Antepasados incestuosos (Bianca 4)

La primera vez de Bianca.

Sugiero la lectura de los relatos anteriores en este orden: Giancarlo 1 y 2 y Jugando a escondidas. Gracias.

El 9 de junio, día en que cumplí los 18 años sabía que sucedería algo de vital importancia. Mi hermano, a sus 18, se había hecho hombre por lo que no me fue difícil deducir que yo me haría mujer. Y otra vez, reunidos bajo el ombú, como era la costumbre cada vez que algún suceso importante se avecinaba, mi padre declaró que esa noche sería mi turno de dar y recibir amor.

Apenas cayó el sol nos presentamos frente a nuestro padre con las mejores ropas, que siempre eran las mismas, y completamente limpios. Sin olernos ni inspeccionarnos, se dirigió directamente hacia mi y comenzó a desnudarme. Sentí mi cuerpo estremecerse, en una mezcla de vergüenza y excitación, al estar expuesta a los ojos de mis hermanos y mis padres que me recorrían con su mirada de pies a cabeza.

Mi padre instó a toda la familia a que se acercaran hacia mi; hicieron una ronda y por un instante me sentí la reina de la fiesta.

Hoy vamos a dar amor a Bianca.

Mi padre me obligó a que desvistiera a Gianni, a mi madre y a él mismo mientras algunas manos me recorrían la espalda. Al primero que tuve que desvestir fue a Gianni que me miraba con ojos procaces y una media sonrisa un tanto perversa. Cuando le saqué el calzón pude ver la verga completamente parada y me dieron ganas de chupársela toda pero me contuve pues mi padre nada había dicho sobre la cuestión. Seguí con las vestiduras de mi padre para allí encontrarme con su mata de pelo negro recubriéndola la verga que estaba a medio motor. Y mas ganas aun tuve de chuparla pues me gustaba sentir como iba poniéndose gorda dentro de mi boca. Me quedé mirándola durante algún tiempo, como hipnotizada, mientras estaba arrodillada frente a él, imaginando todo el acto de chupar hasta dejar aquel miembro completamente vacío.

En eso estaba cuando mi padre me tomó de las axilas y me empujó suavemente hacia mi madre. Con mi madre fue aun peor. Ante mi se presentaba el prototipo de lo que yo creía debía ser una mujer: tetas erguidas, cintura fina y amplias caderas. Los pezones rosadísimos ni se comparaban con mis dos puntas moradas. Una mata de pelos rubio ceniza se concentraba entre sus piernas y me dieron ganas de explorarla para descubrir como era que lograba comerse el armatoste de mi hermano y luego el de mi papá sin sufrir el menor daño. Ansié preguntarle y meter algún dedo en su vagina para ver hasta donde podía entrar. Muchas veces había intentado yo meter algún dedo en la mía pero siempre quedaba a medio hacer pues encontraba un límite, un algo, que me lo impedía. Esta vez fue mi madre la que me obligó a ponerme de pie.

Enseguida volví a estar en el medio de la ronda y muchas manos comenzaron a tocarme la espalda, el culo, tenía dedos metidos en la boca que entraban y salían hasta llegar a mis tetas, empecé a mojarme e instintivamente abrí las piernas y cerré los ojos cuando comenzaron a acariciarme la vagina. Mi respiración fue incrementándose sin pausa cuando alguien, no pude ver quien, empezó a chuparme la concha. Las piernas me temblaban, sentí mojarme intensamente pues me estaban tocando por todos lados; empecé a jadear y agarré esa cabeza que tanto placer estaba dándome para que siguiera allí hasta vaciarme. Metía la lengua en mi vagina y con los dedos me acariciaba el clítoris o lo rozaba con los dientes haciéndome vibrar una y otra vez. Su forma de lamer era especial, exquisita, sabía donde tocar para hacerme estremecer llevándome a jadeos cada vez mas intensos y generándome una excitación tremenda.

Lentamente fueron corriéndome hasta la cama. Abrí los ojos para no perder el equilibrio y pude ver que era mi padre el que estaba chupándome la concha. Debía haberme dado cuenta que era él; Gianni lamía como podía pero este hombre, mi padre, sabía exactamente donde lamer, chupar y tocar para excitarme al máximo.

Me depositaron suavemente en la cama y me siguieron dando lo que hasta el momento había recibido. Mi padre siguió en mi concha, mi hermano se ocupó de lamerme y sobarme las tetas y mi madre me acariciaba la cabeza. Mis otros hermanos miraban la escena con ojos desorbitados pues yo no podía dejar de moverme, de arquearme, de jadear con intensidad ante una ansiedad que ya sentía como insoportable. Quería vaciarme hasta que llegara esa explosión que tan bien y relajada me hacía sentir. Entre los dos fueron acercándome cada vez, una y otra vez con sus chupadas y lamidas, con sus manos recorriéndome el cuerpo entero hasta que mi padre introdujo un dedo dentro de mi vagina acompañándolo con lamidas constantes a mi clítoris. Un escalofrío me recorrió al sentirme así de invadida pero me excité más y sentí los indicios de la llegada de la explosión.

Desesperada moví mis caderas para que su dedo se introdujera otro poco, quería sentirlo tocándome por dentro, no podía aguantar mas, me estaban volviendo loca; mi hermano seguía ocupado en mis tetas a las que besaba y succionaba sin descanso, cuando ya completamente extasiada, casi al borde del orgasmo sentí el miembro de mi padre entrando la cabeza. Allí se quedó quieto y tuve sensaciones encontradas, estaba muy excitada pero también me invadieron los nervios y cierto temor a que me doliera. Enseguida mi padre metió un poco mas de su miembro dentro de mi vagina mientras sus dedos eran un constante movimiento sobre mi clítoris al que sentía a punto de estallar. Una mezcla de dolor y excitación se apoderó completamente de mi, no podía distinguir entre uno y otro, cuando mi padre metió un poco mas y luego terminó con un fuerte empujón. Me dolió mucho, grité y mi madre me dijo al oído que el dolor se iría, que era normal. Me moví, ya no quería sentir a mi padre dentro, quería que saliera, las lamidas de Gianni en mis tetas me molestaban y no se que cara habré puesto porque mi madre dijo:

Giovanni...

Enseguida mi padre salió de mi y mi madre apartó a mi hermano. Empecé a llorar y ella me acurrucó en sus brazos. Vi una mancha de sangre sobre las cobijas y me miré las piernas en las que encontré un hilo fino rojo escurriéndose entre ellas. Me había asustado tanto que toda la ansiedad desapareció en un instante cuando vi a mi madre ir hacia la cocina. Me apartó y dijo:

Hija, el dolor que ha sentido es normal.

Pero me dolió mucho.

Si, ya lo se

Fue en busca de una palangana con agua y con un paño húmedo lavó mi vulva y mis piernas con una suavidad tal que me alegró de que ella fuera mi madre.

La próxima vez será mucho mejor.

Es que no quiero una próxima vez, no quiero volver a hacerlo.

Hija, ya no sentirá dolor, se lo aseguro, y hasta va a gustarle.

Usted también sintió dolor la primera vez?

Así es, mi hija.

Me quedé pensando en sus palabras y enseguida vi a mi padre y a mi hermano Gianni que se acercaban hacia nosotras. Los dos tenían el pene a todo motor y sin decir nada mi padre metió su verga en la boca de mamá. Gianni quedó detrás como esperando su turno y mamá lo atrajo hacia sí, tomó su miembro con las manos y comenzó a pajearlo despacio. Mi mamá debería ser una experta chupando y pajeando porque los dos varones jadeaban en un solo grito; sentí mojarme un poco y en mi cabeza apareció la confusión. A pesar del dolor que había sentido estaba otra vez acumulándose la humedad entre mis piernas al escuchar los jadeos de mi hermano y mi padre y al ver como mi madre dejaba entrar y salir de su boca la verga de mi padre. Luego me pareció sentir envidia pues me descubrí teniendo ganas de chupar alguna, cualquiera de las dos. Miré a mis hermanos, Franco la tenía fuera del pantalón y bien parada, como siempre, y Luiggi seguía con esa de cara de "me da asco todo lo que están haciendo".

No se cómo me vi caminando hacia Franco, tenía ganas de chupársela aun arriesgándome a recibir en mi culo la hebilla del cinto de mi padre, pero no me importó. Me arrodillé ante él y metí la verga de mi hermano en la boca. Vi los ojos de mi madre que chispeaban como aprobándome en la acción que nadie me había ordenado hacer y comencé a chuparle la verga, llenándola de saliva, recorriéndola con la lengua y acariciándole los huevos. Cuando puse mi mano en sus pelotas el jadeó fuerte y me di cuenta que nunca había chupado alguno, de modo que saqué la verga y me dediqué a pasar la lengua por los huevos una y otra vez, luego los metí en la boca y finalmente los apreté uno contra el otro mientras mi mano se deslizaba desde la base de la pija hasta la punta. Logré poner bastante loquito a mi hermano y sentí la humedad acumulándose en mis piernas cuando lo escuchaba jadear fuertemente gracias a mis acciones, que yo gozaba al máximo.

Vi a mi madre levantarse de la silla para ceder el lugar a mi padre que tenía la verga parada y gorda. Enseguida mi madre se sentó sobre él y pude ver claramente como su verga desaparecía. Ahora la pija de Gianni estaba en la boca de mi madre que había empezado a saltar antes los embates de mi padre. No se cómo hacía esos malabares pero mi madre daba placer a los dos varones.

Gianni estaba completamente colorado y me excité mas cuando escuché un grito de placer que salía de su boca. Supe enseguida que había empezado a eyacular y aceleré aun mas en la verga que tenía dentro de mi boca, movida por la excitación que me invadía completamente desde los pies a la cabeza. Succioné con fuerza sobre la verga de mi hermano, me la saqué de la boca y la miré, estaba colorada, toda mojada, muy hinchada y de un saqué la metí hasta el fondo. Mi hermano se arqueó desesperado y sentí la verga tensarse aun mas para luego largar su contenido en mi boca al que tragué cuanto pude pues si bien el gusto amargo y salado no era de mi agrado me sentía complacida al palpar en mi garganta la prueba de que yo solita había podido sacar todo ese placer a mi hermano.

Ya había pasado mi momento de confusión, estaba bastante excitada y tenía ganas de ver y escuchar todas las acciones y los sonidos que mis padres realizaban con vigor. Mi padre me miró mientras bombeaba fuertemente a mi madre y tomó una de mis manos, acercándola al culo de mi madre para luego apoyar mi mano sobre sus nalgas. Al instante entendí lo que me pedía y acaricié el culo de mi madre, luego le di unas palmadas, haciendo que los cachetes se movieran de un lado al otro. Mi madre arqueó el culo y escuché a mi padre decirme:

Meta los dedos y empuje hacia dentro.

Así lo hice una y otra vez, mi padre aceleró el ritmo y mi madre gemía como loca cuando pude meter tres dedos uno después del otro. Me gustaba dar placer a mi madre y aceleré el ritmo para escucharla jadear y gemir. Completamente extasiada mi madre había ya empezado a manifestar esa tensión acumulada que se expresa claramente en el cuerpo, previa al orgasmo, de modo que le dejé los dedos adentro de su ano mientras mi padre la bombeaba sin piedad. Finalmente la escuché gemir profundamente y empezó a laxarse. Dejé los dedos quietos, podía sentir la verga de mi padre cuando penetraba a mi madre y en unos pocos empujes mas mi padre se descargó sobre ella, arqueándose hacia atrás y estirando las piernas. Saqué los dedos del interior de mi madre, ella sonrió, me dio un beso en la boca y dijo que lo había hecho muy bien.

Miré a mi alrededor: todos, a excepción de Luiggi y yo, habían tenido su momento de explosión. Era evidente que a Luiggi no le importara el tema, pero a mi sí me importaba. No sabía para donde ir ni lo que hacer. Enseguida mi madre se dio cuenta y me sentó en la cama. Abrí las piernas para recibirla y me besó dulcemente en la vagina. Un estremecimiento me recorrió el cuerpo y me dispuse a disfrutar de una buena chupada cuando mis hermanos y mi padre se reunieron a nosotras. Ninguno se movió, dejaron que mi madre me acariciara y lamiera a su antojo y sentí mojarme y estremecerme al infinito cuando comprobé que mi madre era tan experta chupando como mi padre.

Me lamió el clítoris y metió dedos en la vagina una y otra vez, ensanchando mi estrechez a través de movimientos circulares dentro de mi vulva pero con tal suavidad que todo me llevaba a jadear y excitarme cada vez mas. Era muy diferente a lo que había sentido con mi hermano y mi padre. No es que me gustara mas, es que ella era mucho mas suave y considerada. Mientras no dejaba de chuparme entre las piernas una de sus manos fue a dar a mis tetas a las que acariciaba alternativamente. Luego las sentí apretujadas bajo su manos y comencé con esa ansiedad que me provocaba a moverme. Me sentía convulsionada por dentro, mis hermanos me miraban en todos mis movimientos y vi que Franco estaba empinándose otra vez. Me retorcí bajo las manos y la boca de mi madre que penetraba y lamía mi vagina hasta dejarme sin aire y empecé a tensarme como lo había hecho antes. Sentí los pasos del orgasmo acercándose y jadeé completamente enloquecida, apretándome las tetas para darme mas placer mientras mi madre tenía enterrado dos o tres dedos, no se cuantos, dentro de mi vagina con la punta de la lengua recorriéndome el clítoris de manera endemoniada. No aguanté mucho mas y acabé en la boca de mi madre que siguió chupándome hasta que el último de mis espasmos llegó casi imperceptiblemente.

Continuará