Aplicando justicia (35)

Finalmente junté a las futuras “esposas” y resultó mejor de lo que esperaba.

MATRIMONIO DE TRES

Karina charlaba muy animadamente con la azafata que resultó ser venezolana, toda la charla había comenzado y se desarrollaba porque, como no podía ser de otra manera, la confundió con su coterránea.  La morochita de tez oscura se había “hecho la película” respecto a que la actriz se tomaba unos días “escapándose” a la isla de Aruba con su amante y lo decía con cierto retintín porque nadie podría opinar que la actriz tuviera una doble vida y no se le conocía amoríos además de su propio marido.  Yo me hacía el dormido y Karina le respondió sonriendo:

  • Que no te escuche mi marido, le molesta bastante cuando me confunden, te voy a mostrar el pasaporte y tampoco te diste cuenta que yo soy más joven, menos que menos que no tengo el “cantito” con que ustedes hablan y que ella si mantiene.
  • Eso me estaba haciendo dudar y lo del pasaporte lo corrobora , -le dijo devolviéndole el documento- espero que no lo hayas tomado a mal, fue de “metiche” nomás.
  • No te hagas problemas, es un karma que tengo, jajaja, algún día la voy a conocer personalmente y según lo que dicen, va a ser como mirarse en un espejo, jajaja...

Siguieron un rato más, primero con risas veladas que cambiaron a palabras de tristeza cuando la azafata le contaba cómo había tenido que irse de Venezuela , que había pasado la frontera de Colombia y se había radicado en Bogotá , no había dejado familiares en su país de origen, pero sufría por las necesidades que pasaban los que vivían allí.  Estirado en el asiento el sueño me venció y dejé de escucharlas.

Estaba en el mejor de los sueños cuando sentí que me abrían el botón del jeans, bajaban el cierre y metían la mano para adueñarse del “dormilón” , la dejé hacer, sabía que era Karina y el miembro no tardó en despertarse al sentir la calidez y el interior de su boca exigente, tardó segundos en estar a pleno, pero ella no se inmutó, como hacía siempre, lo tragaba por entero y salía apretando todo el tronco para volver a introducirlo con los labios apretados como si se auto forzara la boca.

Fue un “mamadón” espectacular o, como decíamos en nuestra juventud, una “tirada de goma” impresionante.  Me quejé cuando lo estiró con sus labios como si quisiera arrancarlo y sabía que no aguantaría mucho más tiempo, no podía con su boca, labios y cavidad, sólo me quedó abrir los ojos para mirarla y dejarme ir, me encantaba su mirada cuando tragaba todo lo que le daba y en ese momento no fue la excepción.

El trabajo de limpieza fue el justo antes de que volviera a excitarme y guardó con cuidado el objeto de su placer y el mío también, ¡qué tanto joder! ...

  • Estaba, estoy y estaré excitada, tengo miles de cosas dándome vueltas en la cabeza, hace un tiempo no hubiera esperado nunca los cambios que se han dado y que se darán en mi vida, espero llevarme maravillosamente bien con Valentina , me parece una mujer muy inteligente y despierta, eso sin contar que es hermosa , -me dijo acercando su boca a mi oído-.
  • Creo conocerlas a las dos y estoy convencido de que me harán el hombre más feliz del planeta , -le contesté, ya completamente despierto-.

El reloj del celular me indicaba que eran pasadas las dos de la mañana y faltaba poco para arribar al aeropuerto de Bogotá .  Arribamos sin problemas, el transbordo no tuvo demasiada espera y un poco antes de las cuatro de la mañana estábamos haciendo los trámites ante la gente de Migraciones del Aeropuerto “Reina Beatrix” a pocos kilómetros de Oranjestad .  Tener una propiedad en la isla ayudó bastante a que se aligeraran los trámites.

Tomamos un taxi cuando salimos del aeropuerto y le pedí al taxista que me llevara a un buen hotel con vista a la playa pero que antes diera un par de vueltas por el centro de la Capital, me encantaba el estilo de las edificaciones y los colores de los edificios y casas.

Karina se sintió encantada con esto, aunque le extrañó que no se notara mucha vida nocturna.  Finalmente, el taxista nos llevó a un hotel de lo mejorcito de la zona, no recuerdo el nombre, pedí una suite con vista al mar y aunque, por la oscuridad reinante no lo podíamos ver desde el balcón, se notaba que el mar estaba allí.

Karina estaba eufórica, el hotel tenía todos los lujos y se sacó toda la ropa para adueñarse de la cama tirándose en ella, boca abajo y con los brazos extendidos.  Cama, comodidad, lujo, privacidad, excitación, piel deseada y culito parado, todo se unificó para que me sacara la ropa y la ensartara sin demasiados preámbulos.  No fueron más de quince o veinte minutos, pero desde que mi verga buscó la entrada de su vagina empapada no se privó de gritar su placer.

Por momentos los gemidos y los movimientos eran incontrolados, pero trataban de acoplarse a los míos, en otros momentos, cuando el orgasmo se hacía presente, los gemidos no llegaban a convertirse en gritos por obra y gracia de la almohada.  Ella sola paró el culito cuando le saqué la verga de la vagina y no tuve contemplaciones, sólo escuché el ¡ahhh, mierda! cuando choqué mi pelvis con sus nalgas, luego fue un rato allí, otro rato bajando un poco la verga y vuelta al agujerito más chico…

“Llename el culo” , -alcanzó a decir cuando sintió que mi verga palpitaba-.  No la defraudé e hizo coincidir su orgasmo con el mío mientras gemíamos y temblábamos los dos.  No esperó a que yo saliera, se despegó ella pegando un salto y se abrazó a mí para llenarme la cara de besos, reía y lloraba comiéndome la boca y poco a poco se abandonó al sueño, no me quedaba otra y la acompañé, las emociones, el viaje y el “polvazo” acabaron con nuestras resistencias.

Nos despertamos como a las once de la mañana, no habíamos corrido las cortinas oscuras del balcón y Febo nos castigaba sin piedad los cuerpos transpirados. Karina salió de la cama, se asomó a mirar el paisaje de las playas y el mar Caribe que las bañaba y desde allí me llamaba diciendo: “Vení Carlos , esto es una belleza” , me acerqué a ella y desnudos y abrazados miramos esa hermosa postal.  Yo no había visto esa parte desde lo alto y me sorprendí al igual que la morocha.

No estuvimos mucho tiempo allí, el baño nos llamaba y luego de éste, como el horario no daba para desayuno, decidimos salir del hotel e ir a comer en algún restaurant de la zona.  No quise que Karina se pusiera un jeans y optó por una remera y un shorcito que dejaba parte de sus nalgas al descubierto.  Cuando se lo calzó preferí mirar para otro lado, los colmillos se me asomaban peligrosamente y si me dejaba llevar no saldríamos de la habitación.

Zapatillas para los dos y yo me puse una bermuda con una remera y aunque no me gustaba, tuve que recurrir a una riñonera para llevar la billetera y otras cosas.  Le pregunté a Karina que quería hacer, podíamos ir a comer y luego ir al local de las chicas o acercarnos al lugar para que supieran que estábamos en la isla. “¿Por qué no las buscamos y almorzamos todos juntos?” , -sugirió-…  La idea me gustó y fuimos desde la playa porque me orientaba mejor para llegar a los locales.

Saliendo de la parte de la arena aparecimos en la cuadra en que estaban los negocios, me había apurado porque sabían que cerraban al mediodía y precisamente estaban cerrando.  Vi que Andrea salía primero del local, saludaba con un beso a un señor muy bien vestido, subía al coche y se iba con él.

Abigail subió a su moto y encaró despacio para salir por dónde nosotros veníamos caminando por la vereda, la dejé a Karina y me acerqué al cordón para ponerme casi por delante de la moto, tenía tiempo de sobra para frenar y como no tenía casco noté la cara de sorpresa cuando me vio parado sobre el pavimento.

Hizo algo que no esperaba, dejó la moto parada al costado de un coche y salió corriendo hacia el local de Andrea y ValentinaValentina , vení, vení rápido” , -gritaba a viva voz y la gente que pasaba por el lugar miraba sorprendida sin saber que le pasaba-…  Yo me acerqué a Karina que, aunque sorprendida, reía por la reacción, de seguido, la vimos salir a Valentina con las llaves en la mano, “¡es él, es él!” decía Abigail señalando en nuestra dirección.

La rubia no tuvo ninguna duda, al grito de “¡ Carlos , viniste, viniste!” , corrió los casi veinte metros que nos separaban y tuve que afirmarme bien para que no me arrollara con su ímpetu, se abrazó a mí con brazos y piernas como si fuera un chico y me comió la boca. Karina seguía riendo y se había puesto a un costado para dejar que Valentina se expresara.  Me contuve para agarrarla de las nalgas porque estábamos en la calle, pero ganas no me faltaron.

Luego de varios besos y de tocarme en la cara y en el cuerpo como reconociendo que de verdad era yo, le dejó el lugar para que Abigail me saludara y se abrazó con Karina , “¡bienvenida, bienvenida, que hermosa sorpresa!, sos más linda personalmente, ¿cuándo llegaron?, ¿dónde están parando?” La ametrallaba con preguntas y no le daba tiempo a contestar. Abigail no se privó de comerme también la boca y me abrazó rodeando mi cuerpo con sus brazos y descansaba su cabeza en mi pecho.

Entramos al local y vinieron las presentaciones, tanto Abigail como Andrea estaban enteradas de lo que habíamos hablado con Valentina y aceptaban a pleno la decisión de la rubia, por eso no hubo ningún tipo de resquemor con Karina .

Mientras hablaban entre ellas observé el local, reventaba de mercaderías y estaba todo ordenado y decorado con muy buen gusto.  Les dijimos que las habíamos venido a buscar para irnos a almorzar juntos y Abigail dijo, con cierto pudor, que tenía un compromiso.

  • Atendé lo que tengas que atender, recién vi con quien se iba Andrea y como pensamos quedarnos unos días en la isla, ya tendremos tiempo para conversar y que me cuenten.
  • ¿Vas a quedarte en tu casa?, nosotras nos podemos arreglar en dónde vivíamos anteriormente, -expresó la hermana morocha de ojos claros-.
  • Ni hablar, quédense tranquilas, nosotros estamos parando en tal hotel y tenemos una vista hermosa hacia el mar.

Abigail nos saludó a los dos, buscó la moto y se fue, nosotros dos nos pusimos a disposición de Valentina para que nos llevara a almorzar a algún lugar elegante.  Al final, a pedido de las dos, fuimos a comer a un restaurant chiquito que estaba en la playa propiamente dicha.  Íbamos caminando y la rubia se aferraba a mi brazo diciendo que no me dejaría ir más, le contesté que no era necesario, era ella la que se iba a venir a vivir con nosotros.

Llamada mediante de por medio, Andrea me saludó, diciendo que ella quería hablar conmigo desde antes porque tenía algo para decirme, “está todo bien, tía, ya nos veremos, lo único que pretendo es que seas feliz” , -le dije-.  Se la escuchó agradecer mezclando algún tipo de sollozo por el teléfono y luego se despidió diciéndole a Valentina que ella se ocupaba del negocio, que se quedara tranquila por el resto del día.

Estuvimos como tres horas hablando entre los “conyugues” , yo en principio lo veía como sencillo, pero aquello pareció una negociación en toda regla, si en un matrimonio “normal” la convivencia es o tiende a ser un tanto complicada, imaginen en un “trío matrimonial” en que las dos mujeres son inteligentes y tienen sus propias exigencias.

Agraciadamente, merced a esa inteligencia se salvaron las divergencias.  Reconozco que me daban todas las ventajas y se plegaban a mis decisiones, pero… aunque parecía que yo llevaba todas las de ganar, me sentí como que me la estaban “mandando a guardar doblada” .

De hecho, cuando terminamos la charla y salimos del lugar, yo me hacía toda la película respecto a que iba a pasar una tarde de siesta “hot” , incluso, mirando los físicos de mis dos “esposas” y conociendo como eran en la cama, sumando a eso las ganas atrasadas de Valentina , se me dio por pensar en pasar por alguna Farmacia por las “dichosas azules” pero…  decidieron que irían a hacer compras…

  • Vos me lo prometiste , -dijo Karina y Valentina agregó-:
  • Yo la voy a acompañar, tenemos que comprar el ajuar y vos no podés estar, jajaja.
  • Me voy a caminar por la playa, en una de esas, alguna turista me lleva el apunte.
  • Hacé como quieras, pero, pobre de vos que después no nos rindas a nosotras. -Las risas fueron escandalosas, decididamente, “estaba en el horno” -.

Volví para los locales y “arreglé los tantos” con Andrea y con Abigail , las felicitaciones fueron mutuas y nos deseamos lo mejor.  Acepto que no me privé de mirarle el culo a la morocha más joven y como las dos me dijeron que yo era la única persona con la cual le podrían meter los cuernos a sus parejas, estuve a punto de tentarme, pero todo no pasó de algunos besos, apasionados y con caricias a las redondeces de sus cuerpos, sus maravillosas y endurecidas redondeces.

Igualmente, no pasó a mayores, pero… quedó latente la posibilidad de volver a juntarnos en una cama.  Estoy seguro que quedaron excitadas, perdón, quedamos, porque me costaba disimular en la bermuda la erección que me provocaron los mimos, los pensamientos y la mirada de ojos verdes anticipando placeres que me dedicaba Abigail cambiando de mi cara a mi bulto y mordiéndose sutilmente los labios.

¿Cómo hice? , no sé, sólo sé que salí de la oficina del local en que nos encontrábamos, huyendo como despavorido ante las risas de tía y sobrina.  Iba a volver para el hotel, pero como el día estaba espectacular, decidí dar una vuelta por la playa.  Se notaba una gran afluencia de turistas y las mujeres de todas las edades parecían desbocarse y desinhibirse cuando se trataba de vacacionar en una isla del Caribe.

No había un nudismo explícito, pero… triangulitos que sólo tapaban pezones de tetas de distintos tamaños y tangas cuya tirita se perdía entre nalgas de todo tipo y color, abundaban.  Yo miraba deleitándome y atiné sólo a un par de comparaciones, lógicamente, las desconocidas turistas jamás saldrían bien paradas de estas comparaciones y me sentía muy bien con eso.

Me di cuenta que, incluso con la remera puesta, el sol me estaba dando una paliza y me fui a sentar en uno de los barcitos de playa, el preparado de frutas y una pizca de alcohol me vino de maravillas.  Pasé un rato allí y cuando consideré que la hora era prudencial, volví caminando al hotel por las calles que me había marcado Andrea .  Las “esposas” no habían llegado y me tiré en la cama a esperarlas.

Trataron de no hacer ruido cuando entraron, pero el lío de paquetes y las risas o, más bien, el tratar de contener las risas cómplices, convertían la habitación en un cajón de resonancia, “vamos a cambiarnos antes de despertarlo” , -escuché que decía Valentina -, luego de eso se metieron las dos en el baño.

Demás está decir que, mientras esperaba, mi verga parecía un obelisco y me destapé completamente.  Cuando salieron del baño, fue Valentina la que se acercó primero…

  • Ya me imaginaba que ibas a estar despierto, mirá como estamos, ¿te gusta lo que ves?...

Como para no gustarme, la rubia arubeña, haciendo gala de un color bronce en la piel, tenía puesto un traje de baño de color amarillo rabioso que sólo tapaba sus pezones erguidos y los labios de su entrepierna, hasta allí, genial, cuando se giró y me mostró su culo, sólo pude ver la tirita de la cintura.  Mis colmillos comenzaban a aparecer y la miré a Karina .  Su piel era más clara y se notaba el contraste y la falta de sol.  Con ella pude notar un color verde claro en su “vestimenta” .

Solamente atiné a abrir los brazos y con Valentina haciéndose dueña del ariete y Karina arrodillada acercándome el trapito verde a mi boca, comenzó la primera de las “batallas” .  No creía en Dioses, Santos o Diablos, pero estoy seguro que a alguno me encomendé.  Al final, no fue tan dramático y no tuvo visos de algo encarnizado, hubo muchos mimos de por medio y el culito inundado de cada una de ellas pudo dar fe de que no gritaron por gritar.

Las dos estaban la mar de excitadas y no sólo se prodigaron conmigo, se entregaron totalmente en sus orgasmos, de los que yo les provoqué y de los que se provocaron ellas, es más, en algún momento me dejaron tirado como piltrafa y, como la piel y las ganas se acoplaron perfectamente en las dos, siguieron entre ellas brindándome unas “postales” de momentos increíbles que sólo pude acompañar con dedos y besos.

Estuve a punto de pedir piedad cuando giraron y se lanzaron a darme una mamada que no tuvo desperdicio, todavía no me explico cómo fue que me llevaron a una nueva eyaculación, bah, eyaculación es un decir, apenas si pude dejar salir tres o cuatro gotas y quedé temblando, tirado boca arriba y con los brazos extendidos, ninguna de las dos tampoco quería más y apoyando la cabeza en cada uno de mis brazos, se nos acabó el mundo.

Cenamos en la habitación como a la medianoche, gracias a que Karina se despertó y atinó a pedir el servicio, luego charlamos de nosotros, me contaron que habían conversado mucho en la tarde de compras y la completaron con la buena química de las pieles y la forma de brindarse, parecían conocerse de años…

  • Me alegro por nosotros tres, ahora viene la parte más difícil, pues Valentina tendrá que decidirse a cambiar de lugar de residencia y de vida, otro clima, otro lugar, otras relaciones.
  • Yo ya te dije que lo que más importa es que estés vos, por lo demás, hasta La Antártida me parece bien.
  • Respecto a Karina, ella trabaja en la empresa, pero… desde el momento en que pase a ser el dueño de la misma, no podrá seguir allí.
  • Es una pena porque ese trabajo me encantaba, pero entiendo la situación, ¿dónde viviríamos? , -expresó y preguntó Karina -.
  • En nuestra casa, eso se cae de maduro, hay un pedido de Alphonse en respetar al personal de servicio, pero ninguna va a tener problemas, son tres mujeres sensacionales y más que discretas.  Respecto a fiestas y reuniones, no son de mi agrado, pero a algunas tendremos que ir y lo haremos los tres, no puedo ir un día con una y otro día con otra, ya veremos cómo nos arreglamos.
  • ¿Desde cuándo aplicaremos eso? , preguntó Valentina -.
  • Desde ahora mi vida, ya son mis novias o mis esposas, el lunes veremos de apurar el tema del pasaporte y apenas esté nos volvemos, con el tema del negocio, yo te diría que lo aproveche tu tía, pero seguirá a nombre de las dos, por ahora irás un par de horas para buscar a alguna reemplazante pero ya no estarás allí todo el día.
  • ¿Vamos a volver a Aruba ? , -preguntó con un cierto tono de tristeza lógico-.
  • Las veces que quieras, del mismo modo podrá tu hermana o tu tía pasar a visitarnos.
  • Cuando se te ocurra y si Carlos no puede acompañarnos, nos venimos solas, me encantó la isla , -dijo Karina -.
  • En lo inmediato van a estar muy ocupadas las dos, hay que refaccionar la casa, comprar lo que quieran a su gusto, después habrá lugar para saber que van a hacer con su tiempo.

Yo no tenía problemas con que se fueran en esos “paseos” , incluso me venía bien, de inmediato pensé que todavía tenía varias deudas pendientes por cobrar y prefería que no estuvieran a mi lado.  Definitivamente, con eso no me sentía muy cómodo, la promesa cumplida sólo en parte me pesaba sobre los hombros, no podía olvidarla y no me dejaría estar tranquilo hasta que no finiquitara todo ese entuerto.

El lunes a primera hora fuimos a ver al conocido de Andrea que nos agilizaría el tema del pasaporte, quedó claro que los billetes verdes sirven en todas partes del Mundo y para el miércoles a primera hora tendríamos todo finiquitado.  También nos fuimos a la casa para que Valentina preparara las valijas, más que nada con chucherías y recuerdos pues la mayoría de la ropa que tenía quedó para su tía y hermana.

Karina quedó encantada con la vivienda y como según Valentina , la pareja de Abigail y la de Andrea tenían donde vivir era probable que la casa quedara deshabitada.  Ni hablar de alquilarla, entre las dos decidieron que les serviría para alojarse cuando vinieran de paseo a la isla y aproveché para decirles que Sol , en lo posible, tenía que ser de la partida porque así se lo había prometido.

En la tarde se fueron las dos a conocer las playas, es decir, Karina y Valentina le hacía de cicerone y también alquilaron un coche chico para recorrer parte de la isla.  Yo las dejé solas, les venía bien para conocerse y contarse lo que quisieran de sus vidas.  Yo, de sol poco y nada, por eso me fui a caminar por la parte comercial o zona más céntrica de la isla, no había visto bien toda esa parte a pesar de haber pasado más tiempo la vez anterior.

Pasé por una joyería y se me ocurrió comprar un par de anillos, entré, miré, me atendieron de maravillas, pero… el tema de los anillos no terminaba de cerrarme, me iba sin comprar nada y me llamaron la atención unos brazaletes de oro y plata con tres diamantes en el frente, uno más grande en el medio y dos más chicos a su lado, el combo venía, si así uno lo quería con unos anillos que presentaban un dibujo similar, aunque con diamantes más chicos.  El precio era “saladito” pero sería mucho más baratos que comprarlos en La Argentina.

Eran iguales y me venía bien, no haría diferencias y me daba el gusto de hacer un lindo regalo.  La vendedora se entusiasmó cuando le dije que quería dos iguales, sumaban unos veinticinco mil dólares entre los dos y hasta “prestó ” sus manos y las de otra empleada por el tema de las medidas de los anillos y las muñecas.  El grabado con los nombres los hizo un señor en el momento y me dieron una factura a mi nombre con el compromiso de cambiarlo si diferían las medidas.

Salí contento de la joyería, hacía mucho tiempo que no compraba un regalo para quien estaba conmigo, mucho menos de esas características y valor.  Luego de cansarme de dar vueltas, me dirigía ya al hotel y recibí un llamado de Andrea , quería saber si nos podíamos juntar para cenar todos juntos, parejas de ellas incluidas.  Ya habían hablado con las chicas, se enteraron del tema del pasaporte y sabían que yo me iría rápido cuando estuviera todo eso en orden.

Les dije que sí, aunque, le aclaré que tenía el inconveniente de la ropa, no sabía que habían comprado las chicas en su raid pero yo tenía sólo la ropa con que había viajado.  Ni ganas tenía de ponerme a comprar ropa para ir a un determinado lugar, Andrea dijo que pediría un delívery y comeríamos en la casa y me negué a eso, quería darme el gusto de cenar nuevamente en el restaurant al que había llevado a Valentina y Abigail cuando salimos la primera vez, sabía que a Karina le iba a encantar cenar en una plataforma sobre el mar.

Me dijo Andrea que ella se encargaba y casi llegando al hotel me confirmó las reservaciones.  Las chicas ya habían llegado, se estaban cambiando y luego de saludarlas me metí rápido en el baño, si me quedaba un rato más con ellas mientras hacían un desparramo de culos, tetas y risas cómplices, definitivamente no iríamos a cenar a ningún lado.  Me tomé mi tiempo debajo del agua y para cuando salí tenía mi ropa preparada y ellas, todavía de sostén y tanga, terminaban con su maquillaje, sutil pero adorable.

Elogié el color de la piel de Karina , había aprovechado el día de playa y se notaba, ayudada lógicamente por un bronceador que protegía y coloreaba, más su pigmentación que ayudaba y rápidamente tomaba el color bronce que yo lograba sólo seis o siete días después de continuas exposiciones al sol.

Me contaron que habían ido, primero a una y luego a otra de las playas más alejadas y habían practicado un poco de toples, no estaba permitido, pero… estaba muy solitario e ideal para ese “pecadillo” . Karina me abrazó y me dijo que le faltaba conocer mucho más, que el día siguiente querían ir a la zona de la punta de la isla y…  No la dejé terminar… “Está bien, nos quedamos un día más pero no cuenten conmigo para que las acompañe, puede que lo haga si van a pasear por la zona más céntrica, la playa no es lo mío” .

En definitiva, siempre podían conmigo y quedé para cualquier “negocio” cuando se vistieron con unos vestidos de verano a medio muslo que resaltaban sus nalgas paradas, mucho más con las sandalias de tacos altos y decidieron sacarse los sostenes porque no combinaban con los vestidos.  En realidad, tenían razón, se notaban mucho y esas tetas no necesitaban sostenes, estaban preciosas y deliciosamente perfumadas, verdaderamente para no ir a cenar.

Salimos del hotel con cada una tomándose de mi brazo e hice de pasajero en el auto, me senté atrás y como Valentina manejaba no tuve necesidad de darle indicaciones para llegar.  Allí nos esperaban, Andrea con Gervasio , un atildado cincuentón de sienes blancas, era colombiano de Bogotá y vivía desde hacía casi veinte años en la isla.  Me gustó el franco apretón de manos que me dio y la mirada sincera, yo no lo decía, pero creo que actuaba como “papá” de Andrea ante un pretendiente.

Abigail nos presentó a una rubia muy hermosa, más baja que ella y se notaba que tenía varios años menos, pero una energía similar, aunque físicamente quedaba opacada por la morocha.  Su nombre era Rocío y congenió enseguida con todos. Karina se maravilló del lugar y la comida sirvió para conocernos mutuamente y para contarnos cosas de nosotros, como es lógico, algunas cosas no se contaron.  Arreglamos también lo de la casa y lo que acontecería con el local de ambas.

Fue una hermosa velada y para los postres dije que les había comprado un regalo a mis dos mujeres pero que, como no estaba acostumbrado a regalar había optado por comprarlos iguales… “No sé si dárselos ahora o esperar a que estemos en la habitación” .  Lo dije porque no dejaba de ser un regalo de pareja, en ese caso de parejas y, de alguna manera, los ponía en un compromiso a los otros que no tenían regalos.

¡Al cuerno con mi modo de pensar! , me “comí” una especie de arrebato de parte de Andrea , Abigail , Rocío y Gervasio para que mostrara los regalos en ese momento, Valentina y Karina sólo esperaban.  El grito que dieron cuando vieron las joyas logró que todo el personal y los comensales del restaurant miraran para nuestra mesa.

  • Es una forma de agradecer el que me permitan quererlas y que me quieran , -ninguna decía una palabra-.
  • Digan algo chicas, hermana, te quedaste como una boba , -expresó Abigail -.
  • El brazalete y el anillo resultan ser una verdadera belleza, ahora te voy a dar un beso, pero el verdadero agradecimiento tendrá que ser luego en el hotel , -dijo Karina con los ojos brillantes-.
  • Yo no voy a decir nada, todo lo que proviene de Carlos es sorpresivo, inesperado y me produce una felicidad que no puedo expresar , -atinó a murmurar Valentina -.

Las dos se pararon para darme un beso, bastante púdico, aunque las risas de los demás condoliéndose de mí, se hicieron escuchar. Gervasio y Rocío me hacían bromas respecto a que me iba a resultar difícil aguantar a dos agradecidas a la vez, “tengan piedad de él” , -decía Rocío -, Andrea y Abigail sólo se sonreían y, por un momento, me pareció ver que asomaban sus colmillos, ellas me conocían y parecían dos panteras o lobas prontas a saltar por lo que imaginaban.

El brazalete y el anillo quedaron como pintados y luego de eso tomamos el café, era hora de retirarnos y la algarabía flotaba en el ambiente.  Las dos se miraban las joyas cuando volvíamos en el auto, pero no comentaban nada, sólo se miraban y parecían telépatas, ese silencio, seguramente relacionado conmigo, me auguraba una noche la mar de movida.

Dicho y hecho, en el ascensor ni hablaron ni me tocaron, pero fue cerrar la puerta de la habitación y se desató todo… ¿Cuánto se tarda en desnudar a un hombre vestido de short y remera mientras se lo besa y abraza? , verdaderamente no lo sé, pero estoy seguro que rompieron todos los records.  Me sentía feliz, adorado, privilegiado, además de excitado por demás, pero… sabía que “se me venía el agua” , había que capear algo que agraciadamente no era un temporal.

Siempre me sentía capaz de moverme cómodo con dos mujeres, incluso con tres y ya lo había demostrado, aunque con esas dos “fieras” se me “quemaban todos los papeles” .  Fue Valentina la que se arrodilló al costado de mi cara, apoyó su vagina en mi boca y tomó mis manos, las alzó para que se ocuparan de sus tetas y me sentí pleno al notar su dureza y la firmeza de sus pezones erguidos.

Sus gemidos se me antojaron como un concierto, pero no pude meterme de lleno en ello, no pude reprimir un gemido de placer cuando noté como Karina me absorbía la verga apretándola con sus labios.  La rubia venía embalada y su orgasmo se hizo sentir cuando la morocha metió una mano por debajo de sus nalgas y perdió su dedo medio en el culo que ya no pudo estar mucho tiempo quieto, yo lo toqué con la lengua y absorbí su clítoris para completarla.

No tuvimos manera de evitar su grito de placer, cualquiera que lo hubiese escuchado sabría que allí había una mujer gozando.  Temblaba y se contraía cuando se dejó caer a un costado para evitar aplastar mi cara y al quedar liberado de su peso le pedí a Karina que invirtiera el cuerpo, no hubo tiempo para deleitarme demasiado, bastaron un par de lamidas y la absorción de su garbanzo erecto y para que ella también se estremeciera.  Orgasmaba con temblores y mantenía la verga en su garganta tratando de vaciarme.

Me aguanté y creo que por primera vez pensé en pajaritos de colores o en vacas volando, ella tenía para más y se recuperó más rápido que Valentina , se tiró encima de ella y le comió la boca mientras le acariciaba los pezones, le pedí que se pusiera de costado y levantando las piernas de la rubia, entré en su vagina de una y sin detenciones, gimió al sentirla y luego de dos, tres o cuatro entradas y salidas, el otro agujerito también se vio invadido.

La sintió, pero en ese momento no pudo gritar, Karina no la dejó pues la besaba con fuerzas y ganas.  El dolor que experimento fue caso de dos o tres segundos porque, aun incómoda, empujaba sus caderas como pidiendo más “carne en barra” .

Tampoco aquí me moví mucho, Valentina volvió a “explotar” y su orgasmo lo expresó con un chorrito que me mojó el vientre, entré dos o tres veces más y la puse a Karina sobre el cuerpo de la rubia, quedaron teta a teta y besándose, entonces me ocupé de la morocha.

Levantó la cabeza y dejó de besarla a Valentina cuando entré en su culo sin hacer paradas e hice chocar mi piel en sus nalgas, “¡qué te parió Carlooos !” , gritó y rápidamente sus caderas parecieron volverse independientes de su cuerpo.  Le pegó una paliza a mi verga, absorbiéndola y estrujándola con sus esfínteres.

Su orgasmo anal se hizo sentir aplastando a la rubia que se quejó y yo no tenía modo de aguantar la eyaculación que me presionaba desde la columna como si se tratara de corriente eléctrica, apenas tuve tiempo de salir y llevar la verga hacia sus caras.  Creo que nunca acabé tanto y me recibieron con los ojos cerrados y la boca abierta.

Fue una sola descarga, pero la intensidad hizo parecer que fueran tres, quedé como para que ni siquiera me tocaran y ellas se dieron cuenta de esto, “te amamos” me dijeron, me besaron y me dejaron dormir.  No sé si siguieron o no, posiblemente sí, pero yo estaba “en otra” , no escuchaba, ni veía, ni sentía.  Sólo recuerdo que pensé en que tendría que practicar más con mis meditaciones para tratar de dominar un poco más el acto.

Continuará…

GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.