Años 50 (4): Las mejores amigas...
Kimmy sigue leyendo el excitante diario de su bisabuela, descubriendo en esta ocasión cómo, siguiendo las directrices de la Sociedad, intentará seducir a Eleanor, su mejor amiga...
Años 50: Las mejores amigas de lamidas y folladas.
Me resistí a la tentación de leer más de la historia de la bisabuela durante un par de días, sabiendo que tenía que terminar un ensayo para inglés y trabajar en un par de nuevas rutinas para nuestra competencia de porristas.
Sin embargo, era solo una cuestión de tiempo antes de que no pudiera resistir más.
Tomé una Coca y mi vibrador, y continué con la historia más fascinante que había leído hasta el momento, mucho más interesante que "Hamlet", "El señor de las moscas" o "Granja de animales". En realidad, si todos los libros fueran tan fascinantes, apuesto a que muchos más jóvenes leerían hoy.
Esta es Eleanor, querida Kimmy ().¿No es hermosa? Es dulce, como yo, y también estaba ansiosa por explorar su sexualidad una vez que se le dio la oportunidad, y la señora Madison me había encargado que la sedujera…*
Incluso después de todo lo que había hecho hasta el momento era difícil para mí. Hasta ahora había obedecido a las personas, algo que era fácil y natural para mí, pero pasar a la ofensiva y tratar de seducir a alguien para que hiciese algo (aunque fuese bueno) que sin mi influencia ni siquiera contemplarían… eso era algo totalmente diferente. Ni siquiera sabía cómo abordar el tema…
No quería arruinar nuestra amistad, ya que habíamos sido muy buenas amigas durante años, compartiendo muchas experiencias y desafíos juntas. Las risas y las lágrimas se habían convertido en parte de recuerdos comunes para ambas, tan cerca estábamos, y perder ese vínculo me rompería el corazón. Siempre había sentido un enorme respeto y confianza hacia ella, y no quería que pensase que era una retorcida enferma o que no podía confiar en mí. Empecé mi seducción teniendo en cuenta dos cosas:
1. Tenía que ir despacio.
2. Migrupo de Amas no me permitiría tener otro orgasmo hasta que cumpliera mi tarea (lo que hacía el punto anterior bastante inconveniente).
hizo que la parte de 'Tenía que ir despacio' fuera bastante inconveniente).
La señora Madison me había dado un consejo bastante lógico: Tenía que atraerla a través de conversaciones informales y plantar poco a poco en ella las semillas de pensamientos que hiciesen que Eleanor considerase la idea de que había más opciones disponibles que las tradicionales entre niños y niñas. Eso era bastante simple… en teoría.
Aunque en primer grado mis dibujos eran simples garabatos, creo que en mi último año era ya una artista bastante buena (espero que estés de acuerdo, mi querida Kimmy) y, a menudo, usaba mis dibujos para entretener a Eleanor cuando la clase era demasiado aburrida, burlándome en ellos de nuestros maestros o de algunos de nuestros compañeros. Ese era único aspecto de mi personalidad que no estaba totalmente limpio (bueno, lo fue hasta el momento en el que me convertí con todo mi corazón en una sumisa lesbiana arrodillada en una alfombra). Fue durante una clase de la señora Wallace cuando le envié una nota a Eleanor.
- ¿Quieres ver mi último dibujo?
- ¡Por supuesto!
- Es un poco atrevido.
- ¿¿¿ ???
- Es un desnudo parcial.
- ¿¿¿ ???
- De Lana.
- ¡¡¡NO, DE NINGUNA MANERA!!!
- Con Becky de fondo…
- ¡Muéstrame!
- ¿Estás segura…? – bromeé astutamente, con ganas de iniciar mi juego de seducción con sus ganas de ver el dibujo.
- ¡SI!
Entonces, sonriendo, le di un dibujo de un desnudo que era bastante travieso y provocativo, aunque no fuese real.
Observé emocionada y nerviosa como Eleanor desplegaba disimuladamente la imagen, viendo como sus ojos se hicieron más grandes, como sus mejillas se ponían rojas, hasta que me miró con un gesto de sorpresa, momento en el me encogí de hombros e hice como que escuchaba vagamente a la señora Wallace explicar algo sobre los neutrones. Cuando salimos al pasillo pude escuchar su voz en mi oído…
- ¿Qué te hizo hacer eso?
- No lo sé, empecé a dibujar y pensé: “hagamos algo un poco menos aburrido”.
- Bueno, eso fue ciertamente menos aburrido – me susurró con los ojos muy abiertos y sacudiendo la cabeza, añadiendo después – ¿Te pasa algo? Estás un poco diferente últimamente.
- ¿Cómo dices? – le pregunté, aunque sabía que tenía razón.
- No lo sé – dijo, antes de agregar – Por lo pronto, lo que acabas de dibujar es bastante porno…
- ¿Porno...? – contesté riendo – Si quieres ver porno te dibujaré porno real… ¿De qué tipo te gusta?
- Eso no es lo que dije…
Respondió rápidamente, sacudiendo la cabeza, alarmada por mi audaz acusación, mientras en mi cabeza resonaba un pensamiento. “Pequeñas semillas, sembrando semillas, germinando semillas, sembrando semillas, semillas lez”, cantaba en mi cabeza, como una pequeña melodía.
- Estoy harta de que me vean aburrida – admití en voz alta, algo que era totalmente cierto.
- No eres aburrida…
- Lo sé, y tú lo sabes también, pero quiero que el resto de la escuela también lo sepa…
- ¿Por eso dibujas porno…?
- Tal vez…
Mientras le contestaba sonreí maliciosamente, cambiando de tema cuando otros alumnos se unieron a nosotras.
Un par de días más tarde, mientras asistía a un almuerzo benéfico dirigido por nuestra directora, la señora Lori Salmon, para recaudar fondos para una familia que había perdido su hogar en un incendio. Mientras Lori exponía los habituales modos (venta de pasteles, subastas, un carnaval infantil, etc.), decidí continuar con mi seducción artística. Tras mucho pensar dibujé rápidamente un boceto de nuestra directora aunque, para poner nerviosa a Eleanor, decidí que esta mostraría su coño. Una vez hecho me incliné hacia delante y le susurré al oído.
- ¿Quieres ver mi idea para recaudar fondos…?
- ¡¡¡Claro!!! – respondió – Pero podrías mostrárselo a todos…
- Confía en mí, algunos puede que no lo aprueben…
- Déjame ver…
Le di el dibujo y observé como su boca se abría de par en par.
- Oh, Dios mío… – jadeó, sin poder apartar los ojos de mi dibujo.
- ¿Algo que quieras compartir, Eleanor – dijo Lori con su malintencionado tono habitual.
- NNn-no…
- Es sólo que estas ideas para recaudar fondos son bastante anticuadas – dije yo.
- ¿Y tienes una idea mejor?
- Claro – asentí –, aunque es un poco más atrevido que los métodos que se utilizan habitualmente.
- Quiero escuchar tu idea – dijo Lori, deseando claramente arruinar mi idea.
- Una cabina de besos…
La idea rondaba mi cabeza hacía tiempo y, aunque pensé que mostrar el coño o chupar pollas, si se hacía y se vendía bien podía reportarnos bastante dinero.
- ¿Una qué…?
- Haga que las animadoras y otras chicas se encuentren en una cabina durante intervalos de quince minutos besándose por caridad. Por supuesto, eso lo podríamos hacer como un añadido al carnaval…
- ¿Vas en serio…?
- Betty y Verónica lo hacían en los cómics – dije sin saber si era cierto, aunque en ese momento eran muy populares.
- Recuerdo eso, es verdad… – dijo Chandra, una animadora, asintiendo con la cabeza.
- Apuesto a que estaríais muy felices de hacerlo… – dijo Lori con total desdén.
- Deja de ser una grosera.
Cuando dije eso todos me miraron, ya que nadie se había atrevido antes a cuestionar a Lori por su habilidad para aplastar a la gente. Paradójicamente, toda la sumisión sexual que había experimentado recientemente me había convertido en una persona más segura.
- ¿Perdona…? – dijo mirándome.
- Por Dios, Lori, es 1954 y una chica puede besar a un chico y que sólo sea un beso. No veo por qué no podría hacerse, lo he visto en “Siete minutos en el cielo”.
- Este no es el lugar – dijo, con la cara enrojecida por la ira, la vergüenza, o quizá ambas cosas.
- Es muy sencillo. Los chicos nunca participan en nuestros eventos, pero seguro que participarían en esas cabinas de besos…
- ¿Y por qué no otra cabina en la que sean chicos los que repartan besos…? – agregó Chandra.
- Yo me pondría en la fila para besar a Walker… – bromeó Penélope, generalmente una chica tímida.
- Todas las chicas lo harían – agregó Chandra.
- Suficiente, esto se está volviendo ridículo – repuso Lori, tratando de recuperar el control de la reunión.
- Yo digo que lo hagamos – dijo Chandra.
- Lo secundo – agregué yo.
- No, eso sería un escándalo – argumentó Lori.
Finalmente intervino la Sra. Parks, nuestra asesora en el consejo estudiantil, que había estado sonriendo todo el tiempo.
- Lori, sería un escándalo si no sabes manejarlo bien…
- No puedes hablar en serio – repuso Lori, sorprendida de que la otra maestra estuviese permitiendo que la idea se plantease siquiera y, mucho menos, ser tomada en serio. La Sra. Parks sonrió, sabiendo de sobra por qué lo estaba permitiendo.
- Así es la democracia, Lori.
- No creo… – repuso ésta.
- Esto no es un debate, Lori. Es posible que Chandra no lo haya expuesto formalmente, pero claramente propuso una idea. Trátala como tal o tendré a cargo de la reunión al subdirector de ahora en adelante.
Diez minutos después, sin necesidad de debatirlo mucho, mi propuesta fue aprobada.
Lori había estado fulminándome con la mirada durante toda la reunión, pero sabía que si era inteligente eso podría ser como si se prendiese una llama que se convertiría en un incendio en mi próxima campaña para seducir a otras chicas. Redefinirme a mí misma fue, definitivamente, el primer paso en el proceso. Para añadir más combustible a su odio le guiñe un ojo.
Después de las clases la Sra. Parks me llevó aparte.
- Eso fue terriblemente valiente.
- Me siento como una mujer nueva – contesté –. Y puedo ser sumisa en la Sociedad, pero quiero ser una líder en la escuela.
- Fue una excelente manera de sembrar la semilla de tus próximas seducciones…
- Yo pensé lo mismo... Bueno, Señora, tengo que ir a cuidar niños… – le susurré al oído.
- Pásate por mi casa mañana a las 8 – me ordenó.
- Me encantan sus desayunos – contesté sonriendo.
- Lo sé… – contestó devolviéndome la sonrisa.
A la mañana siguiente la Sra. Parks me recomendó por mi atrevido comportamiento con el mejor desayuno del mundo: su coño.
Me hizo desnudarme, lo que me sorprendió, pero mi sorpresa fue mayor cuando me empujó contra la pared y cayó de rodillas detrás de mí y enterrando su cara entre mis piernas. Pensé que no tenía permitido alcanzar el orgasmo hasta que no hubiese seducido a mi amiga Eleanor, pero la Sra. Parks era una de mis Amas y podía hacer conmigo lo que quisiera.
Luego le devolví el favor con entusiasmo cuando me hizo girar en el suelo hasta quedar sobre mi espalda y apoyó su coño en mi cara, ofreciéndome el mejor desayuno posible. Dejamos manchas húmedas por toda la alfombra, pero ella me dijo que no me preocupara por eso.
Un par de días después estaba en mi casa con Eleanor, y yo había dejado deliberadamente una revista pornográfica de lesbianas que me había regalado la señora Madison de manera que pareciese que había querido ocultarlo, aunque en parte estaba claramente a la vista.
Eleanor todavía estaba asombrada por lo ocurrido durante la reunión.
- ¿Vas a estar en la cabina de besos?
- No estoy segura de que los chicos quieran pagar su dinero por mí…
- Oh, Rebecca, yo creo que sí lo harían. Recientemente he oído decir a algunos que eres muy sexy…
- ¿En serio…? Bueno, está bien saberlo. ¿Y tú, vas a estar en la cabina?
- Dios, no, no podría…
- Sí, creo que tienes razón. Tu primer beso debe ser especial.
Cuando dije eso me di cuenta de que estaba decidida a ser la primera en besar sus labios, a ser la primera en hacérselo todo.
- Además, el noventa y nueve por ciento de los chicos de nuestra escuela son asquerosos – suspiró ella.
- Cierto, cierto, no hay James Deans aquí, ¿verdad?
- Además, tú tienes al único chico realmente bueno de la escuela – dijo ella, asintiendo.
- Puede ser agotador – repuse. No era algo que hubiese pensado antes de probar un coño por primera vez, pero ahora ya no era todo lo que quería.
- Sí, lo tienes tan duro al pobre… – bromeó sarcásticamente.
Me gustaría haberle dicho la verdad, pero era demasiado pronto. En lugar de eso le dije:
- Entonces, ¿qué tienes pensado ponerte para salir?
- No tengo ni idea, ¿y tú?
- Estaba pensando en mi nueva falda…
- ¿La más corta?
- Por supuesto. Es mi último año, así que quiero vivir el momento.
- ¿Es tu nueva filosofía…? – me preguntó mientras se sentaba en la cama, con la revista asomando por debajo de mi almohada.
- Sí. No más ocultarme en la sombra, quiero que me noten, que me escuchen y, en algún momento, que me sigan.
Debía tener en cuenta que no era una marginada ni nada de eso. Conocía a la mayoría de las personas de la escuela y ellas me conocían a mí. No era una líder o una animadora, simplemente estaba en el Consejo Estudiantil porque era jefa de un equipo de debate.
- No te olvides de mí – bromeó tímidamente.
Me reí, insinuando levemente mis verdaderas intenciones.
- Confía en mí, Eleanor, serás una parte muy importante de mi nuevo yo. Te quiero cerca de mí durante todo este emocionante viaje. Sólo seremos adultas una vez.
- Estoy dentro – dijo, percatándose de que la revista se escondía parcialmente debajo de mi almohada. La alcanzó y me preguntó – ¿Qué es esto?
- Oh, no es nada – dije fingiendo vergüenza, intentando cogerla antes de que lo hiciera ella aunque, deliberadamente, más lentamente que ella.
- Oh, yo… – dijo mirando la portada, intentando procesar lo que acababa de encontrar.
- Oh, sí, la encontré en la habitación de mi padre – mentí.
- ¿La has leído? – preguntó, todavía con la mirada fija en la portada.
- Sí.
- ¿Realmente se trata de lesbianas?
- Sí.
Pude verla pensando, con sus mejillas rojas. Pude ver su curiosidad avivada por una incipiente llama.
- Esto no…
- Está bien, Eleanor. En 1954 hemos recorrido un largo camino desde que las mujeres no podían votar… – ese discurso la había tomado de la Sra. Parks, quien la había utilizado anteriormente sobre mí.
- Um, supongo – dijo, insegura y vacilante.
- A ver… Los movimientos de los años 20 lucharon por el derecho a la sexualidad de las mujeres en lugar de estar sometidas a ajustados corsés y atadas a grandes vestidos. Las mujeres de la Segunda Guerra Mundial lucharon para ser consideradas como iguales en la sociedad y en el esfuerzo de guerra. Y yo – hice una pausa sonriendo juguetona – estoy luchando por el derecho de mi amiga Eleanor y mío de leer pornografía…
- ¿Así que luchamos contra Hitler para leer pornografía lésbica?
- Por supuesto. En realidad no se trataba de detener a un loco, sino de luchar por los derechos de las mujeres a poder lamerse sus coños.
- Oh, Dios… – contestó – ¿Qué te ha pasado?
Respondí simplemente tomando una botella de cola vacía de la mesita de noche, sosteniéndola para mostrársela.
- Esto…
En realidad mi respuesta era una mentira, ya que no me permitían correrme a menos que tuviera la aprobación de una Ama o estuviera en la etapa final de la seducción de Eleanor pero, sin embargo, no hacía mucho que la Sra. Parks me había follado con una botella igual.
- ¿Te metiste una botella en tu vagina?
- Sí. En realidad, tuve orgasmos múltiples con la botella en mi coño… – dije, enfatizando la palabra sobre la palabra “vagina”.
- No puedo creerlo.
- Si nuestros hombres lucharon por mi libertad sexual entonces, definitivamente, les recompensaré explorando esa libertad.
- ¿Eres lesbiana…?
- No, pero no estoy segura de que únicamente me gusten los chicos.
- Oh – contestó, nerviosa y tal vez un poco vulnerable.
Tomé de mi mesa de noche otro libro pornográfico que ya había leído y se lo entregué.
- Lee este. Hace un trabajo increíble al describir cómo el sexo puede ser más que un hombre y una mujer.
- ¿Cuantos tienes?
- Tres…
- ¿Los has leído todos?
- Sólo el que te acabo de dar. El que encontraste es el que estoy leyendo en este momento… – admití, buscando en mi cómoda el tercero, que incluía varias historias, y se lo lancé también. Entre esas historias estaban algunas “El primer 69”, “Drive-in secrets”, “Fiesta de pijamas”, “El secreto de mamá”, “Aproximándose a la maestra”, “Siendo una lesbiana” y otras similares.
Sin embargo, la que acababa de darle tenía las historias que mejor configuraban mi seducción: “La mejor amiga de mi hija”, “Mujeres sumisas”, “Enseñanza para complacer”, “Orgía lésbica de animadoras”, “Los juguetes sexuales de mi amiga”, “Mi vecina, mi señora”, “Amantes amas de casa”, “Enamorada de mi mejor amiga”, etc.
- Puedes coger el que quieras. Las historias de “The Heart Throbs” son muy buenas".
Eleanor hojeó el libro de “The Heart Throbs” y se detuvo en una página.
- ¿Qué? – pregunté.
- Hay fotos – dijo mirando una, preguntándome cuál.
- Sí, de ahí surgió la idea de hacer dibujos traviesos de compañeros y profesores – admití, lo cual era cierto – Ver esos dibujos me excitó y comencé a dibujar a compañeros, maestros y amas de casa de nuestra comunidad.
- ¿Tienes más dibujos?
- Unos pocos…
- Guau…
- ¿Quieres verlos?
- ¡¡¡Claro!!!
- Algunos son muy atrevidos…
- ¿Más que lo que ya he visto…?
- Mucho más “risqué”, más arriesgado…
Asentí saboreando la palabra “risqué”. Aunque era una palabra bastante simple, de alguna manera me hizo sentir más madura, más adulta, y no una chica de 18 años. Si se pudieran creer sus propias afirmaciones, los franceses habían inventado el sexo, o tal vez sólo el teatro sexual.
- Ahora siento más curiosidad – dijo, pensando obviamente en Alicia y en un conejo blanco. Quizá fueron los conejos los que inventaron el sexo, conejos franceses…
- No me juzgues – dije, aparentando ser vulnerable.
- ¿Yo…? ¡¡¡No!!!
Me gustaban sus ganas de ver más.
- La primera es Kara… – dije. Era una de las “chicas malas” de la escuela, y una chica que podía imaginarme dominándome y haciéndome ser su sumisa.
- ¿De verdad…? – preguntó mientras le entregaba el dibujo.
- Oh… – dijo, mirando la foto – ¿Está fumando un cigarro de marihuana?
- Sí… Y ya me estás juzgando – dije, pretendiendo aparentar inseguridad.
- No, Rebecca, de verdad que no. Pero siento curiosidad por esa fascinación tuya por las botellas de cola en las fotos…
- Es un recordatorio de qué otra cosa puede ser la botella – dije encogiéndome de hombros. Ella se rió.
- Realmente has salido de tu caparazón…
- Tienes que prometerme que nunca le contarás esto a nadie – le dije, fingiendo nerviosismo…
- Te prometo que nunca voy a decir una palabra, eres mi mejor amiga en el mundo y puedes contarme lo que quieras.
Sabía que eso no era así, que no podía contárselo todo, pero decidí hablarle de mi verano. A pesar de que estábamos solas en casa me levanté y cerré la puerta de mi habitación, antes de girarme hacia ella y hablarle suavemente.
- Le hice trampas a Steve este verano…
- ¿Cómo que trampas…?
- Bueno, más bien le engañé, pero no de la manera tradicional…
- ¿Y eso qué significa? ¿Hay maneras tradicionales de engañar?
- No, es que… no fue con otro chico… – revelé susurrando, pero asegurándome de que me escuchaba perfectamente y comprendía lo que le decía.
- ¿Qué…? – contestó sin aliento, comprendiendo que esa revelación era más importante que el hecho del engaño en sí mismo.
- Fue con una chica – admití.
- No puede ser, no te creo…
- Oh, no hagas un drama, no es un gran problema.
- ¿No es un problema? ¡Es muy fuerte! – dijo dándose la vuelta.
Ya había creado el efecto dramático que había estado buscando con mis palabras, calladas y concisas, fijándome en su lenguaje corporal. Estaba en la puerta de su casa imaginaria, ahora tan sólo tenía que comprobar qué tan cerca de la puerta de su dormitorio, así que le conté toda mi historia de ese verano, incluyendo el encuentro salvaje en el baño de la cafetería, mientras ella me observaba con total asombro y sorpresa, como si estuviéramos en la sesión matinal del sábado a la que asistíamos todas las semanas, como si estuviéramos viendo un “thriller” de suspense y sintiéramos el hormigueo en nuestros estómagos. Una vez que terminé me encogí de hombros.
- Y eso es todo…
- ¿Te gustó…? – preguntó, después de una larga pausa que durante un momento me hizo preocuparme.
- ¿Honestamente…? – pregunté, queriendo atraerla todavía más, sintiendo que de alguna manera la seducción de mi mejor amiga podía ser más fácil de lo que había anticipado, sintiendo que podía ser capaz de culminar el viaje antes de lo previsto, tal vez incluso esa misma noche.
- Sí.
- Fue el sentimiento más increíble que he sentido jamás – admití, lo que era totalmente cierto en ese momento. A pesar de que desde entonces ha sido superado varias veces, la verdad es que estaba totalmente metida en mi papel de mascota.
- ¿Cómo es…? – preguntó, atraída completamente.
- Para empezar, los besos son más tiernos. Los labios de una mujer son más suaves y su rostro no rasca, y una mujer sabe cómo tomarse su tiempo. Eso hace que la experiencia sea mucho más íntima.
- ¿En serio? – preguntó, ya que no tenía ninguna referencia. Ni siquiera había besado a un chico.
- Sí. Quiero decir… Steve besa muy bien, y antes de Ellie pensé que era el mejor besador y me encanta besarme con él. Sin embargo, cuando besé a Ellie fue como si viese fuegos artificiales, como una revelación de que todo lo que había pensado hasta entonces sobre la intimidad hubiese sido en tonos blancos, negros y grises, pero esa experiencia fue en colores vivos, como si yo fuese Judy Garland y me despertase en el Reino de Oz.
- No tengo experiencia en tales cosas… – suspiró ella con tristeza, y entonces pensé por primera vez que su resistencia se estaba viniendo abajo.
- Necesitas tener algo de experiencia muy pronto. Lo cambia todo.
- ¿Qué quieres decir? ¿Besar a un chico o a una chica?
- ¿Sinceramente…?
- Sí – asintió.
- Ambos… – le contesté.
- Este fue mi primer dibujo – le dije, enseñándoselo, aunque eso no era cierto en absoluto. Era una imagen de Eleanor y yo besándonos.
Lo miró fijamente, durante un buen rato, hasta que con un profundo suspiro me preguntó nerviosa.
- Rebecca… ¿somos nosotras?
- Tal vez – respondí encogiéndome de hombros antes de agregar – ¿Quieres que lo seamos?
- No lo sé… – balbuceó mientras me acercaba a ella en la cama con más dibujos en mis manos, como si intentase evitar responder a la pregunta por culpa de sus emociones encontradas (y que yo recodaba porque yo misma las había sentido), hasta que me preguntó – ¿Qué más dibujaste?
Sonreí mientras le entregaba un dibujo de nuestra bella profesora de economía doméstica de primer año.
- Bueno – le expliqué mientras ella observaba el travieso dibujo – Está jugando con una salchicha cocida…
- Oh, Dios mío – jadeó.
- ¿No crees que venderíamos muchas salchichas de esa manera…?
- Me imagino que las venderíamos muy rápido – asintió ella, mirando fijamente la imagen.
A continuación le entregué un dibujo de una de las camareras de la cafetería, un poco perra pero muy guapa.
- Aquí hay uno de la Sra. Weber, preparando un pepino para una ensalada…
- Oh, Dios… – volvió a repetir.
- Imagina para qué más podría usarse ese pepino… – añadí, guiñándole un ojo.
- ¡¡¡Rebecca!!! – exclamó con asombro, aunque luego se echó a reír.
- Sólo lo digo… – dije mientras le entregaba uno de una chica de una de nuestras escuelas competidoras. Era de su animadora principal, aunque en una actitud más bien sumisa, antes de agregar – Me encantaría poner a Sylvia en una posición como ésta…
- ¿Y a quién no…? – preguntó. “¿Cómo…?”, pensé para mí misma. Eso sonaba alentador.
- ¿Y qué tal las chicas de escuela privada católica…? – pregunté mientras le entregaba otro dibujo.
- Te vas a ir al infierno - dijo riéndose, admirando ahora claramente mis dibujos.
- Confesaré mis pecados… – dije encogiéndome de hombros otra vez mientras le daba otro dibujo más – Mira, ésta creo que es una buena forma de recaudar dinero…
- ¡¡¡Oh!!! – exclamó – Tamara se volvería loca…
- ¿Por qué? Le puse las tetas más grandes de lo que las tiene en realidad.
- No puedo creer lo perversa que puede llegar a ser tu mente…
- ¿Quieres ver mi dibujo más nuevo…? – dije levantándome.
- ¿Por qué no…?
- No tuve tiempo de colorearlo…
- Estoy decepcionada – dijo sonriendo.
- Es de otra chica de la escuela católica… – dije sacando mi cuaderno de bocetos – De cómo sodomizan a Casey con un helado…
- No puedes hablar en serio…
- Pensé que era perversamente apropiado.
Casey era hija del ministro luterano, y una pretenciosa perra que fingía ser una dulce golosina para sus maestros. Regresé a la cama y le di el dibujo a Eleanor.
- Oh, Dios, tú y la comida… – dijo.
- Debería ser considerada una revolucionaria, es una nueva forma de hacer que la gente juegue con su comida. Los niños juegan con su comida de una manera y los adultos de otra.
- Sí.
Hice una pausa, puse mi mano en su rodilla y le pregunté, arriesgándome un poco pero confiando en que estaba leyendo bien la situación.
- Eleanor… ¿Puedo besarte?
Ella no habló, desvaneciéndose su sonrisa, y durante un instante me preocupó haber podido arruinar todo esto. Entonces ella asintió y cerró los ojos. Sonriendo, me incliné y la besé.
Comencé de manera suave y tierna, pareciendo ella congelada al principio, sin devolverme el beso, hasta que empezó a responder, de manera lenta y gradual pero inexorable, tentativa al principio y con la dulzura natural que un beso entre mujeres puede poseer.
A medida que continuaba el beso nos entregamos al momento, convirtiéndonos en una sola, y comencé a mover mi mano sobre su pierna, subiendo lentamente mientras mi lengua se deslizó en el interior de su boca, haciéndolo después la suya en la mía.
Nuestras lenguas comenzaron a explorar la boca de la otra cuando el beso se tornó más y más apasionado, y mi mano desapareció bajo su falda. Cuando mis dedos alcanzaron sus bragas sentí un escalofrío en mi columna por lo húmedas que estaban y por el dulce y agudo sonido que nacía de su boca mientras gemía en la mía.
Tomando eso como un permiso tácito moví mis manos bajo su suéter y lo levanté sobre su cabeza, mientras ella me miraba, vulnerable y a la vez insaciable.
Me eché hacia atrás y la volví a besar mientras soltaba el broche de su sujetador.
Permití que se recostase sobre mi cama, hasta que cuando rompimos el beso la miré de arriba abajo.
- Eres hermosa, Eleanor.
- Tú también… – dijo mientras se acercaba y levantaba mi suéter, revelándose ante sus ojos que no llevaba sujetador – ¿Sin sujetador…?
- Ni bragas…
- Necesito quitarme las mías, están empapadas…
- Quiero ayudarte con eso – dije sonriendo.
Primero me quité la falda y después la suya y sus bragas. Las dos nos habíamos visto desnudas muchas veces, pero ahora, sin embargo, el ambiente era tal que parecía que fuese la primera vez que nos veíamos así.
Y entonces fue cuando me sorprendí.
Su precioso coñito estaba totalmente afeitado.
- ¿Cuándo te has afeitado el coño?
- Después de ver el dibujo de Lori que hiciste… – respondió tímidamente - ¿Te molesta? ¿Estás enfadada? ¿Soy tonta…?
- Mmmm, cariño… – sonreí – Es el gatito más hermoso que he visto en mi vida. Eres tan hermosa…
La empujé sobre la cama y volví a besarla, mientras mi mano derecha se dirigía hacia su mojado coñito.
- Mmmmmmmmm – gimió en mi boca.
Rompiendo el beso me moví hacia abajo y salpiqué sus tetas de besos y mordiscos. Mientras movía mi cabeza hacia la abertura entre sus piernas le pregunté.
- ¿Quieres que te dé el mejor orgasmo…?
- Definitivamente sí. Jamás antes he tenido uno…
- ¿Nunca…? ¿Ni tocándote tú misma…?
- No…
- Bueno… Es hora de que te muestre lo que es eso.
- Ohhhhhhhh… – gimió en voz alta.
- Sabes muy bien… – dije mientras lamía su clítoris.
- No puedo creer que estemos haciendo esto… – dijo temblando.
- Es una fantasía que se hace realidad para mí – dije mientras probaba su coño con mi lengua y mi dedo.
- Ohhhhhh – volvió a gemir mientras susurraba algo ininteligible, aunque me pareció entender las palabras – …también feliz…
Lamí y lamí, mientras su respiración aumentaba agitada, hasta que deslicé mi dedo índice dentro de ella. Eso fue suficiente para que con un grito agarrase mi cabeza por detrás con ambas manos y sostuviese mi cara firmemente contra su coñito inundado.
- ¡¡¡Ohhhh, sí!!!
Lamí entusiasmada los dulces jugos que salían de su coño y me encantó saber que fui la primera en besarla, la primera en besar su coñito, la primera en darle un orgasmo y la primera en, pronto, follarla. Cuando por fin soltó mi cabeza le pregunté, con su jugo por toda mi cara.
- ¿Y…?
- Oh, Dios mío…
- No te muevas.
Le dije mientras me quitaba el lazo que sujetaba mi pelo y que ella ya me había quitado a medias con sus manos ansiosas y cogí una goma elástica para hacerme una coleta rápida. A continuación cogí la polla con arnés que la Sra. Madison me había entregado por si mi seducción funcionaba y lo aseguré en su lugar, regresando al lado de Eleanor, todavía acostada sobre su espalda mientras se recuperaba de su masivo orgasmo. También cogí una toalla por si le rompía el himen, lo que suponía iba a ocurrir. Cuando volví a la cama Eleanor abrió los ojos y vio lo que sobresalía de mi parte delantera.
- ¿Qué es eso…?
- Tu triturador de cerezas… – dije sonriendo, mientras conseguía que levantase su culo para poder poner la toalla debajo de ella.
- ¿Quieres tomar mi virginidad…? – me preguntó, juguetona pero no sorprendida, aparentemente deseándolo tanto como yo. Tímidamente sonrió e incluso me guiñó un ojo – No sé nada de eso, mi madre siempre me crió para que fuese una buena chica – añadió mientras sus ojos brillaban de alegría.
- Quiero follarte, a la mierda… – le contesté audazmente, mientras me movía entre sus piernas.
- No la quiero en mi culo – advirtió, y yo me reí.
- No quise decir eso…
- La quiero en mi coño, amor – dijo mientras tiraba de mí hacia ella comenzando a besar toda mi cara antes de concentrarse en mis labios abiertos.
Me encantaba sentir nuestros pechos desnudos, aplastándose.
Me encantó estar encima de ella.
Me encantó sentir sus labios en los míos, nuestras lenguas bailando, nuestras manos recorriendo nuestros cuerpos. No era sólo sexo, era algo más… algo que no podía explicar.
Finalmente, rompiendo el beso sonreí.
- ¿Lista?
- Fóllame, Rebecca.
Dijo mirándome con total confianza, sonando terriblemente sexys sus palabras cuando empecé a frotar la polla arriba y abajo por sus labios vaginales, todavía más húmedos.
- Esas son las palabras más sexys que he oído en mi vida… – dije sonriendo mientras me deslizaba dentro de ella.
- Mierda – gimió mientras la llenaba.
- Eres tan sexy, Eleanor…
Dije mientras me inclinaba y continuaba besándola mientras a la vez la follaba lentamente.
El beso fue íntimo y natural.
La follé hasta que alcanzó un segundo y un tercer orgasmo, antes de que me rogase que parara.
- ¿Para fumar después de sólo tres? – le pregunté.
- No, para orinar después de los tres – dijo mientras se levantaba y corría al baño.
Miré la polla y la manta ensangrentadas, y me levanté de la cama para limpiarme. Mientras lo hacía, agradeciendo que mis padres se hubiesen ido fuera el fin de semana, pensé “Lo tenemos entero para jugar”. Por la mañana le sugerí que desayunásemos desnudas.
Al final del fin de semana nos habíamos comido una a otra en cada habitación de la casa, habíamos follado en cada una de ellas, y cuando mis padres regresaron el domingo por la tarde estábamos agotadas, sin que se pudiesen imaginar que quince minutos antes lo habíamos hecho en su propia cama.
El lunes le conté a la señora Madison toda la historia mientras ella sonreía y me permitía lamer su coño.
- Creo que tengo una gran idea – dijo ella.
- ¿Cuál es, señora?
- Tal vez este año podríamos tener dos mascotas de amas de casa…
- ¿De verdad? – pregunté entusiasmada ante la idea de poder compartir mi secreto con mi mejor amiga, secreto que odiaba tener que mantener oculto.
- Sí.
- Sé que ella lo haría – dije confiando en que podía tener razón, con mi cabeza dando vueltas como un torbellino.
- Bueno, primero tendremos que avisar a Mindy, necesitaremos su aprobación…
- Ummm… Está bien – asentí.
- Puedes ir a preguntarle…
- ¿Yo…?
- Sí. Es hora de que sepa quién es la mascota de este año…
- Oh, está bien – asentí.
- Ve ahora – me ordenó.
- Pero… las clases empiezan en quince minutos…
- No te preocupes por eso, yo hablaré con la escuela. Ahora ve.
- Sí, señora – contesté emocionada y nerviosa, como siempre.
Me abofeteó y me dirigí a la casa de Eleanor. Mientras caminaba mi cabeza giraba, dándole vueltas a la idea de que pronto podría compartir mi secreto con Eleanor… ¡Y tal vez ayudar en su entrenamiento! No podía esperar para averiguarlo.
Mi coño estaba en llamas mientras leía otra ardiente historia del pasado de mi bisabuela, mientras pensaba en cuál de mis amigas me gustaría follarme.
Cerré los ojos y, casi al instante, Camree se apareció en mis pensamientos.
Me imaginé que estaba sentada en su mesa habitual, que ya era mi puta personal, y que me obedecía sin dudarlo… Como siempre hacía la bisabuela.
De repente, deseando tener algo dentro de mi coño vi la botella de cerveza que estaba en un estante, sin abrir. Al cogerla vertí su contenido en una taza vacía y volví a mi cama, empezando a frotarla por todo mi coño mojado con los ojos cerrados.
Me imaginé ordenando a Camree que se quitara la falda en la cafetería, obedeciendo mortificada por la idea de que toda la escuela va a poder ver su coño depilado, aunque seguro que ellos harían igual. Nunca permito que mis mascotas lleven bragas. También imagino como le ordeno que se suba a la mesa y levante su camisa para mostrar sus grandes tetas, y obedece porque la poseo en cuerpo, mente y alma. Después coloco una botella vacía en la mesa y le ordeno que se apoye en ella para metérsela, lo que no es difícil dada su flexibilidad. Me la imagino follándose con ella mientras todos la observan, asombrados del comportamiento de una de las chicas más populares de la escuela obedeciéndome en todo lo que le ordeno, incluso aunque sean tan íntimas.
Me imaginé convirtiéndome en Ama de todos mis compañeros, de los maestros e, incluso, de nuestro Director…
Deslicé la botella dentro de mi coño ardiente y me follé yo misma con furia, imaginando las posibilidades de dominar a amigos y enemigos, compañeros de clase y profesores, alcanzando en seguida un demoledor orgasmo con la botella, un buen juguete sexual en ese entonces e incluso ahora.
Mientras mi orgasmo se desvanecía, yaciendo desfallecida en la cama, cerré el álbum pensando en que iba a tener que seguir con el mismo ritmo si quería devorar la historia de mi bisabuela tal y como hice con los libros de “Los Juegos del Hambre”, pero no quería que la historia terminase nunca una vez que hubiese terminado el álbum.
Entonces me prometí que sólo lo leería una vez a la semana… una promesa que sería casi imposible de cumplir…
() Nota de la traductora: Aquí debería ir un dibujo de Eleanor, la amiga de Rebecca, pero no sé cómo subirlo para ilustrar el relato. En la edición completa sí aparecerá, junto a muchas otras ilustraciones.*
Muchas gracias a todos los lectores por vuestras valoraciones y comentarios que me animan a seguir adelante, aunque traducir este relato esté siendo más laborioso de lo que imaginaba. Muchos me estáis pidiendo la versión completa que, cuando termine toda la saga y la edite un poco en pdf, os la enviaré a quienes me la pidais, pero tened un poco de paciencia, por favor.
Besos a tod@s!!!