Aplicando justicia (14)

Aparecen las denuncias y hay que ver qué pasa. La “viejita” esperaba a otro y yo no la defraudé.

DENUNCIAS PERIODÍSTICAS - EMILIA

Me desperté como a las nueve de la mañana y no tardé en meterme a la ducha, Sol dormía boca abajo desentendida de todo, me vi tentado a despertarla cuando salí del baño y “comerle” a mordiscones suaves esas nalgas espectaculares que bien podrían llamarse “llamadoras de vergas” y ella lo sabía pero… preferí no hacerlo, mi morbo no alcanzó para excitarme y seguramente tendría el recto y el esfínter irritado y baqueteado porque se había asegurado ella misma de penetrarse con cada centímetro de verga y aunque su goce había sido impensado, también fue bastante doloroso.

Pedí el desayuno para dos en la habitación y mientras esperaba me puse a mirar en el celular las fotos de los listados de personas y cantidades que pagaba por mes el jefe narco zonal que había “atendido” la noche anterior.  Tuve ganas de prender el televisor para escuchar las noticias pero como estaba Sol, con quien, en principio, no contaba, opté por no mostrarme interesado en ese tipo de noticias.  La escuché levantarse para ir al baño y luego oí la ducha al mismo tiempo en que golpeaban la puerta para acercarme el desayuno y aproveché para pedirle al camarero que me hicieran llegar el periódico “tal” .

Me puse a preparar la mesa para comenzar a comer y Sol , que salió envuelta en un toallón, me echó los brazos al cuello para darme un beso y decir: “Buenos días mi príncipe, aparte de destruirme y llenarme de placer me rompiste la tanga, sos un loco apasionado, jajaja” …  No pude más que pedirle disculpas y contarle que su cuerpo me había puesto de tal forma que ni recordaba ese momento, además le di dinero suficiente para que se comprara un conjunto nuevo, “creo que hay un local de Lencería en la galería del hotel”

No me quería aceptar el dinero y me puse serio, “Sol, me viste muy bien y disfrute horrores contigo pero no busques de llevarme la contraria y comprá un conjunto nuevo” …  No sé qué cara debo haber puesto porque la “aprendiz” bajó los ojos y tomó el dinero, “me voy a comprar el mejor y ojalá pueda mostrártelo” .  Comimos riendo y, en un momento dado, la noté con ganas de preguntar, normalmente una “profesional” hace su trabajo y se retira pero Sol todavía no lo era del todo y su primer “trabajo” había sido algo “especial” por eso le dije:

  • Vos sabés que es contraproducente preguntarle algo al cliente pero en este caso, podés hacerlo, ¿qué querés saber?
  • Jajaja, parece que me leyeras la mente, Karina me lo recalcó pero no me puedo contener, por lo menos contigo, ¿a qué te dedicás?...
  • Ahora a nada, me dedicaba a la Seguridad Privada de élite, perdí a alguien a quien quería, me cansé de esa vida, vendí todo lo que tenía y estoy queriendo vivir.
  • Lo lamento, no quise…
  • Ya está, ya pasó, ahora soy todo para mí.  Recién regreso de Aruba y me pasé un par de meses sensacionales allí, ya estoy extrañando.
  • Se te nota por el color de la piel, como me gustaría conocer esos lugares, algún día, puede que algún día…

No tenía muchas ganas de escuchar la plática de Sol respecto a lo quería o deseaba y no bien terminamos de desayunar le pregunté qué haría el día de hoy porque yo tenía que hacer unos trámites y entendió enseguida la indirecta, “no tengo nada programado y ya es hora de que me vaya yendo, eso sí, si necesitás una compañía, llamame, me encantaría volver a estar contigo, aunque me vuelvas a destruir, jajaja” .  Quedó instalado como una especie de promesa, se cambió, se maquilló muy sutil y luego de un beso de piquito se fue.  Ya estaba libre para dedicarme a las noticias del día.

Me interesaba saber cómo habían respondido los Periodistas del diario al que había llamado y no me fallaron.  La noticia comenzaba diciendo:

“Ante una denuncia llegada a nuestra redacción, presumiblemente por una de las víctimas, nos hicimos presentes en un conglomerado edilicio e ingresamos al mismo junto con la policía, subimos hasta el segundo piso y allí, en distintos departamentos, se encontraron asesinadas a personas de ambos sexos, se presume que sería un ajuste de cuentas o un aviso porque no se llevaron la droga existente en el lugar” .

“No pudimos tener acceso cuando la policía procedió a secuestrar documentación, libros y cuadernos que tendrían nombres de distintos personajes y también drogas, en sobrecitos y en bloques de los llamados “ladrillos” , algo así como siete u ocho kilos y armas de distintos calibres que no habrían sido usadas.  Uno de ellos que fue asesinado junto a su esposa en el lecho matrimonial, era conocido como el jefe de una banda que operaba en la venta y distribución de droga en toda la zona” .

“Ante la masacre que se presentó delante de nuestros ojos, la policía no quiso dar información ateniéndose al Secreto de Sumario pero, por la oportuna intervención temprana de nuestro fotógrafo se pudieron obtener fotos del lugar y de los fallecidos, fotos que no se pueden publicar porque aún no se conocen las filiaciones pero quedan a disposición del Juez interviniente”.  Seguiremos informando pues esto parece ser el puntapié inicial de una guerra del más alto nivel en el negocio de la droga debido a que todo parece apuntar al trabajo de profesionales” .

La información era escueta pero lo importante fue que los Periodistas estuvieron en el lugar y vieron la droga y los cuadernos, iba a ser difícil hacer “desaparecer” esas pruebas existiendo de por medio esa clase de testigos.  Después de eso y de ver en la Prensa televisiva que estaban estos tratando de obtener información sobre el hecho pero chocaban con la intransigencia del Fiscal que llevaría la causa y el Jefe Policial a cargo, me puse a desmenuzar las fotos de los listados que había sacado de los cuadernos y a utilizar el zoom del celular para observar mejor.

El nombre del Fiscal que recibía unos cinco mil dólares mensuales lo tenía por bien conocido, era el hijo de puta que había retado al Detective cuando el caso del asesinato de mi esposa, antes lo sospechaba, ahora tenía detallado el porqué de que esa Causa se cerrara sin responsables y era “cantado” que la vida te da vueltas hasta que te sirve a los responsables en bandeja, al Juez no lo conocía pero ese era fácil de ubicar y según los cuadernos recibía unos ocho mil dólares, el Jefe de la Brigada de Narcotráfico de la zona oscilaba también en los cinco mil dólares.

Todos los demás eran clientes y algún que otro personaje que seguramente serían de segundo nivel en los Juzgados, tendría que averiguarlo y me asenté en la idea de mandárselo a algún Periodista que tuviera los huevos necesarios para publicarlo.  Como fuese la historia, no podría hacer nada estando en la habitación del hotel, no lo pensé más, me abrigué con una campera de cuero, tomé la mochila y salí a caminar.  Caminé por el centro de la ciudad admirando a las mujeres con que me cruzaba.

Una mejor que la otra pues en esa zona de la ciudad no se salía a la calle sin maquillaje o mal vestidas, incluso aquellas que se notaba que eran trabajadoras, empleadas de comercios o de casas de familia iban bastante producidas para ser agradables a la vista.  Sé que sucede en todas partes del Mundo, en las zonas en que se detenta un mayor poder adquisitivo, los personajes que se mueven en ella son distintos, por lo menos en su aspecto exterior.  Esto no hace a la calidad de persona y se mide todo con bastante superficialidad.  En realidad, a mí no me interesaba mucho eso pero es así y se nota.

Me decidí al pasar por un drugstore en que vendían tarjetas telefónicas y adquirí una, luego, ya casi el mediodía, elegí un buen restaurant y me senté a una mesa individual para almorzar.  Hice el pedido y mientras lo traían cambié la tarjeta del celular.  Con la nueva me comuniqué con la redacción del periódico que cubría el incidente de los “ajusticiados” diciendo que tenía datos sobre ese tema.

De inmediato me atendió el Periodista que llevaba el caso, se presentó con el mismo nombre del que firmaba la nota aparecida en la mañana y comenzó a preguntar…

  • ¿Qué es lo que nos puede decir?, ¿estuvo allí?, ¿sabe bien lo que pasó?...- Lo corté con una voz gruesa-
  • No sé gaste en preguntar, lo que les pasó a esos delincuentes lo tenían merecido, lo mismo les va a pasar a los corruptos que recibían dinero de ellos para mirar para otro lado.  Nosotros no jugamos y no habrá perdón para nadie, por ahora le vamos a pasar las fotos de lo que secuestró la policía en el lugar, averigüen ustedes quienes son los que cobraban por ser ciegos, sordos y mudos.
  • Señor, nosotros tenemos que corroborar la veracidad de lo que nos mande.
  • Entiendo que usted está grabando y tiene puesto el altavoz en el teléfono, sólo le diré que estás fotos fueron tomadas en el lugar de los hechos, verifiquen con lo que tiene la policía.
  • De acuerdo pero, ¿quiénes son ustedes?
  • Lo creía más vivo, sólo le diré que somos un grupo cada vez más numeroso de profesionales, comerciantes, periodistas, policías cansados de la corrupción y ciudadanos asqueados de los que miran para otro lado, usted y su jefe de redacción, si ese fuera el caso pasan a ser responsables de hacer conocer esta denuncia.

No le di bola a lo que me contestó, le envié todas las fotos de los listados y corté la comunicación.  Estaba seguro que al decir que éramos muchos y que el supuesto grupo lo conformaban personas de distintas profesiones y oficios, más de uno comenzaría a mirar por sobre el hombro al que tenía al lado, además me convenía porque no se centrarían en una sola persona, esto al margen de que, de mí, no tenían nada.  Volví a cambiar la tarjeta chip del celular y me puse a comer el rico estofado con papas que había pedido.

Como al Fiscal lo conocía de antaño, ya sabía dónde era su domicilio particular, sabía que estaba en pareja con una Abogada que era la que llevaba adelante el Estudio Jurídico que antes fuera de los dos como “asociados” .  En realidad, seguía siendo de los dos, lo que sucedía es que, al ejercer de Fiscal, él no podía tomar casos particulares o privados ni ejercer su profesión de Abogado pero…

Imaginé que ella estaría metida también en sus entuertos y efectivamente descubrí algunos casos que fueron desestimados por la Fiscalía aduciendo errores de procedimientos, falta de pruebas, contaminación del lugar de los hechos, etc…  Esto era relativamente fácil de lograr, un Fiscal a cargo de la Causa, una Abogada defensora relacionada con éste y el detenido ni siquiera llegaba a juicio.  Si llegaba a juicio, se “arreglaba” a determinados Jueces afines a la pareja en sí y se dictaban los sobreseimientos para que el delincuente volviera a moverse con entera libertad.

Me bastó con conseguir por Internet los datos de las Causas que había llevado a cabo esa Fiscalía, corroborar los datos de la parte defensora y ¡Bingo! , el 45% de los casos resultaban “beneficiosos” para los imputados.  Cualquiera podría haberlo descubierto pero lo de la Justicia estaba tan corrupto como lo de los Sindicatos, la Policía o los Organismos de Gobierno en cualquiera de los otros dos Poderes Constitucionales.

Era evidente que sería un nadar y nadar contra corrientes, de cierto modo, “institucionalizadas” , entonces me hice a la firme idea de actuar con el máximo rigor contra los que me habían perjudicado y si alguno que estaba “sucio” se cruzaba por el camino, correría la misma suerte.

Al principio me había hecho a la idea de aniquilar a los que me habían “arrebatado” a mi esposa y a mi hijo y con todo el entorno posible, luego pensé en subirme al motor-home y salir a buscar a otros corruptos en distintas ciudades pero después de lo acontecido con la masacre de los departamentos y las ramificaciones que se dejaban entrever, me di cuenta que sería una batalla similar a la del Quijote contra los Molinos de Viento y me obligué a meditar bien todo esto.

Decidí que los responsables de la balacera del Súper y todo su podrido entorno ya estaban sentenciados y no habría cárcel que los pudiera cobijar, lo mismo para los actores secundarios que se movían en derredor de estos, después se vería, aunque me afirmé en la idea de salir a recorrer las rutas en tren de turista ávido por conocer y proceder según se aparecieran los problemas o se dieran las circunstancias.  Se imponía actuar con frialdad y pensar antes de actuar para no caer en la estupidez de las “calenturas” que siempre te juegan en contra.…

Me fui a recorrer las inmediaciones de la casa del Fiscal pero como estaba situada en un Barrio Cerrado o Country me iba a resultar difícil acceder por las vías normales, además, como tenía ya conocimiento de las pruebas que había secuestrado la policía, no sería de extrañar que hubiera doblado su seguridad, por el momento no era conveniente hacer nada con este ya “muerto” en vida.  De todos modos, encontré por los fondos del Barrio Cerrado un modo de penetrar al mismo sin que nadie se enterara, esto era algo que me serviría a posteriori…

Regresé al hotel cuando ya había caído el sol y repantigado en el cómodo sillón de la suite me puse a mirar la página virtual del periódico al que le había mandado las fotos de los listados.  El Periodista había cumplido con lo suyo y subió a la página los listados pertinentes, allí se aclaraba que esa información había sido recibida, en apariencia, por los autores del hecho y debía ser cotejada con el material secuestrado por la policía en el lugar, habida cuenta de la importancia de los nombres que aparecían en los listados.  El avispero se había alborotado y las pruebas no podrían destruirse porque eran muchos los que las habían visto.

Seguramente aparecerían las desmentidas y las descalificaciones a esas fotos pero existían dos de ellas que daban veracidad a todas, efectivamente, había sacado un par de fotos apuntando a los cuadernos pero en el fondo de la misma se podía apreciar la cama del jefe en que yacían los cuerpos de él y de la mujer.  En ese momento me había parecido un tanto morboso hacer esas fotos y recién ahora descubría la importancia de las mismas puesto que alejaban cualquier tipo de dudas respecto del lugar y del momento.

Mientras me cambiaba y elegía ponerme una chaqueta o saco sport para ir a tomar un aperitivo antes de la cena, me reía imaginando los quilombos y entredichos que se estarían presentando entre los involucrados, seguramente habría muchos enojados porque actuaban decentemente y su trabajo se diluía por los corruptos, otros tan enojados como los primeros porque nunca no estuvieron incluidos en el “reparto” , otros tantos porque se podrían ver expuestos por sus propios “negociados” aunque no tuvieran que ver con las drogas porque, en medio de todo esto se encontraba la opinión pública que presionaría y exigiría un control y “cuentas claras” de los bienes personales de los Funcionarios.

Era un revoltijo en un “tacho de mierda” y hasta los más “sucios” , tratando de encubrir sus propios procederes corruptos, exigirían un esclarecimiento rápido de la Causa y un castigo merecido a quienes estuvieran involucrados.  Deberían aparecer los “cabezas de turcos” o “chivos expiatorios” para que la calma se estableciera nuevamente y algunos pudieran seguir recibiendo sus “emolumentos” .  Entendí que lo mejor sería dejar pasar un par de días para seguir con lo mío.

Pensando en todo esto me acerqué hasta la confitería del hotel y pedí un aperitivo, me quedé tomándolo sentado en las cómodas butaquitas de la barra y observé el ambiente, no era mucha la gente que estaba en el lugar y los pocos que había, lentamente, se retiraban al comedor, yo no tenía apuro para cenar, el ocupar una suite me aseguraba una mesa a disposición pero el hambre no era tan desesperante y tuve ganas de que aparecieran Sol o Karina , de pronto me habían dado ganas de retozar un poco en la habitación con alguna de ellas o con las dos y mucho tenía que ver la poca gana de estar solo.

No quise preguntarle al barman sobre si vendrían o no pues, lo más probable era que si lo hacían sería un poco más tarde.  Me había llamado la atención una señora sentada sola en una de las mesas de la confitería, estaba desde antes de que yo llegara y se la notaba un tanto contrariada.  Se me dio por pensar que la habían dejado “plantada” , lo que, de ser cierto, sería una estupidez total.  Se notaba que era alta, el cabello blanco, como platinado, le caía en cascada casi hasta la mitad de la espalda, la chaqueta tipo sastre tapaba una camisa blanca con encajes y no dejaba apreciar sus curvas superiores, la clase se le notaba.

Calculé que tendría unos cincuenta años largo, casi orillando los sesenta pero la prestancia y la elegancia la hacían ver mucho más joven.  El rostro semi tapado por su cabello claro que le caía como al descuido sobre uno de sus ojos, llamaba a observar su rostro, sus ojos podrían ser claros, la forma tipo nórdica de su cara, sus labios llenos y finamente delineados por un carmín rosado y la nariz respingona, la convertían en una mujer hermosa, digna de admiración.  Finalmente, con un enojo indisimulado, lo llamó al camarero y le entregó la tarjeta de crédito.

Me hubiese gustado intercambiar algunas palabras con ella y ¿por qué no? , algo más, me decidía a encararla cuando llamó al camarero y pensé que había perdido la oportunidad puesto que al darle la tarjeta se me hacía que no era cliente del hotel.  La bandejita en la que el camarero acercó al barman, me dejó ver sólo el primer nombre impreso en la tarjeta de la dama en cuestión. Emilia y el apellido no alcancé a leerlo pero si escuché al barman cuando, después de verificar la misma, le dijo al camarero: “Pedile otra tarjeta o que te abone en efectivo, esta tarjeta no se puede leer”

Quizás todavía tenía una oportunidad y al ver que hablaba con el camarero tratando de contener la rabia y la humillación por el rechazo de la tarjeta y buscaba en su cartera por el efectivo, me acerqué a la mesa y la saludé efusivamente:

  • ¡Emilia, sos vos!, ¿cómo estás?, tanto tiempo sin verte, soy Carlos, no me digas que no te acordás de mí porque me suicido, jajaja.
  • Ah, hola Carlos , ¿cómo estás?, justo estaba por irme, dame dos segundos que tengo que abonar las consumiciones.
  • De eso nada, quedate un rato más, me encantaría volver a charlar contigo, hágame un favor camarero, dígale al barman que lo consumido por la señora lo cargue a la cuenta de mi suite.

No bien se retiró el camarero la mujer fijó los ojos en mí interrogándome con la mirada, lo que vio no pareció disgustarle y esbozó una sonrisa a la par que me señalaba una silla y me decía: “Me salvaste de un papelón, ¿ Carlos , me dijiste, no?, ¿acaso nos conocemos?” …  No tardé en acomodarme en la silla y le contesté:

  • No, no nos conocemos, apenas el nombre, sucede que me pareció que te habían hecho una trastada y una reina no se merece que la hagan esperar ni pasar un mal rato.
  • Te agradezco el halago y digamos que me confié en alguien que ya no merece más mi consideración, además no esperé nunca que consumir dos cocteles iba a salir tan caro, jajaja, -la risa le surgió cristalina y me agradó-. Ahora no sé cómo pagarte el gesto que tuviste.
  • Nadie habla de pagar nada pero, a poco que insistas, me doy por bien pagado si me acompañas a cenar.  La mesa está preparada, sólo falta engalanarla con tu presencia.
  • Ah, bueno, me estás apabullando, pensé que ya no existían los caballeros y claro que te acepto la cena, no todos los días la tratan a una como una reina.

Me levanté y le ofrecí el brazo para irnos hacia el comedor, los ojos verdes que me parecieron muy naturales le brillaban y se levantó para aferrarse a él.  Era alta, estilizada, elegante y sensual, quedaba unos centímetros por debajo de mi altura y se arrimó complacida rozando con su teta el bíceps de mi brazo, no pude discernir si la firmeza era por el sostén o por su propia naturaleza, de inmediato tuve ganas de averiguarlo.  Entramos al comedor y la noté segura de sí misma y orgullosa de las miradas masculinas y femeninas que se fijaron en ella cuando el maître se acercó para acompañarnos hasta la mesa.

La mesa se encontraba en uno de los costados cercanos a una esquina del comedor y le corrí la silla para que se sentara con vista a todo el salón, se había vestido y maquillado como para ser admirada y no pensaba privarla de esa posibilidad.  La sonrisa de agradecimiento fue más que elocuente y espero a que le sacara la chaqueta para luego sentarse y mostrar que la camisa blanca con encajes le sentaba de maravilla y dejaba entrever un hermoso par de tetas protegidas por un sutil sostén del mismo color.

Me pidió si le podía dar un gusto y no tuve inconvenientes, quería cenar con champan y ordené uno de los mejores, al mirar la carta me dijo que no se decidía por ninguna comida y con su anuencia, la hice más sencilla, lo llamé al maître para que él nos recomendara que cenar.

La recomendación fue acertada y mientras esperábamos por el primer plato comenzó a contarme que era viuda desde hacía tres años, que vivía con una hija que estaba separada, que era jubilada de la docencia y que había aceptado esa invitación para salir a instancias de la hija, ni siquiera conocía personalmente al “fulano” en cuestión y que todo se había concretado por medio de una página de Internet.

  • Me alegro muchísimo que tu cita no haya podido venir o que se sintiera acobardado ante tu presencia porque me dio la oportunidad de disfrutar estos momentos a tu lado.
  • Sos un adulador, también cabe la posibilidad de que me haya visto y no le gustó la abuela canosa que lo esperaba, jajaja.
  • Eso no te lo crees ni vos, el platinado natural te queda bellísimo y estás radiante, no podrías pasar desapercibida en ningún lado, además, si no se acercó se perdió la oportunidad de gozar de tus ojazos verdes.
  • ¡Por Dios Carlos !, me lo estoy creyendo todo, hace miles de años que nadie me decía cosas lindas sin guarangadas de por medio, vas a lograr que me ruborice como una colegiala.
  • Mucha culpa de todo esto que digo la tenés vos, sólo expreso por lo que veo, sos una mujer excitante.
  • Me hacés sentir muy bien y estoy experimentando cosas a las que nunca accedí, el lugar, el entorno, la comida, el champan, los halagos y desde luego la compañía de un hombre tan joven.
  • La edad siempre es relativa, te propongo que dejemos de lado esos menesteres, a mí no me afectan para nada tus años, cualesquiera que sean, me interesa más tu belleza y tu estampa de mujer, además de la experiencia que, como dicen, es un grado más.
  • Me encantaría demostrar mi supuesta experiencia pero, te la tengo que deber, estar al lado de una persona como vos me hace dar cuenta que me faltó mucho por aprender, aunque nunca es tarde.
  • Esa es una gran verdad, nunca es tarde, creo que sólo hacen falta las ganas de experimentar y sentir.

Ya estábamos en los postres y la botella de champan había pasado al olvido, pero había logrado los resultados que ella misma quería y se la notaba más suelta y desinhibida, quizás excitada, algo que, por otro lado, no me molestaba en absoluto.

  • ¿Vos crees que podrías dejarme sentir la capacidad de expresar mi experiencia en algunos campos determinados?
  • No lo sé, en una de esas me sorprenderías y te sorprenderías a vos misma.
  • Me has hecho y me hacés sentir tan bien que no me disgustaría intentar conocer algunas cosas más, aunque puedas llegar a desilusionarte.
  • Hay maneras de averiguarlo y para eso existen los intentos, por lo pronto podríamos subir a mi suite y tomar allí la última copa.
  • De acuerdo, aunque me tiemblan las piernas creo que esta será una noche como para no olvidar.
  • Intentemos, Emilia, intentemos.

Ella se tomaba de mi brazo cuando fuimos hasta el ascensor y ya dentro de éste pareció soltarse, me miró fijo cuando me acercó su boca y no tardé en abrazarla de la cintura, pegar sus tetas a mi pecho y besarla con ganas de devorar toda su boca, Emilia se dejaba besar y apenas si participaba moviendo su lengua y en todo su cuerpo se notaba el abandono de la hembra hacia su macho.  Su pelvis se pegaba a mi bulto indisimulado y un gemido fuerte se dejó escuchar cuando besé su cuello y se estremeció con ello.  Me tenté, pero no quise tomarla de sus nalgas, ya habría tiempo para eso.

Entró primero a la habitación y miró sorprendida el lujo de la suite, luego se giró y me echó los brazos al cuello para besarme con ganas, allí no me privé y me prendí con una mano en sus nalgas, las noté bien armadas aunque no tenían la dureza de otras que conocía pero su gemido me hizo olvidar alguna comparación, mi otra mano aferró una de sus tetas que llenaba toda la palma y el pezón se irguió desafiante y receptivo.  Ella se sacó la chaqueta sin despegarse de mis labios y se apretaba contra mi pelvis queriendo conocer con el tacto de su entrepierna el grosor de mi hombría.

Nos dejamos de besar, ambos estábamos excitados y me pidió pasar al baño, le dije que mientras prepararía un par de copas y la miré caminar con dominio de sus zapatos de tacos altos y moviendo las caderas que anticipaban placeres.  Se tomó su tiempo y cuando apareció me sorprendió parándose frente a los grandes ventanales de la suite esperando la reacción por su vestimenta íntima.

Vestía, si se le puede llamar así, un insinuante body cavado de color blanco por sobre un conjunto de lencería con encajes del mismo color, el sostén de fino tul apresaba sus hermosas tetas que apenas si podía contener su masa y lo erecto de sus pezones, completaba el cuadro con una cintura estrecha y unas piernas de ensueño cubiertas por medias blancas con puños de encaje que se adherían a sus muslos, los zapatos de tacos altos, desde sus pies, modelaban toda su figura.

Mirando el perfil de sus caderas imaginé unas nalgas prestas sólo tapadas por una fina tira y era evidente que Emilia había ido a su cita dispuesta a que se dieran todas las circunstancias que derivaban de la entrega y el placer… “¡Madre de Dios mujer, estás infartante!, no siempre se tiene la posibilidad de gozar tanto con la mirada” , -le dije haciéndole saber de mi admiración, algo que, evidentemente, ella pretendía-. “¿Te gusta?, lo compré para la ocasión, no sabía si iba a tener algún tipo de impacto y nunca me alegró tanto que me hubiese fallado la cita varias veces postergada” .

Me decía eso y se acercó al sofá donde me encontraba haciendo de espectador.  Se arrodilló de frente sentándose sobre mis muslos y me echó los brazos al cuello cual si fuera una adolescente deseosa, su cara y su mirada que expresaban un genuino deseo, más lo embriagador de su perfume actuó directamente sobre mi erección.

Nos besamos con ganas desatadas, mis manos acapararon sus tetas y mis dedos jugaron martirizando sus pezones sensibles que parecían piedras, esto provocó el gemido que se hizo escuchar y se contorsionó al apretarlos y soltarlos.  No daba para estar allí y me incorporé para llevarla abrazada hasta el dormitorio, se paró mirando la cama y, desde atrás, tomé sus tetas, apoyé mi bulto en sus nalgas y besándola en el cuello le dije, “el placer y la dicha nos esperan” .

Se sentó en la cama y diciendo: “esto es un sueño” , procedió apurada a aflojarme el cinturón del pantalón y a tratar de desnudarme con prisas.  Pronto tuvo el ariete a disposición de su mirada y de sus manos, una de ellas se ocupó de aferrarlo y la otra se la llevó a la boca para evitar la exclamación, “se me junta el temor y las ganas, debo estar tan cerrada como una virgen y nunca tuve algo tan grande” .

Los ojos asombrados me hicieron saber que no me mentía pero no me dio tiempo a contestar nada pues, tomando la pija con las dos manos pasó la lengua por todo el glande y comenzó con una mamada que no tuvo nada de antológica pero que merecía la atención por el esfuerzo que ponía en ello.

Sus ojos se humedecieron cuando levantaba la vista para que la mirara tratando de penetrarse lo boca lo más que podía, sus manos desaparecieron del lugar y se ocuparon de su ropa, dejó de mamar y se paró para que me dejara caer en la cama y, salvo su tanga, todo resto de ropa desapareció como por encanto.  Me estiré a lo largo y ella siguió con su intento un poco más, como no debía dejarla sola giré el cuerpo para que el “69” se hiciera sentir.  El primer beso con toda la boca en su vagina depilada provocó el “ahhh” que no pudo ni quiso disimular y sus contracciones y temblores evitaron que siguiera con su labor bucal.

Eso no me importó, tenía su vagina empapada y su asterisco fruncido a disposición de mi boca y era lo único que me debía interesar.  Mi lengua se movió enfebrecida tratando de penetrar sus dos cavidades y cuando con mi pulgar ingresé despacio en su culito y mi boca se adueñó de su clítoris endurecido Emilia se desmadejó por completo, “Así, así, así, ¡Cristo santo!, estoy acabando como una jovencita, no te vayas de allí, mordé, chupá, Carlos me estás volviendo loca”

Salía de unos temblores y contracciones y entraba casi sin pausas en otros, no cabían dudas de que estaba acabando, su vagina lo dejaba saber y yo me esmeraba libando y tragando sus jugos… “Pará Carlos pará, me vas a secar, necesito tu pija en mis entrañas antes de morir de placer” .

El pedido tenía sentido y salimos del enredo para que pronto se ubicara en la posición del misionero esperando por su ansiada pija, eso no era para mí, yo quería gozar del espectáculo de toda la cogida y, arrodillándome, coloqué sus piernas a los costados de mis muslos y enseguida tuve la boquita de su vagina como boqueando y pronta a recibir al ariete que palpitaba de ganas.  Antes de las estocadas pincelé la zona y me deleité con los gemidos y los movimientos de Emilia , luego comencé la penetración sabiendo que nada ni nadie podía cerrarme el paso.

La veterana canosa tipo platinada acusó enseguida el paso de mi pija por sus paredes estrechas, no me quise apurar, aunque ganas me sobraban, yo quería disfrutar de sus miradas y sus gestos al sentir que la verga penetraba abriendo sus carnes. “Esperá Carlos , me estás abriendo como cuando era una jovencita virgen, ¡qué verga, madre mía!, la siento hasta en las muelas” , -me decía-, aparte de eso se contradecía porque los movimientos de su pelvis se intensificaban y empujaban queriendo más, cerraba los ojos aguantando la penetración y los abría enormes cuando notaba que sus carnes cedían.

Lo de no apurarme pasó a ser una utopía cuando Emilia pareció tomar impulso y ella sola dio el caderazo adelantando su pelvis para penetrarse hasta que chocaron las pieles, el grito fue una mezcla de dolor y alivio, yo lo intensifiqué porque apreté sus pezones hasta el grado de sacarla de quicio y me lo demostró moviéndose como electrizada.

Era lo que esperaba y mis movimientos de entradas y salidas se hicieron más rápidos, lo que la llevó a deshacerse en un orgasmo espectacular levantando el cuerpo para que la penetrara hasta lo más profundo, “¿dónde la querés” , -alcancé a gritarle-.  Me respondió en medio de sus gemidos y temblores abrazando con sus piernas mi cintura y el “sííííííí” corroboró su placer cuando sintió que mi leche la llenaba.

La dejé que se calmara y permanecí en su interior para que mi verga se fuera aflojando en su intimidad.  Su mirada se dulcificó y tomó mi cuello para acercarse a besarme, lo hice y notamos los dos la incomodidad de la posición… “No tuve más que las cogidas de mi esposo y ni aun en los mejores momentos había gozado tanto” , -me dijo luego del beso-.  Luego salí de allí, me acosté a su lado y la abracé dejando una mano sobre su teta más cercana…

  • Jamás pensé que lo iba a pasar tan bien, tu presencia, la cena, la suite y la cama, fue todo maravilloso y me siento fenomenal.
  • Yo no, todavía me falta.
  • ¿Qué te falta, querés seguir?
  • Cuando te haga la cola me sentiré realizado.
  • Sos un loco, no te la voy a negar pero tiene muy poco uso y ya me dan escalofríos, ¿cómo querés que me ponga?...
  • No te apures, vamos a tomar algo y todo tendrá que darse casi sin darnos cuenta.
  • Vos no existís, jajaja…

Daba gusto conversar con Emilia y luego de un rato en que me contó otras cosas de su vida y preguntó poco de la mía, se levantó para decirme que ella prepararía los tragos.  Verla caminar con paso seguro a pesar de su desnudez y admirando su físico bien puesto, alabé el mismo y le pregunté si hacía gimnasia y algún tipo de ayuda física para mantenerse de ese modo… “Tengo cincuenta y siete y lo mío es genético, nunca pisé un gym, lo único que hago es caminar mucho aunque no lo descarto porque ya se me notan muchas flojedades, para colmo fui a dar con un caballero jovencito que me destartaló toda, jajaja” .

Eso nos causó gracia a los dos y brindamos por el encuentro, en ese momento los ojos volvieron a brillarle y me dijo que siguiera con mi copa que ella tenía otras cosas que hacer.  Dejó su copa en la mesa de noche y volteó su cuerpo para dedicarse al “morcillón” que, sólo con un par de lamidas se erectó para su complacencia, “no lo puedo agarrar dormido, no importa, su reacción alaba mi ego” , -dijo sonriendo y se abocó a lamer y tratar de tragar-.

Dio dos chupadas profundas, lo más profundas que pudo y se levantó de la cama para tomar el sobre que traía con su neceser, de allí sacó un tubito de crema humectante y me lo dio diciendo, “hacele los honores, con eso va a doler menos” , luego volvió a la mamada pero se arrodilló invirtiendo el cuerpo para que el culo me quedara prácticamente en la cara.  Yo me acomodé un poco mejor levantando mi cabeza con las almohadas y antes de ponerle crema con los dedos, me apliqué con la lengua y saliva a comenzar la dilatación.

Emilia no dejó de mamar esforzándose para tragar lo más que podía pero sus gemidos se hicieron oír con nitidez cuando notó mi lengua en su asterisco, el cual parecía latir, abriéndose y cerrándose, anticipando quizá a lo que vendría.  Después me dediqué a poner crema y a dilatar su oquedad con mis dedos, sólo se quejó un poco cuando el tercer dedo entró e hice girar un poco la mano pero no le dio mayor importancia y siguió moviendo las caderas.  Ella misma se dio cuenta que ya no faltaba más por hacer y giró el cuerpo para ponerse en cuatro diciendo: “Rompelo con cuidado Carlos , es todo tuyo”

No di demasiadas vueltas, colocado de rodillas detrás de su culo erguido comencé a puntear el agujero dilatado, hice un poco de fuerza para que el glande ingresara y lo sintió, el “ufff” se escuchó claro y trató de relajarse más porque sabía que el problema no estaba en el glande, era el tronco el que agradaría todo.

Entré despacio haciendo que sintiera todo el grosor y salvo apretar las sábanas con la mano, no hizo ni dijo nada, hasta que la piel de mi pelvis chocó con sus nalgas y allí sí se la escuchó: “¡Ayyyyy, Cristo santo, que verga!, no te muevas, dejala palpitar ahí adentro, no pensé que podría, esto es la gloria”

Parecía que me apretaba con sus músculos pero era lo estrecho del conducto lo que me ponía a mil, esperaba tranquilo instalado en lo profundo de su interior y ella me sorprendió porque comenzó a moverse haciendo los movimientos que debería hacer yo y me obligó a ponerme a su ritmo para entrar y salir.

El glande parecía salirse y volvía a entrar hasta lo más profundo, me enfervoricé con esto y hasta dejé de escuchar sus gritos mezclando el dolor y el placer en cada embestida, “rompelo, rompelo, dame más” , -decía desaforada-, hasta que estalló en un orgasmo que ya no le dejó mantener la posición.  Temblando y con contracciones se dejó caer de bruces sobre la cama arrastrándome con ella.

Por inercia entré hasta donde no había podido pero el grito que dio no le impidió seguir temblando y apretándome con sus músculos, “llename, sí, llename” , -expresó cuando mi verga despidió el semen en lo más profundo de sus tripas- y luego de un rato pareció quedarse laxa e inmóvil.  Al poco rato se movió y riéndose dijo: “Tuve que esperar casi cuarenta años para experimentar una verdadera rotura de culo, no te muevas por favor, sacala despacio, esa verga me llevó al Cielo y me hizo ver las estrellas, jajaja” .

Salí despacio y observando cómo le había quedado el agujero abierto y expuesto, ni fuerzas tenía para cerrarlo intentando que los músculos le respondieran, allí la dejé porque mi verga tenía sedimentos no gratos y me fui al baño para darme una ducha, cinco o seis minutos después Emilia se metía conmigo a la bañera, venía pidiéndole permiso un pie al otro para caminar, pero con la sonrisa que le iluminaba toda la cara.  Ninguno de los dos quería más, aunque ella se dejó bañar y acariciar con ronroneos.

Llegamos a la cama tanteando y se quedó dormida despatarrada y boca abajo apenas apoyó la cabeza en la almohada, no hizo falta taparla, la calefacción del lugar no hacía notar lo destemplado de la noche.  Yo sabía que vivía en una casa de un barrio de clase media alta y que había venido al hotel con un taxi, posiblemente no la vería más, no obstante, quería darle un último recuerdo en la mañana, llamé a la recepción del hotel, pedí el desayuno para las nueve de la mañana y un servicio de limusina para trasladar a una persona hasta tal lugar, Emilia llegaría a su casa como una reina.

En la mañana estaba radiante, terminamos de desayunar pasadas las diez y la pregunta obligada fue si nos volveríamos a ver, “yo no tengo compromisos con nadie, mañana o pasado tengo que viajar al interior y mi respuesta debería ser un “ni”, tengo tu número y si cuadra yo te llamo, ¿te parece?” , -le dije y entendió claro como venía la mano-.  Se preparaba para irse y le avisé que ya había contratado un coche para que la acercara hasta la casa, además le pedí que me dejara acompañarla, que eso me dejaría más tranquilo, aceptó sin poner ningún pero.

Lo reconozco, era todo por mi ego y nadie me quita la satisfacción de verle la cara de sorpresa y alegría cuando bajamos a la puerta del hotel y allí nos esperaba una moderna limusina de color gris.  Entró a la misma como toda una reina y no sabía cómo agradecerme todas las atenciones, habló durante todo el viaje y no paró de besarme en cuanta oportunidad tuvo.  Me causó mucha gracia que llamara a la hija cuando estábamos cerca de llegar, no quiso perder la oportunidad de que la viera llegar en “su carroza” .

Nos despedimos con un “hasta pronto” y la cara de la hija tampoco fue para perdérsela, yo no bajé y emprendí el regreso con el mismo vehículo.  Había sido una linda experiencia pero ya en el regreso mi mente se puso a maquinar en los pasos que debería seguir con los “muertos” que aún caminaban.

Continuará…

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