Apasionada. Cap 1 y 2

El cambio de vida de Damian hacía Dafne. Gay / Feminización / Dominación / Fetichismo / Degradación Moral / Sometimiento sexual.

APASIONADA

El cambio de vida de Damian a Dafne.

Gay / Feminización / Dominación / Fetichismo / Degradación Moral / Sometimiento sexual.

CAPITULO I

Permanecía sentado y callado mirando aquella presentación tan poco original y aburrida que estaba siendo proyectada en la enorme pantalla en la que la dirección de la clínica en la que trabajaba, tal como lo hacían cada trimestre, se esforzaban en presionar a todo su personal los objetivos que éstos le imponían a diario para que se comprometieran en poder alcanzarlos.

Aunque por mi parte, al ser solo personal administrativo de la clínica, aquellas indicaciones no me alcanzaban, pues mi puesto como Secretario de Dirección estaba orientado solamente a colaborar con mi jefa, la Directora General Alicia Blanc de Gold, mientras esperaba ilusionado aquel tan ansiado ascenso bien merecido hacía Gerente General, el cual parecía siempre estar por llegar aunque finalmente éste nunca llegada.

Así pasaba toda esas aburridas horas que parecían no tener fin, pensando en que al menos, participando en aquellas convenciones trimestrales en ese lujoso hotel 5 estrellasen el cual ahora estábamos, podría alejarme un poco de la agobiante rutina matrimonial en la que estábamos estancados con mi bella esposa Pamela desde hacía unos años.

No había pasado media hora del inicio de aquella presentación cuando, disimulando de tener que ir al baño, por fin pude escaparme un rato de allí, dirigiéndome hacía el bar  para poder tomarme al fin un respiro.

Por supuesto que sabía a la perfección todo el contenido completo de todo aquello que se estaba mostrando, pues después de todo había colaborado con la recolección de los datos estadísticos sobre la que estaba montada, entendiendo a que, ya una vez iniciada la misma, mi presencia allí ya no era ni útil, ni necesaria.

Estando sentado en la barra con mi agua mineral en mi copa, mi cabeza comenzó a divagar sobre mí insatisfactoria vida marital con Pamela, momento en el cual, mis solitarios pensamientos fueron interrumpidos por aquel tipo desconocido que se sentó a mi lado con total desfachatez y descaro.

  • Aburrido como yo? - Mencionó el susodicho, hacía el cual giré mi cabeza para mirarlo con algo de altanería, despreció y muchísima desconfianza.

  • He?… Como dice?… -

  • Digo… Si estás tan aburrido como yo… -

  • Pues… no… Solo estoy tomando un descanso… -

  • Eres de los de la Clinica, no?… -

  • s… si… Por?… -

  • No…  Por nada… Yo soy uno de los de la empresa de lencería que estamos en el otro salón de convenciones… Por cierto… Alfredo Dupont… Encantado… - Me señaló aquel estirando amablemente su mano derecha, a la cual, para no ser descortés, terminé apretando sin fuerzas para saludarlo.

  • Damián… -  Le respondí con liviandad y sin firmeza en el apretón, el cual le día con la punta delos dedos, mientras que obviaba con intención mencionar mi apellido.

  • Un gusto Damian… Y dime… Hace mucho que trabajas en la Clinica?… - Prosiguió la conversación éste tal Alfredo, en tanto respiraba hondo por semejante intromisión y fastidio.

  • Pues si… Ya hace unos 10 años… -

  • 10  años?… Guau… Eso es mucho tiempo… Te debedme gustar tu trabajo… -

  • Si… Desde que me gradúe con honores de la universidad…. Y si… Me gusta… -

  • Y de que te recibiste, si se puede saber?… -

  • Pues de… Licenciado… - Le respondí y al ver su cara de extrañeza reflejada en su rostro, volví a respirar hondo para cederle otro más de mis datos - Licenciado en  Administración.

  • Ah! Mira vos!… Yo en cambio soy solo un empresario… Sin titulo… Aunque me hubiera gustado poder estudiar como tu…  -

Aquella charla banal que en principio me fastidió tanto, con el correr de los minutos y sin saber bien por qué, de pronto me vi envuelto por la curiosidad, preguntándole yo a Alfredo acerca de sus cosas y así poco a poco ya había pasó una hora, momento en el cual vi que la convención de la Clínica se terminaba al observar a todos los empleados salir del salón.

Quizás tendría que haber aprovechado ese momento para despedirme de Alfredo, pero lo cierto es que me quedé allí sentado con él para seguir conversando.

Así llegué a enterarme de que era el Director General de aquella desconocida empresa de lencería de la cual a sus 55 años aun dirigía con gusto, siendo a su vez unos de los principales accionistas de aquellas, lo cual me sorprendió mucho la mención de su edad,  dado a que si tendría que adivinarla no le hubiera dado más de 45.

Por mi lado le comenté rápidamente que estaba felizmente casado a modo de evitar un posible invitación a irnos de joda por allí, tal como por cierto si que aprovechaban algunos que otros colegas aprovechando a escaparse de sus rutinas, comentándome Alfredo que que estaba efectivamente soltero aunque con algún que otro amorío sin compromiso,  lo cual venía a confirmarme aquello que estaba creyendo, pero sin recibir ninguna invitación de su parte al respecto, lo cual sinceramente agradecí al ser yo un tipo muy serio y chapado más a la antigua.

Pues ante todo aquello, Alfredo no solo me demostró ser un tipo responsable y correcto, sino que pareció verse muy interesado por mi vida de matrimonio.  No sé que me pasó, si era porque apenas, salvo Ricardo, no tenía muchos amigos o porque quise aprovechar a que no lo conocía o porque este  tipo, sin  entenderla razón, me irradiaba tanta confianza, pero la cuestión fue que, tras aceptarle la invitación de un vaso de whisky por demás de refinado y ultra costoso, de pronto aproveché la oportunidad para relatarles con sobriedad y recato, algún que otro problema que tenía en mi matrimonio.

Ni que decir que agradecí muchísimo la sincera atención respetuosa con la que Alfredo me escuchó sin interrumpirme, al tiempo que con las afirmaciones y los gestos que expresaba en su mirada  y su rostro, aquel parecía entender a la perfección sobre lo que le estaba contando, al menos hasta que finalicé mi exposición, al momento de darme cuenta de que me estaba excediendo al hablar demasiado.

  • Mira Damian… Lo que me cuentas no es para nada extraño y menos después de estar ustedes tanto tiempo casados… Yo creo que, después de haberte escuchado con atención, lo que deberías hacer es imprimirle un poco de sorpresa y vitalidad a la pareja… Ya sabes… Sorprenderla con algo nuevo… Algo que, si bien no sea atrevido, irrespetuoso u osado, al menos si que la sorprenda… Que  por cierto, es a eso mismo a lo que en mi empresa nos dedicamos… Créeme… Que si no existieran personas con tus problemas de pareja, las ventas de nuestra empresa se  irían en picada… -

  • Algo como qué?…No te entiendo…  -

  • Pues según te escuché, ustedes como pareja llevan una vida… Sin dudas muy Feliz y Correcta… Amparados siempre, como se debe y corresponde, por los irrefutables principios éticos y morales de la consagración sagrada del matrimonio… -

  • Pues… si… Obvio… -

  • Pues los felicito… Y mucho…  Pues la verdad no es nada fácil llevar adelante una vida de esa manera… Hoy los jóvenes se dejan llevar por… bueno… Ya sabes… Por la vida fácil y sin ningún compromiso… Y tal como tu, yo no comparto para nada algo de todo eso a pesar de no haber tenido, en mi  caso, la oportunidad de conocer aun al Amor de mi vida, no al menos como veo que tu si has tenido la suerte… Y por lo cual, por cierto, te envidio… -

  • Pues si!…  -

  • Que bueno!… Pues como te digo… Al contrario… Desde mi empresa de Lencería apostamos mucho a recuperar y avivar la flama de esa pasión extinguida, o aveces quizás apenas aun poco… digamos… Adormecida… Ya sabes… Por el correr de los años o lo que sea… Sobretodo en los felices matrimonios como los que tu tienes… -

  • Pues que me estás intentando vender? Jajajaja… -  Le antepuse, con algo de humor y desconfianza, viéndole al parecer esforzarse por venderme algo de lo que éste vendía.

  • Pues venderte nada…Te lo aseguro… No solo no me hace falta dinero, sino que además sería muy mal educado de mi parte querer hacer eso… Mira… No sé porqué… Pero me has caído tan bien que, al contrario… Quiero… Si tu aceptas mi ofrecimiento… Mostrarte algo de lo que hacemos y de lo que, como te he comentado, sirve mucho para ayudar a gente tan… linda y correcta, como tu lo eres sin duda… -

  • Pues… gracias… me…halagas… Pero…  A qué te refieres?… -

  • Mira… Justamente en estos momentos tengo una colección completa que me gustaría enseñarte, con la cual sin dudas sorprenderás gratamente a tu chica y que te aseguro y garantizo a que, no es solo Ultra Exclusiva y Exquisita, sino a que también es por demás de sorprendente por lo hipnóticamente refinada y costosa… Obviamente la que me encantaría darte la posibilidad de ofrecerte para que la veas y pruebes… Sin compromiso… Claro… Y no para que la compres, sino para que la aceptases como un pequeño regalo… -

Al escucharle semejante ofrecimiento, mi mente desconfiada se reflejó inevitablemente en mi mirada, momento en el cual, incluso bajo el riesgo de ofender a Alfredo, le terminé cuestionando sobre dichos motivos.

  • Y por qué?… -

  • Pues…  Tómalo como una prueba de Mercado de nuestra empresa… Te las muestro… Las ves… Y me comentas tu parecer… Qué te parece?… Me harías ese favor?… Si te gustan, no solo se las puedes llevar a tu chica como un bonito y costoso regalo que abre tenido el placer de hacerles a ustedes…Quizás como un humilde aporte de mi  parte a su bendecida relación de pareja… -

  • Pues… no sé… yo… No sé que decirte… -

  • Pues nada… No tienes nada que decir, ni agradecer… En realidad piensa como que me estas ayudando tu a mi y que el agradecido soy yo… -

  • Pues… … …  -

  • Vamos?… -
  • s… s… si… no sé… -

Al escuchar mis palabras, Alfredo inmediatamente llamó al camarero del bar y al momento en que aquel se acercó de forma inmediata, éste sacó de su refinada billetera de cuero un billete de USD100 el cual le depositó sobre la barra para solventar toda la cuenta adeudada, no pareciendo aquel sorprenderse por semejante propina que le estaba dejando, dado que la cuenta apenas si llegaba a la cuarta parte de lo que le estaba pagando y agradeciéndole el gesto con un correcto pero leve afirmación de cabeza.

En medio de todo aquel Alfredo se levantó de la barra, para quedarse mirándome con una amable sonrisa y que sin saber que hacer al respecto, me dispuse a marcharme con aquel en dirección a los lujosos ascensores que llevaban hacía las habitaciones de dicho hotel 5 estrellas.

Aquel fue el primer paso de ésta extraña y confusa experiencia en la que me vi envuelto desde aquel día y que han terminado por re definirme toda la vida que hasta entonces por aquel tiempo tenía.

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CAPITULO II

Claramente la habitación de Alfredo era por demás de lujosa y totalmente alejada de  aquella otra en la que la Clinica me había hospedado y no solo por estar 5 pisos por sobre encima de donde yo me estaba quedando, sino también por el descomunal lujo que aquella ostentaba, tanto en su amplitud como en los servicios de habitación que aquella habitación ofrecía.

Sin hacer ninguna clase de distinción o alarde al respecto, amablemente Alfredo me invitó a pasar para luego seguir conversando contigo, logrando sentirme inmensamente cómodo, integrado y aceptado en esa vida de lujo a la cual sin duda estaba envidiando.

Aprovechando la magnificas vistas que aquellos enormes ventanales nos ofrecían, Alfredo se dispuso a prepararnos un exquisito café expreso rechazando el agregado de leche vacuna, dada la estricta dieta vegana a la que nos habíamos comprometido a llevar con mi esposa Pamela, lo cual le causó mucha gracias a Alfredo tachándonos de extremistas, momento en el cual aquel me ofreció acompañar dicho café con unas riquísimas masas rellenas de crema que dispuesto sobre la mesa al lado de aquella inmensa ventana y que finalmente terminé aceptando para no llevarle la contra ni desagradarle, pues después de todo el veganismo era una cosa que unos años atrás se le había antojado a Pamela, llevándole la corriente para no desalinear su dieta y tratando de acompañar sus esfuerzos, pero ahora que nadie me veía, pues fue que aproveché la ocasión para romper ese compromiso mutuo que mantenía a diario con ella.

Entre otro nuevo café, ahora si con crema y aquellas riquísimas masas finas paseamos allí otra media hora charlando de cosas sin importancia hasta que de pronto aquel se levantó de repente para dirigirse hacía el espejo que estaba a lo largo y ancho de una de las paredes de la habitación, la cual ocultaba detrás del mismo un inmenso placard adonde colgaban una enorme cantidad de trajes costosos de diseño europeo.

De allí dentro Alfredo retiró una lujosa valija, la que terminó depositando sobre la cama de 3 plazas que había en la habitación al costado de donde yo aun permanecía sentado en aquel butacón tan comido como lujoso, abriéndola a continuación sobre la misma con muchísimo cuidado y delicadeza como éste hacía todas sus cosas, tal si aquella fuera un maletín de negocios, sacando de adentro, segundos después, varios estuches, envoltorios y paquetes elegantemente envueltos para irlos luego disponiéndolo uno a uno cuidadosamente sobre la cama.

  • Ven…Acércate… Déjame que te vaya mostrando… - Me invitó Alfredo a sentarme ahora sobre la cama, observándome con alegría, ansiedad e impaciencia, demostrando una mirada repleta de orgullo ante lo que deberían ser los productos que aquel producía en su fabrica.

  • Y?...  Que me dices?… Mira éste conjunto?… No es exquisito?… Es de nuestra colección pasada… Pero no me niegues que no es una Obra de Arte… -

La verdad es que al escucharlo hablar a Alfredo de aquella ropa interior que iba sacando con el cuidado con el que un padre trataría a un recién nacido, me hizo entender sin dudas a que éste hombre era un apasionado por lo que hacía y producía y que, aun a pesar de no entender o saber nada sobre ese rubro, a la vista quedaba que aquellas prendas intimas femeninas estaban diseñadas, confeccionadas y cosidas con mucha atención, profesionalismo y dedicación, contando las mismas con muchísimo detalles, los cuales, sin entender sobre lo que Alfredo me comentaba, aquel me iba explicando con determinación, respeto y orgullo.

Pues que decir, para mí, aquel juego negro de lencería de encaje no eran más que un corpiño, una tanga, un portaligas y un par de medias de nailon, las cuales por supuesto que eran algo eróticas y quedando a las claras a que aquella no era la ropa interior con la cual una mujer se podría vestir bajo su atuendos todos los días.

Lo que si me terminó por absorber de pronto toda la atención, fue cuando, ante la invitación de Alfredo, las terminé tocando con mis propios dedos, siéndome literalmente imposible dejar de hacerlo y motivo por el cual las fui sujetando y recorriéndolas con mi manos.

  • Son exquisitas, verdad?… - Me consultó Alfredo, momento en el cual, le miré a los ojos totalmente sorprendido por lo que estaba allí experimentando.

  • s… s… si… son… son… … bonitas… - Le ratifiqué por primera vez advirtiéndome algo ruborizado ante lo que íntimamente estaba advirtiendo que estaba sintiendo.

  • Solo bonitas?… Vamos… Tu eres más sincero que eso… Dime… Que sientes mientras las tocas?… -

  • Yo… yo… -

  • Oh!… Vamos… no te hagas el tímido conmigo… estamos en confianza… -

  • Pues yo… yo no sé… yo… -
  • Pero te gustan, no?… -
  • Pues si… -
  • Ves… Lo sabía… Y dime… De que talle es tu chica?… Crees que esas le quedarán bien?…  -

  • S… s… si…  no…  no sé… -

  • Digamos… Es más bien… algo… pechugona… o chata?… Porque ese conjunto no es para chicas con mucho pecho… -

  • Pues… a… a decir verdad… Pamela si que tiene… Bueno… digamos… un pecho algo… gran… grande… -

  • A sí?...  Pues entonces que te parecen estas otras?… Toma… míralas más de cerca… Una por una… a detalle… Siéntelas… Tócalas… Admíralas… - Me señaló e indicó Alfredo al momento de sacar de otro paquete un nuevo juego de lencería, esta vez blanco de encajes e igual de inmensamente exquisito tanto para el tacto como para la vista.

Y es que de pronto no solo no podía dejar de tocar la suavidad ultra sedosa de la porosidad que sentía en la trama de la tela de encaje de las copas de aquel pequeño corpiño, ni de sentir a su vez la envolvente suavidad híper sedosa de aquella ínfima tanga o la elasticidad gomosa del portaligas y ni que hablar de las medias, aquellas simplemente eran todo aquello junto y mucho más, pues a su vez desprendían un perfume exquisito ante lo cual ya no me pude resistir más de llevármelas hacía la nariz para absorber e interiorizar toda esa fragancia hipnótica que poseían las mismas.

Si hasta incluso me avergoncé de parecer un inmundo pervertido de mierda por como ya sin poderlo evitar me comenzaba a refregar todas aquellas prendas por sobre mi rostro.

  • Exquisitas, verdad?… -
  • Si… Dios… Son… son… -
  • Ven… sígueme… - Me ordenó Alfredo y ya no pudiéndome resistir a dejarme llevar adonde aquel me invitaba amablemente con su mano sutilmente depositada detrás de mi espalda.

Al llevar al baño sin dejar de oler esas prendas, de pronto me sorprendí ante las nuevas indicaciones de Alfredo, las cuales fue dejando caer sobre la mesada del baño, tal como si no tuvieran ahora aquellas ninguna importancia.

  • Toma… Aquí te dejo estas toallas y esa bata de baño… Toma un ducha tranquilo y con calma… Yo voy a estar en la habitación haciendo algunas llamadas de trabajo… -

  • No… Pero… -

  • Shhh… Tranquilo, si?… Tu solo disfruta el momento… Aprovecha a usar esas sales relajantes de baño las cuales te puedo asegurar que son maravillosas… Además es necesario para que te puedas probar los conjuntos de la lencería que acompañan a éstos juegos -

  • Qué?... no… Como me voy a… a probar… -

  • Oh! Descuida… Si crees que estas son exquisitas, deja que pruebes estas otras que acompañan a estas, las cuales fueron diseñadas exclusivamente para… vos… -

  • Si.. si… pero…  pero no… no hace falta…. -

  • Pues te juro que si te gustaron estas, con esas otras vas a alucinar… Lo que si, que para que te las puedas probar antes debes quitarte todo el sudor que seguramente ahora está cubriendo tu cuerpo luego de tu larga y agotadora jornada laboral… -

  • No Alfredo… yo… -

  • Oh! Vamos… Hazme caso… y sobretodo…  Sin peros… Te prometo que te va a encantar el Jacuzzi de la tina junto a al efecto relajante de esas sales de baño… Disfrútalo!…. No seas tonto!… Yo de mientras voy a aprovechar para terminar unas cosas del trabajo y ya luego te doy esa lencería que acompañan a estos otros conjuntos… -

Juro que no sé que me pasaba ante Alfredo, pero ni bien éste terminó de decirme aquello y de cerrar la puerta para quedarme a solas al interior de ese baño mis ojos fueron recorriendo y admirando el inmenso lujo que había por doquier a mi alrededor y mientras lo hacía sin dejar de sorprenderme me puse a llenar la bañera del inmenso jacuzzi para comenzar a quitarme lentamente una a una todas las prendas de ropa que llevaba aun puestas para luego de 10 minutos de espera arrojar aquellas sales de baño en el agua caliente metiéndome con prisas dentro de aquella ante el inmenso pudor que sentía por estar totalmente desnudo en la que era la habitación de un completo desconocido y sorprendiendo de la inmensa cantidad de espuma que se formó cuando activé el hidromasaje quizás producto del inmediato efecto de todas aquellas sales minerales  que emanaban un exquisito y envolvente olor a pétalos de rosas frescas.

Fueron 20 minutos que disfrute de ese baño tan relajante en que las sales de baño parecían pellizcarme la piel con trescientas mil cosquillas por todo mi cuerpo, momento en el cual fue cuando la puerta del baño volvió a abrirse de nuevo.

  • toma…  Aquí te dejo el conjunto… En cuando lo tengas puesto me llamas para ver que tal te va de talle…  OK?… -

  • S… s… si… te… te… aviso… - Le confirmé a Alfredo, el cual si apenas me dirigió la mirada al ver a como avergonzado e intimidado por su presencia, me hundía en el agua todavía caliente para ocultarme detrás de la losa de la tina a modo de evitar que me viera desnudo.

De dos prendas consistía el conjunto consistía el conjunto que Alfredo me había dejado, un delicado calzón totalmente de encaje el cual se ajustaba a mi verga metiéndoseme en simultáneo por el interior de las nalgas, en tanto la otra era una fina y suave camiseta por demás de ajustada, que para mi enorme bochorno y pudor resaltaba los pectorales extremadamente abultados que tengo desde que me desarrollé en mi pubertad con ese problema hormonal y en el cual, para colmo de males e inmensa vergüenza, ahora se remarcaban ostensiblemente los pezones de mis tetillas haciéndome regresar a mi adolescencia en donde algunos chicos crueles se burlaban de mi por éste defecto tan  extraño y llamativo con el cual había tenido que luchar durante toda mi vida, siendo víctima de las miradas curiosas de los demás, sobre todo en clases de natación o  cuando asistíamos a los campamentos de verano, momentos en que más de un chico se burlaba refiriéndose hacía mí como “El Chico Tetotas”, lo cual había machacado mi personalidad hasta convertirme en un chico tímido y por demás de introvertido, inseguro de mi mismo y muy retraído.

La camiseta era una nube de lo suave que era, sintiendo a como se me adhería al cuerpo tal como un guante aumentando los latidos de mi corazón al comprobar a como se me adhería a la carne.

  • Li…. Listo… - Le mencioné avergonzado a Alfredo temblando como una hoja, el cual en un solo minuto, luego de  golpear la puerta educadamente y solo al escuchar mi permiso, ingresó al fin por la puerta.
  • Wow… Te queda pintado… -

  • No creas… De hecho no me gusta como resalta mi… mi pectoral y… mi… mi abdomen… -

  • Pero que dices?… Te queda perfecto…  Y por… Por la panza, dices?… Pues es normal…  Aunque si….  Para gustarle más tu chica deberías cuidarte aun poco más….  Pues si…Es verdad… Estás…  bueno… digamos que… medio… Inflamado… Pero descuida, de eso ya nos ocuparemos más adelante… Ahora hay otras cosas que podríamos mejorar…  - Ratificó y aseveró Alfredo con una postura erguida imponiendo su completa seguridad en su mismo, lo cual me dejó por un momento callado y dubitativo haciendo gala de aquella inseguridad de antaño que ya creía haber superado en el tiempo.

  • Co… como qué?… - Le respondí a Alfredo sintiéndome ahora un poco inseguro de mí, sobretodo al verlo recorrer mi silueta con tanto detalle y detenimiento y al escucharle criticarme sobre lo gordo que estaba, cuestión que no creía que fuera verdad, al menos hasta que sus labios me lo señalaron, momento en el cual me ruboricé por completo y entristeciéndome el hecho de que mi delgadez proveniente de mi estricta dieta vegana no fuera suficiente para los ojos de Alfredo.

  • Pues por lo pronto es cierto que te van muy justa de talle… Sobre todo por la panza que tienes, así que tal si te las quitas para que vayamos probando con otras mas de tu talle XXL…. -

  • …  … … - Escuchar y evidenciarle desprecio en sus ojos, al tiempo en que le oía invitarme a desnudarme me dejó literalmente trémulo y por demás de perplejo, solo quedándome con mis pensamientos confusos al verlo salir otra vez por la puerta y ni que hablar cuando lo vi ingresar otra vez un minuto más tarde solamente con sus calzoncillos bóxer puestos y luciendo orgulloso su impresionante tableta de abdominales.

  • Perdona… Mientras te pruebas estas otras que aquí te dejo voy a aprovechar a darme yo también una ducha… - Me comentó Alfredo pasando a mi lado como si tal cosa, luego de dejarme el paquete del nuevo conjunto sobre la mesada del lavatorio y poniéndose aquel inmediatamente después a regular la temperatura del agua de la ducha que caía con firmeza ruidosamente del techo.

Allí me quedé, expectante y tieso, sin atreverme a quitarme las prendas de lencería que llevaba aun puestas y envolviendo otra vez en la bata de baño mientras le daba espalda.

La curiosidad y el lamento de goce de Alfredo al meterse debajo del agua caliente, no me permitió resistirme a darme la vuelta, para con mucho pudor,  timidez y vergüenza, fijar mis ojos de repente en la enorme herramienta que Alfredo tenía entre sus piernas, la cual quite inmediatamente de allí al verlo mirarme de frente con una pequeña sonrisa en sus labios.

  • Tranquilo… Adelante… Estamos en confianza… - Admitió Alfredo con una simpática sonrisa complice haciéndome parecer un ridículo por como ahora parecía que me estaba escondiendo de su desinteresada mirada y tal como hombres que compartían el baño de algún vestuario.

Así  fue que temblando como una hoja mientras que me sonrojaba de pies a cabeza, lentamente dejé caer la bata para irme luego quitando esas prendas, momento en los que rápidamente y con un cierto atropello, mis manos se hicieron de aquel paquete tan refinado, sacando las dos diminutas prendas de adentro y poniéndomelas velozmente sin siquiera mirarlas para volver a cubrir mis partes íntimas más pudorosas.

Pero es que esas prendas de color negras apenas si me cubrían el pene y ni que decir de como me dejaban todas las nalgas totalmente expuestas atravesadas apenas por una ancha y algo incómoda banda gruesa de tela al tiempo que me atrapaban el pene de forma envolvente y pegándomelo adhesivamente sobre mi pubis.  Y eso no era todo, pues la parte superior del conjunto,  lejos de ser ahora una camiseta, aquella era más bien un traslucido top de tela entramada que me dejaban todo mis pectorales apenas si ocultos detrás de la amplia porosidad de su tela y la cual ni siquiera llegaba a cubrirme el ombligo.

  • Ves… Esa te queda mejor… igual… es como que… no sé… no están hechas para  vos… mejor proveemos con otras… quítatelas y vuelve a ponerlas prolijamente dentro de su envoltorio… - Me ordenó esta vez Alfredo pareciéndome quizás un poco más autoritario y fastidioso al dejarme entrever el enojo de no poder dar con las prendas correctas, en tanto yo, para no abusarme de su tiempo y confianza, una a una me las frui quitando en silencio hasta quedar parado frente a aquel totalmente desnudo con la mirada puesta ahora en el suelo para no fijarme en su enorme toso de cuero totalmente lampiño.

  • Ve… Anda!… Espérame en la habitación!… Ya enseguida salgo, me seco y estoy contigo de  nuevo… -

  • S… si… Con tu… perm… permiso… - Le señale sintiendo un poco avergonzado de mi y  de mi conducta, saliendo del baño todo desnudo para sentarme sobre la cama a esperarlo tal como si fuera un niño pequeño al que sus padres han castigado.

Alfredo si que se tomó algo de tiempo en su ducha, momento en el cual hasta comencé a dudar de si me debía volver a vestir o no, recordando que casualmente había dejado toda mi ropa en el baño y pareciéndome muy inapropiado ir de nuevo hasta allí a entrometerme,  molestarlo e incomodarlo, así que allí me quede, totalmente en pelotas y sentado sobre  la cama, no pudiendo creer a lo que había llegado.

Alfredo volvió a aparecer por la puerta llevando puesto solamente un nuevo par de bóxer elastizados cubriéndole y remarcando su enorme falo hacía el costado derecho, del cual quité mis ojos inmediatamente al ver que se me quedaba éste mirando.

  • Bueno… A Ver… Que te encontramos… … Recuérdame… Tu chica es… chata de pecho, verdad?… -

  • No… ella… -

  • Pues bien… Si no lo sabes… Ven… vamos a encontrar que talle le quedaría mejor… Ven aquí… párate frente al espejo… -

Al escucharle a Alfredo con su voz algo ronca, masculina y segura de si, sin detenerme  a pensar lo que hacía, de pronto me vi a mi mismo todo desnudo parado frente al espejo adonde se reflejaba por completo mi flácido y diminuido pene apenas si sobresaliendo  exiguamente por entre medio de mi frondosa y ensortijada mata de vellos púbicos.

  • A ver… Probemos de nuevo con éstas… NO!…  Déjame que yo te las ponga… Éstas son muy delicadas y si no tienes cuidado con lo bruto que eres podrías romperlas!… - Me señaló Alfredo con su voz firme repleta de autoridad, motivo por el cual dejé caer de pronto mis manos para dejarle tomar el control de las prendas, las cuales me fue calzando por entre mis piernas para después írmelas subiendo con suavidad.

Allí apareció de nuevo un nuevo ínfimo calzón diminuto similar al que envolvía por completo mi ínfimo pene, el cual desapareció por completo debajo de aquel ajustado envoltorio que lo mantenía otra vez adherido a mi pubis y sorprendiendo mucho por no contar con ninguna tela en la  parte trasera, solo  anudándose  alrededor de mi cintura por una cintila ajustada de elástico.  Después llegó el tiempo de lo que Alfredo llamó un calzón "Hipster" mismo que no solo cubrió totalmente a aquel otro calzón diminuto sino también, ahora si, mi parte trasera, ajustándose todo ese traslúcido encaje negro en torno a mis nalgas y metiéndome con firmeza en el culo dejándome las nalgas algo tensas y levantadas.

  • Éste si te hace algo más de justicia… A ver…  Déjame ver como te quedaría con esto - Remarcó Alfredo al momento de pasarme por los brazos lo que a las claras era un corpiño negro de encaje que me dejabais aire sin poder mencionar ni una sola palabra al respecto..

Al sentir a como las manos de aquel abrocharon el sujetador en mi espaldas, las sensaciones provenientes tanto de mi espalda como de mi hombros me dejaron sin aire y totalmente debilitado, más que nada al sentir a como aquellas banda elástica se me ajustaba a mis abultados pechos de chico o por como aquellos breteles me mordían los hombros hasta hundirse en la carne de aquellos.

  • Si!… Exquisito… Esto si que queda bonito…  Pero veamos que tal te queda puesto con todo esto otro… Debemos esconder esa pancita que tienes y que mejor para eso que éste precioso liguero de encaje a modo de faja… -

  • N… n… no Alfredo… eso… no es… muy… masculi… -

  • Shhh… Tranquila, si?… Déjame que te vista… -

Juro que no supe si lo aluciné o le escuche de pronto llamarme con un pronombre  femenino, pero de lo que si estuve seguro fue, que al sentir aquella faja rodeando y cubriendo mi abdomen con la suavidad y tensión de su tela, era como si cientos de ángeles me abrazaran de golpe.

Alucinado con  mis ojos  clavados en el espejo de cuerpo completo, ni me inmuté cuando Alfredo me fue colocando un par de medias de seda las cuales se adhirieron alrededor de mis muslos con sus elásticas y firmes bandas de encajes de las cuales aquel fue sujetando las tirillas elastizadas de aquella faja que envolvía mi panza, ahora totalmente delgada por la tensión de esa prenda.

  • Bien… Y para finalizar… Ésta última… A ver… Levanta los brazos…  UY!… Si que eres terriblemente peluda… Mira que descuidadas llevas esas axilas… Esta claro de porque ya no le atraes a tu esposa… Así… Perfecto… Éste camisolín de encaje, tul y chifón tiene una caída maravillosamente exquisita… Sientes toda la suavidad exquisita envolviendo tu cuerpo… Es hipnótico, no?… Además siente el perfume que tienen… Es un sueño… Y además te quedan perfectas… Éstas si son para ti… Luces preciosa!… -

Al escucharle, centré la vista en el reflejo que me devolvía el espejo, solo para poder reconocerme de mi cuello hacía arriba, pues de allí para abajo, aquella prendas de lencería de cortes tan femeninos me hacía lucir completamente como una mujer y  motivo por el cual llevé mis ojos a los del Alfredo, quedando aterrado por la ferocidad y alegría con la que ahora devoraba mi cuerpo feminizado.

  • Al… Alfredo… no… no… -

  • Shhh…. Cierra  los ojos… Siéntelas… No te juzgues… Vamos… Tu  hazme caso… - Mencionó aquel, instante en el cual y sin saber porqué le hice caso, experimentando una sensación increíble que nunca jamás había sentido ni en mi cuerpo ni en mi cabeza y aun más al ser acentuadas por el recorrer de los dedos de Alfredo sobre mis  pechos.

Es que los breteles ajustados del corpiño mordiendo mis hombros, mi tórax comprimido por éste a través de bandas elásticas, las medias de seda, las tirillas del portaligas apretando mis nalgas en tanto el calzón de encaje acariciando mi culo y la tela de aquella extraña tanga que me separaba y abría el ano hacía los lados y en simultáneo comprimiéndome toda la pija hasta hacerla parecer tan pequeña y hasta casi ridícula… y por encima de todo aquello la suavidad y transparencia de aquel camisolín negro que ocultaba eróticamente toda esas prendas que se notaban traslucir desde abajo… todo… todo eso… sencillamente… fue… demasiado.

  • Te gusta, verdad?… -

  • S… s… si… - Le mencioné sin ya poderlo negarlo ante lo que estaba sintiendo y experimentando en ese preciso momento.

  • Si… Ya lo sé… como te dije… Luces… Preciosa… - Me respondió Alfredo al tiempo que me acariciaba una mejilla con mimo sintiéndome sonrojar por como ahora si advertía de como me estaba feminizando con una ternura por demás de cariñosa en la cual me vi sorprendentemente atrapado.

  • Ven… Ponte ahora estos tacones bien altos… Con estos ayudaras a que tus nalgas preciosas se luzcan todavía mucho más bonitas y apetitosas … - Me ordenó Alfredo llevándome hasta un par de tacones altos de 15 centímetros y haciéndome colocar voluntariamente mis pies adentro de éstos para quedar así montado encima de aquellos.

Recién ahí mi 1,75 de altura se igualó a su 1,90 metros de altura quedando a la par con Alfredo que estaba colocado detrás mío y conectando nuestras miradas a través del espejo.

De allí Alfredo no se esforzó mucho, simplemente, con su mano en mi mejilla torció mi rostro para darme aquel beso en la boca que me elevó de pronto del piso para llevarme hasta el cielo.  Luego fueron sus manos las que fueron girando y enderezaron mi cuerpo para quedarnos allí frente a frente, las mismas que sin descanso me fueron empujando con firmeza hacía aquel lecho en donde casi sin darme cuenta terminé allí acostado de espaldas con mis piernas abiertas y los talones montados sobre las nalgas de Alfredo.

Aquel parecía no tener descanso mientras me devoraba los labios jugando a su vez con  su lengua en la mía girando ambas por dentro, en tanto su saliva caía adentro de mi boca recorriendo y lavando con su humedad cada espacio del que se apoderaba su lengua y pintando a su paso con ella, todo lo que Alfredo ahora hacía suyo con ansias.

Y yo?… Pues no sé… Ya no estaba… Solamente tenía tiempo para contemplarlo y admirarlo con mi mirada en la suya de ojos entrecerrados,  solo para darme cuenta de pronto, a que no solo lo estaba abrazando, sino que además les estaba acariciando con mis dedos enredados entre su nuca y su pelo a modo de que aquel profundizara aquel beso apasionado con el que me estaba efectivamente desarmando y domando como su hembra.

Su mano en mis pechos, por cierto algo más hinchados y abultados, de pezones erguidos y endurecidos, clavándose sobre todo la suave tela desde debajo de aquel suave brassier con el que Alfredo me los había cubierto, ahora sintiendo a como sus dedos me atenazaban con dureza ambos pezones, los cuales se estiraban y retorcían por el accionar de sus brutales y poco delicados pinzamiento.

Y mi voz, mis jadeos, mis gemidos ahogados dentro de la boca voraz de aquel macho que me sobaba toda subyugándome y alineándome a sus propios deseo, sin entender hasta donde me quería llevar, al menos hasta que el esfínter del ano se enteró de que la prenda que llevaba puesta y que lo vestía poseía en su parte trasera una pequeña ranura por la cual se fue colando aquel húmedo y caliente glande que ahora sin esperármelo me lo estaba besando sin prisas ni disimulo y para de pronto comenzara sentir aquel dolor por primera vez en mi vida, el cual me elevaba a su vez hasta el cielo y que acompañado por ese llanto de niña asustada iba tiñendo también mis lamentos de dulces quejidos.  Todo aquello mientras la punta de aquel falo duro, tenaz y muy tenso se fue abriendo paso a través de mi culo, el cual se estiró con violencia y morreándose mi esfínter a aquel grueso glande que lo estaba abriendo y adaptándose también rápidamente  a sus formas a través de su ingreso.

Así lo iba sintiendo… Lento pero firme…  Tenso y duro, pero a su vez terso y por demás de esponjoso… Caliente, húmedo, baboso y resbaladizo, tan rico que casi ni me importaba a que me lo estuviera rasgando y rompiendo hasta terminar finalmente por rajarme a  la mitad el ojete.

Y así fue que llegó al fin hasta el fondo, a besarse contra las mismísimas puertas del que era sin dudas mi recto, pero no para detenerse allí, sino para seguir empujando, clavándose, reventándome, haciéndome gemir como si me estuviera matando, pero al mismo tiempo haciéndome renacer como el ave fenix debajo de las cenizas de hombre que Alfredo ya había quemado y incinerado para enterrarlas junto a su verga en la profundidad de mi ano.

Oh!  Si!… Es que no sabía que se podría sentir todo aquello cuando alguien te poseía de aquella forma y tal como nunca jamás ni siquiera lo había logrado mi esposa.  Porque ahora yo no era un hombre casado.  No!  Ahora yo era de él y de forma completa entendía a que le pertenecía como toda una hembra bien predispuesta.  Ahora era suyo y aquello fue lo que le respondí cuando sus labios me lo consultaron al momento en que su pubis lampiño se acostó sobre la vellosidad de mi pubis sin dejar de acariciarme el esfínter con su tronco duro, firme y venoso para comenzar ahora si con aquellos vaivenes algo violentos y rudos con los que entonces sentía que allí me estaba cogiendo mientras mis pantorrillas envueltas en la sedosidad oscura del nailon se adherían y aferraban sobre al lomo de Alfredo.

Mis manos, aquellas manos que yo poseía que ahora parecían tener vida propia para recorrerle toda su espalda, su nuca, su pelo, su cuello, sus mejillas, sus brazos y de  nuevo a su espalda completamente sudada, tiempo en que sentía además las suyas por todo mi cuerpo, ya sea acariciándome las tetas, la cara, mi cuello, mis nalgas, mis piernas y mis nalgas.  Todo era tocado, todo era agarrado al son de las envestidas con las que su glande atravesaba al interior de mi cuerpo hasta clavarse profundamente al interior de mi recto y aquel tronco feroz y durísimo se hundía hacía adentro para luego retirarse de golpe floreciéndome a su paso todo el esfínter acallándome y consolándome mi sufrimiento a través de sus románticos besos hambrientos.

Media hora me estuvo Alfredo cogiendo como un desesperado, hundiéndome contra las colchas esponjosas de aquel colchón ultra blando a través del peso de su cuerpo con el que me seguía montando.

  • AH! Preciosa! Eres Preciosa!…. Y eres mía!…Dímelo!…Dímelo!… -
  • Ahhh… si… ah!… soy…OHH!!… soy tu… OH AHH!!!… Soy tuya!… -
  • Dafne… Desde ahora tu serás Dafne!… Mi dulce y bella princesita bonita!… Dímelo!… dímelo… AHH!… -
  • Daf… ne… Seré!… Daf… ne… Tu…  tu dulce Ah!… Y Bella AHH!!!… prince….  Tu princesita bo…  AHHHH!!… bonita!…  AHHH!!! OHHH!!!… Si!… -

  • Eso es!… Si!… Dame…  Dame esos labios… Déjame que te los pinte de rojo así lucirás aun más hermosa… - Mencionó Alfredo al tiempo que me enterraba la verga hasta al fondo y estirándose con su cuerpo para tomar de su maleta un lápiz labial, con el cual comenzó a pintarme los labios de rojo mientras que con su otra mano me sujetaba de las mejillas obligándome a quedar como mis labios proyectados con la típica mueca vergonzosa de conejito.

Al terminar de repasarlos con su lápiz labial, Alfredo volvió a besarme desesperado hundiendo detrás de sus labios su lengua, la cual comenzó a jugar con la mía siguiéndole delante o detrás de la suya y dando veloces vueltas alrededor del interior de toda mi boca.

  • Y ahora… Vente! Eyacula!…  Acábate toda para tu macho!… Dame tus nalgas para que te siga cogiendo mientras tu me sigues besando concentrándote solo en acabar como mi mujercita!… -

Juro que no sé que me sucedió, pues solo al escuchar la orden de Alfredo, no solo mis caderas fueron en busca del falo que ahora se hundía literalmente en mis tripas a través del brusco envistes de aquellas contra su pubis, sino que en aquel  ida y vuelta mi torso se encorvó para después doblegarse hacía atrás al mismo instante en que mi cabeza empezó a volar por el aire advirtiendo a que mi pecho se iba inflando con cada una de las penetraciones de aquella verga tan dura que para entonces ya se paseaba totalmente libre y cómoda rayándome con su inmenso y ancho glande las paredes interiores del culo como si estuviera completamente untada en manteca y solo para estallar después hacía el cielo advirtiendo a que toda mi vida se me iba a escapar y licuar por el ano y eyaculando a los gritos sin derramar ni una sola gota de esperma por el pene que estaba ahora en mi cuerpo solo como si fuera un adorno morboso.

Dos,  tres y cuatro veces sentía aquella sensación de abandono y ahogo en cuya última incluso me aferré tan fuerte con mi esfínter en torno a aquel tronco y que la tanga que lo envolvía por completo mi pene ridículo, pequeño y flácido hasta parecer algo  ínfimo, de pronto comenzó a brotar lentamente de allí dentro chorros y más chorros de un líquidos blanquecino haciéndome creer que me estaba meando del gusto por donde hasta ayer salía mi leche de macho.

  • AH!!! Así… Así… Apriétamela toda… Así!… Es Exquisito… Eso!… Méate toda princesa! Orínate toda completa por el placer que te da mi poronga toda enterrada en tu apretadita conchita de nena bonita! Uffff!!!… Eso! Así… Así es mi chiquita!… Si!… Si… Acábate toda como mi chica!… AHHHH!!!… -

Y claro que me oriné toda completa y que mejor reconocer ahora a que yo también de pronto me sentía completamente, no solo una hembra, sino también Su nena.. Su Chica… totalmente su Mujercita.  Una mujercita a la que su macho se estaba cogiendo como éste quería, en tanto ésta se estaba meando del gusto y del infinito placer que le causaba su verga.

Así caimos los dos de nuevo sobre la cama y quedándome completamente dormida aun con toda su pija profundamente enterrada en mi culo, pudiendo sentir como me había finalmente llenado de lefa todas las tripas, experimentando una extraña y confusa sensación envolvente que me atrapaban para hacerme sentir finalmente feliz y completa como nunca jamás en mi vida.

Ahora si que me sabía total y completamente feminizada rodeada y protegida por los fuertes y  protectores brazos fornidos de Alfredo. Aquel hombre maduro que me había hecho su hembra sin siquiera poder o querer evitarlo.

Continuará...

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