Aplicando justicia (29)

La empresa estaba encaminada y yo me iba a dar un gusto, que resultó gustazo

EMPRESA EN ORDEN - LA ISLA.

Entramos directamente desde el estacionamiento y Helena, cuando estábamos adentro del ascensor, no se privó de besarme y abrazarme, era un pulpo, sus manos y brazos parecían tentáculos y su boca una sopapa que quería absorberme.

  • Que me hayas defendido de esos tipos me puso del tomate, parece que toda la adrenalina la tuviera en mis agujeritos, nunca imaginé que fueras tan expeditivo.
  • Ya te lo dije, no me gusta que me jodan o que jodan a las personas que me rodean, no soy de tener contemplaciones ni de andar preguntando quien la tiene más larga.  Espero que mañana no te agarren los arrepentimientos.
  • Ni hablar, ojalá pudiera yo aplicar ese tipo de Justicia rápida y sin andar preguntando demasiado.

Entramos en la habitación y no perdió tiempo mirando uno u otro lujo, se dedicó enseguida a sacarme la ropa y a hacer lo mismo con la de ella, no tardamos en estar desnudos y no quiso preliminares, me empujó hacia la cama y cuando caí en ella se subió a horcajadas sobre mí y tomando mi pija con la mano la llevó a su vagina que parecía una fuente.  Ella misma se acarició con el glande todos sus labios y el clítoris dejándome observar su cara de placer.  Después, ni siquiera pidió permiso, se sentó de una haciendo que las pieles se tocaran.

Acusó el ingreso mordiéndose los labios y reprimiendo un grito de dolor, se quedó quieta un momento como para recuperarse de la penetración que ella misma se había propinado y luego comenzó a moverse como tanteando el terreno, eso sí, por poco tiempo porque enseguida estuvo moviendo su pelvis y sus caderas como si fuera la última vez.  El miembro calzaba justo, pero había momentos en que me apretaba con sus músculos, luego se aflojaba de golpe y hacía chocar el glande en la entrada de su útero.

El respingo que daba cuando eso sucedía era evidente, aunque no sólo a ella le dolía, menos mal que la pomada que me habían aplicado las chicas dio en el clavo porque no sentía los roces provocados en la tarde por la actividad con ellas, pero a ese ritmo Helena me dejaría el glande mocho y dolorido.  Ella sola lo solucionó, tan pasada de rosca como estaba sirvió para que tuviera dos orgasmos casi consecutivos y a cuál más escandaloso, “tomá cielo, tomá, me estás cogiendo maravillosamente” , -decía y no era verdad, era ella quien me cogía a mí. -

Después de las contracciones se dejó caer a un costado, me miró como agradeciendo y no tardó en ponerse en cuatro, “ya está, ya hice de “dominante”, ahora rompeme como quiera y por donde quieras” , -expresó parando el culo y apoyando la cabeza en la almohada, sostenida por sus antebrazos.

Campana de largada para mí y el grito que pegó cuando comencé a entrar por el agujerito más chiquito me sonó a gloria, se desesperaba porque no podía usar sus músculos para apretarme, cuando lo trató de hacer en el interior de su recto, se la saqué para entrar en su vagina, gozaba un rato ahí para luego volver a entrar en su culito con el consiguiente gritito de dolor-placer que acompañaba esta penetración.

En un momento dado parecían juntarse los orgasmos anales y vaginales y allí sí sus apretones musculares se hacían sentir, pero me agradaba sobremanera todo eso, “¡no podés ser tan hijo de puta, qué aguante que tenés!, me estás destruyendo, pero no me importa, dame más” , -pedía un tanto desencajada.  En realidad, ya no tenía ganas de aguantar más y apurando las entradas y salidas me estacioné bien adentro aferrando de sus caderas y me dejé ir.

Pensé que ya estaba satisfecha pero cuando mi líquido caliente ingresó en sus entrañas se movió como electrizada y tuvo un orgasmo que pareció paralizarla.  Contraída y dura con un pequeño grito entrecortado se mantuvo elevando la cabeza y luego se desparramó cayendo de bruces sobre la cama, la seguí en su caída y mi semen rebalsó saliendo a presión de su culo.  Quedamos enchastrados en nuestras partes íntimas y sin ganas de movernos, había sido una cogida para aplaudir, pero yo quedé fundido y ella, estaba más que claro que no quería más.

Las gotas de transpiración de su espalda y de mi pecho se juntaban y conformaban un contacto resbaladizo.  Con las últimas fuerzas pareció expulsarme de su interior y a mí no me la levantaban ni con una grúa.  Teníamos los dos la boca reseca y como pude me levanté para servir dos whiskies de las botellitas del refri-bar, dos cubitos de hielo y esperé a que levantara el cuerpo para darle el vaso.  Lo tomó y comenzó a reír acomodándose el cabello…

  • Ya me di cuenta que sos un errante. pero de buena gana te pediría que te quedaras a vivir en Paraná , lo de hoy no me lo voy a olvidar en mi vida.  Ya no es la horma de mi zapato, es la de mis dos zapatos y de regalo, me sacaste un problema gordo de encima, ahora algún Juez o el Servicio Penitenciario van a tener que dar explicaciones del por qué ese tipo estaba libre, máxime cuando tenía una sentencia firme.
  • Vos no tendrías que preguntar nada.
  • Ni loca, ni mutis, de eso se van a ocupar desde la Fiscalía para sacarse el problema del muerto de encima.  Ya imagino lo que va a pasar, lo van a terminar cerrando como “ajuste de cuentas” y/o “represalias” o algo por el estilo.  Ya no importa ese tipo, el drama soy yo que no me puedo mover.
  • Lo solucionamos rápido, nos bañamos ahora o cuando nos despertemos.

Ni tiempo para contestaciones, le tuve que sacar el vaso de la mano porque ladeó la cabeza y tal como estaba sentada se quedó dormida.  Traje un par de toallones del baño para poner sobre las mojaduras de la cama, la acomodé para que descansara mejor y me tiré a su lado, no me privé de mirar su hermoso y satisfecho cuerpo desnudo del que parecía emanar una luz rosada.

La alarma del celular nos hizo abrir los ojos, yo la llevaba bien, mis horarios eran elásticos, pero ella tuvo que apurarse para salir hacia su trabajo.  Se despidió con un piquito diciendo que pedía un taxi abajo, “cualquier cosa te llamo, aunque creo que voy a recuperar fuerzas durmiendo como una marmota” , -dijo desde la puerta al salir-.

Yo me tomé mi tiempo y bajé a desayunar al comedor del hotel, estaba en eso cuando me llamó Sergio preguntando si iba a pasar por la oficina y me hizo saber que las tres chicas que había mandado estaban esperando.  Le pedí que fueran a la Dirección de Recursos Humanos para que dieran sus datos para los nuevos cargos y luego de cortar esa comunicación lo llamé al Director de esa área para avisarle que Sergio sería el nuevo Director General y que las chicas cubrirían cargos de Secretarias Ejecutivas, que fuera confeccionando los memos para conocimiento de toda la empresa y que se ocupara de las tarjetas de presentación.

Había olvidado algo y volví a llamarlo a Sergio para recordarle que ninguno de los miembros que ya no estaban en la empresa, ni siquiera sus familiares podían entrar al edificio, me contestó que ya había ordenado esa medida y me quedé más tranquilo, el hombre sabía lo que hacía.  Unos cuarenta minutos después llegué a las oficinas y me dirigí directamente a la oficina de Sergio .  Las tres chicas estaban con él y no permití que ninguno se parara cuando yo entré, ya se habían presentado y destiné a las chicas a sus nuevos puestos, Alicia , como era lógico, se quedó en la oficina adyacente a la de Sergio .

Los ojos les brillaron a las tres cuando me vieron, pero no hicieron ningún ademán de confianza. Sergio llevaría a Carolina a hacerse cargo en el área de Mantenimiento y Logística y Gloria se quedó conmigo porque cité a la oficina al nuevo Encargado de la Seguridad que había destinado Sergio como tal.  El susodicho, como de unos cuarenta años había sido Supervisor en una Agencia de Seguridad y se regía por las normas generales que yo había dictado en su oportunidad.

Me gustó y me di cuenta enseguida que entendía lo que tenía que hacer, le hice saber que Gloria sería su secretaria y le pedí que le mostrara las instalaciones en que ellos se movían.  “ A usted lo voy a nombrar Director del Área de Seguridad y vos Gloria movete tranquila, allí nadie te va a faltar a la consideración y cualquier cosa que no te solucione el Director podés contar conmigo, ya tenés mi teléfono particular pero primero canalizá todo por medio de tu Jefe directo” , -les dije y estuvieron ambos de acuerdo-.

Luego de eso recibí al de Recursos Humanos y al del área Administrativa para que me presentara la lista de los reemplazantes de los detenidos y para charlar sobre ello.  Nos pusimos de acuerdo respecto a lo que sería la empresa en cuanto a disciplina y a no permitir ningún tipo de desfasaje laboral.  Les dije que en la brevedad le diría los nombres de quienes ocuparían los puestos vacantes y se fueron.  La llamé a Alicia que estaba chocha con su nuevo puesto, me abrazó sin poder contenerse y me besó.

  • Ali, no creo que ninguno se meta con ustedes, pero al primero que se vaya de boca o pretenda hacerse el “lindo”, me lo ponen de vuelta y media, a “cara de perro”, atenta y simpáticas pero inaccesibles.
  • Quedate tranquilo Carlos , ya lo hablamos con las chicas, nos vamos a esmerar con esto.  Nos nombraron como Secretarias Ejecutivas y vamos a cobrar el sueldo más alto, nunca esperamos una cosa así.
  • Mejor, no van a tener problemas para pagar el alquiler, ah, no se los pude decir a las demás, pero las felicito porque vinieron vestidas como verdaderas Secretarias, lindas y hermosas y sin dar lugar a ninguna mala interpretación.  ¿Te hace falta algo en la oficina?...
  • Por lo que he visto, nada, está todo en orden, hasta la cafetera es similar a la que tenemos en casa.
  • Me alegro, entonces ya tenés trabajo, me gusta cortado, en pocillo medio y con dos terrones.
  • Te vas a chupar los dedos, ya te lo traigo.

Cuando regresó Sergio lo dejé que se sentara en el lugar que le correspondía y le pregunté que había dicho la familia…

  • Me retaron, me retaron porque les dije que tenía algunas dudas y me pusieron de vuelta y media, la patrona fue la que más me alentó y me preparó enseguida la ropa, hoy iban a salir con “la flaca”, bueno, mi hija, a elegirme ropa nueva.
  • Me alegro y un poquito lo envidio, yo ahora no la tengo, pero soy un defensor de la familia bien constituida.  Bueno, vayamos a lo nuestro, las tres chicas son “especiales” para mí y yo no soy de recibir chismes así que olvídese de que me puedan pasar ningún dato “bajo cuerda”, lo que si necesitaría es a tres chicas más para que le hagan de “soporte”, piense si hay alguna conocida que pueda traer o si no le pedimos al Director de Recursos Humanos que nos las provea.
  • Ahora que lo dice, está la hija de un camarada, tiene veintitrés años y se quedó sin trabajo, era empleada administrativa en una Auditoría, le podría decir a ella, otra es una chica de Logística, tiene estudios y trabaja en la parte de embalajes, sería conveniente ascender a alguna de las que están más abajo, es un aliciente para las demás.
  • Yo no tengo inconvenientes, pero aquí adentro deja de ser la hija de un amigo, pasa a ser una empleada más y debe cumplir como todas, lo mismo para la que va a ascender, avíseles.
  • Sobre eso que no le quepan dudas, yo soy amable con todo el mundo, pero el trabajo se hace sí o sí.
  • Perfecto, es lo que pretendo, vamos a mirar las listas, veremos que tanto coincide con el de Desarrollo Humano.

Enseguida nos pusimos de acuerdo con las vacantes a cubrir y los puestos, a Gloria le mandarían una chica de la parte administrativa, para la cual también implicaba un ascenso y pedí una reunión con los nuevos Directores para el día siguiente.   Lo dejé solo a Sergio para que llamara a las personas que tenía que llamar, me fui a recorrer las instalaciones y se me acopló Julio que ya había reestructurado el Área contable de la empresa.

  • Julio, si ya está todo encaminado en el Área que te compete, ¿qué pensás hacer?
  • Por ahora nada, ya hablé con Horacio para que mande a alguien a modernizar el tema de la Informática, lo mío ya está cumplido, si no me necesita me vuelvo a la Casa Central.
  • Bueno, volvé cuando quieras y llevate a los chicos de Seguridad, hiciste un muy buen trabajo, yo después lo voy a hablar con Alphonse.
  • Esta mañana me llamó y me pegó flor de levante porque le pasé el informe a Karina , no sabía que usted no quería decirle a nadie dónde estaba, se puso furioso.
  • No importa, ya pasó, ya hablé ayer con Karina, luego lo calmo al Presidente.

La caminata me sirvió de mucho porque pude hablar con la gente que hacía el trabajo de carga, descarga y entrega, los conductores me hicieron saber que había dos unidades de las ocho que no estaban en buenas condiciones y le ordené a Julio que antes de irse viera el tema de renovar esas dos unidades.

En la parte de descarga me enteré que el servicio médico que atendía cualquier problema era deficiente porque no cubría todos los ítems, era independiente de la Obra Social que los agrupaba y le avisé a Sergio que tuviera eso en carpeta para hacer nuevos Contratos.

Me reuní con los sindicalistas del gremio que los representaba, les puse mi mejor sonrisa, pero acostumbrado los de la Casa Central, les desconfié de entrada.  Me llevé una sorpresa con ellos, no me pusieron el mínimo problema, ni intentaron sacar ventaja, además tenían muy buena relación con Sergio desde que éste estaba como Encargado de la Seguridad.  Bastante conforme con todo me volví para las oficinas para comentar todo con el Director General.

Le pregunté a Sergio si tenía alguna duda importante, me confirmó que la reunión con los Directores sería a las diez de la mañana y no tenía dudas, me dijo que por el momento estaba poniéndose al día con toda la documentación, “usted tiene algo pensado” , -preguntó-… “En verdad sí, quiero ir a comer y tomarme el raje, ya me estoy ahogando aquí, esto de estar encerrado en una empresa no es lo mío, es más fuerte que yo.  Me voy, pero cualquier cosa que necesite me llama” …  Quedamos así y me pareció que cuando salí el aire se respiraba distinto.

Fui por la camioneta y casi llegando al hotel, la estacioné y me fui a caminar un rato por la costanera, el día estaba fresco para remera, pero con una campera se soportaba bien, había gente que paseaba, chicos que jugaban y madres para mirarlas un rato largo, junto a alguna que otra jovencita que paseaban en grupos y reían despreocupadas.

Decididamente si hay algo de lo que pueden estar orgullosos los entrerrianos o, en todo caso, los habitantes de la Mesopotamia Argentina, es de sus mujeres, de todos modos, no hay que desmerecer a las otras provincias cada cual tenía sus bellezas, lo mismo que en todas partes del Mundo, pero las “nuestras” siempre nos resultan las más lindas.

Divagaba un rato con mis pensamientos y notaba también que la ciudad era pujante y hermosa pero el imponente río le daba un toque de naturaleza que en otras no se encuentra, así y todo, notaba un algo de abandono en todo el entorno y/o en las orillas y cuando eso sucedía solía ser por desidia de los que gobernaban, pero preferí ni pensar sin conocer.

No había ido a ver, aunque me comentaron que el puerto otrora orgulloso y altivo, ya no operaba, era una pena, sin embargo, me decían también que había un puerto o marina para embarcaciones más chicas, pensé que me gustaría ir a verlo.  Como ya me había pasado otras veces, me daba cuenta de que yo no era un “turista” típico, no buscaba monumentos, ni museos, ni edificios históricos, me limitaba a mirar y si algo me gustaba lo grababa en mis retinas porque ni siquiera utilizaba fotos.

Ya había vagado bastante y me decidí a comer algo, para eso me metí en un restaurant “al paso” , propiamente de una o dos estrellas, pero eso no me interesaba, la comodidad pasaba por mi estado de ánimo y me daba igual uno de lujo que uno “al paso” , hasta diría que, con hambre, allí se comía mejor.

Éramos solo tres comensales y me puse a conversar con el dueño, pedí para comer milanesas de Surubí, no muy grandes porque son grasosas, con guarnición de papa fritas, me atoré con milanesas y un buen vino, mientras tanto hablamos de pescados y de pesca.

Me comentaba que tenía una casa en la zona del Delta, con un par de cabañas para alquilar, en la casa grande vivía con la segunda esposa, la hija de ésta y el hijo que paraba poco por allí, ya que se había buscado un trabajo en un bar de la zona, porque la gente se acercaba más a las islas preparadas para turistas y allí había poco movimiento.  Él iba a la casa cada dos días porque si no sería mucho gasto en combustible.

  • No me cuente eso amigo, se me alborotan todos los papeles, desde hace unos cuantos días que tengo ganas de internarme en alguna isla y dedicarme a pescar, pasear y disfrutar de la tranquilidad, no me decido porque no traje nada para pescar.
  • Si gusta, están a disposición y yo tengo elementos de pesca para elegir, hay para pescar con trampas, con caña, embarcado o desde el muelle que es bastante grande, también se puede cazar, aunque para eso hay que internarse en el monte y en una isla hay que conocer.
  • Encima se puede cazar, ¿qué es lo que se puede cazar?
  • Es medio ilegal porque no es coto de caza, pero, como estamos alejados, a los que vivimos en las islas nos dejan o por lo menos no nos controlan tanto, para cazar hay ciervos de las islas, jabalíes, carpinchos, lo que se caza se reparte entre varios vecinos porque no siempre se puede tener dinero para las municiones y las 44-40 son muy caras.
  • ¿Tiene un Winchester 44-40?
  • Sí señor, accionado a palanca, es una pinturita que me regaló mi padre y a él mi abuelo, está siempre listo para su uso, pero, ya le digo, muy pocas municiones.  Si se anima, se lo presto, si caza algo, ya le dije como se procede.
  • ¿Qué necesitaría para pasar tres o cuatro días allí?
  • Abrigo, botas de goma o borceguís de caña alta, comida, gas, combustible si es que va a usar la lancha, si falta algo hay cerca un almacén, pero hay que ir con la lancha, la hija se puede ocupar de eso.
  • ¿Cómo se haría con el gas y el combustible?
  • Como yo lo tengo que llevar, lo cargaríamos con mi lancha en dos o tres bidones, lo mismo con las garrafas y si quiere pescar de noche tendría que llevar las garrafas de gas individuales para faroles.

El hombre se iría a su casa esa misma tarde-noche y volvería a la tarde del otro día, no me quedaba mucho tiempo para pensar, entonces le pregunté dónde podría adquirir las municiones si me decidía a ir.  Me mandó a un lugar que era armería y venta de artículos de pesca, “ si no le quieren vender porque no tiene tarjeta del Registro de Armas que lo autorice, dígale que son para Jacinto del restaurant, se las va a cobrar un poco más cara, pero se las vende “bajo cuerda” ”, -me dijo bajando la voz-.

Eso no me preocupaba, yo tenía todas las autorizaciones para portar armas y comprar municiones.  Lo único que me quedaba por hacer era hablarle a Alphonse , darle las novedades y avisarle que me tomaría un par de días, fue lo que hice y me dijo que cualquier problema lo arreglaría él desde Casa Central o lo derivaría con Julio que se iba a quedar un par de días más.  Luego lo llamé a Sergio y le avisé de estas novedades, “vaya tranquilo Carlos , acá está todo tranquilo, voy a posponer la reunión y ya lo estoy envidiando”

En la armería compré varias cosas que me iban a hacer falta, un camperón impermeable, los “borcegos” de caña alta, pantalones con varios bolsillos, un par de cuchillos de monte, una linterna grande y pilas suficientes como para no tener problemas de iluminación, me di el gusto además de comprar una de esas linternas que alumbraban a gran distancia.

Esto sin contar la caja de balas 44-40 y otra caja más de calibre 40 con punta hueca para las pistolas, éstas tenían más poder de choque y siempre me podían sacar de un apuro, los faroles con garrafitas de gas descartables y algunas otras cosas más, entre ellas, una cortapluma de las suizas con una variada gama de implementos.

Luego salí rápido para el hotel, en la mochila puse la Tablet y varias baterías que ya tenía cargadas, lo mismo con las del teléfono que, como era satelital podría estar comunicado con quien quisiera.  En un bolso puse ropa para cambiarme, zapatillas, las dos pistolas, una de ellas con silenciador, pero, salvo uno, dejé los cuchillos de lanzar y la “Tanto” , esos no los iba a necesitar, tampoco me olvidé del dinero y llevé suficiente por cualquier eventualidad, controlé todo y sabiendo que no olvidaba nada, me fui para el restaurant de Jacinto .

Llegué justo cuando el hombre estaba cerrando su localcito y le dejé los bolsos diciéndole que me esperara que tenía que comprar algunas bebidas, “¿qué vino le gusta? , -le pregunté-…  La contestación no me sorprendió, “cualquiera, no es para pintar” , yo no dudé compré dos packs de bebidas gaseosas de litro y dos cajas de vino fino, junto con una botella de whisky, yo no iba a pintar, pero… el vino si bueno, dos veces bueno y un trago de mi bebida favorita en una noche de muelle no me podía faltar.

De caprichoso nomás compré dos barras grandes de chocolate para regalarle a las mujeres, quedar bien a costa de tan poco gasto, no costaba casi nada, no creía que las fueran a despreciar y compré además otro para taza con un tarro de leche en polvo, desayunaría con chocolate con leche, hacía tiempo que no me daba ese gusto.

Subimos a la lancha que era bastante espaciosa y paró en el surtidor de combustible que estaba como a unos doscientos metros del embarcadero, allí compró dos garrafas de gas envasado e hizo llenar tres bidones de veinte litros con nafta, yo compré dos bidones más y los hice llenar. “Le va a andar sobrando nafta, la lanchita con el motorcito de cinco caballos no consume mucho” , -me dijo al ver lo que compraba-… “Usted no se haga problemas, es mejor que sobre a que nos falte” , pagué todo yo, incluso el gas-oíl para el generador eléctrico…

No sé si iba a cazar algo, pero pescar, seguro que iba a pescar y no sólo desde el muelle, me había dicho que yo podía disponer de la canoa chica y pensaba recorrer la costa poniendo trampas y tiraría el espinel con varios anzuelos.  Ya listos para partir Jacinto me dijo que la hija podría acompañarme, que ella conocía bien la zona y los lugares de pesca.  Me daba igual, yo trataría de arreglarme solo, no estaba para cuidar a adolescentes, pero no le dije que no, a lo sumo la llevaría para tratar de cazar algo porque no conocía el lugar.

Teníamos como una hora y pico para llegar y luego de pagarle por adelantado lo que me había pedido por cuatro días, encaró más que contento para su casa de la isla.  En el trayecto me iba contando que el dinero extra le venía muy bien porque la cosa estaba difícil y el restaurant no funcionaba como al principio, que había tenido tres años muy buenos y había arreglado la casa, las cabañas y el muelle, pero después mermó mucho todo y en ese momento la estaba pasando, no mal, pero apenas si alcanzaba.

Me preguntó en que trabajaba y como no quise explicar demasiado le dije que trabajaba como custodia de un Ejecutivo pero que estaba de vacaciones, “ahora entiendo porque no le pusieron problemas para venderle la balas” .  Yo había comentado que pensaba irme a pescar a la casa del señor del restaurant y “pueblo chico…” enseguida le “ pasaron el santo” respecto de mis autorizaciones para comprar armas y municiones.

  • ¿Y anda siempre armado?
  • Sí, me gustan mucho las armas, las cuido y las sé usar, son, como quien dice, mis “herramientas de trabajo”.
  • ¿Alguna vez le tocó una brava, como sale en las películas?
  • No, es todo bastante tranquilo, pero hay que estar atento.  Dígame Jacinto, ¿qué clase de pescado suele salir por estos lugares? , -entendió enseguida que no quería hablar de mi trabajo y me contestó-.
  • Hay de todo, Surubí que para que sea sabroso no tiene que ser de más de doce kilos después es muy grasoso, bueno, eso usted ya lo sabe, después hay Dorado, pero hasta seis o siete kilos hay que tirarlo al agua de nuevo, hay Pacú que esos se agarran con naranja o frutas y cerca de la costa, Anguilas grandes pero esas están en los zanjones y los comunes, Bagre, Patí, Palometas, está un poco frio para la Boga o el Manguruyú pero, en una de esas…
  • ¿Y con la caza que se puede comer, estoy dispuesto a probar lo que sea?
  • La “gorda” cocina muy bien y un buen guiso con carne de Ciervo es espectacular, el Carpincho asado es una delicia, es como el chancho y el Jabalí de unos siete u ocho kilos también es riquísimo, ya más grande es para usar con chacinados, bondiola, jamones y esas cosas.
  • Suponga que cazo un chancho grande, ¿cómo lo traigo para la casa?
  • Tengo un tractorcito, la hija de la “gorda” lo maneja bien, se engancha y se lo trae a la rastra, si no es muy grande lo carga en la pala que tiene.

Me contaba que ya faltaba poco y yo iba observando que prácticamente no había casas y que esas eran tierras privadas de productores de frutas o madereras, el panorama era bastante distinto a lo que yo conocía del Delta del Paraná en la zona de Tigre y su cercanía con el Río de la Plata, además, claro está del tamaño del río que casi no se veía la costa contraria, tampoco veía embarcaciones y se lo comenté.

Me contestó que cerca de la casa de él había más casas, que era una especie de pueblo, aunque estaban separadas setecientos u ochocientos metros unas de otras y que toda esa gente tenía muchas necesidades y vivía de lo que se producía en las islas o de lo que se cazaba o pescaba o trabajaban en las madereras por dos monedas.

La lancha navegaba cerca de una de las costas y en una zona en que parecía haber una playa divisamos una manada de Carpinchos, había varios grandes, medianos y más chicos… “Son varias parejas con todas sus camadas, hay algunos medianos que son especiales para el asador, lástima no tener el rifle porque parecen bastante confiados.  Tírese de panza, que no lo vean” …  La lancha pasó bastante cerca de ellos y con el motor apagado, se quedaron mirando, vi que no se escapaban y estuve tentado de usar la pistola con silenciador, preferí no hacerlo, ya vería como hacía, pero iba a comer Carpincho.

Cuando llegamos me asombró el muelle casi de cincuenta metros y muy firme, la casa era bastante grande, a dos aguas con techo de chapas de zinc, un porch enorme lleno de plantas y estaba situada como a setenta metros de la costa, sino un poco más.  Las dos cabañas estaban a un costado y más cercanas a la costa, todo elevado un par de metros y construido sobre pilotes de material.

El frente del terreno tenía como ciento cincuenta metros por, como me dijo Jacinto , “para el fondo, los que usted quiera” .  Estaba cubierto de árboles preferentemente pinos y casuarinas en la costa y cerca de la casa, ya para el fondo se notaban árboles más chicos que parecían álamos o algo similar.

Entró directamente la lancha en un zanjón grande que había al costado y salieron a recibirlo las dos mujeres, sorprendidas por el visitante y el visitante sorprendido porque, a la señora de Jacinto , que tendría apenas unos cuarenta y cinco años, de gorda sólo le vi un par de kilos de más y los debía tener repartidos en el culo y las tetas, la hija que de adolescente nada, tendría unos veinticinco años y pintaba igual que la madre.

Ambas eran de cabellos negros, renegridos y con la piel cetrina castigada por el sol, el frio y la vida que llevaban en la isla, aunque todo pasaba a un segundo plano cuando se las miraba a los ojos negros, vivos, decidores, atentos y no exentos de un cierto brillo de picardía.

Las miradas que le dedicaron a Jacinto no fueron de lo más cordiales, como diciendo, “¿por qué no avisaste que ibas a venir con alguien?” Claro que lo que podía darse por un reproche normal en la ciudad, se diluía en este lugar, “¿cómo podría el pobre hombre avisar?” …  Apenas si dijo, “él es Carlos y pasará unos cuatro días con nosotros”

Ambas calzaban zapatillas de las comunes, de medio básquet que le dicen y vestían unos sencillos vestidos floreados abotonados por delante desde el cuello hasta un poco más arriba de las rodillas, en tiempos en que yo andaba con pantalones cortos se les llamaba “batones” , completaban el cuadro con una campera de tela que parecía ser abrigada.  Se presentaron las dos mientras Jacinto descargaba las cosas de la lancha, la madre era Herminia , la hija María José .

Me dieron la bienvenida y noté que las miradas habían cambiado, se notó a las claras que lo que vieron les gusto, yo le estiré la mano a Herminia para saludarla y la ignoró, me puso las manos en los hombros y me dio un beso en la mejilla, María José hizo lo mismo, pero arrimó sus tetas duras a mi pecho, no se notaba que usara sostén y me gustó comprobar el canal que se dejaba entrever.  Me invitaron a pasar a la casa para “picar” algo o tomar un café.

Ya era de noche en la isla y estando adentro saqué la comida que había llevado en un bolso tipo marinero, yerba, azúcar, diversas latas, paquetes de fideos, arroz, sopas instantáneas, guisos, salsas y de esos de calentar y servir, amén de otras cosas más, entre ellas un par de quesos y fiambres enteros, salamines, se lo di todo a Herminia para que hiciera una buena “picada”.

Quedó sorprendida por todo lo que le entregaba y me comentó que no esperaba todo eso, aproveché para tirarle un “palito” , “tampoco yo esperaba encontrarme con tan hermosas mujeres, parecen sacadas de un cuento, a cuál de las dos más lindas, por lo que decía Jacinto, no lo tome a mal, esperaba encontrarme con una “gorda” y con una hija malcriada y me encontré con dos mujeres hermosas” .  El parpadeó, el brillo de los ojos renegridos y el movimiento instintivo para arreglarse el cabello, me dio a entender que el comentario le había agradado mucho.

“Éste nunca valoró lo que tiene en casa y eso que nos agarró desarregladas y muy de entrecasa, yo supe trabajar de bailarina, pero ahora estoy grande” , -expresó con un cierto rubor-… “No se menosprecie Herminia la belleza de las dos es muy natural y eso agrada más a la vista, lo del baile se nota en la forma de moverse y” …  Cortamos un poco la conversación cuando entró Jacinto preguntando si iba a elegir alguna de las cabañas y si quería llevar algunas cosas mías al lugar…

  • No se haga problemas Jacinto, la que sea estará bien para mí, vamos a comer una “picadita” con un buen vinito y creo que su señora me dijo que iba a hacer un guisito con los fideos y la salsa que traje.
  • ¡Y cómo no!, deme que yo preparo la picada, usted destape el vino, ese es bueno y ya le tuve ganas desde que lo vi cuando lo subía a la lancha, después la chica le arma la cabaña.
  • No te entusiasmes porque terminás doblado, sabe Carlos , antes tomaba tanto que ahora cuando pisa un corcho se pone en pedo, -afirmó Herminia sin cortarse, él no le dio bola-.

Ya de entrada, se sirvió e hizo desaparecer el líquido del vaso sin terminar de cortar algo del fiambre o del queso y la mirada de reproche de la mujer no se hizo esperar, de inmediato, previendo algún tipo de estallido, le pregunté por María José , “estará en la habitación, ya debe estar por aparecer” , -me contestó pendiente del marido y la botella-.

Al poco apareció la hija y ambos notamos que se había cepillado el cabello y se había cambiado la ropa que tenía puesta, la pollera a media pierna y la remera con motivos de flores le quedaban como pintadas y las nalgas paradas que se notaban hacían que su culo se imaginara tentador.  Se me hacía que no sólo iba a cazar y a pescar en esa isla, si se daba estaría como los boy scout…

Les regalé a las dos los chocolates grandes que había comprado y se les hizo agua la boca cuando los vieron, también le dije a Herminia que había comprado un par en barra porque quería tomar chocolate con leche, “yo ralló el chocolate y mañana le llevo el desayuno” , -se apuró a contestar Herminia -.

Después de la “picadita” abundante ninguno estaba en condiciones de comer nada más y dejamos el guiso de fideos para otra ocasión.  Notaba que María José me miraba con ganas, no me la podía vender cambiada, era una mirada similar a la de Gloria y pregunté si tenían la ropa de cama para ir a preparar la habitación de la cabaña.

“Anda vos hija, yo voy a tratar de acostar a este inútil” , -dijo señalando a Jacinto que se había dormido apoyando la cabeza sobre la mesa-… María José me dio una almohada para que llevara y ella cargó con las sábanas y dos frazadas, la ayudé sacándole una frazada de las que llevaba junto a su pecho y el dorso de mi mano se apoyó en una de sus tetas que noté macizas y duras.  La joven no dijo nada, es más me sonrió con picardías y salió al porch alumbrándose con una linterna para enseguida caminar por la pasarela delante de mí.

En la cabaña, que estaba helada, había una sola bombita de luz, una cama de plaza y media, una mesita de luz, otra mesa más grande, un par de silla y una estufa grande de garrafa que María José se apresuró a prender diciendo que el marido de la madre ya había cambiado la garrafa.  Enseguida se templó el ambiente, se sacó la campera de abrigo y se puso a tender la cama, se agachaba como dejándome el culo a disposición y le hice un comentario por esto.

  • María, si seguís poniéndote en esa posición para tender la cama, no voy a poder dormir.
  • ¿Por qué, le molesta lo que ve? , -preguntó ladeando la cabeza y mirando con una sonrisa en los labios-.
  • Al contrario, me gusta mucho y se me endurecen hasta las pestañas.

Jugado por jugado, puse las manos en sus caderas y le apoyé el bulto, ya casi totalmente despierto, en las nalgas.  La muy turra se quedó quieta, emitió un gemido de complacencia y dijo: “Las pestañas no sé, pero algo grande se endureció por allí abajo” .

Se incorporó y dio la vuelta para acercarse a mí y besarme, sus labios eran tentadores y llenos, pero no tenía experiencia con besos, me pareció lo de menos, la fui llevando y aprendía rápido, mientras tanto mis manos recorrían su espalda, bajaban hasta sus glúteos duros y ya después una se estacionó en su vagina empapada donde jugó con los dedos y otra se aferró a una de sus tetas de pezones erguidos.

No tenía ropa interior y su vagina no estaba depilada totalmente, no la miré, pero al tacto me di cuenta que el vello estaba arreglado y recortado, lo que me hizo más llevadero el pensar en entrar por allí, lo que seguro no iba a hacer era sexo oral, no me gustaba para nada el hecho de atorarme con pelos enrulados y ajenos.  Ella se dejó caer de espaldas en la cama y levantó su pollera, quedó con las tetas al aire porque ya se había levantado la remera y con sus muslos y pubis al alcance de mis ganas.

Un “misionero” liso y llano propio de la falta de experiencia y ni en pedo la iba a penetrar así, hice que se incorporara y con los pies en el piso y las manos y brazos en la cama entendió enseguida la posición. “Despacio señor Carlos , creo que es grande” , -alcanzó a decir cuando pincelé la zona-.  Aguanté las ganas de meterla de golpe y comencé a penetrarla por tramos cortos, lubricación sobraba, el lugar brillaba y los pelos estaban mojados.

Casi me saca de quicio cuando comenzó a gemir y a quejarse diciendo que era muy grande y no la aguantaba.  Me eché sobre su espalda y no seguí entrando, pero me tomé de sus tetas y las apreté y acaricié como a mansalva, de paso apretaba y soltaba sus pezones esperando que fuera ella la que continuara con los movimientos para entrar y salir.

De pronto se contrajo y tembló con lo que me pareció un orgasmo inesperado y tapándose la boca para no gritar, me pidió que entrara todo, algo empujé, pero no fui yo el que estuvo por la labor, fue ella que empujó sus caderas haciendo que las pieles de pubis y nalgas se juntaran, me di cuenta enseguida de la estrechez y pareció como una violación.

Llegado a esto le resultó difícil contener un gritito que, tapándose la boca, no dejó que se convirtiera en un grito destemplado.  Me pidió que esperara, pero no le hice caso, tomé enseguida un ritmo que me beneficiara y la llevé más que rápido a un par de orgasmo que esta vez esperó y gozó pidiendo que le diera con más ganas.

Se notaba el poco uso y aunque no usaba sus músculos vaginales porque seguramente no sabía, tampoco podía usar demasiado, la carne llenaba completamente el conducto y me estaba llevando a mí a una eyaculación que no estaba dispuesto a dejar en ese lugar.  Traté de cambiar de lugar para dedicarme a su culito y me di cuenta que no podría hacerle el culo sin romperla, lo intentaría en otro momento y la saqué para acabarle entre los muslos cerrados.

Con la toallita que me traía se limpió, me agradeció que no hubiera terminado adentro y no se animaba a pedírmelo.  Después se lanzó a hablar sin que yo le preguntara nada…

  • Me gustaste apenas te vi y me dieron ganas, hacía rato que no hacía nada, la primera vez fue con un chico de diecinueve años que había venido a pescar con el padre y otra vez con un señor mayor que también había venido a pescar por un par de días, después siempre me tengo que arreglar sola.
  • Me gustó mucho lo que hicimos, pero quedó un cierto sabor a poco, tendríamos que seguir, además tu culito es muy lindo como para dejarlo pasar.
  • ¿Por el culo?, nunca lo hice, no creo que entre lo que vos tenés.
  • Mañana vamos a ir al almacén y compraremos alguna crema para que no te duela, vas a ver como entra, también te vas a tener que depilar, no me gustan las mujeres peludas.
  • Bueno, mañana vemos y me regalás algo del almacén, ¿sí?, ¿puede ser?...
  • Hecho, vos elegís lo que querés, ¿te quedás un rato más?...
  • No, mi mamá va a querer que le des algo a ella, antes trabajaba de puta en un local y sabe más que yo.
  • ¡No me digas!, ¿va a venir ahora?...
  • Jacintono funciona y si no está afuera espiando, seguro estará esperando que yo vaya a dormir para venir.  Acordate lo que te digo. Jajaja.

Se levantó de la cama, arregló un poco su ropa, se peinó con la mano y después de darme un piquito se fue moviendo el culo que yo me había fijado entre ceja y ceja.  Por las miradas y las coqueterías que me brindaban, sabía que podía pasar algo con alguna de esas dos mujeres, pero no pensé que sería tan rápido.  Entendí mejor el tema del vino, primero se había ofuscado cuando Jacinto se tomó el primer vaso, después había sido ella quien se lo llenaba, ¡tremendas pillas la madre y la hija!... La pasaría bien en esa isla…

Continuará…

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