Antiguas y nuevas amistades (1)
Una visita del pasado me abrio la puerta a tener nuevas amistades.
Hola a todos, y saludos de nuevo a todos los que ya habéis leído mis anteriores experiencias.
Hace un mes volvía a casa en el autobús, cuando de pronto oí que una voz de mujer me llamaba "Patricia, Patricia". Me di la vuelta y de repente vi a mi antigua vecina Violeta. Si recordáis, eran una pareja mulata que se traslado a vivir al piso de al lado, y su marido era aquel semental que me estuvo follando durante varios meses, hasta que nos mudamos a otra zona de la ciudad. Bueno, me estuvo follando a mí y a medio barrio, por lo visto.
Nos saludamos, porque aunque el marido la estuviera poniendo los cuernos, ella era una chica maja y agradable, además la encontré bastante guapa. Cuando la había conocido era una chica bastante rellenita de cuerpo, aunque la cara la tenia muy mona. Nos bajamos a tomar un café en un bar y me dijo que estaba así porque había cambiado de vida, que se había enterado que su marido la estaba engañando con varias chicas, incluida alguna de las vecinas del bloque (pobre, si ella supiera), y que tiempo después de irnos nosotros le había echado de casa. Que él se había vuelto a Cuba. Así que tenía una vida nueva, que ahora tenía muchos amigos, que seguía trabajando y que casi todos los fines de semana iba a un bar latino de unos amigos cubanos y que allí pasaba la noche bailando y haciendo alguna cosilla más, decía riéndose. Que ahora que estaba en el mercado como ella decía que se había puesto a dieta y que se encontraba supersexy.
Bueno, el caso es que después de un rato de charla, me invito a cenar a su casa y a salir con ella el sábado por la noche. Y allí me presente. Estuvimos toda la cena hablando, bebiendo y riéndonos. Me pregunto por mi marido y yo la comente lo que nos había pasado, que nos habíamos distanciado, etc. . ella casi no hablo del suyo, lo que casi agradecí, solo al final de la cena, me dijo que solo le echaba de menos por las noches, y me confeso que tenia una tranca inmensa y que le hizo sentir como nadie se lo había hecho. Yo me sorprendí de lo que me estaba contando. De repente se echo a reír, y dijo: "bueno, no hay que acordarse del pasado. Hay que prepararse para esta noche". Pasamos a su habitación donde iba a cambiarse de ropa. Me preguntó si me importaba que se cambiara delante de mí. Yo la dije que adelante, que no había problema. Así que empezó a probarse varios vestidos, y minifaldas. Siempre ropa muy provocativa. La verdad era que perder kilos la había sentado fenomenal. Aunque todavía la sobraban algunos, los tenia muy bien repartidos, destacando sobre todo los que tenia en sus fenomenales pechos, aunque los tenía algo caídos (ninguna somos perfectas), se le marcaban tremendamente con la ropa que se estaba probando.
Al final se quedó con una minifalda blanca y una blusa escotada roja que dejaba ver un generoso canalillo, y que se puso encima de una tanga y un suje blancos también. Entonces me preguntó a ver si yo quería ponerme algo suyo, que aunque no tuviéramos la misma talla, igual había algo que me podía poner. Yo me animé y la dije que me había gustado un vestido que la había visto en el armario. Era un vestido bastante ajustado, que quedaba por encima justo de la rodilla, y que se ataba en la parte de atrás del cuello, dejando bastante parte de la espalda al descubierto, y marcando sobre todo las tetas y el culo. Sobre todo subía mucho las tetas, así que las llevaba completamente tiesas. Y ya cuando íbamos a salir, dice Violeta: "Espera, el vestido es muy bonito, pero con la braga que traes, se te marca toda, y eso no puede ser". Así que me toco levantarme el vestido, y ponerme una tanguita que me dejó ella. Como ya llevaba los tacones puestos, me dijo que me ayudaba ella a ponerla. Cuando la subió por las piernas, y me rozó con los dedos la rajita del culo cuando metió la parte de atrás, sentí un escalofrío que hacía presagiar que iba a ser una noche animada. Por su parte, ella añadió con una sonrisa picarona, que ella también llevaba el chochito depilado como yo.
En el bar había muchísima animación, y la verdad es que pronto tuvimos varios admiradores a nuestro alrededor. Violeta conocía a mucha gente, y me presentó a cantidad de chicos, blancos, negros, mulatos, cubanos, brasileños, y de varios países más. La verdad es que a mi me hacían mucho caso varios de ellos, supongo que fuera por la novedad y por el vestido que llevaba, porque en el bar había varias chicas que eran espectaculares.
Me prestó especial atención un hombre cubano de unos 50 años, alto y atlético, con pelo corto y canoso. Vamos un negrazo. La verdad es que estaba muy bien, y daba morbillo. Tomamos varios vasos de ron, y bailamos durante gran parte de la noche. Poco a poco nos fuimos arrimando más y más y en varias ocasiones pude notar que ya estaba empalmado. Para entonces, ya hacía un rato que había perdido de vista a Violeta.
Después de uno de los bailes, nos fuimos a la barra, y allí me dijo:
- "Así que tú te llamas Patricia y fuiste vecina de Violeta y su marido. Ahora recuerdo que presumió en varias ocasiones de tirarse a una vecina muy puta que tenía que se llamaba Patricia, y que físicamente, si no recuerdo mal, era como tú"
Me quedé de piedra, y él al notarlo me dijo:
- "Tranquila, Patricia. No voy a decir nada a Violeta. Su marido me caía bastante mal, aunque sé porqué os gustaba tanto a las mujeres. Siempre andaba presumiendo de su polla, y no sois de piedra, como tampoco nosotros.
- Gracias, Marcelo. La verdad es que Violeta me cae muy bien, y no querría hacerla daño. Te agradecería que no le dijeras nada.
- "No te preocupes, aunque .."
- "Aunque qué ."
- "Aunque tendrías que tratarme bien esta noche"
El muy cabrón lo había preparado toda la noche para forzarme a acostarme con él, aunque la verdad es que no habría tenido que esforzarme mucho, porque ya llevaba un buen rato excitada y mojada.
- ¿vamos a tu casa?
- No, en este mismo bar, tenemos una sala especial.
Me llevó al fondo del bar, y entramos en una puerta al lado del servicio, que ponía Privado. Por dentro era como unos servicios normales, con las divisiones de las tazas, pero cuando entré pude ver que en vez de tazas, había una especie de bancos pequeños donde podías sentarte. Había 4 partes, y en la última estaba la puerta cerrada, y por lo que se oía, ya había una pareja en ella.
Me hizo pasar primero y en cuanto entramos y cerró la puerta, empezó a besarme y a comerme el cuello, mientras me agarraba las tetas por detrás, y las masajeaba despacio poniéndome los pezones en punta, y cuando vio como los tenía, empezó a tirar de ellos, poniéndolos al rojo vivo. Parecía que iban a reventar el vestido de cómo estaban. Pegado a mí como estaba, podría notar su tremendo miembro. Le bajé los pantalones como pude, y ya sin los vaqueros y solo con el calzoncillo pude notar lo gordo que estaba. Yo ya estaba a cien. El me subió la pare de abajo del vestido, con lo que quedó la tanga al descubierto, apartó la tela y hundió varios dedos en el charco que tenia en el coño, arrancándome los primeros gemidos.
La pareja del fondo había empezado a follar y se notaba por como la mujer empezaba a gritar, y de repente reconocí la voz de la chica. Era Violeta que se había agenciado a alguien y parecía que lo estaba disfrutando de verdad.
- Marcelo, esa es Violeta. No digas nada de su marido, ni nada comprometido ahora.
- No pienso decir nada, porque voy a tener la boca ocupada, dijo sentándome en el banco y chupando aquel coño que no dejaba de soltar fluidos.
Recorrió la vagina de arriba abajo, y en toda su profundidad. No sé que tenía más grande, su polla o su lengua. Me estaba dando un placer enorme, pero lo que realmente quería era tener aquella tranca dentro. Me di la vuelta, y le senté a él. Me desabroché el vestido por detrás con lo que tenía mis tetas libres para que tuviera las manos y la boca ocupada. Me comió todas las tetas, hasta que de repente me levantó en el aire con sus poderosos brazos, me sostuvo un momento, y me dejó caer de repente en su pollón. Eso hizo que soltara un gemido tan fuerte, que hasta la otra pareja, que seguía follando y haciendo ruido, se quedaron callados. Empecé a cabalgarlo despacio, mientras la excitación me hacía decir cosas sin sentido. Me llevó hasta el orgasmo, y justo antes de entrar en él, me dejó durante varios minutos, y mientras loca de placer intentaba decir algo, sólo conseguía que se me cayera la saliva. Cuando empecé a cansarme de montarle, pegue varias embestidas rápidas y me corrí gritando de placer. Al acabar yo, el hizo lo mismo también, y noté como su polla se ponía hinchada dentro de mí, y de repente el calor de su leche en mi coño, y corriendo por mis muslos.
Nos quedamos varios minutos, abrazados y besándonos
- ¿Te ha gustado, Patricia?
- Sí, tienes una polla magnífica.
- Eso dicen. Violeta decía que era tan buena como la de su marido, me dijo con una sonrisa picarona. Y que esta noche tenía que ocuparme de que pasaras una buena noche.
- Parece que lo has conseguido, mi negrito.
- Patricia, el marido de Violeta decía que eras una gran chupadores de pollas y a la mía no la has dedicado ni siquiera un momento. Sólo has querido tenerla en tu coño desde el principio.
Le cogí la polla, y se la empecé a masajear lentamente, para que recuperara todo su esplendor. No tuve que esperar mucho, porque ya estaba a media asta. Cuando cogió un tamaño más que notable, me la metí en la boca, y le pasé un par de pasadas con la lengua, lo que bastó para que aquella barra negra de hierro se levantara en toda su longitud y dureza. Seguí lamiéndola, y metiéndome su capullo en la boca, mientras con la lengua, le trabajaba la parte de abajo. Se le notaba excitado, y tres o cuatro minutos después llenaba mi boca con su leche. Se me ocurrió una idea, y en vez de escupirla, me acerqué a él, le abrí la boca y nos dimos un tremendo morreo, frotándonos las lenguas llenas de su semen, para acabar tragándonos todo. Pensé que me iba a decir algo, pero lo único que dijo fue:
- Nadie me había hecho esto nunca, y la verdad es que me encanta. Si te apetece, voy a por un par de bebidas para continuar la noche.
Y allí me quedé jadeante mientras mi negrazo iba a por unas bebidas para refrescarnos y continuar la noche.
Porque la noche siguió pero eso lo dejo para la siguiente historia . (Continuará)
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Besos