Aplicando justicia (17)

Estaba ideando como realizar otro estropicio y surgen otras necesidades casi familiares.

CORRUPCIÓN EMPRESARIAL.

Me iba de allí un tanto desilusionado y como no quise regresar por el mismo lugar para que el auto no llamara la atención, giré a la izquierda en una de las esquinas y me alejé unas dos cuadras para regresar luego por otra calle transversal.  Iba pensando que tendría que hackear algunas de las oficinas de catastro de la municipalidad para obtener los planos de la propiedad y cuando pasé por una calle cortada vi a mi derecha que había a unos cien metros una torre de telefonía celular.  Éstas, normalmente se colocaban en algún terreno alquilado o comprado por la empresa de telefonía y no solía tener vigilancia.

Estaba seguro que desde allí, con la mira telescópica de largo alcance del rifle, podría mirar toda la propiedad, el único problema era que debería hacerlo de día pero podría pasar por un operario de los que, normalmente controlaban el funcionamiento de la torre y sus antenas.  Busqué el lugar en que estaba ubicada la torre y me alegró ver que era un terreno cerrado con un alambrado perimetral y con un portón también de alambre con refuerzos que estaba cerrado por un candado común.  No me costaría nada abrirlo y aunque había dos casas vecinas en las proximidades, éstas tenían las edificaciones separadas por unos treinta o cuarenta metros de parque.

Ya vería como podía vigilar desde allí, incluso, si me era más conveniente, practicaría tiro al blanco desde el lugar, aunque si me decidía por eso habría que hacerlo de noche, además debía conseguir una mira infrarroja y balas 338 explosivas para el rifle.  Para todo ello tenía que recurrir a Patricio , seguramente él podría conseguirlas o navegar yo por la Internet “oscura” para ubicar a posibles vendedores sin comprometer a mi amigo.  Ya vería como hacía, por lo pronto había que “mimetizarse” como empleado de la empresa telefónica pues no tener en cuenta determinados “detalles” terminaba por jugarte en contra.

Regresé al hotel cuando comenzaba a caer la tarde, pedí desde la habitación algo para merendar porque me di cuenta que no había comido nada y me puse a navegar para conseguir lo que buscaba.  Lo que para muchos era complicado, al tener la posibilidad de ingresar en la Internet “oscura” o “profunda” hacía todo más sencillo, por esos canales se podía comprar lo que se necesitara, aun cuando lo que se pidiera pudiera ser extravagante o irrisorio, mucha más fácil era cuando uno quería incursionar en el circuito de armas o sus derivados.

Lo primero que encontré fueron telescopios en miniatura, si bien es cierto que había propagandas de ellos por la Internet “común” , por éste medio virtual se conseguían productos más sofisticados y de mejor calidad.  Adquirí unos no tan aparatosos como los que se vendían al público en general y de menor diámetro y largo, parecía un tubo negro de unos veinte centímetros y, sin esforzar, el zoom de la lente podía tener una vista detallada y cómoda de un insecto a más de quinientos metros de distancia y se podía utilizar con visión nocturna, consulté en la misma página sobre municiones para rifles y aquí me hice una “panzada” .

Conseguí una caja de treinta balas explosivas, éstas eran absolutamente destructivas porque apenas penetrar en el cuerpo provocaban una mini explosión, ni siquiera había que acertar a la cabeza para tener la certeza de una muerte segura, ni hablar lo que sucedía cuando éstas hacían impacto en algún miembro.  El cargador del rifle podía llevar seis balas de éstas y adquirí tres cargadores más, asimismo me ofrecieron un silenciador con un dispositivo que diluía el fogonazo de la munición provocando apenas un destello casi imperceptible.  Toda la operación se hacía en efectivo y debía ser retirado por el interesado en un lugar determinado.

Lógicamente todo lo adquirido era absolutamente ilegal y así como no había trastadas con los productos porque los que compraban no eran precisamente “nenes de pecho” y cualquier engaño podría representar represalias, había que estar dispuesto a una revisación minuciosa al momento de estar en el lugar, aunque también se daba por descontado una discreción total.

Los productos estarían a mi disposición al atardecer del día siguiente en una dirección que me pasaron y después de cerrar el trato me puse a ordenar y contar los billetes que tenía como “requisados” en el “trabajo” del edificio de departamentos.

Por una cosa o por otra no lo había hecho y me vino bien comprobar que había allí, en Pesos, Dólares y Euros un valor aproximado a los, ciento setenta mil, en su mayoría de la moneda americana, no bien dejé todo acomodado aparte un diez por ciento que usaría para abonar lo que me serviría para “castigar” a otro de los verdugos de mi mujer e hijo.

Luego de esto me fui a bañar porque, ya de noche y en horario de la cena, no estaría mal darme una vuelta por la casa del Fiscal, tal que, si veía la posibilidad actuaría contra él.  Salí del baño y el pitido del celular me anunció que había entrado una llamada, no lo escuché porque me metí en el baño y además porque lo usaba en vibración.  La llamada era de Alphonse y respondí su llamado…

  • Hola Alphonse, disculpe la demora, me metí a la ducha y olvidé el teléfono en la habitación, usted dirá.
  • No hay problemas Carlos , te llamaba porque quería invitarte a cenar a casa, de paso pedirte un favor.
  • Tiemblo cuando usted me pide un favor…
  • No Carlos , nada que ver, esto está relacionado con Helga y algunos de sus caprichos.
  • Está bien, no me explique nada, deme una hora y estoy por su casa, me extraña que no fuera ella la que llamara.
  • Me dijo que lo haría más tarde y yo me adelanté, tendré que aguantar su malestar aunque enseguida se le pasa.  Te estamos esperando, ella no lo sabe pero estará con nosotros.

Se me dio que Alphonse estaba haciendo de “Celestina” pero bastó con que me dijera que el problema estaba relacionado con Helga para que le aceptara la invitación.  Bien vestido, tal como la ocasión lo ameritaba, me presenté en su casa, los dos custodios de la puerta, ya avisados de mi presencia, me saludaron con un “hola Jefe” y me hicieron pasar sin retenerme.  Anunciada mi llegada, salieron a recibirme Alphonse y Helga , quien no perdió tiempo para darme un piquito frente a su padre y decir: “Que conste que yo no quería, es papá el que insiste” .

Entramos a la casa y saludé con un beso a las dos chicas del personal de servicio, las cuales se alegraron de verme y le mandé un beso a la cocinera avisando que luego pasaría a saludarla. Helga no se desprendía de mi brazo apoyando una de sus tetas en él y recordé cuan duras y apetecibles eran ambas cuando en su excitación me las mostraba con los pezones erectos.

Tomamos una copa hablando de todo un poco mientras las chicas terminaban de acomodar y luego, ya en la mesa, Alphonse me hizo saber que necesitaba que yo acompañara a Helga a una filial de la empresa situada en la zona de la Costa.

  • Te aclaro Carlos que yo no pensé en pedirte nada, lo único que dije es que me iba a ir sola, que no necesitaba custodios pero ya sabés que la experiencia de papá en esto es muy mala y prefirió molestarte a vos sabiendo que a mí me encanta la posibilidad

La miré sonriendo, estaba seguro que la muy pilla sabía que el padre no la dejaría ir sin custodios, así como sabía que había pasado la noche anterior conmigo.

  • Yo no tendría problemas en acompañar a Helga, el único inconveniente es que no puedo desentenderme de algo que debo hacer en la tarde-noche de mañana y no quedaría libre hasta después de las diez de la noche , -contesté-.…

El padre de Helga , sabiendo que ella se quedaría unos días más, le comentó que había que controlar y/o solucionar una problemática que se había presentado en la filial de la ciudad de Mar del Plata, era una de las filiales más grandes de la empresa y la que cubría el abastecimiento de toda la Costa Atlántica.

El problema que se había presentado estaba relacionado con las ventas, la producción y el inventario de mercaderías.  Según me hizo saber, uno de los empleados contables de la casa central se había puesto a desmenuzar la información que llegaba de esa filial y descubrió un desfasaje enorme en los números.

Me explicaron que la información que llegaba de esa filial daba siempre muy buenas ganancias, de las mejores de todas las filiales de la Provincia y el Contador General de la empresa, tal como hacía con otras, incorporaba las cifras dando por buenas todos los movimientos.

El joven, a punto de recibirse de Contador Público y relativamente nuevo en la empresa, entendió que había que hacer un estudio pormenorizado de todas las filiales, cotejando para ello todos los datos y que dar por bueno los informes emitidos sin hacer un control de éstos podría prestarse a maniobras fraudulentas.

Quizás no habría pasado nada si no hubiese mediado una actitud destemplada del Contador General cuando el empleado le planteó la posibilidad de hacer ese trabajo, en otras palabras, lo sacó como “rata por tirantes” y lo humilló gritándole delante de los demás empleados del sector diciéndole que no se metiera dónde no lo llamaran.

En lugar de desistir, el joven hizo un estudio por “motus propio” , copió toda la información de su trabajo que derivó, a priori, en toda una malversación, aparentemente orquestada y se la hizo llegar a Alphonse por medio de su secretaria personal.  El alemán, que no por nada había llegado a crear una empresa de esas características conociendo todo el trabajo desde sus cimientos, recibió la información y comenzó a estudiarla.

Tuvo en claro allí que en esa filial había mercadería que se vendía sin seguir los canales legales y normales, ergo: alguien o algunos se estaban quedando con gran parte de ganancias que, de por sí, eran enormes, pero, si este proceder se aplicaba en otras filiales, la estafa sería de montos siderales y una persona sola no podría llevar esto adelante.

Enterada Helga de esto había insistido en ir a la filial de la Costa alegando una revisión de rutina y ver de paso si podía averiguar algo de todo el entuerto…  Allí opiné yo…

  • Jefe, por lo que usted me está diciendo, allí existe una Organización delictiva, posiblemente amparada por alguien importante de la Casa Central, Helga no puede ir porque sí a meterse en la boca del lobo.
  • Quiero que eso se lo hagas entender, a mí no me lleva el apunte y, de cabeza dura quiere ir a hurgar en todo ese matete y no quiero que vaya sola.
  • Es que no podemos armar un entramado de investigación privada allí, nos llevaría mucho tiempo y hacer una denuncia policial y penal sin datos concretos afectaría el buen nombre de la empresa y las ventas, además les daría tiempo para deshacerse de las pruebas que puedan existir, -dijo Helga bastante molesta-.
  • De acuerdo, pero… la investigación la podemos iniciar nosotros, sólo necesitaríamos los datos del personal jerárquico de esa filial y los números de teléfonos personales, así como los de las oficinas, amén de los de la Casa Central, nos llevarían un par de días más, pero podemos hackear todas esas cuentas y sus teléfonos para poder entrever quienes estarían involucrados, esto sin necesidad de ir a exponerse.
  • Yo puedo acceder a todos eso desde la terminal que tengo aquí en la casa, aunque ese trabajo de hackeo lo tiene que hacer un técnico en informática y al único que conozco, que es el Jefe de Informática de la empresa, no le tengo la confianza suficiente para pedírselo, no nos olvidemos que esto sería ilegal , -dijo Alphonse preocupado-.
  • Yo podría iniciar el trabajo recabando información de la parte, digamos ilegal y creo que si se le ofrece una buena suma aparte al Jefe de Informática nos puede allanar todo con grabaciones y otros detalles necesarios, tendría que hablar yo con él para convencerlo.

Ya habíamos terminado de cenar y tanto al padre como a la hija se los notaba entusiasmados con la idea, además, como yo también me había embalado con el tema porque si le robaban a la empresa lo tomaba como si me metieran la mano en el bolsillo a mí, le pedí que me mostrara la computadora que tenía conectada a las de la empresa.

Tomaríamos el café en el despacho y antes les pedí un momento para ir hasta el auto y traer mi Tablet, de seguro que la iba a necesitar.  Regresé a la casa pensando que me estaba metiendo en un lío de órdago, pero no les podía dar la espalda.  Agraciadamente mi Tablet serviría como complemento, el equipo que tenía instalado Alphonse en la casa era de última generación, con todo lo necesario y estaba prácticamente sin uso.

  • Con este equipo apenas si necesito el mío y por lo que veo, los movimientos de la empresa y los listados de personal de todas las filiales pasan a este servidor para que usted lleve un determinado control.
  • Sí, para eso me lo instaló el Jefe de Informática, pero yo no tengo mucha práctica en todo esto.  Dígame Carlos , si se lo convence al Jefe para hacer este trabajo, ¿cuánto es el dinero como premio que se le podría ofrecer?...
  • Un equipo de investigación de hacker insumiría un gasto de unos cincuenta mil dólares, a él se lo podría tentar con la mitad y hágase a la idea de asegurarse a un Juez conocido o amigo para que avale toda esta investigación.  Es decir, primero se hace la investigación y él tendrá que dar el visto bueno como si la hubiese ordenado desde el principio.
  • El Juez está y no creo que vaya a tener inconvenientes, me debe varias, no obstante, siempre se le puede “tirar” unos dólares que no va a despreciar, yo me encargo de eso, respecto al Jefe, si rinde su trabajo estoy dispuesto a darle el doble.
  • De acuerdo, pero, en principio, no se apure, primero vamos a tratar de averiguar cómo operarían.

Luego del café Helga sirvió unas copas y yo me puse a teclear enfocando todo en el Gerente general de la filial de la Costa y en sus familiares.  No toqué el tema de los celulares porque eso era un trabajo muy tedioso y se lo pensaba encargar al Jefe de Informática pues estaba seguro que aceptaría.

Padre e hija se asombraron cuando comencé a teclear y aparecieron datos que no esperaban, por lo pronto, la casa que tenía el “fulano” era prácticamente una mansión, había sido pagada de contado y viendo lo que ganaba mensualmente como Gerente, multiplicado por los años de servicio, aun poniendo el monto de lo cobrado el último mes no llegaba a cubrir el importe pagado por la propiedad.

Además, cada integrante de la familia, él, la esposa y los dos hijos mayores de edad, tenían un automóvil de alta gama cada uno.  Los hijos, que no llegaban a los veinticinco años, estudiaban en una Universidad Privada, ninguno trabajaba y uno de ellos, el mayor, practicaba saltos de equitación y en su activo figuraban dos caballos que estaban a su nombre, a ambos los guardaba en una guardería equina que no era precisamente barata.

A grosso modo, sin contar los gastos del personal de servicio, ropa y comestibles, los gastos mensuales de esa familia superaban casi en un cien por ciento lo que el Gerente cobraba en blanco en la empresa.  Era muy evidente que sus ingresos deberían provenir de otro lado y no precisamente de un modo legal.  Por mi parte, nunca voy a lograr entender a estos tipos que roban, se ensucian, hacen una diferencia y lo primero que hacen es ostentar como si pensaran que los “de afuera” fueran estúpidos.

Esto que estaba sucediendo era un error del Presidente de la empresa, Alphonse , acostumbrado a otro tipo de trato más campechano, otorgaba una confianza ciega en todos los Gerentes de las filiales sin ejercer control sobre ellos, pero estaba claro que no le pagaban con la misma moneda.

Helga estaba sentada a mi lado y el sonido ronco de la respiración del padre nos hizo girar para mirarlo, estaba pálido y parecía faltarle la respiración.  De un salto me puse a hacerle reanimación y Helga salió corriendo para regresar con una garrafa chica con oxígeno y una mascarilla que enseguida le aplicó, luego le hizo tomar una pastilla de esas que se aplican debajo de la lengua y comenzó a normalizarse.

A pesar de que él no quería Helga llamó al médico particular que se hizo presente como a los veinte minutos.  Lo auscultó, le hizo un electro, después nos dijo no había problemas coronarios y que todo ya estaba bien, lo relacionó todo con algún pico de estrés, “tiene que tomarse las cosas con más calma” , -le dijo- y sólo nosotros sabíamos de la calentura unida a la desilusión que se había agarrado por los datos que aparecieron en la máquina.

Luego de que el médico se fuera y Helga le pidiera a las chicas del servicio que se retiraran, hablé yo con ellos dos…

  • Jefe, hágase a la idea de que de estos “desaguisados” pueden aparecer montones.  Me gustaría que me dejara encargar de todo esto, lógicamente con la presencia de Helga, incluso usted no debería ir a la empresa porque querría averiguar más cosas de las debidas, eso no sólo le puede hacer mal a su salud, sino que también puede hacer que todos los implicados se den cuenta y traten de tapar los “chanchullos”.
  • Yo me puedo tomar unos días e irme a Alemania a verla a Ingrid , Helga quedaría a cargo de la empresa, pero, Carlos no le puedo pedir a usted que se haga cargo de este trabajo, entiendo que debe tener otras responsabilidades.
  • Por lo mío no se haga problemas, yo puedo dejar todo “stand by” hasta terminar esto y retomar lo mío.  Lo de Alemania es buena idea, llévese al Jefe de custodios y a un par de muchachos y no se olvide de mandarle saludos a Ingrid de parte mía, cuando tengamos todo encaminado lo llamamos para que usted hable con el Juez.
  • Está bien, queda todo en manos de ustedes dos, ahora mismo le mando un memo a mi secretaria, le aviso al Jefe de custodios y mando a preparar el avión para mañana.  Ya es tarde Carlos , ¿por qué no se queda a dormir acá y mañana ven cómo siguen?...  Otra cosa más, gracias por todo, usted sigue siendo al que necesito a mi lado y mi deuda aumenta día a día.
  • Alphonse… usted no debe nada y déjelo así…  Que descanse y si no lo veo, que tenga buen viaje.

El padre se retiró y la hija no tardó en pasarme los brazos por el cuello y comerme la boca con ganas, le devolví el beso y le dije que no se entusiasmara porque aún seguía con las rozaduras, “no importa, igual voy a dormir con vos aunque no hagamos nada pero es una pena porque me había comprado una cremita especial para que mi culito debutara” .

La cara que puso al decírmelo me hizo olvidar de las rozaduras o de los presuntos dolores y el bulto se hizo notar enseguida, algo de lo que se dio cuenta enseguida y se giró para apoyarme las nalgas, a la par que me pedía que le apretara las tetas.

Me llevó de la mano a una de las habitaciones de las tantas que había en la casa, entramos en ella, desarmó la cama, hundió un poco la almohada apoyando las dos manos encima, se giró, me volvió a tomar la mano y salió del lugar diciendo, “te vas a tener que quedar en mi habitación, estas camas son incómodas” …  Nos reímos con ganas por lo que dijo y ni problemas que nos hicimos por el ruido, yo sabía desde antes que la habitación de Alphonse estaba insonorizada y las chicas del servicio vivían en un coqueto chalet erigido en los fondos de la casa grande.  Iba a ser una noche larga, seguramente placentera pero larga.

Helga se desnudó apenas traspuso la puerta de su dormitorio y se abocó con prisas a sacarme la ropa, luego, mientras pisaba los pantalones y el bóxer para sacármelo de las piernas ella se dedicó a besarme y a acariciarme con una mano el miembro que palpitaba.  No tardó en “montarse” sobre él dejándolo entre sus piernas, no le costó demasiado porque ex profeso no se había sacado las sandalias para estar a mí misma altura, tampoco perdió tiempo en empaparlo con sus jugos porque con una mano abrió sus labios y éstos cobijaron el ariete.

“¡Por Dios!, ¡cómo me ponés!, no puedo describirlo” , decía moviéndose en una danza rara en que sólo las caderas parecían tener un movimiento, sus piernas se movían como si caminara, pero no se movía del lugar y eso me producía una satisfacción enorme, además, no paraba de besarme y abrazarme por la espalda con una fuerza insuficiente pero que trasmitía su pasión.  La aparté para mirarla, casi como comiéndola con los ojos y tomándola de las nalgas hice que se trepara pasando sus piernas por mi cintura.

Así la llevé hasta la cama, mis dedos, casi por inercia, se dirigieron al agujerito de su culo y me encontré con un tapón, “también me compré un plug anal, al principio me costó pero lo tengo puesto desde un poco antes que llegaras”¡Crema dilatadora y plug anal! , estaba claro que Helga iba esa noche a gozar y a gritar con ganas.  La deposité sobre la cama mirándola a los ojos, la besé y le dije que no se sacara el aparatito y abrió los ojos grandes sabiendo lo que se le venía.

Por la posición quedó con la espalda apoyada en la cama y las piernas abiertas con mi glande haciendo una leve presión en la entrada de su vagina.  Lubricación sobraba así que la leve presión se convirtió en algo más tangible y comencé a penetrar ese lugar estrecho que se abría dando paso al ariete de carne, gemía con los ojos cerrados y se mordía los labios al sentir el ingreso, yo la gozaba por partida doble porque el conducto parecía estrecharse más debido al plug incrustado y separado por una membrana, provocándome un rozamiento inusual que me agradaba mucho.

Llegué a meter la mitad de mi verga y me paré mirando como su cara se desencajaba pretendiendo dar caderazos para que me introdujera más. “Metela toda Carlos , ya me enloque… ahhhh, Virgen santa esto es la gloria” , expresó temblando y contrayendo todo su cuerpo al experimentar un orgasmo que ni siquiera esperaba, yo tampoco lo esperaba y como ni siquiera notaba molestias por las ya olvidadas rozaduras, me dejé ir hasta chocar con su interior y comencé rápido un mete y saca, no violento, pero si continuo.  La alemana no pudo contener un grito y enseguida se acopló cruzando las piernas en mi cintura.

Ella parecía contraerse, temblar y quedar como derretida pero muy rápidamente se recuperaba para seguir acompañándome, las tetas y los pezones estaban durísimos y mis manos de ocupaban de ambas, me acerqué a besarle los labios y acusó el golpe del glande en su interior y fue ella misma quien se siguió moviendo como si disfrutara de ese dolor que yo no conocía.

Entrando y saliendo de Helga me di cuenta que no la estaba cogiendo, le estaba haciendo el amor y ella debía sentirlo igual porque su mirada, además de la pasión del momento denotaba una ternura que la noche anterior no había notado.  Me di cuenta que eso no me disgustaba y seguí en “mis trece” , Helga volvió a temblar y le pedí que se girara.

Era lo que estaba esperando, me pidió con un hilo de voz que le sacara el plug despacio y se estiró un poco en la cama para tomar el tubito de la crema que me alcanzó con un ligero temblor de sus manos.  Primero me deleité con la vista de esas nalgas perfectas, las acaricié, besé el agujerito semi dilatado pasando la lengua por el lugar y noté con agrado los estremecimientos y gemidos de Helga , luego fui “a los bifes” .

Le puse más crema y me embadurné yo, el glande entraría de una por la dilatación que había logrado pero el resto lo iba a sentir, para más, yo luchaba con mis ganas de entrarle de una y romperlo.  Con ella mi sadismo no llegaba a tanto y comencé a entrar despacio, fue el glande con un par de centímetros y me moví entrando y saliendo hasta que se relajara, hasta allí iba bien y ella, estando en cuatro, movía sus caderas con placer, hasta que cometió un error por apurada y por caliente…

Dio un caderazo envalentonada porque no sentía dolor y la verga penetró un poco más de la mitad, sentí en el glande como se le abrían las tripas y no pude evitar el grito agudo que ella dio al sentir esa penetración.  Los brazos y las piernas abandonaron el sostén y se dejó caer de bruces sobre la cama, yo, pegado a ella, la seguí en el recorrido y todo el miembro quedó incrustado en sus entrañas.

Los gritos no se escucharon mucho porque pegó la boca a las sábanas, pero me pedía con voz entrecortada que se la sacara, que no podía aguantarla más, “está roto, está todo roto” , -repetía sin poder contener las lágrimas-.  Me quedé con la pelvis pegada a sus nalgas y la acaricié besando su nuca y su cuello mientras todo mi cuerpo la cubría fusionando los sudores.

No le dije ni una palabra, ni “tranquila” , “relájate” , “ya pasará” , ni nada por el estilo, sólo besos y caricias y en un rato fue ella quien comenzó a moverse de forma casi imperceptible, yo sentía que me apretaban y me arrancaban la verga e internamente me sentía complacido y colaboré con mucha suavidad con sus movimientos.

Al poco tiempo era yo el que entraba y salía con ganas y Helga la que pedía más, aunque no dejaba de quejarse cuando le entraba hasta lo más profundo.  En un momento dado se puso en “cucharita” diciendo que así le dolía menos y al no sentir el peso de mi cuerpo se movió con más soltura hasta que “explotó” en un orgasmo descomunal que apaciguó mordiendo la almohada pero el esfínter pareció tomarse revancha y ejerció una presión que estuvo a punto de reventar mi verga como cuando uno aprieta un chorizo cerrando la mano sobre él, apenas si pude moverme unos centímetros y le llené las tripas con la tibieza del semen y eso hizo que los dos nos aflojáramos.

Me quedé abrazándola mientras me “desinflaba” y acaricié sus tetas a la par que la besaba en el hombro hablándole al oído, “no sigas ronroneando y moviendo el culito porque si me despierto nuevamente no voy a tener contemplaciones” , -le dije-… “Nooo, vos sos capaz y a mí me duelen hasta las pestañas, jajaja, me rompieron el culito por hacerme la valiente, pero, estoy feliz” , -contestó y de que estaba feliz no cabían dudas-.  Me alegró que lo hubiese tomado así, yo no estaba para ninguna segunda vuelta y cuando se levantó para ir al baño fue lo último que recordé de esa noche.

Continuará…

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