Años Plenos (01)

Tuvimos la oportunidad de vivir el placer plenamente...

La verdad es que tuvimos la suerte de vivir en una época en que no existían los fantasmas, ni los miedos infundados, y que ser nosotros mismos era posible, ya que no implicaba ni calificaciones o rótulos, ni preconceptos, y por sobre todas las cosas, los prejuicios no formaban parte de nuestra vida.

Es por eso que mis dieciocho años, fueron un período pleno, absoluto, todo vida.

Y decir todo vida, implica momentos difíciles y momentos gloriosos.

Teníamos nuestras responsabilidades, y las asumíamos a pleno, de la misma manera que vivíamos a pleno nuestros momentos de relax, o de distracción, o de placer.

Y se los voy a contar, pero no como un hecho del pasado, sino como del presente, pues al recordarlo, lo revivo cada vez.

Yo se que a los dieciocho años, cualquiera se despierta una mañana sintiendo que toda la fuerza vital, todo el empuje, todo el deseo, toda la vida nos invade y puja por expresarse haciendo eclosión hacia el exterior, y lo se porque mas de una vez lo sentí.

Mas de una vez me desperté sintiendo la respiración agitada, los pechos tensos, los pezones duros, erectos, el sexo húmedo, el clítoris tenso y vibrante, a tal extremo que solo tocarme suavemente para comprobar que esas sensaciones obedecían a un hecho real desencadenó en mi una cadena de orgasmos tremendos, poderosos, devastadores, que me agotaron casi de inmediato, sumiéndome en un sueño del cual desperté con mas deseos todavía.

Y al despertar en ese estado, que se puede hacer?

Las ociones son pocas.

O te das satisfacción de inmediato, por tus propios medios, o ves como hacer para conseguirte quien te ayude.

No pocas veces, opté por la primera, masturbándome de mil maneras diferentes, hasta sentir que la tensión era menor y me permitía desarrollar mi día sin problemas, pero otras veces, masturbarme una y otra vez, solo me ponía peor, mas caliente, mas descontrolada, y me obligaba a recluírme para no hacer papelones, y en mi reclusión, recurrir a mil formas diferentes para tratar de aplacar los deseos, y solo conseguir algo de sosiego al cabo de horas y horas de hacerlo sola, con diferentes objetos, con mis dedos, con lo que fuese.

Sosiego que duraba poco y solo por cansancio.

La otra forma, la de conseguir alguien que me ayudara, no era difícil, y podía decidirme por otra chica o por algún muchacho, y todo estaba bien.

Mas de una vez, al despertarme así, me levanté y me vestí solo con mi mas transparente ropa de cama, y fui directamente a la habitación de aquella de mis compañeras que mas me atraía, y con cualquier excusa, después de entrar, me acercaba, y con pocos preámbulos, me metía en su cama y a los pocos momentos, ya estábamos totalmente desnudas, abrazadas, gozando de nuestros cuerpos y satisfaciendo una y otra vez nuestros mutuos deseos,hasta la extenuación.

Pero había otras veces que...

...masturbarme no servía, meterme en la cama de alguna de mis amigas tampoco alcanzaba, y no tenía un varón a mano para que me satisficiera de inmediato, por lo que solo quedaba planificar bien el día, para llegar lo mas rápido posible a la cama con el mejor de los varones que pudiera conseguir.

Entonces había que comenzar por preparar todo el arsenal de seducción para que rindiera al máximo, comenzando por la ropa, que debía mostrar lo suficiente, pero no demasiado, resaltando lo mejor, y aplicar el maquillaje que resaltara mis mejores rasgos, sin ser recargado ni obvio.

No soy, ni fui, alta, pero sin duda, mi cuerpo siempre ha sido bastante atractivo, con rasgos voluptuosos, altamente seductores, y mi rostro no desarmoniza.

Mis pechos, abundantes pero no demasiado grandes, se ven muy tentadores con una blusa armada con un gran pañuelo, en el que los pezones, por el roce sensual de la seda, se me ponen duros, erectos, apuntando impertinentemente haca adelante, ligeramente hacia arriba y afuera, y resulta imposible dejar de notarlos.

Soy ligeramente gordita, por lo que mi pancita y ombligo, debajo del nudo del pañuelo, son otro elemento de seducción, que a la vez, obligan a dirigir la mirada hacia el borde del pantalón, que por ser de talle muy bajo, permite vislumbrar algo de un vello que aunque fino y suave, sugiere mucho, considerando que tengo una piel muy blanca, y un cabello muy negro...

Por supuesto, el pantalón es muy ajustado, o la pollerita, una mini muy escueta y atrevida que muestra unas curvas muy firmes, lo suficientemente llenas como para ser deseadas, pero sin exajeración, haciendo que mis nalgas se tornen en un punto de interés no menos llamativo que mis pechos.

Como la blusa es de pañuelo, no llevo corpiño, y como la mini o el pantalón son muy sexis, no llevo bombacha, o solo llevo, en el mejor de los casos, una tanguita mínima, que apenas cubre lo imprescindible, siempre y cuando no se humedezca ni se estire, porque cuando eso sucede, su utilidad consiste en agregar erotismo y suspenso a la situación...

Y aunque no lo crean, tengo mis brazos y piernas depiladas, pero mi sexo, para nada, y ello le agrega atractivo al conjunto.

Pero no se puede ni se debe ser demasiado obvia, pues se corre el riesgo de ser confundida con una chica que se gana la vida con el sexo, y esa no es para nada mi intención.

Así es que una vez ataviada y pintada adecuadamente, salgo al encuentro del guerrero que sepa esgrimir su lanza con la habilidad y presteza necesarias como para poder no solo asertarme, sino además, convertirme en su presa, indefensa y temblorosa, entregada y dispuesta a concederle todo, y enseñarme lo que no conozca, e imponermelo.

Para desarrollar este juego, no existe mejor ámbito que ese lugarcito ruidoso, en semipenumbras, lleno de música y gente, al que cada fin de semana, ya pasada la media noche, vamos todos a bailar y conseguir pareja.

Allí todo es sencillo, puesto que los códigos estan sobradamente establecidos, y todos mas o menos los conocemos y los aceptamos.

El juego de seducción comienza por hacerse notar, luciendo lo mejor de cada uno, y yo además de disponer de unas dotes que resultan muy atrayentes, se jugar mi rol bastante bien, y la mejor prueba de ello, es que muy rara vez me voy sin haber concretado mis propósitos.

Obviamente, las técnicas son diferentes si lo que se busca es un chico o una chica.

Para conseguir un chico, todo empieza por seleccionar al que mas te guste, entre los que tienen cara de estar buscando, o sea entre aquellos que miran con insistencia a cada una de las chicas que pasan, y dirigen sus miradas hacia los escotes y los traseros, y se quedan mirando como hipnotizados.

Una vez que lo localizaste, para atraerlo basta con mirarlo con insistencia, y si te mira, sostener la mirada, esbozando al mismo tiempo una ligera y sugerente sonrisa.

Al cabo de un rato, se acercará, no sin cierto temor, para invitarte a bailar, o a tomar algo, y ese es el momento en el que para no ser demasiado obvia, hay que manejar bien los códigos de aseptación y rechazo.

Alguna risita tonta y algo encantada, junto con algún gesto seductor, mostrando algo de tus mejores dotes como para mantenerlo pendiente de una, y alguna actitud de rechazo moderado para que no te considere fácil, dejando transcurrir tranqilamente el tiempo, que es el mejor aliado que puedas encontrar.

Si estás en la barra o en una mesa tomando algo, te va a pedir salir a bailar o intentará un acercamiento allí mismo, y si estás bailando, tratará de acercar su cuerpo al tuyo.

Si estás tomando algo y te invita a bailar, tenés que aceptar, pero sin demasiado entusiasmo, y en cualquier caso, tenés que limitar este primer intento de acercarse, pero no impedirlo por completo.

A medida que pase el tiempo, sus intentos por acercarse mas a vos, serán mas seguidos, y mas insistentes.

Tenés que ir cediendo muy lentamente, dando la impresión de no querer que pase, pero permitiéndolo.

Sin duda va llegar un momento que vos vas a querer apretarte a el para sentirlo, pero no podés dejar que se percarte de ello muy pronto.

Una vez que haya conseguido apretar su cuerpo contra el tuyo, comenzará a buscar la seducción por los hechos, primero acariciándote el cabello, el cuello, la espalda, la cintura.

Tenés que permitirselo, pero de a poco. Vas a experimentar una excitación cada vez mas fuerte, que sin duda el notará y tratará de incrementar con algunas caricias mas atrevidas, mas o menos disimuladas, como acariciar el nacimiento de tus pechos, desde los brazos y las axilas, o acercar su sexo al tuyo, deslizando una de sus piernas entre la tuyas al compas de la música mas lenta. Esto te va a poner a mil, peroa el lo va a poner mil veces a mil, especialmente si encuentra tu axila tibia y sin vello, y puede sentir tu piel. Para esto, la blusa de pañuelo es lo mejor que existe. Si lo dejás hacer, suavemente tratará de correr la blusa hacia abajo o adelante, para tocar mas tus pechos, y lo poco que en realidad consiga, le parecerá una inmensidad y se sentirá en las nubes, tanto que ni podrá controlarse y comenzará con una erección que poco a poco empezarás a sentir entre tus piernas, a la vez que te besa en el cuello o en el lóbulo de la oreja y buscará tu boca.

Si en el lugar existe un reservado, o algún rincón apartado, te propondrá ir allí, pero no tenés que aceptar a la primera, porque sinó vas a hacer el papel de la calentona que acepta de entrada con cualquiera, y el tratará de usarte esa noche y nada mas.

Hacelo desearte mas, permitiendo que sus caricias avancen un poco mas, pero no demasiado. Por ejemplo, no tenés que permitirle que a esta altura ponga sus manos en tus pechos ni en tus nalgas, pero no dejes de afirmarle los pezones (que ya se te habrán puesto duros como piedras) en el pecho, sin apretar demasiado, como para que note tus pechos y los pezones, y moverte rozándolo con ellos.

Aquí ya tenés que controlar tus deseos, y solo podés besarlo, primero suavemente, y poco a poco con mas intensidad a la vez que afirmas tu sexo en el de él.

Vos te vas a calentar tanto que vas a acabar mas de una vez, pero el va estar a punto de incendio, y así lo tenés que mantener el mayor tiempo posible, y si fuera posible, hasta que sea la hora de irse, porque llegado ese momento, el te acompañará a donde quieras o te invitará a su casa.

El tema es que cuando hallan llegado al lugar de destino, si es tu casa, lo invitás a pasar, y si es la de el, entrás sin dudarlo, siempre y cuando estes segura que tienen una habitación para ustedes solos, porque allí, y no antes, ni en otro lugar, se van a desarrollar las cosas que, además, tendrás que controlar, al menos en una muy buena medida.

Ni bien estén dentro, primero te besará, y a medida que le respondas, avanzará mas y mas sobre tu cuerpo. Mientras te besa el cuello y los hombros, bajando hacia el escote de tu blusa, tratará de desatar el nudito del pañuelo, y si no lo consigue, intentará meter la mano por debajo primero y por el escote luego.

Aunque sea lo que mas deseas, no se lo permitas. Obligalo a que siga besandote el escote, entre los pechos.

Entonces intentará por otro lado, y sentirás su mano en uno de tus muslos. Dejalo hacer.

Te acariciará suavemente, mientras sube hacia tu sexo.

Permitile que lo roce apenas, sintiendo lo caliente y mojada que estás, y que te acaricie por sobre la tanguita. Si te sentis estallar, disfrutalo, pero cuando notes que trata de deslizar sus dedos bajo la tanga para tocarte mas profundamente, con firmeza, pero lentamente, apartale la mano, pero no demasiado, y apretasela entre tus muslos, para luego aflojar lentamente, y separarlos, cosa que el aprovechará para buscar de nuevo tu sexo. Este juego lo repetís dos o tres veces, porque además de ponertelo a punto de caramelo, lo vas a gozar mas y mas con cada orgasmo que tengas.

Ahora es el momento de permitirle que te quite la blusa y te acaricie y bese toda tu piel, los pezones, ya estarán tan sensibles que hasta te pueden doler un poco, pero sus labios y su lengua te darán no solo placer sino también calmarán la tensión de tus tetas, convirtiéndola en gozo puro.

Ahora ya si, dejate llevar y dejalo hacer. Si busca tu sexo, separá suavemente los muslos para que llegue, pero de manera que su mano no se separe de tus muslos. Cuando sus dedos aparten la tanga buscando entrar en tu sexo, movete de manera que llegue y te toque, pero sin entrar, y así también te acariciará las nalgas, y buscará el otro agujerito. Gozalo pero sin permitir que entre en el (todavía), cuando trate de sacarte la tanga, ayudalo pero no te la saques vos, ni nada de eso. En ese momento, empezá a desnudarlo a el, mientras le acariciás las tetillas, el vientre, el sexo (todo, los huevos, el miembro, el agujerito trasero, todo).

A estas alturas, su desesperación por penetrarte, es tan grande como la tuya por sentirlo dentro tuyo, y es el momento de permitirle todo, pero...

Cuando sientas que acomoda la cabeza de su pija entre los labios de tu concha y empieza a ampujar, poné tus manos en su cintura y afirmate para controlarlo, pues ni bien haya entrado, querrá empezar una carrera desesperada, moviéndose como un endemoniado, y si lo dejás, en pocos empujones, acabará y te habrás perdido la mejor parte.

Sofrenalo, obligándolo a que se mueva lentamente, en contra de tus propios deseos. La tensión que se creará será como la presión dentro de un volcán antes de la erupción, y eso es lo mejor.

Sentirás como toda su musculatura se tensa, y tus caderas empujan hacia el buscando que te penetre a fondo, hasta sentirlo presionar con fuerza adentro del todo, causándote un extraño dolor placentero, profundo.

De pronto, como si estallara un sol dentro tuyo, desde lo mas profundo de tu concha, desde el culo, desde el interior de tu vientre, desde la base de la nuca y desde dentro de tu cerebro, se iniciará una inmensidad de movimientos de músculos que ni siquiera sabías que existían, una nube de destellos luminosos de mil colores, sonidos, y hasta tu propia voz, se desbordarán, continuando durante varios minuutos, en una sinfonía incontrolable y deliciosa, que al acallarse, te dejará con una sensación de relajación y tranquilidad como pocas veces sentiste. Hasta te dominará un suave sopor al que no debes resistir, ya que dura muy poco, y al desaparecer, te avisa de manera inequívoca que es el momento de volver a el con tus caricias, siendo tu turno para excitarlo, y lo harás tomando su miembro (que ahora estará bastante fláccido) suavemente con tus manos, y lo acariciarás suavemente, subiendo y bajando a todo lo largo, y si no reacciona de inmediato, delicadamente acerca tu boca y primero lo besás muy suavemente, humedeciéndo tus labios con tu saliva, y dejando que tu lengua lo roce, especialmente en la cabeza, para luego meterlo de a poco en tu boca, cuidándote de hacerle sentir el calor, la humedad y la suavidad que hay en ella. Si lo haces bien, sentirás como poco a poco, aumenta de tamaño dentro de tu boca, y adquiere mas y mas firmeza. Sigue haciéndolo, siempre muy suave y lentamente. Cuando esté a punto, el te tomará de la cabeza y pretenderá que sigas chupándoselo. Si lo haces o no, eso ya depende de lo que desees, si es que te acabe en la boca, o lo quieres recibir en otra parte de tu cuerpo, pues no olvides que tanto la boca, como tu concha, el culo u otras partes de tu cuerpo, son fuentes de placer si los sabes aprovechar.

Y ya no importa de que modo le das y recibes placer de el, solo importa que sea pleno, total, absoluto, sin reparos, sin límites, sin control.

El placer solo es verdadero cuando el único límite se distingue cuando disfrutas tanto lo que esta sucediendo, que el dolor no es solo dolor, cuando el descontrol se torna casi una necesidad, y deja de serlo cuando se torna solo un riesgo inútil, cuando lo que podés perder se te hace visible delante de ti ocultando todo lo que pueda haber de placentero. Y por eso es que tengo que ponerte al tanto de cuales son las diferentes formas de recibir y dar placer que tenés de aquí en adelante, y de cuales son los pasos que podés seguir en cada uno de los caminos, para disfrutarlos a pleno, sin riesgos, dudas, temores o límites innecesarios.

Porque existen límites innecesarios, absurdos, prejuiciosos, y existen límites verdaderos, necesarios, precisos, infranqueables, y de ello también te voy a ir hablando en lo sucesivo.