Aplicando justicia (26)

Con las chicas en el motor-home, mejor no me podría ir pero había que buscarles trabajo.

MIS TRES “PUTITAS”.

Charlamos un rato largo con Alicia , era una buena acompañante de viaje, aunque había momentos en que se quedaba callada, pensando seguramente en los días pasados en esa casa obligándolas a tener sexo con los propios secuestradores y con extraños.  Para sacarla de algunos de sus silencios le pregunté qué pensaban hacer ahora ellas dos…

  • Sinceramente, no lo sé, supongo que deberemos buscar un trabajo nuevo, yo lo hacía en un supermercado, era cajera y Carolina trabajaba como empleada en un comercio de ropa femenina, Gloria lo hacía en una parrilla como camarera, no creo que nos hayan guardado los lugares y no vamos a poder justificar estos días sin contar lo que verdaderamente nos pasó.
  • Tendrán que inventarse algo porque no sólo no podrán justificar los días, sino que, además, están los muertos, aun hablando de mí, se van a meter en un lío tremendo, incluso con posibles represalias de otros que pudiera haber en el “negocio”.
  • Ya lo hablamos con las chicas, ninguna de nosotras va a decir nada de vos y sabemos que nos podemos poner en la mira, esto es mejor dejarlo pasar.  Es más, con el dinero que nos dejaste a cada una pensamos en la posibilidad de mudarnos a otra ciudad, vivir las tres juntas y pagar un sólo alquiler.
  • ¿Pensaron en algún lugar en especial?
  • Se nos había ocurrido pasar por Paraná , que es la capital o irnos hasta La Paz , que es una ciudad cerca del límite con la provincia de Corrientes .
  • Podríamos estirar los días de “vacaciones” y las llevo hasta Paraná o hasta La Paz y nos fijamos como es la zona y si hay posibilidades de afincarse allí.
  • ¿Te animás a “aguantarnos”?, eso sería genial…  Eso sí, con una condición…
  • ¡Ahhh, bueno, es con condiciones la cosa!...  Dale, decime, ¿cuál sería esa condición?...
  • Las tres, juntas o por separado, queremos estar con vos, no lo tomes a mal, ni nos veas como “putas”, es difícil de explicarlo, no es como para “pagarte” nada, es como si necesitáramos tus “mimos”.  Yo misma ahora tengo una “calentura” que no te puedo contar.
  • Me vas a hacer chocar, lo que me decís alaba mi ego y yo jamás podría considerarlas como “putas”, ni aunque lo fueran, es más, dos de mis mejores “amigas con derecho” eran hasta hace poco tiempo dos escort de primer nivel, ya no lo son, tienen un muy buen trabajo y nunca se me ocurriría plantearles lo que “fueron”.Eso es algo que ustedes van a tener que sacarse de la cabeza, no son culpables de nada y si no superan esas ideas nefastas de considerarse como “apuntadas” por lo que pasaron, no se van a sentir nada bien.
  • Es que es difícil, Gloria que parece la más dura de todas, se quebró cuando nos bañábamos y lloró un rato largo y Carolina está tan asustada como yo, no puedo dejar de pensar en lo que pasamos y en lo que podríamos haber pasado.
  • Ya me di cuenta de tus “silencios” y de tus “vacíos”.  Mirá, vamos a hacer algo, ya estamos por ingresar a Nogoyá, voy a parar en una Estación de Servicio, andá a dormir un rato con las chicas, yo voy a usar el sofá y ya en la mañana hablamos todos juntos…  Otra cosa más… yo también tengo una calentura tremenda con cualquiera de ustedes tres, pero lo vamos a llevar con calma, aunque más tarde podamos hacer un “desparramo” de aquellos.

Entré en la playa de una Estación de Servicio, detuve el motor-home y Alicia me dio un beso “de aquellos” , cargado de boca, labios y lenguas inquietas, beso que no me costó nada retribuir, la boca de la rubiecita daba para pasarse horas allí y el ronroneo que me dio acurrucándose entre mis brazos me elevó la temperatura y no sólo la temperatura, tuve ganas de mandar a la mierda las “caballerosidades” y zambullirme de cabeza en la cama en que ya estaban las otras dos pero, me mantuve en “mis trece” , se venía un día complicado y no precisamente por las noticias policiales, me preocupaba más mi físico.

No obstante, no pude evitar…  Bueno, está bien, lo admito, me moría de ganas por hacerlo…  Mis manos se desplazaron hacia su culito de nalgas respingadas, un culito duro, chiquito pero macizo y, posiblemente, bastante “querendón”, me convencí de esopor el gemido que dejó escapar su dueña cuando mis dedos y mis palmas se apropiaron de esas dos semi esferas de carne.  La chiquita rubia se subió enseguida a “la moto” pretendiendo “acelerar” los tiempos, con una de sus manos me tomó del cuello y la otra aprisionó por sobre mi ropa al ariete que de “dormido” ya no tenía nada.

El grito adormilado del sereno de la Estación de Servicio nos llamó a la realidad, “Necesito la llave para poder cargar” , -dijo- y reaccioné cuando recordé que la tapa del tanque de combustible se abría con una cerradura de contacto…  Le di un “piquito” a Alicia y le pedí que se fuera a descansar, yo tenía que hablar con el encargado del lugar para que nos dejaran quedar en algún sitio.  La escuché clarito cuando se fue rumiando para el dormitorio: “Con la calentura que tengo no sé si voy a poder dormir” y bajé para cargar combustible…

Luego de cargar el combustible, poco porque no consumía mucho y con la autorización pertinente, estacioné el vehículo en la parte trasera de la edificación y apenas alcancé a cerrar la puerta antes de dejarme caer sobre el sofá con un suspiro de alivio.  Me desperté como a las nueve de la mañana escuchando movimientos a mí alrededor, eran Gloria y Carolina que estaban preparando las cosas del mate para desayunar, los sonidos del baño me hacían saber que Alicia también se había levantado de dormir.

  • Hola dormilón, nos estamos preparando unos mates, moríamos por ello, es tremendo como se extraña.  ¿Te vas a prender? , -dijo Gloria -, a la vez que se paraba delante de mi cara y me dejaba ver que estaba vestida con una remera y una tanga de ropa interior que le quedaba infartante.
  • Sí, me prendo, me encanta el mate, fijate que en ese armario hay una ensaimada rellena de dulce de leche, me van a volver loco con esos culitos entangados dando vueltas , -agregué porque Carolina vestía igual-.
  • Esa es la idea, volverte loco no queremos, pero tratamos de lograr que nuestros culitos atraigan tu atención para que nuestro ángel de la guarda los use a discreción , -se largó a decir Carolina y ya sin ningún tipo de rubor-.
  • Me alegra que tengan otro ánimo, les cuento que algo hablamos anoche con Alicia y vamos a conversar todos del tema.
  • ¿De qué vas a conversar?...  ¿Querés saber si vamos de a una o las tres juntas? Porque no sé si nos vas a querer coger, pero estamos seguras de que nosotras te vamos a coger a vos, jajaja, -acotó Alicia apareciendo desde el baño con las tetas al aire y el bóxer calado tipo culotte que le sentaba de maravillas-.
  • Prometo que no me voy a escapar, pero primero hablemos del tema del cambio de zona.  Tengo una idea dando vueltas en la cabeza y me gustaría que me dejaran intentarlo.

Los cuatro nos sentamos a desayunar, les dije que yo tenía algún tipo de contactos en la Ciudad de Paraná y trataría de localizarlo para que viera la posibilidad de conseguirles algún tipo de trabajo, “menos de puta, en lo que sea” , -expresó Gloria con un cierto falsete en la voz que causó la risa de todos-.

Se me había ocurrido que en esa ciudad que era capital de la Provincia de Entre Ríos había una filial de la empresa de Alphonse y yo había conocido al Encargado de la Seguridad de la filial entrerriana cuando ejercía como Director General de esa área.

Había conversado con él en oportunidad de una reunión con los distintos Encargados de cada una de las provincias en que tenía filiales la empresa.  En la cena que les había brindado a todos me tocó conocerlo un poco mejor, andaba en los cincuenta y pico de años y resultó ser un Suboficial retirado de una de las Fuerzas Armadas, para mejor, le gustaba la pesca tanto como a mí y, en un par de oportunidades, me había invitado a concurrir cuando quisiera para organizar una salida en busca de los “grandes” del río.

Era un tipo muy macanudo, jovial y simpático, pero se notaba que con él no se jodía, el trabajo se hacía o se hacía, es más, nunca habíamos tenido problemas con su accionar.  Hacía tiempo que estaba radicado en la ciudad y seguramente tendría muchos contactos en la misma.  No recordaba su teléfono, lo único que me venía a la mente era su nombre, Sergio y un llamado a Karina o presentarme directamente en la empresa preguntando por él, me allanaría ese inconveniente.  Después se vería…

De última, no me engañaba, yo tenía otra carta muy poderosa en la manga pues cabía la posibilidad de hablar directamente con el Director General para que las ubicara a las tres, me hubiese bastado con llamar a Alphonse y tenía muy claro cuál era la palabra que pesaba más…

De todos modos, iba a intentar primero con este hombre Sergio , como quien dice, “no voy a quemar las naves de entrada” .  Por otro lado, tenía que saber que opinaban las tres “culitos alegres” que en ese momento me rodeaban.

  • Chicas, ¿qué les parecería la posibilidad de afincarse en Paraná, alquilar algo allí y trabajar las tres en una misma empresa?...
  • Eso sería fantástico, la capital es la capital, estudiar podemos estudiar allí y si conseguimos trabajo, un alquiler en conjunto no nos va a salir mucho, ¿qué es lo que tenés en mente? , -preguntó Alicia intrigada-.
  • Recordé que hay allí una filial de la empresa en que trabajé antes y creo conocer a uno de sus integrantes, con preguntar no se pierde nada.  Independientemente de esto, podemos estirar las “vacaciones” e irnos de paseo a las Termas de Federación o a las de Victoria.
  • Sí, a mí me encantaría, no conozco y me dijeron que la temperatura del agua en las piletas es de 40°, además, dicen que es un lugar precioso , - Carolina estaba de lo más entusiasmada-.
  • Unas, las de Federación , están como a 300 kilómetros y las de Victoria creo que, a unos 120 kilómetros, decidí vos, nosotras te seguimos adónde quieras, sos nuestro ángel guardián y estamos protegidas, pero, tendríamos que pasar por nuestras casas a buscar algo de nuestras cosas , -afirmó Gloria y las otras dos estuvieron de acuerdo-.

De resultas de esto, dando por terminadas las conversaciones, pasaron a los hechos, Gloria retiró todo de arriba de la mesa, Alicia se prendió a mi boca queriendo “comérmela” con apuros y Carolina se encargó de aflojar mi cinturón para meter la mano y tratar de extraer el miembro apretado por las ropas debido a la erección que experimentó casi en el acto.

Lo estaba esperando, ya me la veía venir y me entregué, mucho más cuando escuché la exclamación de Carolina diciéndole a las chicas: “Nos sacamos la lotería” , eso sí, no les dejó ver mucho porque rápidamente “guardó” todo lo más que pudo en su boca.  Me di cuenta que lo que hacía no lo había aprendido en esos diez días de cautiverio…

Gloria fue mucho más expeditiva, me tomó de la mano y me llevó con ella para el lado del dormitorio, ninguna estuvo en desacuerdo con esto y cuando me dejé caer en la cama, giré rápido para encontrarme a tres diosas paganas completamente desnudas y convertidas en fieras dispuestas a realizar un sacrificio con un pobre mortal que había caído en sus garras, manos, tetas, culitos y lo que se les ocurra imaginar.

De un salto Alicia puso sus dos rodillas al costado de mi cara y descendió despacio para que pudiera observar sus labios íntimos cerrados y aspirara el aroma de su intimidad de mujer, a mi juego me llamaban y me afirmé con las manos en sus caderas, mi boca y lengua se hicieron cargo del delicioso postre, “frutilla” incluida, clítoris que le dicen, que cuando lo toqué con la lengua le provocó un temblor y estremecimiento en todo el cuerpo, al que se le sumó un gritito felino cuando lo absorbí con mis labios.

Carolina se había montado sobre mi vientre y acariciaba las tetas endurecidas de la rubia que había sumado los gemidos a sus contracciones.  Me bastaba levantar la vista para ver el trabajo que las manos chiquitas de la ninfa de cabello castaño hacían en los pezones erguidos de la amiga.

Gloria no se había quedado atrás, sentía que su saliva mojaba mis testículos y todo mi aparato, la producía a montones cuando trataba de tragar verga como para traspasarse la garganta, a la vez que con la mano metida entre las piernas de Carolina y mi cuerpo movía los dedos perdiéndolos en esa cueva totalmente anegada.

Pronto fueron las tres sentadas sobre mí y la única que no tenía las tetas ocupadas por manos amigas era Gloria, pero se conformaba “perdiendo” al ariete en su intimidad estrecha, caliente, mojada y gratamente receptiva.  Apenas si podía dar alguno que otro caderazo, fueron suficientes para que Gloria pasara a otro nivel, enseguida fueron gemidos fuertes, contracciones, apretones y una descarga orgásmica que la dejó laxa y con apenas fuerza para dejarse caer a un costado.

Me tocaba llevar la voz cantante y no quería perder la oportunidad de transitar por esos culitos de nalgas firmes.  Me incorporé mirando con satisfacción como las dos amigas se comían la boca poniendo ganas y un tanto de desesperación en el acto, las incentivé, acaricié sus rostros y mis manos se adueñaron de sus tetas que parecieron amoldarse, se brindaron en los besos lo que quisieron y compartieron algunos conmigo, hasta que Carolina se separó y dijo: “La quiero sentir, aunque me parta al medio”

No había terminado de decirlo y ya se había acomodado, se puso en cuatro, bajó luego los brazos apoyando su cara en la almohada y me dejó sus cuartos traseros a disposición, mientras veía que Alicia hacía lo mismo, me puse detrás de la castaña y comencé a jugar con el glande pincelando sus labios y el agujerito fruncido de su ano. Carlos , sos un dulce, pero, por favor, cogeme porque me estoy enloqueciendo” , -pidió, casi rogando, la que estaba a punto de ser penetrada-.

Gloria se había incorporado y se había amorrado a la entrepierna y al culo de Alicia que gemía y la vagina de Carolina pagó las consecuencias de la calentura que me agarré al ver gozar a las otras dos.  Lo hice lo más lento que pude, endurecido como hierro y como reconociendo el terreno en que me metía, pero no fue un tema de dolor, el gemido fue placentero, fue netamente de sensaciones al recorrer el interior rugoso y hacerle notar cada centímetro que ingresaba.

Carolina pareció enloquecer y comenzó a gritar: “Partime la concha ángel, mi vida, reventámela, ¡por Dios, qué hermosa sensación!, dame más, no te vayas de ahí” …  Movía las caderas empujando como queriendo penetrarse más de lo que se podía, no me dejaba tomar un ritmo, pero no importó, su orgasmo fue un grito destemplado que pareció contagiar a las otras dos, las cuales gritaron a la vez por lo que ellas mismas se provocaron, una con las lamidas y otra por sus dedos.

Me retiré de Carolina porque sus apretones me estaban llevando con ella y me corrí para el lado de Alicia que estaba boca abajo sobre la cama pero que no tardó en incorporarse para dejarme el culito a disposición. Gloria había hecho un buen trabajo con el ensalivado y no pensé en nada más que en el asterisco fruncido que parecía temblar.

Me apoyé y forcé la entrada, que ninguno vaya a creer que resultó tan difícil, luego me diría que el sexo anal le encantaba.  Entré recorriendo todo lo sedoso de su interior, sin detenerme a pesar de los pedidos de la rubiecita diciendo que nunca había tenido una tan grande y que se lo estaba rompiendo.

No era tan así, no encontré ninguna dificultad, lo entendí como una frase “armada” y al unirse las pieles de nalgas y pelvis fue cuando la escuché gemir con algo de dolor, no me importó, comencé a entrar y salir con un ritmo acompasado que Alicia enseguida emparejó gozando como descocida.

No aguanté mucho, Gloria se había tomado de mis caderas, el beso negro me agarró desprevenido y me hizo estallar, la inundé en lo más profundo sin ningún tipo de resquemor y Alicia me lo retribuyó con un orgasmo extraído no sé de dónde, Carolina tuvo que taparle la boca para que no vinieran los bomberos.

“No salgas, quedate a vivir en mi culito” , -dijo Alicia riendo y contagiando a las otras dos-, al rato todos reíamos y nos abandonamos sobre la cama. “Que no vaya a ser cosa que ustedes dos piensen que se han salvado, sus culitos me pertenecen y me van a conocer” , -expresé en medio de las risas señalándolas a las restantes-.

“El mío es tuyo, pero por hoy paso, estoy destruida” , -dijo Gloria -, Carolina sólo hizo una seña con la mano, como de “no querer más” .  Salí de Alicia diciendo que me iba a dar una ducha rápida para luego cambiarme y salir de ese lugar.  Ninguna de las tres dijo nada en contrario, se notaba que no querían más.  Me puse en marcha apenas estuve listo y las dejé que ellas se lavaran y vistieran tranquilas.  Al rato, ya vestidas, se acercaron las tres para ponerse a mi lado y fue Alicia la que habló:

  • Carlos, queremos agradecerte porque nos hiciste sentir muy bien, nunca nos sentimos presionadas y te brindaste en todo momento, ¡no sabés que bien que se siente no sentirse usada!...
  • No tienen nada que agradecer, es lo que ustedes generan y es bueno que se saquen esas ideas raras de la cabeza, lo que pasó, pasó, tómenlo como experiencia, fea, muy fea, pero experiencia al fin.
  • Bueno, no hablemos más de eso, ¿adónde pensás ir primero? , -acotó Gloria -.
  • Estoy yendo para el lado de Diamante, avisen cuando lleguemos a tu pueblo para recoger algo y luego vamos a lo de las demás.

Era un poco pasado el mediodía cuando nos detuvimos frente a los departamentitos dónde vivía Gloria .  Bajaron las tres diciendo que no tenían muchas cosas para cargar y me quedé esperándolas, de paso me puse a ver las noticias locales para tratar de averiguar qué había pasado con los muertos y la casa.  Entré por Internet a la página del periódico local de esa zona y me alegró saber que lo habían encarado bien, el título de la nota decía: “Concejal asesinado en prostíbulo clandestino”

La nota hacía mención a que las autoridades habían recogido pruebas, dejadas ex profeso en el automóvil del funcionario abandonado lejos de la casa consumida por las llamas debido a un incendio intencional.  Se hablaba de un “ajuste de cuentas” con alguna que otra organización que operaba en el mismo rubro pues era evidente que había sido un trabajo hecho por “profesionales” .

Decía también que el Gobernador había tomado cartas en el tema y pedido la colaboración de la Policía Federal, por lo que dejaba entrever que apartaba a la policía de la provincia de las investigaciones, índice evidente de que había pruebas incriminatorias contra estos.  Seguramente estaría todo alborotado por esos lugares y como yo estaba más que tranquilo, seguí esperando a las chicas sin tratar de enterarme de nada más.

Las cosas de Gloria no eran muchas, junto con dos bolsos conteniendo ropa y otros utensilios trajo un pequeño aparato de música y una notebook.  Luego la esperamos un poco más porque fue a pagar lo que debía del mes y delante de las chicas le dijo a la mujer que le alquilaba que le había salido un trabajo en la Capital Federal y tenía que dejar el departamento.

Ni siquiera había contrato de locación de por medio, por eso la cosa fue rapidísima.  Desde allí, después de acomodar sus bártulos, nos dirigimos a la ciudad de Diamante al departamento de Alicia y Carolina .  Acá los bolsos fueron cuatro y además se le agregó un televisor de plasma que cubrimos con una frazada.  Pensé que siendo cuatro y con bolsos íbamos a estar incómodos en el motor-home, pero resultó muy espacioso y no fueron muchas molestias.

Teníamos 40 kilómetros para llegar a Paraná y antes de emprender el viaje les propuse comer algo, las chicas aceptaron enseguida y buscamos un buen restaurant.  Había pasado por Nogoyá , tal como la mayoría de las ciudades del interior de las provincias, era tranquila y calma, aunque demasiado para mi gusto, además no tenía mucho para brindar.

Distinto era en Diamante , se notaba que la ciudad estaba mejor preparada para el turismo, había más hoteles, restaurant y negocios de toda índole, de hecho, el paisaje cercano al río era muchísimo más agradable y como yo insistía con comer pescado, Alicia nos llevó a un lugar que se llamaba “Rancho, La Tranquera, Comedor de Pescados” , el lugar resultó hermoso, de muy buena atención y con una vista maravillosa hacia el Río Paraná .  Ellas eligieron un menú variado, yo me “maté” con una boga a la parrilla que estaba para chuparse los dedos.

El “vinito” que nos tomamos nos alegró la tarde, pero no daba para salir a la ruta y, como la sobremesa se estiró más de lo debido, optamos por meternos en un camping, de los que abundan.  Nos pusimos de acuerdo en pasar la noche allí e ir con tiempo para la capital de la provincia a buscar algún alojamiento para ellas, ya ubicadas y con vivienda, el tema del trabajo sería más fácil.

No tenía ganas de tirarme a dormir la siesta, algo que, si hicieron Alicia y Carolina y opté por caminar un rato por el camping y oxigenarme a la orilla del río, Gloria se prendió conmigo y se tomó de mi brazo para caminar apoyando la cabeza en parte de mi pecho…

  • ¿Qué pasa morocha, estás mimosa?
  • Sí, lo estoy, pero aparte estoy pensando que todo esto nos cambió la vida y creo que va a ser para mejor, lástima que no te vas a quedar con nosotras.
  • Las cosas son así, soy un tipo que no quiere problemas.
  • ¡Jajaja, sos un loco lindo!, decís que no querés problemas y te embarcaste en salvar a tres chicas que ni siquiera conocías, además de la “limpieza” que hiciste.  ¡Sos de lo que no hay!
  • Yo no hice nada, las noticias hablan de una banda rival y trabajo de “profesionales”.
  • ¿Qué irá a pasar con todo eso?
  • Nada, ustedes mantienen la boca cerrada, nadie se va a meter porque nadie sabe que estuvieron allí, si hablan se les complica la vida y tienen mucho para pasarla bien, ya habrá tiempo para contarle a los nietos, jajaja.
  • Carlos, tengo que pedirte una cosa más, espero que no te enojes ni creas que soy egoísta…
  • Dale, pedí, hoy no tengo ganas de enojarme con nada.
  • Con las chicas está todo bien y me gustó cuando estuvimos todos juntos, lo repetiría cuando quieran, pero… quiero que alquiles una cabaña, necesito que me “hagas la cola” y me cojas como si fuera la última vez.
  • ¡Vaya con las necesidades de ustedes!, vení no digas nada, vamos a alquilar una cabaña, después vemos…

Me lo pidió con una cara de niña modosa entrecruzada con la de hembra embravecida cuyos pezones querían reventar la remera ajustada que llevaba puesta por debajo de la campera entreabierta y, ¿qué creen? , no tuve coraje para decirle que no…  Apenas fue un pequeño trámite y nos metimos de cabeza en una de las cabañas que tenía vista al río.

“Dejame todo a mí” , -pidió Gloria - y la dejé que me desvistiera con inexperiencia, con apuros, pero poniendo todas sus ganas en eso.  Ya totalmente desnudo me dejé caer en la cama ayudado por un pequeño golpecito en el pecho y me dispuse a mirar con placer a esa morocha infartante de veintitrés años que se desnudaba despacio para que pudiera admirar cada centímetro de su piel.

Los besos fueron más que fogosos mientras movía todo su cuerpo estirado sobre el mío, me pedía que la apretara fuerte y se me dio por pensar que no era sólo la necesidad de sentirse bien cogida.  No sé lo que podría pensar después, en ese momento me hice a la idea de “hacerle el amor” con todas las ganas y la delicadeza que podía poner en esto, claro está, sin olvidarme de su culito, que parecía no tener mucha experiencia.

Bajó besando y lamiendo todo mi cuerpo, pero sus apuros la llevaron a tratar de tragar mi verga a las apuradas, las arcadas que le sucedieron a ese hecho la llevaron a hacer todo con más cuidado y el placer fue distinto.  No pudo con todo el “aparato” aunque se esmeraba en ello y no quise dejarla sola en esto del placer compartido, para eso me acomodé con un “69” y le “comí” toda la entrepierna.

Los gemidos de Gloria eran una gloria, tantos y con tantas contracciones y movimientos que se olvidó de lo que tenía que hacer, dedicándose sólo a disfrutar.  Eso no me importaba, el premio lo tendría un poco más tarde, entonces dejé esa posición y la puse de espaldas en la cama, elevé sus piernas y me dediqué a que se abandonara a sus ganas y al placer que me transmitía con gemidos y temblores.

Lo del clítoris, diminuto y sensible, la enloqueció y sus orgasmos no tardaron en llegar, me encantaba absorberlo después de pasar la lengua por sus labios y cada vez que lo hacía, ella parecía explotar. “Cogeme, rompeme, no puedo más” , -pedía y no la quise hacer esperar-.  Con sus piernas a mis costados y mirándola directamente a los ojos comencé por el agujero “tradicional” .

Era bastante estrecha, ya lo había notado, aunque en ese momento lo noté más porque a la penetración casi forzada se le sumaba su cara de placer aunada con un poco de dolor.  De todos modos, la naturaleza es sabia y de pronto todo se amoldó, colaboró con ganas y con movimientos que acompasó a los míos y la cogida fue monumental, sazonada por un par de orgasmos que no quiso ni pudo contener.  En uno tuve que parar, la cara de entrega de Gloria y el “dame más” que surgía de su boca, por poco no me hacen explotar.

Hubiese podido, pero quería que todo lo mío se lo llevara en su culito y para eso comencé a “jugar” con mis pulgares en su asterisco fruncido.  Estuvo a punto de decir algo, aunque se calló la boca y esperó dispuesta a su “rotura de culo” .  Lubricación no me hacía falta, pero costaba y por más que pensara que ese hueco poco o nada transitado no se me podía resistir, lo llevé con calma e intenté con ganas y cuidado.  El glande penetró y la cara de dolor de Gloria me confirmó el poco uso, por eso entré y salí varias veces metiendo un poco más cada vez.

Me tomé mi tiempo viendo como su cara y su expresión cambiaba a medida en que lo asimilaba, para cuando mis testículos tocaron sus nalgas, manifestó su alivio moviéndose un poco más y tratando de marcar el ritmo.  Ella se soltó, me regaló una sonrisa y la acción se tornó un poco más a mi gusto, al de ella también porque no tardó en pedirme que lo hiciera con más fuerza.  No me hacía falta fuerza, las penetraciones profundas eran lo mío y me daban más resultado que la fuerza.

Parecía que perforaba sus tripas cuando entraba hasta el fondo, el placer se le hizo intolerable, gimió, gritó, puteó y me pidió la leche en medio de sus convulsiones.  Era lo que estaba esperando y le inundé las tripas entrando bien profundo mientras alcanzaba a escuchar, “quema”, “leche”, “panza”, “cielo”, “no salgas” …  Me quedé adentro de ella notando como seguía con sus contracciones y noté también como se iba aflojando por eso la fui acompañando para dejar sus piernas apoyadas en la cama.

Cuando salíamos de la cabaña comenzaba a oscurecer y agarrada de mi brazo me dijo: “Gracias Carlos por este rato de amor” …  Me hizo sentir muy bien y me alegré pensando que, de alguna manera, le servía para alejar a algunos “fantasmas” . Alicia y Carolina nos habían salido a buscar, las vimos que regresaban enarbolando una sonrisa cómplice y habían averiguado para cenar en el comedor del camping, algo que hicimos después de darnos un regio baño en esas instalaciones.

Después de la cena no tenía ganas de meterme en el vehículo y la solución me la dio el dueño del camping porque, conversando con él me hizo saber que alquilaban todo lo necesario para pasar un buen rato en el muelle pescando.  No lo dudé, le alquilé caña, reel, plomadas y líneas con anzuelos, me vendió la carnada y luego de abrigarme, me instalé en una esquina del muelle para despuntar el vicio de la pesca.

Estuve como hasta las cuatro de la mañana, acompañado por momentos por una u otra de las chicas, hacían un barullo tremendo al caminar por el muelle pero la buena predisposición para alcanzarme algo de comer o para cebarme unos ricos mates atemperaban cualquier regaño de pescador “moja-lombriz” y sí, es lo que logré en esa noche de pesca, “mojar la lombriz” porque ni mosquitos para picar había.  Al regresar al vehículo Gloria no me dejó tirarme en el sofá, dormimos los cuatro acurrucados en la cama del dormitorio.

En la mañana, después del desayuno, encaramos para la ciudad de Paraná , era cerca del mediodía y las chicas ya habían conseguido un hermoso departamento de tres habitaciones para alquilar, quedaba cerca del centro, tuve que llegar a un arreglo con el propietario porque faltaba una escritura para poner de garantía y para que obviara ese trámite le dejé un adelanto de diez meses de alquiler como garantía. “Plata en mano, culo en tierra” dice el dicho y el hombre aceptó conforme.  Nos dio las llaves y las chicas dejaron todos sus bártulos en el lugar.

Las dejé acomodando sus cosas y me fui para la empresa.  En el mostrador de entrada pedí hablar con el Señor Sergio , el Encargado de la Seguridad, me derivaron a una oficina dónde me recibió una secretaria muy simpática y un tanto charlatana, allí me enteré que estaba acompañando a unos señores que realizaban una Auditoría ordenada desde Casa Central.

Imaginé que Julio u Horacio habían encontrado alguna anormalidad y estaría revolviendo la empresa partiendo de directivas que emanaban del propio Alphonse .  Seguro que me encontraría con alguno de ellos y esperaba que no hubiera problemas que se me pegaran…

Continuará…

GUILLEOS1 agradece sus comentarios y valoraciones.