Antes de iniciar preparativos para regreso

Emi y Leo tendrían que regresar a su país. Tenía que aprovechar disfrutando estos últimos días haciendo lo que les faltaba por hacer entre amigos, intercambiándolos y disfrutando lo que les faltaba por hacer y aprender, entre amigos.

ANTES DE INICIAR PREPARATIVOS PARA SU REGRESO

Había pasado el sábado, ese sábado inolvidable. El domingo reinó la calma, todos nos dedicamos a hacer labores que nos ayudaran a recuperarnos, ya el lunes se reinició la rutina.

Emi llamó, como siempre, alrededor de las 5, para hacer una relación del recalentado del sábado.

“¿Qué te pareció todo lo que hicimos el sábado en el restorán?” Me preguntó.

“¡Fantástico, todo salió bien, se cumplieron varios deseos pendientes!” dijo

“Solitos fueron cumpliéndose, ¿no crees que todo era natural que saliera? A todos se nos cumplió ese deseo oculto. Le respondí.

“¿A ti se te cumplió algún deseo? Creo que todo lo que hiciste ya se te había cumplido.” Dijo ella.

“¡No, fueron varios deseos los que se me cumplieron! Lo primero era de ti, que rompieras tus prejuicios, llegaras a entregarte a Horacio delante de tu marido. Luego que tu marido se cogiera a Olga, y delante de ti, que era lo más importante para mí, con todo mi corazón lo deseaba presenciar y viste que la complació, y como tu querías que la complacieran. El que yo hiciera sexo con Leo siento que te  cumplí ese placer desde antes. A ti ¿faltó que se te cumpliera algún deseo?” le pregunté.

“Todo estuvo muy bien, me siento muy contenta, pero voy a pensarle qué más quisiera, para llevarlo a cabo antes de nuestra partida.” Me dijo, pero,

“¡¿Sabes qué?! Me excita mucho pensar que Horacio se acueste con Olga, y luego Leo también, y presenciarlos.” Todavía agregó.

“Eso es fácil de que se te cumpla, ten paciencia y ya verás. Ellos dos están como nosotras dos, bien calientes por que se te cumpla ese deseo. Para ti, que desearías, ¡dime! Yo sí sé que hay un par de cosas que deseas se te cumplan.”

“¡Condenada, me tienes muy estudiada! Tendrán que suceder antes de salir, yo empezaré a ser fértil en unos 10 días y vamos a empezar a tratar de pescar la posibilidad de fecundación, así que antes de esos trataré se me haga alguno de las locuras que faltan. Pero tendrás mucho que hacer conmigo, me vas a tener que enseñar, sabes que, aunque esté mayorcita, yo no sé de muchas cosas.” Me dijo, la pobre

“Tu dirás por dónde empezamos.” Le pedí

“Así de viejota, me da pena hablar de eso.” Me dijo

“¡Ven, y dímelo! Yo me imagino muchas cosas, así que una de ellas ha de ser.”

“Hace unos días, Leo me platicó de que te penetraron por detrás, ¡AY manita! No sabes cómo se me antoja, pero pobre de Leo, no podría ser posible con él.” Dijo Emi.

“Si eso te llama y lo quieres, puedes iniciar probando con Horacio.” Le dije

“¿Crees que se podría? Recuerda que yo soy muy estrecha. Además, ¿crees que a Horacio le gustaría?”

“Tontita, sabes que Horacio está enamorado de ti, ¡se vuela por ti! y desea complacerte en muchas cosas, le darías una muy buena oportunidad, ya verás. Si tiene que ser pronto, ¡cómo la vez, este sábado en la mañana! Yo me llevo a Leo y ustedes dos se quedan solitos en casa.” Le ofrecí.

“No cariño, quisiera que ustedes también estuvieran.”

“¿De espectadores?” Yo ya estaba confirmando que lo que quería era una doble penetración. “¡Imagínate mejor, tener a uno por enfrente y el otro disfrutando de tu trasero!” le dije descaradamente.

“¡AY, HIJOLES! ¡QUE MARAVILLOSO SUENA! ¿Crees que se podría, y ellos quisieran?” preguntaba inocentemente.

“¡Ellos es lo que más quisieran, tenerte como en un emparedado, con Leo por detrás y Horacio bien adentro, por delante!”

“Dices que Leo por detrás, ya sabes que yo no podría. Tendría que ser al revés, la de Horacio ya la conozco y creo que sí se podrá.”

“¡No te preocupes, eso es solo un detalle, ya verás!” le dije para calmarla.

“A ver, dime, te prometo que no me molestará la verdad, pero contéstame con la verdad sincera, de todas maneras, lo sospecho, ¿Ya estuvieron ustedes tres haciendo una doble penetración?”

“¡SI, Y CON LEO POR DETRÁS!” la sorprendió, se quedó pensativa unos segundos y luego continuó

“¿Cómo pudiste, no te lastimó o no te causó algún daño?” me pregunto

“¡Nada, todo normal, eso sí, riquísimo, no te puedes imaginar lo hermoso que se siente, y después le queda a uno una sensación rara, como de satisfacción, una queda rellena de los semen de los dos y se queda una deseando que le den más de lo mismo! Anímate, prueba con cuidado con Horacio, que te la meta por el ano, y Leo por delante, a la vez, y que se queden ahí dentro de ti por un ratito, tú los gozarías y la siguiente vez, como ya sabes lo que se siente, pruebas con nuestro grandote. Muy despacito y con cuidado, te sorprenderá como cuando reiniciaste tu actividad sexual normal, luego de que te la metió hasta el fondo por delante ya no te da ni miedo, ni dolor.” Le expliqué

“¿Y qué va a pasar con Kaiser y Creta? Cambié de tema.

“Nos los llevaremos, así como los trajimos. Solo cuando estén allá habrá que conseguirle novia al Kaiser.”

“¿Aquí no se te antoja darle una novia?” toqué otro tema

“Sigo con el deseo de entregármele, sí quisiera, me daría mucho gusto hacer con él lo que tú le diste, pero ya no, primero será considerar mi embarazo.”

“¿Por qué no nos haces un favor muy grande y lo haces tú con él?, le darías gusto al Kaiser y a la vez a varios de nosotros, empezando por mí, no sé si a Horacio, o inclusive a Leo, desconozco cuál sería su reacción.” Me dijo.

Ya era hora de salir para el restorán.

“Ya sabes que me tengo que ir, que te parece si quedamos para el sábado, por lo menos para lo primero. De todas maneras, afinamos los detalles.”

El sábado llegó, pero Leo tuvo junta en la mañana con sus socios y nuestro plan no se pudo realizar, pero nos habían pedido que les ayudáramos a la tarde en el restorán. En realidad, Leo quería que en adelante fueran todos los sábados, en que asiste más clientela. Notablemente cada sábado aumentaba más, desde aquel en que hicimos nuestra aparición, se iba corriendo la voz de nuestras participaciones.

Al regresar Leo nos contó que sus socios habían notado que cada sábado se llenaba más y más el restorán, que se iba corriendo la noticia de los shows que Leo presentaba, con bailes. Que se opinaba que iban muchos de ellos a ver calzones de las bailarinas. Yo ya había notado que cada vez que íbamos a bailar   todo mundo guardaba silencio y ponían mucha atención al baile.

El chico con el que tuve mi rapidín me dijo que nuestros bailes los excitaban. Estuvimos haciendo varios experimentos como parar de bailar y dejar solo a Leo que tocara, los clientes pedían que bailamos. Si bailábamos Polca, sin enseñar chones, la gente no estaba contenta, pero si al bailar me luzco enseñando mis calzones a cada vuelta, los pongo eufóricos, generalmente bailo con Horacio y él  es el encargado de darme vueltas, o levantarme las piernas enseñando. No se diga con el Can-Can, bailamos las tres y al terminar comienzan a pedir repetición, aplauden fuerte y nos gritan bastantes piropos bonitos. También gusta que Emi cante y yodlee al estilo campesinos de los Alpes, pero más si ella va vestida provocativa, solo guardando el estilo tradicional, pero enseñando mucho pecho y unas faldas muy, pero muy cortas, hasta medio muslo, o arribita, como si fueran típicas, enseñando sus piernas, cuando se mueve puede una hasta gozar gran parte de sus hermosos muslos. Yo se las diseñé.

Este, sábado, para sacudirnos la pesadumbres que traíamos por la noticia de que se tendrán que ir nuestros amigos, creo que todos decidimos alocarnos y hacer más espectáculo que los que acostumbramos. Nuestras Polcas estuvieron cargadas de muestras de mis calzones, muchos se  pusieron a bailar con nosotras. El Can-Can también lo hicimos más caliente, más porque nos pusimos de acuerdo y no nos pusimos los calzones que correspondían, las tres bailamos llevando solo nuestros pantis de calle, chiquitos y los clientes, al darse cuenta, nos pudieron gozar porque permanecíamos mucho más tiempo empinadas, enseñando, o cuando tocaba estar de frente, con las faldas mucho tiempo levantadas. Nos veían nuestros calzones, hasta las etiquetas las podrían leer, como para ver en dónde las compramos. Nosotras tres estábamos super excitadas, se siente muy bonito que la estén deseando a una. Lambada no bailamos, esa solo es para más privado.

En vez de terminar a las 2 de la mañana, terminamos después de las 3. Al cerrar todavía había clientes. Nos quedamos un rato más, platicando entre otras cosas de lo que queríamos hacer todavía antes de su partida.

Olga opinó que deberíamos de incluir más bailes y ver que la gente bailara lo que Leo tocara, lo que quería decir que tendríamos que animar más a la gente. Para los sábados habría que rentar una carpa para aumentar el espacio. Emi pidió que se pusieran sofás blanditos y espaciosos, ¡todos reímos, ya sabíamos cuál era la razón de su petición, y estuvimos de acuerdo!

Ya era de madrugada nosotros íbamos a pasar la noche en nuestra casita, pero a Emi se le ocurrió que había un bar abierto, en donde llegan solo parejitas y a la vuelta está un motel.

“¿Vamos? Primero al bar y de ahí los 5 nos quedamos en el motel, en 2 habitaciones comunicadas, si las hay.”

El barcito, aunque limpio, permanece medio abierto en las noches para satisfacer a sus clientes especiales, trasnochadores. Nos atendió una chica bastante bonita, y el cantinero con el que ya había hecho plática semanas antes, creo lo despertamos. Me reconoció, sin preguntar nos sirvió de su receta  y se sentó acompañándonos.

“¿Les cerraron el otro bar?” nos preguntó.

“Sí y ahora venimos de paso, para continuarla.” Le dije.

“¡Que bonitas están las tres chicas que los acompañan!” nos dijo la mesera.

“¡Sí, y están muy buenas, les tenemos que cumplir entre los dos, a las tres!” les dijo Horacio.

“¿Cuál me dijo que era lesbiana?” le preguntó Horacio al cantinero delante de todos nosotros.

“¡No, pues, así como los veo, creo que ninguna! ¡No sé cómo le podrán hacer entre los dos! Dijo el cantinero.

“¡Ya están acostumbradas, ellas se la saben rete bien!” le dijo Leo.

Mientras tomábamos nuestros tragos, Emi besó, primero a Leo, luego a mí. Olga me besó y luego a Horacio le dio un beso lujurioso a más no poder. Yo también besé a Leo y luego Emi y yo nos besamos también de lo más lujurioso, apretadito, de lengua y nos pasamos saliva.

Apuramos el trago, pagamos y nos fuimos al motel, que aún tenía una luz prendida en la entrada. Llegamos en dos coches, Con Horacio se había ido Emi, pagaron por los dos coches y Horacio pidió condones y una botella de brandi y su acompañamiento y se aseguró de que nos dieran dos habitaciones comunicables. La empleada salió de la oficina y pidió la siguiéramos, ella a pie, nos iba a abrir la intercomunicación.

Al entrar, los 5 nos metimos en una sola habitación.

“¿Por qué pediste condones? Siempre lo hemos hecho sin ellos y no creo que haya alguna desconfianza de nuestras higienes.” Preguntó Emi.

Horacio no le contestó, la abrazó muy fuerte, le quitó la blusa y le estuvo besando la parte que le saltaban los senos por arriba del brasier. Leo estaba indeciso, no sabía si ir conmigo o con Olga, pero ésta me invitó a que entre las dos nos hiciéramos cargo de Leo. Lo desnudamos, Olga quería confirmarse del tamaño del pene de Leo, lo veía, lo observaba con mucho detalle, lo medía comparando con su cuarta, ¿Cuántas cuartas de largo?

Horacio ya tenía totalmente desnuda a Emi que estaba en la cama esperando a que Horacio se desvistiera. Terminó y comenzó a besarle todo el cuerpo, su vientre, su conchita y le pidió se volteara boca abajo, lo que hizo obedientemente Emi. La siguió besando en toda su espalda, le lamía su espina a la altura de la cintura y luego el coxis. Le separó las nalgas y le lamió el ano y se esmeró en dejarle mucha saliva ahí. Todos nosotros estábamos viendo lo que Horacio hacía, nos estaba extrañando qué es lo que intentaba hacer. Sacó un condón, pero no se lo puso, Olga se lo iba a poner, pero Horario le pidió a Leo se acercara y, si él le pedía que se cogiera a Emi, lo hiciera. Eran sus instrucciones.

Al fin, Horacio se dejó que Olga le pusiera el condón. Ella muy experta, se lo puso bien y se aseguró de que estuviera hasta adentro.

Con Emi boca abajo le metimos una almohada en el vientre, para levantarle la colita, le abrí un poco las piernas y Horacio, colocándose entre las dos piernas, le acercó el pene, ella lo sintió e iba a protestar. Horacio le dio una nalgadita suave, como advirtiéndole, ella aflojó su culo y Horacio continuaba lamiéndole la espalda hasta el coxis. Emi estaba nerviosísima, toda su piel como carne de gallina. Él le depositaba más saliva directamente en la rosita de su ano y ella apretaba al sentirla.

Le separó más las piernas y se inclinó, como para dejarle más saliva. Suavecito le introdujo un dedo lo más profundo que el tamaño del dedo le permitía. Su pene descansaba sobre una de las piernas de Emi, embarrándole algo del lubricante que portaba el condón. Se dio cuenta y mejor se lo rozaba en la carnita, a los lados de su panochita, le sobaba sus labios. Todos estábamos pendientes de los pasos que seguía Horacio.

Olga se me acercó y al oído me preguntó

“¿Te gustaría que te lo metieran por el trasero?” se me hizo difícil contestarle sinceramente, pero para provocarle más excitación

“¡Imagínate que rico! Hasta mejor sería que me la metieran los dos a la vez.”

“¿A cuál le reservarías tu trasero? ¿Cuál es tu preferencia?” preguntaba

“¡No sé, los dos están super ricos, me llaman los dos, pero como solo se puede uno, creo que aguantaría a ese, pero me es muy difícil decidir ahorita cuál, ¿Y a ti, a cuál lo dejarías que fuera el primero que te la metiera por atrás?”

“¡Sin pensarlo mucho, a Horacio, con Leo aún tengo que sentirlo más dentro de mi panochita!” me confesó.

Mientras tanto nos acariciábamos y nos fuimos desvistiendo, una a la otra, poco a poco. Observábamos lo que Horacio le hacía a Emi.

Leo no se quedaba quieto. Besaba a su mujercita, le acariciaba la espalda y lo que le quedaba libre de las nalgas. Llegó hasta ponerle más paradito el pene a Horacio y apuntárselo directo a su hoyito, porque oía que Emi le pedía a Horacio, a cada raro

“¡Sí métemela, métemela bien, no me duele, solito mi culo se está haciendo para ti! ¡ESPERTATE UNOS SEGUNDOS, TE DIGO CUANDO CONTINÚES!” le dijo de repente. Mentalmente calculé que en ese momento la cabeza del pene de Horacio estaba pasando por esa parte que duele un poquito. ¡Ya le entró!, ¡seguro!

“¡ESTÁ RETE BIEN, QUE RICO! ¡MUÉVETE MUCHO, CARIÑO!” ella era la que se movía por placer de Horacio.

“¡Ahora si ya quiero por delante, PERO YA! ¡Por favor!, ¡Cariñito lindo, aprovecha, te necesito a ti, todo adentro!”

Horacio, que ya estaba informado por mí, se le dejó salir de su ano, la bajó de la cama y la dejó con las rodillas sobre el suelo, su colita bien parada y ya lubricada. Olga y yo nos colocamos a los lados de su cara, una a cada lado y la besábamos.

Horacio le dijo a Leo que se pusiera el condón y que se le aventara a Emi, muy suavecito y lentamente. Lo hizo, antes le acariciaba con su pene esa parte de carnita, entre las piernas, ya muy cerca de la vagina. Le acercó el pene al hoyito y, como Horacio le había instruido, fue metiéndole, primero la cabeza, se detuvo, nosotras desesperadas, ¡MÉTESALA, SE PUEDE ARREPENTIR CUANDO SE DE CUENTA DE QUE ERES TÚ, TU VERGA, Y NO LA DE HORACIO, ¡PERO ÁNDALE! Estábamos excitadísimas y pendientes de que prosperara esa cogida tan ansiada.

Poco a poco fue clavándose más, y mmmaaaassss, de repente Olga APLAUDIO, SE EMOCIONÓ, “¡LA TIENE TODA ADENTRO!” gritó. Yo la abracé y nos alegramos. Ella deseaba tener a los dos dentro, faltaba el de Horacio.

Gozaron un rato corto, pero para prevenir que Leo no se fuera a venir Emi pidió que ahora Horacio se la metiera por delante. Él ya se había retirado el condón, no le quedó más que acostarse boca arriba en la cama. Emi y Leo, sin despegarse, se deslizaron hasta el centro de la cama. Leo se volteó boca arriba teniendo a Emi sobre su pene, los dos boca arriba.

Horacio estaba ya listo, se deslizó entre las piernas de ellos, le abrió un poco más las piernas a Emi, le lamió sus labios vaginales, le aumentó su lubricación y le golpeó con su pene sobre su vagina. Emi se estremecía y movía como clavándose más. La vagina de Emi se veía como si estuviera paradita, hacia arriba, Horacio la vio y le colocó el pene ahí, exactamente entre sus dos labios hermosos. Se la fue metiendo hasta llegar a su base, justo junto a la bolsa que contiene sus huevitos.

Emi sentía a los dos y repetía que estaba sintiendo maravilloso y nos apretaba contra su cara. Los hombres sucumbieron a las caricias de las partes de Emi y se vaciaron dentro de ella, mientras ella perdió, como luego pasa, hasta el conocimiento, se enloqueció y se sacudía, la observábamos y nos excitó a nosotras, al grado que nos tuvimos que consolar mutuamente, sin ayuda de alguno de ellos.

“¡APRIETAME CON TUS BRAZOS! ¡MI CORAZÓN! ¡FUERTE, QUE LO SIENTA HASTA MI CORAZÓN!” Y se quedaron abrazados aún con el pene de Horacio dentro, pero el de Leo atrás, continuándole el placer.

Horacio los observaba con ternura, se enderezó y besó a Emi y le dijo algo al oído, con cariño, ella volteó a verlo y le agradeció lo rico que la hizo sentir.

Fue hasta el lunes que me llamó Emi, como de costumbre. Al principio muy alegre. Repetía que se sentía muy contenta porque se le había hecho su sueño de que su marido se la metiera por detrás, y además porque también se le había realizado el sueño de que le hicieran un doble.

“¿Ya ves como si se podía? Ahora ya te gustó y ¿cómo le vas a hacer cuando ya estés en tu tierra?” le pregunté, pero ella ya tenía la respuesta

“Tendré a Leo para cuando él quiera. ¡Oye! ¿tiene que ser siempre con condón?

“No, tontita, ésta vez fue así porque no querían que te lastimara y los codones que usaron eran lubricados. En el futuro, mientras sea con nuestros maridos, no es necesario. Más adelante te digo cómo.”

“Te tengo que confesar que no me quiero ir, no por lo del sábado, he acogido este lugar, mi casa, el restorán, la ciudad, como míos, no me falta nada, solo un bebé que, como te dije antes, ya habíamos programado, pero que puede venir. Y si Leo quiere que nazca en Suiza, pues antes del parto me voy para allá. Yo me podría quedar manejando el restorán, en vez de los socios que sé que va a tener que hablar con ellos. Que me deje grabada música de su acordeón y con esa lo conservamos. Estaríamos separados, yo aquí, y él cumpliendo, pero si me voy a Suiza va a ser lo mismo, yo me quedaré sola todo el tiempo mientras él cumple.” La pobre me lo dijo entre llantos.