Año nuevo, prima nueva...
El año que descubrí la debilidad de mi primita por el placer carnal, fue toda una revelación.
Mi prima se llama Paula. Esto que voy a contarles sucedió cuando ella tenía 16 años y yo 17. Teníamos una buena relación, éramos muy amigos desde pequeños, aunque nos veíamos poco (solo en las reuniones familiares) puesto que su casa no quedaba muy cerca de la mía. La describo: morena, alta de 1,68m más o menos, ojos marrón clarito, boca grande, muy bonita de cara la verdad. Un culito que sin ser perfecto estaba muy apetecible y un par de tetas dignas de ser tapa de Playboy. Sus tetas eran su fuerte, grandes y paraditas. Yo era un chico alto, delgado, moreno también, normalito.
Aquel 31 de diciembre fui con toda mi familia a pasar el día en su casa para esperar el Año Nuevo. Mi familia estaba compuesta por mi madre, mi padre, mi hermana Rocío de 14 y yo. Paula era hija única. Mi hermana y mi prima también se llevaban bien, pero al estar más cerca en edad, tenía mucha más afinidad conmigo. La casa de mi tío tenía un gran fondo con árboles y arbustos, como en estas fechas hace mucho calor en donde vivo, se estaba muy a gusto sentado a la sombra de los árboles, sobre un viejo tronco seco que había allí.
Esa tarde aprovechamos que mi hermana salió de compras con mis tíos para quedarnos solos y charlar un poco más íntimamente. Me contaba sobre un chico con el que estaba saliendo y me decía que la estaba apurando para tener relaciones. Yo le dije que era normal, que con lo buena que estaba cualquiera estaría apurado (este tipo de piropos se los hacía yo todo el tiempo, pero con ninguna intención de nada, solo de halagarla aunque bueno, quizás inconscientemente sí tenia otras intenciones). Entonces me preguntó si yo lo había hecho con mi novia. Le dije que sí. En realidad a lo único que habíamos llegado con mi novia era a unas masturbaciones mutuas y solo una vez se había atrevido a chupármela un poco, pero nunca me la había cogido. Solo que no me daba para darle estos detalles a mi prima; pero justamente los detalles eran lo que más le interesaba a ella. Me preguntó que cuándo había sido la primera vez, que cómo había sido, que de qué manera me gusta más hacerlo Y claro, ante tantas preguntas inesperadas lo primero que me salió fue inventar respuestas.
Al principio bastante nervioso, pero luego ya me fueron saliendo más naturalmente y ya le preguntaba yo también acerca de sus fantasías, de sus experiencias, de qué tan lejos había llegado con su novio y fue aquí mi sorpresa: Me dijo que con su novio lo más lejos que había llegado fue dejarse tocar por encima de la ropa y hacer lo mismo con él; pero que hacia dos semanas había tenido otra experiencia en la fiesta de cumpleaños de una amiga. Había bebido de más y estaba sentada en un largo sillón tratando de recuperarse un poco. Junto a ella estaba un amigo de su compañera que le habían presentado esa noche, pero con el que no había cruzado palabra alguna.
De repente el tipo este empezó a acariciarle la mano, ella sin mirarlo se dejó hacer y cuando se dio cuenta ya lo tenía encima besándola y metiéndole mano por todos lados. Yo me quedé mirándola con ojos desorbitados, automáticamente se me venía a la cabeza aquella imagen, y me estaba poniendo a mil. Ella siguió su relato. Me contó que no se dio cuenta cómo ni en qué momento, pero que de pronto estaban los dos solos en un cuarto, enrollándose en la cama, él tratando de liberar sus tetas y ella haciendo lo propio en los pantalones de él. Se la sacó, me cuenta que el chico la tenía enrome, se la meneó un poco y el muchacho se corrió a los pocos minutos, dejándola con las ganas.
-Gracias a dios- me dice ella -porque con la calentura y las ganas que tenía en ese momento me hubiera dejado hacer cualquier cosa - concluyó.
Uff yo ya no sabía cómo sentarme para que no se notara el tremendo bulto que tenía entre las piernas. Nunca me hubiera imaginado que mi prima fuera tan calentona, además porque si bien decía que se arrepentía y que menos mal que no pasó a mayores, sus ojos me decían todo o contrario. Le brillaban al narrar el hecho, como si le calentara sobremanera recordarlo. Le pregunté entonces si después de eso no le dieron ganas de hacerlo con el novio. Me dijo que sí, pero que al estar con el novio en el momento de la acción se acuerda de lo que pasó y la atormenta la culpa, entonces no puede.
En ese momento de la charla regresaron mis tíos con mi hermana que se unió a nosotros por lo que cambiamos de tema inmediatamente.
Así pasó la tarde, los preparativos para la gran fiesta y la cena familiar de fin de año. Yo no podía sacarme de la cabeza la imagen de mi prima Paula, Paulita, la Pau entregada completamente a la calentura, a un desconocido, dispuesta a dejarse hacer lo que sea no podía convencerme de que fuera cierto, pero aun mas, no podía creer lo caliente que me ponía aquella historia.
Como es costumbre en nuestra familia, luego de la cena y los tradicionales festejos de Año Nuevo (el brindis, la mesa dulce, las uvas, los petardos, etc), se arma en el patio una mini-pista de baile y música toda la noche. Se unen a la fiesta también familias vecinas de mis tíos así que el lugar se llena de gente. Yo veía a mi prima bailar y beber las copas de sidra como agua, sin dejar de recordar con detalle todo lo que me había contado y la manera en que le brillaban los ojos mientras lo hacía.
En un momento me sentí tan perseguido por esos pensamientos que decidí irme al fondo a sentarme en el viejo tronco mientras me fumaba un cigarrillo. Con tanta gente en la fiesta y estando el fondo tan lejos del patio donde se hacía el baile, nadie se percataría de mi ausencia y podría fumar tranquilo sin que me vieran. Estaba tratando de relajarme, mirando al cielo y casi sin conciencia de que tenía mi mano entre mis piernas sobándome apenas muy suavemente por encima del pantalón. En eso escucho una voz
-¿Qué haces?
Del susto me di vuelta rápido, tiré el cigarrillo y quité la mano de mi entrepierna, todo en un segundo.
Ah, eras tú- le dije a mi prima bastante ofuscado por el sobresalto nada, fumando un pucho nada más.
-¿Puedo acompañarte? ¿Me das uno?
Le convidé un cigarrillo y se sentó al lado mío. Yo me encendí otro. Me dijo que se había escapado de la fiesta para llamar por teléfono a su novio, pero que antes quería tomar un poco de aire porque estaba algo mareada y además se le patinaban un poco las palabras y si lo llamaba en ese momento la regañaría por haber estado bebiendo. Entonces me preguntó:
-¿Y tú? ¿Pensando en tu chica?
-No, solo pensando.
-Bueno vi dónde tenías la mano, juraría que pensabas en tu chica, jeje- me dijo guiñándome un ojo.
-Pensaba en ti- Me sorprendí al escuchar estas palabras de mi boca, no hubiera querido ponerme en evidencia, pero era demasiado tarde. Ella se quedó seria un instante y luego lanzó una risotada. Qué tonto- me dijo, mientras pitaba su cigarrillo y se apoyaba en mí usándome de respaldo. Yo no podía más. Estaba hermosa con esos jeans ajustados y esa camiseta cortita que resaltaba la forma de sus exquisitas tetas. Disimuladamente la rodeé con el brazo por la cintura y empecé a acariciarle el abdomen, ella solo puso su mano sobre la mía y acompañaba mis movimientos, como algo totalmente inocente e inofensivo. Pero yo estaba a mil y no pude resistir el impulso de besarla. La besé primero en el cuello, prácticamente empecé a devorarla.
-Marco, ¿qué haces?- alcanzó a decir pero como toda respuesta solo atiné a besar sus labios. Ella no reaccionó en el momento, dejó su boca inmóvil pero cuando sintió mi lengua tratando de escabullirse por entre sus labios, los abrió dejándola entrar. Correspondió a mi beso de una manera apasionada, caliente, así que me animé a subir mi mano hasta sus pechos por debajo de su camiseta y se los tocaba a placer. Qué delicia de tetas que tiene mi prima! Ella puso sus manos sobre las mías y acompañaba mis movimientos. Estaba muy excitada y yo tenía una tremenda erección debajo de mis pantalones, así que me los desabroché. Ella no dudó un instante, bajó su mano hasta mi verga y comenzó a hacerme una rica paja mientras yo desabrochaba el botón de sus jeans para meter la mano adentro y sentir con mis dedos su vagina mojada.
-Qué dura la tienes- me dijo entre jadeos -¿quieres que te la chupe?
Ese ofrecimiento me volvió loco, le rogué que lo hiciera. Ella se arrodilló en el suelo entre mis piernas y pasó su lengua por toda mi verga, que estaba a punto de reventar de lo hinchada y dura que la tenía, nunca me la había visto así. La cara de puta que ponía mientras me la chupaba no dejaba de sorprenderme por tratarse de mi primita del alma, pero me excitaba de una manera increíble. No tardé demasiado en venirme, ella recibió los primeros chorros de mi semen en su garganta, luego retiró la boca y continuó pajeándome hasta vaciarme. Yo estaba extasiado, recién entonces noté que ella tenía su otra mano entre sus piernas, sus dedos se movían frenéticos masturbándola hasta que se fueron deteniendo pausadamente indicándome que había alcanzado su orgasmo.
Fue entonces que levanté la vista y vi que detrás de unos arbustos estaba Rocío, mi hermanita de 14 años, observándonos. Se escondió cuando se dio cuenta de que miré hacia donde estaba ella, pero supe que había visto todo.
A partir de ahí empecé a pensar la manera de cogerme a mi prima y que mi hermana pudiera vernos, pero eso lo contaré en otro relato. Lo único que agrego, es que esa ha sido la mejor manera de comenzar el año..