Aplicando justicia (3)

Son pocos los que se salvan de esta particular Justicia.

EL SENADOR - LOS CHICOS “FIESTEROS”.

El lunes en la tarde, sentado en mi auto a unos cien metros del edificio al cual iba a entrar, muñido de mi tablet “especial” que parecía común pero que tenía en su interior una enorme capacidad y un multiprocesador de última generación con acceso satelital, probé un hackeo a las cámaras de seguridad y en el monitor me aparecían también cámaras que correspondían a otras calles circundantes, a edificios y a comercios, supe que podía apagarlas por el término máximo de una hora dividiéndola en lapsos de quince minutos cada uno y abarcando tres cuadras a la redonda.  Era importante porque me permitía moverme sin que nadie pudiera registrarlo.  Entrar al edificio y llegar a la azotea tampoco era problema, las cerraduras no se resistirían a mis conocimientos.

El martes se me presentó un inconveniente que no había previsto, a la hora en que el Senador saldría para la casa de su amante, llovía a cántaros.  Fui a esperarlo igual y, ante mi beneplácito, salió como siempre, lo seguí desde bastante lejos porque sabía adónde iba y yo tenía que ir para otro lado.

Entré al edificio cuando salía una señora y corrí con las llaves en la mano como si tratara de guarecerme de la lluvia antes de entrar, “ufff, hoy está terrible” , -le comenté sin mirarla-. “Dígamelo a mí, tengo que salir a comprar y en treinta metros me voy a mojar toda” , -contestó sin mirarme-.

Así de conciso y concreto fue, corrió para no mojarse y yo subí al ascensor donde me coloqué los finos guantes negros que se parecían a los de cirugía aunque no eran de plástico o goma, noté que, como pasaba con muchos edificios, no existían Guardias de Seguridad pues salían muy caros para todos los consorcios y la única seguridad existente era la de la llave de los moradores.

Después de subir un trecho corto por unas escaleras un poco más angostas, me encontré con la puerta de la azotea, la abrí en un santiamén con las herramientas, encontré y usé unos cartones para taparme y llegado el caso tapar la mira por encima, saqué el rifle sin el cañón y busqué la ventana, apenas cubría la habitación una cortina de tul pero las siluetas se veían claras.

Hice unos ejercicios respiratorios para disminuir el flujo de adrenalina, me concentré y ubiqué el cañón del rifle enroscándolo, era rosca milimetrada y el “click” me anunció que ya estaba bien colocado, me acomodé buscando un buen ángulo en que se podía ver la cama con las dos personas en ella y me tomé mi tiempo para apuntar.

En el cargador tenía seis balas y se accionaba por cerrojo pero a pesar que había un poco de viento y llovía, calibré la mira esperando no tener errores.  Aun cuando me había auto convencido de ello, no pensé ni en mi compañero muerto ni en la Secretaria desfigurada, pensé nada más que en hacer bien el trabajo y no dejar huellas que nos comprometieran.

No tenía un tiro “limpio” porque el Senador estaba debajo y lo único que se veía era la cabeza del amante y allí apunté, la densidad del hueso del cráneo no podría detener una bala de esa naturaleza, tomé aire conteniendo la respiración y disparé, noté enseguida que, aunque rompió el cristal, la bala se alojó en la cabeza a unos cuatro dedos por encima de la nuca y siguió su camino penetrando en el otro cráneo.  Por las dudas accioné el cerrojo, apunté un poco más abajo y disparé nuevamente, la bala penetró a la altura de la nuca, quizás no hubiera sido necesario ese segundo disparo porque ninguno de los dos se movía pero quise asegurarme.

De seguido, sin hesitar y acuclillado desenrosqué el cañón y guardé todo en la bolsa, recogí las vainas o casquillos y salí caminando.  Me tomé el tiempo para cerrar la puerta, cambiarme las zapatillas por unos mocasines náuticos secos que me vinieron bien, los tenía en el auto y se me ocurrió traerlos porque pensé que las zapatillas mojadas dejarían huellas que, aunque eran de las comunes preferí evitar inconvenientes.

Tenía parte de la campera mojada y los pantalones pero no me crucé con nadie adentro y salí tranquilo, caminé casi ciento cincuenta metros hasta el auto estacionado y con las dos o tres personas que me crucé en la calle fue a las corridas por el agua que caía y nadie busca “sospechosos” corriendo para guarecerse del agua.  Ya en el coche, cuando había pasado unos trescientos metros, habilité todas las cámaras de seguridad y me fui para mi casa.

Llegué a casa sintiéndome satisfecho, mientras me preparaba algo para cenar la llamé a mi novia y surgió lo de siempre, “¿estás bien?” , “¿te mojaste?”, “¿viste como llueve?” y otras, contesté todo lo que preguntó, a su vez hice las preguntas de mi lado, nos contamos rápido lo acontecido en el día y nos despedimos porque yo trabajaría el sábado en la casa del Jefe.

Cené y me fui a dormir, relajado, tranquilo y ni pizca de arrepentimiento, pensé en mi primer “fiambre” , en realidad dos aunque a uno lo podría catalogar de “daño colateral” y no se me movió ni un pelo, estaba preparado mentalmente para hacer algún tipo de meditación y borrarlos de mi mente pero no fue necesario nada de eso, me despertó la alarma del celular cuando era la hora de levantarme.

A esa hora temprana de la mañana los informativos no daban ninguna noticia relacionada con la ejecución, llegué a la casa, estaba feo pero no llovía, pedí las novedades a los cuatro custodios salientes y recibí a los que tomaban el turno, luego me fui para la cocina a desayunar con cocinera y las dos chicas del servicio, que en realidad no eran tan chicas pero que me había tratado siempre con simpatía y cordialidad.

Más tarde, como a las ocho y media de la mañana y se escuchó la voz del Jefe llamando y preguntando por mí, Ana María , si ya llegó Carlos dígale que venga a verme a mí privado” …  Perdón por si no se los dije, mi nombre es Carlos , mido apenas un metro con ochenta centímetros, tengo un rostro de buen ver y espaldas anchas acompañadas de músculos bien repartidos…  No fue necesario que la cocinera me avisara, lo había escuchado y le hice una seña dirigiéndome al privado del Jefe.

Me autorizó a pasar después del golpecito en la puerta y me indicó la silla frente a su escritorio, él estaba atento a su ordenador y a las noticias que hacían mención al asesinato de dos personas, una era un Senador de La Nación y la otra un conocido locutor de radio y televisión.  Por la posición sólo escuchaba lo que él miraba y me pidió que encendiera el televisor.

El canal de noticias más importante mostraba a una cantidad enorme de cronistas y noteros, desesperados todos por obtener una nota que aclarara algo, la información se había filtrado por las radios policiales pero la división de Criminalística y de Homicidios que se hacía cargo del caso no permitía ningún tipo de filtraciones.  Yo no decía ni palabra y el Jefe estaba casi histérico por averiguar algo de lo que había pasado.

  • ¿Qué pasó Carlos ?, cuénteme.
  • Parece que mataron a un Senador y a quien era su amante, digo, me imagino aunque podría ser sólo un amigo.
  • Vamos Carlos , no me joda, ¿qué fue lo que sucedió?
  • Nada, que usted obtuvo lo que quería, por lo demás yo no sé nada más que lo que le dije y usted no sabe nada porque estaba durmiendo, no me comprometo yo y no se compromete usted, hasta ahí llegan mis conocimientos y no se debe hablar más de lo que no se debe .

Se quedó callado pero entendió claro que no debía ni tenía que preguntar al respecto, algo más se aclaró al mediodía sobre la noticia del día y el que habló de más (siempre pasa) fue el Portero.  Lo acorralaron los Periodistas porque se filtró (posiblemente desde algún policía pagado por el Periodismo) que había sido quien descubrió los cuerpos y lo ametrallaron con preguntas.

Algunas las contestó con voz temblorosa e hizo saber que él siempre lo despertaba al Locutor porque llegaba a trabajar alrededor de las seis de la mañana, “nunca escuchaba el despertador y después de que yo lo llamaba se bañaba y se cambiaba para ir al canal, como no me contestaba usé la llave que él me había dado y los encontré en la cama a los dos con las cabezas llenas de sangre” , -eso fue lo que dijo y se “cavó la fosa” -.

Lo atacaron de todos lados, “¿estaban desnudos?, ¿en qué posición estaba?, ¿quién estaba arriba o abajo? , contestaba a los trompicones pero aclaró bastante el panorama.  Hasta que se lo vio al Fiscal gritándole a dos policías que trajeran al testigo porque tenía que dar declaraciones, los policías que, seguramente “arreglados” se hacían los boludos ante las respuestas del Portero, se apresuraron a cumplir la orden del Fiscal y llevarlo para adentro.

Después de eso fue un mar de elucubraciones, desde un “Asesinato por encargo por problemas de drogas en su provincia” , hasta “celos de un tercero en discordia” , en el medio, mil hipótesis.  Otros Periodistas escarbaron un poco más y para el lunes se hablaba de cuentas en bancos extranjeros, coimas y corrupciones que aparecían por doquier.  Finalmente quedó todo como una Causa abierta pero sin resolución, no había ni un sólo “idiota viable” a quien acusar…

El Jefe no tocó más el tema pero… a la semana de volver de mi luna de miel, me llamó a su oficina para hablar de un tema privado.  El asunto no era de la empresa, era personal aunque no directo y tenía que ver con una violación y agresión a la ahijada.

  • Le tengo que pedir un favor muy especial, mi ahijada es medio alocada, lo reconozco y se toma bastantes libertades con sus padres que no saben, no pueden o no quiere controlarla, el caso es que fue brutalmente violada por donde se le ocurra y recibió una paliza de órdago.  Hace unos cinco días de esto y está totalmente desfigurada.  No hay derecho a que ninguna mujer, bueno, nadie sufra algo similar.
  • ¿Saben quiénes fueron los que le hicieron esto?
  • Ella no quiere hablar con sus padres y no quiere hacer denuncias pero me pidió entre balbuceos que la ayudara y me dio anotados los nombres de los tres tipos que se ensañaron con ella, después de una fiesta de estudiantes de la universidad, dijo que la llevaron al departamento en que viven, así que estimo que son todos mayores de edad y viven juntos.
  • Hasta ahí está todo bien, ¿se puede saber qué es lo que usted pretende?...
  • Yo pretendo que paguen por lo que hicieron, que no jodan ni violen a nadie más.
  • Jefe, usted me está pidiendo algo que excede el marco de la Seguridad Personal.  Lo anterior fue algo que me había afectado a mí también en lo personal pero no puedo ni debo convertirme en una especie de “Vengador Anónimo”, esto porque no me animo a llamarme de la otra manera.
  • Se lo pido como un favor personal Carlos , busque a alguien, estoy dispuesto a pagar bien por ese trabajo.
  • Usted me mete en cada “baile”, cualquier idiota haciendo un trabajo de esta naturaleza le puede resultar muy caro a su libertad y tranquilidad, deme los nombres que yo trataré de ocuparme.

Delante de él busqué los nombres de los implicados, dos tenían diecinueve años y el restante veinte, eran hijos de dos Empresarios, si se quiere, de segundo nivel dueños de empresas de nivel medio y el otro era hijo de un Intendente de una Localidad de la Provincia de Buenos Aires, reelegido varias veces en su Distrito, lo que implicaba una especie de “caudillaje” apañado por votos y Leyes “acomodables” .

Muchas de las fotos de los tres juntos o individuales que aparecían en las Redes Sociales dejaban ver que fueron tomadas en un mismo lugar.  Había otras fotos tomadas en fiestas de jóvenes y siempre aparecían rodeados de chicas jovencitas.

  • Déjeme ver cómo y qué se puede hacer, esto no es tan simple como se ve de afuera.
  • Hágame este favor, aunque ella se creía una chica superada, rebelde, contestataria, segura de poder con todo y pasarle por encima a la Educación y los respetos, resulta ser como toda una manga de idiotas que viviendo a costillas de sus padres creen tener la potestad de cagarse en el mundo y en los demás, envalentonándose porque consumen drogas y se creen superiores.
  • No puedo opinar, yo no la conozco.
  • Yo si la conozco y admito que es así, lo que no admito es que se haya encontrado con la realidad de esta manera porque a un grupito de hijos de puta se les ocurrió.  Quizás merecía un escarmiento y chocarse con algunas paredes pero no de esta manera, le cagaron la vida, el físico, la psiquis y tiene sólo dieciseis años.  Vaya uno a saber a cuantas más le habrán hecho lo mismo, cuantas idiotas de las que abundan creyéndose “vivas” se habrán “comido” violaciones y palizas similares.
  • Jefe, yo no me permito hacer elucubraciones, déjeme averiguar y luego le informo, no hable de esto con nadie, menos que menos con sus parientes o amigos.
  • Quédese tranquilo Carlos , estoy así por mis propias broncas, nadie sabe esta idea.

Yo lo comprendía a mi Jefe y estaba dispuesto a ayudarlo pero para realizar un buen trabajo tenía que ser consciente que debía aislarme de problemas de venganzas y de broncas, “las decisiones que se tomen nunca deben estar dominadas por las broncas, las venganzas o el odio, eso nos hace cometer errores que son difíciles de salvar, mediten y piensen antes de actuar pero, si la cosa se convierte en sorpresiva, deben estar preparados para decidir en su beneficio y en perjuicio de su enemigo” …  Esto es lo que nos decía un instructor y me vino a la mente en ese momento, debía estudiar bien la situación antes de proceder con algo en contra de estos tipos.

Lo primero era pedirle a mi Jefe que convenciera a la chica para que obviara cualquier tipo de denuncia o mención de los nombres de los violadores, le expliqué y comprendió el porqué, había que evitar que la policía los relacionara con esos tres.  Me aseguró que la chica no hablaría con nadie, me convenció y me dediqué a “estudiar” a estos tres fulanos y eso fue algo de lo más cómodo porque se movían con la impunidad ficticia que te da el Poder y el dinero.

Vivían los tres en el departamento de uno de ellos, en realidad del padre de uno de ellos (el Intendente) , estaba ubicado en el tercer piso de un edificio antiguo, un sólo ascensor rodeado por escaleras anchas y tenía únicamente cinco pisos, dos departamentos por piso (A y B) con ventanas y balcones al frente y contra-frente.  Ambientes grandes, techos altos, tres habitaciones y dependencias, (gentileza de planos hackeados de la Dirección Catastral) .

El de ellos era el “A” y no daba para usar un rifle, no me movía ninguna bronca, ya lo había pensado bien, la recolección de opiniones de algunas chicas en la facultad inclinaron mucho la balanza en su contra, dos de ellos (el hijo del Intendente y un “musculoso” que era el hijo del Empresario más importante) , vendían pastillas variadas y “sobrecitos” en la Universidad y en las fiestas que se hacían entre jóvenes, el otro era una especie de “Nerd” que llevaba las cuentas y los ayudaba con los estudios.

A lo escuchado se sumaron las fotos que me mostró mi Jefe de la cara y espalda de la ahijada, la otrora hermosa niña rubia estaba totalmente desfigurada y eso que ya habían pasado varios días de la agresión.  Lo pensé con frialdad, se merecían lo que podía pasar, venta de drogas y abusos de esa índole no me cabían en el racionamiento, para mí eran “animales” a los que había que “descartar” , ni siquiera intenté averiguar quiénes eran los que los proveían aunque me incliné por el Intendente y la banda de facinerosos que lo rodeaban.

Lo que si me fijé bien es que estaban tan creídos y se sabían tan impunes que se movían solos, no tenían ningún tipo de custodia o de protección.  Se desplazaban en un sólo automóvil y lo estacionaban a unos treinta metros en que había cocheras en alquiler, la idea era sorprenderlos cuando bajaban del auto pero era correr un riesgo innecesario, el lugar tenía sereno y vigilancia, otros vehículos podrían entrar o salir y sus ocupantes ver la acción o cualquier otro imponderable, decididamente no era conveniente y estimé que esperarlos dentro de su departamento era la mejor opción.

Esperé al viernes porque había una fiesta de los alumnos de la Universidad y seguramente asistirían, me aposté estacionado dentro de mi auto hasta que, a eso de las 00.30 horas entraron los tres en la cochera y los vi salir.  Hackeé las cámaras para un lapso de quince minutos, guardé la tablet en una mochila que llevaba e ingresé con facilidad al edificio y luego al departamento, constatando antes de que no hubiera alarmas, estaba “limpio” pero me cuidé muy bien de no mover nada de sus lugares.

Lo recorrí de punta a punta con tranquilidad porque las ventanas estaban cerradas y nadie podía ver de afuera ni de forma casual, me moví con una pequeña linterna revisando cajones y placares, encendí la computadora que se encontraba en un rincón del living y busqué en los archivos, encontré doce archivos de filmaciones relativamente cortas y los titulaban con nombres femeninos.  Sólo vi dos de ellos y allí se mostraban los abusos, violaciones en grupo, vejaciones y golpes a distintas jovencitas casi nenas.

El tema parecía ser más que trillado, una jovencita haciéndose la “canchera” y desenvuelta que iba al departamento de los chicos para que le dieran unas pastillas o un par de “ravioles” gratis, a sabiendas que tendría que “pagar” con sexo el convite.  Entraba con uno (el hijo del Intendente que era el más “entrador” con las mujeres, el que vendía y el que mandaba) y unos cinco o diez minutos después entraban los otros dos.  No había negativa que valiera el “musculoso” era el que daba el primer golpe para que la víctima supiera como “venía la mano” , la amordazaban, la drogaban con cocaína y pastillas y abusaban de ella como querían.

El “Nerd” de pene más chico era el que finalmente se ensañaba con las chicas castigándolas con una fusta, penetrándolas con consoladores dobles y les aplicaba golpes de puño dando gritos de histérico y riendo, mientras los amigos miraban y se masturbaban.  Imaginé que con todas sería igual porque en un momento dado el hijo del Intendente le pide al “musculoso” , “andá a sacar el auto, cárguenla y déjenla a tres o cuatro kilómetros en cualquier esquina” .  Tuve que tomarme unos segundos para estabilizarme y no pasarme de rosca rompiendo todo, ya no me cabían dudas del destino final de estas mierdas.

Después busqué el video que tenía el nombre de la ahijada de mi Jefe, vi que había pasado por algo similar y después de mandar todos los videos a mi tablet, borré definitivamente este video en específico, incluso sacándolo del disco duro para que ningún Perito pudiera rescatarlo, luego encontré la cámara guiándome por las imágenes y la desconecté, hice un escaneo y no encontré otras cámaras instaladas en las habitaciones.

Miré después en un placard y dentro de éste había un cajón que contenía dos fustas, cuatro pares de esposas policiales con sus llaves, seis consoladores de distintos tamaños, un strapón, tres paletas planas para golpear y diversas películas porno sobre sadomasoquismo.  No moví nada de su lugar original, hice espacio para esperarlos escondido dentro del placard que estaba en la única habitación a la que irían debido a la cámara allí instalada.

Luego esperé sentado en una silla del comedor, en la oscuridad, hasta que a las 03,20 de la mañana escuché en el pasillo la risa de una joven y a un muchacho que le pedía que no hiciera ruido y me fui a ubicar en el lugar elegido para esperarlos poniéndome un pasamontaña ajustable negro.

  • Tomate esta pastilla que te va a hacer volar y vení conmigo boluda, la “blanca” la tengo en la habitación y veremos que sabés hacer , -escuché que el muchacho le decía a la chica-.
  • Dale, te hago lo que quieras pero me vas a tener que dar cuatro sobrecitos y algunas pastillas , -contestó ella-.

Fue lo único que dijeron porque ella le daba la espalda a la puerta del placard y salí de improviso dándole un golpe en la cabeza con la cachiporra que tenía en la mano, cayó sin hacer ruido sobre la parte de los pies de la cama, el flaco sólo alcanzó a abrir los ojos sorprendido cuando el golpe dado en la cabeza sobre la frente lo hizo caer de rodillas y así quedó, arrodillado en el piso y con la cabeza y un brazo sobre la cama al costado de la jovencita.

Calculaba poco tiempo antes de que llegaran los otros y me apuré a desnudar a la chica, hice un bollito con cinta de embalar y se lo metí en la boca, luego le sellé los labios, las muñecas y las piernas también se las até con la misma cinta, sin olvidarme de taparle también los ojos.  Quedó con el culito mirando al techo y al flaco le puse la tanga de la chica en la boca y un pedazo de cinta de embalar gruesa sobre los labios, le até las manos a la espalda con varias vueltas de la misma cinta y lo dejé boca arriba en la cama.

Tuve el tiempo justo porque escuché el ruido de la llave en la cerradura y me puse detrás de la puerta con la pistola con silenciador en la mano… “Empieza la joda, llegamos nosotros, ehh, loco ya están cogiendo y no nos esperaron” , -dijo uno- pero enseguida enmudeció porque cerré la puerta luego de que entraron al cuarto y le apunté al más grande en la nariz haciéndole señas de silencio con el dedo.

El “Nerd” amagó con decir algo y el golpe con la pistola le partió los labios, “no los quiero escuchar, sólo pregunto yo, si hablan cualquier pavada, esto no hace ruido y les vuelo la cabeza” , -les dije mostrándole la pistola-. “Escuche Jefe, sólo íbamos a divertirnos, tenemos algo de dinero, no se ponga mal” , -dijo el “musculoso” tratando de medirme para saltar encima de mí-.

Con el dedo cruzado sobre los labios le pedí silencio y le volé la rodilla de un disparo al que estaba en la cama, desmayado ni se mosqueó pero la sangre y los huesos expuestos se vieron enseguida. “¿Vieron que no hace ruido?, yo pregunto y ustedes contestan con señas, primero desnúdense” , en la cara se les reflejaba el pánico y se desnudaron más que rápido.

De inmediato, dirigiéndome al “Nerd” le dije: “Ponele tu slip en la boca al “musculito” y luego encintalo sobre los labios, hacé lo mismo con las manos y los pies” .  Lo hizo rápido mientras yo lo controlaba, en un momento, ninguno de los dos podía dejar de temblar.  Le saqué los celulares que fueron a parar a la mochila y levantándolo de los pelos al enclenque coloqué el cañón del silenciador en su nariz y le pregunté dónde guardaban la droga y el dinero.

Lo acompañé cuando me llevó a la cocina y corriendo la heladera sacó dos cajas de zapatos, una llena de billetes con dólares incluidos y la otra llena de sobrecitos con cocaína y pastillas.  Guardé el dinero volcando el contenido de la caja en la mochila, lo primero que pensé que era al pedo que quedara allí, seguramente se lo llevarían los primeros que llegaran al lugar y a mí no me venía mal.

Después regresamos a la habitación con la droga, rompí todos los sobres de coca y los volqué encima de la cama y sobre el que estaba sentado en el piso, lo desmayé de un golpe al “Nerd” para poder ir a arrojar la mayoría de las pastillas en el inodoro, otras las dejé a la vista.

Ahora faltaba la mejor parte o por lo menos la parte en que debía cumplir lo que me había llevado hasta allí y debido a lo que había visto, ganas no me faltaban.  Controlé que todavía tenía tiempo mientras le metía un pañuelo en la boca y sellaba los labios del “Nerd” , le até también los pies y las manos por delante, le pegué un par de cachetazos para que reaccionara y busqué la fusta y tres consoladores.

La pistola me molestaba para lo que quería hacer, la guardé y mientras me miraban asustados, comencé a darle fustazos con fuerza por la espalda, por la cara, las piernas, los brazos, el pene, los testículos y la desesperación y el dolor del tipo era totales, máxime que no podía gritar y hacia donde se movía dejaba lugares descubiertos para asestarle golpes, “¿así era como le pegabas a las chicas?” , -le preguntaba al descargarle los golpes-.

Cuando me cansé de golpearlo y utilizarlo como una especie de catarsis, lo miré al “musculoso” y le dije: “Quedate tranquilo, no desesperes que ahora te toca a vos” , movía la cabeza y lloraba, algo que se agravó cuando levantando las piernas del “Nerd” le metí el consolador sin hacer paradas y a la mitad que quedaba afuera la forcé pateándola con la punta del pie, no tenía tope y se “perdió” todo en esas “profundidades” .

“Ahora ya estoy contigo, ¿a vos te gustaba darles golpes de puño, no?” , -le pregunté mirándolo fijamente-, movía la cabeza cuando el primer golpe con la manopla anillada de acero le partió la nariz, después fue un pómulo reventado, al que le siguió el otro, “¿duele, no?” , -le pregunté cuando le acomodé el mentón y le partí la quijada con un golpe brutal que se repitió desde el otro lado con la otra mano, las cejas se las partí con la empuñadura de la pistola y como parecía a punto de desmayarse, le levanté la cabeza de los pelos para que mirara y le dije: “Tu amigo el “Nerd” se va a ir, salúdalo” , entonces me giré y le volé la cabeza de un disparo.

Al “musculoso” por el peso muerto me costaría hacerlo girar, así que el consolador le entró todo por la boca y allí estaba cuando le disparé en la frente.  Me notaba tranquilo, calmado, previendo cualquier posibilidad que pudiera acontecer, tal como se debía hacer, con las pulsaciones muy normales y volví a pensar sólo en realizar un buen trabajo.  Me quedaba el hijo del Intendente y me vi tentado de escribir una nota para hacerle saber que ahora le tocaba al padre pero desistí de esa idea, ya se ocuparía él de “cultivar sus propios fantasmas” .

Ya había recogido los tres casquillos previamente utilizados y me ocupé también de recoger los seis que usé con el “Intendente junior” , uno en la frente, tres en línea horizontal en el pecho, uno en la boca del estómago y otro en el vientre, bien mirado, quedaron con un “dibujo” en cruz, elucubrarían cualquier cosa, de lo que no tendrían dudas sería de que fue un “trabajo profesional” .  La chica seguía desmayada.

Me tomé unos minutos más para controlar que todo estuviera en orden y que no se me hubiera pasado nada por alto y aproveché a mirar los documentos de la chica que estaban en un bolsillo del jeans, tenía dieciséis años y menudo problema con el que se encontraría cuando alguien apareciera.

Antes de abrir la puerta me saqué la máscara, desactivé las cámaras de seguridad de las adyacencias por otros quince minutos, tiempo en que volverían a funcionar normalmente y salí con la mochila al hombro, arreglándome el cabello y dejando la puerta de entrada apenas entornada.

Bajé por las escaleras y salí como cualquier hijo de vecino, ya en el auto, usé el celular de uno de los “flacos” para avisar al 911 de ruidos y desastres con muebles rotos en tal departamento, después desarmé los teléfonos, tiré baterías y chip rotos por la ventanilla, los aparatos me los llevé para tirarlos al agua un rato después cuando pasé por las cercanías del Puerto y recién allí me saqué los guantes, luego regresé a mi casa manejando tranquilo y dispuesto a dormir a “pata ancha” debido a que el sábado no trabajaría.

Continuará…

GUILLEOS1agradece sus comentarios.