Apartamento para cuatro (2)

Segunda parte del relato, donde Rafael cena y se da un agrabadable baño con sus controladas compañeras de piso.

(II) La cena

Rafael se puso cómodo en el sofá, cambiando de canales en la televisión mientras Ana se arrodillaba delante de él y le limpiaba a conciencia con la lengua toda la polla, en todas sus partes. Cuando hubo acabado, se puso a darle un suave masaje, tal y como su amo le había grabado la orden en el cerebro. Una mano recorriendo la polla y la otra palpando con suavidad los testículos. Rafael cambiaba la vista de la tele a la cocina desde donde podía apreciar el magnífico culo de Paula preparando la cena. No en vano la había mandado a ella a la cocina. No tardó mucho en tener otra vez la polla completamente erecta, pero se contuvo. No quería gastar sus energías tan pronto aquella noche. Cerró los ojos y se relajó un poco...

"La cena está servida, amo", le despertó la voz de Paula, de pie, junto con Sonia. Ambas seguían completamente desnudas. De hecho, así iban a estar todo el fin de semana. Sonia había puesto 4 cubiertos, y una pizza estaba en el centro de la pequeña mesa redonda del comedor, junto con cervezas.

"Sentaros, vamos a cenar"

"Sí, amo", dijeron las tres al mismo tiempo, sentándose.

La visión de esas 3 hermosas chicas sentadas, con su postura de niñas buenas, con esas hermosas tetas luciendo era magnífica. Le apetecía charlar un poco con ellas.

"A partir de ahora, sois libres para hablar lo que queráis. Sigue estando prohibido pedir auxilio de cualquier manera, y por supuesto sigue estando prohibido mentirme", les ordenó, disfrutando del efecto que causaba su poder en sus débiles mentes. Pequeños espasmos las sacudían a cada orden suya. Las tres dejaron soltar el aire y un leve gemido.

Empezó a comer, dejando que ellas tuvieran por alguna vez algo de iniciativa. Ninguna cogía un trozo de pizza, Ana empezó a sollozar.

"Por favor, déjanos ir, por favor, haremos que lo que quieras, pero déjanos ir"

No pudo evitar reírse.

"Jajaja, creo que ya estáis haciendo lo que yo quiero ¿no es así?"

"¿Siempre usas ese poder tuyo para hacer cosas así a las mujeres? ¿No eres capaz de follar por tus propios medios?", le increpó Sonia, visiblemente rabiosa. Ana seguía sollozando. Paula empezó a dejar caer un par de lágrimas.

"No siempre. Uso mi poder para mi vida cotidiana como tú usas tus manos, a veces para abrir una puerta y a veces para hacer una paja. Gracias a él no tengo que trabajar, y no tengo problemas con nadie de ningún tipo. Puedo coger lo que quiera cuando quiera"

"Eres un hijo de puta", le dijo Paula.

El la miró muy serio.

"¿Cuánto dinero tienes ahorrado? Responde"

"Eh...ahhh...cerca de...de 4.000 euros...", dijo ella con toda sinceridad, sin poder evitarlo.

"¿Dónde?"

"500 aquí, el resto en el banco"

"¿Qué tal si te ordeno que me des todo el dinero que tengas aquí y el lunes a primera hora vayas al banco a sacar el resto para dármelo?. Por supuesto, te prohibiría que lo denunciaras o que intentaras recuperarlo". Mientras decía estas palabras, acarició suavemente la mente de las tres chicas. Lo suficiente para que sintieran que si él quisiera, harían lo que él les pidiera. Pudo percibir el miedo de las tres a ser despojadas sin remedio de todo su dinero, encima de ser humilladas de este modo tan horrible.

"¿Y si te ordenara que dentro de una semana te bebieras un litro de lejía? Te prohibiría contárselo a nadie por supuesto. Aquí tus amigas tendrían también prohibido impedírtelo."

El miedo al robo pasó a un miedo más natural que él disfrutaba con placer. El miedo a la muerte. La idea de que no ya la dignidad o el dinero sino el seguir viviendo estaba completamente en manos de este hombre, y que jamás podrían siquiera relacionarle con sus muertes las hizo sentir indefensas. Se encogieron de hombros, bajando la cabeza. Paula intentó poner una postura fetal, que chocó con la orden de permanecer sentada que todavía hurgaba en su cabeza.

"Pero antes de eso podrías llegarte a casa de tus padres y matarlos a los dos, sí eso también estaría bien"

"¡¡Basta!!", gritó Paula. Lo que estaba sintiendo era una auténtica tortura mental. A cada sugerencia que le lanzaba aquel monstruo, su mente saltaba con entusiasmo, casi deseando una confirmación de él para lanzarse a hacer lo que le pedía. Sentía que en lo más profundo de su corazón deseaba matar a sus padres y luego tomarse un litro de lejía. Por favor, Dios mío, ayúdame ¿cómo puede este hombre tener tanto poder sobre nosotras? No se puede luchar contra él. No le hagas enfadar. Pase lo que pase, no le hagas enfadar...

"Te....te pido perdón amo por haberte insultado, lo siento mucho. Por favor no te enfades con nosotras, sólo estamos asustadas" dijo ella, rompiendo a llorar.

El asintió complacido. Las tenía completamente empequeñecidas, a total merced suya. Sentían realmente el poder que tenía sobre ellas y no osarían hacer nada que le hiciera enfadar, aunque tuvieran voluntad para hacerlo.

"La pizza se está enfriando", dijo. No tuvo que dar ninguna orden. Empezaron a comer.

(III) Después de la cena

Cuando hubieron terminado la pizza, Rafael se levantó y rápidamente impartió unas ordenes sencillas:

"Ana, recoge la mesa. Paula, lava los platos. Sonia, ven conmigo"

"Sí, amo", dijeron las tres.

Entró en el cuarto de baño a mear. Mientras obligaba a Sonia a sujetársela, se fijó en que tenían una bañera, en vez de plato de ducha. Bien. Obviamente no cabían los cuatro, pero algo se podría aprovechar.

"Límpiame la polla bien. Con la boca por supuesto"

"Sí amo"

Una vez más, el cuerpo de la pobre Sonia obedeció sin contar con la opinión de ella. No pudo reprimir una arcada cuando su lengua limpió los restos de orina de la polla de Rafael. Éste se rió divertido.

"Bien...ahora llena la bañera de agua caliente. Quédate de rodillas y con las manos en la nuca delante de la bañera hasta que se llene. Ven a avisarme cuando esté lista."

"Sí amo"

Volvió al salón, dejando a Sonia en una postura sumisa frente a su "amo-bañera". La mesa ya estaba recogida y Paula estaba terminando de fregar los platos. Ana estaba de pie en medio del salón, sin saber adónde ir. Obviamente, estaba luchando internamente por encontrar un modo de escapar o de pedir auxilio. Eso se merecía un pequeño castigo.

"Tienes un cuerpo atlético Ana, ¿haces algún deporte?"

"Sí amo, hago aerobic 3 veces por semana"

"Muéstrame cómo eres de elástica. Flexiona el tronco hacia abajo. Piernas rectas, no hagas trampa"

Hizo lo que le ordenó. Tenía bastante elasticidad, aunque se le ocurrió que si la ayudaba un poco podría dar un poco más de sí.

"Más"

"Agggh....." ella se flexionó más. Su cara dejó ver un rictus de dolor.

"Más"

"Aaaaahhhh!", sus piernas empezaron a temblar. Su respiración se aceleró. Debía dolerle como el infierno pero no dejó la postura. Se puso detrás de ella y le empezó a tocar el culo y la vagina. Comenzó a introducirle primero un dedo y luego dos . Mientras tanto ella no paraba de gemir y de temblar. Perlas de sudor comenzaban a surgir por todo su cuerpo. Sin previo aviso la penetró violentamente.

"¡¡AAAaaaagghh!!!" gritó ella. Salía y entraba rápido, balanceándola con facilidad con la postura que tenía. Sentía un placer especial en este ángulo. Ella sentía un dolor infernal.

"¡¡¡¡AAAAhhhhh!!! Los gritos fueron aumentando de volumen. No le importaba que los vecinos la escucharan. Pensarían que estaba follando como una loca.

Miró a la cocina y vio a Paula que los observaba con un plato en la mano y con la boca abierta.

"Paula, ven aquí y ponte en la misma postura que Ana, a su lado"

"Si amo", soltó el plato y obedeció como un perrito.

"Flexiónate más, un poco más así"

"AAAAAAGHHHH!!!!!"

Era obvio que Paula tenía menos flexibilidad que Ana. Mientras penetraba a ésta y la hacía balancear con una mano, con la otra tocaba a gusto el imponente culo de Paula. Desde luego, se había encaprichado de aquel culo. Tendría que pensar algo especial para ella...mientras tanto...

Sacó el pene de improviso.

"Suficiente, volved a vuestra posición normal"

"Aaaaaaaaagggg.....", volvieron las dos. Ana estaba empapada en sudor y jadeando. Las piernas le temblaban tanto que pensó que se caería. Era una imagen deliciosa.

"Descansa si quieres Ana". Inmediatamente, se dejó caer como un trapo al suelo, masajeándose sus pobres piernas.

"El baño está listo, amo" dijo Sonia, saliendo del cuarto de baño

"¡Justo a tiempo, mis pequeñas esclavas!", dijo sonriendo.

(IV) El baño

Se tumbó dentro de la bañera, las tres estaban de rodillas con las manos en la nuca obervándole, tal y como les había ordenado. Tenían un rostro de desdicha muy divertido, especialmente la pobre Ana. Creo que había llegado el momento de explorar un poco más profundo. Sólo un poco.

"Paula, háblame un poco sobre tí"

"Me llamo Paula Jiménez, tengo 21 años, nací en Madrid y estudio 3º de económicas, yo..."

"Algo más interesante, cuéntanos la primera vez que follaste. No ahorres detalles"

Sus ojos se abrieron de par en par.

"Yo...yo...es...estaba borracha en una fiesta, y mi novio de entonces me convenció para ir a su casa, sus padres estaban de viaje. Tenía 16 años"

"Continúa"

"Cuando llegamos a su casa, él se bajó los pantalones y me enseñó su polla y yo me eché a reir. El se ofendió un poco pero le pedí perdón meneándosela un poco. Luego se la chupé". Estaba completamente ruborizada.

"Continúa, a tus compañeras les gusta"

"Luego, él me lamió el coño, sin preliminares, aunque estaba tan borracha que me dió igual. Se puso un condón e intentó penetrarme varias veces hasta que por fin lo consiguió"

"¿Cuántas veces lo intentó?"

"No lo recuer..."

" ¿Cuántas veces, Paula?"

"Aaaaahhh.....cinco...cinco veces". Sonia reconoció de inmediato la expresión de Paula. Le había dado un grito mental como el que había sufrido ella antes. Lo usaba para dar ordenes muy profundas, como ahora para aflorar un detalle aparentemente olvidado, pero que estaba en algún lugar de la cabeza de Paula. Era increíble.

"¿Te gustó?"

"Me pareció divertido, pero no gocé demasiado, amo". Paula respiraba rápidamente por la última orden dada por Rafael.

"Vale, volvamos al presente. ¿Alguna vez has tenido fantasías sexuales con Sonia o con Ana?"

"Eeeehhhhh....s....sssss...ssssí, amo"

"¿Con quién? Dílo mirándola a sus ojos"

Paula intentó resistirse durante una fracción de segundo, pero su cuerpo entero reaccionó con histeria, como una familia posesiva que critica algo horrible que hubiera hecho. Cedió a la presión.

"Con Sonia, amo", dijo mirándola a los ojos, con voz quebrada.

"Jajajaja, no te culpes por ello, mi pequeña. No significa que seas lesbiana. Aunque no os preocupéis. Este fin de semana, las tres seréis lesbianas. Vais a ser muy buenas compañeras de piso, jajaja. Sonia, vamos a complacer un poco a tu admiradora. Ana, entra en la bañera conmigo."

"Sí, amo"

"Sonia, escúchame atentamente "

"¡¡Aaaagh!! SI AMO!!!". Los ojos de Sonia se abrieron de par en par. Su cuerpo se tensó. Sólo existía la voz del amo.

" Hasta que yo te diga que pares, ahora eres una ninfómana que sólo piensa en follar con Paula. No hablarás. Todo lo expresarás con sexo. Paula te pone muy caliente. Sólo quieres darle el máximo de placer. Adelante. "

El rostro de Sonia cambió abruptamente a una expresión de deseo. Empezó a recorrer el cuerpo de Paula con la mirada mientras se llevaba una mano a la boca y la otra a su coño. Se acercó a Paula y la empezó a magrear. Paula no se movió, pues todavía tenía en su mente la orden de estar de rodillas.

"Paula, puedes dejar de estar de rodillas"

Paula buscó mejor postura. Sentía a Sonia meterle mano en todos los rincones de su cuerpo, intentó separarse, pero Sonia se pegaba como una lapa. Además, sentía que empezaba a excitarse.

"Ana, chúpamela. Puedes tomar aire cuando lo necesites"

"Sí amo"

Rafael se dispuso a disfrutar del espectáculo. Sonia estaba dando un impresionante beso con lengua a Paula. Acarició la mente de Paula para leerla. Notó que no se resistía en parte porque seguía teniendo miedo de contrariarle y en parte porque realmente la deseaba. Percibió un sentimiento de resignación y una creciente sensación de entrega. Aquel beso la estaba excitando como una loca, y a él también por cierto. Con una mano la acariciaba como una experta los muslos pasando suavemente por la vagina, que ya empezaba a lubricar en abundancia. Sonia estaba preparando el terreno muy bien. Bajó la boca hasta sus pechos, y empezó a lamerlos con un arte excepcional.

Paula abrazaba la cabeza de Sonia con los ojos cerrados, dejándose llevar, con la sensación de estar haciendo algo muy malo, pero a la vez de un intenso placer provocado por una fantasía desechada automáticamente que ahora sale a la luz en todo su esplendor. Cuando la cabeza de Sonia bajó a los muslos de Paula y su lengua rozó su clítoris, Paula no pudo más. "¿Puedo...correrme...amo?"

"Claro, ahí todas las veces que quieras", dijo sonriendo.

Unos bruscos movimientos de cadera y un par de gritos anunciaron el primero de muchos orgasmos que todavía estaban por llegar. Ana no dejó de lamerle el clítoris en ningún momento. En perfecta armonía con sus movimientos y sus deseos. Paula experimentó una profunda atracción por Sonia. Nunca había tenido relaciones con una mujer, y aquello era totalmente nuevo y descontrolado para ella. Sentía su cuerpo desbocado por la vergüenza, la humillación, la impotencia, todo ello combinado con el placer que le estaba dando con toda maestría su poseída compañera de piso.

A Rafael también se le antojó saborear un poco de sexo femenino. Aprovechó el momento cuando Ana salió para tomar aire.

"Ana, deja de chupármela, y acerca tu coño a mi boca" "Sí, amo"

Dado que Rafael estaba cómodamente tumbado en la bañera, Ana había tenido que forzar bastante su postura para acomodarse a él durante todo el tiempo que duró la felación. Hizo un gesto de dolor cuando se estiró para ponerse de pie, posiblemente por la espalda y las piernas. Apoyándose con dificultad con un pie en el borde de la bañera y una mano en la pared del baño, acercó su raja a la boca de su amo, que no hizo el más mínimo movimiento para facilitarle las cosas.

Rafael empezó a lamer primero los labios vaginales de Ana, para subir poco a poco hasta el clítoris, a la vez que le enviaba ciertas órdenes sugerentes a su mente. Llevaba muchos años haciendo esto y dominaba la técnica a la perfección. Primero le indujo una excitación y unas ganas horribles de que se lo lamieran. Para cuando llegó al clítoris, ella ya se contoneaba rítmicamente con los ojos casi en blanco, jadeando profundamente. A continuación, empezó a pasar la punta de la lengua más despacio. Con cada pasada, enviaba una señal al cerebro de Ana que le generaba una intenso placer que partía del clítoris para recorrer todo su cuerpo como una poderosa ola. A cada pasada de su lengua, podía sentir cómo se arqueaba para sentir dicha ola.

Ana se sentía totalmente en las nubes. Todo el inmenso placer que sentía la cegó. Le hizo olvidar quién era ese hombre, cómo las retenía, cómo la hizo sufrir hace un rato en el salón...Sintió cómo todo su cuerpo se preparaba para un poderoso orgasmo, pero la orden grabada de su amo se lo impidió.

"Por...favor", dijo ella entre jadeos y gemidos. Tenía que hacer un verdadero esfuerzo para mantener el equilibrio. Empezaba a sentir calambres por todo el cuerpo, pero no podía, ni quería cambiar de postura. Quería seguir sintiendo ese placer. Quería correrse con la boca de ese hombre pegada a su vagina.

Rafael miró de reojo mientras lamía el clítoris de una agonizante Ana, ajeno a su súplica de correrse, para mirar la dulce pareja lésbica en el suelo del baño. Sonia le estaba metiendo tres dedos a Paula en su precioso coño y le estaba empezando a meter otro en su ano. Paula se retorcía y gemía con los ojos cerrados y recorriendo todo el cuerpo de Sonia con sus manos. Era un espectáculo precioso, que duró unos quince minutos más hasta que sintió que el agua de la bañera se estaba enfriando. Apartó la boca del coño de Ana.

"Muy bien, Ana, salte del baño"

"Pero....pero...sí, amo", dijo ella toda incrédula. Tenía unas ganas horribles de correrse. Su vagina latía como mil demonios. Sentía una necesidad increíble de meterse algo dentro, lo que sea. Vio el pene erecto de Rafael y lanzó un gemido de protesta desde fuera del baño, donde su amo le había ordenado estar.

" Sonia, vuelve a ser la que eras "

Sonia paró en seco. Por un momento se quedó petrificada, asimilando qué estaba haciendo en esa postura. Cuando se dió cuenta de que tenía tres dedos en el coño de su amiga, y dos más en su culo, se apartó bruscamente, avergonzada. Pudo ver cómo su amiga Paula abría los ojos y la miraba ansiosamente. Le estaba dando mucho placer. Paula estaba gozando realmente con lo que ella le estaba haciendo. Le encantó el brillo de sus ojos, que ella le había provocado. Se quedaron mirando un momento, sin saber qué decir y muertas de vergüenza.

"¿Cuántas veces te has corrido, Paula?"

"Cua...cuatro veces amo"

"¿Te ha gustado?"

"Sí, amo"

"Díme más"

"He disfrutado enormemente con Sonia. Me ha comido el coño de maravilla, y me ha hurgado con los dedos como una experta. Me hubiera corrido más veces si hubiera seguido así.", la vergüenza se apoderaba de ella al tomar contacto con la realidad. Había follado con su compañera Sonia, a la que conocía desde hace 6 meses. ¿Cómo iba a volver a mirarle a la cara ahora?

"A..aa....amo, ne...necesito correrme, por favor", le imploró Ana. Sus piernas le temblaban aunque no creía que se debiera totalmente a la postura que había estado aguantando.

"Paciencia, mi pequeña zorrita, yo tampoco me he corrido y aquí estoy. No te preocupes, luego acabaremos el trabajo. Es vuestro turno de bañaros. Para vosotras ducha. Con agua fría, para ahorrar energía.", dijo mientras salía de la bañera.

Se sentó en el retrete mientras se iban duchando por turnos. Se divirtió escuchando los gritos ahogados y los escalofríos con el agua helada de la ducha. Les obligó a lavarse a conciencia sus coños y también las puso a masajearse las tetas, mientras tiritaban de frío.

Cuando estuvieron las tres duchadas, las obligó a lavarse los dientes, a hacer sus necesidades, (delante de todoso, aquí ya no había secretos) y las mandó a preparar la cama.