Antepasados incestuosos (El mejor 7)
En un todos contra casi todos Bianca tiene el mejor orgasmo de su corta vida.
El día del cumpleaños de Franco me desperté muy contenta. Sabía que nuevamente, durante la noche habría "celebración" y yo, si todo salía bien, volvería a disfrutar de un orgasmo, tal vez dos; chuparía vergas, varias, y podría jadear y retorcerme a mi antojo. Casi no podía esperar a la llegada de la noche y me senté en el catre para enseguida darme cuenta que mi vulva no era albergada por otra cosa que no fueran las cobijas. La sentía fresca y algo mojada; abrí un poco las piernas con el solo fin de rememorar la noche anterior y de calentona nomás pasé mi mano por el pubis. Imaginé los dedos de mis hermanos explorándome, reí para mis adentros como una niña traviesa y miré a mis amantes filiales que dormían a pata tendida.
Sinceramente tenía ganas de que volvieran a tocarme, mi padre roncaba a todo pulmón y mis hermanos estaban tan cerca de mi que me mordí el labio antes de posar mi mano sobre el torso desnudo de Gianni. Despacio y muy despacio bajé hasta el lugar de mi perdición. Me dediqué a explorar su vellos duros, a envolverlos con mis dedos y me reservé el momento de tocar esa verga que cuando se erguía era la mas grande de todas. La deseaba dentro de mi boca y de mi concha, sentí calentarme al solo pensar en la posibilidad de un nuevo orgasmo a esa hora de la mañana, cuando el sol apenas se asomaba detrás de los campos cultivados, e hice un esfuerzo supremo por no agarrar la verga con toda la extensión de mi mano y realizarle una buena paja hasta hacerlo acabar. Ni siquiera reconocía que a eso se le llamaba "masturbación", aunque sabía muy bien cómo hacerlo, cómo lograr que mis hermanos o mi padre despidieran ese líquido blanco de sabor extraño pero que generaba en mi sensaciones muy gratificantes. Nunca he podido comprender las razones por las que sentía devoción en chupar vergas.... estaba segura de que el sabor no me gustaba, pero bien puedo decir que me daba mucho placer lo que aquello significaba.
Giancarlo estaba empezando a acusar recibo de mis estímulos y se movía tranquilamente de un lado al otro. El pobre seguía dormido y no podía saber que mi mano estaba masajeando su verga completamente flácida. Sentí mojarme cuando el miembro de Gianni dio un respinguito y comenzó a ponerse dura; todo el proceso de los miembros erguirse hasta convertirse en garrotes me divertía y me excitaba bastante. Seguí dándole al pobre mientras miraba los movimientos extraños de su cara cuando, de repente, abrió los ojos y se dio cuenta de todo mi accionar.
Duermen... Dejame que te toque que me gusta sentir como se pone dura en mi mano.
No dijo nada y hasta me pareció que todo su cuerpo, incluso su cara, se hinchaban al recibir mis masajes. Ya consciente le toqué los huevos despacio y luego cuando sentí que comenzaba a endurecerse mas y mas me entretuve en subir y bajar su piel una y otra vez, lentamente pero con denodada devoción. Me fui mojando al tiempo que la verga de Gianni fue hinchándose en mi mano, poniéndose dura como una roca y preparada para algún tipo de penetración. Esta vez solo penetraría el hueco de mi mano pues ir mas allá sería demasiado peligroso. El chico estaba sacado y yo me dediqué a mirar su cara ardiente, sus mejillas coloradas como si una manzanita hubiese ocupado el lugar de su rostro.
Sigo?
Hasta el fin
Ahora, con Gianni completamente compenetrado en mis movimientos lo pajeé a la mayor velocidad posible, con la verga dura y estirada, abarcando casi toda la extensión de mi mano, con mucha prisa y sin pausa. Yo estaba bien caliente y bastante mojada por lo que llevé la mano de Gianni a mi entrepierna. El no se hizo esperar ni un minuto y comenzó a recorrerme la vagina de arriba abajo. Sentí estremecerme y abrí las piernas para que su mano se moviera sin dificultad. Estaba desesperada por un orgasmo y después de las sesiones anteriores me había dado cuenta que acababa mas rápidamente si sus dedos, boca o lo que fuera se dedicaban con pasión a mi clítoris.
Quedate ahí, le dije
Mi hermano siguió al pie de la letra mi pedido y me hizo gozar bastante cuando se dedicó a toquetearme el clítoris, rodearlo con sus dedos, bailotearlo de un lado al otro o, lo mejor de todo, apretarlo hasta llevarme a la locura. En todos sus movimientos fui mojándome un poco mas y su verga estuvo recibiendo una y otra vez, a través de mi mano, toda mi excitación. Creo que los dos estábamos disfrutándolo al máximo. Por supuesto no podíamos jadear ni retorcernos pero cerré mis ojos para concentrarme en el placer recibido, y así, acabar lo más rápido posible.
Después de un rato no muy largo de masajes y caricias mutuas, cuando el cuerpo de Gianni comenzó definitivamente a tensarse presagiando la eyaculación, abrí los ojos para ver su cara de placer. Mantuvo la boca abierta cuando sentí los chorros que caían sobre mi mano. Se detuvo mientras estaba acabando y me moví para que no dejara de acariciarme. Yo ya estaba experimentando la llegada del orgasmo en esa tensión que crispa el cuerpo y por nada del mundo quería que aquello se detuviera. El, tan bueno y atento como siempre, siguió acariciándome a pesar de estar largando su ansiedad reconcentrada. Y no faltó mucho para que yo misma me derramara intensamente.
Giancarlo giró sobre sí mismo y me besó en la boca mientras una de sus manos iban a dar a mis tetas. Ya mas tranquilos Giancarlo dijo:
Ponete la bombacha o te van a fajar.
Busqué la bombacha que había perdido la noche anterior y terminé de ponérmela justo en el instante en que mi padre se sentaba en el borde del catre.
Hijos, a levantarse que hay que ir a trabajar
Giancarlo me sonrió, sacó su mano de mi pecho y cerró los ojos simulando estar dormido. Yo hice lo mismo cuando nuevamente escuché a mi padre.
A trabajar, hijos!!!
El primero en levantarse fue Luiggi, siempre obediente a los requerimientos de mi padre y poco a poco cada uno de nosotros fuimos "despertando". Nos vestimos para realizar las actividades del día y debo decir que durante toda la jornada la impaciencia estuvo carcomiéndome por completo. La llegada de la caída del sol, momento de los inicios de las celebraciones familiares, llegó lenta como pasitos de tortuga renga.
Por supuesto, nuestro padre nos requirió limpios y vestiditos apenas el cielo comenzó a teñirse de colores violetas y anaranjados. Los 5 nos presentamos ante él, y como ya era la costumbre, nos olió y revisó detrás de las orejas. Cuando quedó conforme comenzó a hablar:
Hoy Franco se hará hombre.
Reí para mis adentros y eché una miradita cómplice a mi hermano que ante las palabras de mi padre enrojeció como un tomate.
Vengan, hijos, vengan....
Mis tres hermanos se acercaron y mi padre dijo:
Usted no Luiggi, todavía no es su momento.
Mi hermano se retiró y mi padre continuó hablando:
Bianca, usted también acérquese.
No esperaba que mi padre me llamara a mi, pero me acerqué completamente dispuesta a que comenzara la sesión de placer. Sin decir palabra alguna ubicó a Franco detrás de mi mamá y a Giancarlo detrás mío, de modo que quedamos enfrentados viéndolo todo. Estuvimos unos segundos sin movernos, esperando a que mi padre diera la orden cuando, en un movimiento de cabeza, inició la sesión de amor. Esta vez parecía que iba a quedarse al margen de los juegos, al menos eso creí en un primer momento.
Apenas la cabeza de mi padre se movió sentí el cuerpo de Giancarlo apoyándose en el mío. Me deleité al comprobar en mi culo que su verga aun no había alcanzado el máximo esplendor, pues la tarea de engrosar miembros era mi predilecta. Me refregué un poco contra él mientras veía como Franco desesperadamente quitaba una a una las prendas de mi mamá. Sus lindas tetas y su pubis recubierto de pelos rubios quedaron al descubierto y Giancarlo expresó toda la agitación que le generaba ver el cuerpo desnudo de mi madre sobre el mío, al que comenzó a desvestir rápidamente. Sus manos y sus dedos rozándome mientras me desvestían me fueron poniendo en clima y a pesar de que hacía frío comencé a sentir calor.
Cuando miré hacia delante pude ver a Franco agarrado a las tetas de mi mamá que movía sus caderas de un lado al otro. Yo empecé a mover las mías con el solo fin de sentir la verga de Giancarlo que apenas se había apartado de mi mientras se desvestía. Mi madre se giró y arrodillándose comenzó a desvestir a Franco que parecía disfrutar cada uno de los movimientos de mi madre. Se quedó quieta mirando la entrepierna de Franco y enseguida habló:
Las vergas de mis hijos han salido a las de su padre... hijo, quiere que se la
chupe?
S-si, dijo mi hermano entrecortadamente.
Enseguida vi la verga entrando en su boca al tiempo que las manos de Franco se apoyaban en su propia cintura. Sentí mojarme bastante pues Giancarlo me estaba dando una buena cantidad de caricias en todo el cuerpo; la sensación fue mucho mas placentera al ver a mi madre realizar lo que a mi más me gustaba hacer, ya saben qué: chupar vergas; y por supuesto, sin perder mas tiempo, me giré para meter el miembro de Gianni en mi boca. Por alguna razón estaba desesperada por chupar, estaba caliente con lo que había sucedido la noche anterior y mucho mas con lo que habíamos hecho con Gianni durante la mañana. Quise comérmela de un sopetón, la metí hasta el fondo y mi hermanito comenzó a jadear y yo a mojarme de un modo inusual. La succioné con tanta pasión, como si quisiera comérmela que Gianni me agarraba de la cabeza para que fuera mas despacio pero yo sentía desesperación por lamerla en todo su extensión, meterla dentro de mi, lo mas profundamente posible, lamerle los huevos, la punta, todo a la vez.
Con semejante succión mi hermano no tardó mucho tiempo en ponerse a punto. Se le había puesto dura como piedra y la saqué de la boca para contemplar el efecto de mi trabajo. Se la veía muy tentadora, roja, hinchada, completamente rígida, mojada e imaginé sus líquidos pugnando por salir. En eso estaba cuando mi padre apartó a Gianni para meter él su verga en mi orificio. Aquello me causó aun mucho mas placer pues la de mi padre tardaba un rato largo en pararse lo que me daba una buena cantidad de tiempo para chupar a mis anchas. Con él fui mas despacio, un poco para complacerlo y otro poco para sentir como mi vagina iba llenándose de flujos sin pausa, de modo que comencé lamiendo lentamente sus huevos, recubriéndolos completamente con mi saliva, apretándolos uno contra el otro y luego, reservándolo para el final, me afané sobre al tronco que fue tomando forma a medida que mi lengua subía y bajaba desde la base hasta la punta. Terminé el trabajo metiendo la verga en mi boca hasta casi tocar mi campanilla, la acaricié suavemente con los labios haciéndola entrar y salir repetidas veces.
Ya los tres, mis dos hermanos y mi padre, estaban a punto. Ahora, yo era la que tenía ganas de una chupadita en mi concha pues hasta el momento había recibido algunas caricias pero nada que se le pareciera a una lengua suave y mojada chupándome el clítoris o penetrando en mi vagina.
Mi madre se había acostado en la cama y me apuré a ubicarme a su lado. Mis dos hermanos se dedicaron a tocarla y a chuparla por todos lados; yo recibí las manos de mi padre sobre las tetas y, lo mas importante, su boca sobre mi vagina hinchada. Me retorcí en el mismo instante en que mi padre pasó todo su lengua a lo largo de mi raja y comencé a jadear con ganas. Me apretaba las tetas de una manera espectacular, girando con sus dedos sobre mis pezones al tiempo que me penetraba una y otra vez con su lengua. Estaba muy caliente, veía a mis hermanos acariciar las tetas de mi madre, chuparlas, besarla en la boca y en la concha y deseé todas esas manos y bocas sobre mi cuerpo.
Me retorcí cuando mi padre metió sus dedos en mi concha acompañándose con su lengua; era una sensación indescriptible, exquisita, que me hacía volar y excitarme hasta decir basta. Jadeaba como loca, mi madre estaba casi en las mismas cuando la escuché gemir mientras uno de mis hermanos la penetraba.
Ya fuera de mi, me movía de arriba abajo intempestivamente para que mi padre me penetrara de una buena vez. Sin embargo, me hizo poner en cuatro y una vez allí apoyó su verga en mi culo. Me refregué contra él, invitándolo a que me penetrara y no tuve mas que relajarme para disfrutar la verga de mi padre entrando por mi concha. Fue exquisita la sensación de la llegada de esa cosa dura y, encantada de sentirme así de invadida, me moví como desquiciada empujando hacia él para poder experimentar y gozar de esta nueva posición. Metía y sacaba, ni muy lento ni muy rápido, llevándome cada vez mas cerca del orgasmo, de una manera tan sensual que disfruté de todos sus movimientos al máximo. Plenamente concentrada en el placer que estaba recibiendo sentí desfallecer cuando incrementó el bombeo y sus dedos fueron a dar a mi clítoris. Aquello era la gloria suprema, sentí el placer desbordándome por todos lados y la tensión de la llegada del orgasmo se hizo notar tan rápido que traté de disfrutar menos para retrasar todo el placer lo máximo posible. A pesar de mis esfuerzos no pude obviar el orgasmo que llegó tremendo, sentí explotar por todos lados, deseé agarrarme de algo cuando la tensión se me hizo insoportable y me dejé ir una y otra vez mientras mi padre acompañó con sus embestidas cada uno de mis espasmos.
Fue el mejor orgasmo de mi corta experiencia pero quería mas, muchos mas como esos. Miré a mi madre que estaba siendo penetrada por Franco, mi padre seguía bombeándome y atraje a Gianni hacia mi. No sabía si este había penetrado a mi madre o no, lo único que quería era chupar su verga mientras mi padre seguía dándole a mi concha, atosigando mi clítoris al que sentía sensible y duro. A pesar de haber acabado recién, sentí enseguida una nueva excitación cuando Gianni se dejó hacer. La metí en la boca y no hizo falta que me moviera mucho ya que el solo empujón de mi padre hacía todo el trabajo. Lo único que hice fue tocarle con una mano los huevos mientras que con la otra trataba de sostenerme sobre el catre que se movía de un lado al otro como amagando a desarmarse. Que rico se sentía ser penetrada así, solo faltaba un dedo en mi culo, una experiencia suprema, y podría acabar nuevamente de una manera brutal.
Sentí a mi padre tensarse, me moví yo para ayudarlo a acabar mientras mis labios acariciaban suavemente la verga de Gianni que entraba y salía al ritmo frenético marcado por mi padre. Enseguida sentí su leche invadiendo mi concha, luego chorreando por mis piernas, salió flácido de mi e instó a Gianni a que me penetrara igual. La verga enorme de mi hermano me entró enseguida y comencé a jadear cuando mi padre se dedicó a tocarme el clítoris. Entre los dos lograron llevarme al grito ante la excitación que me hicieron sentir: mi hermano me bombeaba cada vez mas fuerte y rápido y mi padre, con bastante satisfacción, retorcía mi clítoris, lo bailoteaba y lo apretaba con los dedos llevándome a un placer extremo que pude disfrutar durante mucho mas tiempo que antes.
Estuvieron los dos dándome duro durante largo rato, ya no podía identificar de donde provenía el placer, solo podía sentirlo cuando la llegada de un nuevo orgasmo se hizo presente acercándose a pasos agigantados. Mi hermano acabó bombeándome a máxima potencia y yo terminé no mucho después sintiendo una saciedad tremenda, con los músculos relajados y la mente completamente en blanco.