Anoche te masturbé

Anoche estabas cachonda. No sé si fue el vino y el Bayley's en la cena o que llevaba un par de días diciéndote lo sexy, atractiva y morbosa que te veía, aunque tu no te sientas así al tener la regla. El caso es que cuando me metí en la cama poco después de ti tu te pusiste a estimular mi pezón, acariciandolo, frotandolo, masajeandolo y pellizcandolo suavemente. Sabes que eso me excita sobremanera.

Anoche te masturbé

Anoche estabas cachonda. No sé si fue el vino y el Bayley's en la cena o que llevaba un par de días diciéndote lo sexy, atractiva y morbosa que te veía, aunque tu no te sientas así al tener la regla.

El caso es que cuando me metí en la cama poco después de ti tu te pusiste a estimular mi pezón, acariciandolo, frotandolo, masajeandolo y pellizcandolo suavemente. Sabes que eso me excita sobremanera.

Primero me hice el estrecho un poco, limitándome a acariciar despreocupadamente tu brazo, pero tu persististe hasta que mi mano pasó de tu brazo a tu muslo, bajando por tu rodilla hasta la pantorrilla y volviendo a subir hasta tu nalga, semidescubierta por estar boca abajo y la pierna flexionada, con ese short holgadito que cuando estás de pie casi deja ver tus preciosos cachetes.

Tal y como estábamos tumbados a penas alcanzaba a masajearla sólo un poco, así que me acerqué más a ti, deslicé mi mano bajo tu braguita y empecé a acariciar ese culo que hace que se me ponga tiesa sólo de verlo. Mis dedos pasaban de una nalga a otra, apretando, masajeando, tirando de ellas para tenerte un poco más abierta, a lo que tu respondiste con ligeros jadeos y levantando un poco la cadera.

Así estuve uno, dos, tres minutos no lo sé, hasta que bajé mis dedos por tus labios. Tu me dejaste hacer; estaban secos, limpios, carentes de los residuos menstruales que esperaba notar al llevar solo 2 dias con ella. Quizás te habías aseado rápido antes de meterte en la cama, no sé si te cambiaste el tampón mientras yo acostaba a nuestro hijo, es probable que sí.

Sentí tu duro e hinchado clítoris en mis dedos, tu gemiste. Lo presioné, lo masajee, froté y tu empezaste a retorcerte gimiendo, jadeando, soltabas algun "aaahhhhhh" cada vez que te frotaba más rápido y fuerte.

Yo estaba cachondo como un mono, así que te quité el short y las braguitas a la vez, deslizándolos despacio por entre tus tobillos, para no hacerte daño en tu reciente operación. Al sentirte libre de ropa te abriste más automáticamente, yo volví a masturbarte, mis dedos índice y anular trabajando tu clitoris, manteniendo un leve pero constante contacto con tus labios, la palma de mi mano presionando tu nalga, tirando hacia arriba para abrirte, exponerte, mi pulgar posado maliciosamente sobre tu ano como por accidente.

Así empecé a masturbarte, frotando tu clítoris sin parar, a veces arriba y abajo, a veces en círculos, de lado a lado, a ratos suave y lentamente, a ratos más rápido y fuerte. Tu no parabas de gemir, jadear, de ronronear como una gata en celo. Aproveché tu excitación creciente para masajear tu ano con mi pulgar, ejerciendo una leve presión al principio, poco a poco iba en aumento. Con mi mano libre acariciaba tu piel, tu espalda, tus nalgas, tus muslos, metía la mano bajo la camiseta blanca de tirantes que sueles robarme para dormir, buscando esas turgentes tetas que tienes cuando estas en esos días, frotando tu duro, tieso y sensible pezón, lo presionaba entre mis dedos, le daba tironcitos, lo retorcía y tu te retorcías y estremecías con mis atenciones. Besé tu piel, por la cintura, por tus nalgas, las mordí traviesamente mientras tu te ponías má y más cachonda. En una de esas tandas de besos aproveché para ensalivar mi pulgar con una clara intención.

Ya estabas cachondísima, necesitabas más, así que con tu mano buscaste mis huevos, con intención de masajearlos. Los acariciaste sobre el boxer, los masajeaste, los apretaste, y yo gruñí de gusto, aumentando la presión sobre tu excitado sexo. En un par de ocasiones apretaste mis pelotas más de la cuenta, provocando que me apartara un poco. A la segunda vez me aparté más mientras te decía "Ves con cuidado nena!! Que eso duele!!". Acompañé esta última frase con un intenso frotar de tu clítoris, tu casi gritaste de placer a la vez que alzabas tu culo más en pompa, y yo aproveché para meterte el pulgar por el culo hasta la raíz de la uña, solo para abrirte un poco. Tu estabas encendidísima no sabías loque te hacía pero morías de gusto. Recuerdo que me dijiste entre jadeos "cuidado con el tampón no se vaya a meter para adentro". Yo me reí para mis adentros y pensé "Si si, el tampón se va a meter para adentro..."

Tu estabas a punto de llegar, se notaba por tu respiración agitada, tu piel de gallina, no podías estarte quieta, los labios de tu coño abierto ardían y tu clítoris estaba más duro que nunca. En tu primer orgasmo tu flujo fluyó entre tus labios, por mis dedos, mojó tu vello púbico y las sábanas recién cambiadas. Tu ahogaste tus gritos de placer hundiendo la cabeza en la almohada, mientras yo no dejaba de frotarte con fuerza y ganas al notar cómo mojabas mi mano. No me detuve, ni siquiera al sentir que dejabas de empapar mi mano. Seguí frotando, masajeando, presionando tu clítoris, mi pulgar aún metido en tu culo, abriendolo, llenandolo con mi dedo. Entre jadeos y gemidos tu levantaste más tu trasero, yo aproveché para meterte más el dedo a la vez que te masturbaba sin parar, duro, rápido, como a ti te gusta frotarte ese coñito. Empezó tu segundo orgasmo, esta vez eyaculaste algo más fuerte, más flujo empapó tu coño y mi mano, mientras mi pulgar penetraba tu culo casi metido entero. Mientras te corrías me gemiste un "cuidado con el tampón, no se quede dentro". Yo, con voz lujuriosa te respondí "Olvídate del tampón, mi dedo lleva todo el rato metido en tu culo. No te habías dado ni cuenta, verdad puta?"

Estallaste. Tu coño empezó a chorrear abundantemente. Noté el chorro de flujo golpear mi mano cuando tu tercer squirt inundó mi mano, yo me apresuré a frotarte más rápido, más fuerte, a horadar tu culo con mi pulgar hasta el fondo, mientras tu no parabas de ahogar tus gemidos, jadeos y gritos en la almohada.

De pronto te retorciste de dolor, me apartaste entre ays y uys, te había dado un calambre en la pierna recién operada (o al menos eso me dijiste). Todo terminó. Estabas rendida, exhausta después de 3 intensos y seguidos orgasmos. Fui a lavarme las manos, cambiamos la ropa de cama y tal como te tumbaste caiste dormida. Así terminó la noche.

Esta nocheme harás una buena mamada.