Antepasados incestuosos (Franco 6)
Franco no aguanta mas y Bianca experimenta nuevas sensaciones.
Sugiero la lectura de los relatos anteriores en el siguiente orden: Giancarlo 1 y 2, Jugando a escondidas, y Bianca 4 y 5. Gracias por sus comentarios, siempre los tengo en cuenta.
La espera de los 18 años de Franco se hizo definitivamente larga. Es que entre sesión y sesión de amor, marcada por el cumpleaños de alguno de nosotros, teníamos poco o ningún contacto; solo podíamos ver o escuchar a mis padres cuando ellos lo hacían, mientras nosotros quedábamos deseando y anhelando un poco de amor. Esto no quiere decir que no nos tocáramos a escondidas apenas nos echábamos a dormir, pero no pasaba mas que de unas caricias y algún que otro orgasmo que nadie podía disfrutar demasiado; no fuera cosa que la hebilla del cinturón de mi padre brillara entre las sombras.
La noche anterior al cumpleaños de Franco el muchacho estaba en llamas. Apenas nos acostamos y se apagaron las velas que pobremente iluminaban el rancho sentí la agitada respiración de Franco clavándose como un fuego en mi cuello. Me acerqué a él, lentamente, con el solo fin de sentir el calor intenso que despedía su cuerpo y que me llamaba como si fuera un imán. No era la primera vez que teníamos este tipo de acercamiento: él apoyaba su cuerpo completamente sobre el mío, tocaba un poco mis tetas y apretaba su miembro en mi culo el cual yo movía despacio pero acompasadamente hasta que Franco lograba acabar. Por supuesto, siempre terminaba en ascuas, o sea deseando mucho mas, pero me conformaba con sentir su calor y su semen caliente chorreando sobre mis nalgas.
Esa noche fuimos un poco mas lejos luego de mutuamente darnos caricias y hacer de nuestros cuerpos dos masas ardientes necesitadas de saciedad. Mis padres parecían estar ya sumidos en un sueño profundo, con una cadencia respiratoria que nos dio ánimo a seguir hasta el fin.... por lo menos hasta mi propio fin. Como era la costumbre Franco me tenía a su merced por detrás, moviéndome lentamente pero con una pasión mutua tan contenida que mi imaginación volaba hasta el punto de soñar que me penetraba por el culo; por cierto algo que nunca había hecho en mi vida y que generaba en mi una buena cantidad de temor.
Sus manos eran ásperas pero las sentía riquísimas cuando iban de mis tetas a mi vulva, pasando por mi estómago rápidamente; me generaba cosquillas y su rugosidad una excitación inmediata al sentir sus dedos acercándose peligrosamente hacia mi entrepierna. Me apoyaba mas fuerte contra él intentando saborear algo que en ese momento era prohibido solo por el capricho y egoísmo de mi padre que no veía con buenos ojos que sus hijos, por él mismo iniciados, tuvieran su propio acto de amor. Sus caricias me habían apasionado tanto que me importó poco mi padre; solo me interesaba mi propio placer y también el de Franco. Por ello comencé a bajarme la bombacha, deseosa de que Franco fuera mas allá, que me tocara con los dedos o que me penetrara; esa noche necesitaba acabar, si o si. Tal vez fuera porque sabía que al día siguiente sería la fiesta de cumpleaños de Franco y no podía esperar tantas horas para un orgasmo.
Estaba arqueada hacia atrás, disfrutando de unas manos ajadas que me recorrían el cuerpo de arriba abajo, sin pausa, generándome ardor entre las piernas y una necesidad de abrirlas para dejar correr mis flujos libremente. Era pleno invierno pero las cobijas me molestaron cuando el sudor frío me recorrió el cuerpo al sentir los dedos de Franco explorando mi vulva. Me tensé de la ansiedad contenida y deseé que me penetrara allí mismo aunque mas no fuera con sus largas falanges.
Mantenía los ojos cerrados y plenamente concentrada en el placer que estaba recibiendo ni me di cuenta que otro par de manos se posaban en mi cuerpo. Estas, tan ásperas como las anteriores, me recorrieron las tetas y el estómago mientras Franco giraba sobre mi clítoris hinchado. Necesitaba jadear, descomprimir esa ansiedad que albergaba todo mi cuerpo cuando la boca abierta de Giancarlo surcó la mía. Aquello me puso aun peor, acallaba mi voz pero me hacía gritar por dentro.
Mis dos hermanos me estaban calentando bastante y no aguanté mas las ganas de chupar su piel sudorosa, cualquier parte, la que me dieran. Bajé por el cuello de mi hermano Giancarlo mientras Franco me tenía ensartada con sus dedos por mi vulva y su miembro se refregaba sobre mis nalgas. Fui bajando de a poco, con mi boca pegada al pecho de Gianni al que casi mordí cuando Franco metió uno de sus dedos en mi culo. La sensación fue indescriptible y deseé jadear y gritar del placer que sentía. Como pude tomé con mis manos las vergas de mis hermanos, ya duras y erguidas y comencé una paja lenta que ellos empezaron enseguida a agradecer pues notaba los estremecimientos y movimientos de sus cuerpos.
Quedé estática cuando mi padre pareció hablar, me asusté ante la posibilidad de ser sorprendida y dejé de pajear a mis hermanos que también quedaron inmóviles, aunque el dedo de Franco siguió metido en mi culo. Conteniendo la respiración traté de escuchar algún otro indicio de que mi padre hubiese despertado pero nada pasó y volví a concentrarme en el gozo que me generaba la nueva experiencia de ser explorada por el culo. Franco empezó a mover su dedo dentro de mi ano y recuperé mi plena excitación al sentir las entradas y salidas de mi hermano menor. Mordiéndole apenas las tetillas de Giancarlo, Franco me penetró una y otra vez hasta acercarme al orgasmo, casi al borde de la explosión, llevándome entre los dos definitivamente al paroxismo cuando Giancarlo acompañó los embates metiendo un par de sus dedos en mi vulva. Me sentía completamente llena, atrapada entre sus cuerpos e invadida por un placer indescriptible que me hizo estremecer seguidamente cuando, a la vez, los dos me penetraron tranquilamente, a un mismo ritmo sin darme la posibilidad de pensar, solo de gozar mas y mas; y ya sin sacar los dedos de mi, empujaron hacia adentro una y otra vez llevándome a un orgasmo sabroso y contenido pero bastante saciador.
Mientras estaba acabando mis manos volvieron a buscar las vergas de mis hermanos con el solo fin de hacerles sentir lo que yo estaba sintiendo. Los pajeé intensamente mientras mis espasmos llegaban unos tras otros y apreté sus vergas bien fuerte cada vez que mi pubis se movía despidiendo la excitación. Aquello pareció gustarles demasiado y sentí un par de manos apoyadas en mi cabeza que me guiaban hacia abajo. Siempre me había gustado chupar y si bien había alcanzado el orgasmo tan deseado no me privé del placer de sentir sus vergas en mi boca. Rápidamente y bajo las cobijas me dirigí a la de Franco, al que premié primero por haberme dado una grata y nueva satisfacción al explorarme el culo. Me la metí en la boca de un saque, Franco se arqueó y hasta lo escuché gemir. Me detuve, temerosa de que mi padre hubiera despertado pero Franco siguió guiando mi cabeza para que en ningún momento dejara de chuparle la verga. Al instante sentí la de Gianni que se acercaba a mi boca por lo que mis manos se encargaron de hacer lo que mi boca ocupada no podía. Estuve dándoles placer un poco a cada uno, pasando mi lengua por una verga y después por la otra, metiéndomelas hasta el fondo en un sucesión ininterrumpida, acariciándoles los huevos o sobándolas completamente desde la base hasta la punta. Ya estaba mojada de vuelta, o mejor dicho mas mojada que antes, estaba igual o mas excitada pues no había mayor placer para mi que chupar sus vergas y sus huevos, saborear un poco del liquido que salía de sus miembros y si fuera posible tragármelo todo.
Escuchaba sus respiraciones agitadas, contenidas en jadeos discretamente ahogados cuando Franco me atrajo hacia sí, me apretó las tetas con las manos y luego, cuando empezó a chupármelas y morderlas, me penetró por la vulva en su primera vez. Sentí un gozo tremendo al ser invadida pero me generó aun mas placer saber que yo estaba siendo la primera mujer que mi hermano penetraba. Jadeó apenas en mi oído y me mordió la boca cuando comenzó a bombear dentro de mi. Me importaba muy poco mi padre; completamente desquiciada por el placer, lo envolví con mis piernas, y tal cual había hecho mi madre lo agarré de las nalgas y lo atraje hacia mi en un fuerte empujón que el supo aprovechar penetrándome crudamente hasta el fondo. Estuve atrayéndolo constantemente hacia mi para que me llenara completamente en la forma mas silenciosa posible cuando después de unos bombeos callados sentí su semen invadiéndome. Quedó tendido sobre mi, con la cabeza apoyada en mi pecho, con su verga aun dentro de mi vulva completamente llena de líquidos propios y ajenos cuando Gianni lo apartó. Este me penetró mucho mas despacio, me bombeaba lento, tan lento que me hacía desear hasta el infinito. Su lentitud me exasperaba y me calentaba tremendamente, su verga se deslizaba dentro y fuera de mi sin la menor complicación ya que los líquidos lo inundaban todo.
Gianni estaba ahora completamente dentro de mi, metido adentro pero se mantenía quieto. Eso me ponía mas cachonda, empecé a moverme hacia los costados para sentir la completitud en toda su extensión. Me pareció que estaba retrasando su eyaculación y disfrutando de la calidez de mi vagina. Seguí moviéndome hacia los costados y sentí calentarme intensamente; aquello me generaba una excitación tremenda, podía sentir su verga gorda llenándome toda y la sensación era increíble. La ansiedad estaba a flor de piel y deseaba que él empezara a moverse hasta hacerme acabar pero aquello era tan placentero como el mismo meter y sacar.
Después de llevarme hacia la locura deseando que me bombeara de una buena vez, empezó con un traqueteo lento que con el paso de los segundos se convirtió en un meta y saca feroz pero muy silencioso. Necesitaba jadear y expresar toda mi excitación, pero Gianni tenía su boca sobre la mía y se comía mis gimoteos. Mi hermano tenía una potencia increíble y me penetraba con tanta pasión que no hizo falta mucho mas para acercarme al orgasmo. El me siguió bombeando, aun después de yo haber explotado con cierta tensión temerosa de ser descubierta, hasta que sentí su esperma nuevamente llenándome.