionara la cabeza así que me quedaba apretar las sábanas con los puños esperando que me vaciara.

Ese día pasó así y a segundos de explotar se sacó el “aparatito” de la boca y lo apretó en la base con una de sus manos, no se bajó pero el aire fresco y el apretón me sacaron las ganas de terminar.  Su salto fue casi felino y pronto estuvo arrodillada con las piernas al costado de mi cuerpo sentándose encima de la verga inhiesta, a la que deglutió con su vagina empapada…

“Buen día amor, después si querés dormí un rato más, tenía tantas ganas de tu piel que no me aguanté, jajaja y no sólo de tu piel” .  Me decía eso con una sonrisa de picardía y satisfacción mientras movía las caderas gozando y haciendo gozar con los apretones de sus músculos vaginales que manejaba a discreción.  Enseguida me tuvo a punto e hizo coincidir sus contracciones con las mías.

Exploté como un géiser a la par que se estiraba encima de mí para besarme y “comiéndome” la boca me dejaba sentir el placer de los temblores de todo su cuerpo.  El glande y un par de centímetros habían quedado dentro de ella y lo “martirizaba” con apretones que me llevaban a una y otra pulsación hasta que no quedó nada que pulsar.

  • Buen día mi cielo, ¿cómo estamos hoy, no?, esto fue una violación en toda regla pero me encantó .
  • Jajaja, ¿a vos te encantó?, eso lo decís porque no me viste subir y bajar del cielo un par de veces, no hay caso, vos y tu “aparatito” me pueden, te amo, te amo, te amo .

Me decía todo eso abrazándome con fuerza y lo espectacular era que me lo transmitía.  Al poco rato le dije que me iba a levantar y pregunté si quería bañarse conmigo, “no, porque vas a querer mi culito, voy a ceder y no debo desperdiciar ningún posible “nenito”, mejor te preparo el desayuno” , se vistió con un short ajustado y luego de darme un piquito me dejó solo.  Sabía lo que le pasaba, estaba obsesionada con un embarazo y no se daba.  Todos los análisis habían salido bien, ninguno de los dos tenía problemas pero…

El desayuno se extendió bastante, charlábamos de alguna cosa insustancial y sonó su celular, era la madre pidiéndole que la acompañara a hacer compras, algo riguroso casi todos los sábados y como no tenía problemas con eso, se fue a bañar para cambiarse e irse a saludar a su padre y “chismear” con su madre.

Al estar lista me preguntó, casi por inercia, si no quería ir a almorzar todos juntos pero ya conocía mi respuesta, yo le escapaba siempre a las “juntadas” con familiares, fundamentalmente al padre que era bastante “pesado” , le contesté que comería cualquier pavada y aprovecharía para dormir una buena siesta para recuperar el sueño que me había quitado una fiera en la mañana.  Se sonrió y después de besarme se fue moviendo su hermoso culo enfundado en un jeans elastizado.

Lo primero que hice no bien estuve solo fue poner a lavar y centrifugar la ropa utilizada la noche anterior, busqué las armas que guardaba en un panel que me había hecho en un rincón del garaje, las limpié concienzudamente, guardé los casquillos utilizados, repuse la munición que faltaba en el cargador y regresé al interior de la casa para poner el dinero en la caja fuerte.  Había hecho todo de forma metódica sin que se me cruzaran por la mente los tres “castigados” de la noche anterior.

Calenté algo de comer y me puse a almorzar viendo un canal de noticias.  En la pantalla aparecía un encabezado que decía: “Luego de un llamado anónimo la Policía descubrió a tres jóvenes torturados y luego ajusticiados en un departamento de un barrio de esta capital” , seguidamente un Periodista aclaraba que, según la Policía que investigaba el caso, se trataría de un ajuste de cuentas vinculado al Narcotráfico pero que no se podía saber más por el “Secreto de Sumario” dictado por el Fiscal interviniente.  La noticia era bastante escueta y no hacía mención a los nombres de las víctimas y tampoco a que se hubiese encontrado a ninguna otra persona viva.

Habían encontrado a la chica pero era menor como para exponerla en las noticias y además creían que podía servir de testigo, algo que yo sabía que sería imposible pues sólo podría decir que había entrado con el muchacho al departamento y no más.  Apagué el televisor, lavé lo utilizado para comer y me iba a tirar a dormir una regia siesta cuando vibró mi celular, era mi Jefe.

  • Gracias Carlos .
  • No tiene que darlas señor, además este no es medio para dar las gracias y tengo que darle un presente en mano.
  • Sí, no, claro, lo comprendo pero le pido por favor que se dé una vuelta por la casa me ha creado una intriga por lo del presente.
  • De acuerdo, estaré por allí a las siete de la tarde, ¿le parece bien esa hora?...
  • Sí, muy bien, lo espero.

Pasé todos los videos de las chicas a un pendrive y luego de esto vacié la tablet para que no quedaran rastros de ellos en la máquina.  A las siete de la tarde, estaba en la casa del Jefe y me hizo pasar al privado.

  • ¿Cómo está Carlos ?, espero no haberle causado problemas con su esposa.
  • Descuide, le avisé que tenía una reunión con usted y ella no pregunta al respecto de mi trabajo.
  • Vi las noticias y doy por descontado que se hizo el trabajo que yo quería, ¿cuánto tengo que pagar por eso?...
  • Nada, el trabajo lo hice yo personalmente y ya me cobré lo que estimé conveniente.  Esos tipos se merecían eso y mucho más, le traje lo que rescaté de la computadora de ellos pues lo que le hicieron a su ahijada y otras ocho chicas más estaba debidamente grabado en videos y registrado en archivos separados.
  • ¿Lo de mi ahijada también estaba allí?
  • Sí, también estaba allí pero lo de ella me encargué de borrarlo de su sistema, no quedó registrada en ningún lado y la Policía no la molestará.  Si algo se sabe de esto será porque ella o usted hablan lo que no deben hablar y me pondrán en un compromiso enorme…
  • Quédese tranquilo por ello, en persona me encargaré de que mantenga la boca cerrada, aunque tenga que amenazarla con mostrar lo grabado, además no sabe de su “favor”.
  • Confío en usted, permítame la computadora que le voy a bajar los archivos, el archivo individual es el de su sobrina, los otros son de distintas chicas que no quise averiguar quiénes eran, eso será trabajo de la Policía, por eso habría que mirar los videos y borrarlos.

Pasé los archivos a la computadora y le dejé el lugar para que fuera viéndolos…  Las caras que ponía cuando miraba los distintos videos pasaban por el estupor, la sorpresa, el asco, la bronca y creo que si él hubiera estado en mi lugar hubiese actuado igual o peor con esos delincuentes psicópatas.  Los miraba y los borraba, finalmente, el único que quedó en su poder fue el de la ahijada, lo terminó de ver y me habló:

  • Esto es espantoso, pobres chicas las que pasaron por manos de estos hijos de puta, bien merecido que tienen todo lo que habrán pasado.  De lo que estoy seguro es que mi ahijada ahora se tendrá que enderezar sí o sí, esta será su “Espada de Damocles” en cuanto no camine derecho, pienso caerle con esto como un mazazo.
  • Esa es su prerrogativa, yo no voy a opinar al respecto, lo que si me gustaría es pedirle un favor enorme.
  • Usted dirá Carlos , lo que quiera.
  • Trate en lo posible de evitar este tipo de pedidos “especiales”, sé lo que se debe hacer y no me asaltan remordimientos pero no es lo mío y de suceder nuevamente deberé decirle que no y renunciar a mi trabajo.
  • No se hable más, mi agradecimiento con usted es de por vida y respetaré su decisión, esto de mi ahijada tampoco lo esperaba y ahora mi agradecimiento es doble.

Después de eso hablamos de su hija y me dijo que estaba pensando en mandarme unos días a Alemania para que controlara el tema de la Seguridad en la empresa que ella dirigía, nada más que para estar seguro de que se estaban haciendo las cosas bien.  También me habló de Ingrid , diciendo que, afortunadamente y aún con complicaciones, la cosa marchaba mejor aunque había que esperar unos tres años más para que quedara más o menos mirable y se notó que no estaba bien con eso que me contaba.

Le contesté que lo de Alemania viera de estirarlo un poco porque aún seguían los tratamientos de fertilidad de Cristina y me era muy necesario estar cerca de ella pero que, de todos modos, yo tenía muy buena relación con el Jefe de Seguridad de la empresa allí instalada y me comunicaría con él para que me detallara los pormenores de su trabajo.

Me dio el visto bueno para esto y sentí que zafaba de viajar a Alemania y tener que atender a la hija, algo que, ciertamente, no me desagradaba porque la teutona Helga era una belleza de las que sólo salen en tapas de revistas pero… mi mujer, aún con el permiso que me otorgaba, importaba más.

Nobleza obliga, tengo que decir que mi Jefe jamás volvió a pedirte ninguno de esos “trabajos especiales” , claro está, tampoco se presentaron oportunidades ni “malos entendidos” para que eso aconteciera.  Para el año de estar como Jefe de Seguridad logré conformar un grupo de Seguridad Personal de lo mejor, prácticamente, de élite, con personal de probada lealtad, algo similar pasó con toda la planta de Seguridad de la empresa y subsidiarias, fundamentalmente porque no permití nunca “agachadas” , el sueldo y las ventajas eran de lo mejor y el cumplimiento debía ser estricto, conmigo a la cabeza, claro está.

Cristina estaba de parabienes, no tenía privaciones y gozaba de un selecto grupo de amistades nuevas pero sin descuidar a las “de siempre” , amigas que, más de una vez estuvieron de reuniones en casa, anduviera yo por allí o no.  En realidad esas reuniones “de chicas” , con siete u ocho de las más íntimas, se hacían en distintas casas cada tres domingos.  Justamente, ese domingo la reunión tenía lugar en la casa de una de las mejores amigas de mi mujer en una Localidad distante a unos 50 kilómetros de casa y yo pensaba pasarla panza arriba tomando sol y disfrutando de la soledad y la quietud de ese hermoso día de verano pero… tuve visitas…

Eran como las once de la mañana, ya había salado las tiras de asado y las mollejas que pensaba preparar y estaba cortando unos tomates con finas tiras de cebolla para prepararme una buena ensalada cuando vi que el automóvil de mi suegro trasponía el portón.

Ya estaban asentados en el puesto de control y les permitieron el paso sin avisarme, estacionaron en los fondos de la casa y mi suegro se bajó sonriente a saludarme, mi suegra también bajó pero la sonrisa brillaba por su ausencia, enseguida me di cuenta que no era conmigo, había bronca entre ellos.

  • Hola Carlos , buen día, te traje un rato a tu suegra para alegrarte el día, jajaja, ¿dónde anda mi hija, ya se levantó? , -preguntó mirando para la casa-.
  • Hola Federico, hola Ana, Cristina no está, hoy tenían la reunión en casa de Gisela, no creo que venga hasta la noche pero no importa, pongo un poco más de carne en la parrilla y me acompañan para no almorzar solo.
  • ¡Te dije, te dije que llamaras antes! , -dijo Ana airada y él no le dio pelota-.
  • Me estás tentando Carlos , hace rato que no como tranquilo un buen asado pero te tengo que decir que no, hoy el equipo juega de local y quedé en encontrarme con mi socio y un par de amigos, -era socio de un club de fútbol de Primera División desde hacía muchos años y tenía un palco en el estadio, si el equipo jugaba de local, no fallaba nunca-.
  • El partido comienza a eso de las cinco de la tarde, tenés tiempo para almorzar acá.
  • Es que quedé para almorzar con ellos en el restaurant del club, hacemos sobremesa y luego vemos el partido, ya voy tarde por el capricho de Ana por venir.
  • No te hagas problemas, dejala a Ana acá y la pasás a buscar cuando todo termine, en una de esas la podés ver a tu hija.  Ana, si te animás a quedarte conmigo, me tenés que hacer la ensalada.

¡Tonto! , me dijo Ana en voz baja y lo saludó al marido con un beso tirando a agrio en la mejilla, lo acompañó hasta el auto después de que él me saludó y mi morbo me hizo pensar que movía el culo más de lo debido al caminar, ninguno se dio vuelta y me alegré por ello, de seguro hubieran visto mis colmillos.

El jeans elastizado que vestía mi suegra, posiblemente sin ropa interior o de tanga por sus movimientos libres de costuras, dejaba adivinar un culo espectacular, ya lo conté, muy similar al de mi mujer y se me agitaron todos los “ratones” imaginándola arrodillada en cuatro y pidiendo verga.

Federico salió disparado con su auto y siempre me quedó una cierta vena con el tema del fútbol y eso de irse tan temprano, no era la primera vez que lo hacía y pensé que actuaba así para no quedarse un domingo con mi suegra y porque tenía algún “rebusque” por allí que, según mi instinto, era lo más probable.

Yo no me “comía” lo del almuerzo con el socio aunque jamás quise o se me cruzó por la cabeza investigarlo por esto, no correspondía.  También pensé que si yo tenía esa duda, Ana lo sabía y se hacía la boluda para seguir pasándola bien (es muy difícil engañarlas y menos que menos repitiendo en el tiempo) .

Cuando la vi que regresaba a mi lado, la sonrisa era distinta, hasta pícara diría y noté que sus pezones se notaban por detrás de su remera y su sostén.  Me habló tomándome del brazo y apoyando una de sus tetas en él:

  • Dale, vamos adentro que hago la ensalada y mientras vos prendés el fuego.
  • Listo pero, con una condición, como vos “no sabías” que Cristina no estaría y sí sabías que tu marido “jugaba de local”, que también sabías que yo estaría solo en casa y que hoy estás más tentadora que nunca, la condición es la de pasarla lo mejor posible sin recordarlos, no están y punto, ¿te animás?...
  • ¡Mirá que sos jodido!, está bien, te acepto la condición pero, portate bien.
  • Vos también Ana, vos también, yo me voy a poner el short de baño, si no trajiste traje de baño andá a buscar en el tercer cajón de mi cómoda hay algunos de tu hija, te van a quedar “pintados” .

Entré con ella en la habitación, tomé mi short y la dejé que eligiera el traje de baño que quisiera, yo me fui a cambiar a otra habitación, ex profeso me llevé un short que parecía un bóxer más que ajustado, me cambié y salí a preparar el fuego.

Ella se tomó su tiempo y salió vestida con una camisa de color azul que era mía, la cual le llegaba un poco por debajo de las nalgas y que había abotonado sólo con dos botones, sabiendo además que estaba muy sensual y que tenía un par de piernas hermosas, tampoco se privó de mirarme…

  • Me tomé la libertad de “robarte” una camisa para no andar en traje de baño, me da “no sé qué” eso de andar casi desnuda, esperó que no te moleste y a la ensalada sólo le falta salarla y ponerle un poco de aceite, ya está lista y voy a aprovechar para tomar un poco de sol.
  • Molestar no me molesta, están para usar y me alegro que tengas el traje de baño debajo, sucede que tu hija la suele usar para no andar desnuda por la casa y cada vez que la veo con esa camisa me recalienta.
  • Salí, desalmado, ¿cómo le podés decir eso a una vieja?
  • No me jodas con lo de “vieja”, te salvás porque tengo las manos sucias con el carbón, jajaja.
  • Dale, “manos sucias”, andá a lavártelas y ayudame con el bronceador que tengo la piel muy blanca y el sol esta “picante”.

Acomodé un poco el fuego que ya estaba empezando a dar brasas y fui a lavarme las manos, aproveché además a acomodarme el “aparatito” porque tenía deseos desesperados de escaparse por donde fuere, al regresar a la zona de la pileta me estaba esperando aún con la camisa puesta y con el pote de bronceador en la mano… “Voy a utilizar esa colchoneta, me parece que es más cómoda, ¿podrás ponerme el bronceador estando aquí?”“Vos acomódate a gusto y yo me arreglo” …  Se giró para sacarse la camisa y se agachó para dejarla sobre el respaldo de una reposera.

Por poco no me voy “en seco” , que quería verga no había ninguna duda, se había puesto una tanga azul con vivos blancos que apenas se notaban por lo escaso de la tela que cubría su desnudez, cuando mi mujer la usaba, -la muy putita lo hacía a propósito- me ponía como el gallo que corre a la gallina y la “embocaba” apenas la alcanzaba.

Demás está decir que Cristina no corría porque se ponía la tanga esperando el “pijazo” cuando me la mostraba.  Mi suegra también iba a tener el “pijazo” pero yo trataría de aguantar un poco más.

  • ¿Te gusta la tanga que me encontré?, me dijo Cristina que te gusta.
  • Me encanta pero no es la tanga lo que más me gusta, tus nalgas son mucho más preciosas de lo que me imaginé, lástima que tengo que hacer el asado y pasarte el bronceador.
  • ¡Sos terrible!, dale pasame la crema y no digas más nada.

Para no ser tan “alevoso” me senté frente a su cabeza, ella y yo sabíamos que con levantar un poco la cara se iba a encontrar con mi “paquete” y lo primero que hizo fue tomar su cabello y tirárselo sobre la cara para dejar libre la espalda, le solté el sostén y tiré un chorro de crema en la espalda, lo que provocó que, además de quejarse por el frio, moviera sus nalgas y flexionara una de sus piernas…

  • Ponémela de a poco, está helada
  • Bueno, la próxima te la pongo despacito y vas a ver como se calienta todo enseguida
  • Pero, pero… mejor seguí con los masajes .

Mis manos comenzaron a recorrer su espalda sin dejar lugar por acariciar pero llegaba hasta el borde de las tetas aplastadas y hasta el nacimiento de sus nalgas y allí me detenía para volver a seguir con otros tramos de su piel, notaba mientras tanto como sus piernas tenían un movimiento leve y sus glúteos parecían contraerse, “tenés que pasarme en todos lados” .-me dijo y le contesté-… “Ya sigo, dame dos segundos que acomodo el fuego y pongo la carne” .  No esperé que me respondiera y la dejé para hacer lo que le había dicho.

Al regresar le pasé crema en las pantorrillas y me senté directamente sobre sus rodillas.  Mis manos se pasearon a gusto por sus muslos y mis pulgares se movían cerca de su entrepierna haciendo que todo su cuerpo se contrajera, algo que se notaba sobremanera en el movimiento sutil de sus nalgas como cuando uno aprieta su esfínter.

  • Tenés una piel maravillosa, es un gusto acariciarla, tengo un poco de envidia de alguien …  -Me contestó con la voz un poco estrangulada-…
  • Dijiste que el que no estaba no estaba, seguí tocándome, digo acaricián… ahhh, me gusta Carlos , me gusta .

El gemido fue evidente, estaba recaliente y yo no le iba en zaga.  Me puse un poco de crema en las manos y me adueñé de sus nalgas, las recorrí, las toqué, las palpé, pasé los pulgares rozando sus labios íntimos y noté la humedad de toda la zona.  Recorrí la zanja apartando la tirita de la tanga y quedaron a la vista sus labios y el agujerito del culo que no tardaría en comerme.

Bastó otro gemido de satisfacción cuando recorrí la zona con mis dedos y él, “por favor Carlos me sonó a “chúpame toda” .  De rodillas como estaba abrí sus piernas y pasando un brazo por su vientre le levanté las caderas poniéndola en cuatro, “no, no, Carlos , no” , fue lo que le escuché decir antes de ponerse a gemir porque mi lengua se había apoderado de su vagina.

Con la boca metida prácticamente adentro de sus labios íntimos y la punta de mi nariz haciendo presión en el agujerito del culo, me dediqué a lamer todo su interior, ya no escuché gemidos, eran grititos en un in crescendo maravilloso que completó con un grito más profundo cuando todo derivó en temblores que intercalaba con contracciones y acababa llenándome toda la boca de su flujo.

No salí de allí y siguió temblando cuando usaba la lengua para limpiar todo el entorno de sus labios y parte de su entrepierna, no la quería dejar decaer y por debajo de uno de sus muslos mis dedos llegaron y pinzaron su clítoris diminuto pero totalmente erguido.

Con el segundo movimiento me costó sostenerla, parecía una víbora y gritaba sin que le importara que cualquiera escuchara cuando unido al apretón del clítoris, le metí el pulgar de la otra mano en el culito cerrado…

  • No podés, no podés, me estás matando a polvos, ahhh, otra vez, ahhh, Carlos me estás destrozando, cogeme, por Dios, cogeme aunque me muera

Me había aguantado la acabada “en seco” y ahora podía seguir un rato más sin desesperarme, por eso esperé a que se calmara y me levanté diciéndole que se nos iba a quemar la carne.  Giró la cabeza cuando me dirigí a la parrilla pero, al igual que la hija, no era de las que abandonan, yo arrimé otras brasas y di vuelta la carne notando como me bajaba el short y se prendía a mi verga llena de babas llevándola a su boca después de haber exclamado un “ohhh” que se escuchó clarito.  La dejé pero en eso no era igual a la hija y le costó llegar a la mitad.

No quería forzarla y la levanté de las axilas, la giré y tomándola de esas tetas duras y erguidas que desafiaban la edad, amasé sus pezones, besé su cuello y le apoyé la pija acamada en la raya del culo… “Me tenés muy caliente, necesito sentirte adentro, es enorme para mí pero aunque me duela, aunque grite como loca, quiero que me cojas” .

Primero pensé en hacerla aguantar hasta después de comer y calentarla lo suficiente durante el almuerzo pero al dejarla pensar corría el riesgo de que se enfriara y luego costaría volver a empezar pues era una persona proclive a los arrepentimientos y antes de que eso sucediera tenía que hacerla sentir mía.  No lo pensé más y mientras mojaba mi verga pasándola por su entrepierna le dije al oído:

  • Tenés razón, yo necesito lo mismo que vos pero me tenés que prometer que la vamos a seguir después , -esto se lo dije punteándola en su vagina y empapando mi verga con sus jugos-.
  • Sí, Carlos sí, cogeme, dejame sentirte y luego la seguimos donde quieras .

No terminó de decirlo cuando la hice apoyar las manos en la mesa y comencé a penetrarla despacio.  Como sabía que sucedería luego de que pasara el glande que era más fino comenzaría a sentirla abriendo, rozando y llenando su interior, dilataba bien pero era más estrecha que Cristina y como no me detuve hasta chocar con sus nalgas, lo que comenzó con un chillido se convirtió en un grito de dolor, “aaayyyyy, me la estás rompiendo, pará, pará, por lo que más quieras pará, no la aguanto, ¿cómo mierda aguanta mi hija esta pija?” .

Cuando terminó de decirlo ya la tenía toda adentro y los movimientos se hicieron imparables, entrar y salir fue una constante y cambió rápido del ruego y el dolor a la exigencia y el placer, “metela más, mi macho, reventala,¡por Dios qué pijazos me estoy comiendo!, empujá, nunca sentí a nadie así, ya estoy, ya estoy, no me puedo aguantar con vos es imposible no acabar, aaahhhh” .

El orgasmo se hizo sentir y temblaba con ganas cuando se la saqué y encaré el glande al culito que ya había dilatado un poco con el pulgar.  Con sólo la cabeza adentro volvió a gritar y quiso quitarse…

  • Por el culo no, con semejante verga no, no podré aguantarla, está casi sin uso, por favor, me vas a rajar toda
  • Está bien, no voy a seguir pero hacete a la idea con mimos, besos y crema más tarde te la vas a comer toda por el culo, no vas a poder irte de casa sin haberme probado por allí, ahora aflojá un poco

Relajó un poco el esfínter y la saqué de su culo para meterla de una y hasta el fondo en su vagina.  Allí sí, al chocar mi pelvis con sus nalgas el grito fue tremendo pero enseguida se dio cuenta que lo que yo buscaba era acabar, se acopló rápido y las caderas parecieron tomar un movimiento independiente.

Me reí para mis adentros pensando que a mi suegra “se le había salido la cadena” por el “pijazo” imprevisto, “apretame las tetas, clávame hondo y llename de leche, sí, así, empujá, más, dame más” .  No sé qué más pedía porque me vacié inundándola, las piernas me temblaban por la posición pero le había echado un “polvo” espectacular a mi querida suegra y habría más, estaba seguro que habría más momentos como el de ese día.

Se dejó caer sobre la mesa y no quise salir hasta no haberme “desinflado” totalmente, eso sí, no dejé de acariciarle la espalda y los costados de las tetas, algo que ella agradeció ronroneando como si fuera una gata.  Cuando salí se volteó, se acuclilló y me lo limpió llevándolo a la boca, a la par que me miraba con una cara de vicio que volteaba.  La fue abandonando despacio y me habló:

  • Gracias al Cielo que me decidí, no me aguantaba más y no puedo creer que todo esto me haya entrado, que me perdone quien sea pero ya hasta envidiaba la cara de felicidad de mi hija.  No me juzgues Carlos , necesitaba tenerte.
  • No te justifiques en nada ni pidas perdones, todo pasó porque tenía que pasar, eres la única con la que accedí a romper mis votos de fidelidad y es porque entre nosotros existe un “algo” distinto.
  • Lo que me decís me lleva y me trae del Cielo, me excita, me hace sentir muy mujer, eso también lo necesitaba, del mismo modo en que necesito mostrarme sin ropas ante tus ojos.
  • Sin dudas que tenés mucho para admirar y tenemos toda la tarde para pasarla mejor que nunca.  Eso sí, metete en la cabeza que te voy a seguir cogiendo por dónde sea, todo tu cuerpo me llama y espero que cuando estemos juntos seamos sólo nosotros dos.
  • Te lo prometo, soy toda tuya pero es mejor que comamos algo porque ya estoy chorreando de nuevo con tan sólo imaginar, lo que sí te voy a pedir es que me dejes estar desnuda, creo que cuidé siempre mi cuerpo para mostrártelo.

La abracé pegándola a mi pecho y bajé la cara para darle un beso profundo cargado de lengua, beso que no tardó en responder abandonando el cuerpo entre mis brazos y al notar que comenzaba a excitarme nuevamente me despegué para dedicarme a la carne de la parrilla.

Ella se sentó y su cara irradiaba felicidad que se trocó en risa franca cuando le dije: “Tenés cuidado con los pezones, vas a romper algo con ellos” .  Estaban endurecidos y rozaban el borde de la mesa, “jajaja, nunca los tuve tan duros, se debe trasladar allí todo lo que imagino” , -contestó sopesando sus apetecibles tetas-.

Hablamos almorzando, insistió en servirme la comida, nos reímos de pavadas, contó algo de su intimidad matrimonial pero, cada vez que se levantaba de la mesa para hacer algo, no perdió oportunidad de pasar cerca rozándome con la parte de su cuerpo más cercana, es obvio decir que el ambiente estaba erotizado y mis manos tampoco perdían tiempo para acariciar sus nalgas, su cintura, muslos o brazos.  Me encantaba verla tan caliente y predispuesta, no lo decía, sólo gemía y me lo hacía saber con todos sus movimientos, ni hablar de su mirada que anticipaba placeres por dar y recibir.

Luego de un rato nos metimos desnudos a la pileta y jugó en ella, riendo y saltando como si fuera una nena, también allí nos abrazamos y besamos pero no dejábamos que nuestra excitación pasara a mayores hasta que salió del agua mirándome con cara de viciosa, se paró en la escalones anchos de la punta de la pileta y tocándose las nalgas me dijo: “Dice mi culito que está dispuesto a sentir lo que tengas que hacer para que no me hagas gritar tanto” .  Salí también del agua y nos secamos mutuamente para dirigirnos abrazados a una de las habitaciones.

Previo paso por el baño de mi habitación para llevar el tubito del lubricante, nos fuimos a una de las otras habitaciones y entró dejándose caer en la cama.  La cara y la mirada cargada de expectativa recorrían mi cuerpo y se detenía en mi verga “morcillona” , uno de sus brazos se apoyaba en la cama y con la otra mano se acariciaba un pezón a punto de explotar.

Me acerqué como en cámara lenta y arrimé el glande a sus labios, sólo tuvo que abrir la boca y aspirar pero incluso forzando con un pequeño empujón no pudo pasar de tragar unas tres cuartas partes, las arcadas, las lágrimas silenciosas y el roce de sus dientes no lo hacían placentero y desistí de ello.  Lo seguido fue estirarme encima de su cuerpo para “comerle” la boca mientras estrujaba sus pechos y mi glande buscaba en solitario el refugio y el calor de sus labios íntimos anegados.

Los gemidos y los movimientos de mi suegra para que el glande calzara se volvían desesperados porque yo alejaba mis caderas cuando ella se acercaba, hasta que cruzó las piernas sobre mi cintura y con una sonrisa un tanto triunfal dio un caderazo que me introdujo más de la mitad en ella, la reacción no se hizo esperar, “¡mierda!, si no fuera porque después es todo placer es para llorar, rompela como vos sabés, ahhh, es delicioso” , -decía cuando terminé de meterla toda-.

La dejé que se moviera sola y tembló con pequeñas contracciones un par de veces, de pronto paró de moverse y me pidió: “¿Me dejás hacer algo que nunca pude?” , le dije que sí imaginando algún tipo de postura rara pero… se salió de dónde estaba y se sentó sobre mi verga cruzando una pierna sobre las mías, “quiero cabalgarte y sentirla bien adentro” , -dijo con algo de pudor-…

Me sonreí sin contestar y no tardó en sentarse de una y comenzar a dar sentones que lo mullido de sus nalgas amortiguaba pero que a ella la hacían gritar entremezclando el dolor con el placer en cada penetración.  No eran juegos ni movimientos de nalgas, era un entrar y salir casi vertical aferrada con sus manos en mis caderas, cada sentada generaba un grito y un par de lágrimas se deslizaban en sus mejillas pero no le dije nada al respecto, dudaba que fuera sólo de dolor, éste estaba muy atemperado por el placer, pensé que era algo de su intimidad y la dejé seguir.

Se notaba además que estaba gestando un orgasmo que unía todo en ella y… “Explotó” , comenzó despacio con una contracción generalizada y un apretón muy fuerte de sus músculos interiores, luego el grito profundo seguido de temblores y una sentada que me hizo llegar hasta su útero aplastando mi glande.

Le costó un tanto recuperarse de este orgasmo y se quedó quieta mientras lo hacía, lo cual me vino muy bien porque el esfuerzo que tuve que hacer para que no me arrastrara con ella fue impensado.  Finalmente se dejó caer sobre mi pecho y besándome dijo:

  • No sabés lo que fue Carlos , nunca pude sentirme tan llena, ni tuve tiempos para que este tipo de orgasmos se diera, siento que con vos puedo con todo y mi culito también lo cree pues late y está esperando…
  • Te desconozco tan putita suegra, siempre pensé que estabas más o menos bien “atendida”…
  • Vos me hacés sentir una putita, Fede hace miles de años que lo hace sólo por cumplir y ni hablar de “aguante” .

Decís eso y se acomodaba poniéndose en cuatro para ofrecerme sus nalgas y, ante sus gritos y contorsiones cuando mi lengua se hizo dueña de su asterisco fruncido, me di cuenta que no estaba tan dilatado, así que con paciencia, gel dilatador, dedo medio y pulgares me di a la tarea, nada fácil por cierto porque costaba mantenerla quieta, Ana se movía y gritaba como si la estuvieran torturando con delicias que le resultaba difícil tolerar.  Yo estaba a mil, entendí que ya estaba suficientemente dilatada y no quise esperar más.

“¡Por todos los Cielos Carlos !, sos un burro, por favor, entrá despacio” , fue lo primero que dijo cuando el glande encontró el camino del recto y comenzó a ingresar abriéndose paso con un empuje dominante.  No pensaba detenerme hasta no estar tocando la piel de mi pelvis con sus nalgas, era un culo que no merecía contemplaciones, “nacido y armado para ser roto” y pensaba ocuparme de éste haciendo que Ana lo terminara gozando.

Abrazado a sus caderas no pudo zafar y gritó rogando que la sacara cuando la tripa semi virgen se resistió un poco al ingreso del ariete.  Ni “cinco de bola” , si quería mimos sería en otro momento, en ese estaba tomando posesión de su culo y no iba a detenerme, hice fuerza y seguí, algo pareció desgarrarse y casi sin fuerzas para gritar se dejó caer de bruces arrastrándome con ella.

Allí no hubo “tu tía” entré de un golpe de caderas lo poco que faltaba y ella quedó tirada con los brazos en cruz sobre la cama.  Ese fue el momento en que esperé y me dediqué a besar su cuello, su nuca y sus hombros, “lo destruiste, me rompiste el culo en cuatro, no te muevas, me siento rellena hasta la panza” , -expresó con un hilo de voz-.

Me quedé quieto y lo hacía latir para que lo sintiera más, “que malo que sos, encima lo hacés latir, como si no me hubiera dado cuenta lo que tengo en las tripas, salí un poquito que quiero moverme yo” , -me dijo-.  No defraudó mi confianza, sabía que iba a terminar colaborando y comenzó con movimientos un poco tímidos hasta que se fue soltando de a poco, al rato ya se había incorporado a la posición inicial y me pedía verga a los gritos tratando de acoplarse a los movimientos de entradas y salidas.

A alguien salía la hija en lo “pedigüeña” , el primer orgasmo que tuvo se hizo sentir pero fue algo así como un preliminar porque yo seguí bombeando sin aflojar y entonces lo encadenó con otro que fue para “llamar a los bomberos” , las paredes parecían temblar con sus gritos de placer y ya no daba para aguantar, me instalé en lo más profundo de sus tripas y me dejé ir llenándola de leche.  Nos reíamos y temblábamos los dos porque fue apoteótico, quedamos tirados uno encima del otro y no podíamos movernos, creo que hasta nos dormimos un rato así.

No sé cuánto tiempo pasó quedándonos en esa posición, lo que sí sé es que mi suegra comenzó a mover las caderas de forma casi imperceptible, tenía aún el glande y un poquito más dentro de ella y parecía querer seguir pero decidí salirme.  Me tentaba muchísimo, aunque yo sabía que Cristina volvería mimosa y, nobleza obliga, habría que cumplir.

Ana ronroneó y se estiró en la cama, se puso las palmas de las manos en la cabeza y desde allí, mostrando las tetas sin pudores, me habló:

  • Voy a sincerarme contigo, sabía que mi hija no estaría y tenía ganas de todo esto, me terminó de decidir Federico con el “verso” del fútbol que no me creo y me decidí a pasar un día “distinto”, quería disfrutar de un “polvito” juntos pero, esto superó cualquier expectativa, hiciste lo que quisiste conmigo, gocé como nunca en mi vida y me dejaste una libertad que jamás tuve, además del culito roto pero más complacido que nunca, jajaja.
  • Digamos que tonto no soy y tu decisión me vino de perlas porque la pasé de maravillas, no sé mi suegra pero Ana puede contar conmigo cuando quiera y el culito de Ana también, me encantó hacerme sentir allí.
  • ¡Por Dios que te hiciste sentir!, tu “tronco” me hizo ver las estrellas pero me otorgó un placer inexplicable, tanto que Ana quiere repetir para ayer y con todos los agujeritos a disposición.
  • Jajaja, aparte de ser tan “putita” como tu hija, te convertiste en una “viciosa”.
  • No lo creo, a ella la debés haber “emputecido” un poco más por el tiempo que le dedicaste, me alegro por ella pero me da un poquito de envidia porque debe sentir esto que siento yo cuando quiere.
  • Y viceversa, suegra y viceversa.

La quise cortar allí porque el tono de lo que hablábamos, la posición adoptada y su desnudez sobre la cama me estaban volviendo a calentar, hice el comentario de que era mejor bañarnos y “aprovechó la volada” , “dale, nos bañamos juntos, Federico nunca quiso bañarse conmigo” .  No estaba en condiciones de decirle que no, el “aparatito” había tomado el mando y arrancamos para el baño, allí las enjabonadas recíprocas, los arrimones, los toqueteos, los besos desaforados y la calentura que volvió a florecer derivó en que Ana , mezclando dolor y placer, gritara otra vez como descocida.

Apoyada con las manos sobre el borde del jacuzzi y con el culo en pompa, se volvió a “comer” toda mi verga, aunque está vez, con mayor desesperación de su parte pues entré muy despacio haciéndole sentir cada una de las venas del ariete y una vez en el fondo imprimí un ritmo de entradas y salidas que la hicieron acabar gritando como loca un par de veces.  Luego me dijo que saliera primero, que ella quería quedarse un rato más para recuperarse usando un poco de agua fría.

Pensando en que me había dado un gusto fantástico, me cambié, levanté todo lo del almuerzo, lavé platos y cubiertos y dejé todo en condiciones, al rato salió Ana , ya cambiada, me dijo que había secado el baño y lavó la tanga de mi mujer que, con el resto de sol que quedaba se secó rápido y luego la guardó, lo mismo hizo con la habitación que habíamos usado, la dejó en perfectas condiciones, rociando la almohada y las sábanas con el perfume que mi mujer usaba para esto y por si algo faltaba, dejó las ventanas abiertas para orear el ambiente...

Mi mujer aún no había regresado cuando apareció Federico , eran como las nueve de la noche, nosotros habíamos terminado de “picar” los restos del asado porque Cristina me avisó que iba a quedarse a cenar con las amigas. Federico no quiso quedarse a comer nada, la apuró a Ana para irse y ésta se levantó con un poco de dificultad, “¿qué te pasó ahora, seguro es uno de tus calambres?” ... “Sí pero enseguida se me pasa” , -le contestó, sin mirarme para no reírse-, la pobre tenía el culo a la miseria por el uso casi abuso inusual.

A posteriori y después de usar varias habitaciones de hoteles, alquilé un pequeño departamento para encontrarme con ella, uno o dos días a la semana, allí no podía gritar a gusto pero siempre encontraba algo a mano para morder cuando paraba su culo para que la perforara o para cuando la “asaltaban” esos orgasmos que parecía acumular para luego “explotar” .  Había un sentimiento muy profundo entre ella y yo aunque sabíamos que lo que nos unía en ese lugar secreto era sólo el sexo.

Todo fue a parar a un “tacho” después de la muerte de mi mujer, acontecida unos siete meses después de esa primera tarde en casa. Ana , aunque no resultó herida y salió totalmente ilesa, entró en un estado desquiciante cercano a la locura, se encerró en sí misma, no habló con nadie más, sólo lo hizo conmigo en una oportunidad cuando me dijo: “Todo esto es un castigo de Dios porque nosotros no nos portamos bien, engañamos a mi hija, fuimos desleales con ella y Él nos quitó lo que más queríamos”

En realidad, nunca estuve de acuerdo con el “Dios castiga” creo que todo corre por cuenta de las culpas que uno mismo carga y a alguien tiene que echarle esa culpa “disfrazándola” de “castigo” , para mal de males, en el momento en que lo dijo, yo venía transitando por un estado de depresión tremendo y me importaban tres carajos Ana , sus culpas, Dios, sus castigos y cualquier mierda que me antepusieran.

Mi mente estaba puesta en hacer pagar a los responsables que me habían arrebatado a la mujer que amaba y al hijo que finalmente llevaba en sus entrañas.  Fueron los primeros de quienes me aparte porque mi vida, desde ese momento en más, sería completamente distinta.

Continuará…

GUILLEOS1 agradece sus comentarios.