Aplicando justicia (16)

Con Helga fue pura satisfacción y luego me dediqué a vigilar los posibles puntos de ataque.

HELGA Y ESTUDIOS DE TERRENOS.

La empresaria se había puesto seria y la miré preguntándole si se sentía bien, me miró como saliendo de su ensimismamiento y me contestó:

  • Estoy bien, sucede que ahora entiendo a mi padre y la seguridad que siente estando con vos al lado, además comprendo todo lo que sintió al saber que te ibas de la empresa, aunque jamás te lo prohibiría.
  • Es que tu padre sabe que hay cosas que se pueden “escapar” de tu control pero que yo las hago tratando de que sean de lo mejor, amén de otras “cosillas” de extrema confianza que sólo él y yo sabemos.
  • Creo que él, aparte de la Seguridad y de la confianza que depositó en vos, te ve como un hijo varón que siempre quiso tener.
  • No creo que sea tan así, tu padre te brindó todo, te dio Educación, te enseñó todo el funcionamiento de la empresa y eres una digna sucesora.
  • No, no lo digo por eso, debe ser algo así como “cosas de machos” o de “identificación de género” y no me molesta, como sea, “hermanito” apurá el auto porque tengo ganas de practicar el incesto sin que nadie más que vos y yo importen.

La sonrisa se le dibujó en todo el rostro y acompañó afirmando lo que decía con unos cuantos apretones al bulto que comenzaba apresuradamente a dar señales de vida.  Subimos al ascensor directamente desde el estacionamiento del hotel y no dejó pasar la oportunidad de afirmar sus nalgas en el miembro que abultaba y resultada difícil disimular.

Con los zapatos de tacos altos su altura era similar a la mía y calzaba justo en la hendidura que parecía hervir, para más, ella tomó mis manos, las llevó a sus tetas duras, de pezones erguidos y calientes como brasas, llegados al piso apenas si tuve tiempo para sacar la tarjeta y abrir la puerta.

Ni miró el lugar, posiblemente, más que acostumbrada a mejores lugares, dando la vuelta se puso frente a mí dejando sólo el espacio para poder cerrar la puerta y se soltó el vestido que traía puesto, ¿cómo hizo? , ni puta idea, lo único en que podía fijar mis ojos era en las piernas que se movían para sacárselo de los pies y en el escultural cuerpo que aparecía ante mí tapado por un pedazo de tela de la tanga y un sostén que sostenía sus tetas por debajo abarcando una cuarta parte de éstas que dejaba los pezones al descubierto.  Se soltó rápido el sostén y me di cuenta que esa prenda era un mero adorno, las tetas apenas si se movieron.

Los muslos de la alemana eran firmes y la cintura pequeña que ya había notado con mis manos, resaltaban unas caderas que más que nórdicas o teutonas parecían latinas, “déjame a mí” , -dijo- y sus palabras parecieron órdenes.  Con un poco de impericia, pero con una voluntad de acero y bastante “calentura” manifiesta pronto logró que mi ropa quedara en el piso al lado de la suya.

Quedé vestido con el bóxer y se arrojó sobre mí con los brazos extendidos que me pasó por los hombros abrazándome el cuello y antes de besarme como desesperada me dijo:

  • Haceme sentir tan mujer como la hacías sentir a Cristina** , -lo que aclaraba, en cierto modo, las charlas íntimas que había tenido con mi esposa-.
  • Quizás lo podemos hacer mejor, voy a tratar de hacer sentir muy mujer a Helga, las comparaciones con quien ya no está son más que odiosas , -le dije haciendo notar que la “cosa” era entre ella y yo-.
  • Tenés razón y disculpame, me hice mucho la cabeza con lo que me contaba y con la felicidad que sentía contigo, mejor dediquémonos a nosotros dos.

Esos pensamientos parecieron esfumarse y fundió sus labios con los míos haciendo que las lenguas batallaran para hacer notar quien brindaba más placer. Helga gemía apoyándome su pelvis y, sin desprenderse de mi boca, llevó mi mano a su vagina empapada.

El dedo medio tocó su clítoris endurecido y las piernas se le aflojaron, decidí continuar y bajé mi caricia unos centímetros más abajo, los labios se notaban como pegados y tan rellenos como los de su boca, me asombré cuando quise meter el anular y el medio porque se quejó como dolorida aun a pesar de la intensa lubricación.

“No soy virgen, aunque estoy segura que, al principio, la voy a sufrir, hace tiempo que está en desuso y hoy pienso recuperar todo el tiempo perdido” , -me dijo con seguridad-, supe allí que debía esmerarme más de lo debido con Helga y que, muchas veces, no todo es como parece.  La levanté de las nalgas sin que dejara de besarme y complacido de la dureza y de las formas abultadas de lo que tocaba me dirigí a la habitación.

La deposité suavemente sobre las sábanas y separado de sus labios me dediqué a adorar, ¡sí, esa es la palabra! , adorar y rendirle honores a sus tetas que parecían llamarme.  No dejé superficie de sus glándulas mamarias sin besar, chupar y acariciar, me incentivaba solo con sus formas, su dureza y con los gemidos y temblores que experimentaba Helga ante cada lamida o chupada con absorción de sus pezones.

No llegaban a ser orgasmos y se enloquecía porque yo retiraba la boca cuando comenzaba a temblar con más intensidad, “me estás volviendo loca Carlos , quiero acabar mientras me chupas las tetas” , -me lo pidió un tanto sacada y ya no la quise hacer esperar-.  Chupaba, mordía suave y estiraba los pezones con la boca y con la mano libre ejercía una presión similar en la teta que parecía quedar desamparada.

No tardó en tensar su cuerpo y el gemido, casi grito, salió como si se abriera una compuerta, se contuvo un poco cuando se dio cuenta que gritaba pero no pudo contener los temblores.  Yo no pensaba esperar a que se recuperara y seguí bajando para, besando y lamiendo su piel, llegar a su entrepierna, el aroma allí me extasió y al descubrir esa belleza de labios gorditos y cerrados no dudé en zambullirme tratando de abrirlos con la lengua.  De ese modo no podía y los abrí con las manos para depositar la lengua en todo su contorno y recorrerlos.

El color rosado fuerte de su interior provocó un “ataque” con la lengua o eso pareció.  Incrusté mi cara allí y lamí como desaforado tratando de evitar, con mis manos firmes en sus muslos, que Helga me partiera el cuello con sus movimientos desencajados, no le daba tiempo a que alguno de sus repetitivos temblores amainara totalmente, lo peor aconteció cuando absorbí su clítoris como si quisiera arrancárselo y metí uno de mis pulgares en su asterisco semi-cerrado.

Ella no aguantó y explotó gritando mientras yo seguía dando lengua como un batallador encarnizado.  En un momento sentí como que se “planchaba” , ya ni fuerzas hacía con sus muslos y saqué la cabeza para mirarla, tenía los ojos abiertos como el dos de oro de la baraja española y por la comisura de su boca corría un pequeño reguero de baba, pestañeaba a intervalos más o menos regulares y su cuerpo estaba laxo, por un rato no querría más y a mí me venía bien para tomar una copa y relajarme.

Abrí dos pequeñas botellitas de champagne, puse hielo en un recipiente, tomé dos copas y regresé a la habitación. Helga estaba sentada sobre las almohadas, apoyaba su espalda en el respaldo de la cama y trataba de arreglarse sus cabellos alborotados…

  • ¿Qué me hiciste Carlos ?, nunca me pasó nada igual y ni siquiera me penetraste , -me dijo tratando de esbozar una sonrisa-…
  • Sólo intenté darte placer, pero aún no terminé contigo, “hermanita”, espero que ahora no te arrepientas” , -le contesté empleando un poco de sorna-.
  • Pido tiempo para tomar una copa de lo que traes en la mano y la seguimos, ahora tengo más ganas de sentirte adentro, aunque esa “cosota” entredormida me siga dando miedo.

Lo dijo señalando al “morcillón” pero la cara de deseos que tenía echaba por tierra cualquier otra apreciación.  Le serví el champagne y luego de terminar su copa, me sacó la mía de la mano y las dejó sobre la mesa de noche mirándome como quien se quiere comer a los chicos crudos, cara que cambió enseguida para besarme el cuello y pedirme que me estirara en la cama.

“Es el momento de hacerte gozar a vos” , -me dijo- y no bien me acosté comenzó con su concierto de arrumacos y besos partiendo desde mis tetillas.  En su apuro pasó rápido por mi estómago para llegar a mi entrepierna donde ya la esperaba mi verga más que despierta, “sos como los boy scout” , -expresó y se prendió a lamer y a mamar con ganas renacidas-.

Su técnica no varió, pero se sintió mejor que en el reservado de la confitería, quizás por el entorno y porque podía ver mejor cuando me mostraba su cara y su mirada con la verga metida por la mitad en su boca.  Yo sabía que así no me haría terminar pero ella se dio cuenta después de varios intentos en los que la asaltaron un par de arcadas, por eso se incorporó limpiándose la boca con el antebrazo y puso las rodillas al costado de mis caderas para sentarse luego “abrazando” al miembro con los labios íntimos, ya no tan cerrados y diciendo: “Porfi, déjame manejar la entrada”

“Es toda tuya” , -se me ocurrió decirle-. Y se abocó a la tarea llevándola con la mano para “pincelar” con el glande desde el clítoris hasta el orificio lubricado, los gestos de placer que pasaban por su cara unidos a los de cierto temor incentivaban aún más mi morbo.  No estaba jodiendo ni disimulando, ya había comprobado con mi dedo que su entrada era bastante estrecha y lo noté más cuando el glande comenzó con su trabajo de ariete.

Helga apretaba los labios y cerraba sus ojos sintiendo que no le era fácil, pero seguía con su auto penetración, yo sentía la presión en todo el tronco sabiendo que lo de ella era todo mental.  No lo había dicho nunca y me hacía a la idea de que era una “mal-cogida” , una de aquellas mujeres que te inhiben, resultan inaccesibles por la posición, lo segura y lo hermosa.

De más joven debía haber sido peor para el entorno masculino que la rodeaba, hasta que aparece un “machito pistola” que se convierte en novio o “amigo con derecho” , se lleva “el premio” a las “apuradas” y no pasa de ser un mero “mete y saca” que no aprende ni enseña dejando que la chica cargue con los miedos y frustraciones.  Era un albur, aunque tampoco tenía deseos de preguntar.

Le pedí que parara cuando estaba por la mitad y fui yo quien comenzó a mover las caderas en forma suave, no me era necesario empujar más, sólo buscaba que se relajara gozando.  Al poco tiempo los gestos de dolor habían desaparecido, Helga se movía tratando de acompasarse conmigo y había ingresado un poco más de la mitad, sin pensar en ello y sin darse cuenta. “Te siento enorme, pero está todo bien, creí que sería más difícil” , -me decía acelerando sus movimientos-.  Su orgasmo comenzó como en un “in crescendo” y lo apuré un poco más.

Comenzaba a temblar cuando estiré la mano y tomé su clítoris entre el pulgar y el índice, lo amasé como quien lo hace con una miga de pan y le di un pequeño apretón, la sorpresa de Helga fue total, se dejó ir con temblores y apoyando las palmas de sus manos en mi pecho gritó mirándome a los ojos: “tomá Carlos, tomá” , de pronto cambió para morderse los labios y acusar dolor por la penetración hasta que el glande chocó con su útero.  La emoción del momento la hizo olvidar del control y se dejó caer, aunque a lo único que atinó fue a cerrar los ojos, esperar quedándose quieta y después comenzó nuevamente con su propio “mete-saca” .

La dejé, no quise tomar otra posición ni hacer valer alguna especie de dominación machista, ella se estaba cogiendo con gusto y sin miedos inventados.  Allí no había flojedades que amortiguaran nada y sus movimientos de amazona cabalgando me estaban destrozando la pelvis, tuve que forzar mis manos en sus muslos para pedirle que parara porque mi voz pidiéndolo no daba resultado, ya que no dejó que terminara ese orgasmo y comenzó con otro, esto tampoco resultó y en medio de sus gemidos casi gritos, incorporé mi torso y la abracé para recostarla sobre mi pecho.

Mirándome a los ojos con las narices pegadas me daba las gracias entremezclando el placer y un cierto dolor que no provenía de la penetración, se me ocurría que provenía de frustraciones anteriores y tampoco aquí preguntaría, ella sabría se debía contar.

En ese momento, por la posición, tenía media verga en su interior y se movía con sus caderas actuando como independientes de todo su cuerpo.  La besé con ganas y me devolvió el beso trasladando una pasión que nunca hubiera esperado en la supuestamente fría alemana, sus pezones en punta y lo duro de sus tetas presionaban mi pecho mientras mis manos acariciaban toda su espalda llegando hasta el nacimiento de sus nalgas.

Tenía ganas de llenarla y no me quedaría resto para partirle el culo, aunque ganas no me faltaban para tenerlo aunque más no sea en mis manos y ella solucionó el tema cuando, despegando sus labios de los míos, la oí decir: “Llename la concha de leche Carlos“Ponete en cuatro, quiero tener tu culo en mis manos cuando lo haga” , -le contesté-.  Respondió enseguida al entenderme y se puso en cuatro esperando con ganas y una confianza repentina a que la penetrara en otra posición.

Ver esos muslos firmes y ese culo perfecto que a la vez me mostraba un agujerito fruncido que parecía palpitar y otro más que lubricado y dilatado que le faltaba hablar para llamarme, me puso a mil.  Me miraba ladeando la cara y yo no iba a romper el encanto y el placer que ella sentía con una penetración a lo bruto, ganas sobraban, pero, nobleza obliga, esa noche era Helga quien dominaba la escena y comencé a entrar despacio sin detenerme, ella gemía y gritaba pidiendo más, golpeaba la almohada con sus puños y el último centímetro lo hice empujando con fuerza.

La sintió, pero sólo emitió una queja con sordina y pronto comenzó a pedir… “Más Carlos , dame con más fuerza, partime” , asomó una veta de sumisa y no quería defraudarla así que mi ritmo se incrementó a la par que, trasladando sus jugos, metía un pulgar en el agujerito de su culo y lo movía buscando una dilatación, eso la puso más loca y empujaba sus caderas con más ganas.  Si entraba por allí como yo quería la iba a desgarrar y no estaba en mí, pero, con probar un poquito…  La saqué, encaré el glande al “fruncido” y entré hasta ahí, todo lo que el dedo había dilatado.

El grito de ella no se hizo esperar y yo no iba a entrar más que la punta de mi verga, sabía que lo que venía atrás no lo soportaría, aunque no por eso detuve mis movimientos, entré y salí de allí varias veces hasta que Helga , con una voz rara porque mordía las almohadas me pidió a los gritos y un tanto desencajada, “rómpeme el culo, mi amor, sos el único que lo merece, ¡por Dios, es enorme!” .

La adrenalina y la tensión del momento habían apaciguado sus ganas de terminar y regresé a la calidez de su vagina entrando, ahora sí, con ganas y fuerzas.  Se puso en órbita enseguida y como tampoco aguantaba más, un último golpe de caderas me hizo depositar toda mi leche en su interior.  Bastó con que sintiera mis contracciones y el líquido caliente para que se desmadejara completamente.

Me importaba tres carajos que alguien escuchara y la dejé gritar su orgasmo a voluntad, cada contracción se acompañaba de un temblor de todo su cuerpo y de un grito destemplado.  Me confié y el caderazo, tal como si fuera una especie de descorche, me sacó de ella, quedé sentado con la verga chorreando y ella se dejó caer de bruces sobre la cama, vencida, chorreando semen por su vagina abierta y estaba seguro que más que complacida.  Era al pedo tratar de hacerla reaccionar y la dejé que se durmiera.

Dudaba entre abandonarme entre las sábanas y dormir así a su lado o levantarme para ir a darme una ducha y sacarme de encima los aromas del “combate” y la transpiración que se secaba en mi cuerpo.  Lo decidí rápido, la almohada pareció hacerme un guiño y me dejé caer al lado del cuerpo agotado de Helga , quien no tardó en abrazarse a mí con un ronroneo sensual.

De inmediato la miré pensando que ya estaba recuperada y me di cuenta que había sido un movimiento reflejo, estaba totalmente y plácidamente dormida, se me hizo que su subconsciente había actuado por ella buscando la protección del hombre que quería, ¡lindo matete! , me dormí abrazado por Helga y pensando en Valentina .

Como a las diez y media de la mañana me despertaron unos golpes suaves en la puerta de la suite, Helga no estaba a mi lado y la escuché hablar con quién entendí que era la camarera.  Al ratito entró en la habitación empujando el carrito con un desayuno americano abundante, vestía mi camisa que le llegaba al borde de sus nalgas que asomaban y estaba resplandeciente, se había bañado, peinado y aplicado un maquillaje sutil, sin dudas que estaba para pedirle el matrimonio…

  • ¡Al fin te despertaste amor!, me tomé el atrevimiento de pedir el desayuno para dos, estoy famélica.
  • Buenos días diosa, ¿por qué no me llamaste para bañarnos juntos?...
  • Primero porque dormías como un angelito y me dio pena despertarte, segundo porque si te veía desnudo a mi lado en la ducha iba a querer más de vos y te juro que me duelen hasta los dedos de los pies.
  • ¡Ahhh, ya entiendo!, sos de las que ponen las excusas de los dolores repentinos…
  • ¡Nooo, no seas malo!, estoy en carne viva, lo tuyo ha sido maravilloso y muero de ganas por seguir, pero reconozco que esto excedió mis expectativas.
  • No hay dramas, cielo, lo importante es que te hayas sentido bien, para mí también fue fantástico.
  • Me entregué a vos con miedos y algunas “mierdas” que arrastraba, me diste terapia “de choque” o “de entradas profundas”, jajaja y me siento renovada.  Pensaba irme pasado mañana, pero me voy a quedar tres o cuatro días más, todavía hay algo que te debo y no pienso irme sin abonar esa “deuda”.
  • Me lo vas a tener que explicar porque yo no siento que me debas nada.
  • Es lógico que lo digas, no podés saber lo que mi culito y yo pensamos.  Él, en parte, ya está entregado y yo quiero que lo rompas a placer.  ¿Podrá ser? ...  -Me decía esto sacándose la camisa y acercándose a la cama como una valquiria en celo-.
  • Jajaja, pará, pará, que ahora el que tiene miedo soy yo, mejor me voy a bañar y luego la seguimos, prepará el desayuno.

Me levanté de la cama de un salto y encaré para el baño ante las risas de Helga , además me había dado cuenta que mi verga también estaba toda irritada y no estaba tan siquiera para un “rapidito” , tampoco me disgustaba saber que se quedaría unos días más, de una cosa estaba seguro, la valquiria volvería a Alemania con el culo partido en cuatro.

Cuando salí del baño tenía todo preparado y estaba cambiada para irse, me comentó que tenía que pasar por la empresa porque todavía había trabajo que hacer, le pregunté si la acompañaba y se negó aduciendo que se tomaba un taxi en la puerta.  Se despidió con un beso expresando que luego me llamaría porque se quedaría una semana más y no me iba a poder desprender de ella, esto último lo dijo riendo, pero yo sabía que era una realidad, tendría que hacerme a la idea de pasar una semana en compañía de Helga y, sinceramente, la idea no me disgustaba.

No bien se fue me dediqué a escuchar las noticias, lo de los rateros asesinados encontrados en un estacionamiento privado no me movió un pelo, según decían “el trabajo” habría sido hecho por profesionales, aunque existía una versión vinculada con el ambiente de las Artes Marciales y sus bajos fondos.

Que especularan lo que quisieran, para mí apenas si eran dos menos que no joderían a nadie más, lo que me interesaba no lo vi en la televisión, tuve que buscar en las noticias de los periódicos virtuales todo lo relacionado con las páginas de Judiciales.

Tal como esperaba, el Fiscal había sido excarcelado hasta obtener más novedades de la Causa en sí y eso era lo que yo quería, tendría que ver el modo de cerciorarme de que estuviera en la casa y para eso tendría que darme una vuelta por las inmediaciones de su domicilio y ver incluso si no le habían puesto custodia policial.

Se me ocurrió lo de la custodia policial porque, del mismo modo en que yo quería hacerles creer que lo del Fiscal podría ser causado por la misma gente que lo “adornaba” mensualmente, en la policía había gente que podía llegar antes a la misma conclusión, incluso era probable que el mismo Fiscal lo solicitase porque era el primero que sabía con los bueyes que araba y tenía claro que, al estar fuera del circuito delictivo, ya no les servía.

Como el tiempo me sobraba y no quería andar dando vueltas al pedo por la ciudad, tomé el coche y me dirigí a unos de los barrios de la ciudad que sabía de antemano era habitado por gente de clase media y media alta, los coches que se utilizaban en los alrededores eran distintos, lo mismo que las edificaciones porque en la parte céntrica del barrio abundaban los edificios de alto y los comercios.

En las inmediaciones las casas eran bajas, a lo sumo de dos pisos y había casas de estilo americano como chalets con techos de tejas con superficies de terreno libre en cada una de ellas, un poco más alejadas se encontraban las casas denominadas de fines de semana o casaquintas con piscinas y terrenos amplios con variada vegetación y arboleda.  Precisamente, en una de esas casas más apartadas se encontraba la sede o el domicilio del Jefe de banda que operaba en esa zona.

Mis datos me decían que el tipo que yo buscaba hacía las veces de segundo del Jefe principal pero el domicilio que había dado en su documento era precisamente el del Jefe, pero de éste no tenía ningún dato, como fuere, si no lo encontraba allí, alguno hablaría para decirme dónde podría ubicarlo.  La propiedad en cuestión tenía un gran portón de cuatro hojas y una puerta ancha al costado de éste.

Luego tenía dos metros de muro para un lado y desde allí salía un muro transversal que cubría unos cincuenta metros todo de casi tres metros de alto con alambres cortantes y puntas de vidrio, seguramente fijadas con cemento, tampoco había vegetación cercana al muro y la parte libre de la manzana era un terreno liso parquizado, era casi imposible ingresar por allí.

La Tablet no me acusaba ninguna cámara de seguridad, el lugar ocupaba tres cuartos de manzana, todo el muro rodeaba el terreno y había dos coches con dos tipos adentro, ubicados a casi cincuenta metros y a cien metros de la entrada principal.  Evidentemente estaba protegido esperando que no le pasara como a los de la banda exterminada en el edificio que supe visitar.  Tampoco podía saber cuántos eran los “soldados” que se encontraban adentro, si tenía que actuar tendría que ser casi a ciegas y no me gustaba nada.

Continuará…

Por favor, valoren y comenten.

GUILLEOS 1se los agradece.