Aplicando justicia (11)

Lo de la tía fue espectacular y después de repartir felicidades y posibilidades de futuro me dediqué a gozar de la isla y de las compañías hasta que llegara el momento de partir.

ANDREA - PREPARANDO LA VUELTA.

Dormí como un bendito y me desperté renovado, estaba oscuro y me desperecé ocupando gran parte de la cama, era más que evidente, por lo menos yo lo sentía así que, los momentos de tensión, la adrenalina y la toma de decisiones rápidas cuando la vida se ponía en juego, te dejaban un rastro de cansancio y de pérdidas de energías que tenías y debías recuperar con un buen descanso, horas de sueño adecuado y un alimento nutritivo y acorde.  No era el sexo o las situaciones diarias o la toma de decisiones que se salían de lo cotidiano, como, por ejemplo, lo de los locales de las chicas, era distinto y tendría que acostumbrarme a esto.

Como fuere, ya estaba mejor y al escuchar movimientos en la cocina imaginé que Andrea estaría preparando la cena.  El celular acusaba las 20,20 horas, me levanté y elevé la voz para hacer saber que estaba despierto y me iba a dar una ducha.  No tardé mucho, salí del baño vestido sólo con un short de playa y no bien entré en la cocina, la saludé a la tía e hice una pantomima, me senté llevando una mano al pecho y diciendo: “¡Por Dios!, tengo un ángel semi desnudo cocinando en mi casa” .

El hermoso culo de Andrea tapado por un culotte negro de encaje dejaba notar parte de sus nalgas que sumado a su cabellera rubia cayendo a mitad de su espalda y sus piernas esbeltas que las sandalias de taco medio resaltaban, me resultó una visión angelical.  Ella le daba la espalda a mi llegada, parada al lado de la cocina y atendiendo el fuego que calentaba una olla de la que se desprendía un aroma exquisito…

  • Sos un loco, me dijo Abigail que seguro te iba a gustar encontrarme sólo con esta nueva prenda que compré.

Lo expresó dándose vuelta y me encaró dejándome ver un par de tetas medianas espectaculares, no tan firmes como las de las sobrinas, tampoco muy caídas pero con un agregado que las hacía más excitantes, las areolas eran más grandes, más oscuras y los pezones parecían pitones a punto de estallar.  Me echó los brazos al cuello y se prendió a mi boca con algo de desesperación y dejando demostrar una excitación que le brotaba desde los poros.

Mientras devolvía sus besos e iniciaba una danza de lenguas, una de mis manos se posó en su nuca y la otra se ocupó de una de sus tetas a la que acaricié, palpé y le apreté un pezón haciendo girar mis dedos sobre él, lo que le provocó un gemido de satisfacción pero se apartó para poder hablar…

  • Esta noche, para mí, va a ser un sueño, sólo te pido que me dejes terminar de preparar la cena, estoy haciéndote “la salsa de Andrea ”, dicen las chicas que me sale riquísima pero no puedo seguir, a tu lado estoy toda mojada y me tiemblan las piernas, -dijo girando el cuerpo para volver hacia la olla-.
  • Está bien, te voy a dejar cocinar aunque quiero que notes como me tenés, -le contesté y tomándola desde atrás, con las dos manos, de las tetas, le apoyé mi bulto en la zanja de las nalgas-.
  • ¡Ayy Carlos !, estoy notando “algo” que me va a dar un placer infinito, no es lo mismo sentirla que escuchar lo que te cuentan, creo que “de vieja”, a mi edad, tu verga me va a volver a romper y no sabés como la espero.
  • A mí no me gustan las viejas, me gustás vos que sos una hembra hermosa a la que dentro de un rato voy a tener toda para mí.
  • Andate, andate porque dejo todo sin terminar, tus manos y los dedos en los pezones están a punto de hacerme acabar como una yegua enloquecida, nunca sentí así.
  • Bueno, tomate tu tiempo, yo voy a hablar por teléfono y en un rato estoy contigo.

La dejé sola y debo admitir que me costó lo mío, ¡qué buena hembra! , me había puesto como un burro sólo con tocarla un poco y escucharla…  Me metí en la habitación para llamarlo a Patricio , le conté que lo estaba pasando muy bien pero sin darle muchas explicaciones, los dos éramos hombres de pocas palabras, sólo las justas y necesarias.  Él, a su vez me contó los progresos que se estaba haciendo con el motor-home y con eso me di por satisfecho, sabía que iba a realizar un buen trabajo.

Luego hice un paquete con los fajos que había puesto muy desordenados en un estante del placard y lo guardé en un rincón del mismo.  Había contado diecisiete fajos que sumados a los cinco que les había dado a las chicas, arrojaban un buen resultado por la “limpieza justiciera” .  Por un momento estuve tentado de poner las noticias para enterarme de los últimos acontecimientos pero desistí de esa idea, no había forma de relacionarme con nada y enterarme si se mataban entre ellos o no, no me importaba tanto, rogaba porque lo hicieran pero no cambiaba ni ánimo.

Regresé a la cocina y estaba la mesa puesta, estaba bien, no la iba con esa de comer en el comedor, no había nada que demostrarle a nadie. Andrea me sirvió muy solícita y yo estaba halagado y excitado por partida doble, por un lado la veía mover el culo con soltura, ya sin nada de la vergüenza que había expuesto al principio, poca pero algo hubo y por otro lado porque la comida que había hecho era un manjar, las pastas eran comunes pero la salsa era para un paladar exquisito.

Hicimos un rato de sobremesa después del café, me contó varias de sus ideas para el negocio y la decisión consensuada de todas de brindarse a mí en cuerpo y alma para hacer que pasara los mejores días de mi vida en Aruba .  En un momento en que la besé y acaricié sus pezones, la noté un poco dubitativa y le pregunté si le pasaba algo…

  • A vos no puedo ocultarte nada, tengo un poco de temor a decepcionarte.  Las chicas me contaron maravillas de “tu cama” y yo estoy un poco olvidada, aunque nunca fui muy dada para esto, mi marido era muy light para todo lo relacionado con el sexo, hablar puedo hablar mucho pero…
  • Jajajaja, mirá que habías resultado tontita, esto es como aprender a andar en bicicleta, uno nunca se olvida.  Vamos a hacer una cosa mejor, me dejás a mí y no te prives de nada, gritá, gemí, patalea, putea, yo voy a gozar con todo lo que me des y mi mayor logro será verte gozar como una desenfrenada.  Por lo pronto voy a hacer algo que no te esperás…
  • ¿Qué me vas a hac…?, pará, loco, pará, con esto ya te quiero adentro, ¡por Dios, es genial!...

Verdaderamente se sorprendió cuando la alcé poniendo un brazo en su espalda y y el otro bajo sus rodillas y la llevé así a la habitación, no pesaba nada y enseguida me abrazó tomándose de mi cuello, reía con ganas apretando sus tetas en mi pecho y cuando llegué a la cama no se soltó, me llevó con ella y me besó, su lengua entraba y salía de mi boca como si fuera la lengua cazadora de un camaleón y chocaba con la mía que trataba de recorrer su boca, las pieles de nuestros torsos se hicieron amigas enseguida y sus gemidos apagados no tardaron en llegar.

Dejar el beso y comenzar a descender por su cuerpo con besos y lamidas la hizo contorsionarse, bastó que chupara con ganas uno a uno sus pezones y el “no, no, ayy, no, síííí” hizo que se tensionara y empapara el culotte que no tardé en sacarle, se abrió de piernas cuando terminé de sacar esa prenda y aproveché para que mi short también cayera, me esperó en la posición ancestral del misionero y ni borracho la iba a penetrar así.  Le había pedido que gimiera o gritara sin temores y fue lo que hizo cuando mi boca y mi lengua se apoderaron de su vagina anegada.

Gritaba diciendo que eso no lo podía aguantar, se contorsionaba y cuanto más la escuchaba, más me enfervorizaba con sus labios íntimos, parecía tener orgasmos chicos aunque consecutivos y apenas pudo sentarse para tomar mi cabeza y empujar como si quisiera que ésta entrara en ella, me chorreaban sus jugos por la cara, apenas si podía girar un poco la cabeza para tomar aire y en uno de sus orgasmos mi pulgar se perdió en el agujero más chiquito, comencé a moverlo a la par que me prendí a su clítoris y lo absorbí jugando con mi lengua en él.

Me preparé para lo que ya estaba por venir y tuve que sacar el pulgar para aferrarla fuerte de sus muslos y no permitir que me quebrara el cuello con sus movimientos, “es terrible, me estoy vaciando, tené piedad” , pedía gritando y estalló…  Dudé en ese momento de que alguna vez hubiera tenido un orgasmo así, mi ego estaba por las nubes y después me lo confirmó pero, ese fue sólo el primero de una catarata que se avecinó cuando tuvo el ariete incrustado y chocando con su útero.

No pensaba darle tregua a la tía o salía de mi casa convertida en la mujer feliz y satisfecha que se merecía o se moría en el intento.  Todavía temblaba como con estertores cuando limpié con la lengua los rastros de sus jugos que empapaban su entrepierna y sus nalgas.  Le puse las piernas sobre mis hombros, me arrodillé en la cama tomando sus muslos y toda la zona quedó a merced de mi boca, vi como sus labios íntimos parecían aletear y como se contraía por entero cuando el pulgar comenzó a “jugar” nuevamente con su asterisco…

  • ¿Me la vas a meter por el culo? , -preguntó no sin cierto temor-…
  • No lo dudes mi cielo pero todo a su debido momento, no te vas a ir de aquí sin haberme recibido por todos tus agujeritos.
  • No quiero negarme pero, por favor Carlos , hacelo muy despacio, sólo tuve una experiencia de adolescente y no fue agradable.
  • No pienses en eso, los momentos se darán cuando deban darse y estoy seguro que me vas a entregar tu culito con ganas y pidiéndolo, pongo todas mis fichas en ese pleno.

Me miró no muy convencida de ello y entendí que debería llevarlo con tranquilidad pero seguramente no iba a desistir, ese culo, sí o sí, sería mío.  Cuando tomé el clítoris con mis dedos pulgar e índice y los moví sus jugos volvieron a aparecer y la dejé caer hasta que apoyó sus nalgas en mis muslos y los movimientos de sus caderas se dieron casi por inercia.  El ariete había quedado erguido mirando al techo y arrimé mi cuerpo para que se juntara entre sus labios, el gemido que dio al sentir el calor y los empujones que daba con su pelvis denotaban su excitación y su apuro por tener la verga que deseaba.

Me separé un poco para poder maniobrar con facilidad, las pinceladas no se hicieron esperar y pasar desde su clítoris hasta su asterisco incrementaba su desesperación, estuve un rato así hasta que no aguantó y me pidió que la penetrara, “es desesperante Carlos , metela, hacémela sentir, me tiemblan hasta los dientes” , -me dijo levantando la voz a la par que ella misma se estrujaba las tetas y los pezones-.  Ya no me quedaban ganas de jugar y calcé el glande en la abertura lubricada.  Entrar despacio en ella fue una delicia, no sólo porque notaba su estrechez y todas sus rugosidades sino porque no podía hacerme el sordo ante sus exclamaciones.

“¡Cristo santo, qué pedazo de verga!, esperá, esperá, no, no, no esperes, dale un poco más, no te imaginás como te siento” , se contraía y se aflojaba aunque no se resistía, tampoco a mí me era fácil, su vagina parecía de adolescente y cuando iba por la mitad comenzó con los estallidos en cadena, una, dos y tres veces de agitarse poniendo los ojos en blanco y el último empujón lo di sin esperar más.  El grito se escuchó en toda la casa cuando el glande chocó con su útero y, en contrario de lo que esperaba, se empezó a mover como desquiciada pidiendo que la cogiera con fuerza y ganas.

Me costaba contenerla y pasando las piernas por mi cintura se incorporó en una posición rarísima, tomó mis antebrazos y mirándome a los ojos me gritaba pidiendo que le diera más fuerte, que la perforara pero apenas si podía mover mi pelvis para entrar y salir con comodidad aunque hice el intento, “no me la saques, dejala adentro” , -pedía ya un tanto descontrolada-.  Estaba rellena de carne y sus músculos vaginales no funcionaban, no había espacio para intentar apretar nada, parecía absorberme con una energía que no esperaba y debía controlarme para que no me llevara en uno de sus orgasmos intensos y reiterados.

Mucho no podría aguantar porque era ella la que se golpeaba su interior con mi glande, además comenzaba a dolerme a mí y cuando apretó fuerte la base de mi verga con los músculos de su vagina anunciando un orgasmo más fuerte, ésta pareció latir con vida propia y sin moverse ni un ápice comenzó a descargar la leche de mis testículos cual si fuera independiente de mis ganas, lógicamente, me dejé ir y el líquido caliente activó aún más su entrega desaforada.  Los gritos dados cerca de mi oído, mientras me apretaba con fuerza los antebrazos se convirtieron en una agradable tortura, fueron cuatro o cinco veces bombeando escupitajos y cada vez tembló y gritó más.

Esto hasta que acercó su cara a la mía mirándome con intensidad, los ojos se le pusieron en blanco y todo su ser se convirtió en un peso muerto. Andrea no pudo aguantar todas las sensaciones que experimentaba y se desmayó.  Primero me asusté, nunca me había pasado algo así, hasta pensé en su corazón fallando pero cuando me separé de ella y la tendí en la cama noté que respiraba con normalidad y la dejé estirada con sus brazos en cruz.  Pasado el susto me comencé a reír y la maldad afloró.

Le saqué fotos con el celular y las titulé, “un polvo y a la lona” , ya me encargaría de mostrárselas para reírme a costillas de su inesperado desmayo.  Fui a darme una ducha y cuando regresé, secando mi cuerpo con una toalla grande, ella abría los ojos y movía la cabeza tratando de ubicarse en lugar y tiempo…

  • Jajajaja, parece que los muertos resucitan o no están tan muertos como parecía.
  • ¡Santa madre de Dios!, disculpame Carlos , no sé qué me pasó, ya ni me acuerdo, nunca me pasó algo así.
  • ¿Será que nunca te cogieron como vos te merecías?, jajajaja.
  • Está claro que no, esto fue inesperado…  ¡Qué vergüenza, qué pensarás de mí!
  • De vergüenza nada cielo, te pasaste de rosca y creo que gozaste con todas tus ganas, es evidente que no te olvidaste de “andar en bicicleta”, esperá que traigo unas cervezas y seguimos.
  • Por favor, creo que no me queda una gota de líquido en el cuerpo.

Le alcancé una cerveza y me senté a su lado en la cama para sentirla cerca, su piel despedía un magnetismo especial y su cara no pudo disimular la sorpresa cuando miró mi verga semi dormida…

  • Ahora entiendo porque me duelen hasta las muelas, ¿todo eso me metiste?
  • Jajaja, sos una viciosa porque al principio comencé a meterme yo pero después fuiste vos quien me absorbió, en definitiva creo que el de “la cogida” no fui yo, me usaste para tus fines libidinosos.
  • Es que a medida que entrabas en mí, me fue difícil contenerme, sentía que tomabas posesión de toda mi persona, no lo puedo explicar, el placer me superaba.  Me pasaron muchos años por encima pero puedo decir que valió la pena la espera, es más, cuando quieras, mi culito te espera.
  • Digamos que ya pasé la etapa de los “apuros”, lo que tiene que llegar, llegará, estar así a tu lado, disfrutando de una bebida también me da mucho placer.
  • Me hacés estremecer con lo que me decís, ¿te puedo hacer una pregunta?, -no me dejó contestar-… ¿Por qué nos ayudaste y casi sin conocernos?, eso no fue por sexo.
  • No, no fue sólo por sexo, aunque algo influyó porque tus sobrinas se brindaron como verdaderas mujeres y entendía que vos tampoco me defraudarías, digamos que, aparte del sexo, me generaron mucha confianza y la posibilidad para ayudarlas estaba, la empatía también, ¿para qué dudar en brindar una mano sincera?
  • Se agradece la parte que nos toca pero no existen muchos que pudieran ser y hacer como vos.
  • Es problema de esos muchos, yo estoy convencido que la felicidad no es eterna ni duradera, supe tener toda la felicidad que quería y del día a la noche todo desapareció, por un lado eso me generó muchos rencores pero a la vez entendí que si se puede ayudar a algunos pocos que te rodean para que puedan tener un pedazo de la felicidad que pretenden, se debe hacer y sin resquemores.
  • Tu apuesta es más que altruista, hay demasiados que podrían no entenderla.
  • Te reitero, ese es problema de los que no entienden, aunque, no te engañes, soy muy jodido si me juegan sucio.
  • Eso no me molesta, ni me doy por aludida, ninguna de nosotras te va a fallar.
  • Lo sé, lo sé y me parece que tu culito me está llamando.

Se reanudó el juego entre bromas y le pedí que se pusiera boca abajo, desde allí, desde la nuca comencé mi “peregrinar” con manos y boca recorriendo el camino descendente.  Salvando un par de flojedades insignificantes en sus muslos, propias de la edad y de la falta de ejercicios, si les pusiera un trapo en la cabeza podía hacerme a la idea de que estaba con cualquiera de ellas, sus cuerpos eran calcados, sólo cambiaban en la manifestación de su placer.

Los brazos de Andrea quedaron en cruz y noté que escondió la cara en la almohada desde el primer beso en la nuca que dejé al descubierto al correr su cabellera.  Gimió ante el beso y el contacto de piel con piel y sus temblores casi imperceptibles no pasaron desapercibidos, se desesperaba cuando lamía su columna y acariciaba con mis manos abiertas toda su espalda y sus costados.

Al llegar al coxis la contracción fue muy evidente, no llegó a ser un orgasmo pero se preparaba para lo que imaginó que seguía.  Mis manos se apropiaron de sus nalgas acompañando la cadencia delicada de sus caderas y mi verga pareció a punto de explotar cuando abrí sus cantos y apareció ante mis ojos el asterisco cerrado y contraído que deseaba ver dilatado y abierto.  Mi lengua dijo presente y la pasé por toda la raya mientras levantaba su cuerpo para que se apoyara con las rodillas en la cama, no ofreció ninguna resistencia pero intensificó su temblor y no pudo disimular el gemido profundo cuando hice contacto con ese agujero casi virgen.

Pretender que se relajara cuando trataba de introducir mi lengua en ese conducto después de haber lamido todas las inmediaciones, era una utopía, el músculo parecía tirarme besitos y daban ganas de quedarse a vivir allí, una de mis manos pasó por el costado de su cadera y el índice y el pulgar se ocuparon de ubicar y apretar el clítoris sobresalido y eso fue un detonante.

El gemido se convirtió en un grito destemplado y sus palabras salían un tanto ahogadas, “aaayyyyy, Carlos , me voyyyy, no me aguantoooo” , alcancé a escuchar que dijo y me arrancó la cara del lugar con un movimiento que lindó con lo violento, mi mano quedó empapada con sus jugos y Andrea parecía sollozar mientras temblaba sin parar.

No dejé que se recuperara y volví con la boca a ese lugar que me encantaba, saliva, ambos pulgares que trataban de dilatar, más lengua, más saliva, luego dos dedos, a poco un tercero y ya movía las nalgas buscando más penetración.  En un momento tres dedos de mi mano trataban de girar en derredor del esfínter para lograr una mayor dilatación y luego los sacaba mirando que el hueco no se cerrara rápido.

Cuando creí que ya estaba suficientemente dilatado acerqué mi glande endurecido al agujerito que palpitaba y allí lo dejé gozando con sus movimientos que trataban de hacer que penetrara en su conducto, ella movía las caderas hacia atrás pero, como había dicho que me lo tenía que pedir, la penetración fue por otro lugar, gritó de placer y un poco de dolor cuando entré sin detenerme en su vagina empapada y se movió como electrizada.  Eso me venía fenomenal, ella aliviaba su tensión y yo lubricaba toda mi verga.

Entré cuatro y cinco veces haciendo tope con su interior y la sacaba para puntear el asterisco, medio glande pretendía ingresar y lo sacaba para llevar todo el miembro al interior lubricado, a la tercera vez que hice esto el glande ingresaba completo en su culo y Andrea estaba que explotaba, gemía tratando de penetrarse más y sin moverme, con el glande adentro de su recto, me acerqué a su oído y le dije: “pedímelo” …  Con eso apreté el detonador.

“¡Por Dios Carlos , no me hagas esto, entrá, rompeme el culo, no te detengas, haceme sentir tu verga!” , -su grito fue más que claro y comencé a empujar-.  El grito de dolor y de placer se unificó y con un poco más de la mitad en su interior sedoso y estrecho, volvió a tener un orgasmo de proporciones que la hizo moverse venciendo sus rodillas.  Me llevó con ella en su caída y aplasté sus nalgas con mi pelvis ingresando por completo, ni tiempo tuvo para sentir dolor el goce era total y el orgasmo que no se detenía ayudó a mitigar el “pijazo” .

De esperar a que se acostumbrara, nada, mis movimientos se intensificaron, era yo quien me cogía un culo soñado y ella tendría que acoplarse a esas entradas y salidas si quería gozar más…  Iluso de mí, tardó apenas un suspiro en moverse a mi ritmo, la cogida se convirtió en algo sensacional y se aunaron los gritos de dolor, de placer, de pedidos de más, de dar gracias, de sollozos y hasta de puteadas pues aún sin conocer a mi madre la catalogó mientras estaba hundida en esos instantes de dolor-goce, todo esto acompañado de orgasmos a cuál más fuerte y demoledor.  Finalmente, tampoco yo pude más y sus tripas recibieron mi líquido casi hirviendo.

El semen caliente siempre terminaba obrando milagros y me costó mantener su cuerpo porque aunque estaba acostado sobre todo su dorso, parecía corcovear para despedirme, pero yo, pegado como con “loctite” no me separé de lo profundo de su interior mientras ella apretaba la base del ariete con su esfínter y volvió a suceder, pareció desinflarse y se quedó quieta y floja.

Yo quedé igual y me recuperé respirando profundo sin salir de ella, “¿estás bien?”, -pregunté en su oído-.  No me contestó y supe que estaba en su limbo de inconsciencia.  Salí despacio con la verga amorcillada y el morbo me llevó a mirar el hueco de su culo abierto que no se contraía porque ella estaba lejos de manejar cualquier músculo.  Me sentí genial y me recosté a su lado para dormir…

Era muy temprano en la mañana cuando la escuché a Andrea en el baño, en realidad escuché el ruido del agua cayendo en la bañera y estuve tentado de acompañarla y ayudarla con la esponja y el jabón pero estaba destruido, el pene me ardía y tenía ganas de seguir durmiendo, no pude hacerlo la tía salió del bañó secándose con un toallón y me habló:

  • Al fin despertaste, me quedé un largo rato mirándote dormir, estoy molida y me costó caminar hasta el baño, me dejaste de cama y con el culito dolorido, tanto que me cuesta moverme pero nunca me sentí tan feliz.  Si alguien me preguntara si alguna vez me sentí bien cogida, ya sé que debo contestar, jajaja.
  • Hola cielo, buenos días, yo no estoy mejor que vos, “mi amigo” no salió bien librado de los roces y tus estrecheces…  De todos modos, estoy igual de contento, me encantó estar a tu lado y me hace bien que te sientas “bien cogida”, jajaja.
  • Si te tengo que empezar a contar todas mis sensaciones, no me alcanzaría la mañana, ¿qué querés que te haga de desayuno?...
  • Lo que vos gustes, me voy a dar un baño y tengo que hacer mis ejercicios, si te sigo mirando me voy a dedicar a otra cosa y el cuerpo le está llevando la contra a las ganas.

El baño fue reconfortante y mejor lo fue el desayuno, ella ya se había vestido con un vestidito de verano suelto, con breteles de dejaban ver parte de su escote apetecible y le llegaba apenas por encima de las rodillas, las sandalias de taco medio resaltaban sus piernas y no pude resistir la tentación de alabarla, “estás más que preciosa” , -le dije besando su cuello-. “¿Te gusta?, es estreno, las tres nos pusimos al día comprando cosas para tratar de agradarte” , -contestó arrimando mimosa su cuerpo al mío-.

Me quedé haciendo ejercicios y ella se fue para el local diciéndome que pasara por allí cuando lo considerara conveniente pero que, si yo quería, una de ellas vendría al mediodía para cocinarme.  Le pedí que se ocuparan de lo suyo, yo pasaría por la tarde por los locales y se fue contenta y con una cierta molestia que se le notaba al moverse.  Yo me pasé dos horas practicando algo de Artes Marciales y de lanzamientos de cuchillos, las mejoras eran notorias.  Un poco pasado el mediodía, me fui caminando a la playa que quedaba cerca y me senté en un barcito para poder almorzar algo típico.

Había bastante gente disfrutando de la playa y, de paso me enteré de algunos comentarios referidos a lo acontecido en una casa de las inmediaciones.  El camarero hablaba con uno que parecía un cliente pero observé que en su mesa no había nada para consumir y que en su teléfono celular apoyado sobre la mesa, se dejaba ver una luz roja titilante.  No me cupieron dudas de que estaba grabando lo que el camarero decía, se me hizo que sería algún periodista local y lo corroboré cuando se acercó a otra mesa para hacer lo mismo.

No tardó en acercarse a la mía y se presentó con todo respeto diciendo que era periodista de un diario local que estaba cubriendo la información de las muertes sucedidas en una casa de las inmediaciones.

  • ¿Por qué me pregunta a mí sobre lo que opino de eso, sólo tengo la información de un taxista por la inusual presencia policial? , -le pregunté con la misma amabilidad-.
  • Es que precisamente queremos saber lo que opinan los turistas sobre ese problema de inseguridad y como afecta a la isla y al turismo.
  • A mí no me afectó, acabo de decirle que me enteré por un taxista, es más, lo que usted me pregunta incentiva mi curiosidad, ¿por qué no se sienta a tomar algo conmigo y me cuenta algunos pormenores, usted parece tener una buena información?
  • No sé si sea producente señor.
  • Como guste, ya me parecía que había algo terrible de por medio, vivo en la misma calle y esa noche vi un montón de autos policiales y a un par de ambulancias pero ni loco me acercaría a un meollo de esos.
  • ¿Así que vive cerca?, cuénteme que pasó y si vio algo, -me lo preguntó corriendo la silla, sentándose a mi lado y ordenando un cóctel de frutas-. En realidad, sabemos de quien se trata pero no nos dan mucha información.
  • Yo le cuento y usted me cuenta, sin grabador, aunque no tengo mucho para decir, tenía calor y estaba en la pileta cuando escuché a lo lejos varios golpes como cuando se pega con un martillo sobre chapa, un rato después escuché sirenas policiales y de ambulancias, los vi pasar porque me envolví con una toalla y miré el tumulto en esa casa pero luego de eso cerré todo y me fui a dormir, no era algo que me afectara las vacaciones.  Lamenté que en las casas vecinas estarían todos alterados por ese ruido y toda esa presencia policial.  Cuénteme usted que pasó, así tendré algo que contar cuando vuelva a mi país, jajaja.
  • Mataron al jefe de un cártel de drogas colombiano y a todos sus custodios, lo que usted escuchó debe haber sido cuando ametrallaron al móvil policial que estaba en la puerta, parece que fue un trabajo de profesionales y ahora están todos alborotados porque se corre el rumor de que quienes ordenaron eso fueron los corsos, ayer mismo hubo represalias y mataron a dos custodios del jefe de los franceses.  Las autoridades no saben qué hacer y el Gobernador está que trina porque esto perjudica al turismo internacional.
  • Parece una película pero creo que lo primero que tendría que averiguar el Gobernador es qué hacía un auto policial en la puerta, eso sí es como usted dice.  Me suena a contubernio con alguna autoridad policial, esa pérdida de confianza en la policía minaría y perjudicaría más al turismo que un tiroteo aislado.
  • Sabe que tiene razón, me parece que voy a encarar la nota para ese lado aunque me gane varios enemigos.
  • Espero que tenga suerte, en su profesión los miedos existen y aparecen pero hay que vencerlos.

Se despidió entusiasmado, se lo notaba novato, no me preguntó más nada y yo me sentí bien porque mi plan, de alguna manera, había dado resultado, que se mataran entre ellos lo que menos hacía era afectarme.  Luego de esa comida caminé un rato por la playa deleitándome con los culos de las turistas jóvenes que pululaban en tangas y hasta por ahí nomás, no estaba para ningún trote raro, en casa estaba “atendido” por partida triple y apenas si el cuerpo aguantaba.

El sol caribeño se hacía sentir y luego de un rato en que empalmé con otra playa vecina, decidí salir de la arena y tomar un taxi.  Al llegar vi que las tres llevaban vestidos similares en el corte aunque con pequeñas diferencias pero que resaltaban el físico, me saludaron con besos y abrazos pero no perdieron la oportunidad de retarme por haber salido a caminar por la playa sin ponerme protector solar, yo tenía puesta una camisa de mangas cortas que usé desabrochada y al mirarme en el espejo me percaté del porqué del reto recibido, mi cara, mis brazos desde los bíceps y parte de mi pecho y estómago tenían un color rosado subido de tono.

Fue Abigail quien ya había mudado gran parte de su oficina quien me llevó para hidratarme un poco la piel con protector, lógicamente, no perdió tiempo con sus bromas…

  • ¿Te parece bonito?, te dejamos a la tía para pasar la noche y nos devolvés a la pobre que no puede ni caminar.
  • Me imagino la vergüenza que le hicieron pasar a Andrea.
  • ¿Vergüenza?, te equivocás de medio a medio, creo que la tía perdió toda la vergüenza, jajaja, está tan feliz que a Valentina y a mí nos sorprendió…

Esa noche me fui a cenar a un restaurant muy bonito con Valentina , que fue la que se quedó en casa, al regresar, tal como si fuéramos pareja de recién casados, no hubo “tiroteo amistoso” , el goce de ella pasaba por estar a mi lado, eso sí, cuando le mostré como tenía el miembro primero se rio y dijo: “pobre tía, ahora entiendo…” , luego trajo una crema humectante y me explicó que tenía que estar duro para pasar la crema, algo que logró enseguida con la boca y el esmero que ponía en la tarea estaba por encima de cualquiera de sus familiares, después de tenerlo más que duro, aplicó bastante crema en el tronco y siguió con su boca en el glande para, finalmente, tomarse toda mi “crema” , gimiendo y gozando con el placer provocado por sus dedos.

Pasé así un poco más de tres meses en la isla, ora con una o con otra beldad de mi brazo, íbamos a cenar, a bailar, a recorrer playas, visitar lugares y recorrer la isla que, por otro lado, no es muy grande pues tiene 31x8 kilómetros pero es bellísima para recorrer con tiempo y sin apuros de tours turísticos ni limitaciones de bolsillo.  Una noche que me tocó estar con Andrea , me “atacaron” las otras dos llegando a casa de sorpresa, terminamos en un cuarteto MMMH, me dejaron como para que me dieran asco los culos y las tetas de cualquier otra pero tampoco se la llevaron de arriba.

Los locales funcionaban a full y el movimiento era constante, Abigail tuvo que comprar un auto para llevar a los clientes y otro tanto le tocó a Andrea porque Valentina no quiso, ella se movía con cualquiera de las otras dos o lo compartían y a mí me sorprendieron las posibilidades que había para adquirirlos, no por las mensualidades que parecen ser una constante de países “bananeros” sino por los precios accesibles, casi cuatro veces por debajo del precio que se estilaba en mi país.  La situación de las tres había mejorado ostensiblemente y ponían todo de sí para seguir mejorando.

Me enteré en esos días que había habido purgas en el seno de la policía y se intensificaron los controles por la zona del puerto.  Había muchos lugares en la isla por los que se podía acceder con contrabando desde el mar pero el puerto ya no era el “regalo” que solía ser.  Yo me mantuve al margen y aunque en algún momento se me ocurrió tratar de averiguar cómo operaban los franceses y quiénes eran los que dirigían esa operación, finalmente me decidí a seguir siendo un turista y no tentar a la suerte, fundamentalmente porque si algo salía mal, las chicas podrían pagar las consecuencias.

Faltaba poco para regresar y Abigail me vino con una novedad, el dueño de la casa que yo alquilaba vivía en los Países Bajos, ni se preocupaba por la propiedad, había tenido un problema financiero en su país y se comunicó con ella para poner la casa en venta.  El tema era que quería vender rápido y la propiedad cuyo precio oscilaba en trescientos mil dólares, la dejó librada a la primera oferta que recibiera y por ciento diez mil dólares más los gastos de venta, con dinero que vino “de arriba” me convertí en dueño de una hermosa casa en la isla de Aruba , la comisión por la venta no me la cobraron y las chicas estaban contentas porque eso me daba posibilidades ciertas de regresar.

La relación con Valentina era distinta a la de las demás y eso se notaba en los dos cuando estábamos juntos, debido a eso más de una vez me sorprendí pensando en quedarme allí o traerla conmigo pero… se me cruzaba por la cabeza la conversación unipersonal que había tenido frente al cadáver de Patricia y de mi hijo nonato, en la que prometí un justificado castigo a los causantes de mi desgracia, a todos aquellos que estuvieran metido en la venta y tráfico y a los que pudiera echar mano ejercitando la corrupción para hacer la vista gorda ante este flagelo y, como sabía que mis planes no variarían, actuaba el sentido común para no exponerla a nada de esto.

Finalmente, pasados los tres meses me llamó Patricio avisando que ya tenía todo listo, el motor-home estaba terminado y en condiciones de salir a recorrer cualquier ruta, le avisé que regresaría en una semana y le pedí la dirección correcta de la casa para enviarle los cuchillos por encomienda, algo que concreté al día siguiente y aproveché para sacar el pasaje de regreso, me quedaban cinco días en la isla y se me venía encima un tema peliagudo, tenía que hablar con las tres y hacerles saber mi decisión.

Como Abigail había estado esa noche conmigo, sabía de la encomienda con los cuchillos y no bien entré en el local me rodearon con cara triste y Andrea tomó la posta para preguntar…

  • ¿Cuándo te vas?, sabíamos que iba a llegar el día pero… duele, ya sos y serás parte de nuestra vida.
  • El vuelo sale en cinco días y prometo que voy a volver, yo también las siento mías pero… guste o no, hay promesas que debo cumplir.

Me sentía para la mierda, la veía a Andrea que se mordía porque no podía seguir hablando, Valentina estaba sería y no decía nada aunque sus ojos reflejaban una tristeza infinita y Abigail me miraba sin hablar pero las lágrimas le bajaban por las mejillas…

  • No estén mal chicas, me hacen sentir como si fuera una basura y ustedes ya sabían que esto iba a ocurrir, no me hagan quedar como el “malo de la película”.
  • Si hubieras sido el malo no estaríamos tan tristes, -dijo Abigail y enseguida agregó-. Está bien, trataremos de pasar estos días lo mejor posible y no te vamos a demostrar nada más que lo lindo, ¿no es cierto chicas?...
  • Sí, vamos a tratar de pasarla mejor que hasta ahora , -agregó Andrea -.
  • Bueno, estoy de acuerdo pero nos tenés que prometer que hablaremos con vos, por lo menos cada dos días, -terció Valentina -.
  • De acuerdo lo prometo y lo prometido es deuda, si no llamo yo, tendrán que llamar ustedes.

Trataron de no despegarse de mí en lo que restó de esos cinco días y la noche anterior a mi partida, me dieron entre las tres para que tuviera y guardara, tuve que hacer acopio de una disciplina mental tremenda para tratar de agotarlas con los orgasmos pero, así y todo, no me dejaron descansar hasta que no llené el culo de cada una con una eyaculación.  La sonrisa de satisfacción de las tres no me la voy a olvidar más y aunque nunca me lo dijeron, creo que algo me pusieron dentro de la gaseosa que me hicieron tomar en uno de los efímeros descansos.

El avión partía después de mediodía y tuvieron que esforzarse para que me levantara a bañarme, también para luego cambiarme, almorzamos algo rápido y Valentina me llevó al aeropuerto, allí le dije lo que ella significaba para mí y mis ganas de volver un día para llevarla conmigo.  Algo le tuve que explicar respecto a que había cosas que debía hacer sin que ella estuviera en el medio y me contestó:

  • Yo siento igual Carlos , cuídate y no tengas dudas de que voy a estar esperándote.

La despedí directamente desde la cafetería del aeropuerto y esperé a que se fuera con el auto, despaché el equipaje y esperé un rato en la sala de pre embarque.  Tuve unas ocho horas de viaje con transbordo incluido, verdaderamente, de mierda, las extrañaba horrores pero, ya estaba, regresaba a mi país con todo lo que ello implicaba y alimentando mis broncas adormecidas en la hermosa isla de Aruba .

Cuando terminé los trámites en Ezeiza , salí a la explanada con mi pequeña valija de viaje y llamé a un taxi, el conductor era un tipo de más o menos mi edad…

  • Lléveme a un buen hotel, -le pedí al taxista-, al Sheraton o al Hyatt, al que se le ocurra.
  • ¿Viene de turista? , -preguntó y como ya mis alarmas eran distintas pensé que a un turista se lo podía timar-.
  • No, soy más argentino que el dulce de leche y tratá de que no se te “escape” el reloj, este viaje lo hice varias veces.
  • Ni ahí, está todo bien jefe, el viaje le va a salir tanto, independientemente de lo que marque el reloj.
  • Está bien, no te apures, voy a dormitar un poco.

En realidad no dormí, lo hice para no entrar en la discusión y no tener que hablar, si me decía lo del reloj era “cantado” que estaba “trucado” y con esto siempre le sacaban al turista unos Pesos más.  La maldita “viveza criolla” que tenemos incorporada y sólo sirve para que nos vean con malos ojos en todas partes del Mundo.  Cumplió, tardó lo que tenía que tardar y me cobró lo que me había dicho, estacionó frente al hotel Hyatt , luego pedí la habitación y me dormí como un “paquete” desparramándome en la cama.  Comenzaba una nueva vida.

Continuará…

GUILLEOS1 les agradece las valoraciones y los comentarios.