Años locos (00: Introducción)

Este relato dividido en varias partes está basado íntegramente en hechos reales ocurridos desde mis 19 años a los 23. Se usarán nombres y lugares ficticios por respeto a todas las personas que han sido parte de mi vida en ese tiempo, va por ellos.

Para mi el cambio de milenio no sólo traía el efecto 2000, la adaptación al euro, los presagios apocalípticos y todos los nuevos propósitos típicos de un comienzo de año. Por aquel diciembre, ya contaba con 19 años largos y no me podía imaginar que me disponía a entrar en una de las etapas más excitantes de mi vida... no sólo por lo que supone esa edad para todo el mundo, sino por lo que ireis descubriendo a lo largo de esta serie.

Por aquel entonces medía 1.80 y pico, pesaba unos 78 kg, pelo moreno, corto, ojos marrones claros (color miel para los cursis), de cuerpo bien formado, fibrado, con poco vello por todo el cuerpo y con un buen bastinazo. Aquí denominamos bastinazo a la longitud de la polla que sobresale al cogerla en erección con ambas manos desde la base sin superponerlas.

En mi caso siempre ha sobrado el glande y uno o dos cm aparte. Calculo así a ojo que estamos hablando de unos 20 cm más o menos. No soy nada metrosexual y todo lo más que he hecho siempre es arreglarme un poco la zona púbica. Para que os hagais una idea os mando una foto reciente:

Durante los años anteriores siempre pasé demasiado desapercibido. Llevaba una vida normal: colegio, instituto, academia de inglés, conservatorio, catequesis, deporte, amigos, familia.... y chicas también, claro. Pero hasta entonces, digamos que nunca me llegué a tomar los asuntos de faldas demasiado en serio. Más bien, pasaba de las tias y pensaba más en el deporte, salir, etc.

Tenía varias amigas con las que charlar, con algunas de ellas hice amagos de salir, ir a teterías, cines, me enrollé de manera inocente y tal pero no me atraía la idea de implicarme demasiado con nadie. Era bastante exigente a la hora de estar con alguna chica, incluso tratándose de asuntos de poca duración y mucha intensidad... (con el tiempo me arrepentí de aquella inocencia de esos años).

Conocí chicas en el instituto, en mi primer año de universidad, en la práctica de mis aficiones (como el caso de la música), al salir de fiesta con los colegas y en internet. Me gustaba el hecho de salir a gustar, arreglarme bien, ponerme mis mejores galas, ir por la calle mirando lo bien que se habían arreglado las niñas esa noche, entrar en el pub o la discoteca y cruzar miradas a diestro y siniestro, en resumen, ser parte del mercado de carne del que formamos parte cada noche de juerga.

Nos situamos en los primeros días de diciembre. Yo llevaba saliendo un mes con una chica que nos habían presentado en un pub de la ciudad, amigos comunes y todo eso, ya sabeis. El caso es que con el tiempo comenzamos a quedar más a menudo a cambiar direcciones de correo, chatear y todo eso, lo típico.

Ella era la típica niña bien, 1.70, cuerpo proporionado, pelo rubio, largo, rizado, ojos azules, labios no muy carnosos pero sugerentes a la vez, pija a la hora de vestir, muchos complementos normalmente, mucha pasta, hija de papá, buenas tetas (talla 95), culo respingón muy apretado, juerguista, estudiante regular y una cachonda perdía en todos los sentidos. Se llamaba Eva y contaba por aquel entonces 16 años.

En ese mes sólo había tonteado con ella: salir a tomar algo, cine, bailecito y tal. Realmente en esa época me llamaba la atención Elena. Era una amiga suya que entraba a la misma sala de chat que nosotros y coincidía normalmente los fines de semana en los locales que frecuentabamos. Era un poco más alta que Eva, bien proporcionada también, con muy buenas tetas y sobretodo muy

expresiva.

Durante las semanas de las fiestas de Navidad casi todos los días acababamos los 3 juntos. Elena sabía que Eva estaba por mi antes que yo. Pero no por ello se cortaba para darme toques a las 3 de la mañana al llegar de fiesta o para tomarse ciertas confianzas a la hora de charlar en el ordenador o cuando nos quedabamos a solas.

El día de nochebuena, decidimos ir a una macrodiscoteca para celebrar la navidad. En principio la idea era ir en plan "parejita romantica sólo Eva y yo" pero, como venía sucediendo durante esos días, al final Elena terminó agregandose a nosotros. Así que, allí que nos plantamos para pasar una noche genial. Buena música, buena performance, gente guapa y ganas de pasarlo bien.

A eso de las 2 de la mañana Eva me pidió que la acercara a casa porque, aun siendo un día especial, había quedado en volver pronto a la casa para hacer méritos a que la dejasen toda la noche en la fiesta de nochevieja. A pesar de cortarnos un poco el rollo no podía negarme y nos montamos los 3 en el coche de vuelta.

Llegamos a su casa y, en la despedida, las típicas miraditas, gestitos, en fin... las sensaciones que se experimentan cuando sabes que tienes a una chica a "punto de caramelo". Elena se despidió de Eva también...

– Anda loca, descansa que dentro de una semana nos espera la fiesta de las fiestas.

– Joder tia, ojala me hubiese podido quedar más, si es que mis viejos solo sirven para dar por culo...

– ¡Y para darte pasta guarrona!, ¡¡no lo olvides!! Ambas reían mientras yo ponía cara de circunstancias a la espera de llevar a Elena a su casa y después buscar a mis colegas para continuar la fiesta por mi cuenta.

– Siento haberos cortado el rollo, me sabe fatal de verdad..

– No te preocupes, somos mayorcitos para que si nos quedamos con ganas de marcha poder seguirla nosotros solos -dijo mientras me guiñaba un ojo.

Yo me quedé algo descolocado, no me esperaba que ella quisiese seguir de juerga a solas conmigo y mucho menos que lo dijese abiertamente delante de Eva puesto que, aunque en ese momento sólo eramos amigos, todos conociamos que ella se atribuía más derecho sobre mí que el resto.

Volví al coche mientras ellas se despedían y cuchicheaban en la puerta. Elena volvió al poco rato, se sentó, se puso el cinturón con decisión y me dijo mientras me miraba muy fijamente..

– Bueno señorito, volvamos a lo que dejamos ¿no?

– ¡Que remedio...! -le dije mientras iba arrancando el coche y le dedicaba una de mis miradas sarcásticas acompañadas de la sonrisa pícara que otras veces tan bien me había funcionado.

Sí era habitual que yo le tirase los trastos a Elena cuando estabamos a solas: Eva iba al servicio, salía afuera a hablar por el movil, se iba a hablar con alguna amiga... La diferencia es que aquella noche la ibamos a pasar entera juntos y tenía todo el tiempo del mundo para campar a mis anchas...

Durante el viaje de vuelta a la discoteca ella recibió varios toques y sms. Me comentaba que eran los típicos buitres que buscaban carnaza para una noche tan señalada y que se iban a joder porque ella ya tenía un chico para divertirse esa noche. La muy cabrona no paraba de intentar sacarme los colores.. y más de una vez lo lograba, sin duda.

Sin embargo en la puerta de la disco, justo después de aparcar el coche recibió un sms que se tomó más en serio que el resto. Desde entonces ella se quedó como ida, estuvo un buen rato en su mundo. Bailaba, se movía, aparentaba pasarselo bien pero había algo que le impedia ser ella misma... Yo sin embargo no paraba de desnudarla con la mirada, de imaginarme como sería esa cara sonriente y picarona en el momento de expulsar el último aliento de placer, cómo se tornaría esa voz tan agradable en gemidos tenues, cómo usaría esas manos y esas caderas en un momento de pasión...

Tenía toda la noche para mí y de no ser porque existía Eva, seguramente le habría tirado a cuchillo desde que entramos a solas en la discoteca. Pero dadas las cirtcunstancias debía ir muy poco a poco. Era un juego en el que podía quedarme con ninguna, con una, con otra... o con suerte podría llegar a disfrutar de las dos ¿por qué no? Conocía de otros chicos que habían sacado provecho de situaciones parecidas a la que estaba viviendo y muy tonto sería si no lo intentase yo también. Pero no fue posible, bailabamos, nos cogiamos y tal, pero Elena supo volver a mantener la distancia después del buen rollo que habíamos tenido en el coche. Y todo a raiz de ese sms......

Alrededor de las 5 de la mañana Elena me propuso ir a su urbanización porque en la cochera de sus vecinos estaban haciendo una fiesta privada y no quería que se pasara la noche sin verlos. Yo le propuse acercarla allí y dejarla sin problema pero ella me pidió que la acompañase. Yo no podía negarme logicamente, pero seguía mosca por esa actitud tan "distante" que tenía conmigo.

Actitud que al entrar en el coche comprendí a qué se debía...

– Adán, ¿puedo confiar en ti...? -dijo mientras yo la miraba cada vez más descolocado- Verás hay algo que debes saber...

– ¿De qué se trata?

Sin mediar palabra saco su movil, busco en su buzón de entrada de mensajes y me pasó el movil. Pude leer lo siguiente: "Tia no pued sperarlo + Averigua si d verdd sta x mi.D noxeviej no pasa sin q me lanc. Tngo muxas ganas d star con el. Top secret! Kss wenorra"

Estaba entre la espada y la pared. La chica que más me atraía en ese momento traicionaba la confianza de su mejor amiga y me ponía en bandeja algo que yo ya sabía pero prefería tenerlo "en la nevera" por el momento. No es que Eva no me gustase, se trata de que, en un momento dado, le damos menos valor a lo que sabemos que tenemos conseguido y preferimos intentar conseguir lo que no tenemos. El que tiene uno, quiere dos. Puro egoismo, puro narcisismo, todos somos un poco así. Probablemente si Eva hubiese estado más pasota en todo ese tiempo me abría fijado mucho más en ella y habría pasado de Elena, pero no era el caso.

– ¿Por qué lo has hecho? Se supone que eso era algo que debería yo saber... -le dije mientras intentaba cargarle todo el marrón a ella...

– Tio ¿te soy sincera? -me dijo mientras la miraba impaciente- No sé cómo averiguar nada sin llegar a pasarme de la ralla. Somos amigas y ella está por tí. Ella quería saber lo que sientes y la mejor manera es encarando la realidad. Eva está por tí y ahora la pelota está en tu tejado...

(CONTINUARÁ)