Aplicando justicia (32)

Me despido de Paraná y de mis nuevas amistades, Karina y mis planes, Juez incluido, me esperan.

DESPEDIDAS - DE VUELTA AL RUEDO.

Ya no era lo mismo, Jacinto llegaría en la mañana y yo tendría que explicar y desarrollar el tema que por mí mismo había puesto sobre el tapete.  Lo de las mujeres ya no daba para más, la habíamos pasado genial con ellas dos, pero los tres sabíamos que hasta ahí llegaríamos.

Había practicado con la pesca, saqué un par de pescados importantes, había cazado dos lindas piezas, me di el gusto de usar un rifle con Historia, degusté comidas nuevas, la quietud y tranquilidad del lugar me había servido para desconectarme, para meditar y para volver a despertar las ganas de regresar a cumplir con mi cometido principal.

Dormí esa noche en la cabaña y me desperté como a las nueve de la mañana cuando escuché la lancha de Jacinto , le di tiempo para que las mujeres lo pusieran al tanto de todo o, por lo menos, de la mayor parte. Herminia vino a decirme que pasara por la casa a desayunar así hablaba con Jacinto sobre lo que había propuesto.  No tuve mucho que explicar, él conocía el negocio y se dio cuenta que implicaba una actividad similar pero más rentable porque los clientes eran prácticamente fijos.

Me hizo otra serie de preguntas a las que no le pude contestar con seguridad, ¿qué había en el lugar?, ¿cómo sería el pago de los empleados?, ¿qué comidas había que hacer? y varios interrogantes más que me planteó…

  • A ver si nos entendemos Jacinto, yo el lugar lo vi cerrado y no me interesó ver que había allí, no sé qué maquinarias tiene o si hay cocinas, heladeras, mesas, sillas, mostrador, exhibidora, deberíamos ir a la empresa y ustedes tendrían que fijarse en el sitio para ver que hay o plantear que se necesita.
  • Lo de la variedad de comidas o los precios acomodados para trabajadores no me quita el sueño, siempre trabajé con la gente de menores recursos, el problema va a ser aguantar quince o veinte días poniendo para comprar mercaderías y esperar al cobro.  Además, está el tema de la cafetería.
  • Vamos a hacer algo mejor, ustedes vean el lugar, hacen una lista de lo que tiene que comprar en lo inmediato de maquinarias y de mercaderías para unos veinte días, yo me comprometo a otorgarles un crédito para que no tengan que sacar de su bolsillo y usted lo va devolviendo con el producido.
  • Esa sería otra ayuda invalorable, además de lo que usted nos está ofreciendo que, desde ya le digo, vamos a aceptar, ¿cómo es el cobro de lo que gasten los trabajadores?
  • En principio se tendría que hacer un Contrato, eso tiene que estar de punta en blanco, pulcro y deberán usar una ropa acorde, el tema del cobro se puede arreglar con la parte contable de la empresa para que sea descontado directamente de haberes y la empresa le pagaría a usted de acuerdo a las facturas presentadas.  El que quiera pagar en el acto lo hace sin que se toquen sus sueldos.
  • Eso sería fantástico, no se maneja tanto efectivo y entra toda junta, yo pongo en venta el restaurant y con eso podemos alquilar o comprar algo, me da no sé qué vender la isla y las cosas que hay aquí.
  • No lo haga, ya le dije a su mujer que no era necesario, creo que van a tener un ingreso seguro sin esperar a que aparezcan clientes de a cuatro o cinco en el día.  Además, la empresa funciona de lunes a viernes, tiene el fin de semana para venirse a la isla.
  • Que se haga a la idea de que, en principio, va a pasar más de un mes para volver a la isla, tenemos que ponernos al día con la ciudad , -objeto Herminia y Jacinto lo aceptó sonriendo-.
  • Otra cosa más Carlos , tengo que pedirle disculpas porque desconfié de usted, lo que sucede es que…
  • No me diga más Jacinto, lo comprendo, debe haber sido difícil vivir así tantos años, ya está olvídese de todo eso, ahora va a ser una vida nueva.

No quedaba mucho por hablar y yo más ayuda no les podría dar, las mujeres estaban mudas, Herminia preparó el almuerzo y a primera hora de la tarde saldríamos todos para la empresa a ver las instalaciones del Comedor.  Avisé de esto llamándolo a Sergio , me contestó que ya estaba todo en orden y que me esperaría…

  • Yo pego la vuelta con estas personas y le voy a llevar un par de pescados, pero no se preocupe por mí, disfrútelos con su familia, creo que me vuelvo a Buenos Aires lo más pronto posible , -le dije y lo aceptó.  No me iba a ir tan pronto, pero eso me evitaba las invitaciones y las reuniones familiares-

Preparé los bártulos mientras Herminia terminaba de hacer la comida, lo único que me faltaba era sacar los pescados del freezer y subirme a la lancha.  Los vi a Jacinto y María José que se iban con la lanchita, me dijo la madre que se habían acordado de las trampas y tomándome de la mano me llevó al interior, a lo que sería el living-comedor de la casa…

  • Te la quiero mamar por última vez, ya no podremos y no es para agradecerte nada, soy yo la que quiere sentirte, a vos no te voy a olvidar en lo que me quede de vida y a tu verga la tendré siempre en lo más alto .

El caso es que me hizo sentar en el sofá que tenían, me sacó rápidamente el pantalón y la ropa interior, se arrodilló entre mis piernas y me dio una mamada magistral, sin amagos de arcadas o atoros, sentí que el glande traspasaba la garganta y sus apretones me estaban llevando al Cielo.

Quería aguantar, me había hecho a la idea de aguantar, pero… fue más rápido de lo que yo mismo esperaba, con la nariz pegada a mi pubis tragó todo lo que tenía para darle y con sus dedos inquietos se provocó un orgasmo que la hizo gemir complacida.

Después se paró y me besó como si fuera cuestión de vida o muerte, temblaba cuando lo hacía y parecía que le fallaban las piernas, en realidad, a los dos porque nos devorábamos las bocas.  Al separarnos continuó abrazada y dijo: “Gracias Carlos , por esto y por todo, no tenés idea de lo que significa para mí” .  Algo de idea tenía, pero los comentarios estaban de más y no opiné, luego de eso se fue a cambiar y yo me fui para el lado del muelle.

Regresaron con la lanchita y me dijeron que no había habido pesca, Jacinto guardó todo y María José se fue a cambiar.  Media hora después, con los pescados trozados y en una conservadora grande, mis petates, algunas cosas de Jacinto y dos mujeres cambiadas con ropas nuevas, expectantes y excitadas, emprendimos el regreso.  Las caras y las expresiones de ambas mujeres desde el viaje y cuando descendieron en el embarcadero, no se pueden contar o hablaban hasta por los codos o hacían silencios larguísimos.

Les pedí que me esperaran mientras yo iba hasta el hotel a buscar la camioneta, estaba a unas cuatro cuadras y María José quiso ir conmigo para seguir mirando.  En verdad, era lo que hacía, miraba todo y hablaba poco, al llegar al hotel los ojos parecían un dos de oro, abiertos como nunca y parecía devorar con ellos todo lo nuevo que se le presentaba.  Pedí la tarjeta en recepción porque pensaba dejar el equipaje y ella notó la deferencia con que los empleados me atendían.

Para subir al ascensor fue toda una ceremonia y la dejé que apretara los botones, tuvimos dos detenciones para llegar al séptimo, le encantaba ver como se abrían y cerraban las puertas, cualquiera diría que ya era grande para esas cosas, pero yo la entendía, era como un animalito en territorio desconocido.  El sumun fue entrar en la habitación y ver la altura, el paisaje y el lujo de la misma, no aguantó y se sacó un gusto, se tiró en la cama mientras me cambiaba y me preguntó si podía pasar la noche conmigo.

No pude decirle que no y previendo que, ir a la empresa, ponernos de acuerdo y recorrer algo de la ciudad haría que la noche se nos viniera encima, había que cenar y en la mañana hacer el contrato y buscar alguna vivienda para ellos, no podía volver a la isla y regresar al otro día, era toda una maratón, por eso, al bajar con María José pedí otra habitación y reservé una mesa en el comedor, Herminia y Jacinto tendrían una noche de lujo.

Bajamos luego al estacionamiento y salimos con la camioneta, por lógica, María José se apropió del lugar del acompañante y tocaba el cuero de los asientos y el revestimiento del torpedo y la guantera. “No te rías, es la primera vez que subo a un coche, es más, es mi primera vez para muchas cosas, estoy anonadada”“No me río, pero tratá de llevarlo con calma, todo te va a resultar nuevo y desconocido, tratá de que no se note, la gente se suele aprovechar de eso” …  No contestó nada, ella ya lo sabía.

Le avisé a Sergio que pasaría en ese momento por la empresa, entramos sin muchas dificultades porque me identifiqué con la gente de Seguridad, no hubo inconvenientes y al ingresar a la oficina de Alicia se notó y mucho la cara de alegría que puso cuando me saludó con un beso en la mejilla…

  • Hola Carlos , ¿cómo anduvieron esos días de esparcimiento como pescador? , -preguntó-, índice evidente que Sergio le había comentado de mi visita a una isla…
  • Bien, muy bien, me hacían falta, ¿cómo están ustedes?…
  • Geniales, mejor no podríamos estar” …

Cortamos la charla porque Sergio abrió la puerta de su despacho diciendo, “hola jefe, bienvenido” , lo saludé, le presente a las tres personas que venían conmigo y le di la conservadora con los pescados avisándole que luego se la tendría que devolver a Jacinto .  Fuimos luego a ver el Comedor que, dicho sea de paso, Sergio lo había mandado a limpiar y estaba reluciente.  En ese lugar me sorprendí por lo grande que era y por todo lo que había.

A Jacinto y a Herminia les faltaba aplaudir, había cocinas industriales, heladeras grandes y chicas, mostrador exhibidor y mesas junto con sillas, cubiertos, platos, vasos, fuentes, creo que no faltaba nada y si faltaban un par de cosas Jacinto las tenía en el otro local.

Quedamos en que se harían cargo a la brevedad con un contrato a diez años y la empresa le daría el crédito para comprar las mercaderías con un año de gracia para comenzar a abonar el alquiler, ellos se harían cargo de las facturas de luz y gas que tenían medidor aparte.

Lo llamó a Julio que, por pedido de Alphonse, todavía andaba dando vueltas por allí y le pedí que hiciera el Contrato a nombre de los tres con las modificaciones que le dicté, que luego yo lo vería terminado antes de firmarlo.  Tenían muchas ventajas, pero quedaba explicitado que cualquier tipo de problema familiar de las partes podría dar por anulado el contrato reservándose la empresa el actuar judicialmente.

Esto lo hice poner para evitar que las chicas se “desfasaran” con tanto espécimen masculino dando vueltas y así se lo hice saber a las dos.  Bueno sí, podía ser bueno… pero… las reglas las fijaba yo y así lo entendieron ambas sin necesidad de explicárselos.  Se pusieron de acuerdo con las autorizaciones de ingreso expedidas por la gente de Seguridad y mientras hacían estos trámites, la fui a saludar a Carolina que no se privó de darme un abrazo y un beso en la mejilla.

Me faltaba saludar a Gloria y fue lo siguiente que hice, a las tres le dije que me volvería a Buenos Aires y que no sabía cuándo regresaría por Paraná , que ahora todo dependía de ellas y de cómo se comportaran, hubo algunos “pucheros” y casi que asomó alguna lágrima pero esto también lo sabían las tres, me quedaba Helena y con la Fiscal la cosa sería más peliaguda, seguro ella querría un último “cuerpo a cuerpo”, aunque no sería esa noche.

Al salir de la empresa los tres estaban que no cabían en sí mismos, Herminia lo llevaba del brazo a Jacinto y, ni lerda ni perezosa, María José hizo lo mismo conmigo.  Fuimos para el lado del centro de la ciudad, estacioné la camioneta y caminamos un rato acompañando a las mujeres que miraban embelesadas las vidrieras.  Los dos hombres quisimos tomar un café y ellas no querían saber nada de parar…

  • Necesito hablar con ustedes tres y caminando de un lado al otro no se puede, ya van a tener tiempo .

Tuvieron que aceptarlo y nos metimos en una confitería, Jacinto se las rebuscaba con los camareros, pero las dos mujeres no se quedaban quietas en las sillas, volteaban a mirar lo que fuera y tampoco se animaban a pedir. Herminia y el marido pidieron café con leche con una porción de torta de chocolate a instancia de él, María José eligió la de coco y pidió café solo, yo me tomé el consabido cortado y les hablé:

  • Bueno, ya todo está en marcha, mañana temprano habría que ir a buscar una casa para alquilar y sacar del restaurant “viejo” las cosas que puedan necesitar, yo tengo ganas de irme mañana en la noche, así que me podrán aprovechar en el día, yo les diría que no se apuren porque tendrán que hacer la mudanza de las cosas de la isla y Jacinto tendrá que recurrir a alguna empresa de embarcaciones para eso.
  • Ya lo habíamos pensado, hay un conocido que tiene una “chata” grande y me puede traer todo, aunque Herminia insiste en que dejemos la mayoría de las cosas en la isla y pongamos muebles nuevos, tenemos algunos ahorros y los vamos a aprovechar , -dijo Jacinto -.
  • No es mala idea, pero primero hay que finiquitar lo del alquiler, recién pasamos por dos inmobiliarias y nos queda un poco de tiempo para preguntar allí.
  • Sí, vamos, vamos, eso lo tenemos que hacer rápido , -expresó Herminia -.
  • Otra cosa más, Jacinto, chicas, sólo les pido que no me hagan quedar mal, a mí nadie me va a reprochar nada, pero no soy un tipo de perdonar “agachadas” ni deslealtades.  Tienen que esmerarse en esto porque es el futuro de ustedes, ¿Cómo vas a hacer con tu hijo, Jacinto?
  • No cuenta para nosotros, perdió sus oportunidades, él se abrió hace rato y por lo que sé, ni siquiera está en la ciudad, creo que se fue para Buenos Aires, por otro lado, quédese tranquilo que no pienso “pisar ningún corcho”.
  • Me alegra escuchar eso, vamos mejor a la inmobiliaria.

En la primera no había nada, en la segunda consiguieron un hermoso chalet de tres habitaciones y dependencias, con un poco de parque adelante y atrás de la casa, fuimos a verla de raje y a todos nos gustó la propiedad y el barrio.  Les firmé la garantía como si fuera la empresa la que se las daba y les regalé los gastos de ingreso.  La casa tenía pocos muebles, pero alcanzaban como para habitarla. Herminia quería comprar ropa de cama y un par de cosas más y le dije que eso lo hiciera al otro día o en los días posteriores.

  • Esta noche no van a volver a la isla, les alquilé una habitación en el hotel en que estoy parando, es para dos, aprovéchenla…

María José les dijo que ya lo sabía, que el hotel era lindo y, como al pasar agregó, “yo me quedo con Carlos , no les dijo más y aunque noté un cierto brillo en los ojos de Herminia , no dijo nada.  La hija quería que su madre se sorprendiera cuando viera el lugar y lo logró, la sorpresa fue tal que no se animaba a entrar, decía que iba a desentonar y no sé qué “macanas” más.

Después de las risas la convencimos y entró tratando de pisar fuerte, la habitación de ellos era en el octavo piso y María José hizo de ascensorista explicando lo de los botones.  Ya en ésta no sabía qué hacer, ni asomarse al borde de los ventanales para mirar hacia el río quería, Jacinto no opinaba, pero también se lo notaba sorprendido.

Como mujer y previsora la madre había traído un par de mudas y otras ropas y enseres en un bolsito chico.  Les pedí que aprovecharan a bañarse o arreglarse porque en una hora y media tendríamos que bajar a cenar, “¿a cenar también y en este lugar?” , -preguntó Herminia , Jacinto ni decía palabra-.  Me urgía darme un regio baño y los dejé hablando de todo lo que les pasaba, bajé a mi habitación seguido de María José que llevaba la ropa para cambiarse.

No sólo me bañé, ella quiso bañarse conmigo y nos desnudamos juntos al lado de la cama, fue un encanto escucharla gritar con sordina mordiendo la toalla y verla arañar las cerámicas del baño cuando me entretuve con ese culito sufridor y con sus pezones endurecidos.

Los fuimos a buscar para bajar al comedor y aunque se los notaba sorprendidos por el lugar evitaron los comentarios y las miradas alevosas a todo lo que era nuevo para ellas, hasta eligieron la comida del menú, aprendían rápido…

Ya casi terminábamos de cenar cuando sonó mi teléfono, era Helena , quien después de preguntarme adónde había estado que no daba señales de vida, me dijo que quería verme…  Sinceramente, aunque la “colorada” hacía que lo pasáramos de diez, no tenía ganas de “trotes”

  • Es imposible cielo, estoy cenando con gente amiga y temprano en la mañana me vuelvo para Buenos Aires, te la voy a deber para la próxima
  • Bueno, sabía que sería algo así, cuidate y si paso por Buenos Aires te llamo, no te escondas …  -Le contesté que estaría atento, ¿qué más podría decirle? - ...

María José ya estaba servida, yo sin ganas y cansado de todo el trajín diario dio como resultado un descanso acogedor.  En la mañana fue el desayuno, lo hicimos todos en mi habitación y nos miramos sonrientes con María José porque Herminia y Jacinto tenían ambos sonrisa de “carita feliz” .  Habían aprovechado bien su noche de “bodas” .

Los acompañé a hacer varias cosas y los acerqué a la empresa, allí me despedí de Sergio , quedé con él en que me llamaría por cualquier inconveniente.  La despedida con los isleños fue muy emotiva y a la madre y a la hija se le notaban no sólo las lágrimas sino también los “colmillos” , zafé por la gente que nos rodeaba.

Ya en la tarde volví al hotel, aboné mis deudas, entregué la camioneta y retiré el motor-home, todavía faltaba para oscurecer cuando tomé la ruta de regreso.  Como a las diez de la noche paré en una parrilla, cené algo de carne asada y pensaba seguir, pero el vinito que estaba rico “apagó” mis ansias de ruta.  Estacioné a un costado de la parrilla y me dormí pensando con quien de los corruptos y delincuentes iba a saldar deudas primero.

Ni los días que había pasado, ni las emociones que había tenido, nada normales para cualquier mortal, pero tampoco nada difíciles para uno que estuviera preparado y decidido, ni las mujeres con que había disfrutado, ni las ayudas que había brindado cambiaron mi modo de pensar.  Estaba dispuesto, desde un principio a hacer pagar por las vidas que me quitaron y no habría meditaciones que me hicieran desistir, además, tampoco me engañaba, las meditaciones ayudaban, pero siempre desembocaban en las formas de realizar mi venganza.

Me desperté bastante temprano, descansado y totalmente despabilado, desayuné en el lugar y emprendí el viaje.  Casi a las tres de la tarde estaba dejando el motor-home en una playa de estacionamiento de un barrio de la Capital Federal , desde ese lugar tomé un taxi y me fui a alojar al Sheraton de Retiro , allí pedí una habitación con vista al Río de la Plata , no quería estar rodeado de cemento como me pasaba en el Hyatt , quizás porque venía imbuido del aroma y la frescura de la zona de islas del río Paraná .  El lujo era similar, pero se sentía distinto.

Luego de acomodarme y darme un regio baño, la llamé a Karina , se lo había prometido y además de cumplir quería estar con ella.  Sabía que estaba a punto de salir del trabajo y luego de saludarme reprimió un grito de felicidad al saber que estaba cerca…

  • Hola cielo, te llamo porque, si no tenés ningún compromiso, hay cena a las veintidós horas en el restaurant del Sheraton, ¿te va?
  • Espero que algún día me creas sin dudarlo, mi único compromiso es contigo, voy a estar allí sin falta

Había sido un comentario sin ninguna mala intención, pero, de alguna manera, el pasado de Karina le pasaba “facturas” a ella misma.  Como fuere, sabía que lo pasaría muy bien a su lado, me quedaba casi un par de horas para esperarla, reservé la mesa y me tiré un rato en la cama pensando en el mejor modo de acceder al edificio en que vivía el Juez.

Bajé a pocos minutos de que dieran las diez de la noche pensando que ella vendría un poco después, dicen que: “Dama que se precie, siempre se hace desear” y el tema del horario en las mujeres no era una excepción.  Me jodió, la morocha espectacular me esperaba, “firme como rulo de estatua” en la mesa que tenía reservada, era evidente que sabía cómo moverse en un hotel de lujo.

El beso y el abrazo que nos dimos evacuó las dudas de cualquier desprevenido, fue evidente que se comportaba como mi pareja y me agradó eso.  Le pregunté por Sol , hablamos de su trabajo, de cómo se encontraban ambas con su nueva vida, le conté de mi viaje y sus aventuras, sin especificar demasiado.  Primero me miró seria y después se largó a reír diciendo…

  • No podés, tenés un imán para los problemas y las mujeres, la ventaja es que sabés como resolverlos y encima, brindás ayudas inesperadas.  Sé muy bien de lo que hablo, ¡cómo para que no te consideren un ángel!

Entre una y otra cosa me dijo que esa noche quería pasarla conmigo porque al otro día estaría libre…

  • Bueno, libre es un decir, tengo que preparar mis cosas porque en la madrugada salimos con Alphonse para Alemania , parece que Helga quiere abrir otra empresa allí y elaborar los propios productos con su marca, sin dependencias de la empresa madre, aunque se le tendría que proveer de materia prima…
  • ¿Qué opina Alphonse de todo esto?
  • La va a ayudar en todo lo necesario, pero… ya sabés que él es bastante cabeza dura, no me lo explicó bien aunque me dio a entender que le va a soltar la mano, con condiciones, me pareció que me lo dijo dolido o enojado.
  • Lo que él decida estará bien, además Helga tiene la suficiente capacidad para desenvolverse bien con cualquiera cosa que emprenda, máxime en lo que es una empresa similar a la que creó el padre y conociendo bien ese mercado.

Cenamos de lo mejor y nos fuimos abrazados para la habitación.  El vestido de noche negro que tenía la morocha pasó a morar sobre el sofá apenas se introdujo en la habitación.  El cabello suelto, los ojos verdes que me miraban con ansias, el sostén de medía copa que hacía fuerza para mantener las tetas, la tanga y las medias con encajes apretadas al muslo, todo en un delicado color gris y los zapatos negros de tacos altos, convertían a la mujer que se paraba delante de mí en un conjunto perfecto y admirable.

Los besos no se hicieron esperar, los gemidos y él, “te extraño y te necesito” tampoco.  No dejó de besarme mientras sus manos trataban de desnudarme y apenas si la ayudé con esto, el camino a la cama quedó regado con mis ropas y su conjunto de ropa interior, ella sabía bien que no me gustaba encontrarme con escollos.

La posición en la cama, con ella debajo, no fue para “tirar cohetes” , nos continuábamos besando, yo acariciaba sus tetas duras y me fui metiendo de forma suave, a la vez que ella abría sus piernas y colocaba la planta de los pies al costado de mi cuerpo.

El gemido de satisfacción al ser penetrada me llegó al alma, sólo eso, no gritaba, no pedía, no se movía solamente disfrutaba de mi verga hundiéndose despacio en su interior estrecho y receptivo.  El final lo marcó mi pelvis junto a la suya y me moví poco para que ella pudiera apretar y soltar con sus músculos interiores.  Me llevaba, me traía y a ella le pasaba igual, no se sentía una hembra, en ese momento se sentía mi mujer y yo su hombre, para más, sin decirlo y sin alharacas, me lo demostraba en su entrega.

Como no podía ser de otra manera, la pasión se impuso a la ternura del acto y los movimientos en conjunto se aceleraron, los golpes de pelvis con pelvis no estuvieron de lado y a pesar de mis esfuerzos, cuando ella cruzó sus largas piernas apoyándolas a la altura de mis riñones, ¡a la mierda con el aguante! , la escuché gemir y casi gritar cuando expresó su orgasmo y me llevó con ella.

La llené con mi descarga y ella me empapó con la suya, no había forma de moverse, me tenía aprisionado con brazos y piernas que poco a poco aflojaron su presión. “Dejame disfrutarte mientras te abrazo” , -me pidió con voz cálida- y uniendo el pedido a la palabra dejó los brazos por sobre mis hombros y me acariciaba la espalda con la punta de sus dedos.

No había prisas y luego de besarle el cuello y de recorrer con mis manos los costados de su cuerpo comencé a besarle las tetas, eran besos y lamidas sin urgencias, pero notaba como Karina asimilaba las caricias y su piel respondía con pequeños estremecimientos.  Sus labios me llamaban y el beso fue respondido como con ganas y hambre.

Me encantaba besar los labios de Karina , a ella le pasaba igual y tal como si echáramos nafta al fuego nos encendimos con rapidez.  Se me puso la verga como un hierro y no tuve necesidad de pedirlo, ella sola se dio la vuelta poniéndose en cuatro y mirándome con cara de entrega me dijo: “Haceme la cola, pero entrá despacio, quiero sentirla desde principio a fin” .

El agujerito palpitante de ese culo altivo y duro me decía que iba a ser difícil aguantar yendo despacio hasta el final, era todo un desafío porque me excitaba a más no poder y las ganas de dar un caderazo me daban vueltas en la cabeza.  Entré despacio y las paredes de su recto no tardaron en abrirse dejando que el ariete penetrara sin que nada lo detuviera… “Estás enorme y durísimo, siento como late en mi interior y me duelen hasta las muelas, ¡no pares!, seguí, seguí, me gusta que mi culo te excite”

Como para parar y no estar excitado, teniendo ese culo a disposición no cabía otra que estar duro y dispuesto a penetrar.  A todo esto, se me ocurrió pensar por qué en los videos porno existen pendejos jóvenes que tienen que hacer maravillas para tener una erección que les permita penetrar a jovencitas o veteranas que están para “romper las paredes” o “dar vuelta al más pintado” .  Si yo fuera Director o Productor de alguna película porno y el protagonista le falta el respeto de tal manera a la mujer que está actuando con él, lo saco a patadas del set.

Como fuere, pensar en esa falta de respeto a la mujer me sirvió para llegar a chocar mi piel contra la piel de las nalgas de Karina sin “vaciarme” en el intento y el ¡ahhhh! de satisfacción que dejó escuchar, me erizó hasta los pelos de la nuca, después fue un entrar y salir, por momentos con calma y/o con fuerza y empujando como para penetrar lo imposible.  Ella no se quedó quieta, colaboró, se acopló a los movimientos y gritó de placer en su orgasmo cuando ya no pude aguantar y le llené las tripas aferrando con fuerza sus caderas.

Acompañé su caída cuando se desplomó en la cama, quedé tendido sobre su espalda todavía incrustado en su interior y sintiendo como sus músculos apretaban y soltaban impidiéndome salir, algo que, por otro lado, no quería.  Estuvimos un rato así, ninguno de los dos podía ni quería moverse.  Luego de ese rato, nos levantamos para que el baño nos reconstituyera un poco y lo logramos, aunque hubo un poco de tiempo para mimos y besos entre enjabonada y enjabonada.

Nos metimos en la cama y ella se reía gozando de su momento de felicidad, la abracé para que recostara su cabeza sobre mi pecho y la miré tratando de entender su risa con visos de picardía. “Me siento genial al estar con vos y mi sonrisa tiene que ver con que, para variar, estaré un par de días sentándome con cuidado” … -dijo con voz somnolienta y no llegué a contestarle, el sueño me estaba ganando y alcancé a ver que a ella ya le había ganado la partida.

Desayunamos juntos como a las nueve de la mañana y luego se fue a prepararse para viajar, la acompañé hasta la acera donde pidió un taxi y me despedí con un beso deseándole un buen viaje, luego aproveché para alquilar un coche mediano que dejé en la cochera del hotel, tenía decidido comenzar con el tema del Juez y para eso me movilizaría en taxi, no quedaba lejos y me ahorraba todo el lío del tránsito en la ciudad.

Me quedé un rato merodeando en las cercanías del edificio en que vivía el Juez, como siempre, previendo todo, ni problemas que me hacía por las cámaras, pero tampoco me daba por quedarme mucho tiempo en las inmediaciones, siempre estaba latente la posibilidad de que alguno de los que observaban las filmaciones, al cortarse las transmisiones, se le diera por hurgar en un posible hackeo de las mismas.  Yo especulaba con que los que observaban eran sólo empleados que miraban y podían atribuir el tema a cortes o “caídas” del sistema, eso solía darse, pero… confiarse terminaba por jugarte en contra.

Como fuere, el barcito que había a media cuadra y del cual se tenía un buen dominio del lugar me servía para vigilar desde adentro y para apagar la Tablet, dejando que todo funcionara a la perfección.  Las “caídas” momentáneas de los sistemas de las cámaras de vigilancia eran algo casi “normal” y no se le daba mucha pelota, máxime cuando estás metido en esa rutina y te pasás gran parte del día frente a varios monitores.  Volviendo a lo que me interesaba, el edificio parecía ser de categoría, eran semipisos.

Gracias a que las oficinas de Catastro de los Organismos Gubernamentales se movían con sistemas informáticos, sabiendo cómo hacerlo, era fácil acceder a los planos de los distintos edificios y viviendas de la ciudad.  Por ello pude averiguar que eran dos viviendas por piso, había un ascensor que te dejaba en el porch de entrada del departamento y otro que era el de servicio que te dejaba enfrentado a las puertas de ingresos de cualquiera de los departamentos del piso en cuestión.

No tenían servicio con personal de vigilancia, apenas tres cámaras, una en el porch, otra en la cochera y otra frente a los ascensores de servicio que enfocaba el ingreso a cada departamento, eran fijas y seguramente grababan todos los movimientos y los guardaban en un servidor.

Ya tenía más datos de los que quería, pero me faltaban los de los movimientos del Juez y sabiendo que dejaba el Juzgado a eso de las tres de la tarde, me fui a almorzar y a pasear por el puerto.  La visita guiada para conocer el Buque Escuela de la Armada Argentina, la Fragata “Libertad” , anclada en una de las dársenas, me vino fantástico para pasar el tiempo.

La mujer del Juez tenía y gerenciaba un local de venta de vestidos de moda de primer nivel y generalmente llegaba dos o tres horas después que él a la vivienda, eso ya lo había averiguado antes de salir de viaje “vacacional” recorriendo rutas, me faltaba actualización y corroborarlo.  Cuando anteriormente me había fijado en los movimientos estaba todo un tanto alterado por lo de la muerte del Fiscal, el Juez se movía con un conductor-custodio y le habían adosado otro auto no identificable con otros dos custodios en su interior.

Estos dejaban al Juez en la casa, ingresaba sólo un auto a la cochera y después se retiraban.  Vi que algo había cambiado, era un sólo coche el que se movía con él y se retiraba luego de dejarlo.  Volvería el día siguiente para saber si lo del “futuro muerto” era metódico y de ser así, no tardaría en actuar…

El Portero era el único que se solía ver en el porch de entrada pero por momentos dejaba su lugar, tenía vivienda en el mismo edificio, podía subir a su casa, recorrer los pisos, recoger la basura, bajar al sótano para controlar los medidores de los servicios, el tema es que no siempre estaba allí y tampoco podía arriesgar a entrar aprovechando el ingreso o la salida de alguno de los moradores, podrían pararme en la puerta y no permitirme la entrada porque abrían y cerraban la puerta al entrar y/o salir y me identificarían, no estaba para arriesgar en eso, por consiguiente, tendría que conseguir unas llaves, otra era entrar por las cocheras cuando el portero se descuidara.

Ésta me parecía una opción bastante valida porque ellos se confiaban en la cámara que vigilaba el lugar y ni problemas que me hacía por la vigilancia tecnológica.  Esto era algo que había notado en otras viviendas comunitarias o casas solas, quien se quisiera meter en cualquier vivienda lo podía hacer sin que importara mucho la “supuesta” Seguridad que había en el lugar.  Cualquiera en el ramo, de una vereda o de otra, lo sabía bien, “no hay Seguridad perfecta” y, en muchos casos, es sólo disuasiva.

No había nada más que pensar, tenía por dónde entrar y salir, si el día siguiente el Juez volvía a la misma hora, actuaría sin esperar ni perder más tiempo.  Los hijos no vivían en la casa y suponía que estaba solo y aun cuando hubiera algún personal doméstico, trataría de reducirlo sin que pagara ninguna consecuencia ni se convirtiera en “daño colateral” , aunque eso no me movería ni un pelo.

Continuará…

GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.