Antes y hoy
Todo cambia cuando manda el amor.
Antes y hoy
Antes, cuando te marchabas,
la calle me abría sus brazos como una feria enorme;
entraba en las iglesias, en los teatros o en los bares,
pero siempre era yo.
Leía el periódico y tomaba café con mis amigos,
paseaba por la orilla de la playa
y cuidaba los geranios.
Antes, cuando te ibas,
la casa me sonreía y me abrazaba,
me ofrecía sus espejos, su agua tibia, sus sillones,
y siempre era yo.
A las cuatro entraba el sol por la ventana
y leía, o dormitaba, o simplemente era,
hasta que el reloj daba las cinco.
Hace algún tiempo, cuando te vas,
la calle se oscurece y me mira hostilmente,
aguarda el momento de engullirme
o de cambiar de estructura para que me pierda,
y yo ya no soy yo.
Ahora, cuando te marchas,
la casa me rechaza, se me hace pequeña,
intenta borrarme con su gas, con sus enchufes,
le molestan mis pasos,
los sillones me escupen de sus asientos,
me engañan los timbrazos del teléfono
y yo ya no soy yo.
No sé vivir sin ti, me has anulado,
mi cuerpo es carne muerta sin tu cuerpo,
me siento moribunda, desarmada
y sujeta a tus pasos y a tus gestos.
Ahora cuando te marchas,
no soy más que un descuido o una sombra
devota fiel a ti, mi dios ausente.