Año nuevo...¿Vida nueva?

No te alcoholices con desconocidos, y menos en año nuevo.

Se acercaba fin de año, ella había decidido pasarlo en la costa, se marchó una semana antes de la ciudad, con la esperanza de encontrar aires nuevos, relajarse y disfrutar. Mucho trabajo, exigencias, y la vida personal… Cero, desamores constantes. Así que tomo su dinero y se alquiló una cabaña a 3 cuadras del mar, se llevó a su mejor amiga y se olvidó del mal año que tuvo.

La ciudad en la que había decidido vacacionar era extensa, grande y bien poblada. Pero al mismo tiempo apartada de todo

¡Ana! – Dijo Laura, su amiga - ¿A que no sabes? Ya conseguí donde y con quien pasar año nuevo… Lo vamos a pasar genial!

Por cierto, Laura tenía la fama de ser demasiado… Fiestera.

Te juro que no se como haces… Apenas llevamos 2 días y podrías tener el doble de amigos que yo tuve, tengo y voy a tener.

No es nada Ana, si te muestras social, te vuelves social.

Ya, dime.

Son un grupo de chicos que vinieron, los conocí hoy en la playa y nos hicimos amigos… Te digo, uno está mejor que el otro. Nos convienen Anita! Cuando los acompañaba fuera de la playa llegamos a su casa y los deje ahí, van a hacer una fiesta. Decidido, vamos.

Bueno, pero ya sabes que nada de amoríos en estos días. Somos tú, yo y el mar.

Jajaja, bueno, vamos a ver que dices hoy a la noche.

Ana no tenía muchas ganas de conocer gente, sobre todo hombres. Uno de los tantos era un loco que solo quería tener sexo, otro era un tacaño, otro salió del closet justo cuando ella pensaba que estaba enamorándose. Para ella era suficiente… Pero, a veces, cuando las cosas salen exactamente como uno quiere, te desilusionas. Esperas que lo emocionante venga, y al no encontrarlo, lo buscas.

Ese 31 de diciembre, ambas se estaban vistiendo para ir a la casa de los "tan conocidos" amigos de Laura.

Se me olvidó decirte, lleva un bikini o algo, vamos a mojarnos.

¿En año nuevo?

Si tonta, ¿Ahora que problema hay?

Ana calló… No le gustaba la idea de empezar el año con desconocidos que la verían en bikini. ¿Y si eran unos depravados??? Le invadió la fea sensación de ser abusada, pero al mismo tiempo sintió una corriente por su cuerpo, que desembocó en su clítoris. Sus labios se entreabrieron y cuando se dio cuenta de aquella estupidez, se obligó a hacer algo para distraerse y se termino la historia. Aun así, Ana siempre sintió algo extraño cuando salían noticias en la tele, que habían violado a una chica o algo por el estilo, no se horrorizaba, hasta podía pensar que se excitaba, pero jamás lo admitiría. De todas formas, era demasiado orgullosa y estricta consigo misma, nunca se le pasó por la cabeza buscar el significado de aquella sensación.

Terminaron de vestirse y subieron al auto, estaban a unas 14 cuadras, cuando llegaron los chicos abrieron la puerta sin que ellas tocaran timbre. Se ve que estaban esperándolas. Eran 5 chicos, todos de la misma edad, se veía que eran compañeros de estudio o algo parecido. Los que más le llamaron la atención a Ana fueron dos. Marcos, le llevaba una cabeza, tenía pelo negro, piel blanca, una barba de unos 4 días. Nariz delicada y ojos oscuros. Además de tener espaldas anchas y brazos fuertes. Cuando se saludaron sintió su fragancia, lo miró y le pareció haber hecho cierto contacto visual con él y desde entonces, quedo encantada. El otro fue algo más tranquilo, su nombre era Pablo, algo más bajito, ojos claros, pelo rubio, se vestía muy bien, y se mostró muy amable con las dos, pero ella se sentía más atraída por Marcos… Los morochos le encantaban.

Los chicos que quedaban eran Lucas, Manuel y Alan. También había un grupo de 3 chicas, parecían hermanas, todas rubias, con ojos claros, solo sus diferentes estilos permitían definirse. Más tarde se hicieron amigas, se llamaban María, Paula y Estrella.

Ya presentados, se sentaron en el living principal, bastante amplio, y se dedicaron a conocerse más, charlar y tomar unas cervezas.

Ana comenzó a disfrutar y se olvidó de sus miedos. Cuando quiso ver el reloj eran las 11:47, se sorprendió de lo rápido que avanzaba el tiempo. Decidieron salir a la costa, y reunirse con otros grupos de gente que estaban esperando a hacer la cuenta regresiva.

A los minutos empezó a sentir el efecto del alcohol, nublándole un poco la vista, pero no lo suficiente como para hacer cualquier cosa. Pero los chicos si, estaban efectivamente, pasados de copas. Cuando empezó la cuenta regresiva, Marcos la tomó de la cintura, y le sonrió. Pero ella sabía que era porque estaba borracho. No se consideraba lo suficientemente atractiva, pero para los demás lo era. Tampoco era una diosa, pero… una musa estaba a su nivel. Tenía ojos verdes profundos, pelo muy oscuro, sin ser negro, labios carnosos, un par de pecas, que se disimulaban con su bronceado. Una nariz bien fina y cejas casi perfectas. Tenía un cuerpo esbelto, no tenía mucho culo, pero lo compensaba con sus pechos, redondos y grandes, de un talle 95. Una cintura muy linda, que destacaba con el vestido blanco de playa que llevaba, sencillo pero sexy. Por último, sus piernas eran su fuerte, largas y flacas, eran su arma seductora. Pero aún con estas características ella se consideraba normal tirando a fea.

Cuando la cuenta llegó a cero se dispararon fuegos artificiales al instante, Ana se dio vuelta para desearle a Laura un feliz año, pero estaba besándose con Alan. Acto seguido, las demás chicas rieron y buscaron a algún chico del grupo, con el que hicieron lo mismo. Se rindió cuando Marcos le giró la cara y la besó. Aunque al principio se molestó por su olor a alcohol y por sentir que el beso era puro compromiso, pero luego puso más pasión en él y terminó gustándole. Luego volvieron a su casa, solo Ana, Laura y Estrella con sus respectivas parejas. María y Paula decidieron quedarse en la playa con ellos.

Cuando llegaron, el ambiente solo delataba confianza, todos parecían conocerse desde hace años.

Siguieron tomando y tomando, hasta que Ana se dio cuenta de que estaba mareada. Borracha en definitiva. Llegó el tema sexual, y con él las confesiones. La desinhibición permitió que cada uno pueda hablar sumamente tranquilo. Reían y seguían tomando. Ana ya se le lanzaba prácticamente a Marcos encima. Y tenía que mirarlo muy de cerca para poder enfocar su vista.

Bueno, quiero saber que es lo que esconden bajo esas tiernas miradas – Dijo Alan.

Vamos que te estás aprovechando de que no tengo juicio en este momento, idiota. – dijo Laura.

No no no, para nada. Si me dices tu fantasía más oculta, yo te digo la mía.

A mi no me engañas. Pero bueno, ya que los quiero tanto… De acuerdo, mi fantasía es acostarme con un chico de 17 o 18 cuando tenga 40. Así sabré si sigo viéndome tan hermosa como ahora.

Jajaja, tenemos una roba cunas en la habitación - soltó Lucas.

Entonces, ¿cual es tu fantasía más oculta Lucas? – lo desafió Ana

Eeee, Se nos puso salvaje Anita – dijo Estrella.

Si Anita, estás un poco pasada de copas – Rió Laura.

Bueno, vamos, suéltalo Lucas – Terminó diciendo Alan.

Se los voy a contar – Lucas estaba muy borracho – A mi, a mi… A mi me gusta lo salvaje, nada de cariñitos y besitos, me gusta lo rudo.

Choque! – Dijo Ana, levantando la mano en alto para chocarla con la suya. Pero se dio cuenta de que había hablado demasiado. Ahora todos empezaban a gastarla y bromear sobre su inesperada confesión. Excepto Marcos, que había empezado a acariciarla con los dedos de su mano que pasaba por el hombro.

Púdranse, locos. Si, me gusta la violencia, hasta me gusta sentirme dominada. ¿Algún problema?

Ahora nadie reía, solo la miraban con cara de extrañados. Luego Marcos decidió toser para cortar el ambiente incómodo.

Bueno, me parece que Anita necesita una almohada, la llevo arriba, ya vengo.

Dicho eso, paró a Ana como pudo, y sujetándola la llevó escaleras arriba. La acostó en la cama y se la quedó mirando. De repente Ana comenzó a reír sin parar.

¿Porqué me estás mirando así Marcos? Basta, me incomodas – dijo sin parar.

Así que te gusta lo salvaje… Raro encontrar perritas tan tímidas por este lugar.

Que se yo Marcos, ya no se ni lo que digo

De todas formas, los borrachos nunca mienten.

Ana guardó silencio, y esquivó la mirada fija de Marcos sobre ella. Él se inclinó para besarla, con un beso apasionado y encendido, que la sacó de su cansancio. De pronto sintió una mano bajar por su ombligo, su pelvis, y finalmente depositarse en su sexo. Supo para donde iba todo esto.

Se incorporó y lo miró fijo.

Marcos, no

Calla putita.

Marcos la recostó algo fuera de su voluntad, otra vez contra el colchón, y sintió la mano en su sexo de nuevo, algo no permitía que ella pudiera enfrentarlo y darle la bofetada que se merecía. Mientras que no tenía fuerza para sacárselo de encima.

Marcos, basta. – le gritó.

Mmm… Una perra salvaje, vamos a tener que enseñarle. Pero ahora no, están esperándome abajo.

Ana estaba por decir algo, pero hablaba tan lento por el efecto del alcohol que Marcos aprovechó para meterle un dedo en la boca y hacérselo chupar.

Shhh hermosa, Se ve que te gusta chupar cosas, mira el ímpetu con el que chupas mi dedo. No me quiero imaginar… Nada nada… Me marcho, pero vuelvo mas tarde, aprovecha ahora para dormir, quiero contarte algo cuando vuelva. Pero para que no te me escapes tendré que echar llave a la puerta, seguro que no te importa, no puedes ni ponerte en pie.

Marcos, no me dejes… - alcanzó a decir, pero ya escuchaba la llave trabando la puerta, de inmediato se dio vuelta y se durmió profundamente.

Se despertó, se hallaba en su bikini color salmón, escucho gritos y risas de afuera, se asomó por la ventana y vio a los demás salpicándose en la piscina del jardín. No supo como es que había llegado a quedarse en bikini. Quiso pararse pero se dio cuenta de que alguien la había esposado a la cabecera de la cama. Empezó a desesperarse, y se asomó otra vez para golpear el vidrio, solo Marcos la escuchó, ya que esperaba que eso sucediera. Esbozó una pícara sonrisa y salió de ese lugar. Supo que estaba subiendo.

Trató con sus fuerzas de salirse pero eran esposas reales y no lo consiguió. Escuchó la puerta abrirse y cerrarse con el sonido de las llaves. No quiso mirar, estaba roja. No sabía si de la rabia o de la vergüenza.

Cuando sintió que se sentaban en el otro extremo de la cama, se dio vuelta y abofeteó a la primera figura que vio. Con suerte, era Marcos, tomándose la cara con la mano.

¿Estás loco? ¡¿Qué estás haciendo?!

Hago lo que no quieres admitir que te encanta.

No se de que estas hablando.

Se lanzó sobre ella, y por su peso impidió que se moviera, tomó sus muñecas con sus manos y las separó en cada extremo de la cama.

De esto estoy hablando.

Basta, no me gusta esto.

Que raro, ayer si.

Bueno, hoy estoy completamente cuerda, ayer el alcohol me hizo decir cosas que hasta ni me acuerdo.

Basta perra, me molesta que hables todo el tiempo. Necesito que te calles para escuchar bien lo que te voy a decir.

Tomó un montón de medias y se las puso en la boca para callarla. Luego tomó cinta para que no pudiera quitarlas. Ana empezó a revolcarse, el pánico la invadía. Otro par de esposas se cerraron en su muñeca libre para encadenarla al otro costado de la cama.

Me estás cansando puta. Aquí se termina la rebeldía. – la abofeteó y logró que se quedara quieta – Ahora me vas a escuchar. Ayer, textualmente dijiste: "hasta me gusta sentirme dominada." Y se muy bien a lo que te referías. Si es como yo lo pienso, estando así, con la mordaza, tus muñecas inmovilizadas, y yo encima de ti, tendrías que estar empapada. Así que en vez de dar vueltas. ¿Por qué no lo comprobamos?

Y sin mirar siquiera, las manos de Marcos buscaron su sexo y se hundieron en él. Acompañado de unos leves movimientos en círculos, para excitarla más. Sacó la mano llena de su líquido. Sonrió y se lo acercó a su nariz.

¿Qué es esto? – le dijo desafiante

Pero Ana corrió la cara y lo hizo enfadar.

¡¿Qué es esto perra?! – Tomó su mandíbula para que no se moviera y se lo esparció por la cara.

¡MMMmm..!

No eres más que una puta que se calienta con el solo hecho de sentir que es inferior. Si tuvieras la boca abierta te lo haría chupar.

Es bueno encontrar una sumisa que cumpla todos mis requisitos, mira nada más esas tetas. – Empezó a magrearlas por encima de la bikini y luego se lo sacó, apretó sus pezones, los mordió y los chupó. Hasta que quedaron duros. Ana no hacía más que revolverse en la cama tratando de salir, pero cuando Marcos empezó con los mordiscones quedó tan excitada que dejó de intentarlo.- Ya estás en mis manos, bonita. Quiero dejarte unas cosas en claro. Quieras o no, vas a ser mi sumisa de ahora en adelante, tengo grabado todo, tu confesión de anoche, y esto de ahora. Así que tú eliges, o lo muestro a todos u obedeces y se queda con nosotros.

Ana simplemente no conseguía entender que era eso de ser sumisa. Nunca había visto porno, excepto una vez, que lo intento pero se espantó tanto que no lo repitió. Marcos le quitó la mordaza, para que hablara.

No entiendo nada de lo que me estás diciendo, y evidentemente esto no me gusta.

Que extraño, ¿esto no te gusta?

Comenzó a masturbarla.

No Marcos, basta… No, no lo hag…as

¿Decías Anita? Mira, la antigua sumisa que tuve me dejo una caja con cosas raras que podemos usar. Vamos a ver que podemos hacer, para que mejores. ¿Estás excitada?

Te conviene responder.

Las sumisas responden a sus Amos cuando les preguntan algo, sobretodo una pregunta como esa. ¿Tengo que repetirlo? – le dijo tomándola del pelo.

No no no, perdón. Estoy excitada.

Mmm… no oigo la palabrita mágica.

No se cual es.

El siguió masturbándola.

Yo creo que si sabes. Vamos, dila perra.

No… Por favor, para… - Pero solo logró que él aumentara la velocidad. Casi se corría cuando paró.

¿Te quieres correr? Dilo.

Amo.

Marcos sonrió, sabiendo que había conseguido lo que quería, palmeó sus nalgas.

Viste que sabías. No necesitas ver una porno para saberlo, a una sumisa le nace desde dentro.

Por favor, quiero correrme

Aún no preciosa. Tu no te corres hasta que yo lo diga.

Le soltó las esposas y ató sus manos por detrás. La arrodilló y la hizo chupársela.

Esooo bonita, chúpala como lamías mi dedo. Que flor de puta tienes escondida dentro perrita.

Ana había comenzado a llorar, en parte por la humillación que estaba sintiendo. Siendo usada por un chico que casi no conocía, sin poder hacer nada, y encima… Excitada. Y por otra parte, por que estaba comenzando a darle arcadas.

¿Qué pasa bonita? No me digas que no te gusta, lloras de felicidad, ¿no? Toma un poco más. – y entonces empujó su cabeza hasta que su nariz tocó la pelvis.

Mmmmm!!! – comenzó a toser, así que Marcos decidió darle un respiro.

Acarició su pelo y se comenzó a reír, lo que hizo que Ana lo mirara desde abajo con odio, mientras caían de su boca hilos de saliva y líquido pre-seminal.

Marcos, ya te lo suplico, por favor, déjame ir.

Para ti no hay Marcos, sumisa. Para ti hay un Amo que merece que lo respeten como tal.

¡Deja de decir eso! ¡No soy tu puta!

Una bofetada cruzó por su cara, y la derribó. A Marcos le encantaba que se opongan a sus órdenes, sobre todo sabiendo que a la larga, el terminaba ganando, el sabor de la victoria no era nada comparado con el sabor de la derrota del otro.

Ah, ¿No? Y ¿Cómo es que terminaste atada, chupándome la pija y encima excitada? Jajajajaja, es claro que no te das cuenta cual es tu lugar.

Dentro de Ana nacía más y más bronca, y comenzó a revolcare tratando de quitarse las esposas de sus brazos, y al ver que no podía comenzó a gritar y llorar. Mientras Marcos la observaba con una sonrisa. Cuando se cansó, se acercó a ella y levantó su rostro con lágrimas.

En que lío me estás metiendo Marcos

No es un lío, te puedo demostrar que lo que llegamos a hacer juntos es un beneficio para ambos. En tanto tú cumplas tu rol, yo cumpliré el mío. Pronto dejarás de sentirlo como un juego. Puedo asegurarte que no voy a hacerte nada malo, ni física ni mentalmente. Pero veo en ti mucho, y quiero ser yo el que lo aproveche.

Ni siquiera lo preguntaste.

Jajajaj, no hace falta preguntar bonita, lo veo en ti, en tu cuerpo, en tus acciones. Estas pidiendo a gritos alguien que te domine. Y ese, quiero ser yo.

Ana no respondió, no sabia si Marcos hablaba tan decidido como si tratara de convencerla o enserio ella se veía desesperada por un Amo. No entendía nada, los músculos le dolían y no podía pensar bien. Decidió darse por vencida. Simplemente porque, por más que dijera que no, él lo haría igual, y prefería las cosas sin golpes ni gritos.

No puedo vencerte, haz lo que quieras – Dijo resignada.

¿Estás segura?

Si ya estoy en tus manos, para que seguir luchando.

Así me gusta. – dijo, entonces la soltó y al fin pudo estirarse. – Ahora, creo que tengo un collar por acá

Revolvió un par de cosas en su caja, y sacó un collar de cuero negro, bastante grueso. Se lo colocó bien ajustado y lo enganchó con una correa. Tiró de ella y Ana se movió sumisamente. En realidad, Ana se estremeció cuando le colocó el apretado collar, y se dio cuenta de que finalmente eso era lo que quería.

Muy bien perrita, ¿te gusta?

Si... – admitió avergonzada.

¿Si?

Perdón… Si, Amo.

Eso. ¿Ves? Estas hecha para obedecer, Aprenderás rápido.