Aplicando justicia (24)

Evitando problemas y actuar con la cabeza. San Pedro nos brindó un hermoso domingo.

ACTUAR PENSANDO - VIAJE A SAN PEDRO.

Cuando desperté me quedé un rato más en la cama pensando en que las cosas no terminaban nunca de cerrar y las más de las veces se complicaban.  Sabía que podían hacerse engorrosas y estaba seguro de poder con todas ellas, pero, me jodía salirme de planes pensados y afilados para llevarlos cabo.  Tenía planeado al “dedillo” lo del Fiscal y terminé haciéndolo a las apuradas y a “la que saliera” , pensando incluso de sacarme de encima a quien apareciera de sorpresa.  Decididamente eso no era lo más conveniente.

Lo del Juez podía esperar porque no pensaba meter la cabeza en las fauces del lobo, eso tenía que pensarlo bien y nada me apuraba.  La idea de “limpiar” una propiedad llena de delincuentes estaba casi lista y había comprado los “materiales” para llevarlo a cabo.  Lo pensado con esto era: Irme del hotel, retirar el motor-home, dejarlo en algún estacionamiento cercano a la capital, ir a “limpiar” tratando de causar el mayor daño posible, volver, entregar el auto en la Agencia de Alquiler, tomar un taxi, subirme a la casa rodante y mandarme a mudar.

Estaba bien pensado, ponía distancia y si me cuidaba para que nadie individualizara el auto en el lugar de los hechos, no había investigador que me relacionara con ello.  Es más, ni siquiera pensé en entrar en la propiedad, no me importaba lo que pudieran tener allí, haría todo desde unos 300 metros, actuando primero contra las caras conocidas o más cercanas, pero también tendría que esperar…  La aparición del tal Cosme y su hijo Mauro , me trastocaron todos los planes pensados con un razonamiento más o menos claro.

Mi lógica indicaba que tenía que hacer un trabajo de Inteligencia previa para evaluar después las posibilidades, además tenía que “afilar el lápiz” para esto, era otro nivel, los custodios serían más especializados en su tarea, los sistemas de seguridad, las casas y el ambiente en que se movían estarían más protegidos, las reacciones serían distintas.

Veremos si me puedo explicar: Con un “capitanejo” que tenía alguna zona de venta y distribución determinada se podía inferir que tuviera a su alrededor “soldados de cuarta” , portando armas por el mero hecho de meter miedo a los que les temían.  Un disparo con balas explosivas en medio de ellos podía causar un desparramo de “soldadesca” que correrían desesperados a tratar de ponerse a salvo sin siquiera saber de dónde provenían los disparos, tan a la desesperada que cuando quisieran acordar no habría ninguno con vida y/o quedaría un tendal…

Sin embargo, con un Jefe de Organización que además debía mostrar otro nivel social, los custodios serían elegidos y actuarían de un modo más “profesional” .  Si el objetivo no era abatido de entrada con un disparo certero o aun herido, no quedaría tiempo para más, una custodia de élite, muerto, herido o asustado, sabría cubrirlo o sacarlo del lugar, ubicaría enseguida el lugar desde dónde habría partido el disparo, contestarían o se movilizarían con rapidez al sitio del tirador.

Habría que hacerlo desde muy lejos y, normalmente, en casas o departamentos, debido a la falta de altura, no habría lugares factibles para ubicarse y tener un buen tiro.  Se imponía estudiar el terreno, pero en casas o mansiones rodeadas de árboles era difícil encontrar un lugar lo suficientemente alto y lejano para intentar algún buen tiro.

Algo similar pasaba con los edificios de departamentos, siempre se los ubicaba rodeados de otros a los que era difícil acceder, sin contar que cualquiera de estas propiedades podría tener vidrios blindados.  No era algo que se me pudiera ocurrir por ocurrir, si yo fuera Jefe de la Seguridad de esa persona habría tenido en cuenta todas estas posibilidades.  Decididamente lo de Cosme y Mauro no sería fácil y con la noticia de lo del Fiscal de por medio más difícil aún.

No daba para seguir devanándome los sesos, dejaría pasar un tiempo para volver a intentar, estaba todo muy “fresco” y cualquier paso en falso me costaría demasiado.  Me saqué un poco las “mierdas” de la cabeza entrenando golpes y movimientos, concentrado nada más en lo que hacía aislaba todo el maremágnum de ideas que me rondaba.  Luego de una hora u hora y media de esto, transpirado hasta los ojos, me di una larga y relajante ducha, tenía ganas de ir a almorzar al restaurant del hotel y luego de vestido, fue lo que hice.

Comí bien, sin demasiadas florituras, apenas asado al horno con papas y batatas que estaba exquisito y me entretuve mirando a la gente que almorzaba en el lugar, no era lo mismo que en el horario de la cena, algunos se notaban como clientes del hotel, otros parecían empresarios o políticos, un par de ellos con parejas femeninas que podrían ser las hijas a las que preferí identificar como secretarias.  Había sólo dos parejas con una edad, digamos acorde y, sin ninguna duda, “mieleros” .  Me causaba gracia esto, parecía gente del interior del país que elegía pasar su luna de miel en el caos de la ciudad capital.

Se metían en el ritmo “robótico” , confuso y estresante de la gran ciudad alejándose de la tranquilidad y las bellezas naturales de su propia provincia y/o de otras, era evidente que no era por falta de dinero, ser pasajero en ese hotel no era precisamente barato, seguramente debía ser por la novedad o por alguna especie de “esnobismo” , quizás para contar que estuvieron en LA capital y a muchos de nosotros eso nos causaba gracia, algunos no veíamos la hora de salir a “pisar el pasto” y disfrutar de otros paisajes.

Como fuere, cada “mielero” con su lugar elegido o tal como dice el dicho: “Cada loco con su tema” .  Pensando en las bellezas naturales que me podría brindar el interior del país, me hacía a la idea de retirar el motor-home y tenerlo preparado y listo en algún estacionamiento más cercano, habida cuenta que ahora lo tenía guardado en un lugar que me quedaba a unos cincuenta minutos de viaje.  Tenía que buscar un estacionamiento, no importaba que fuera descubierto y al aire libre, el tema es que fuera seguro.

Tomé la Tablet para ir mirando y justo cuando la camarera me servía el café, me entró una llamada por el Skype, le di la autorización a la cámara y me apareció en la pantalla la cara de la belleza rubia de Aruba . Valentina estaba rozagante, con la piel bronceada y enfundada en una tanga amarilla que cortaba el aliento, enseguida apareció Andrea, que ésta llevaba puesta una malla enteriza de color fucsia, las dos estaban infartantes, se notaba que estaban en un barcito de playa y de fondo se dejaba ver la playa llena de gente y el mar Caribe en su esplendor.

  • Hola mi vida, nos tomamos un rato y nos vinimos a la playa, Abigail no pudo acompañarnos porque tenía que mostrarles unas propiedades a turistas, esto está repleto de gente y nosotras saturadas de trabajo, comimos algo y nos vinimos un rato para no olvidarnos del sol.
  • Mi cielo, estás, están hermosas, veo que también están haciendo las delicias de los hombres de la zona, tengo un poco de celos, pero las envidio, recién termino de almorzar encerrado en estas cuatro paredes.
  • Dejalos que miren, yo sólo pienso en vos y acá no se usa el “estilo monja”, te extraño mucho, las tres te extrañamos…  Ya no aguantaba las ganas de verte y hablar…  ¿Qué es ese lugar, parece muy bonito?
  • Es el restaurant del hotelito en donde estoy parando, esperá que te muestro un poco , -levanté la Tablet e hice un paneo por el lugar-.
  • ¿Hotelito?, eso es una belleza, espero que algún día me lleves a conocerlo.
  • ¿Vas a cambiar el clima estupendo de la isla por el frio del otoño o el invierno de mi ciudad?, no creo que te convenga.
  • Si vos estás, yo quiero estar, aunque sea en La Antártida , estoy segura que calor sobraría, jajaja.  No sabés como me puse de sólo verte.
  • Nena, no hables de esas cosas que a mí también me afecta que estemos tan lejos, jajaja, - Andrea no quiso quedar afuera de la conversación-.
  • No me provoquen porque estoy terminando unas cosas y en cualquier momento me aparezco por allí.
  • ¡Porfa mi cielo, vení rápido!...

Hablamos de algunas cosas más, me contaron del trabajo, que reinvertían la mayor parte de las ganancias, que el negocio era un boom buscado por los propios turistas, que lo estaban pasando bien y verdaderamente tuve ganas de hacerme una escapada de una semana o de diez días, aunque sabía que podría estirarse más, la presión que me hacía el miembro en el pantalón con sólo ver parte de las tetas de Valentina me dejaba saber que los días no me alcanzarían.  Me despedí de ellas pensando en pedirle a la rubia que se viniera a pasar unos días conmigo.

Corté la comunicación y ahora fue mi celular el que vibró, era Karina y recordé que le había dicho de salir por la noche…

  • Hola amor, ya estaba loquita por hablar con vos, estoy en casa de Sol , ¿podremos salir los tres esta noche?, la petisa no se quiere quedar afuera y está algo nerviosa por el debut laboral.
  • Hola vida, recién acabo de hablar con la persona que te comenté, con “la otra”, ella vive en Aruba y se me da que no tengo ganas de salir por la ciudad esta noche, -en realidad, se me había ocurrido otra cosa-.
  • Ahh, comprendo, bueno, lo dejamos para otro día, -se le notó cierta desilusión-.
  • No, no me expliqué bien, tengo ganas de ir a buscar el motor-home, agarrar la ruta e irnos a un lugar más o menos cercano pero tranquilo y apartado del ruido de la ciudad, viajamos en la noche y regresamos mañana a la noche, pensé en San Pedro, de paso compramos naranjas, duraznos u otras frutas, jajaja.
  • Eso es genial, nunca viajé en una casa rodante, va a ser toda una experiencia, ¿vamos los dos solos o le decimos a Sol ?
  • Dale avisale a Sol, pero no te mal acostumbres, si no puede participar se tendrá que conformar con mirar pero vos no te escapás, jajaja.
  • ¡Cómo si quisiera escaparme!, preparamos una mochila y te esperamos, ¿cuánto irás a tardar?...
  • Tres y media a más tardar estaré por allí, suben y seguimos viaje.

Subí en el ascensor llamando por teléfono al dueño de la carrocera y me dijo que me esperaba, tardé lo necesario para poner algo de ropa en una mochila, la Beretta, un par de cuchillos, la tablet y más que suficiente dinero en pesos moneda nacional y en dólares, tener la tenía y uno nunca sabe…  De jeans, suéter, campera, mochila y zapatillas bajé al hall del hotel y salí para tomarme un taxi, el coche me estorbaría.

MI casa rodante estaba hermosa y reluciente, le agradecí al taxista y le di una buena propina porque había hecho un buen tiempo, lo mismo hice con el dueño de la carrocera por haberme guardado el vehículo, me dio todos los papeles a mi nombre y me puse detrás del volante, me costó un par de cuadras habituarme al tamaño, aunque enseguida lo sentí como parte de mí.

La llamé por teléfono a Karina para que me esperaran en la puerta y estaban las dos expectantes vestida ambas de jeans camperas y zapatillas, las observé pensando en que, vistieran como vistieran, ninguna de las dos pasaría desapercibida, apenas si estaban maquilladas con un color sutil en los labios y resaltador de pestañas.  Subieron alborotadas, me saludaron de beso y me lancé a tomar la autopista que me empalmaría directo con la ruta 9.

Noté que Sol se movía mejor y cuando le pregunté me dijo que estaba bien vendada y que tomaba unos analgésicos más fuertes, también agregó… “Me mojo toda pensando en lo que quiero hacerte y que me hagas pero no estoy para muchos chiches”“Sollll, no empecés con eso porque me embalo yo y lo violo primero al que conduce, jajaja” , -contestó Karina con alegría manifiesta- y a mí me encantaba que se sintieran bien.

“Jamás pensé que una casa rodante pudiera ser tan cómoda, no le falta nada y te hiciste una cama especial” , -me dijo después de recorrerla y tratar de hurgar en todos los cajones y recovecos, salvo, claro está, en los anaqueles especiales, esos no tenían una puerta determinada y sólo se abrían con un código especial pulsando unas teclas de un celular empotrado a un costado del volante, celular satelital que, por otro lado, se podría usar para lo que fue creado, aunque nadie tenía ese número.

Karina me dijo que haría la cama sólo con una sábana y enfundaría las almohadas, las dejé que hicieran y le pedí que después calentara agua porque quería tomarme unos mates, “yo te cebo, me encanta tomar mate” , -agregó Sol prendiéndose en la charla-…  No tardaron casi nada con la cama y yo escuchaba las risas de ambas pensando seguramente lo que harían allí arriba, conmigo incluido, lógicamente.

Recordé que no teníamos nada dulce para acompañar los mates y viendo que se acercaba la bajada de la ciudad de Belén de Escobar salí de la autopista para entrar en esa ciudad floreciente cuna de la Fiesta Nacional de la Flor .  Nunca había ido a visitar esa Exposición Floral anual que atraía a turistas de todas partes del Mundo, sólo me había maravillado por medio de fotos que mostraban las diversas flores que la inmensa cantidad de productores ponían en exhibición.

También recordaba muy bien cuando era más chico e iba a pescar con amigos, nos trasladábamos, antes de que apareciera el sol, con un micro desde San Miguel hasta Escobar y allí, en esa terminal, tomábamos, un colectivo que cruzaba la ciudad y nos llevaba por un camino angosto asfaltado con un mejorado en malas condiciones que desde la entrada de un lugar llamado El Cazador, continuaba y se hacía solitario.

Me acordé que pasaba por un puente por encima del río Luján y terminaba el recorrido al final de esa calle o ruta precaria en una especie de puerto llamado Paraná de las Palmas, justo frente al enorme río del mismo nombre.  Era un lugar típico para pescadores, rodeado de comercios alusivos, un restaurant más o menos grande, una feria para turistas y varias empresas areneras que rodeaban el lugar.

En las inmediaciones sobre esa misma costa, había varios recreos o lugares para acampar o pescar desde sus muelles, un destacamento de la Prefectura Naval y las oficinas de una empresa de lanchas inter isleñas donde se compraban los pasajes de ida y vuelta.  Siempre se encontraban allí, en su inmenso muelle-atracadero varias lanchas de pasajeros que servían para cruzar a los pescadores o turistas a los distintos recreos o casas particulares ubicadas en las denominadas “islas” .

Nosotros cruzábamos el ancho río Paraná para ir a una casa particular y como había horarios para tomar esas lanchas, ya teníamos programada la llegada con una media hora de anticipación para cargar los bártulos y disponernos a pasar otros cuarenta minutos embarcados hasta llegar al lugar.  Era toda una aventura y una “amansadora” tremenda de transbordos y tiempo que insumían los distintos viajes.

Desembarcar en el muelle prefijado y acomodarnos para luego volver al muelle a tirar las cañas nos insumía unas tres o cuatro horas desde que habíamos salido de casa, pero cuando se es joven eso no se nota, el problema era regresar, cansados y muchas veces sin pesca, ni siquiera para “mentir” como hace todo buen pescador, todo lo bien que se había disfrutado del, normalmente, fin de semana en la tranquilidad del río y su entorno, se diluía porque la expectativa para llegar a casa no era igual.

Pensaba en eso con cierta añoranza y no me privé de ver el cambio modernizado que había experimentado la ciudad, las calles y las veredas estaban todas mejoradas e incluso los comercios se veían más llamativos, precisamente en una panadería-confitería enorme que había paré para que las chicas bajaran y compraran algo para merendar a gusto.  Yo seguí para dar una vuelta a la manzana, las calles eran anchas pero el motor-home ocupaba bastante lugar.

Las chicas no se privaron y salieron del lugar con dos enormes paquetes y de pasada por una despensa grande compraron un pack de bebidas gaseosas.  Subieron comentando de la buena atención de la gente del lugar y continuamos el viaje.  Retomé la Ruta 9 y San Pedro nos esperaba…  La ruta en toda esa zona parecía una autopista y pronto nos acercamos a la ciudad de Campana , por aquí el panorama que teníamos de campos a los lados del camino cambió por algo más industrializado.

Campana tenía muchas industrias y un puerto muy importante, pero desde la ruta-autopista poco se podía apreciar, aunque mirar, miramos bastante porque andábamos muy despacio debido a que la ruta estaba en construcción, algo que me extrañó porque esa “construcción” estaba llevándose a cabo desde muchos años atrás, alguna vez había pasado por allí y lo recordaba.  Al poco de andar estaba la entrada a otra ciudad importante.

Los carteles hacían mención a Zarate y esa ruta que cruzaba la autopista te llevaba al complejo Zarate Brazo Largo , dos puentes inmensos con avenidas anchas de doble mano y una línea férrea al costado.  El primero estaba construido para cruzar el río Paraná de las Palmas y luego de unos treinta kilómetros, convertida ya en la Ruta 12 se encontraba el puente que cruzaba el río Paraná Guazú , que hacía de límite con la Provincia deEntre Ríos , también había andado por allí de jovencito cuando la pesca se había convertido en uno de mis pasatiempos favoritos.

El mate y las facturas de manteca junto a algunas masas finas, adobado todo con picardías y la pérdida de la ropa superior de ambas “destroza vergas” me tenía atento al camino, aunque con un solo ojo, el otro lo tenía en esos dos pares de tetas de pezones alterados.  El aire acondicionado, más que templado hacía posible andar sin ropas adentro de la casa rodante y Sol no perdió tiempo para hacerme ver sus “encantos” cuando me acercó el primer mate, Karina , que se sentó en la butaca de mi lado también andaba en “cueros” y daba ya para parar a un costado del camino.

“Carlos, yo no conozco el puente de Zarate , ¿queda muy lejos? , -preguntó Karina - y aproveché el tiro… “Así no puedo manejar, estoy como intranquilo, pónganse algo encima y las llevó a conocer el puente” , -afirmé-.  Me vino bien porque además de mi “intranquilidad” manifestada ya en una erección que me costaba acomodar, recordé que Gendarmería Nacional custodiaba el peaje que había que trasponer y quedaría un poco chocante dejar que los gendarmes vieran por el vidrio delantero las “tetas” que llevaba a bordo.

No dije más, doblé a la derecha y recorrí los pocos kilómetros que me llevaban al famoso puente, pasamos el puesto del peaje con dos “niñas recatadas” vestidas con remeras y ya no hubo forma de regresar hasta haber traspuesto ese primer puente.  Si la memoria no me fallaba, una vez que pasaba el puente podía pasar por debajo de varias estructuras o pilares y retomar la ruta 12 de regreso.

La vista no sólo de la enorme estructura de asfalto y metal por la que transitábamos sino de todo su entorno y el paisaje del río desde los casi ciento veinte metros de altura es indescriptible y sirvió para que ambas chicas se decidieran a dejar su “tortura sexual” y se enfrascaran en sacar fotos y filmar el lugar desde el mismo comienzo del puente.  Ya en la otra margen del río pude dar la vuelta e iniciar el retorno.

No fue mucho el tiempo requerido para esto y pronto estábamos rumbo a San Pedro , aunque ahora, pasado el peaje de Zarate , con una ruta más angosta con un paisaje de campos sembrados o llenos de ganado vacuno.  Nos quedaban unos noventa kilómetros por recorrer y llegaríamos a nuestro destino en una hora y media aproximadamente.  Mi velocidad promedio estaba más o menos en 80 Km por hora, tenía para más, pero nadie nos apuraba.

Finalmente llegamos a San Pedro , Karina sentada a mi costado comentando la experiencia del viaje y Sol repantigada en el cómodo sofá dejándose arrullar por lo monótono del sonido del motor.  Nos gustó la quietud y placidez de la ciudad, ¡es increíble cómo cambia todo cuando no es el asfalto el que domina! ...  La plaza principal nos pareció una maravilla y aunque las calles eran anchas y los automóviles que circulaban era muy modernos y con suficiente movilidad de transeúntes, se notaba distinto.

Los comercios llamaban a caminar, la gente misma era distinta, más campechana, más amable, más dada, más dispuesta a dar respuestas para que te ubicaras y te sintieras mejor en SU ciudad.  Esto lo habíamos notado antes de ingresar a la ciudad propiamente dicha cuando nos detuvimos a llenar el tanque de combustible y preguntamos por un camping o un lugar para poder dejar el motor-home más o menos al resguardo.  Era un poco más de las siete de la tarde y como se acercaba la hora de la cena también preguntamos por un buen lugar para cenar.

Nos atosigaron con sus respuestas y al final decidimos ir al camping municipal y a cenar, cuando fuera su momento, a la Cantina Náutica , un restaurant que se encontraba en las instalaciones del Club Náutico , un sitio casi obligado para conocer en San Pedro , especializado en platos de pescado de río y a mí me superaban las ganas de comer un buen Pacú o un Dorado a las brasas, pescados de río, a la postre deliciosos cuando se sabe prepararlos.

Dejamos la casa rodante en un estacionamiento descubierto o playa al costado de la Estación de Servicio y nos lanzamos a caminar mirando vidrieras de distintos comercios. Sol nos dijo de entrar a un lugar en que se servían jugos de frutas naturales.  El lugar, una confitería, era muy bonito y muy coqueto, propio para pasar un rato agradable.  Se soltaron de mis brazos para entrar y buscaron enseguida un lugar para sentarse.  La chica que nos atendió, para variar, se quedó mirando a Karina con ganas de preguntar y ésta se lo tomó a broma y le dijo: “Parezco pero no soy, siempre me confunden” .

Los cuatro nos reímos por su contestación y pedimos jugos de distintas frutas, el de naranja no lo probamos ni lo pedimos, fue uno de arándanos, otro fue pomelo dulce con durazno y el que pidió Sol tenía una variedad de frutas.  A cuál de todos más refrescante y sabroso y nos lo pasábamos para probar un sorbo de cada uno.  La nota discordante la dieron tres muchachones que se mostraban como los “vivos de la cuadra” y como yo tengo un imán para atraer a determinados “moscardones”

El caso es que se reían y hacían mención a las dos espectaculares mujeres que estaban conmigo, desvalorizando mi posible performance con las dos, incluso con una sola y, entre ellos, hablaban tratando de decidir cuál iba a ser el que se acercara a invitarlas con una copa. Karina los escuchó, incluso, al tenerlos de frente, los vio cuando le tiraban besitos y se mostró alarmada cuando me giré para mirarlos. “Carlos, por favor, no reacciones, son unos estúpidos, terminamos los jugos y nos vamos” , -me pidió-.

En realidad, no pensaba reaccionar, por desgracia nunca falta el “local” que se quiere demostrar como el “dueño del gallinero” , normalmente hijos de… a los que “papito” los suele sacar siempre de los aprietos.  Algo de eso debía haber porque los tres estaban bien vestidos y tenían toda la facha de “nenes bien” .  Que los mirara y no les dieran importancia pareció envalentonar a uno de ellos que no le hizo caso al dueño del lugar, un hombre como de unos cuarenta años que se encontraba detrás de la barra y que le pidió que no hiciera escándalo y que se fueran del lugar.

Los otros dos le hicieron caso al dueño y lo empujaron al “cocorito” para terminar yéndose del lugar sin que hubiera más inconvenientes, lo escuché decir algo así como, “estos creen que pueden venir cuando quieren a tratar de pisar fuerte en un lugar que no es de ellos” …  No les di ni cinco de pelotas así y todo ya me había puesto, como quien dice, “en modo combate” para romper un par de brazos pero… se fueron justo.  El dueño se acercó a pedirnos disculpas por el mal rato y le contesté de malos modos…

  • Es usted el que los deja entrar, de todos modos, deberían agradecerle porque les salvó la vida a los tres, tráigame por favor la cuenta
  • Menos mal que no reaccionaste amor, nos hubiera arruinado el fin de semana , -acotó Karina -.
  • ¿Quiénes son esos estúpidos?, no tienen ni idea de con quien se metían , -expresó Sol -.
  • El que quería pelear es el hijo del Secretario de Gobierno, hasta el padre está cansado de sus tropelías, los otros dos son hijos de comerciantes de la zona, -dijo el señor-.
  • Bueno, no importa, ya pasó, trabajo como custodio personal del Presidente, soy cuarto Dan en tres Artes Marciales y en un caso de agresión en banda, las bajas contrarias no cuentan, decididamente, usted les salvó la vida, tráigame la cuenta por favor.

Salimos de allí y Karina me vio pensativo, “¿estás mal?, ¿querés que regresemos? , -preguntó-… “No, cielo, estoy bien y quiero ir a cenar a un buen lugar y pasar mañana un día tranquilo, ningún “matoncito de pueblo” me va a privar de pasarla bien con ustedes dos, le mentí ex profeso al señor y seguramente ya les debe haber avisado” , -le contesté-.  De todos modos, estaba prevenido, suelen ser tan estúpidos que insisten.  Nos fuimos de inmediato al camping municipal y nos dieron un hermoso lugar entre dos árboles frondosos y desde donde se podía ver el río.

Las chicas se fueron a dar una ducha y yo hice lo mismo en los baños del camping, luego de eso y ya cambiados, pedimos un remís en la administración y nos llevó al Club Náutico .  El lugar era hermoso y antes de sentarnos en la mesa que nos dieron, nos fuimos a caminar por el extenso muelle que se internaba en el río, desde allí veíamos la edificación con luces que la tornaban muy vistosa.

Luego del paseo nos acomodamos para cenar y, tal como yo quería, nos empachamos de Dorado asado.  Nos chupamos los dedos con el preparado que venía con el pescado, al que acompañamos con un delicioso vino blanco helado.  Estábamos en el momento de los cafés y entraron al lugar, dos matrimonios de gente mayor, que rondaban los sesenta años y una pareja de jóvenes que los acompañaban, el muchacho era el “matoncito” y ya debía estar avisado porque bajó la vista cuando me quedé mirándolo, la mentira había causado su efecto (a medias porque lo de custodio presidencial no era tan errado, lo que variaba era el presidente jajaja) .

Regresamos con otro remís y nos reíamos de Sol porque el vino le había pegado un arrebato y estaba más que contenta y risueña.  Tal que, al entrar a la casa rodante comenzó a sacarse la ropa entre uno que otro quejido y quedó vestida sólo con la faja que pasaba por la parte baja de su torso.  Otro tanto hizo Karina y, estando ya desnuda, dejó que Sol se tirara en la cama y ella se dedicó a sacarme la ropa a mí.

Aquello pronto fue un “viva la pepa” con Sol sentándose encima de mi verga y gritando porque estaba penetrada hasta los huevos, la pobre no controlaba mucho su cuerpo y se dejó caer luego que el glande encontró su abertura.  Ninguno de los dos pudo sostenerla, aunque lo intentamos, sólo se movió un par de veces gimiendo, acabó y, quejándose, se tiró a un costado a dormir su “mona” . Karina de parabienes, me tenía todo para ella y traté de no defraudarla.

En principio la dejé tomar posesión de mi verga y la cabalgada que dio no tuvo desperdicio, movía sus caderas cuando las pelvis se pegaban y no me surgía la necesidad de entrar y salir, el masaje de sus músculos subía y bajaba mi goce y mi placer.  Sus manos se tensaron y apretaron mis pectorales cuando el orgasmo la asaltó, no hubo control que valiera, toda ella temblaba ofreciéndome su entrega y se dejó caer sobre mi pecho para comerme la boca.

Sus ojos brillaban cuando me dijo: “Amor, si querés cogeme vos por donde quieras, estoy destruida” …  A mí me pasaba igual, no sé si era por el viaje, por lo nuevo, por los momentos de tensión o porque se había vivido todo intensamente, lo cierto es que no me apetecía seguir, menos que menos si ella no participaba, sin embargo, aún sin haber terminado me sentía más que bien por estar con ella a mi lado.

El debut en la cama de la casa rodante no había sido apasionado tenía la calidad de lo amoroso.  El ambiente estaba más que templado, me acosté boca arriba y le pasé un brazo debajo de la nuca, lo cual actuó como un detonante para que se abrazara a mí y apoyara su cara en mi pecho.  Creo que este movimiento fue reflejo porque ya estaba completamente dormida y yo también me entregué.

Me despertó el trinar de un concierto de aves, recién estaba amaneciendo y dejé que esa música me meciera para seguir en mi limbo de sueños, cuando volví a despertar Sol estaba cambiada y Karina se ponía una remera, la tanga completaba su vestimenta, las dos tenían el cabello húmedo y al notar que me movía se acercaron las dos para besarme, darme los buenos días y decirme: “Las dos te debemos algo, disponé como quieras” …  Sus miradas y las actitudes de sus cuerpos eran evidentes, es más si me tocaban iba a responderles, pero no era el sexo lo que necesitaba en ese momento.

“Quiero besos, ir al baño y comer algo, en ese orden” , -les dije y fue suficiente para que se tiraran encima a comerme a besos-.  Luego pasé al baño, me di una ducha y salí renovado a tomar el mate que me alcanzaba Sol .  Habían extendido la mesa y desayunamos masas finas con mate ante las cargadas y bromas de Sol porque se había despertado primero y nos encontró apretujados en un costado de la cama y pegados como lapas, “parecían el uno para el otro después de su noche de bodas, no los quise llamar, me encantó verlos así” , nos dijo sonriendo y logró con esto que Karina se ruborizara.

Después fue una caminata por el camping, nos acercamos al muelle en que varios pescadores despuntaban el vicio y charlé un rato con ellos notando que el “bichito” que incentiva las ganas de pescar daba vueltas en mi cabeza, hasta pensé en comprarme una caña, un reel, líneas, plomadas y carnada en la proveeduría del camping.  Sostener una caña sentado en un muelle y esperando un pique era algo que siempre me había servido para “blanquear” mi mente y me otorgaba una paz que sólo los pescadores entienden.

Me abstuve de hacerlo porque estaban las chicas que me apuraban para irnos a la ciudad a almorzar, nuevamente nos movilizamos con un auto de alquiler con conductor y nos fuimos a pleno centro a almorzar en un restaurant-parrilla al que nos llevó el conductor del auto pues fue a él que le dijimos que teníamos ganas de comer carne asada.  Faltó poco para que nos comiéramos la vaca entera, estaba todo delicioso y luego de una larga sobremesa caminamos por la plaza y disfrutamos de la quietud de las calles de San Pedro en las, casi obligadas, horas de siesta.

Se hicieron casi las cuatro de la tarde y nos regresamos a buscar el motor-home, la vuelta se imponía temprano pero antes compraron en una Panificadora de la zona unas cuatro ensaimadas, dos rellenas con dulce de leche y dos con crema pastelera.  Es un pastel relleno que yo decía que eran similares a las famosas Roscas de Pascuas, me hicieron notar que las Roscas tienen el dulce por encima, generalmente crema pastelera, huevos y azúcar, éstas no, éstas están rellenas, de una u otra manera, eran riquísimas y acompañaron el mate del regreso.

Otra amansadora fue en un puesto de frutas, bolsas de naranjas y duraznos briscos, pelones, damascos, fresas, arándanos, varios frascos de mermeladas de frutas, peras, perdí la cuenta de lo que compraron, lo que sí sé es que la casa rodante parecía el depósito de una verdulería.  La vuelta fue más rápida y como a las ocho de la noche estaba estacionado frente a la casa de Karina ayudándolas a bajar las bolsas, con risas que surgían plenas porque lo habíamos pasado de lo mejor.

Querían que me quedara a pasar la noche con ellas, pero decliné la oferta, acostumbrado a mi propia soledad ya entendía que había sido demasiada compañía por ese día y quería regresar al hotel.  Con Karina estaba bien pero sumada Sol , tal como me encontraba yo, la cosa daba para multitud, ni ganas de sexo tenía.  Ellas no lo sabían, tenía ganas de agarrar la ruta y salir a divagar por ella, dormir donde me agarrara la noche o la siesta o la media mañana, es decir, para ser claros, hacer lo que se me “cantaran los huevos” , sin que hubiera opiniones ni voces de otros de por medio.

La vista del río, de alguna manera me había influenciado y decidí que no iría para el lado del interior del país por la ruta 9 hacia el lado de Córdoba, lo haría por la ruta 12 a la zona de la Mesopotamia ( Entre Ríos, Corrientes y Misiones ) .  Ya en el hotel llamé a la Agencia de alquiler del auto y lo devolví, arreglé las cuentas en el hotel y acomodé mis bártulos en el motor-home, no me olvidé de nada y utilicé por primera vez mis “molduras codificadas” para guardar el dinero y las armas.

A medianoche me encontraba hablando con un Oficial de Gendarmería para que me permitiera estacionar en una playa grande al costado de las cabinas del peaje anterior al cruce del puente “Bartolomé Mitre” conocido por el nombre común de “Puente Zarate”(el mismo que había visitado con las chicas el día anterior) .  El otro puente, llamado comúnmente “Puente Brazo Largo” , se llama en realidad “Justo José de Urquiza” y, una vez traspuesto, daba ingreso a la Provincia de Entre Ríos , los dos, separados por 30 Km. de ruta solitaria, conforman el llamado “Complejo Zarate-Brazo Largo”.

El Oficial a cargo de la guardia que controlaba ese paso, un muchacho de mi edad, no tuvo inconvenientes para otorgarme el permiso y pernoctar en el lugar, aunque aprovechó para pedirme si podía visitar el interior de la casa rodante.  Pensé que quería “fisgonear” el lugar, pero resultó que, según contó, estaba construyendo una junto con su padre y quería ver las comodidades que tenía la mía y, si se podía, copiar algunas mejoras.  Quedó enloquecido con el interior del motor-home y preguntó lo que quiso.

El resultado fue que me acosté como a las dos de la mañana porque, mate dulce de por medio, conversamos de todo un poco y salió a colación el tema de la Seguridad Privada porque, para aumentar sus ingresos, hacía “adicionales” como agente de seguridad en una empresa de la localidad en que vivía (algo que desgraciadamente suele ser común porque los sueldos del personal de las Fuerzas de Seguridad no son de lo mejor) y pasamos a conversar como “colegas” .

Era de Gualeguay , una localidad entrerriana distante a unos 150 km, por la que yo tendría que pasar y quedamos en que a las siete de la mañana me despertaría porque era la hora en que dejaba la guardia y yo me ofrecí a acercarlo para que no tuviera que esperar hasta las nueve de la mañana al micro que lo llevaría.  Dormí como un lirón sin ni siquiera escuchar el movimiento incesante de automóviles, micros y camiones que pasan por el lugar.

En el Destacamento policial de la Policía de Entre Ríos , que se encuentra no bien se traspone el segundo puente, me pidieron la documentación pertinente para circular, luego de lo cual me dieron la bienvenida a la Provincia de los “panza verde” .  Contrariamente a lo que piensa mucha gente, esta denominación no es porque en la zona se consume mucha Yerba Mate, que se consume, sino que viene de mucho tiempo atrás y tiene que ver con las guerras intestinas por el control de la navegación de los ríos y el comercio.  Se les llamó “panza verde” a los soldados del General Urquiza por el color que tomaban sus uniformes al arrastrarse por el campo para sorprender a sus enemigos.

La entrada a Gualeguay desde la ruta distaba unos dos kilómetros para llegar a la ciudad propiamente dicha y me desvié para dejarlo al Oficial cerca de su casa.  Éste, amablemente, me invitó a conocer a su familia y con la mejor diplomacia me negué a ello aduciendo que debía estar al mediodía en otra localidad y no llegaría, igual nos pasamos los teléfonos por cualquier eventualidad.

Después de la despedida pasé por el centro de la ciudad y nunca dejaba de sorprenderme la calma que se vivía en las ciudades del interior.  Problemas los había y los tenían, pero para el que venía de la capital parecían no existir.  La gente se movía a otro ritmo, el tránsito era calmado y tranquilo y el trato era de lo más deferente.  Salía nuevamente a la ruta después de dar un par de vueltas por la ciudad y paré a cargar combustible y a tomar un desayuno caliente, el café con leche con medialunas de manteca era primordial antes de seguir viaje.

Continuará…

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