Anton 5

Día a día

Cuando salí de aquella sala, Luly me estaba esperando, me limite a seguirla, subimos en el ascensor, y llegamos a mi habitación.

.- Has cumplido con un Sobresaliente. Hacia mucho tiempo que don Eduardo, no demostraba tanta euforia, y que el primer día dejar que Germán te folle, aunque no lo creas, es un señal estupenda. Bueno, niña, te voy a preparar tu cama, y la ropa con la que debes de dormir. En la mesilla de la derecha, hay un interfono, si te llaman y hablan por ahí, no te demores en acudir, en esta casa, lo que prima es la velocidad, estate preparada para que te reclamen en cualquier momento. Siempre lista, arreglada, y dispuesta. Eres muy jovencita, pero tienes que adquirir toda la experiencia que puedas en poco tiempo. Ves al baño, aseate, después te ayudo yo a vestirte, y acostarte.

Fui al baño, y pensaba en lo que me había dicho. No pensaba que fuera necesario en que me ayudará a acostarme. Pero si debía de hacerlo, yo no la llevaría la contraria. Todo el mundo me había dicho, que fuera sumisa y obediente, y pensaba hacerlo. Me vi en el espejo, y aún a pesar de tener todo el maquillaje corrido por mi cara, despeinada y muy cansada, el reflejo era de una mujer. Tenía cierta molestia en mi coño, el día había sido muy intenso. Me desvesti, y note que el semen de Germán, había corrido por mis muslos, manchando mis medias, las cuales estaban rotas por los apretones que me había dado al follarme.

Entre en la ducha, y lo hice rápidamente.  Me arrope con una toalla, y salí del baño. Allí estaba Luly, esperándome, encima de la cama, había un tanga blanco y conjunto de pantaló

ncito y top de seda negra, en el suelo había unas zapatillas negras también, con cuña. Luly me quito la toalla, me puso aquellas prendas y se sonrió. Joana, me dijo, te has duchado con tus tetas falsas, no debes de hacerlo, ahora lo arreglamos. Voy a buscar otras prótesis, cuando te bales, debes de quitartelas, ahora vuelvo.

Yo no me había dado cuenta, allí estaban aquellas 2 tetas, que mi mente ya consideraban parte de mi cuerpo. Note, que ahora pesaban mucho más que al ponérmelas, no volvería a ocurrir. Mis sentidos tenían que estar alerta.

Luly, volvió, en sus manos venía, un envoltorio, e imagine, que serían mis nuevos pecho. El cansancio me estaba venciendo. Me llevó hacia el tocador, me hizo sentarme, y se situó detrás de mi, para cepillarme el cabello. Lo hacía con delicadeza, casi acariciando. Nuestras miradas coincidieron en el reflejo del espejo, y me sonrió. Aquella mujer, tan menuda, se estaba comportando con mucho cariño hacia mi. Con su mano derecha me peinaba, y con la izquierda, notaba una sensación muy agradable, como de caricias, igual que se acaricia a un cachorillo. Notaba su cuerpo muy cerca, los roces eran casi forzados, lo podría evitar si ella quisiera, pero cada vez eran más evidentes. En un instante, su cabeza bajo, y me beso en los labios, no me lo esperaba, pero no la rechaze, debía de ser obediente, decía mi cerebro. Me cogió de la mano, y fuimos hacia aquella cama enorme. Yo nunca había estado con una mujer en aquella situación, y no sabía cómo iba a reaccionar, pero me deje llevar. Me sento en la cama, y se puso delante de mi, la vi desabrocharse su uniforme, y mover hacia un lado unas bragas blancas, y con manchas de humedad. Allí no había un coño, introdujo su mano y sacó un pene, algo más grande que el mío, pero de una talla pequeña indudablemente. Mi cara de asombro la hizo reírse, pero al mismo tiempo tenía cara de lascivia.

Ya sabes lo que tienes que hacer, pequeña. Hazme feliz, no veía el momento de estar a solas contigo, no tendré muchas oportunidades, pero aprovecharé cuando pueda. Venga comeme la polla, un poco, voy a ser la única persona que no te folle en esta casa, pero te voy a dar mi leche cada vez que pueda.

Mi cara, debía de ser un poema, ¡¡¡ Luly era un travesti!!! Nunca lo hubiera imaginado, tan oscura, tan pequeña, sus facciones no la delataban. Sus pechos eran pequeños, pero parecían completamente naturales. Su cintura era estrecha, no se veía ni un vello en su cuerpo, aún a pesar de ser tan morena. Nunca lo hubiera imaginado.

Incline mi cabeza, y empecé a lamer aquella poyita, pequeña, dura, y que al introducir en mi boca tenía un sabor dulzón. Entraba en mi boca sin dificultad, era como comerse un helado pequeño. Había comido pocas poyas, y casi todas en las últimas 12 horas, pero el resto habían tenido un buen tamaño. Esta era mínima, y si me lo proponía, sus testiculos entraban en mi boca al mismo tiempo. Luly gemia, y con una mano, acariciaba mi cabeza y con la otra se pellizcaba los pezones. Decídi, poner más velocidad en la mamada que la estaba haciendo, quería que acabarà pronto, me encontraba muy cansada. La notaba vibrar, sus gemidos eran bajitos, se ponía de puntillas cada vez que yo sorbia su pollita, decidí, pasar mis dedos por su ano, a lo mejor así la hacía correrse antes. Funcionó, al instante, se puso muy rígida, y eyaculo en mi boca, muy poca cantidad y de un sabor neutro. Éramos muy parecidas en ese sentido, mi semen era también escaso, insípido, trasparente. Imaginaba que todas las que nacemos con defecto, seríamos iguales. Luly, suspiro, me acarició la cara, y dijo que se lo había echo muy rico, cerró su uniforme, y me ayudo a entrar debajo de las sábanas, con un gesto de su mano en la oreja, miró al intercomunicador indicándome que estuviera atenta, apago la luz y salió de la habitación.

Mi cansancio era extremo, pero todo lo que había ocurrido en ese día, rebotaba en mi cabeza, y no me dejaba ni siquiera cerrar los ojos. Que iba a ocurrir al día siguiente? Donde estaba Anton? Como iba a terminar esto? Mis padres y hermanos, como se lo iba explicar? Un miedo me atenazo, había tenido sexo con 5 personas diferentes ese día, sin saber qué enfermedad me podrían trasmitir, eso era un riesgo, pero como solucionarlo ya. Intenté dejar la mente en blanco, deseaba dormir, descansar. Poco a poco, mis ojos se fueron cerrando, al girarme en la cama, notaba mis pechos falsos, sería cuestión de acostumbrarse, las sábanas de seda, hacían que me escurriera, el silencio era atronador, en la lejanía se oía crujir de vez en cuando la madera de la casa. A veces creía oír pasos, otras veces me parecían voces. Aún así, me dormí.

No se cuanto tiempo transcurrió, debía de levantarme al baño, mis ganas de orinar, me levante, y me calze mis zapatillas, mi instinto me decía que lo hiciera, puse mi culo en wc, y observe mi poyita, era más pequeña aún, caí en la cuenta, que aún a pesar de haberme corrido cuando Germán me había follado y habérselo chupado a Luly, no había tenido una de mis patéticas erecciones. Supuse que era el cansancio o tal vez las inyecciones que Rosa me había puesto, ya estaban haciendo su efecto. Subí mi tanga y mi pantalón, era tan pequeño, que no tapaba, mis nalgas, en el espejo, vi que tenía moratones, en las 2, un morado negro, destacaba en mi cuello, se veían marcas de dientes, alguien me había mordido, no recordaba quien. Notaba mis pezones erectos, debajo de mis prótesis, era una sensación molesta. Mis labios seguían, siendo rojos, supongo que era debido al pintalabios permanente. Me sentí atractiva, suponía que para ser el primer dia, todo había salido bien.

Al salir del aseo, vi puerta del dormitorio abierta. Estaba segura de que antes estaba cerrada. Gire hacía la cama, y allí, dentro de ella, estaba la señora Díaz. Mi susto fue enorme, no esperaba, que nadie estuviera allí, tal vez me llamarán, pero no creía que nadie me visitará.

Ven, putita, me dijo. Mientras levantaba, las sábanas y me hacía gestos para que me introdujera en ellas. Supe que iba a tener otra sesion de sexo, y no sabía que sorpresa me iba a encontrar. Si, la Sra Díaz, tampoco, era lo que parecía. Entre sus piernas, también colgaba una polla, muy clarita de piel, sin circundidar, semi erecta, con una curva muy pronunciada.

Joana, yo fui la primera tranx, con la que jugaron Eduardo y Anton, hace años. Conmigo adquirieron el gusto, por esto. Yo era un gay así de tu edad, que los conoció en un bar de ambiente una noche. Sin dudarlo, me fui con ellos, y probé las formas de los dos. El sexo salvaje y brusco con Anton, y la dulzura de hacer el amor con Eduardo. Nuestra relación se fue haciendo más íntima y duradera. Eduardo, me feminizaba y Anton me emputecia. La primera vez que vine a esta casa, sus dos mujeres presenciaron como me follaban. Ellas a su vez, se revolcaban entre ellas. Era un mundo diferente para mí, y al igual que a ti, me propusieron vivir aquí con Eduardo e Inma, estando a su servicio, y al de Anton cuando viniera. Yo no tenía trabajo, y muy mala relación con mi familia.