Antes de todo.

A mis 18 años, nací.

El padre de Jorge falleció a los 2 odo el tiempo con mi hombre y su  de mi aventura con los chicos. Estuve todo el tiempo con mi hombre y su madre, a ella la serví de gran ayuda, la acompañe en todo momento. Después de el entierro, Jorge se fue con su madre a su casa para atenderla y dejarla bien, yo me fui a la nuestra, después de pasar por mi oficina. Al llegar, me sorprendió no ver a Gladys casi de inmediato, siempre salía al oírme llegar. Fui a su habitación, pensando que estaría allí, y así era. Gladys estaba espatarrada en la cama, y un hombre de mediana edad, la estaba dando unos poyazos impresionantes, la bombeaba con un gran ritmo, jadeaba con los ojos cerrados, sus manos se agarraban al cuello de él, y sus piernas le abrazaban para empujarla contra ella. A él se le veía sudar y gruñia, desde mi posición se percibía una polla grande, el aroma era de sexo y lujuria, se oía el chapoteo de la penetracion, y como los huevos de él rebotaban con el coño pareciendo querer entrar. Quería irme de allí, pero me estaba poniendo a tono, así que seguí mirando, hasta que en una última estocada, el tío pego una corrida larga y fuerte en el coño de ella, luego se derrumbó y les vi como poco a poco recuperaban la respiración.

Subí a mi habitación, con un calentón importante y una idea empezó a dar vueltas en mi cabeza. Era la primera vez, que veía como un macho se follaba a una hembra de verdad, yo no era como ella, y en ese momento la envidie. El paso que no había dado hasta entonces, era tal vez el momento de afrontarlo. Consultaría con Jorge y tal vez con mis padres, pero decidí, que era la hora de ser mujer al completo, me operaria. El doctor Reyna, siempre me había dicho que en cuanto quisiera, el lo programaria, que los métodos eran mucho más seguros que hacía años, y que mi vida sexual mejoraría considerablemente. Él fue desde el principio quien supervisó todos mis tratamientos, y al 100% yo era su obra. Le conocí, apenas decidí empezar a hormonarme, cuando yo tenía 18 años recién cumplidos. Mi padre me había echado de casa, yo no tenía apenas dinero, y antes de discutir con mi padre, y pensando que el correría con los gastos, había pedido presupuestos para conseguir las tetas que tanto deseaba. La clínica del doctor Reyna era la más cara pero la de mejor fama y el trato humano fue exquisito.

Resultó, que después de los problemas con mi padre, no tenía como afrontar mis cambios. Estaba viviendo en un hostal en la peor zona de mi ciudad, el resto de la gente que vivía por allí, eran prostitutas, travestis, yonkis o alcohólicos, un sitio muy cutre pero barato y tenía techo. Mi poco dinero se acabaría muy pronto, y a pesar de estar como loca buscando trabajo, no encontraba nada, nadie quería contratar a una mariquita jovencita, recién salida de el instituto y sin experiencia laboral. En la habitación de al lado de la mía, vivía una travesti mayor de 40 años, que se prostituia en la calle, era con la única persona que tenía relación, se portaba muy bien conmigo, y estaba pendiente de mi. Me llamaba su niña, y decía que envidiaba mi cuerpo, en algunas ocasiones, se traía a clientes a su habitación, yo escuchaba como follaban, unas veces a ella y otras era ella la que penetraba. Era bajita, entrada en carnes, siempre iba con una minifalda negra, botas altas, el pelo teñido de negro azabache recogido en una coleta, no tenía muchas tetas, pero casi las iba enseñando, el caso es que no era excesivamente agraciada, y sus clientes no eran muy exclusivos, solían ser hombres de aspecto serios, generalmente casados con ganas de que los encularan. Pero una vez al mes, la visitaba alguien con quien pasaba la noche, y cuando esa persona venía, Rita, mi amiga, al día siguiente hacia compras y se daba caprichos. Me había fijado y habia oído, que para esos días especiales, ella siempre estaba con travestis más jovencitas, y que nunca era la misma. Su único cliente especial, era un tío con dinero, que hacía que Rita le captará tranx jovencitas y con poca o ninguna experiencia, a él le gustaba mirar como Rita se follaba culos casi vírgenes.

Me encontré a Rita, cuando venía de gastar mis últimos euros en poquísima comida, mi cara lo debía de decir todo, y mis lágrimas caían por mi cara.

Que te pasa mi niña? Cuéntame.... Te he dicho mil veces que te ayudo para lo que me digas.

Gracias Rita, estoy desesperada, no encuentro trabajo y estoy sin euro, no sé què voy a hacer.

Si me hicieras caso, no te faltaría dinero. Si quieres tengo algo que proponerte, te aseguro que tus problemas se acabarán y en dos o tres meses tendrás dinero para que puedas seguir estudiando el curso que viene.

Ella ya me había propuesto que me podía pasar alguno de sus clientes, pero yo siempre la había dicho que no quería ejercer de puta. Yo todavía era virgen, me había comido más de una polla, y echo pajas, pero nunca me habían follado. Yo tenía en la cabeza la idea romántica de hacerlo enamorada.

Ufff Rita, sabes que seria el último recurso.

Pues convencete, sabes que no vas a poder aguantar mucho más. No te digo que seas puta para siempre, como yo. Pero ahora yo te podría presentar a alguien, a quien le gustan las niñas como tú, así ha medio hacer, te aseguro que sacarías un pastizal, sin riesgos y yo estaría contigo en todo momento, no pasaría nada que tú no quisieras.

Y que tendría que hacer?

Eres virgen de verdad?

Si, Rita, llevo mucho tiempo pensando en las ganas de que un hombre esté conmigo, pero no lo he encontrado.

Pues te aseguro que al menos 2000 euros te pagaría mi amigo.

Decidí no pensar, y la dije que si. Mi situación me obligaba. Ella sonrió, y quedamos que cuando concertara la cita me avisaría.

Al día siguiente, por la tarde, Rita me dijo que fuera a su habitación, esa noche seria mi estreno. Me hizo desnudarme, sonrió de una manera muy sospechosa, y me hizo entrar en la bañera, humedecio todo mi cuerpo con agua templada, y borro mis pocos vellos, me ayudo a secarme y unto una crema hidratante por toda mi piel, note como al pasarla por mis nalgas se entretenía más de lo necesario, los roces de su entrepierna eran notables y percibí como algo se abultaba debajo de su minifalda, no lo disimulaba, Rita estaba cachonda y no hacía nada por ocultarlo.

Una vez que me dejó hidratada, comenzamos a vestirme. Unas braguitas de encaje, rosas, se rio al ver que mi minipene, quedaba completamente disimulado, después me puse unas medias blancas con encaje en su ajuste a mis muslos, un sujetador rosa de copa baja y con relleno, realmente parecía que tenía pechos, una minifalda blanca de cuero, y un top negro con un hombro al aire, de calzado unos zapatos blancos con plataforma. Yo entonces tenía media melena, y me peino todo hacia atrás, el maquillaje fue muy exagerado, y la sombra de ojos que me aplico era muy oscura para mí gusto. También me puso unas pestañas postizas, y pinto mis uñas de un rojo brillante. Al verme en el espejo, me gusto lo que vi, pero pensé que el día que yo fuera mujer el resultado sería mucho mejor.

Rita me preguntó, porque nombre me quería llamar.

Joana, no tenia duda, siempre me denominaba a mi misma así.

Ves a tu habitación, y espera a que te llame. Y cuando venga mi amigo no hables hasta que yo te lo diga. Primero, el te observará, y luego dirá lo que quiera que hagamos. Hay veces que le gusta mirar, y si el material le pone cachondo interviene, no te puedo asegurar nada. Solo que paga bien y que sus gustos son algo excéntricos.

Me fui a mi habitación echa un manojo de nervios. Me iba a prostituir, algo que nunca había estado en mis planes.

Oi subir gente y entrar en la habitación de Rita, no me asome, me senté a esperar la llamada. El tiempo parecía no correr, intentaba moverme lo menos posible, para no estropear mi vestuario ni mi maquillaje. Al fin sonó mi teléfono, Rita me dijo que fuera a su habitación. Pude caerme un par de veces, mis piernas temblaban, mi garganta estaba seca. La puerta de la habitación estaba abierta, respire fuerte y entre.

Vi a un hombre, sentado, con grandes entradas, vestido con un traje gris, camisa blanca y sin corbata, una sonrisa se dibujo en su cara, no podía adivinar su edad, calcule entre cuarenta y cincuenta años, a su lado había otro hombre más mayor, también con traje, rapado completamente, de edad similar al otro, que tambiem se sonrió al mirarme, después siguió hablando con Rita.

Recorde lo que mi amiga me había dicho, y me quedé quieta sin hablar. Al poco Rita se acerco a mi y les dijo :

Que les parece? Ya dije que era de primera calidad, y a estrenar, es de lo mejor que he podido encontrar.

El que estaba sentado hablo.

Te has superado Rita, muy bien, si es cierto que está a estrenar, te vas a llevar una buena gratificación. Ella sabe los términos? Que te parece a ti? Se lo dijo al otro hombre.

Está riquísima, me he puesto todo burro solo al verla.

Rita me agarró de la cintura y me comenzó a besar, para mí era extraño besar unos labios con carmín, pero procure, de nuevo no pensar. Me llevó hasta la cama, y sus labios recorrían desde mi boca a mi cuello, sus manos me acariciaba, y poco a poco supere la vergüenza de que aquellos hombres estuvieran contemplando aquello. Rita se subió encima de mi, y su bulto, aún debajo de su ropa se percibía duro, abrió mis piernas y se rozaba conmigo, lo hacía como si fuera a follarme, siendo yo una mujery ella un hombre. Cerre mis ojos, y me dejé hacer. Luego sentí, como algo empezó a recorrer mi cara, era lo que pensaba, uno de los hombres, pasaba su pene por mi cara, al instante la sensación se multiplicó y el otro también lo hacía. Eran dos penes grandes y estaban duros, yo esperaba que me dijeran que hacer, y permanecía con la boca cerrada, si alguno quería que se la chupar a ya me lo dirían, mi amiga había bajado con su boca a mi pene, y lo lamia, yo gozaba con su mamada y mi cosita se puso dura. Sus manos acariciaba mis pequeños testículos y acariciaban mi ano, dándole unos masajes muy agradables. Unas manos grandes oprimieron mis mejillas y al abrir la boca una poya entro en ella, no estaba segura de quién era, pero lo empeze a lamer, nunca había chupado una polla tan grande, pero sabía bien, y estaba durisima, me giraron el cuello, y otro pene entró hasta mi garganta, tenía un sabor diferente, pero era igual de grande, esta entraba más profunda y mi lengua no podía lamerla, simplemente la chupaba. Todo se desarrollaba en silencio, solo se oían respiraciones aceleradas. Mis bragas desaparecieron y Rita empezó a comer mi ano, mi top bajo a de mi torso y dos bocas succionaban mis pezones, yo seguía chupando y mis ojos permanecían cerrados, notaba en mi paladar el presemen de los hombres, mi saliva escurria por mi cara cada vez que succionaba uno de los penes, debía de estar haciéndolo bien, porque les oía suspirar, ni una palabra salía de sus bocas.

Rita poco a poco me fue dando la vuelta, mi gran momento se aproximaba. Me hizo ponerme a cuatro, y me ordenó que no abriera los ojos, abrió bien mís piernas, y un líquido frío entró en contacto con mi ano, los dos penes que había en mi boca desaparecieron, y percibi, como los tres se situaban tras de mí. Agaché mi cabeza, y comprendí que nunca sabría quien me había follado por primera vez. Algo duro se apoyo en mi agujero, y comenzó a apretar con la intención de entrar, el dolor era espantoso, note como la piel de mi primer anillo se rasgo, un hierro ardiente se abría paso dentro de mi, sin pausa, hundiéndose cada vez más, yo tenía ganas de llorar, de gritar, pero aquel ambiente de silencio me hacía callar. Poco a poco las embestidas se hacían más profundas, las notaba anidar en mis intestinos, el dolor disminuía pero aún seguía siendo agudo. Intenté concentrarme en algo que se producía dentro de mi. Cuando el pene salía casi en su totalidad, mi ano respondía como que algo le faltaba. Poco a poco se acostumbraba a su misión. Note que las estocadas eran más rápidas, quien fuera el que me estaba desvirgando estaba a punto de llegar a su clímax, y así fue, al momento note mi intestino llenarse de calor, una vez y otra y otra, un macho me estaba preñado, llore más pero era de alegría, mi sueño más íntimo se estaba haciendo realidad.

Cuando mi desvirgador, perdió su dureza, note como otro ocupaba su lugar, yo seguía con los ojos cerrados, el silencio era enorme, la polla que me entraba parecía más pequeña que la anterior, o tal vez mi esfinter ya estaba lo suficientemente dilatado, esta penetracion no era dolorosa, y al contrario, me estaba produciendo una sensación desconocida, mi micropene escupia esa lechecita tan inútil que yo producía. Mi amante tuvo menos aguante que el primero y eyaculo rápido. Yo pensaba que aquello era el final, pero me equivocaba, la tercera polla de la noche entró en mi recto. Las molestias volvieron, eran evidentes. Era mucha tralla para una debutante, sus embestidas eran mucho más fuertes y sus manos se agarraba fuerte a mis caderas, yo deseaba que terminará pronto, y pensé que echando mis caderas hacia atrás así sería. No me equivoque, rápidamente note como deslechaba dentro de mi. Yo permanecí en silencio, tumbada, sin mirar. Escuche como los dos hombres hablaban en susurros con Rita, les oi vestirse, se despidieron, y antes de irse, uno de ellos, beso mis nalgas.

Ya, Joana, incorporate.

Rita estaba desnuda fumando un cigarro, me miraba. Vi su pene, mirando hacia el suelo, despeinada y su mirada era una mezcla de deseo y de cariño. Me senté como podía, notaba líquidos salir de mi ano, el dolor y el escozor eran considerables. Rita me lanzó un sobre, me daba apuro abrirlo.

Ábrelo mi niña, podrás tener eso y más todas las semanas, les has encantado, y a mi también.

Rita, dime quien fue el primero.

Jajaja, no cariño, sueña que fue un príncipe azul. Por cierto esa ropa quedatela, mañana iremos a comprarte un vestidor completo, vete a tu habitación y aseate, ahora si que pareces una puta.

Llegue a mi habitación, dolorida, me costaba caminar, me tumbe en mi cama y abri el sobre, había 2500€. Llore de rabia y llore de alegría. Era una puta.