Anton 5/2
Día a día
El anterior relato, tuvo un pequeño problema técnico. Perdón.
La sra Díaz, me continuaba relatando su vida con Eduardo y Anton, me dijo que ellos fueron perdiendo el interés en ella al irse haciendo mayor, y que cada poco tiempo, traían a la casa, a nenas como yo, jovencitas a las que educar a su manera. Era de continuo, unas sustituian a otras cada poco tiempo. A ella la invitaron a irse, pero Germán le dijo a Eduardo que la quería para el, y de eso hacía 20 años. Y Rosa, había tenido la suerte de quedarse, por sus estudios de enfermería. Yo no daba crédito, la sra Díaz, Rosa y Luly eran como yo... Mi sorpresa aumento, cuando me confirmó que el resto de los empleados en la villa, también eran tranx y que yo tenía completamente prohibido tener ningún tipo de relación sexual con ellos. Sólo podría estar, con quien tenía cierto escalafón en la casa.
Joana, las reglas son sencillas, y has incumplido la primera, se la has chupado a Luly, de acuerdo que no lo sabías, pero mereces un castigo por ello.
Yo solo pude pedir perdón, pero antes de terminar de decirlo, su mano impactó de revés en mi cara, mis lágrimas afloraron al instante, y mi reacción fue encogerme.
Tranquila pequeña eso es para que no lo olvides, desnudate.
Me quite mi poca ropa en un segundo, y la mire. Ella tomó un bote de crema, repartió una buena cantidad en su mano y me hizo poner a 4 patas, comenzó a repartirlo por mi espalda, lo hacía con delicadeza, pero sin pausa, comenzaba, desde mi cuello y llegaba hasta el final de mis nalgas. Yo sabía que esto era parte del castigo, pero no imaginaba cual podría ser el final. Notaba que sus dedos, rodeaban mi ano con esa crema, y que alguno se deslizaba hacia el interior, como sin querer. Mi abujero estaba completamente dilatado, ese día había trabajado mucho. Casi al instante, y ya sin disimulo, sus dedos, empezaron a alojarse en mi interior, uno tras otro, no sabía que pretendía, si me quería follar, estaba a su disposición. Con su otra mano, se masturbaba, esa polla curva que tenía, violentamente, con frenesí, en su mirada había algo que me inquietaba. Y de repente, sentí el dolor más intenso de mi vida. Sus dedos habían entrado completamente en mi interior, pero siguió empujando y era su mano, la que pugnaba por violar mi intimidad, y lo consiguió. Introdujo hasta la muñeca, y la giraba de un lado a otro. Yo lloraba, apretaba los puños, pero intentaba no gritar. Algo se rompía dentro de mi. Debido a la extrema violencia de su más turbación, empezó a eyacular, el esperma volaba, en rápidas ráfagas, parte a mi cara, el resto a mi espalda, y otros chorros a las sábanas. Igual que me introdujo la mano, la saco, sin delicadeza, de un tirón. Yo caí sin fuerzas sobre la cama, no podía ni moverme, notaba mi culo completamente expandido, respiraba más por él, que por la nariz, mis intestinos sonaban, volviendo a su sitio, y no sabía identificar dónde se concentraba más el dolor. La sra Díaz, se levantó, me miró y me dijo: Fin de la primera lección, putita. Esto te ocurrirá cada vez que hagas algo que no debas. Y tienes suerte, yo he sido delicada.
Salió de la habitación, sin decir nada más, yo no podía moverme, no tenía fuerzas, lo único que hacía era llorar y arrepentirme de la decisión de quedarme allí. Me dormí.
No sabía dónde estaba, cuando abrí los ojos, me costaba concentrar la mirada. Vi a alguien que me estaba inyectando, algo en el brazo, poco a poco caí en la cuenta que era Rosa.
Ay mi niña, vaya lo que hicieron contigo. Tranquila, en un rato estarás mucho mejor, ahora va a venir el Doctor a verte. Seguramente, tu culito va a tener unos días de vacaciones. A la sra Díaz, la ha caído una buena, por darte ese correctivo tan severo. Pero acuérdate de no hacer nada que no debas.
A mi me dolía hasta el alma, no me concentraba en lo que me decías. Caí en la cuenta de que estaba desnuda y encima de las sábanas, me vino cierto pudor, e intenté taparme, al incorporarme un poco, vi la sangre que manchaba mis piernas y las sábanas. Que me había echo? Me había roto?
No te muevas bonita, es normal que te notes sin fuerzas. Te he inyectado tus hormonas, y un calmante muy fuerte que me dio el Doctor. En un rato te encontrarás mejor.
Creo que cai en un sopor, oía, pero no entendía, no se cuanto tiempo pasó. Alguien me ayudo a ir al baño, me introdujeron en la bañera, mi esfinter no soportaba la presión, y defeque. Oía correr el agua de nuevo, y poco a poco todo se fue aclarando. Luly, ayudada por un hombre me estaba bañando, a él le había visto de lejos, era el médico de doña inma, era guapo, alto, de unos 40 años, y manejaba con mucho mimo. Mire a Luly y vi que uno de sus párpados estaba amoratado y casi cerrado, aparte de un corte en su labio superior. Ella también había recibido su castigo.
Pude salir del baño, por mi propio pie, pero me dolía al andar, notaba un pinchazo de continuo en mi culo. Luly me ayudo a vestirme, con la supervisión de Rosa y el Doctor. Me sorprendió que mi ropa interior volviera a ser un tanga, pensaba que no soportaría el roce, pero el dolor era interno. Un sujetador a juego, taparon mis falsos pecho, un vestido corto floreado en tonos claros, el calzado elegido fueron unas zapatillas con suela de esparto con mucha cuña, no sabía como andaría con ellas, con el dolor tan punzante que sentía al caminar, pero no iba a poner en duda nada de lo que me dijeran, no soportaría más lecciones. Rosa, me maquillo muy suavemente, y recogió mi pelo en una coleta alta. El resultado en el espejo me gustó. Estaba guapa.
Me acompaño el Doctor, hasta el ascensor, cogida del brazo, era muy alto, y le vi guapísimo. Cuando nuestras miradas coincidieron, baje la mía al suelo. Gatita, me dijo, no temas, yo no impongo castigos, es una salvajada lo que han echo contigo por celos, pero lo supera el coraje con que lo estás llevando
. He dado orden, de que nadie te folle, en al menos una semana, y aquí mi opinión es como la de Eduardo, todos la respetan. Así que recuperate bien.
Llegamos al salón, donde había cenado con Eduardo la noche anterior y allí estaba.
Hola Joana. Te pido disculpas por lo que te ha sucedido. Era un castigo que yo no ordene, y que no tenías que recibir. No volverá a suceder, la culpable va a lamentar lo que te ha echo. Ven siéntate, que te apetece tomar? Yo te servire
Le pedí un té, y una pieza de fruta, el muy caballero, me lo acerco todo, ya estábamos solos, el doctor se había ido. Eduardo se agachó a mi altura y me beso en los labios. Desayuna, recuperate. Fernández me ha dicho que te harán falta unos días, para poder usar ese culito bueno que tienes, tendremos paciencia.
Yo le sonreí, y bebí de mi té.
Joana, el doctor no me ha dicho nada de tu boca.
Allí estaba Eduardo, desnudo de cintura para abajo, sentado en un sofá, y mostrándome su polla. Entendí, que era parte de mi desayuno, me incorpore y fui hacia él.
No, putita, ven de rodillas, como la perra que eres, este es el castigo que yo te impongo.
Me arrodille con todo el esfuerzo, me costaba horrores desplazarme así, pero lo hice. Llegué a su altura, y me introduje de golpe, toda su polla en mi boca, de golpe, hasta que llegó a mis cuerdas vocales. Mi amo quería una mamada y yo se la iba a dar. El dolor me subía desde el culo hasta la base del cuello, pero decidí ignorarlo. Y subía y bajaba la boca, pajeando la polla de Eduardo, el suspira a, y agarraba mi cabeza, yo imprimía velocidad a veces, y otras lo hacía más lento, saboreando sus primeros líquidos, la besaba, le daba pequeños mordiscos, la escupia, la notaba palpitar, el se tensaba y yo sabía que su momento estaba cerca.
Oi unos pasos tras de mí, pero no pare de chupar, y de repente la voz de Anton sono.
Vaya, vaya, y para mí que?
Se agarró a mi cintura, subió mi vestido, y no me dio tiempo a decirle, que parará.....
Gracias por vuestros comentarios.