Aplicando justicia (18)

Meto mano en la Seguridad de la empresa, compro lo ofrecido por la Internet “oscura” y añoro.

MALA SEGURIDAD - AÑORANZAS - DUDAS.

Me desperté como a las nueve de la mañana, encontré una nota en la almohada por la cual Helga me avisaba que se había ido a la empresa y que me esperaba allí cuando yo creyera conveniente.  Me levanté, me bañé y bajé a comer algo a la cocina, allí la emprendí a los besos y los abrazos con la cocinera y me preguntó con cara de pícara, “¿Acaso vas a venir más seguido a quedarte a dormir?” …  Me reí con ella y le dije que tenía que hacer un trabajo de unos tres o cuatro días y luego trataría de “escaparme” nuevamente.  No preguntó más y luego de desayunar, me fui para la empresa.

Fue muy agradable llegar a la empresa y ser saludado respetuosamente y con apretones de manos por la gente de Seguridad y por algunos empleados de recepción.  Me dirigí directamente al ascensor de Presidencia, el hombre de Seguridad que estaba en la puerta me dijo, “buenos días señor Carlos , lo están esperando” , agradecí y subí solo al ascensor, ninguno hizo ningún ademán para acompañarme.

En el piso de la Presidencia me recibió la secretaria de Alphonse , a la que también conocía y a ella, luego de saludarle le pregunté el porqué de la falta de un hombre de Seguridad en ese piso.  Me contestó que al no estar el Presidente estimaron que no era necesario, la miré serio y le contesté:

  • De todos modos, está Helga que cumple las funciones y las reglas no se cambian porque esté o no “fulano”, no lo voy a ordenar porque no estoy como Jefe de Seguridad, pero va a ser mejor que pidas un hombre y que el responsable se ajuste los pantalones…
  • No se enoje Carlos , yo les dije que no mandaran a nadie porque a la señorita Helga no le gustan los custodios.
  • Es que nadie termina de entender que, respecto a la Seguridad, no es el custodiado el que decide, ni tampoco tienen que seguir órdenes de ninguna secretaria o Director, enseguida voy a hablar con Helga y te aconsejo que lo soluciones.

El enojo no era con la chica, ella podía pedir lo que quisiera, pero el personal de Seguridad tenía normas que cumplir y no podía dejarse llevar por lo que le pidieran, ese era un error del Encargado de día, eso sin contar que ya había notado fallas en el personal y eso era un tema que le competía directamente al Jefe de Seguridad.

El hombre era un felino para hacer su trabajo y estaba atento a todo lo que sucedía alrededor del custodiado y su entorno, aunque, tenía una enorme deficiencia con el “don de mando” , no transmitía con autoridad y cuando eso pasa, el Subalterno “le toma el tiempo” para poder hacer como él quiere, el resultado es un relajo en la Seguridad de la segunda línea.  Golpeé en la oficina de Helga y contestó que pasara...

  • Vos no tenés necesidad de golpear para entrar en mi oficina.
  • Ya lo sé, es sólo para guardar las formas, ¿me podés explicar por qué decís no necesitar a la gente de Seguridad?
  • Porque no quiero tener detrás de mí a gente que no conozco, además no creo que pase algo malo.
  • Tu padre pensaba igual y le costó la vida a uno de mis mejores compañeros e Ingrid debe andar en su décima operación para poder seguir con su vida.  No rompas las pelotas con la Seguridad, ellos tienen que cumplir las normas que tienen establecidas y que noté bastante desfasadas.
  • Tampoco es para tanto…
  • Avisá si vas a seguir con esas actitudes de niña “pija” porque así hablo con tu padre, me quedo en mi hotel y no tengo necesidad de llorar a nadie por remover determinados “avisperos” y querer hacer lo que se les “cantan los ovarios”.

Helga se dio cuenta de que no estaba jugando, sabía que yo no hablaba por hablar, amén de haberme visto actuar la noche anterior en el estacionamiento, tenía claro que no era un tipo al que se lo podía manejar con una sonrisa o moviendo el culo. “No te enojes cielo, está claro que me equivoqué, te propongo algo, vas a tomar las decisiones de este caso y yo te las respaldo todas con mi cargo, vos te movés en un ambiente que yo no comprendo, ¿qué querés hacer?” …  Evidentemente la alemana no era tonta, sabía dónde le apretaba el zapato y le gustaba que le apretara cuando el zapato se lo ponía yo.

“Me bajé de la moto” y, calmándome, le expliqué lo que quería hacer.  Lo primero que le dije es que quería al hombre de Seguridad en la oficina lindera…

1-Nadie puede llegar a vos sin pasar por él, le guste o no a la secretaria de tu padre, ella está para cumplir tus directivas, no para hacer lo que quiera .

2-Vamos a tocar demasiados bolsillos “sucios” así que hacete a la idea de moverte con la custodia, no te imaginás las barbaridades que puede pensar y hacer un tipo está a punto de perder la libertad y todo lo que tiene, además, por lo que creo, son varios.

3-Vamos a necesitar del chico que descubrió la punta del ovillo y para eso quiero que sea despedido, - Helga se incorporó del sillón para decir algo y la frené-. Quiero que trabaje con nosotros en tu casa, solucionado el inconveniente va a ser reintegrado con otro cargo más alto y un aliciente económico.

4-Mandá a llamar al chico y al Jefe de Informática para ponerlos al tanto de lo que se quiere hacer.

Ni punto de discusión, todavía no había terminado de hablar cuando Helga le ordenó a la secretaria que hiciera poner dos hombres de custodia en su ante despacho, “mientras yo esté en las instalaciones quiero dos hombres cercanos a mí, nadie entra a verme si yo no lo autorizo” , -ordenó y tardaron muy pocos minutos para cumplir sus directivas-, luego mandó a llamar al Jefe de Informática y al empleado contable que nos interesaba pero a éste le habló por su línea privada y le dijo que pidiera permiso alegando que lo llamaban de Recursos Humanos pero que él se dirigiera a Presidencia.

El primero en llegar fue el de Informática, me presenté con él y le dije que tenía que hacer un trabajo relacionado con la empresa, pero pasaba por el hackeo, la recopilación de información y la investigación de ilícitos.  La idea lo entusiasmó enseguida y más aún cuando le dije que trabajaría en la empresa medio día y el otro medio día lo haría en otro lugar, le comenté que sería él sólo y que por eso se le abonarían veinte mil dólares.

Por lo pronto, como tenía una oficina apartada y nadie sabía lo que hacía en ella, le pedí que comenzara con las escuchas telefónicas de las personas de una lista que le di y que grabara todo lo que a él le parecía de conformación dudosa e ilegal.

Le aseguré que nadie sabría que él había tenido que ver con la recopilación de información y que todo sería legalizado a posteriori, “cuenten conmigo, esto lo haré en total secreto y le pasaré un informe todas las tardes sobre lo escuchado en la mañana” .  Se fue a hacer la tarea encomendada y más que contento porque recibió un adelanto de cinco mil dólares.

Luego le tocó el turno al empleado contable, el entusiasmo de éste fue total porque le habían dado cabida a su denuncia, diciendo incluso que había averiguado algunas cosas más.  Dudó respecto al tema del despido y Helga en persona le aseguró que sería reintegrado apenas se saneara su sector de trabajo, además le dijo que como no podría ofrecerle el cargo de Director del Área Contable porque no era todavía recibido, lo reintegraría como Sub Director de esa área.  Nos pusimos de acuerdo en que insultaría feo y amenazaría con golpear al actual Director y luego se retiraría de la oficina esperando que éste lo despidiera y que en la mañana se presentara en el domicilio del Presidente de la empresa.

Actuando como si fuera su padre, Helga se comprometió a abonarle un extra de diez mil dólares, además del reintegro del trabajo y el ascenso.  No bien se fueron los dos y solucionado estos primeros, si se quiere, escollos, la alemana me dio un beso, me invitó a almorzar en su despacho y poniéndose mimosa me dijo que más que besos no me podía dar porque apenas si podía con la irritación de todas sus partes, “fuiste muy gentil y considerado conmigo, me sentí deseada, admirada y adorada pero todavía me cuesta aguantar tu grosor, vamos a tener que practicar más seguido, jajaja” , -expresó-, yo preferí reírme y no contestar.

Después del almuerzo me dediqué a recorrer las instalaciones de la empresa y no me gustó que hubiese áreas totalmente desprotegidas, me asumí por las mías como Asesor de la Presidencia convencido de que Helga no pondría “peros” ante cualquier pedido mío y me fui a buscar al Encargado de la Seguridad porque había dos o tres puestos que yo había dejado establecidos y no había efectivos en ellos.  Me atendió un grandote arrogante y mal educado…

  • ¿Usted es personal de la empresa? , -preguntó cómo ladrando y ni siquiera saludó-.
  • No señor, no lo soy, -le contesté de buenos modos-.
  • Bueno, tome asiento ahí y espere a que venga la secretaria, vaya llenando estos papeles. -Me dio una solicitud de empleo confundiéndome con un aspirante, algo factible por cierto porque, debido a la temperatura ambiente de todo el edificio, yo andaba de mangas de camisa-.  Aproveché para hacerme el tonto.
  • Disculpe señor, yo quería ver al Jefe y si no está la secretaria trataré de pasar a verlo

Encaré para la puerta rogando que se pusiera en pesado y cometió el error, se puso delante de mí y me colocó la mano sobre el pecho impidiéndome el paso.  Tomé su mano y le torcí los dedos y la muñeca, eso provocaba un dolor increíble y conjuntamente con su grito pateé su espinilla y el muslo de la misma pierna, gritó nuevamente y con la pierna totalmente paralizada se derrumbó como una bolsa de papas.

  • Me molesta que me traten despectivamente y faltándome el respeto, dígale al Encargado que estuvo Carlos XXX y que se presente con urgencia en Presidencia con el organigrama de puestos y los nombres de los efectivos que están trabajando hoy, el suyo incluido” .

Me fui de allí caliente como un chivo, entré en el despacho de Helga que se levantó enseguida de su sillón preguntando que me pasaba…

  • ¿Por qué me lo preguntás, se me nota la bronca? , -le pregunté tratando de demostrar aplomo-…
  • Exteriormente no se te nota nada, pero esa mirada te la vi la otra noche cuando tuvimos el altercado, ¿qué pasó?, -preguntó inquieta-.
  • Pasó que cuando yo me fui de la empresa dejé establecido un organigrama de trabajo y normativas para el personal de Seguridad, entre ellas el buen trato con la gente, hoy fui a recorrer la empresa y faltaban efectivos en algunos puestos, como no sé si se levantaron o no estaban porque no está tu padre y/o porque se les dio la gana, fui a las oficinas del Jefe de Seguridad, allí hubo uno que se puso en pesado, lo dejé recuperándose de un par de golpes y le pedí que le avisara al Jefe que viniera para Presidencia, esto es un “viva la pepa” y con tu padre existe el compromiso respecto a que el tema de Seguridad se respetaría a rajatablas.
  • Ahora vemos como lo arreglamos…  ¿Lo lastimaste al efectivo?...
  • No, sólo en su orgullo y aquí no hay nada que arreglar, las cosas se hacen como lo dejé especificado o se cambia al personal, si vos no estás en capacidad de resolverlo, yo me encargo de hablarlo con tu padre.  Ninguno de ustedes dos debe estar expuesto a nada irregular con su seguridad.  Esto pasa porque me equivoqué al elegir al Jefe, es muy bueno como custodio personal pero no tiene autoridad con los subalternos.
  • Yo no sé nada de eso Carlos , hablá vos con él y si tenés que hacer limpieza, hacela como si la empresa fuera tuya, ya te dije que yo te respaldo en todo.

Siete u ocho minutos después nos avisó la secretaria que el Jefe de Seguridad estaba esperando para vernos, “dígale que pase” , -le contestó Helga con una voz que no auguraba nada bueno para él-.  El hombre se presentó con la cola entre las patas y saludó dispuesto a recibir el reto de su vida, no bien se dirigió a Helga , ésta lo frenó despejando cualquier tipo de dudas…

  • A mí no me diga nada, todo lo que decida el señor Carlos respecto a la Seguridad y a los efectivos, despidos incluidos será refrendado absolutamente por mí y por mi padre, hable directamente con él”

No lo dejé que me explicara nada y le pedí el organigrama de servicio conjuntamente con las listas de efectivos.  Cinco de los mejores efectivos habían sido despedidos y se había contratado a gente del montón, es decir, necesitada de trabajo, pero sin conocimientos de Seguridad en sí, es más, la persona que hablaba en ese momento conmigo había llegado a ser Sargento de la Policía Federal pero en la rama de Intendencia, ni nociones tenía de “caminar la calle” .

Eso me jodía sobremanera porque era mi exclusiva culpa, el Jefe de Seguridad se había sacado de encima a los mejores hombres evitando que cualquiera de ellos le hiciera “sombra” , algo propio de mediocres que yo no iba a tolerar.  Le dije al “fulano” que “todavía” oficiaba de Jefe que hiciera lo que yo le indicaba respetando el organigrama original, Helga refrendó lo que le especifiqué y luego de que se fuera, hablé con ella…

Le expliqué lo que pasaba y le hice saber que el padre no debería estar ni enterado de todo esto, ella menos que menos porque no les daba bola a los custodios desde que yo había dejado la Jefatura.  Hablé con Alphonse , le expliqué lo que había descubierto y me pidió que armara todo de nuevo a mi entera voluntad, me dijo que él seguiría en Alemania de acuerdo a lo planeado y a la vuelta me dejaría a mí decidir por los hombres que estaban con él.

No bien corté la comunicación con Alphonse miré la hora y me quedaba el tiempo para ir a comprar lo que había solicitado por la Internet profunda, me despedí de Helga diciendo que la vería la mañana siguiente en la casa y me fui al hotel a recoger el dinero.  Iba manejando y puteándome a mí mismo, por querer hacer las cosas bien con Alphonse y Helga me había metido solo en dos desaguisados relacionados con la empresa que me llevarían tiempo y atrasarían mis planes, pero no podía dejarlos colgados.

El lío en mi cabeza pasaba también por el lado de los sentimientos, estaba más que bien compartiendo cosas con Helga y en la cama cubría cualquier expectativa, pero… la imagen, la sonrisa, la predisposición y la dulzura de Valentina aparecían a cada instante.  No lo pensé más, puse el teléfono para hablar “sin manos” y la llamé…

  • Sí, hola, ¿quién habla?, si es por algún pedido, espere un segundo , -dijo al contestar y pensé que o no había agendado mí teléfono o atendió sin mirar-.
  • Si es por pedir me gustaría tenerla en mi cama…  ¿Cómo anda la arubeña más hermosa? , -fue lo primero que se me ocurrió al escucharla y levanté la voz al notar que había un gran bullicio-.
  • ¡Ayyyy, me va a dar algo!, es Carlos , Andrea , tía seguí vos con la gente, ¡es Carlos , es Carlos! , ya vuelvo, -le decía a Andrea y la escuché a ésta gritar-, “que no cuelgue que yo también quiero hablar” . Hola mi amor, no lo puedo creer, ni miré el teléfono, está el local lleno de gente.  Te quiero, te quiero, te quiero, -tras cartón se notó que había ingresado a un lugar más tranquilo, seguramente el privado que tenían en el local porque se opacaron los ruidos- .

Le conté que estaba manejando el auto y no podía hablar mucho, que la llamaba para saber cómo estaba.  Fue una catarata de explicaciones, de querer contarme todo junto, de decirme que estaban trabajando a full, me contó de Abigail que tenía muchos clientes y que ninguna daba abasto con el emprendimiento y con la Inmobiliaria, “te extraño mucho mi vida, todas te extrañamos, pensamos que nos habías olvidado” , -lo decía con voz sentida-…

¡Qué joder, yo también me emocioné al escucharla! , me faltó Abigail porque había salido a mostrarle un departamento a una pareja, sí hablé con Andrea que acaparó el celular diciendo, “dame a mí que quiero saludarlo, tortolita, hola Carlos , vida de mi vida, dejé a la gente sola en el negocio, pero no quise privarme de escuchar tu voz” .  Crucé un par de palabras con ella y luego le dije a Valentina que las llamaría más tarde por el Skype o por el video de WhatsApp pues quería verlas y que para eso prefería la tranquilidad de la habitación del hotel.

Luego de cortar la comunicación me sentí mejor, Helga era un monumento de mujer y cumplía con todas las expectativas de cualquier hombre, me hacía sentir más que bien, lo mismo podía decir de Abigail y Andrea, pero… Valentina era Valentina y después de Cristina era la única que me movía toda la estantería.

Corté y me fijé en los carteles de las calles porque estaba llegando al lugar dónde me encontraría con los “proveedores” de las “herramientas” que necesitaría para continuar con mi plan.  Me podría meter en “otros bailes” y posponía, pero no olvidaba lo que para mí era primordial.

Una camioneta se me puso a la par en un semáforo y el conductor me hizo señas para que lo siguiera.  Dio un par de vueltas y luego se dirigió a la salida de esa ciudad o pueblo, hizo unos mil metros y dobló metiéndose en una calle de tierra recién regada y bien apisonada por la que circulamos unos quinientos metros más hasta que se metió en lo que parecía un granero pre-armado como los de las películas yanquis.  Estacioné el auto y el que me había guiado se acercó pidiéndome que desarmara el celular para después dejarlo en el auto, le hice caso y vi que había un par de tipos más que portaban armas largas.

Ya adentro de ese lugar, me recibió un tipo alto, pelado y bien vestido que parecía desentonar totalmente con el ambiente rural que dejaba adivinar la construcción.  El saludo fue un seco, “buenas tardes” y luego me dijo que tenía todo lo requerido, controlé la mercadería que me dejó muy conforme, aunque no me privé de revisar todo lo que me mostraba, con una sola excepción.

El telescopio me acercaba hasta mi nariz todo lo que quería enfocar, la caja de balas explosivas estaba sin abrir y la di por buena sin revisarla, a la par que le pedía un par de cajas más de las municiones del calibre del rifle, pero de las denominadas “comunes” , sumé a la compra unos ocho micrófonos inalámbricos diminutos que funcionaban sólo en la computadora que tuviera incorporado un programa que te entregaban en un pendrive que venía adosado.  Los cargadores eran originales de fábrica y el silenciador que difuminaba el fogonazo del disparo me satisfizo totalmente.

Todo me fue entregado en un bolso chico en que entraba cómoda la “mercadería” , pagué sin rechistar el precio que me pidió y me entregó una tarjeta de presentación totalmente negra, en apariencia, sin nada escrito en ella, me mostró que al moverla aparecía un número grabado en color plata y me dijo que, en el supuesto de que quisiera algún producto más, ya no sería como esta “primera vez” , me pedirían ese número para iniciar las conversaciones, “si la olvida o la pierde, no podremos satisfacer nuevamente sus requerimientos y será inútil su insistencia” , expresó y no me quedaron dudas de que así sería-.

Manejé tranquilo y respetuosamente hasta el hotel, seguramente me habían seguido porque, en ese rubro, toda medida de Seguridad es insuficiente pero no me hice mayor problema por eso, ni siquiera intenté descubrir al vehículo que me seguía y mucho menos tratar de perderlo en el tránsito.

Al entrar en la suite cerré la puerta y, poniéndome los guantes finos que utilizaba siempre tomé una franela y limpié cualquier posible huella, incluso en las municiones, lo hice una por una y cargué después todos los cargadores con balas explosivas.

Había adquirido también un aparatito electrónico que era una alarma sonora, se fijaba en el interior del mueble a cuidar, era un cuadradito de unos tres centímetros con un fijador tipo sopapa y con una especie de cable pegado a la unión de la puerta con el marco, al abrir se despegaba eso rompiendo un circuito establecido, muy similar a las alarmas de las puertas de las casas y se podía poner arriba, en el medio o debajo de la puerta pues quedaba perfectamente oculto.

Para un profesional no sería difícil darse cuenta de ésta y desactivarla, pero rateros o personal del hotel se llevarían una enorme sorpresa cuando ese aparatito comenzara a silbar aturdiendo a varios en las cercanías.  Guardé todo en un pequeño compartimento con cerradura en el placard, puse esta alarma y allí quedó todo, salvo tres micrófonos que me guardé en el bolsillo, ya habiendo cargado el programa del pendrive en mi Tablet.

Veríamos si daban resultado al ser usados en el nuevo proyecto relacionado con la empresa de Alphonse .  Por lo demás, ya lo había decidido, los que habían sido apuntados y calibrados para sufrir mí venganza tendrían algunos días más de vida.  Por lo pronto quería darme un regio baño, pedir la comida en la habitación y prepararme para pasar un rato viendo a tres mujeres despampanantes en pelotas, una rubia, una morocha y una castaña que no tardarían en sacarse la ropa frente a la cámara de su celular.

Estaba vestido sólo con un bóxer y terminando de cenar cuando vibró el celular y conjuntamente con éste la Tablet me avisaba de una llamada por Skype, era Valentina quien estaba rodeada de Abigail y Andrea , la tres expectantes a mi contestación…

  • Hola mi amor, mi cielo, vida de mi vida, no sabés cuanto te extrañamos, -dijo Valentina adelantándose a las otras dos-.

Se notaba que estaban en el comedor de mi casa y la rubia me hizo saber que se habían mudado las tres a esa casa porque les era más cómoda y les quedaba más cerca de los locales.  No les puse objeciones y me contaron como habían mejorado sus ingresos y las relaciones con los demás comerciantes.  Se atropellaban para contarme y me dijeron que tanto para la Inmobiliaria como para el negocio de suvenires habían tenido que tomar empleadas.

Las tres tenían puesto sostenes, nada más que para tapar las tetas porque no necesitaban sostener nada, Andrea tenía un shorcito cavado y Abigail una tanga, eran las que estaban paradas y le pregunté a Valentina que tenía puesto además del sostén porque al estar sentada frente a la cámara de la compu no la veía bien.  Se levantó de la silla y me mostró que estaba desnuda, “además puse una toalla en la silla porque me mojo toda cuando hablo con vos”, -me dijo y rieron las tres-.

Andrea me contó que habían aparecido “interesados” en salir con ellas pero que habían “rebotado” , “ellos no lo saben, pero no pueden ni podrán dar tu talla” , -afirmó-, a esto les contesté:

  • Yo estoy lejos y no puedo pedirles que se comporten como monjas de clausura, aunque… ojo con lo que hacen, no van a faltar “buitres” que pretendan aprovechar su buen pasar y al respecto hay tres cosas que les voy a exigir:
  • 1- No quiero a nadie metiendo las narices en los negocios, hoy por hoy se han convertido en presas apetecibles y no es sólo por sus bellezas.
  • 2- No quiero que nadie pise mi casa, ni siquiera por ratos.
  • 3- Valentina, vos sabrás lo que tenés que hacer, mi “pareja” sólo puede tener “conocidos” de sexo masculino, no admito más.

Daba por descontado que Andrea y Abigail tendrían sus “tiroteos amistosos” , era como si su propia personalidad se los pidiera, pero eso era algo que no podría tolerar en Valentina y los celos se dejaron notar sin ningún tipo de dobleces.  La rubia no tardó en responder…

  • Que te quede claro mi alma, yo soy tuya con todo lo que eso implica y nadie me hará cambiar ese modo de pensar, no necesito que me “doren la píldora”, yo sé a quién y cómo te amo.

Me di cuenta que necesitaba ese énfasis y esa demostración de lealtad y respeto aun a pesar de la distancia.  Estuve tentado de pedirle que se viniera a pasar unos días conmigo, pero, aunque sabía que no dudaría, no me pareció justo sacarla del sol caribeño para venir a un invierno que no conocía, a más, el negocio necesitaba del trabajo de las dos.

No quise decir, agregar ni pedirles nada, de pronto me di cuenta que las otras dos estaban sobrando en mi ecuación y luego de algunas otras bromas me despedí de las tres prometiendo que en cuanto me desocupara de algunas cosas, viajaría a visitarlas.  Antes de cortar la comunicación Valentina me preguntó si me podía volver a llamar y le dije que lo hiciera cuando tuviera ganas.

Me quedé un poco con las ganas de ver las tetas y los culos de las tres arubeñas, pero no me hice mayor problema, me había bastado con verla a Valentina y me quedaba claro que era a la única que necesitaba verdaderamente. Helga era un partido impresionante, no sólo por su belleza y entrega, sino porque también estaba de por medio la empresa y las ganas de Alphonse para que yo me hiciera cargo de la misma en un futuro no muy lejano.

Las intenciones de Alphonse eran muy claras, yo era, sin ningún tipo de dudas, el yerno deseado, pero… sabía también que nadie mandaba en mis sentimientos.  Me había metido sólo en un “baile” que por momentos me superaba y no los podía dejar de lado, es más, ahora tenía que meterme en la cabeza que el que no podía “quedar pagando” era yo y eso me estaba preocupando bastante…

Decidí que debía dejar de lado los pensamientos y dedicarme a seguir con lo que tenía que investigar, me serví una copa y me puse a navegar hackeando para averiguar sobre el Director de la parte de Contaduría.  El hombre tenía unos diez años de antigüedad en la empresa, había ingresado a la misma como Sub director del área y hacía siete que tenía el cargo más elevado y, desde cuatro años y medio a esta parte, su capital personal se había incrementado sobremanera.

No me daban los números, tenía un buen ingreso, pero, a grosso modo, estos no cubrían sus gastos mensuales, pasaba algo similar al Gerente de la empresa en Mar del Plata y aunque parecía “esconderlos” mejor, el saldo de su cuenta bancaria era acorde a sus ingresos, aunque seguramente tendría otros emolumentos no declarados.  De hecho, la mujer no trabajaba, pero gastaba demasiado con su tarjeta de crédito.  No tenía nada en firme hasta que noté que habían ido de vacaciones dos años seguidos a Barbados y allí apunté mis “cañones” .

Era sabido que en Barbados podrían utilizarse Bancos que actuaban como “paraísos fiscales” , el dinero allí depositado no se declaraba y rendía buenos intereses.  Mi tablet y los dedos “hablaron” y el listado de cuentas de los dos Bancos más importantes de ese país me deparó algunas sorpresas desagradables.  Los titulares de casi un setenta por ciento de las cuentas eran mujeres y precisamente, la mujer del Contador de la empresa tenía una cuenta que acusaba un saldo de casi dos millones y medio de dólares, la cual le redituaba un interés mensual más que apetecible para nuestro tipo de cambio.

Habría que averiguar de dónde los había sacado y/o si eran de ella para adosarla a la presunta Causa legal, a mí no me cabían dudas de que era dinero mal habido del marido, aunque primero había que probarlo.  Otra cosa que me llamó la atención es que varias de las mujeres de la lista de poseedoras de cuentas tenían nombres argentinos y con un solo apellido, eso también habría que averiguarlo bien, estaba seguro que los importes eran de “plata negra” .  Me había “embalado” con eso y el sonido del timbre del teléfono de la habitación me sorprendió.

Era el barman de la confitería del hotel, “señor disculpe la molestia, hay aquí una señorita de nombre Karina , dice que es amiga de Sol y desea saber si puede hablar con usted , -expresó-…  No me sonó el nombre de entrada, aunque cuando me nombró a Sol recordé enseguida a la “aprendiz” y, lógicamente, a quien hacía el papel de “educadora” , la escort parecida a la actriz venezolana quería verme, seguramente Sol se había explayado con ella y querría ofrecer sus “servicios” , algo que también le convenía al barman porque llevaría su comisión y que a mí no me molestaba.  Le pedí que por favor se llegara hasta mi suite y me dispuse a esperar.

Guardé todo con lo que estaba trabajando y recordando a la morocha espectacular que estaría subiendo en el ascensor se me “ alborotaron todos los ratones” .  Era una mujer a la que daba gusto tan sólo con mirarla y me dispuse a terminar ese día disfrutando de una compañía más que agradable.  Abrí la puerta cuando se anunció con un toque sutil y la morocha alta de ojos verdes, campera de cuero, minifalda y tacos altos que estaba parada frente a mi puerta me hizo sentir un tipo privilegiado.

Continuará…

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