Aplicando justicia (31)

Además de la pasión, surgen otras novedades en la isla.

DEJANDO DE SER ISLEÑOS -

Las dos estaban que se “salían de la vaina” para ir a ver las cosas que se habían comprado, las ayudé a entrar todos los paquetes y Herminia le dijo a la hija que antes de ponerse a revisar encendería el fuego, necesitaba brasas para poner el disco con la carne del carpincho, María José también se aguantó las ganas y se puso a pelar papas y otras verduras pues se debía cocinar todo junto.  Pregunté si necesitaban algo de ayuda y fue Herminia la que contestó: “No mi rey, vos sos un rey y nosotras te vamos a atender, quedate un rato en el muelle si querés” .

Llevé dos cañas grandes con toda una caja de pesca y una caña más chica para sacar carnada.  Primero armé todo el arsenal dándome cuenta que el sedal era grueso y los anzuelos grandes, además, todos los chicotes de los anzuelos eran de acero, eso me entusiasmó y me puse a buscar carnada.

No tenía lombrices, pero había pan y una red de las llamadas “mediomundo” , los tres pedazos de pan que arrojé al río pronto se vieron rodeados de peces desesperados por comer, la red había quedado medio sumergida y la levanté cuando pasaron los pedazos de pan movidos por la corriente.

Las Mojarras eran enormes, casi como Boguitas chicas, saqué ocho de ellas, tenía suficientes para encarnar y tirar las cañas, fue lo que hice y luego trozando algunas mojarras me puse a tratar de pescar con una boyita.  Me divertí horrores con eso y me reía metido en mi propio mundo de pescador.

María José me vio desde la casa y me acercó un balde grande para que pusiera allí los pescados chicos, yo tiraba y sacaba sin esperar demasiado, Boguitas chicas, Bagrecitos, Patí chicos, eran especiales para usar como carnada para los grandes. “Si querés, después de cenar agarramos la lanchita y vamos a poner varias trampas, ponemos cinco o seis bien encarnadas y en la mañana las revisamos” , -dijo María viendo el entusiasmo que ponía en la pesca.

Le contesté que lo haríamos y una de las cañas grandes dio un cimbronazo, el pique había sido brutal y me apuré a tratar de levantarlo.  Me costó lo mío recogiendo y soltando tanza, la falta de experiencia con los “grandes” me jugaba en contra, era pesado y ni idea de lo que estaba trayendo, María , más baqueana en esto de la pesca, me decía que parecía un Bagre o un Armado grande, no creía que fuera un Patí porque peleaba, “el Patí se deja traer más tranquilo” , -expresó-.

Resultó un Armado enorme y como no había traído una red tubular para levantarlo, el mediomundo no aguantaría a ese pescado, María José me dijo que lo arrimara a la escalera del muelle y bajó las escaleras con el bichero en la mano, del lomo no lo podría “bicherear” , pero lo clavó debajo de la cabeza justo cuando hizo un giro y quedó panza arriba, “ayudame que pesa” , -gritó- y dejé la caña para sacarlo del agua entre los dos.

El pescado se quedó quieto sobre el muelle haciendo un ronquido como de estertor y a mí me resultaba enorme, metía miedo todo el caparazón marrón con pinches que rodeaban su cuerpo. “Pesa como diez kilos, el lomo es comestible, es una delicia, le voy a decir a mamá que lo prepare, debe haber casi dos kilos de lomo acá, nos vamos a chupar los dedos” , -expresó la joven- y la tuve que ayudar a llevar el pescado ya muerto porque ella se ocupó de ello con mi cuchillo.

Herminia lo hizo poner arriba de la mesa grande y sacó un cuchillo filoso para “operarlo” , según parece no era tan fácil sacarle el lomo a un Armado, pero debía gustarle el resultado que obtendrían porque se pusieron las dos a limpiarlo con ganas.  Vi que el disco ya estaba puesto y se cocinaban allí papas, ajíes, algunas otras verduras y trozos de carne no tan grandes, en medidas especiales para bocados.

Me volví entusiasmado al muelle llevando un par de faroles chicos, ya no hubo otros piques grandes, pero estuvo entretenido porque varios piques chicos se dieron con Bagres y Patíes, allí todo servía y venían bien para las trampas.  Calculando a groso modo por el llamado a comer, pasé en el muelle como una hora más, pescando y entretenido no me daba cuenta de la hora.  Habían puesto la mesa hasta con mantel usando platos y vasos que habían comprado en la tarde.

La entrada fue con el lomo del Armado, perejil, ajo, todo molido, un poco de aceite y no sé qué ingredientes más, habían sacado un buen pedazo de ese pescado y todo lo demás lo arrojaron al agua, sólo se comía el lomo si se sabía sacarlo y prepararlo.  Tenía razón María José , fue delicioso, los tres comimos una porción similar, era una carne suave, tentadora y adictiva pues nos quedamos con ganas de más.  Después de un rato, le “entramos” al Carpincho al disco.

La carne resultó un poco más fuerte que la carne de vacuno que uno acostumbraba a comer, pero todos los condimentos y la salsa que se había formado lo convertían en un plato “especial” .  A mí me resultó una delicia.  No era muy común eso de preparar Carpincho y pensé que si esa veta la explotaran los chinos se volverían locos con su carne.  Quedé “pipón” , no me entraba ni un último trago de vino y no pude menos que felicitarla a Herminia .

  • De joven no sabía cocinar ni un huevo frito, acá me vi obligada a aprender, Jacinto cocina muy bien y me enseñó, ahora cocino cualquier cosa.  Si te animás a sacar un par de anguilas en el zanjón te las preparo y vas a conocer otro manjar de las islas.
  • Yo soy materia dispuesta y me prendo a lo que cocines.
  • Ahora casi no quedan, pero si hubiera te preparaba un par de cuises, son riquísimos…
  • Sí los conozco, son como ratas, pero sin cola y no dejan de ser ratas.
  • Son roedores y recién acabás de comer un roedor, más grande, pero de la misma familia.
  • Dejémoslo así, vos tendrías que estar cocinando en el restaurant con Jacinto.
  • Es largo de contar, ahora me animaría porque se dan las condiciones y Jacinto está más tranquilo, además María tiene que conocer más, ya te contaré.

Mientras la madre limpiaba todo, la hija me ayudó a preparar todas las cosas para llevar en la lanchita, cargamos las líneas, llevamos carnada y María José encaró para los lugares dónde se podía llegar a pescar, la costa era bastante inhóspita, no había señales ni rastros de algo humano por las cercanías, estaba muy oscuro, pero veíamos todo como de día, la linterna que había comprado era espectacular.  Amarramos las líneas con las carnadas a ramas que sobresalían de la costa y las dejamos allí, en la mañana las vendríamos a ver.

María José se estaba poniendo mimosa, lo noté cuando me tocaba moviéndose en la lancha al colocar las líneas y luego que terminamos con lo que habíamos ido a hacer, se sentó a mi lado apoyando la cabeza en mi hombro.

  • Estás mimosa esta noche, ¿no? , -le dije pasándole la mano sobre el hombro y acariciándole una de las tetas-.
  • Vos me hacés poner así, a mamá le pasa lo mismo, quiere que hoy duermas con ella.
  • Ya se los dije, meten miedo ustedes me van a dejar seco.
  • Es que… no sé cómo decirte, no pienses mal, pero, me gustó que me doliera el culito cuando tenía toda tu pija adentro, primero tuve miedo y después me encantó.
  • Sos una viciosa, no me tientes porque soy capaz de hacerte gritar un rato largo.
  • Dale, cogeme un ratito por el culo, traje la crema, quedate así sentado, yo me acerco arrodillada y dejame gritar.

No hubo tiempo para contestarle nada, mi verga reaccionó enseguida cuando se bajó los pantalones que traía y se arrodilló en la lancha apuntándome con su culo.  La linterna prendida y dejada en el piso a un costado de mi cuerpo me permitía ver su culo con claridad y el agujerito parecía latir pidiendo carne.  Me bajé los pantalones, tomé la crema y le puse bastante mientras ella gemía y se quejaba, pero con placer por el trabajo de mis dedos.

Me arrodillé detrás porque de parado se movía demasiado la lancha y me puse crema en el glande, la empecé a puntear y cuando éste entró se quejó diciendo que le dolía, el cachetazo en una de sus nalgas sonó fuerte en la quietud y el silencio de la noche, “querías sentir mi verga, ahora no te quejes” , -le dije sintiéndome un tanto sádico-. “Dame de nuevo” , -dijo gimiendo- y cambié de mano.

Cada chirlo que le daba en esas nalgas duras me servía para entrar un poco más de verga, no sabía si gemía por los chirlos bastante suaves o por la penetración, enseguida lo quise averiguar y me mandé con ganas hasta chocar las pieles.  La crema cumplió su cometido, no hubo nada que impidiera la entrada a fondo y María José gritó como descocida pero no hizo ademán de retirarse.

Como podía y sin moverme demasiado me di a la tarea de entrar y salir sin escuchar ningún sonido de reproche.  Estaba bastante servido desde la tarde y, a pesar de la sumisión que me calentaba no estaba para terminar rápido.  Le di para que tuviera y guardara, ese culo se iba a acordar de mí.  Ella tuvo un orgasmo que la sacudió y le pude arrancar otro más cuando estiré la mano y le apreté un pezón con ganas y sin contemplaciones.

Temblaba como enloquecida y escuché un par de sollozos cuando golpeaba fuerte con mi pelvis en sus nalgas acomodándole las tripas.  Como pude y sin sacarla me senté en el piso y la atraje hacía mí, ella sola se la clavó hasta lo más que pudo y se quedó quieta mientras le apretaba el otro pezón con los dedos de una mano y le pellizcaba el clítoris con los dedos de la otra.

“Soy tuya, soy tuya” , decía de forma entrecortada por los sollozos y en otra de sus contracciones acabé en lo profundo de su culo acompañado de sus gritos de placer al recibir el líquido.  Luego no quería ni se podía mover y ya “desinflado” salí de a poco de su interior, me limpió primero con un trapo mojado y luego lo terminó con la boca y su saliva, dominaba sus movimientos sobre la canoa y ésta apenas se movió. “Ahora sí que lo rompiste, me gustó que me cogieras así, ¿está mal eso?”

Después que se vistió le expliqué que no estaba mal si ella lo sentía pero que debía tener cuidado con quien lo practicaba, encontrar a quien se brindara así y que la respetara era muy difícil, “o no llegan a satisfacerte y te pueden provocar demasiado dolor, no es lo mismo sufrir un poco recibiendo placer que sufrir por sufrir sin que el placer aparezca”“Te entiendo, hay que aprender a conocer al que tenés al lado” , -contestó-…  Lo dejé allí, en el ostracismo de la isla no le iba a resultar fácil.

Volvimos a la casa y decidí que la madre se iba a quedar esperando, ella se fue al interior y yo me quedé en el muelle.  Quería practicar algunos movimientos y hacer un poco de meditación, me sentía bien en esa soledad ayudado por el silencio de la noche y no me importaba que esperara quien esperara.  Como a la hora y media escuché que alguien caminaba sobre la pasarela acercándose al muelle, no podría ser otra persona que Herminia y encendí la linterna para alumbrarle el camino.

Traía la botella de whisky y dos vasos con hielo en la mano, “hace mucho tiempo que no tomo whisky, siempre fue mi bebida preferida y hoy puse el freezer para hacer hielo esperando tomar uno” , -dijo dándome uno de los vasos-.  Le pregunté si quería que prendiera el farol y me dijo que no, sólo me pidió que mantuviera la linterna prendida para servir, “la oscuridad me sienta muy bien” , -expresó y se sentó a mi lado en el banco largo en el que estaba yo sentado.

  • Contame así me saco unas dudas, ¿qué está haciendo una mujer como vos enclaustrada en esta isla?
  • De jovencita yo trabajaba bailando, para clientes, bah, de puta, estuve casi un año con eso y junto con otra chica teníamos a alguien que recién se iniciaba en eso de tener mujeres para trabajar, un “fiolo” (proxeneta) que le dicen, bueno, quedé embarazada, de él, yo con los clientes me cuidaba.  Él quería que me lo sacara y me dio una paliza tremenda al negarme, esa tarde me escapé, molida a palos como estaba y caí en el restaurant de Jacinto , se la jugó por mí, me curó, me ocultó allí y me trajo con la lancha a esta isla.
  • Por lo visto, zafaron justo, nadie los vio.
  • No, esperó que se hiciera de noche y me tapó con una lona.  Después me quedé, a María José la tuve acá, asistida por una señora vecina que ya hace tiempo que murió.  El tema es que el tipo me estaba buscando por toda la ciudad.  Una noche comieron en el restaurant, él y tres tipos más y Jacinto escuchó que si me encontraba me iba a degollar a mí y al hijo si lo había tenido.  Nunca supo que era una hija.
  • Me imagino a Jacinto con los huevos en la garganta, ¿los tipos tenían dudas de que el supiera?
  • No, ni se lo imaginaban, Jacinto te escucha, pero nunca se mete con nada ni con nadie.  El tema es que vino asustado y ni me dejaba salir de la casa.  Trabajé mucho acá para poner la casa en condiciones y poco a poco nos fuimos olvidando de ese tipo.  Me hice la mujer de Jacinto, pero es como si fuera un amigo y nunca quiso que lo fuera a ayudar al restaurant, tampoco era lógico, en ese tiempo el local estaba muy concurrido.
  • Lo que debe haber sido la soledad y acostumbrarte a todo esto.
  • Es que era mi vida y la de mi hija y había que acostumbrarse sí o sí, esos no te perdonan.  Después de un tiempo largo todo pareció olvidarse, pero yo no podía ir, si alguno me veía se lo iban a contar y este tipo ya era “pesado”, había crecido mucho en el tema de la prostitución y las drogas.  Siempre vivimos con miedo cuando traía a alguien a pescar, con vos tenía un susto espantoso, máxime cuando le dijiste que estabas armado, no te creyó lo de la custodia y cuando usaste las armas tan bien, disimuló, pero estaba temblando, casi no se va a trabajar.  Menos mal que habíamos escuchado una noticia que nos aclaró todo.
  • Te juro que no le mentí a él ni a ustedes, además ya había pasado un tiempo larguísimo, fueron más de veinte años.  ¿Qué noticia escucharon?...
  • Yo la escuché, sabíamos que este tipo estaba preso, pero salió y lo mataron frente a una confitería, a él y a los guardaespaldas que yo los conocía, la radio dice que fue un “ajuste de cuentas”, lo que haya sido, se lo tenía merecido, imagino lo que habrían pasado otras chicas.

¡La putísima madre y algunos dicen que el mundo es grande! ...  Yo, sin saber toda esta historia, había hecho cagar al padre de María José , lógicamente no abriría la boca, pero no podía creer por donde saltaba la liebre.  Me quedé callado pensando en eso, parecíamos marionetas y algo o alguien movía los hilos conectándonos…

  • ¿Te quedaste callado?, con nosotras está todo bien, ninguna piensa mal de vos, pero, tenés que entenderlo a Jacinto .
  • No, nada, está bien, no lo culpo de nada, para él también debió ser difícil, ¿decime, María José no estudió?
  • Sí, hizo hasta la secundaria en la escuela de la isla, pero no conoce nada, además hasta a mí me va a resultar todo desconocido, la ciudad debe haber crecido, él me cuenta, aunque no es lo mismo.  Después de lo que nos enteramos Jacinto ya no quiere estar más en la isla, quiere vender y comprar algo más chico, seguir con el restaurant ayudado por mí y María José podría buscar un trabajo para sus gastos.  Con lo que ahorraríamos de combustible con el ir y venir podríamos vivir bastante bien, ya pasamos mucho tiempo como presas aquí.

Se me ocurrió algo…  En la recorrida que había hecho en la empresa había notado que había una sección que decía “Comedor” , ni había mirado esa parte, tampoco sabía si funcionaba y no me interesó preguntar, pero Herminia me había metido el dedo en el…  Como muchas de las cosas que se me ocurrían, no pensé demasiado, saqué el teléfono y lo llamé a Sergio, la señal satelital me permitía hacerlo desde mi teléfono hacia afuera, era tarde pero no se molestaría…  Me atendió preocupado…

  • Hola jefe, ¿qué pasó, algún problema?, ¿qué necesita?
  • Hola Sergio, disculpe la hora, es para que me envidie jajaja, le cuento que estoy pescando desde un muelle hermoso, quiero sacar algo grande para llevárselo, en una de esas me invita a la comida.
  • Pero hombre, eso ni lo dude, me hizo pegar un susto bárbaro pensé que tenía algún problema.
  • No, quédese tranquilo, quería averiguar algo, vi que en la empresa hay un sector cerrado que dice “Comedor”, ¿qué pasó con eso?...
  • Eso fue una “hijoputada” del anterior Director General, allí funcionaba un comedor para todo el personal, tenía precios acomodados, pagaban por quincena y el personal aprovechaba a comer allí en el horario intermedio, incluso antes de cerrar nos preparaba toda la comida para los muchachos de la seguridad del turno nocturno, atendía además a toda la directiva y las oficinas.  Sucedió que se les venció el contrato de consignación y éste les pidió una fortuna para renovarlo, le puso unas cláusulas leoninas y, según me enteré bajo cuerda, le pidió un importe enorme como garantía que no figuraría en ningún lado, no sé si me entiende.
  • Sí, le entiendo, dígame, ¿por qué no se volvió a abrir?
  • Porque él quería poner los precios y manejar todo, al final, los muchachos dueños de la consignación desistieron y se fueron, eso quedó totalmente parado, ni siquiera les dio bola a los del Sindicato cuando quisieron interceder por el funcionamiento del Comedor, hay mucha gente que vive lejos y no le da el tiempo de dos horas para ir, comer y volver.  Ahora, a veces, se usa para depósito, pero están las cocinas y lo que se usaba allí, eso es todo de la empresa, ¿no entró a verlo?
  • No, lo pasé de largo, quiero activar ese tema, creo que es importante para el personal y tengo a la gente idónea para eso.
  • Mañana mismo mandó a limpiar toda esa zona y si quiere lo charlamos cuando regrese, eso sería muy importante.

Me despedí de Sergio diciéndole que me quedaría dos días más y le di la fecha estimada de regreso.  Estaba todo oscuro y no pude ver las reacciones de la cara de Herminia, pero estaba muda y esperé por sus preguntas.

  • ¿Qué es eso que hablabas de un Comedor?
  • Los peces no pican y mientras esperamos que alguno se decida te voy a contar algunas cosas porque hay verdades a medias.
  • No me hagas asustar…
  • Nada que ver, es verdad lo de ser Custodia Personal pero ya no lo soy, tuve un problema grande en mi vida personal y dejé la empresa en la que comencé como custodio del Presidente y luego de salvarle la vida pasé a ser Jefe de Seguridad de toda la empresa y filiales del país.  En el tiempo que trabajé allí como custodio del Jefe, le salvé la vida en un atentado, allí murió un compañero y la novia de él quedó muy herida, por eso fue el ascenso a Jefe de Seguridad y seguía estando al lado de todo lo suyo, en ese interín le solucioné un par de problemas bastante peliagudos y desde entonces me tiene como un hijo.
  • ¡Dejaste ese trabajo tan importante, debe haber sido un problema enorme!...
  • Sí, bueno, eso no importa, pocas personas saben lo que me pasó.  Ahora bien, cada vez que tiene un problema no duda en recurrir a mí, él tiene una hija, pero ella atiende la empresa en Alemania, no vive en este país.  Hace un tiempito estuvo desmejorado de salud y me nombró Presidente adjunto de la empresa para poner orden en algunas cosas.
  • ¿Entonces trabajás en la empresa como Presidente figurativo?...
  • No, yo no figuro como empleado de la empresa, pero él quiere que siga con ese cargo y yo hago y deshago con su anuencia total, fundamentalmente, en el tema de sanear la empresa de corruptos y delincuentes, que los hay, te aseguro que los hay, faltaba mucho control.  En este caso, yo estaba de vacaciones o eso creí, llegué a Paraná y en la filial de la empresa me encontré con varios problemas que tuve que solucionar, saqué a unos que fueron presos y puse a otro,s pero no me gusta estar encerrado en cuatro paredes y me raje a pescar, ¿entendés?...
  • Hasta ahora te entiendo, pienso que debe ser grande la empresa para que tenga filiales en todo el país, lo que no entiendo es lo del Comedor que hablaste recién con un señor.
  • Es el nuevo Director General que nombré antes de venirme a pescar y se me ocurrió que podrían ustedes hacerse cargo de ese Comedor para todo el personal, son casi mil personas en distintos turnos de lunes a viernes.  Habrá que ver como se arreglan, pero los tres pueden trabajar bien allí, uno cocina, otro atiende el mostrador y otro las mesas o no, pueden hacer un autoservicio o comida libre, no sé ustedes verán, lógicamente hay que hablarlo con Jacinto.
  • Pe, pe, pero, no sé qué decir.  Esto es como un regalo del Cielo, -dijo comenzando a balbucear y luego explotó-.

El tema fue tratar de calmarla a Herminia en su reacción, gritaba, lloraba a lágrima viva y tuve que encender el farol para mirarla y luego abrazarla para tratar de que parara con los llantos y los gritos en que se mezclaba el asombro y la felicidad.  Tan así fue que, tal como me imaginaba, se encendió la luz del porch y salió María José corriendo hacia el lado del muelle pensando seguramente que a la madre le había pasado algo.

Vestía un camisón hasta las rodillas, chinelas y un tapado largo para protegerse del frio.  Se acercó asustada a la madre que lloraba sin que pudiéramos calmarla.  Estaba sentada en el banco y sin parar de derramar lágrimas, se tomaba la cabeza con las dos manos…

  • ¿Qué pasó, qué tiene? , -preguntó con temor la hija-…
  • Estábamos hablando de la posibilidad de irse de acá, le planteé una posible solución y comenzó a llorar, dejala que llore, creo que en este momento lo necesita, es una especie de catarsis y está sacando todo lo que tiene adentro” , -le contesté-.

No le preguntó más, pero la abrazó y se quedó a su lado.  No tenía sentido continuar con la pesca, los peces debían haber huido despavoridos con los gritos de la morocha.  Le dije a la hija de irnos a la casa y yo llevé los vasos, la botella y el farol, María José caminó abrazando a la madre.

Una vez adentro de la casa comenzó a calmarse, le serví otro whisky y le pedí a María que hiciera café, ya estaba hecho y sólo tuvo que calentarlo, se lo sirvió y luego de un par de sorbos me miró muy fijo…

  • Por favor Carlos , decime la verdad, ¿es cierto todo lo que me dijiste?, ¿cuál es la empresa?, ¿es conocida?
  • No me gusta mentir ni jugar con las ilusiones de la gente, nadie se lo merece y ustedes menos que menos, tomá mi tarjeta y fijate, la empresa es más que conocida… -Leyó la tarjeta y luego de repetir lo que leía, explotó de nuevo-…
  • “Carlos XXXX, Presidente Adjunto” de la empresa XXXXX, ayyyy hija, me va a dar algo, es verdad, es verdad, podremos salir de aquí, podremos salir… -y vuelta a llorar a los gritos-.
  • Sí mamá, está bien, calmate por favor, ¿qué es lo que dice Carlos ?, ¿qué es eso de salir?, ¿podremos irnos de aquí?...
  • Hay una posibilidad concreta de conseguirles un trabajo para que se puedan ir de la isla, me dijo que lo habían hablado con Jacinto y le di una posible solución, en realidad es concreta porque yo soy quien decide.  Ni siquiera tendrían que vender apurados todo esto, pueden alquilar una propiedad en la ciudad y trabajar allí, lo del restaurant viejo es otro cantar, eso lo deciden ustedes pero pueden venderlo o alquilarlo.
  • Ir a la ciudad es un sueño que tengo, mamá ya me explicó porque no podíamos, pero ahora, según parece, no me dijo porque, pero está solucionado.
  • Bueno, yo voy a recoger las cosas del muelle, hablá tranquila con tu madre, yo no las voy a dejar “pagando”, las voy a ayudar a mejorar algo de su vida.

Me fui para el lado del muelle pensando en todo lo que habían pasado esas dos mujeres, fundamentalmente Herminia , se habían portado bien conmigo y merecían el “empujoncito” para tratar de salir adelante, habría que ver qué opinaba Jacinto, pero se me hacía que mucho pasaba por lo que decía Herminia. Eran increíbles las vueltas que daba la vida, parecía que todo tenía que ver con todo y yo estaba como si me hubieran pegado una paliza, era una atrás de la otra.

Hice un par de viajes trayendo las cosas que dejé en la cabaña y regresé a la casa, ya estaban las dos más calmadas y Herminia le hablaba a la hija tomándola de las manos.

  • Chicas, me alegro que estén más tranquilas, yo me voy a dormir, me agarró todo el cansancio junto.
  • Carlos, quedate a dormir conmigo, necesito abrazarte , -me pidió Herminia -.
  • No, quedate con tu hija, creo que tendrán mucho de qué hablar, de paso me tomo un respiro, parezco un recién casado y con dos mujeres, jajaja.  En la mañana hablamos.
  • Te prometo que me porto bien y María José se queda con nosotros.
  • Ni loco, con sus dos culitos dando vuelta el que no se va a portar bien soy yo.  Jajaja, ya, ya me estoy yendo, llámenme a la hora que sea, preferentemente tarde.

Quería dormir a “pata ancha” , la actividad había sido mucha y no precisamente relacionada con la pesca.  Lo más que recuerdo de esa noche fue que apoyé la cabeza en la almohada y después escuché algo parecido a canto de pájaros.

Eran más de las nueve de la mañana cuando apareció María José trayéndome el desayuno, “mamá vino más temprano, pero me dijo que estabas como desmayado y te dejó seguir” , -expreso con una sonrisa pícara-.  Me levanté de bóxer y remera y prendí la estufa, estaba un poco fresco para andar haciéndome el valiente con el frio.

“Si querés la llamo a mami, yo tengo el culito destruido” , -me dijo mirando el bulto medio “amorcillado” de recién levantado-…  No le contesté, me puse una campera y me fui al baño que había a un costado, regresé rápido para tomar el desayuno caliente y me pidió que me vistiera para ir a ver las trampas.  Sólo le pregunté cómo se sentía la madre, todo lo demás que me quería contar saldría sin hacer preguntas, se le notaba en la cara y en las expresiones las ganas de contarme lo que había hablado con ella.

Cuando preparábamos la lanchita salió Herminia , destilaba felicidad por todos sus poros y la energía parecía rodearla con un halo misterioso y casi, casi visible.

  • Buen día Carlos, estoy eufórica, se me ocurren montones de cosas .  -No era necesario que lo dijera, se le notaba muy a las claras-…
  • Jajaja, se te nota mujer, se te nota, seguí pensando, nosotros vamos a controlar las trampas y después charlamos, -le dije mientras nos íbamos-.
  • No durmió casi nada, hace un rato estaba buscando un número de teléfono que tiene para llamarlo a Jacinto .
  • Que aguante un día más, yo ya estoy recuperado y con ganas.  Cuando volvamos no se escapa ninguna de las dos.
  • Jajaja, como si alguna de las dos quisiera escaparse, el problema se nos va a presentar cuando te vayas, te vamos a extrañar horrores.
  • Espero que no salgan a “revolear conchas” cuando estén instaladas en la ciudad, las cosas se pueden hacer sin necesidad de “regalarse” o mostrarse desesperadas y accesibles, eso siempre les juega en contra y genera problemas, fundamentalmente con Jacinto.
  • Eso está claro, quedate tranquilo, ya me dijo mamá los peligros que encierra la ciudad y las equivocaciones que pueda una cometer, antes de llegar a algo con alguien habrá que acostumbrarse a todo el entorno.  Lo tuyo es una medida muy alta.

Llegamos a las trampas y había enganchado un Patí como de unos once kilos, ese lo levantamos rápido, encarnábamos y volvíamos a tirar los anzuelos.  El tema fue en la última trampa, la rama se arqueaba casi tocando el agua, primero pensamos en un Surubí, resultó ser un Dorado de unos diez kilos, “¿lo largamos?”, -preguntó María José -, ni en pedo, a ese me lo comía, hecho a la parrilla era un manjar.

Nos costó sacarlo porque en trampa y todo presentó batalla, finalmente lo logró clavar con el bichero y lo subimos a la lancha, se movía tirando mordiscos y con estos podés perder una mano, tienen una mandíbula poderosa, pero María José lo sacrificó enseguida y luego con unas pinzas le sacamos el anzuelo.

Regresé feliz con las capturas y no escatimé besos y manos para acariciar a la joven que se prestaba gustosa, no hicimos más, pero en la casa sería otra cosa… Herminia nos esperaba en el muelle, estaba alterada y excitada y nos mostraba un papel…

  • Carlos, ¿cómo les fue?
  • Bien, algo sacamos, ¿qué te anda pasando?, te noto un tanto alterada.
  • No, sí, bueno, lo que sucede es que encontré un número de teléfono para llamarlo a Jacinto y como vos tenés un teléfono para llamar pensé en avisarle.
  • ¡Ahh, claro, que venga Jacinto y yo!, ¿qué hago, me arreglo “a mano” en la cabaña?
  • Tenés razón, soy una egoísta, podemos llamarlo a la noche para que venga a la mañana y pasamos una noche “de fuego”, después no te quejes o digas que estás cansado, jajaja.

Bajamos los pescados de la lancha y luego de dejarlos sobre la mesa, los limpió sacándole las vísceras para ponerlos en frio.  Cuando terminó y se secaba las manos la abracé a Herminia comiéndole la boca, el gemido fue elocuente y más aún cuando, con las dos manos, me prendí a sus nalgas notando como aplastaba sus tetas duras en mi pecho.

María José me abrazó desde atrás y trató de manotear el bulto con las manos mientras apretaba sus tetas en mi espalda. Herminia se apartó al sentir las manos de la hija, era evidente que no iba a transigir con que participara activamente en un trío.

Me tomó de la mano y me llevó al interior de la casa, pasamos directamente a su habitación y allí se dejó caer apoyando una de sus manos en la cama, su culo quedó parado y con la otra mano se levantó el vestido, “después hacemos lo que quieras, ahora partime el culo, quiero sentir toda tu carne allí” , lo pidió casi rogando y no había forma de negarse-.

Usé saliva en abundancia luego de hacerla delirar usando la lengua en el chiquito y sin esperar comencé a penetrarla, ella se movía tratando de acomodarse para facilitar la entrada, pero no la dejé, no bien el glande pasó el primer esfínter, se la clavé sin esperar más.

El grito hizo temblar las paredes y la aguantó como la mejor de las hembras, aunque sólo comenzó a moverse después de un rato en que yo entraba y salía de ese culo que se acoplaba maravillosamente al cilindro carnoso. “Nunca sentí tanto un pijazo, dale con ganas, si tenés que romper, rompé” , -me dijo apretando los dientes-.  Tal como había pasado con su hija en la lancha, le di con todo, pero, en ese momento era mejor pues estaba afirmado en el piso y los golpes de piel con piel se hacían oír en todo el cuarto.

Fue evidente que yo llegaba adónde ella no había llegado con su limpieza, pero eso, más que molestarme me ayudó a que las entradas y salidas se hicieran menos dramáticas con el roce, la saliva inicial ya no existía y el roce nos hubiese lastimado, de todos modos no daba para aguantar demasiado el olor a mierda que subía directamente a mi nariz y cuando ella comenzó con su orgasmo, yo hice lo mismo llenándole el culo de leche. María José se había dado cuenta y me puso un trapo para limpiarme cuando la saqué, Herminia salió disparada para el baño pidiendo perdón y me causó gracia toda la situación.

La toallita húmeda me limpió bien y la hija no le dio mayor importancia al aroma que había quedado, rápidamente su boca se ocupó, no sólo de limpiarla, sino que trató de que no perdiera la erección, no tardé en estar en forma y ella dijo: “Ahora haceme lo mismo a mí” …  Sabía lo que le gustaba y volvió a lagrimear y a balbucear después de dar un grito mayor al de la madre cuando entré sin hacer escalas.

Aquí no hubo contemplaciones, si quería sufrir y gozar, iba a sufrir y gozar.  El sufrimiento se notó, el goce también porque se expresó con un grito destemplado cuando tuvo un orgasmo y quedó semi desmayada sobre la cama con el culo abierto como para meter allí una pelota de golf.  Quedé parado y llevé la mano para terminar el trabajo “a mano” , Herminia que estaba mirando no me dejó, se la tragó como ella sabía y me extrajo hasta la última gota, nada se perdió y su cara de felicidad era impagable.

Después preparó el almuerzo, comimos algo que preparó rápido y a mí no me importaba si eran ratas o víboras, tenía un hambre como para masticar cartones, hicimos una buena sobremesa hablando de las nuevas posibilidades y como allí adentro estaba templado, Herminia puso a calentar dos ollas grandes de agua, luego, sacándose la ropa, se pasearon desnudas las dos preparando el baño en la tina que tenían en el baño principal, allí me llevaron y me bañaron, mimándome como si fuera una criatura.

Bueno, lo de criatura es un decir porque entre enjabonada y enjabonada me mamaba una y cuando me tenía al límite continuaba la otra, hicieron varias sentadas en uno y otro agujero y les gasté las tetas con apretones y absorción de pezones.  Me terminaron de gastar entre las dos, quedé hecho una piltrafa, pero no se la llevaron de arriba, sus orgasmos se hicieron sentir, comenzaba una y cuando estaba recuperándose continuaba la otra, era mi verga, mis dedos o mi boca las que se los provocaban y parecían no tener fin.

Eso hasta que Herminia se sentó del lado de afuera de la bañera, apoyó la espalda en ésta diciendo que no podía más y el último orgasmo de María José la dejó con la cabeza semi sumergida en el agua que se mantenía caliente por obra y gracia de nosotros tres.  Quedaba la cena, llamarlo a Jacinto para que viniera a la mañana, esa noche que seguramente sería para dormir y entendí que se habían terminado mis días de pesca…

Continuará…

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